(Agencia Fides/InfoCatólica) A través de un comunicado, el Prelado enumera los motivos de esta preocupación: el aumento de los asesinatos de líderes sociales y políticos; la reaparición de fenómenos superados como el paramilitarismo que han ocupado las tierras dejadas por las FARC en su proceso de desmovilización según los acuerdos de paz de la Habana; el modo atroz como silencian a los que reclaman las tierras que les fueron despojadas de forma fraudulenta y criminal; el control bélico de las tierras vinculadas con el fenómeno de las rutas del narcotráfico, unido a todo un sistema de delincuencia organizada; la explotación de la minería ilegal y el arrasamiento del ecosistema.
Además Mons. Torres Marin denuncia «el incremento de las pandillas juveniles, que están invadiendo los grandes centros urbanos en Urabá, como Turbo, Apartadó, Nueva Colonia y Currulao, índice inequívoco de que estamos entrando en una macabra dinámica de delincuencia organizada que gira en torno al microtráfico y la extorsión».
Ante estas situaciones dramáticas, la iglesia se plantea algunas preguntas sobre el futuro de las comunidades campesinas de la región, que continúan sufriendo de forma permanente el flagelo del conflicto armado, sobre la ausencia de las autoridades estatales que deberían asumir el control del territorio, sobre qué hacer en una situación cada vez más desconcertante. Mons. Torres Marin concluye recordando que «es tarea de todos los líderes de la región tomar conciencia de estas situaciones y agotar juntos las soluciones».