(Fides) En el documento, enviado a la Agencia Fides, los obispos señalan que en comparación con su última reunión, celebrada en junio de 2013, en plena guerra civil entre los ex rebeldes Seleka y las milicias anti-Balaka, la situación de seguridad ha mejorado gracias al despliegue de las fuerzas de orden local y a la Misión de la ONU en Centro-áfrica (MINUSCA)
El mensaje también elogia el restablecimiento de la administración pública en algunos lugares y el «despertar espiritual» de los diferentes creyentes, a quienes la violencia (a menudo marcada por un atributo «religioso») no les ha quitado la fe, sino que la ha fortalecido. Una fe que se ve en gestos concretos de solidaridad y hospitalidad hacia los numerosos desplazados internos provocados por más de tres años de guerra civil.
Sin embargo, los obispos, se quejan de que todavía hay muchas dificultades que hay que afrontar. En primer lugar la violencia, que a pesar de la mejora de la seguridad en general, aún afecta a diferentes partes del país, incluida la misma capital, Bangui. Una violencia, denuncia el mensaje, a menudo causada por «grupos armados que siguen reclutando jóvenes a los que drogan, usándolos contra la paz, la unidad y el bien común. Estas milicias ocupan secciones enteras del territorio nacional a las que someten al terror y al saqueo».
El odio y la violencia no son sólo características de los grupos organizados. Los obispos denuncian que «las personas acusadas de brujería son enterrados vivos sobre la base de meras alegaciones a través de la abominable práctica de la justicia popular. (...). Los problemas de pareja se ajustan a veces por explosiones de granadas o cuchillo. Se extienden los crímenes pasionales y los ajustes de cuentas. El gran movimiento de armas de fuego ha ayudado a despertar esta nueva cultura de la violencia y la muerte».
Para abordar estas cuestiones, los prelados lanzan un llamamiento a la paz y la reconciliación, instando al compromiso concreto de todos: los jóvenes y los padres; pertenecientes a los grupos armados (a los que se les pide deponer las armas e integrarse en la sociedad); los políticos y la comunidad internacional.