(AsiaNews) Hace algunos días a los niños de la misión los llaman para hacerles una propuesta. Inmediatamente el pensamiento va al pic-nic que esperan desde hace tiempo. «Ahorremos el dinero de la carne que comemos sólo una vez por semana y lo donamos a un pobre por la Cuaresma». Lo cuenta a AsiaNews, el P. Belisario Ciro Montoya, asociado como «fidei donum» del PIME en Bangladés. Él es párroco de Chandpukur, en la diócesis de Rajshahi, que recientemente sufrió el robo de sus animales. «Es la nobleza de los más pequeños», comenta el P. Belisario. A continuación su narración.
En nuestro orfanato para varones y mujeres de la misión de Chandpukur actualmente podemos ofrecer sólo una porción de carne cada semana, el domingo en el almuerzo. Cada día nuestros niños, casi 300 entre varones y niñas, consumen unos 120 Kg de arroz, con algunas verduras y sobre todo lentejas.
Además, los jueves les ofrecemos un huevo y ocasionalmente pescado (cuando un bienhechor nos ofrece algo más). Sólo el domingo los niños tienen acceso a esta fuente de proteínas.
Hace algunos días mis pequeños me llamaron para un encuentro donde me dijeron, le hacemos una propuesta. Pensé sería algo relacionado con el pic-nic que esperan desde hace tiempo. En cambio no, no era esto.
La propuesta de ellos me dejó sin palabras. Me pidieron dejar de comprar carne para ellos el domingo y, en cambio, ahorrar el dinero para hacer una obra de beneficencia a un pobre durante la Cuaresma.
Me quedé estupefacto y conmovido por su gesto de generosidad y amor y al mismo tiempo sentí vergüenza por mi mezquindad. Es la magnanimidad y la nobleza de los más pequeños, es la ofrenda de la viuda pobre que Jesús mismo alaba: porque no dio algo superfluo, sino lo único que tenía para vivir.
Los niños han aprendido la misericordia y la caridad en la misión, participando en la misa y rezando todos los días. También tienen una caja para las ofrendas que llenan de moneditas cada vez que pueden. Renuncian a cualquier cosa para donarlo a los otros.
Aquí en Bangladés se realiza realmente el misterio pascual de Dios que se hace hombre y resucita para nuestra salvación. La comunidad se prepara para la resurrección de Cristo con gestos de perdón y pidiendo la remisión de los pecados. Todos viven en la miseria y en la pobreza más extrema, pero hacen obras de caridad y están disponibles a compartir lo poco que tienen para ayudar a quien está aún peor en la necesidad.
Habría muchas otras historias para contar, cito sólo una sobre todas: la de una señora en un pueblo remoto que se quedó viuda. El hijo trabaja lejos y ella no tiene nada. Sin embargo jamás le falta la comida, apoyo y remedios cuando está enferma, porque los vecinos se ocupan de ella en todo momento.
Es esto que me ha hecho enamorar de Bangladés. La misión es como una gran familia: hay sacerdotes, religiosas y niños, nuestros hijos. Yo me siento realizado como sacerdote, como cristiano y como hombre.