InfoCatólica / Caballero del Pilar / Categoría: Entrevistas

2.08.21

P. Emmanuel Pujol: “Fuimos a Covadonga a restaurar la Cristiandad según el ideal de nuestros mayores”

El P. Emmanuel Pujol es Sacerdote Diocesano de Terrassa. Fue ordenado en el 2015. Recientemente ha vuelto de misiones en Benín. Ha estado en varias parroquias, pero a partir de ir a misiones, fundamentalmente ha hecho de capellán del centro penitenciario Quatre Camins y de los Campamentos Cruz de Borgoña que organizan los jóvenes carlistas. Participó con el capítulo San Andrés en la primera peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga. Nos da sus impresiones sobre la peregrinación y reflexiona con nosotros sobre todo lo vivido.

¿Qué impresiones le han quedado de esta peregrinación bajo el cobijo de Nuestra Señora de la Cristiandad?

Creo que es para estar muy satisfecho. Felicitar a la organización por hacer realidad en España esta iniciativa. Ha sido una explosión de gozo contenido y una muestra de la ilusión que aporta la Tradición. Solo con una mirada superficial se adivina una juventud dispuesta a tomar su sitio en la Iglesia bajo sus pastores, por los que no se ha dejado de orar, aunque estos todavía puedan albergar recelos no tardarán mucho en darse cuenta de en donde se encuentran sus leales. La actitud ejemplar de todos contribuyó a crear un ambiente alegre muy al margen de las polémicas en las que se había envuelto este acto sin pretenderlo en ningún momento. En una palabra: católico, muy católico, ejemplarmente católico, descaradamente católico…

¿Cómo le ha ayudado en su vida sacerdotal acompañar a un grupo de jóvenes carlistas a una peregrinación cuyo centro es la Misa tradicional?

Yo he venido invitado por la Asociación Cruz de Borgoña que agrupa a muchos de los jóvenes carlistas. Hace tiempo que colaboro como capellán en sus actividades. Por otro lado, aunque en un principio fui muy escéptico para cuestiones que consideraba meramente rituales y estéticas, la Providencia me llevo hace un año a conocer profundamente el rito tradicional y a celebrarlo cotidianamente. El cambio no lo puedo describir con palabras… Me atrajo y me quedé atrapado. Cuando los carlistas me dijeron que iban a ir a la peregrinación me llené de alegría, porque estoy convencido que es esta liturgia la que ofrece el marco propio donde se entiende el tradicionalismo, da el contexto donde se desarrolla con naturalidad el pensamiento católico tradicional y el ambiente donde mejor puede conservarse y transmitirse la vivencia de la fe. Eso es la Tradición. Así de simple.

En mi vida sacerdotal, respondiendo a la segunda parte de su pregunta, ha sido una nueva ocasión para disfrutar del sacerdocio. En fin, hemos hecho lo que nos tocaba, es decir, hemos hecho de sacerdotes.

¿Por qué es tan importante que por fin haya una peregrinación tradicional en España como sucede en otros países?

Sabido es que en España, por factores que no alcanza aquí el tiempo ni la oportunidad para analizar, la Misa tradicional no ha tenido una presencia destacable después de la reforma litúrgica. Esto ha sido algo admirable para nuestro contexto. Parece que la Misa tradicional se niega tozudamente a desaparecer y aun tiene ánimo y desparpajo para presentarse como un factor de restauración social y eclesial. No en vano todos los convocados nos sentimos inspirados a acometer la ardua empresa de restaurar la Cristiandad según el viejo ideal de nuestros mayores.

Covadonga fue un lugar simbólico para reconquistar la fe en España, ¿puede ser ahora un nuevo revulsivo para la reconquista espiritual de nuestra patria?

Ese es el plan. ¿No? Si lo miramos con perspectiva sobrenatural, esto está hecho. Dios lo quiere. Ahora, para nuestros mayores no fue cosa de días, luego nosotros no deberíamos creer que nos lo pondrán fácil nuestros enemigos. Hay que forjar una actitud de milicia… de Cruzada por las Españas.

