Jaume Clavé desarrolla su libro San Juan Evangelista “vio y creyó (Jn 20,8) ¡Y nosotros también!
Jaume Clavé Cinca (Sanaüja, 1947) está casado y tiene dos hijos. Estudió muchos años en los seminarios de Urgel y Solsona hasta que abandonó por una crisis de fe, superada. Trabajó en la banca y ha publicado libros de toponimia y de temática religiosa, como La revolución de Marte. Jesucristo al alba del milenio (1998), Recuperar la fe en dos días. Un nuevo paradigma para el siglo XXI (2010) y ahora San Juan Evangelista “vio y creyó (Jn 20,8) ¡Y nosotros también! en AMAZON, versión catalana y castellana.
Su libro hace un recorrido por las fuentes históricas sobre la Pasión del Señor y especialmente sobre la Sábana Santa. ¿Cómo le vino la idea de hacer este libro?
Fue un 1 de marzo, cumpleaños de mi hijo mayor, del año 2014 o 15, cuando pensando en los lienzos que vio san Juan Evangelista en la tumba del Señor, se me ocurrió que los lienzos en realidad eran pinturas en la mente del apóstol, tal como ocurre con el lenguaje actual: un lienzo de Velázquez, un lienzo de Picasso, etc. y me di cuenta de inmediato que aquellos lienzos eran exactamente las dos imágenes de la Sábana Santa, en plural, pues hay dos, la posterior y la anterior del cuerpo de Jesús ¡Descubrí que el Nuevo Testamento hablaba de la Santa Sábana de Turín! Pasaban los años y no escribía ni una línea. Procrastinar y más procrastinar hasta que me saqué la pereza de encima y empecé a desentrañar el misterio.
En realidad, no me sirvió de mucho. Pasan los años y el libro no hace mella, a pesar de ser algo muy impactante. El Centro Español de Sindonología pasa del libro. Por lo visto les molesta mucho que sus teorías que parecían tan fundadas se derrumben, concretamente la que dice que los lienzos, fajas, vendas o sábanas aparecían hundidas debido a la espiritualización del cuerpo de Cristo. No es eso lo que pasó ni lo que vieron Pedro, Juan, José de Arimatea, María Magdalena, las mujeres, la Madre de Jesús, etc. Quede claro que vieron las pinturas o, si se quiere, las dos “fotos” del cuerpo de Jesús.
En su obra se comprueba la verosimilitud histórica de muchos pasajes del Evangelio y de la vida de Jesús. ¿Por qué cree que es importante remarcar eso?
Si tenemos en cuenta que es precisamente el Evangelio de San Juan el que relata que el apóstol Juan “vio y creyó”, o sea, que al presenciar la Sábana Santa creyó en la Resurrección de Jesús, queda demostrado que él es el autor de este Evangelio, tal como dice la Tradición, y que se oculta con el seudónimo del “discípulo amado”, por otra parte fácil de adjudicar. Demostrar que el evangelio de San Juan fue escrito por el apóstol Juan, algo puesto en duda por muchos autores, es de una importancia trascendental. Como explico en el libro, san Juan no podía ser explícito sobre la Santa Sábana por miedo a los judíos. Me baso en el libro de Santiago Vázquez La Santa Sábana. Lo jamás contado. A los apóstoles no les hubiesen perdonado que se salvasen o sacasen de la tumba trapos de gente muerta o manchados de sangre. Eran impuros. Estaba prohibido por la Ley. Igual los mataban.
Por esto mismo la primitiva comunidad de Juan se vio obligada a ocultar la Santa Sábana. Sólo lo sabían un círculo reducido, a los que San Juan dedica su evangelio y, por eso, en este pasaje se queda muy corto de palabras, no quiere dar explicaciones que les traerían problemas si los judíos se enteraban. Sus discípulos le entendieron bien; sin embargo, la Iglesia no le ha entendido a lo largo de veinte siglos. San Agustín, muy errado en este punto, decía que san Juan “creyó” que era cierto lo que les había dicho María Magdalena: que los judíos habían robado el cuerpo de Jesús. Tengo 76 años, en mi juventud perdí la fe porque en los seminarios se nos enseñaba que los Evangelios no eran fiables, que una cosa era el Cristo de la fe y otra el Cristo de la historia. Y aunque se creía que esto no podía dañar a la fe, en realidad no era así. Fue el derrumbe de la fe para muchos seminaristas y curas. De aquí la importancia de demostrar que muchos pasajes de los Evangelios que fácilmente se dan como inventados, en realidad se demuestra que sí son históricos ¿El mayor de todos? ¡La Resurrección de Jesús! Si éste es verdad, ¡lo son todos! En el libro debo mucho a los hermanos sevillanos Laureano y José Antonio Benítez-Grande Caballero, también seglares, que han escrito dos grandes libros, Crucifixio y Resurrectio, que demuestran la autenticidad de muchos detalles de la Pasión y Resurrección de Jesús.
