(VIS) «He visto -dijo el Papa- que allí donde hay necesidad, casi siempre hay una presencia de la Iglesia dispuesta a curar las heridas de los más necesitados, en los que reconoce el cuerpo llagado y crucificado del Señor Jesús. ¡Cuántas obras de caridad, de promoción humana! ¡Cuántos buenos samaritanos anónimos trabajan todos los días en las misiones!».
Después subrayó que la Iglesia, evangelizadora por naturaleza, comienza siempre por evangelizarse a sí misma ya que «discípula del Señor Jesús, escucha su Palabra, de la que obtiene las razones de la esperanza que no defrauda, porque se funda en la gracia del Espíritu Santo. Sólo así es capaz de mantener su frescura y su impulso apostólico». Como afirma el decreto conciliar «Ad Gentes»: «La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre» .«Y la Iglesia -reiteró el Pontífice- está al servicio de la misión. No es la Iglesia la que hace la misión: es la misión la que hace la Iglesia. Por lo tanto, la misión no es la herramienta, sino el punto de partida y el fin».
Cristo como mero hombre iluminado
En los últimos meses, la Congregación ha llevado a cabo una encuesta sobre la vitalidad de las Iglesias jóvenes, para encontrar la manera de hacer más eficaz la labor de la misión ad gentes, teniendo también en cuenta la ambigüedad a la que a veces se enfrenta hoy la experiencia de fe. «El mundo secular, aún cuando se muestra acogedor con los valores evangélicos del amor, de la justicia, de la paz y de la sobriedad -observó Francisco al respecto- no muestra la misma apertura a la persona de Jesús: no cree que sea ni el Mesías ni el Hijo de Dios. Todo lo más, lo considera un hombre iluminado. Separa, por lo tanto, el mensaje del mensajero, el don del Dador. En esta situación de separación, los missio ad gentes sirve como motor y horizonte de la fe.... La misión, de hecho, es una fuerza capaz de transformar la Iglesia en su interior, incluso antes que la vida de los pueblos y de las culturas. Por lo tanto, que cada parroquia haga propio el estilo de la misión ad gentes. De ese modo, el Espíritu Santo transformará a los fieles habitudinarios en discípulos, a los discípulos desafectos en misioneros, sacándolos de los miedos y los cierres y proyectándolos en todas las direcciones, hasta el fin del mundo El enfoque kerygmático de la fe, tan familiar entre las Iglesias jóvenes, debe encontrar también espacio entre las de antigua tradición».
El Papa recordó que ni Pablo ni Bernabé tenían detrás un dicasterio misionero y sin embargo, anunciaron la Palabra, crearon diferentes comunidades y derramaron su sangre por el Evangelio. «Con el tiempo aumentó la complejidad, y la necesidad de una unión especial entre las Iglesias de reciente fundación y de la Iglesia universal. Para ello, hace cuatro siglos, el Papa Gregorio XV instituyó la Congregación de Propaganda Fide, que a partir de 1967 tomó el nombre de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos-relató- Es evidente que en esta etapa de la historia no sirve una simple administración de la realidad existente. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un estado permanente de misión. Es un paradigma... `Ir´ es inherente al Bautismo, y sus límites son los del mundo. Por lo tanto seguid esforzándoos para que el espíritu de la misión `ad gentes´ anime el camino de la Iglesia, y para que sea siempre capaz de escuchar el grito de los pobres y los alejados, que sepa encontrar a todos y anunciar la alegría del Evangelio».
El Santo Padre dio las gracias a la Congregación por su labor de de animación y cooperación misionera, con la que recuerdan a todas las iglesias que «si se limitan al propio horizonte corren peligro de atrofia». «La Iglesia vive y crece en salida, tomando la iniciativa y haciéndose prójimo... En los muchos caminos de la misión ad gentes se entrevé el amanecer de un nuevo día, como lo demuestra el hecho de que las Iglesias jóvenes saben dar y no sólo recibir». Prueba de ello es la disponibilidad de conceder sus sacerdotes a las iglesias hermanas de la misma nación, o del mismo continente, o para servir a las iglesias necesitadas en otras partes del mundo.«La cooperación ya no es sólo a lo largo del eje norte-sur. También hay un movimiento inverso de devolución de los bienes recibidos de los primeros misioneros. Y todos ellos son signos de madurez».
El Papa terminó su discurso instando a todos a rezar y trabajar «para que la Iglesia se conforme cada vez más al modelo de los Hechos de los Apóstoles» .«Inspirados por la fuerza del Evangelio y el Espíritu Santo -exclamó- salgamos de nuestros recintos, emigramos de territorios en los que a veces tenemos la tentación de encerrarnos».