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1.08.21

P. Antonio Gómez Mir: "Dios quiera que se pueda decir de nuevo que todo empezó en Covadonga"

El P. Antonio Gómez Mir, párroco de San Jordi de Barcelona y capellán de Hispania Martyr participó en la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga. Reflexiona sobre su experiencia en la peregrinación y sobre el futuro de la fe en España.

¿Qué le ha parecido la peregrinación, pionera en España?

A nivel eclesial la valoro como una verdadera reivindicación de catolicidad y del deseo de estar en la Iglesia de Jesucristo. Una toma de posición que si bien para nadie de los que estábamos allí era necesaria, porque nunca se ha puesto en duda, sí que lo era para otros. El amor a la Iglesia, la fidelidad sin fisuras a su enseñanza, la oración por el Papa… ¿Quién puede dudar de que todos los que nos precedieron durante siglos vivieron esa fe, esa lex credendi manifestada en la lex orandi? Pues esa es la nuestra también. El enemigo de la Iglesia está en los que socavan el deposito de la fe y la disciplina de los sacramentos.

A nivel más de realidad inmediata no deja de ser una presentación en sociedad de la Misa tradicional en España. Nosotros mismos, descubrimos perplejos que eramos muchos, casi sin sospecharlo. EEUU, Francia o muchos países Hispanoamericanos han desplegado una fuerza de la tradición católica, del amor a la Santa Misa tradicional, que en España no existía. Casi sin proponérselo, los jóvenes laicos, que organizan esta peregrinación se ven superados y descubren una realidad oculta que ha nacido y crecido con fuerza sin que nadie se de cuenta, solo porque Dios lo ha querido.

¿Qué supone para un sacerdote como usted poder participar en este tipo de eventos?

He de confesar que conforme llegaban las fechas de ponernos en marcha me sentía tentado de lasitud. No me gusta viajar. Escaparme unos días no era fácil dado el trabajo que dejaba en la parroquia, la Clínica… Los jóvenes y familias de mi parroquia me habían puesto las pilas allanándome el camino, organizando toda la logística, hasta el último detalle para ponérmelo fácil.

Tengo una experiencia muchas veces refrendada: aquellas cosas que estás tentado de dejar de hacer, y son de Dios, si perseveras y las llevas hasta el final, dan mucho fruto. Este ha sido el caso de esta peregrinación. Muchas gracias del cielo para mi y, por lo que he podido comprobar, para mis compañeros de camino.

La piedad sincera, el amor a la Santa Misa, el amor a la Tradición de la Iglesia, la veneración por el sacerdocio católico, la caridad finísima y los detalles de verdadero afecto entre los peregrinos, la alegría de los jóvenes…Todo ello fue un bálsamo del cielo. Todo un regalo de Dios

Covadonga fue el inicio de la reconquista…¿Ahora urge más que nunca volver a reconquistar las almas?

Debe ser así. La fe cristiana es difusiva por naturaleza. De una cueva en un reducto casi inexpugnable surgieron unos pocos que fundamentados en su fe y en su amor a María vencieron al enemigo poderoso y conquistaron España y después el mundo para la fe católica. Cuando más débiles eran, fue entonces, cuando Dios se valió de ellos. Eso sí, no nos engañemos: después de sufrir mucho, de ser muy perseguidos, de sentirse derrotados… para acabar desengañados de ellos mismos y confiando solo en Dios. Siempre es así: la dinámica misteriosa del crecimiento del Reino exige muchas contradicciones previas; mucho dolor y mucha perseverancia.

Ver a tantos jóvenes entusiasmados es un signo de que la Tradición no muere.

Es muy sorprendente constatar que son jóvenes los que lo organizaron y jóvenes los que han respondido… Son jóvenes la mayoría de los que participan de la Misa tradicional allí donde se celebra. No hablamos de ancianos que añoran un pasado enterrado. Hablamos de jóvenes que han descubierto un tesoro de belleza, de sacralidad, de misterio y de espiritualidad, que no es otro que el tesoro que custodia la Iglesia, pero que ha guardado en el trastero, para poner en el escaparate un producto barato de importación.

