“¡Simama imara pengo!” (¡Firmes en la Brecha!)
Querida Familia:
Espero que estén muy bien.
Acá me dispongo a contarles algunas de las cosas que hemos vivido en estas últimas semanas en la misión. Son tantas, tantas, cosas vividas… los días son tan intensos, que en verdad tendré que dejar muchos relatos de lado… porque sino sería muy largo… y ya son varios los que me han plantado la queja de que las crónicas son muy largas. Aunque me veo tentado de responder que lean hasta donde se cansen… y que tienen todo el derecho de aplicar la censura… no les voy a preguntar después qué leyeron y qué no. Temo que una respuesta por el estilo no sea muy amable de mi parte…
Una deuda
Yo había quedado en contarles cómo se las arreglaban para el carneo de los chanchos, que sabía que sería interesante para los aficionados a estas faenas, sobre todo en Argentina. Pero les digo que no se diferenció demasiado del sistema aplicado a las vacas de la fiesta parroquial. Es decir… se los pasa a degüello, sin importar el tamaño del chancho. Lo interesante es que nuestros chiqueros no tienen puertas… es decir que hubo que levantar los chanchos… de unos 200 kgr. Aprox. Y si alguno recuerda algún memorable “tirón de orejas” de cuando era niño… puede hacerse una idea de lo que significó para estos animales que los levantaran entre varios… jalándolos de las orejas. En fin, costumbres, ¿vió? ¡Cómo no van a gritar!
Primeros Ejercicios Espirituales
Pero no hace falta abundar en mas detalles. Pasemos a contar que pude predicar mis primeros Ejercicios Espirituales ignacianos en África. Una gracia muy grande. Pusimos la fecha para que Diego, el voluntario, pudiera hacerlos, y aprovechando la tranquilidad del lugar, los realizó en nuestra misma casa. Sus primeros EE, y con gran entusiasmo y aprovechamiento.
Matomolo
Una de las actividades de este tiempo en la misión la constituye el “matomolo”, que viene a ser la bendición de los frutos. Como les he contado en alguna oportunidad, la gente aquí es en su mayoría agricultora… con sus pequeños terrenos, y algunos no tan pequeños, para la familia. Es así que tienen como costumbre hacer la “bendición de los frutos”, como en tantos lugares.
Y de esos frutos dan una parte a la iglesia, que le llaman, matomolo. Entonces uno de los trabajos de este tiempo para el misionero, es ir por cada aldea para bendecir los frutos, y recibir el matomolo. Cada familia quiere su misa… y es algo hermoso, porque lo hacen como una gran fiesta. Normalmente la tradición es que reciben al sacerdote, le ofrecen un té (que consiste en té y arroz), luego se escuchan confesiones, acto seguido, la Santa Misa. Al final de la misa se bendice el matomolo, se dan avisos, se agradece, y se festeja… como siempre. Al terminar la misa el coro suele seguir sus cantos, y así aprovechan a bailar, haciendo alguna ronda… al ritmo de las canciones y de la percusión. Se termina con un almuerzo para todos los presentes… y ya va siendo tradición que el padre reparte caramelos… a los niños, y a los grandes también. Todos piden. Y hay que dar uno a cada uno, porque sino, no alcanza, ya que comienzan a salir niños de todas partes. Además de que como en cualquier otra parte del planeta, están los que vuelven a pedir, y en semejante multitud de manos y cabecitas que se amontonan… ¡vaya uno a saber a quién le dio y a quién no! Después de eso, se suele ir a visitar a los enfermos de la zona… para confesarlos y llevarles la comunión, y unción si hace falta.
Bueno, así que les he contado algo de los “matomolos”, porque la historia se va repitiendo en una y otra aldea…
Itobora: procesión con la cruz.
Una de las últimas visitas que hizo el P. Johntin antes de partir para sus Ejercicios Espirituales y sus vacaciones, fue la visita de la aldea de Itobora. Allí celebraron la misa de domingo, y se hicieron matrimonios, uno de ellos de dos personas mayores, del cual uno de los contrayentes debió ser bautizado, y por lo tanto también confirmado… y todo. También se hicieron unos 30 bautismos… entre ellos uno de una señora de 80 años.
