(CEE) El Congreso en cifras:
- 1867 personas: 973 mujeres y 894 hombres
- 1521 son laicos, 101 laicos consagrados, 83 religiosos, 150 sacerdotes y 12 diáconos.
- La edad media de los congresistas es de 52 años, con una significativa representación de jóvenes.
- Proceden: de las 70 diócesis españolas (1.261); 91 Asociaciones y Movimientos de ámbito nacional (349); 38 congregaciones religiosas (219); y de 12 institutos seculares (38).
- 200 personas participan con ponencias, charlas y la presentación de experiencias.
- El equipo organizador está formado por dos comisiones: la Comisión de Organización y Logística, integrada por 12 personas y asistida por 120 voluntarios; y la Comisión de Contenidos, formada por 18 personas. El coro, con diferentes músicos católicos, está compuesto por 35 artistas.
Mensaje del Papa al Cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, con motivo del Congreso:
Al Eminentísimo
Cardenal Ricardo BLÁZQUEZ PÉREZ
Presidente de la Conferencia Episcopal EspañolaQuerido hermano:
Me dirijo a usted, como también al querido Cardenal Carlos Osoro Sierra, Arzobispo de Madrid, y a todos los hermanos obispos, sacerdotes, religiosos y, de manera particular, a los fieles laicos, con ocasión del Congreso Nacional que celebran con el tema: «Pueblo de Dios en salida».
Para llegar a esta celebración han recorrido un largo camino de preparación, y esto es hermoso, caminar juntos, hacer «sínodo», compartiendo ideas y experiencias desde las distintas realidades en las que están presentes, para enriquecerse y hacer crecer la comunidad en la que uno vive.Es significativo que inicien este Congreso en el día que la Iglesia hace memoria de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa. Ellos impulsaron una gran evangelización en este continente, llevando el mensaje del Evangelio a quienes no lo conocían, haciéndolo comprensible y cercano a las gentes de su tiempo, con un lenguaje y formas nuevas. Con su ingenio y su testimonio, fueron capaces de llevar la luz y la alegría del Evangelio a un mundo complejo y hostil. El fruto fue ver cómo muchos creían y adherían a la fe, formando una comunidad; una porción del Pueblo de Dios comenzó a caminar en esa amplia región del continente, y lo sigue haciendo todavía hoy bajo el amparo de esos dos hermanos evangelizadores.
Esto nos enseña – como afirma el lema del Congreso – que somos Pueblo de Dios, invitados a vivir la fe, no de forma individual ni aislada, sino en la comunidad, como pueblo amado y querido por Dios. Le pertenecemos, y esto implica no sólo haber sido incorporados a Él por medio del bautismo, sino vivir en coherencia con ese don recibido. Para ello es fundamental tomar conciencia de que formamos parte de una comunidad cristiana. No somos una agrupación más, ni una ONG, sino la familia de Dios convocada en tomo a un mismo Señor. Recordar esto nos lleva a profundizar cada día nuestra fe: un don que se vive en la acción litúrgica, en la oración común de toda la Iglesia y que debe ser anunciado. Es el pueblo convocado por Dios, que camina sintiendo el impulso del Espíritu, que lo renueva y le hace volver a Él, una y otra vez, para sentirnos cosa suya. Y este Pueblo de Dios en salida vive en una historia concreta, que nadie ha elegido, sino que le viene dada, como una página en blanco donde escribir. Está llamado a dejar atrás sus comodidades y dar el paso hacia el otro, intentando dar razón de la esperanza (cf. 1 P 3,15), no con respuestas prefabricadas, sino encarnadas y contextualizadas para hacer comprensible y asequible la Verdad que como cristianos nos mueve y nos hace felices.
Para ello, se necesita esa libertad interior capaz de dejarse tocar por la realidad de nuestro tiempo y tener la valentía de salir a su encuentro. El mandato misionero es siempre actual y vuelve a nosotros con la fuerza de siempre, para hacer resonar la voz siempre nueva del Evangelio en este mundo en el que vivimos, particularmente en esta vieja Europa, en la que la Buena Noticia se ve sofocada por tantas voces de muerte y desesperación.
La Palabra viva de Dios necesita ser predicada con pasión y alegría a través del testimonio cristiano para poder derrumbar hasta los muros más altos que aíslan y excluyen. Es la hora de ustedes, de hombres y mujeres comprometidos en el mundo de la cultura, de la política, de la industria … que con su modo de vivir sean capaces de llevar la novedad y la alegría del Evangelio allá donde estén. Los animo a que vivan su propia vocación inmersos en el mundo, escuchando, con Dios y con la Iglesia, los latidos de sus contemporáneos, del pueblo. Y les pido, por favor, que eviten a toda costa las «tentaciones» del laico dentro de la Iglesia, que pueden ser: el clericalismo, que es una plaga y los encierra en la sacristía, como también la competitividad y el carrerismo eclesial, la rigidez y la negatividad … , que asfixian lo específico de su llamada a la santidad en el mundo actual.
Por lo tanto, no tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente … esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida. Que el mandato del Señor resuene siempre en ustedes: «Vayan y prediquen el Evangelio» (Mt 28,19).
Los animo en su tarea y compromiso, y ruego al Señor que este Congreso pueda dar frutos abundantes.Y, por favor, les pido que recen por mí.
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.Fraternalmente, Francisco.
Roma, junto a San Juan de Letrán, 14 de febrero de 2020.
Fiesta de los santos Cirilo y Metodio, Patronos de Europa.