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31.07.21

P. Eduardo Guzmán: «Ver peregrinar a tantas familias a Covadonga es signo de esperanza para la Iglesia»

Eduardo Guzmán López es sacerdote diocesano de Ciudad Real. Fue ordenado en 2008. Párroco de San Juan Bautista, de Puertollano y capellán del Hospital Santa Bárbara. Ha celebrado la Santa Misa tradicional ocasionalmente desde su ordenación, y ha tenido interés en estudios litúrgicos desde siempre. Tiene estudios de teología dogmática, a la espera de presentar la tesina para el título. Ha peregrinado con el capítulo de Nuestra Señora de las Victorias y reflexiona sobre su experiencia.

¿Qué le ha aportado la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga?

Estoy muy contento de haber participado en la I peregrinación a Covadonga. A decir verdad, iba con cierto temor, en parte por los prejuicios que el calificativo “tradicionalista” tiene en nuestros tiempos pero, no tengo reparo en decirlo, mis temores han sido disipados con la alegría, generosidad, buena organización y santa libertad con la que todos los capítulos se han organizado. ¡Mi más sincera enhorabuena a los organizadores!

Un soplo de aire fresco y una posibilidad de conocer a muchos hermanos en Cristo.

Vivimos en una sociedad muy secularizada: poder convivir unos días en un ambiente de cristiandad acrecienta la esperanza y consolida la fe en la victoria final de Cristo, rey del universo. He encontrado muchos jóvenes que son verdadera esperanza para nuestro mundo, pues tienen valores y principios que no se encuentran habitualmente.

Estoy feliz de haber podido conocer a los miembros del Instituto Lepanto, que formaban el Capítulo Nuestra Señora de las Victorias, así como otros muchos peregrinos, jóvenes y familias enteras: su alegría, su naturalidad y su fe recia, sin descafeinar, nos animan a los sacerdotes a trabajar sin descanso, a rezar, a predicar, a dar la vida y proponer con vigor la verdad y belleza de la fe católica.

¿Por qué era importante hacer una peregrinación tradicional en España, al estilo Chartres?

Creo que el movimiento tradicional en España está muy acomplejado: parece que el tesoro de la tradición sólo puede venerarse en museos, o en grupos muy selectos, y no nos damos cuenta que la tradición es algo vivo que tiene que ponerse en marcha, para encontrarnos juntos y caminar con un objetivo común: que nuestra vida de fe transforme el mundo, no el mundo que modele nuestra fe.

La tradición no es adoración del pasado: es saber que hoy se pueden realizar las grandes proezas que entonces la fe consiguió. Nuestro Lepanto no estará en el mar contra el turco, quizá, pero la fe tiene que armarnos de valor para defender el bien y la verdad como entonces.

Esta peregrinación, con tan buenos y sanos criterios como ha sido convocada, es imprescindible para que las familias y personas que viven su fe en la corriente de la tradición, crezcamos en comunión con otros grupos tradicionalistas y sobre todo, con el conjunto de la Iglesia Católica.

En Covadonga empezó la reconquista hace varios siglos… ¿Podría empezar aquí una nueva reconquista espiritual en el siglo XXI?

¡Ojalá! España es tierra de María Santísima, bien lo sabemos y, aunque en muchos sitios la fe católica ha quedado como una antigüedad venerable, pero nada práctica, la Virgen sigue tocando muchos corazones: ¡la Madre de Dios es nuestra Madre! ¡Reina de los que triunfan! dice el himno de la Santina, claro que sí: sabemos que su Corazón Inmaculado triunfará, por eso, qué importante es vivir como verdaderos hijos y esclavos de Nuestra Señora, para adelantar su triunfo.

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30.07.21

P. González Alfaya: “Peregrinar a Covadonga me produjo un gozo interior inmenso y llorar de alegría”

José Manuel González Alfaya es sacerdote diocesano de Toledo, vicario parroquial de Santo Tomé de Toledo y encargado, junto con el P. Carlos Vecino Carou, de la celebración de la Misa tradicional en la Iglesia del Salvador de Toledo, iglesia en la que desde el año 2009 se celebra diariamente la Misa así como el canto coral del Oficio Divino según el misal de S.S. Juan XXIII.

