(RV/InfoCatólica*) "Queridos hermanos y hermanas –ha instado el Pontífice- invoquemos con confianza su ayuda, así como la protección de los Ángeles custodios, cuya fiesta celebraremos dentro de unos días, el 2 de octubre. La invisible presencia de estos Espíritus bienaventurados es para nosotros gran ayuda y consuelo: ellos caminan a nuestro lado y nos protegen en toda circunstancia, nos defienden de los peligros y a ellos podemos recurrir en cada momento. Muchos santos mantenían con los Ángeles una relación de verdadera amistad y son numerosos los episodios que testimonian su asistencia en particulares ocasiones. Los Ángeles son enviados de Dios, como ‘servidores, con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación’, como recuerda la Carta a los Hebreos y, por lo tanto son para nosotros auxilio válido en la peregrinación terrenal hacia la patria celestial".
Como es tradicional -antes de su regreso al Vaticano, previsto para hoy- y terminando ya su estancia de verano, el Santo Padre ha renovado su profunda gratitud por el apoyo material y espiritual que, como cada año, ha recibido, junto con sus colaboradores, en esta localidad.
Benedicto XVI ha extendido su agradecimiento a toda la población de Castelgandolfo, también por la apreciada acogida que los lugareños dedican a los numerosos peregrinos que acuden a visitar al Papa. En particular, los domingos para la cita del Ángelus.
Agradeciendo al Obispo y a todas las comunidades religiosas; al alcalde y funcionarios civiles, a los miembros del Gobernatorato vaticano, a los de las fuerzas del orden italianas, de la gendarmería vaticana y de la Guardia Suiza, es decir – como ha dicho Benedicto XVI - a toda «la gran familia, que se forma alrededor del Papa en Castelgandolfo», el Pontífice se ha dirigido asimismo a los que componen el cuerpo de la aeronáutica militar italiana, encargado de sus traslados en avión y en helicóptero: "Gracias, una vez más, a todos. También por vuestra presencia en este encuentro. Gracias a aquellos que se han hecho intérpretes de vuestros sentimientos. Os encomiendo a la maternal protección de María, Reina de los Ángeles, y de corazón os imparto la Bendición Apostólica, que extiendo a vuestras familias y vuestros seres queridos".