(LaVoz/InfoCatolica) Antes de detallarlas, aparece un texto introductorio: “Hay una distancia infinita entre Dios y el hombre: el amor y la confianza que proceden de la filiación divina no conllevan una falta de respeto o igualdad de situación delante de nuestro Creador. Es por esto que debemos cuidar las posturas y los gestos. Todo pretende ser expresión de respeto y amor a Dios. Por eso hemos de cuidar una serie de detalles”.
El primero de esos detalles, de una serie total de trece, es el deber de “vestirse dignamente y con cierta elegancia para visitar a Dios. Evitar los escotes y los vestidos provocativos”. El segundo, que el agua bendita que “nos recuerda nuestro bautismo y borra los pecados veniales, se suele usar al entrar en la iglesia”. El tercero es un recado a quienes entran con móvil: “Dios nos habla, pero no por celular. Apágalo”.
Siguiente norma, estar callado: “Guardar silencio en el recinto sagrado para facilitar el recogimiento y ayudar a que los demás puedan hablar con Dios”.
Más preceptos: hay que respetar la hora del ayuno si se va a comulgar. “La fila para comulgar no es una cola, es una procesión hacia Jesús. Supone recogimiento interior (concentrados, sin la curiosidad de mirar para todos lados, darse la vuelta...)”. Nada de llevar las manos en los bolsillos.
Ni bromas ni distracciones
Hay más normas. No se pueden cruzar las piernas, “no es elegante dentro del recinto sagrado. En las ceremonias litúrgicas es necesario saber cuándo sentarse, pararse, arrodillarse”. No se puede comer ni mascar chicle. Ni jugar, hacer muecas o bromas, “o molestar a otros”. Y hay que evitar distracciones, “como la curiosidad de mirar quién entra o sale, o quién estornudó”.
También hay que “persignarse con devoción, sabiendo que se hace la señal de la cruz”, y que la genuflexión ante el sagrario sea un acto de fe: “La rodilla derecha toca el suelo, con el cuerpo erguido, mirando hacia el sagrario”. La inclinación de cabeza es señal de respeto y veneración, indica el texto, ante el altar y ante imágenes.
Es preciso cuidar “la forma de sentarse. Derechos, sin acostarse en los bancos, y sin apoyar los pies en los reclinatorios, pues se arruinan, los zapatos llenan de polvo los reclinatorios que después manchan las rodillas de los pantalones”. Y, finalmente, “hay que enseñar a los niños a comportarse. A no correr, sino caminar despacio dentro de la iglesia”.
El texto no es de la autoría de Lobato. Al contrario, está extendido y es fácil encontrarlo en páginas católicas de Internet. El sacerdote señala que lo ha visto en otras iglesias de A Coruña o Pontevedra. Pero en la Costa da Morte no hay más, de momento. Seguramente lo extienda a las otras cinco parroquias de las que es titular desde diciembre.
El sacerdote, de 34 años, explica que tomó la decisión no como reacción a nada en concreto, sino simplemente para recordarle a los fieles cómo deben comportarse y “corregir ciertos vicios” que se producen, más que en las misas semanales o diarias, en los actos de celebraciones.