Al finalizar la misa, la gente estaba tan contenta que propuso al padre hacer una procesión. Pero el padre les dijo que así nomás no, que había que tener alguna imagen o algo… entonces prepararon una cruz. Pero nada de “crucecita”… trajeron un palo de dos metros y medio de largo, y otro mas chico para el palo transversal. Lo ataron y así, fue una procesión penitencial, porque los que querían llevar la cruz, tenían que levarla solitos… con el resto de la gente cantando, rezando y bailando al lado. No faltaron las mamás que cargaron la cruz… como si nada. Ni traspiran. Están tan acostumbrados al trabajo. Tengo que enviarles un par de fotos de esto… como para que se den una idea.
Fiesta Sagrado Corazón
La semana siguiente el P. Johntin tuvo que viajar a la capital por trámites de residencia. Él tenía que estar un día allá, pero como todo se le complicó, se quedó toda la semana.
Yo quedé a cargo de la parroquia… y predicando EE al voluntario. Justo al final de la semana, teníamos fiesta del Sagrado Corazón, y de un grupo de la parroquia que lleva su nombre. Realmente llama la atención la gran devoción que le tienen por estos lados. Se ve que los misioneros anteriores les han inculcado esta valiosa devoción. Por ejemplo, un hombre vino desde Bucomela, una aldea a 2 hs de viaje en bicicleta; y un matrimonio vino desde una aldea cercana a Ifunde… que son 3 hs en bicicleta… nada de caminos de asfalto, o paseos… sino verdaderos “cross country”. Y si sumamos… ¡seis horas de pedaleo! Luego de la misa se quedaron a desayunar debajo de un gran árbol de mango que tiene una muy agradable y acogedora sombra… por supuesto… bailecito incluído.
Ése mismo viernes a la tarde, me llaman por un enfermo de gravedad. Al terminar las predicaciones de EE y la misa de las hermanas… ya de noche, salimos a lo de este enfermo. Caminamos en medio de una gran oscuridad, con un cielo hermosísimo, plagado de estrellas. Yo iba con un susto bárbaro, no porque fuera de noche, sino porque como no puedo hablar swahili, y era mi primera experiencia de atender a un enfermo… Por supuesto que iba rezando, pidiendo a Dios el poder hacer lo mejor posible todo. Entre traducciones y otras cosas… el enfermo se confesó, recibió unción y viático. Impresionante… a las dos horas falleció. El Sagrado Corazón lo estaba preparando… tenía dos imágenes en la pared, una del Inmaculado Corazón, y otra del Sagrado Corazón de Jesús… dos imágenes desteñidas totalmente, sin color… ya casi que parecían blanco y negro.
¡Cuántas veces les habrán rezado en esa familia! Y ahora veían cómo el Sagrado Corazón cumplía sus promesas.
Matomolo Ibambala.
Al otro día celebré la misa de la mañana en la parroquia. Luego me pidieron si no podía ir a una aldea a la que iba a ir el P. Johntin, pero como no llegó… querían que fuese yo… querían la misa a toda costa. Se les dijo que yo no hablo swahili… no importa. La cosa es que se pusieron felices de que vaya… es a una hora de viaje en la camioneta, por un camino que hay que ir a 10 km por hora, unas piedras enormes… un paisaje hermoso. Me acompañó el catequista, que sólo habla swahili, y una hermana para que me haga de intérprete. La aldea se llama Ibambala.
Historias.
Mientras viajábamos, el catequista iba contando las historias del lugar. Y nos comenzó a decir que el nombre provenía de que en ese lugar habitaba un rey (pasamos cerca de las casas donde vivía antes ése rey). Era muy malo, y entonces las personas decían que había que pasar “mbali-mbali” (lejos, lejos), y de allí “ibambala”. Nos decía que este rey tenía muchas cosas, pero que un día se murió. Yo por hacer una broma, le dije: ¿Y no se llevó nada? Y me contestó: “¡Si!” Tras la admiración de todos los que íbamos escuchado la historia… aclaró: “Cuando se moría el rey, lo enterraban con una joven, viva, que antes de morir había elegido el rey… por eso, se llevó una chica”. ¡Caramba! ¡Esa respuesta no me la esperaba! Nos causó gracia de todas maneras.
