(Portaluz/InfoCatólica) Con una emotiva ceremonia de bienvenida, la Familia Internacional de Schoenstatt dio inicio a las festividades jubilares por los 100 años de Fundación del Movimiento. Miles de peregrinos provenientes de todos los continentes se congregaron para la eucaristía concelebrada por el Cardenal chileno Francisco Javier Errázuriz, el Arzobispo Robert Zollitsch, varios obispos y alrededor de 300 sacerdotes…
Visitar el Santuario Original es un destino obligado. Pero ¿por qué es tan importante esa capilla replicada de manera exacta en todos los lugares en que el movimiento tiene presencia?, ¿Que hay en ella que atrae desde hace un siglo a millones en todo el mundo?
La Mater
La Virgen es quien atrae, acoge y espera en el Santuario para llevar a Cristo. Es el motor del movimiento. La visión profética del padre Joseph Kentenich, su fundador, fue proclamar a la Santísima Virgen María, la Mater, como educadora y protectora de sus hijos…
«Sellamos una alianza de amor con María, tal como sucedió en su inicio, en octubre de 1914. Por esta alianza, construimos nuestra vida con María, entregándole nuestra pequeñez como instrumento suyo. Ella desde el santuario, nos regala sus gracias: nos acoge, nos educa y nos envía como instrumentos hábiles en sus manos», explica la familia Braquehais-Abollado.
El camino en Schoenstatt comienza con esta «alianza de amor» con la Virgen. Es una consagración a María en la que se le pide y también se le da: se le ofrece la propia vida. «María es nuestro camino para llegar a Cristo. A Ella nos consagramos cada día, cada noche; abandonamos nuestras vidas en sus manos», asegura Nacho Braquehais.
La Virgen María proteje a sus hijos
El padre Joseph Kentenich es el alma máter de este movimiento apostólico nacido en 1914 en Vallendar, en el valle de Schoenstatt. Joseph Kentenich pertenecía a la comunidad de los Padres Palotinos situada en dicha localidad alemana. Acompañaba a los jóvenes seminaristas en su discernimiento. Con la llegada de la I Guerra Mundial, el padre Kentenich se convierte en apoyo de muchos jóvenes llamados al frente. En las trincheras, se difunde la obra de Schoenstatt. Después de la guerra, comienzan a incorporarse las mujeres al movimiento. En 1920 nace la Federación de Mujeres de Schoenstatt y en 1926, con algunas de las primeras mujeres, el padre Kentenich funda el primero de los seis institutos seculares que forman parte de su obra: las Hermanas de María de Schoenstatt.
El padre Jose Kentenich sufrió los interrogatorios de la temida Gestapo, la policía secreta de la Alemania nazi. Durante tres años, estuvo internado en el campo de concentración de Dachau donde, junto con diversos sacerdotes, fundó la Internacional de Schoenstatt.
La metodología y espiritualidad nacida en ese valle pronto adquirió gran fama en Alemania, incluso pese al desgarro de la II Guerra Mundial. En los años sucesivos, se extendió el movimiento por toda Europa, África y América. A España llega en 1961 de la mano de las dos primeras Hermanas de María. Los comienzos fueron difíciles, puesto que costó que un tipo de espiritualidad centroeuropea calara en España. Por eso, necesitaban un santuario, para transmitir con la vida la espiritualidad de Schoenstatt. Así, el primer santuario se consagra en 1969 en Pozuelo de Alarcón, Madrid.
Santuarios idénticos
El movimiento tiene una curiosa particularidad: todos los santuarios son una réplica del original alemán. La hermana María Montserrat afirma que es imposible entender la espiritualidad de Schoenstatt y crecer en ella sin el santuario, porque es «lo que hace distintivo al movimiento». La familia Braquehais-Abollado añade que «al ser todos iguales, nos sentimos cobijados como en casa y vinculados de manera singular a la primera Alianza de 1914, en el santuario original».
Laicos, familias, consagrados y sacerdotes forman parte de esta gran familia. Cada comunidad se suele organizar en grupos que se reúnen, bien en centros de espiritualidad cercanos al santuario, o bien en casa de alguna familia, el llamado «Santuario Hogar». Y es precisamente la familia el componente inseparable del movimiento, porque «Schoenstatt es una familia, y las familias encarnan el ideal para el que Schoenstatt está llamado», explica Silvia Abollado.
La Virgen acoge al peregrino que llega a cada uno de sus casi 200 santuarios. La Madre es la que transforma el corazón para hacerlo más semejante al de Cristo. Es un secreto a voces que salió de un pequeño valle en Alemania. Porque, como concluye la hermana María Montserrat, «Ella es el camino más rápido y seguro para llegar a Dios».