(Zenit/InfoCatólica) «Queridos hermanos y hermanas, nos dejan incrédulos y desapuntados las noticias que llegan desde Irak: miles de personas entre las cuales tantos cristianos, son expulsados brutalmente de sus casas; niños que mueren de sed y de hambre durante la fuga; mujeres secuestradas; violencias de todo tipo; destrucción por todas partes, destrucción del patrimonio religioso, histórico y cultural».
«Todo esto–prosiguió el Santo Padre–ofende gravemente a Dios y ofende gravemente a la humanidad. ¡No se lleva el odio en nombre de Dios! ¡No se hace la guerra en nombre de Dios!»
«Todos nosotros pensando en esta situación y en estas personas hacemos silencio y rezamos»...
Y tras algunos instantes de silencio el Papa retomó sus palabras diciendo: «Agradezco a quienes con coraje están llevando ayuda a estos hermanos y hermanas, y confío que una eficaz solución política y a nivel internacional pueda detener estos crímenes y restablecer el derecho». «Para poder asegurarles mejor mi cercanía a estas queridas poblaciones he nombrado como enviado personal a Irak, al cardenal Fernando Filoni que mañana partirá desde Roma».
El Pontífice recordó además que existe otro conflicto no muy lejano del de Irak: «También en Gaza, después de una tregua ha recomenzado la guerra, que produce víctimas inocentes y que solamente empeora el conflicto entre israelíes y palestinos». Y añadió: «Recémosle juntos al Dios de la paz, por intercesión de la Virgen María: Dona la paz Señor, en nuestros días y vuélvenos artífices de la justicia y de la paz. María Reina de la paz, reza por nosotros».
Otra intención fue que «recemos también por las víctimas del virus ‘ébola’ y por quienes están luchando para detenerlo».
Y después de saludar a los peregrinos presentes y a algunos grupos en particular dijo: «Desde el miércoles próximo hasta el lunes 18 realizaré un viaje apostólico en Corea: ¡por favor, acompáñenme con la oración! Y concluyó con su ya conocido «¡Buona doménica e buon pranzo, arrivederci!»