(EP) El texto hace referencia a la legislación española actualmente vigente en España que, según apuntan los obispos, ha convertido la institución en «la convivencia afectiva entre dos personas, con la posibilidad de ser disuelta unilateralmente por alguna de ellas, sólo con que hayan transcurrido tres meses desde la formalización del contrato». «El matrimonio queda así transformado legalmente en la unión de dos ciudadanos cualesquiera para los que ahora se reserva en exclusiva el nombre de 'cónyuges' o 'consortes'», explica.
A juicio de los obispos españoles, se establece una «insólita definición legal del matrimonio», que consideran inspirada por la ideología de género, con exclusión de toda referencia a la diferencia entre el varón y la mujer. Al tiempo, destacan que desaparecen los términos 'marido' y 'mujer', 'esposo' y 'esposa', 'padre' y 'madre'.
En este sentido, advierten de que «lo que está en juego no es solo una cuestión de palabras», sino «algo mucho más profundo». «Se trata del intento de construir un modelo de sociedad en la que, mediante una supuesta 'liberación' total, se establezca una presunta igualdad entre todos los ciudadanos que suprima todas las diferencias que se estiman 'discriminatorias'; incluidas las que derivan de la condición dada y creatural de ser varón o mujer». En ese contexto y con esa finalidad, la Conferencia Episcopal considera que se mueven también los Decretos sobre enseñanzas mínimas de la llamada 'Educación para la Ciudadanía'.
Igualmente, constatan con «dolor» que «las leyes vigentes en España no reconocen ni protegen al matrimonio en su especificidad». «Asistimos a la destrucción del matrimonio por vía legal», dicen al tiempo que quieren «alzar la voz» en pro del matrimonio y de su reconocimiento jurídico y recordar que «todos», desde el lugar que ocupan en la sociedad, han de defender y promover el matrimonio y su adecuado tratamiento por las leyes.
Católicos coherentes con su fe
Los obispos renuevan su llamamiento a los políticos para que asuman su responsabilidad. «La recta razón exige que, en esta materia tan decisiva, todos actúen de acuerdo con su conciencia, más allá de cualquier disciplina de partido. Nadie puede refrendar con su voto leyes como las vigentes, que dañan tan gravemente las estructuras básicas de la sociedad. Los católicos, en particular, deben tener presente que, como servidores del bien común, han de ser también coherentes con su fe», advierten.
Además, aseguran que los católicos cuando defienden propuestas legislativas acordes con la verdad del valor amor humano «no imponen nada a nadie», sino que tratan de expresar de modo razonado sus propuestas, al igual que si se oponen «de modo respetuoso y pacífico» a otras porque «las consideran lesivas para el bien común».
«Los obispos animamos a todos, pero de manera especial a los fieles católicos, a participar en asociaciones que trabajan por la promoción de la vida matrimonial y familiar. Es motivo de alegría observar la vitalidad creciente del asociacionismo familiar en nuestro país. Los poderes públicos harían bien en prestarles atención y en protegerlas», recalcan. Al tiempo, piden que se distingan éstas de «minoritarios grupos de presión» a los que, a su juicio, se debe, la actual legislación.
Nadie puede sentirse excluido
En todo caso, el documento subraya que la Iglesia, continuadora de la misión de Cristo, «abre siempre su corazón y ayuda de madre y maestra a todos y cada uno de los hombres» y que «nadie puede sentirse excluido, tampoco quienes sienten atracción sexual hacia el mismo sexo».
El documento señala que el matrimonio, es decir, «la alianza que se establece para siempre entre un solo hombre y una sola mujer, y que es ya el inicio de la familia», ayuda a que la sociedad reconozca, entre otros bienes, el de la vida humana por el simple hecho de serlo; la igualdad radical de la dignidad del hombre y de la mujer; o la diferenciación sexual como bien y camino para el enriquecimiento y maduración de la personalidad.
«Queremos subrayar muy particularmente la contribución que la institución matrimonial aporta a la promoción de la dignidad de la mujer», añade.