¿Qué balance hace de la I peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad?

Desde mi experiencia personal, siento un gozo interior inmenso y que sobrepasa mi capacidad de decirlo con palabras. No suelo ser muy efusivo en la expresión de mis sentimientos, pero cuando volvíamos en autobús desde Covadonga a Oviedo, cansado de los tres días de caminata y con una afonía total, me saltaban las lágrimas pensando en lo que había acontecido durante esta peregrinación.

Objetivamente, ha sido la primera vez que en España se realiza algo semejante vinculado a la Misa tradicional, con una respuesta muy grande principalmente de jóvenes y familias, venidos de los diferentes lugares de nuestra patria donde se celebra la santa Misa gregoriana e incluso personas que no habían asistido nunca, con presencia de Institutos sacerdotales tradicionales (Instituto Cristo Rey, Fraternidad san Pedro e Instituto Buen Pastor) junto con casi una treintena de sacerdotes diocesanos y religiosos.

Logísticamente, todos los voluntarios trabajaron a destajo para que todo resultase bien. Gracias a Dios, se pudo resolver la dificultad de no poder celebrar la santa misa tridentina en los templos, resultando celebraciones muy dignas y bellas, como requiere todo culto a Dios.

Desde el punto de vista espiritual, creo que han sido muchas las gracias derramadas por Dios nuestro Señor antes, durante y después de la peregrinación. La peregrinación ha sido una ocasión de reafirmarnos en la fe y adherirnos a la tradición, de encuentro con el Señor en el sacramento de la confesión, en la santa Misa, en la comunión y adoración eucarística. Una peregrinación totalmente mariana donde la Virgen Santísima como Madre de la Iglesia reúne a sus hijos en torno así para disponerlos a través de la oración perseverante, la penitencia y la práctica de las virtudes a recibir el don del Espíritu Santo a través del rezo del rosario completo cada día y la Consagración a la Virgen como colofón de nuestro caminar. Todo ello guiados por el ejemplo de san José a quien también hemos conocido más, para más amarle a través de las meditaciones del Libro del peregrino.

Una peregrinación en la que el encuentro, la convivencia, la alegría profunda nos recordaba el salmo “Ecce quam bonum, et quam iucundum habitare fratres in unum.”

En resumen, valga el testimonio de un peregrino, que me dijo: “Padre, estos días he estado en el cielo".

¿Hacía falta un Chartres a la española?

Nuestro tiempo está marcado por el individualismo vivido personalmente o incluso en grupo que puede degenerar en cierto sectarismo o localismo. Creo que era necesario para todos en beneficio de cada peregrino, de cada grupo de fieles que en nuestra patria está adherido a la Misa de siempre y de cara a la misma iglesia de nuestra patria y hacia la misma sociedad, mostrarnos públicamente en un acto de estas características. Era necesario para cada uno de los peregrinos, porque muchas veces, en el día a día, nos movemos en ambientes mundanos o incluso totalmente adversos a la Tradición. La peregrinación fue lugar de comunión y encuentro de personas que pensamos y vivimos lo mismo.

Era necesario para cada grupo y apostolado de la Misa tridentina para darse cuenta de la grandeza de la Iglesia y la catolicidad. Si es cierto que cada grupo tiene una idiosincrasia y una forma propia de ser, esto no es excluyente sino enriquecedor. El ser capaces de trabajar juntos nos hace más fuertes y sobre todo aumenta los lazos reales de fraternidad cristiana.

La peregrinación era necesaria para darnos a conocer a nuestros pastores y hermanos en la fe, pero que no comparten con nosotros la atracción hacia la Sagrada Liturgia según el misal de 1962. Muchas veces somos etiquetados con prejuicios y clichés que no son reales. La imagen que transmite la peregrinación es la de “normalidad". Somos gente normal, que queremos vivir nuestra fe en la Iglesia y en la Tradición de nuestros mayores.