El matomolo en Ibambala fue una fiesta muy linda, la gente realmente estaba feliz. Luego en el viaje de regreso (pasamos lejos del la casa del rey…), aprovechamos a visitar un abuelito enfermo, y le dimos la comunión. De allí, a la parroquia, porque ya teníamos la misa del difunto del día anterior. Un mundo de gente acompañó al difunto. Aproveché la media horita que tuvimos desde que llegamos hasta el inicio de la misa para preparar al menos dos o tres palabras para el sermón, porque había que aprovechar la volada, ya que había tanta gente. Y comenzamos la misa de difuntos… se recibe el cajón en la entrada de la iglesia, luego todos adentro, la misa es sencilla… Luego todos al cementerio, y allí siguen muchos ritos, muy hermosos todos… se quedan hasta el final, se lo entierra, se hacen ofrendas de flores y velas, se dicen discursos… se canta mucho.
Al terminar todo esto… me tuve que ir a Kahama para buscarlo al P. Johntin que llegaba de Dar es Salaam, de esa manera él a la mañana del domingo podía estar en las misas de la parroquia. Así fue que, tranquilo, emprendí el viaje de dos horas que nos separan de la ciudad, por nuestro camino de tierra. Llegamos casi al mismo tiempo a Kahama, pudimos descansar a la noche, y al día siguiente, a las 5:30 regresamos para llegar 10 minutos antes de la misa…
Bueno, verán toda la historia… por un lado, una gran alegría de que a pesar de que yo pensaba prepararme para quedarme estas cinco semanas próximas a cargo de la misión… Dios adelantó el momento, y en una semana prediqué Ejercicios Espirituales, prediqué tres sermones en swahili, visité mi primer aldea (Ibambala), confesé por primera vez un enfermo de estos lados, mas la unción y viático; además misa de matomolo, visita de enfermos, misa de difuntos… completito digamos. Deo gratias.
Ulowa Nambanane
Ayer tuve la misa de la parroquia, y de allí a un Matomolo en Ulowa. La verdad que ir a los kigangos es un consuelo… la gente es muy sencilla y están felices de que vayamos. Los niños vienen a saludar. Les encanta que les saquen fotos, y se matan de risa cuando les mostrás la fotos en la pantallita de la cámara. Repartimos caramelos… uno a cada uno, no es cuestión… porque empiezan a salir niños de todos lados, y nunca te alcanza una bolsa (saquen la cuenta de la cantidad de niños). Y nada de comérselos así nomás… los agarran con los dedos y lo chupan como si fuera un chupetín… para que les dure mas.
Ayer había un montón de gente en Ulowa, coro invitado, grupos de otras capillas… hermoso. Nos invitaron a tomar un té antes de la misa (cerca de las 12:00), luego me puse a confesar. A la una empezamos la misa que terminó a la tres, con cantos, bailes, y presentaciones… muy divertidas. Luego de la misa… almuerzo. Luego del almuerzo fuimos a otros dos kigangos a bendecir el Matomolo.
De allí pasamos a ver a tres enfermos. Uno de ellos era Benedicto, que fue catequista por 40 años, y ahora está cieguito. Luego una señora que tiene artrosis, y vive sola, casi no puede caminar. Finalmente otra abuela, que estaba mejor, pero de todos modos vive muy lejos de la capilla.
Llegamos cuando ya casi era de noche. Así que imagínense lo cansados que estábamos. Pero realmente felices por todo… al llegar salían los niños del oratorio… y ¿adivinen qué? Repartimos caramelos!! Ja,ja! No te dejan descansar. Estoy pensando en comprar un container con caramelos, rosarios, y medallas!!
Bueno, demasiado por esta vuelta… si llegaron a leer hasta acá… ¡los felicito! Ahora tengo que ponerme a estudiar, y aprovechar cada minuto, porque mañana ya tengo dos matomolos, en Kipungi y Mhuge… y recién volveré a estudiar el miércoles… y el fin de semana se viene a pasos agigantados…
No sé si se dice así… veremos si me lo corrigen: ¡Simama imara pengo! ¡Firmes en la brecha!
P. Diego.