(La Nueva España/InfoCatólica) El párroco, Rafael Menéndez, mostró su satisfacción por el buen desarrollo de estos trabajos «que servirán para que, al menos, el templo no se caiga». El religioso señaló que, semanas antes del comienzo de las obras, «se había hundido el tejado de la iglesia afectando a su interior, donde había roto dos de las bóvedas». Las mejoras consistirán en el reforzamiento de la estructura con la sustitución de la actual cubierta, de aproximadamente 1.000 metros cuadrados. También se limpiarán las piedras de la fachada, se taparán los agujeros y se colocará una protección en las vidrieras para evitar que entre el frío por sus cavidades.
Los trabajos, tal y como explicó el párroco, se alargarán hasta octubre o noviembre. Una vez finalizados, la iglesia podrá reabrir sus puertas. Eso sí, Rafael Menéndez destacó que «se trata de una obra ingrata, porque la rehabilitación apenas se apreciará a simple vista, lo único que notarán los fieles es que ya no se colará el agua en el interior del templo». Para realizar una rehabilitación más a fondo, el párroco señaló que «tendremos todavía que esperar un poco más de tiempo, ya que esta última obra ha costado mucho dinero».