(Alfa y Omega/InfoCatólica) Todo comenzó una mañana, cuando el profesor de Economía en la Universidad Lumsa y responsable de la Comisión Internacional de la Economía de Comunión, Luigino Bruni, inició su huelga del café, negándose a consumir en los bares que tenían máquinas tragaperras. «Los juegos de azar son una de las enfermedades más graves que existen, con una gravedad cívica inaudita. Y la indiferencia civil es impresionante. Siempre ha habido vicios y debilidades, pero lo que ahora resulta escandaloso es que las multinacionales especulen con ello y lo promuevan para ganar millones. No podemos aceptarlo».
A partir de ahí, y de la conversación con su compañero Vittorio Pelligra, surgió la idea de organizar una campaña. Así nació SlotMob con acciones muy concretas. Por ejemplo, en Salerno (Nápoles) varios seguidores de la campaña se reunieron en un bar que ha renunciado a las tragaperras y llamaban la atención de los viandantes, invitándoles a participar en juegos limpios y de comunión -como los juegos de mesa, el futbolín o el ajedrez- en lugar de los de azar. Como sostiene Leonardo Becchetti, profesor en la Universidad Tor Vergata y economista, «los SlotMob quieren demostrar la fuerza de la acción de los ciudadanos. El mercado está hecho de oferta y demanda y la demanda somos nosotros. Hay muchas cosas que podemos hacer porque votamos con nuestro consumo».
Para Luigino Bruni, «de los vicios solo nacen otros vicios, nunca virtudes, y el dinero que nace de un vicio es un dinero equivocado, porque casi siempre viene de los pobres. Estamos poniendo a las personas frágiles en manos de las multinacionales del juego». El coste social es enorme -la necesidad de que las estructuras sanitarias se hagan cargo de los jugadores patológicos se está ampliando trágicamente- y el empobrecimiento es progresivo. Sólo en el 2012, los italianos se han jugado casi 90.000 millones de euros. A lo que el profesor Bruni responde: «Estamos distrayendo recursos, desviando dinero, tirándolo en distintos juegos y loterías, y esto tiene un efecto inducido impresionante, estamos quitándoselo a la riqueza verdadera».