(Fides/InfoCatólica) El P. Mussie Zerai Yosief, coordinador europeo de los católicos eritreos, ha hecho la siguiente petición:
«Continúen recopilando información sobre lo que ocurre en Tigray, informen a la opinión pública a través de sus medios de comunicación. Insten a la Santa Sede para que, gracias a su red diplomática, pueda presionar a la comunidad internacional. Que ésta intervenga de forma más enérgica para poner fin a esta situación».
En una reciente entrevista, concedida a la Sociedad de Misiones Africanas, el sacerdote ha recordado las sanciones impuestas por Estados Unidos al gobierno etíope, asegurando que «no es suficiente, hay que exigir que se detenga la masacre de la población civil, que se abran los corredores humanitarios y que se desbloqueen los convoyes de ayuda que esperan en las fronteras de la región de Tigray».
Y añade:
«La población civil no tiene la culpa en este conflicto: no debe pagar los pecados de algún partido o del gobierno federal. Es la población más vulnerable la que está pagando el precio más alto de esta crisis: las mujeres, los ancianos, los niños. La comunidad internacional debe crear una comisión de investigación independiente para investigar lo ocurrido en los últimos meses en la región. Hay que aclarar quién hizo qué y por qué lo hizo. Que los culpables respondan ante la ley del derecho internacional de los crímenes cometidos: violaciones, abusos, torturas, destrucción arbitraria y gratuita de muchos bienes construidos con años y años de trabajo y sacrificio».
Desde noviembre de 2020, Tigray está asolado por una guerra civil que ya ha provocado miles de muertos y cientos de miles de refugiados. «La situación humanitaria es catastrófica, la gente pasa hambre. Se han destruido muchas infraestructuras. Los desplazamientos de un lugar a otro no son fáciles. La ayuda humanitaria no puede llegar a la población», relata el sacerdote. «Además, con los hospitales dañados y la falta de medicamentos, la pandemia de Covid, para la que no está garantizada la atención sanitaria mínima, también se hace inmanejable. Y luego está la hambruna, la falta de alimentos: además de la guerra, una invasión de langostas ha devastado la escasa cosecha que los campesinos habían conseguido cultivar».
«Se trata de una verdadera catástrofe humanitaria. Cientos de miles de personas están en peligro. Todavía no se ha declarado un alto el fuego, por lo que continúan los disparos, las matanzas y las muertes. Se están filtrando informes de que las masacres se siguen llevando a cabo: una situación muy grave. Los esfuerzos de la población por construir un futuro con su trabajo han sido destruidos, y hemos vuelto al año cero», concluye el coordinador europeo para los católicos eritreos.