¿Cómo pueden acercar estos datos a la fe al hombre agnóstico de hoy?
Como dice mi admirado filósofo el Padre Gratry, del siglo XIX, que hizo furor en su tiempo y mucho después, para creer antes hay que ser una buena persona. Entonces viene la Luz de la Fe. En la Edad Media, decían aquello de “credo ut intelligam”, creo para entender. La fe es antes que la ciencia, ésta se entiende mejor si antes crees. Por lo tanto, si mi libro se dirige al entendimiento es posible que no consiga convertir a muchos, pero los hará pensar. También digo que Dios en estos tiempos incrédulos lanza un cable al hombre moderno, agnóstico, no incrédulo, aunque también. Este cable es la Santa Sábana de Turín. Antes era muy fácil creer, tener fe, ahora no, debido al prestigio mal entendido de la ciencia.
Pues, bien, Dios se compadece de esta situación kafkiana y nos demuestra empíricamente, materialmente, que su Hijo Jesús en efecto resucitó ¿Y por qué precisamente su Resurrección? Porque era el requisito indispensable para bautizarse, creer que Cristo había resucitado, y así ser salvo. Si leyendo el libro San Juan Evangelista “vio y creyó” (Jn 20,8) ¡Y nosotros también!, uno cree que Jesús resucitó, debe pedir de inmediato el bautismo. Así lo hicieron y lo hacían los primitivos cristianos. Y si ya está bautizado, deberá renovar las promesas que hicieron sus padrinos de bautizo en su nombre. El sacramento de la Penitencia.
La Sábana Santa, ¿se podría considerar una demostración viva de la resurrección del Señor?
Para muchos lo es. Creen que en la Resurrección hubo un fenómeno de radiación que estampó las dos imágenes del cuerpo de Cristo sobre la blancura de la sábana comprada por José de Arimatea. También que las fajas que envolvieron el cuerpo de Jesús, ya embalsamado, aparecieron allanadas según se desprendería de la traducción del pasaje misterioso de San Juan. Esto ya digo que no sirve. A Jesús no les dio tiempo a embalsamarlo. Se trata también la Sábana Santa de una “foto” imposible con los medios actuales. En ella se descubren cosas insospechadas… y lo que seguramente falta por hallar. Ahora llega algo nuevo. Nos damos cuenta del milagro que vieron los primeros discípulos al entrar en el sepulcro.
Un milagro visible que demostraba el milagro invisible que acababa de suceder, la Resurrección. Sólo la vieron los guardias. A propósito, en el libro dedico un capítulo a la tradición de Claudio Fabato, hijo de Niebla, que era el Decurión de los soldados y que presuntamente escribió una carta a su esposa Marcela relatándole como vio la resurrección de Jossuá, Jesús. El original de esta carta se perdió, pero existe su traducción del latín al español, hecha por dos notarios andaluces ¿Acaso son los notarios la gente más adecuada para falsificar un documento? Si se encontrara esta carta sería la segunda reliquia más importante de la Iglesia, después de la Santa Sábana. Muchos la han buscado y siguen buscándola en los archivos de Indias y Simancas y otros lugares. Se perdió en el siglo XIX. Cierto que muchos dicen que se trata de una leyenda.
¿Cómo fue la disposición de los lienzos que vio San Juan en la tumba del Señor para que a raíz de ello creyese?
Los apóstoles Juan y Pedro y demás testigos vieron “los lienzos expuestos”, o sea, las dos pinturas dispuestas de una forma hecha a propósito para ser vistas. La sábana no estaba tirada en el suelo, sino desplegada para que se vieran las “fotos”, que fotos eran, aunque en negativo. Después al pasarlas al positivo a finales del s. XIX, al revelarlas se convirtieron en fotos mucho más claras. Pero, con esto no bastaba para creer en la Resurrección. San Lucas, que se hace eco de la Santa Sábana muy brevemente, nos dice que Pedro vio los “lienzos”, inclinándose ante la tumba, , y que se fue pensativo. No sabía qué significaba aquello. Primer milagro, las pinturas o fotos. Segundo milagro, el sudario que cubría la cabeza de Jesús, cuando se fueron del sepulcro el viernes por la tarde para embalsamarlo pasado el sábado, se podía ver ahora suspendido en el aire: in unum locum. El P. Persili ha sido el único que ha sabido traducir unum por único y locum por posición, o sea, en una posición única, increíble, extraordinaria, maravillosa… porque flotaba en el aire cerca del techo, ya que desde fuera sólo veían el suelo con las “fotos”. Tuvieron que entrar para ver la maravilla, seguramente con resplandores según el gran exegeta Persili. Tercer milagro, el sudario, dice san Juan, estaba enrollado; es decir, igual que cuando estaba atado a la cabeza de Jesús. Ahora estaba vacío.
