(Efe) «Al principio nos asustamos mucho al ver el vídeo», dijo Vítores, que sí confirmó la muerte de Murad cuando fue asaltado por presuntos rebeldes sirios el convento franciscano de San Antonio de Padua, situado en Gasaníe, en la carretera que une las ciudades sirias de Alepo y Latakia, y en el que se había refugiado.
Asimismo, un comunicado de la sede de la Custodia en Jerusalén informó la pasada semana de la muerte, el 23 de junio, presuntamente a manos de los rebeldes sirios y en circunstancias muy confusas, del padre Murad, que en la actualidad oficiaba como eremita y estaba ligado a la Iglesia católica-melquita.
Pese a no ser ya franciscano y pertenecer a la Iglesia Greco-Católica Melquita «sus vínculos con la Custodia siguieron siendo fuertes y solía ir con frecuencia a ayudar a los distintos conventos, sustituyendo a los frailes, hasta tal punto que era uno de los nuestros», explicó en un comunicado el Custodio de Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa.
«Desde el comienzo de la guerra en Siria, dejó su ermita para asistir a un fraile enfermo y prestar servicio en una comunidad religiosa vecina, y encontrarse así más seguro. Las circunstancias trágicas de su muerte se sienten especialmente en la Custodia», señaló Pizzaballa.
En un primer momento, diversas informaciones apuntaron a que Murad podía ser uno de los dos decapitados que aparece en un vídeo difundido por internet que muestra cómo supuestos opositores al régimen del presidente sirio, Bachar al Asad, condenan a unos hombres maniatados que se encuentran arrodillados, entre los que se ve a que podría ira ataviado con una sotana de color oscuro.
En el vídeo se ve también a un individuo que decapita con un cuchillo de pequeñas dimensiones a dos de los hombres ante la mirada de decenas de personas, algunas de las cuales graban la ejecución con sus móviles mientras se oyen gritos de «Alá es el más grande».
El padre Vítores dijo que Murad fue franciscano y se ordenó en Roma, tras lo cual pasó un tiempo en un convento de la orden en Belén y luego viajó a su país, Siria, donde finalmente abandonó la orden para retirarse a su propio monasterio.
«Estaba en nuestro convento, sustituyendo a uno de nuestros frailes», dijo el vicecustodio, que advirtió sobre el peligro del conflicto sirio para los cristianos.