Los estigmas de los santos y la misión del sufrimiento
Los estigmas han sigo comprobados científicamente, aunque no se encuentren causas naturales de ellos. Según el Padre Jordi Rivero en www.corazones.org:
“Los estigmas pueden ser: Visibles o invisibles; sangrientos o no; permanentes, periódicos (generalmente resurgiendo en días o temporadas asociadas con la pasión de Cristo) o transitorios. Los estigmas invisibles pueden causar tanto dolor como los visibles. Los estigmas pueden permanecer muchos años, como el caso del Padre Pío [(1887-1968)], quien los llevó por 50 años y fue el primer sacerdote que se conoce estigmatizado. (San Francisco [(1186-1226) el primer santo con estigmas comprobados] tenía las estigmas pero no era sacerdote). Al morir sus estigmas desaparecieron milagrosamente.”
Zenit menciona “unos 250 casos de personas con estigmas, en la mayoría de los casos con comprobación científica” al entrevistar al padre pasionista Tito Paolo Zecca, (un especialista en el tema) para el artículo “Los estigmas, desconcertante signo de la Pasión de Cristo” (12.04.2001). En el evangelio del 3er. domingo de Cuaresma Jesús les dijo a los fariseos: “destruid este templo y en tres días lo levantaré.” (Jn. 2, 19) En su Pasión, apareció terriblemente disfigurado por sus heridas. Según el P. Zecca, que Cristo se apareció a sus apóstoles tras su Resurrección con estigmas “muestra la eficacia de la salvación de Cristo en la Cruz”. Los estigmas como los que recibió el Padre Pío son un signo que tienen una misión en la Iglesia y que recuerdan “la conformación con Cristo y la salvación de Cristo que con sus llagas nos ha rescatado”.
Por eso piensa el P. Zecca que todos los bautizados llevamos los estigmas al llevar nuestras cruces, al vivir la vida de Cristo: “En definitiva, los estigmas representan la aceptación consciente de la Cruz vivida espiritualmente”. Aunque parezca a veces que el Cuerpo de Cristo (del que formamos parte) esté siendo “destruido” por el mundo, especialmente cuando sufrimos, Cristo nos promete levantar también si nos mantenemos fieles a Él.
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Estos son algunos pensamientos del Padre Pío sobre el sufrimiento:
1) “El Señor a veces te hace sentir el peso de la cruz. Este peso te parece insoportable, y sin embargo tú lo llevas porque el Señor, en su amor y en su misericordia, te tiende la mano y te da la fuerza que necesitas.”
2) “Si sufres aceptando con resignación su voluntad, tú no le ofendes sino que le amas. Y tu corazón quedará muy confortado si piensas que en la hora del dolor Jesús mismo sufre en ti y por ti. El no te abandonó cuando huiste de él; ¿por qué te va a abandonar ahora que, en el martirio que sufre tu alma, le das pruebas de amor?”
3) “No queremos persuadirnos de que nuestra alma necesita el sufrimiento; de que la cruz debe ser nuestro pan de cada día. Igual que el cuerpo necesita alimentarse, así el alma necesita día tras día de la cruz, para purificarse y separarse de las criaturas. No queremos comprender que Dios no quiere, no puede salvarnos ni santificarnos sin la cruz, y que cuanto más atrae a un alma hacia sí, más la purifica por medio de la cruz.”
4) “Ciertas dulzuras interiores son cosas de niños. No son señal de perfección. No dulzuras sino sufrimiento es lo que se precisa. Las arideces, la desgana, la impotencia, éstos son los signos de un amor verdadero. El dolor es agradable. El destierro es bello porque se sufre y así podemos ofrecer algo a Dios. La ofrenda de nuestro dolor, de nuestros sufrimientos, es una gran cosa que no podemos hacer en el cielo.”
