(Zenit/InfoCatólica) El Consejo de Ministros de la Unión Europea está a punto de adoptar formalmente un proyecto de directiva destinada a proteger a los animales utilizados con fines científicos, con el fin de reforzar la protección de los animales. La COMECE da la bienvenida a esta iniciativa, ya que no hay ninguna duda de que la protección de los animales, “es una cuestión de ética, especialmente para los cristianos”.
Sin embargo, en su nota, los obispos europeos se dicen “profundamente preocupados” por el artículo 4, párrafo 1 del proyecto de Directiva. En este sentido, señalan que “con el fin de proteger a los animales, el texto actual estipula que, siempre que sea posible, será necesario utilizar un método o una estrategia de experimentación científicamente satisfactorio, que no implique la utilización de animales vivos”.
“Esta formulación muy general –añade la nota– permitiría, por ejemplo, introducir pruebas que utilizan células madre embrionarias humanas. En consecuencia, ciertos estados miembros, que no tienen legislación explícita sobre las células madre embrionarias humanas, podrían verse obligados, según esta legislación, a aplicar métodos de prueba que utilizan células madre, aunque este uso sea muy controvertido desde el punto de vista ético”.
Que la protección de los animales no impida reconocer la especial dignidad del hombre
Los obispos europeos señalan además que esta disposición del proyecto de Directiva suscita la cuestión de saber si la política de protección de los animales de la UE corre el riesgo de abrir la vía a una concepción que tendería a borrar la diferencia fundamental entre el animal y la dignidad del hombre”.
Por ello, la COMECE pide al Consejo que “excluya explícitamente de los métodos alternativos de pruebas todos lo que impliquen el uso de células embrionarias y fetales humanas, respetando así las competencias de los estados miembros en lo que concierne a sus propias decisiones éticas”.
Además, la COMECE pide al cuerpo legislativo de la Unión Europea y a la Comisión que inicien un debate honesto y abierto sobre las alternativas científicas (como por ejemplo la utilización de otras células madre humanas, no embrionarias), “así como sobre la cuestión ética fundamental, que es la de saber si nuestra sociedad prefiere destruir e instrumentalizar embriones humanos con el fin de reducir el número de experimentos científicos con animales”.