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26.07.21

La caída del Imperio Soviético tras 70 años de régimen totalitario anticristiano

Boris Gutiérrez Cimorra (firma como Cimorra) nació en 1944 en Moscú, en la antigua Unión Soviética. Se graduó en el Instituto de Aviación de Moscú. Durante años compaginó su trabajo como ingeniero aeronáutico con colaboraciones periodísticas en revistas y programas de radio de difusión tanto nacional como internacional con destino al lector y al oyente de habla hispana. En 1972 pasa a trabajar definitivamente en Radio Moscú, la cadena que emitía programas para América Latina. En 1977 se instaló definitivamente en España con su familia e inició una nueva carrera profesional en el mundo de las finanzas y del comercio exterior, que le situó, en 1985, de nuevo en Rusia, esta vez como representante de una importante empresa financiera española en aquel país en vías de la Perestroika. En 2010 comienza su experiencia en el campo literario con la publicación de su primer libro, La voz que venía del frío, dedicado a su padre, periodista español exiliado en la Unión Soviética, que se convirtió, bajo el seudónimo de Jorge Olivar, a lo largo de 37 años ininterrumpidos ante los micrófonos de la emisora moscovita, en la voz más escuchada en los hogares españoles durante la época franquista.

En 2014 edita su segundo libro, Hasta el último maravedío Las orejas de Oro, esta vez en forma de novela, que, entre lo documental y lo ficticio, con un lenguaje y dinamismo propios del género de suspense, describe una de las más misteriosas y fascinantes historias de cómo las reservas de oro del Banco de España fueron trasladadas a la Unión Soviética pocos meses después del comienzo de la Guerra Civil española. En 2015 publica su tercera obra literaria, Hasta el último maravedí - 2 o La apertura española, una continuación del libro anterior sobre el mismo tema: cómo el oro español se convirtió en el «oro de Moscú». Si en el primer volumen se relataban las peripecias del traslado de las reservas de oro del Banco de España desde Madrid a Moscú, en este se trata de ¿qué recibió la República a cambio del oro entregado a la Unión Soviética? En ambos libros el autor demuestra su perfecto dominio en la recreación de los ambientes y personajes rusos y españoles de la época, a los que conoce muy a fondo, al haber vivido, casi a la par, tanto en Rusia como en España.

¿Por qué un libro sobre la caída del Imperio Soviético?

La idea del libro partió de mi entrañable amigo César Alonso de los Ríos y fue apoyada con gran entusiasmo por nuestro común amigo Agapito Maestre. Un día, bastantes años después de la desintegración de la URSS en diciembre de 1991, César me dijo: “Mira, Boris, para la inmensa mayoría de los españoles sigue siendo un misterio por qué un gran país comunista como Rusia, con su aparente poderío económico y militar, teniendo en su órbita ideológica a muchos países, no sólo en la Europa del Este, sino en la América Latina, África, Asia, de repente, en pleno proceso de la apertura y cambios democráticos, en pocos años, cayó como un castillo de naipes. Sin perder una cruel guerra o sufrir una destructiva revolución o un cataclismo natural, no sé, una caída del meteorito, como fue en la Tungúzca, en Siberia, al principio del siglo. ¿Qué ocurrió realmente, qué fuerza tectónica tan potente destruyó este gran acorazado llamado la URSS, que parecía indestructible y construido para la eternidad? Tú me has comentado y aclarado muchas cosas acerca de aquel cataclismo histórico. Has vivido en la Unión Soviética más de 30 años y, especialmente, los años de la “Perestroika” de Gorbachov, cuando se produjo el derrumbe definitivo del sistema socialista soviético, por qué no escribes un libro para que no sólo tus amigos y la gente que te rodea supiera lo que realmente había llevado a la destrucción del primer país comunista del mundo. Y lo cuentes como un testigo presencial de todo lo que entonces había sucedido. Lo que tú personalmente has vivido, has visto, has sufrido o lo que sea, una realidad pura y dura, sin cuentos “chinos” o rusos o lo que fuesen. Una historia verdadera del fracaso del comunismo en el país más grande y más rico del planeta. Y escríbelo sin caer en un análisis soso, académico, distante. Que sea un relato vivo, con detalles concretos, con episodios de tu vida allí y de los soviéticos que te rodeaban, historia contada desde dentro y no desde un despacho lejano de un historiador profesional o de un periodista circunstancial”.