Los ángeles de la Resurrección, antes de producirse la resurrección de Jesús, retiraron el sudario o gran pañuelo del rostro de Jesús porque tenían órdenes expresas de dejar una foto de Jesús; de lo contrario, la “foto” no hubiera sido posible, con el rostro reflejado en el sudario y el resto del cuerpo en la sábana. Los ángeles, cuando retiran algo “a solas”, lo hacen con el pensamiento, no necesitan las manos, teletransportación lo llamo, y el objeto se queda allí todo el rato que quieran, ni necesitan desatar los nudos. Traspasan la materia. Esta teoría une todos los cabos sueltos del texto más difícil de traducir de toda la Biblia: Jn 20,5-8-9, llamado la “cruz de los exegetas”. Dicen que Mel Gibson está realizando una película sobre La Resurrección de Jesús. Si incorporase esta escena, sería de un gran impacto mundial. No sé cómo llegar a él. Si alguien puede darme su dirección, se lo agradecería.
Quizá nosotros estamos muchas veces más cerca del incrédulo Santo Tomás… ¿Cómo podemos hoy en día meter el dedo en la llaga de nuestro Señor?
Santo Tomás estaba muy ajetreado, llegó tarde, estaba cerrado y se perdió la cita. Para creer hay que llevar una vida de piedad, como insistían nuestros antiguos superiores del Seminario de Solsona. No me considero teólogo, ni nada por el estilo, pero reivindico la sabiduría contenida en las etimologías en las que soy experto. Modestamente lo digo. Antes el corazón se llamaba pi y de aquí pi-edad, tener corazón. El pino se llama pi- porque produce corazones, las piñas. Ser menos cerebrales y tener más corazón es lo que nos falta. Amor las cosas de Dios y a los hombres: piedad.
Destacan en su libro episodios muy interesantes que aunque no figuren en los Evangelios pueden ser históricos como el de la carta a Jesús del rey de Edesa. ¿Qué importancia tienen estos documentos?
Ya he hablado del caso de Claudio Fabato. Hay otros y quizás el más importante sea el del rey Abgar de Edesa, en Turquía. Tenía lepra y le llegaban noticias lejanas de Jesús y envió un emisario a pedirle que fuera a verle para curarlo. Jesús recibió la carta, la leyó y le contestó con otra. San Eusebio las dejó traducidas en su Historia Eclesiástica. Le dijo que Él no podía ir, pero que una vez muerto, le mandaría un discípulo que lo curaría. Así fue, el encargado fue santo Tomás precisamente, le curó y le dio como regalo un retrato de Jesús. Se cree que se trataba de la Santa Sábana doblada varias veces hasta mostrar únicamente el rostro de Jesús, como un cuadro, llamado el Mandylion. Luego en el 900 la Santa Sábana aparecerá ya del todo desplegada en Constantinopla para la veneración de los fieles. Y seguirá su periplo accidentado por Europa hasta los tiempos contemporáneos, pero hay fases del trayecto en que desaparece y vuelve a aparecer al cabo de muchos años en lugares distantes. Algunos dan otra versión, que el rey Abgar le dijo a su enviado que caso de que Jesús no fuera a verle, le hiciese un dibujo de su persona.
¿Por qué es importante que los datos históricos nos confirmen que la Santísima Virgen estuvo siempre unida a su Hijo?
Ser la madre del Mesías Resucitado, no es cualquier cosa. Es una mujer única, o sea, maravillosa. Los protestantes no sopesan bien este honor. No es una mujer como las demás, al menos ahora que está en la Gloria. Ni entonces. En mi libro dedico dos capítulos finales a la astronomía, pero desde el punto de vista etimológico, no soy astrónomo, como hago con algún otro libro. Creo que el enigmático Zodíaco en los tiempos de Set, hijo de Adán, reflejaba a base de dibujos y de cuadros de estrellas la historia futura de la salvación del género humano, como han dicho dos autores ingleses del s. XIX.
Al ver aquel espectáculo en el Cielo era imposible ser ateo. Existen algunos ecos tenues en la Biblia de aquella realidad fantástica en el Cielo. Hace siglos que los dibujos se han desvanecido y paganizado. Uno de ellos, la constelación de Virgo, que ya no se ve, anunciaba que el futuro Redentor de la humanidad, después de la caída, nacería de una Virgen. Desde entonces toda la humanidad esperaba al Mesías que nacería de una Virgen, con más claridad en unas partes que en otras. Esta idea o proyecto raro no pudo salir de ningún hombre ni mente humana, vino del Cielo y por eso siempre fue y será creíble. Con las tecnologías actuales se podrá redescubrir cómo era el Cielo en los primeros tiempos, aparte de los documentos ocultos en las montañas u otros lugares que se llegarán a descubrir en un futuro quizás no tan lejano.
Por Javier Navascués
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