(Cubaencuentro) El cardenal intervino en el XI Seminario Internacional del Programa de Diálogo con Cuba, organizado por la Universidad Católica de Eichstätt y el Arzobispado de La Habana, según informó el blog del filósofo cubano Emilio Ichikawa.
El evento llevó por título: «La Iglesia Católica como facilitadora del encuentro y la convivencia social: las experiencias cubana y alemana».
En su intervención, que aparece publicada en la web de la revista católica Espacio Laical, el Arzobispo de La Habana afirmó que en 2010 envió una misiva a Raúl Castro con la intención de mediar a favor de las familias de los presos en la Isla, que fue respondida por el actual gobernante cubano.
Según Ortega Alamino, Castro le comunicó su intención de «poner fin a ataques contra las esposas y familiares de los presos (…) y manifestó su deseo de conocer, por la mediación de la Iglesia, las demandas de esos familiares».
El cardenal considera esta respuesta «positiva», como el gesto «más significativo y trascendente con respecto a la Iglesia en estos últimos cinco años». Fue un gesto «inédito e inesperado, que nos sorprendió a todos», añadió.
En su conferencia, el azrobispo intenta describir «cuál es la vivencia de la fe religiosa del pueblo cubano con respecto a la Iglesia católica» y hace un recorrido de la relación de la institución eclesiástica con el Estado cubano.
Respecto a la respuesta del mandatario, el purpurado explicó que a pesar de que los obispos cubanos habían acudido «a las autoridades para interceder por los presos» con anterioridad, «casi nunca habían tenido respuesta». «La Iglesia en Cuba nunca había sido reconocida como un interlocutor válido», dijo.
Recordó la posterior excarcelación de «los 53 prisioneros que quedaban de los 75 sancionados en 2003», durante la Primavera Negra. «…y así, entre julio de 2010 y marzo de 2011, más de 126 personas (presos políticos) salieron de las cárceles cubanas».
Mencionó el indulto en diciembre de 2011 a «cerca de tres mil prisioneros comunes, de buen comportamiento y largas condenas o enfermos», lo que también había sido una solicitud de «los obispos cubanos» y que fue otorgado por el gobernante cubano con motivo de la visita papal del pasado mes de marzo y «en atención al Jubileo por los 400 años de la Virgen de la Caridad».
Desde aquella mediación, dijo Ortega Alamino, la Iglesia católica en Cuba ha dialogado con las autoridades de la Isla, «no sólo con el presidente Raúl Castro», sobre otros temas como «la grave situación económica del país, los temores y demandas ciudadanas», y «los anhelos y esperanzas» de los cubanos.
El Arzobispo afirmó que en Cuba parece haberse iniciado un cambio, «con independencia del ritmo o una hoja de ruta más o menos clara, y a pesar de algunos que no desean o no reconocen cambio alguno».
Y en ese proceso «cambiante» la Iglesia católica ha sido también reconocida como interlocutora.
El prelado admitió desconocer el alcance y el impacto del diálogo con el régimen cubano, pero lo percibe como el único camino que tiene la Iglesia católica en su misión en la Isla.
«No sabemos hasta dónde puede avanzar el diálogo, ni conocemos su alcance real o sus potenciales resultados. Pero el diálogo es el único camino que debe seguir la Iglesia para procurar el bien material y espiritual de la sociedad y de los cubanos», indicó.
Cuba está inmersa en una crisis económica y espiritual o existencial, añadió.
El proceso iniciado en 1959 no ha conseguido realizar, «al menos no como se esperaba», el «sueño cubano», que cumpliría «los anhelos justos de los pobres de esta tierra», aseguró.
Reconoció el alcance de «logros» en ese proceso, aunque también han existido «frustraciones», «dolor, carencias y enfrentamientos», así como «demasiadas limitaciones a la libertad», dijo.
No obstante, la Iglesia católica está alentando los cambios que «tímidamente tienen lugar» en la Isla y espera que se introduzcan otros «por el bien del país y de sus ciudadanos», añadió.
«Nuestro camino como pastores en Cuba tiene que ser el hombre y la mujer cubanos, con todos sus sueños y frustraciones, con sus ilusiones y expectativas, sean estas posibles o poco reales», explicó.
«(…) los obispos cubanos convocamos a todos a un esfuerzo por la reconciliación y por reverdecer la esperanza», concluyó el cardenal.