Pues, así nació este libro. Con la idea de explicar por qué ha fracasado un sistema basado en la ideología comunista en un país, como estaba diciendo César, “más grande y más rico del mundo”. Y de allí yo, como el cronista y un testigo directo, pretendo dar a entender al lector de que si el comunismo había fracasado en el país más grande y más rico del mundo, como la URSS, cómo pudiera haber triunfado en uno el más pequeño y el más pobre, como la Cuba castrista, o en otros clones tipo Vietnam, Camboya, Corea del Norte y otros por el estilo. Como ha demostrado la Historia, el comunismo puro y auténtico, como el soviético, ha fracasado en todos los países donde lo habían intentado construir, independientemente del clima, del idioma, de la nacionalidad, de costumbres culturales y otras diferencias étnicas y geográficas. Y con un resultado común: la miseria y unos enormes sacrificios para los pueblos y un poder absoluto y unos enormes privilegios para las élites gobernantes con el carnet comunista.

¿Qué balance podría hacer de 70 años de régimen totalitario?

El balance es muy negativo y en muchos aspectos hasta trágico. El primero y a la vista del todo: una autodestrucción y la desaparición del país que existía dentro de las fronteras del Imperio Zarista antes de la Revolución Bolchevique en octubre de 1917. En diciembre de 1991, o sea, 74 años más tarde, este país dejó de existir y la Rusia de los Zares se vio reducida a la Federación Rusa actual, perdiendo grandes territorios y casi la mitad de la población que antes formaban parte de la Gran Rusia Imperial y luego del Imperio Bolchevique. Me refiero a Ucrania, Bielorrusia, Kazajistán, Turkmenistán, Tadjikistán, Uzbekistán, Georgia, Armenia. Y el otro balance, el de sufrimientos que tuvo que soportar la gente que poblaba la Rusia Imperial, convertida en la Rusia Socialista Soviética, es incalculable. La Guerra Civil, provocada por la Revolución Bolchevique, que había durado 4 años. La industrialización forzosa del país, con su población mayoritariamente agrícola y que se alimentaba no sólo a sí misma, sino que exportaba sus productos al extranjero por lo que recibió la denominación del “granero de Europa”, cargó por completo el tejido agrario ruso, produciendo terribles hambrunas en los años 20 del siglo pasado. La “colectivización” del campo destruyó por completo su productividad, convirtiendo a la Unión Soviética de un granero europeo en un importador de los productos básicos alimenticios, dependiendo del grano norteamericano, canadiense, australiano y de otros países occidentales, que tienen una agricultura “privada”. Esta independencia llegaba en determinados periodos al más de 30% del consumo “normal” de la población soviética. La improductividad de la industria estatal socialista, con una estricta planificación de la producción y del consumo, condenaron al pueblo soviético a vivir en una permanente escasez de los productos y artículos de primera necesidad, con unas humillantes colas en las tiendas en búsqueda de la comida y de otros artículos del consumo básico. El “terror rojo”, desatado por los bolcheviques después de la Revolución, contra todos los que intentaban oponerse o a criticar, aunque fuera mínimamente, la dictadura comunista y las repentinas purgas estalinistas y una paranoica lucha contra los “enemigos del pueblo” dentro del propio pueblo, convirtieron a la Rusia bajo el régimen comunista en un enorme Gulag, con decenas de millones de muertos y víctimas de las represiones, cambiándose sólo los métodos, los del “paredón” en tiempos de Stalin a los de la encerrona en unas clínicas psiquiátricas en tiempos de Brézhnev-Andrópov. Pero siempre con el único objetivo: aplastar cualquier disidencia y crítica al régimen.

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