(Fides)El prelado explica que «por ahora, no se trata de un éxodo masivo, pero el fenómeno involucra a un número creciente de familias». El arzobispo armenio católico confirma que los cristianos más ricos ya se han marchado, mientras que para otros «sigue siendo peligroso y también muy caro cualquier intento de salir del país, sirve mucho dinero. Pero aquellos que ya han alcanzado el Líbano ahora presentarán a los organismos de la ONU sus solicitudes de expatrio, confiando en que se reciban sin demora».
Según el arzobispo Marayati «la situación de Siria se hace cada vez más complicada, y cada banalización hace difícil comprender lo que sucede realmente». Por ejemplo, al lado de los cristianos que huyen hay otros que vuelven a Aleppo después de haberse refugiado en la zona costera de Latakia, porque «no tenían dinero para pagar el alquiler y aquí pueden enviar a sus hijos a las escuelas, que han vuelto a abrir». Incluso la idea de un frente unido de las milicias de oposición que luchan contra el régimen parece destinado a dejarse de lado definitivamente, porque entre los rebeldes «hay muchas facciones que luchan entre sí en el campo».
Comida cara, sin electricidad y sin agua
En los últimos días, el ejército de Assad ha vuelto a abrir la carretera que conecta Aleppo a Homs. La flexibilización del sitio ha permitido hacer llegar productos alimenticios a la ciudad que faltaban desde hace meses. Pero el arzobispo Marayati asegura que el alivio concreto percibido por la población ha sido hasta ahora mínimo: «La comida cada vez es más cara, falta la electricidad y el agua en muchos barrios. Pasamos el tiempo distribuyendo alimentos y artículos de primera necesidad, y las familias que piden para ellos siempre aumentan. En los barrios periféricos y los suburbios las explosiones y bombardeos continúan. También ayer, el día de la fiesta musulmana del sacrificio, se oyeron bombas todo el día, sin tregua».