(ACIPrensa/InfoCatólica) El pasado 19 de febrero, la Diócesis de Córdoba (España) celebró el Encuentro Jubilar de la Educación Católica, un evento que reunió a 700 estudiantes y docentes de 15 colegios católicos de la región en una jornada de fe y testimonio.
El encuentro estuvo marcado por la presencia de la imagen de San Pelagio mártir y la homilía del Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, en la Catedral. La jornada comenzó con una procesión desde la Torre de la Calahorra hasta el templo, en la que alumnos de los colegios Salesianos, Jesús Nazareno y San Acisclo y Santa Victoria portaron la imagen del santo.
Durante su homilía, el obispo recordó la historia de San Pelagio, un joven mártir del siglo X que perdió la vida por mantenerse firme en su fe. «San Pelagio fue un muchacho de vuestra edad, podría ser de cuarto de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), que antes que renegar de Jesucristo, prefirió que lo mataran», expresó Mons. Demetrio. También animó a los jóvenes a reflexionar sobre su identidad cristiana con la pregunta: «Y tú, ¿de quién eres?».
El prelado resaltó la importancia de mirar a Cristo y reconocer su amor incondicional. «¡Ah! Jesucristo me ha perdonado mis pecados. Jesucristo ha muerto de amor por mí. Jesucristo me sigue queriendo a mí», afirmó. A los más pequeños les explicó de manera sencilla el significado de la cruz: «Jesús en la cruz tiene los brazos abiertos y te está diciendo: ‘Te quiero mucho’ (…) Y entonces les pregunto: ‘¿Y tú qué le dices?’ Me responden todos los niños pequeños: ‘Y yo a ti también’».
Uno de los aspectos centrales de su mensaje fue la invitación a vivir la castidad como un camino hacia el amor verdadero. Mons. Demetrio Fernández advirtió sobre la visión distorsionada de la sexualidad en la sociedad actual y señaló: «Hoy en día, todo el mundo tiene acceso a la pornografía: con el móvil, con el ordenador... Se empieza a pensar que la sexualidad es solo una fuente de placer: ‘Me gusta, pues sigo’. Pero San Pelagio nos dice: ‘Oye, que tú eres de Cristo’». En este sentido, explicó que la castidad no es una simple prohibición, sino una virtud que enseña a amar plenamente, alcanzando su plenitud en el matrimonio. «La castidad es la virtud de aprender a amar y tiene su plena realización en el matrimonio, donde el afecto y el amor de los esposos los llevan a unirse».
Asimismo, exhortó a los jóvenes a no dejarse llevar por las influencias del mundo sin discernimiento. «Vivimos en una época en la que parece que todo da igual, donde muchos piensan que uno puede jugar con su sexualidad como quiera y con quien quiera. Pero no, no, no, no», enfatizó.
Otro punto clave de su mensaje fue la importancia del sacramento de la Reconciliación. El obispo recordó a los presentes la misericordia de Dios y los animó a acudir a la confesión con confianza. «Jesucristo nos perdona, nos limpia y nos ayuda a crecer en el amor, en el servicio y en el trabajo de cada día». Y lanzó una pregunta directa: «¿Cuánto tiempo hace que no te confiesas?». Para ilustrar su mensaje, comparó la limpieza del alma con la higiene personal: «Imaginad que un muchacho o una muchacha como vosotros pasara seis meses sin ducharse. No habría quien se acercara a él. Pues si nunca te confiesas, ¿quién se va a acercar a ti?».
Finalmente, el obispo alentó a los jóvenes a vivir con valentía su fe, inspirándose en el ejemplo de San Pelagio, y los encomendó a la Virgen María. «Vamos a pedírselo a la Virgen, nuestra Madre (...). Con el deseo de que, viviendo en un colegio de la Iglesia Católica, podáis aprender más fácilmente la vida cristiana».