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El artículo “Estigmas místicos” de la Enciclopedia Católica tiene una lista de algunos santos con estigmas, entre los que se encuentra Santa María Francisca de las Cinco Llagas (1715-91). En algunos lugares se celebra su santo hoy y en otros el 6 de octubre. Ella sufrió los estigmas, pero su santidad fue demostrada a lo largo de su vida por su paciencia en toda clase de sufrimientos, ya que recibir el don de los estigmas no es prueba de santidad en sí.
La santa prometió a Dios su virginidad y sentía una llamada a la vida religiosa, o sea que no quiso casarse con un novio rico que le consiguió su padre. Su padre le azotó violentamente y le encerró a pan y agua. Un religioso le convenció al padre a que desistiera y no le obligara a casarse. Ella se hizo franciscana terciaria, quedándose en casa de su padre hasta la muerte de su madre. Su padre continuaba maltratándola tanto que el obispo le denunció a la corte. Pero, cuando su padre se enfermó y estaba en su lecho de muerte, ella ofreció al Señor tomar los muchos sufrimientos de su padre, lo cual le fue concedido y resultó en la conversión de su padre.
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¿Qué misión nos confía el Señor al unir nuestros sufrimientos a los suyos, al contemplar sus heridas como los santos a lo largo de los siglos? La contemplación de las llagas de Cristo en el “Soneto a Cristo Crucificado” (que ha sido atribuido a varios autores, entre ellos S. Juan de la Cruz y Sta. Teresa de Jesús) ha conmovido a muchos. En un artículo sobre el soneto, dice Fr. Ángel Martín, OFM: “No es la belleza imaginativa del lenguaje lo que define a este soneto, sino la fuerza con que se renuncia a todo lo que no sea amar a cuerpo descubierto a quien, por amor, dejó destrozar el suyo.”
En este vídeo se oye interpretado por Ximena Gray:
Soneto a Cristo Crucificado
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Qué impresión le causan las cinco llagas del Señor esta Cuaresma? ¿Las ha contemplado de forma diferente a lo largo de los años?
Mañana: La luz – “se acerca a la luz” (Jn. 3,21)
6 comentarios
Cada vez que miro un crucifijo veo lo mucho que me ama personalmente el Señor (como a cada uno de sus hijos), pero el mensaje me parece nuevo y diferente cada vez, dependiendo de la situación en que me encuentre.
También he notado que las reacciones de mis hijos al ver un crucifijo van cambiando mientras crecen: "Jesús, es Jesús"; "¿Qué hace Jesús?"; "Sangre...le duele"; "¿Quién le hizo daño?"; "¿Qué pasa con el Señor Dios?" Esas son algunas de las cosas que he oído a mi hijo comentar, por ejemplo. No tengo que decirle nada para que se fije en las llagas del Señor. De los niños aprendo a no acostumbrarme a los crucifijos, para que al ver uno siga impresionándome el Amor de Dios que Jesús nos manda imitar. Un saludo.
"Su existencia está tan bien fundamentada históricamente que, por regla general, ya ni siquiera la cuestionan los no creyentes, quienes ahora solamente buscan darles una explicación natural. Así, ya el médico librepensador, Dr. Dumas, profesor de psicología religiosa en la Universidad de la Sorbona, claramente admite los hechos (Revue des Deux Mondes, 1 de mayo, 1907), del mismo modo como lo hace el Dr. Pierre Janet (Bulletin de l'Institut Psychologique International, Paris, Julio, 1901).Puede leerse el artículo completo para más información sobre el tema y supongo que habrá comprobaciones más recientes de las que menciona el artículo. También cito el artículo de Zenit (enlace también en el artículo) que menciona que hay “unos 250 casos de personas con estigmas, en la mayoría de los casos con comprobación científica”.
[...]Otra explicación de tales fenómenos es que los pacientes se causan las heridas a si mismos, ya fraudulentamente, ya en estado de inconsciencia, durante ataques de sonambulismo. Sin embargo los médicos siempre han tomado las debidas precauciones para prevenir esas causas de error, procediendo muy estrictamente, sobre todo en los tiempos modernos. En ocasiones, el paciente ha sido observado día y noche; en otras, se le han cubierto las extremidades con vendas selladas. El Sr. Pierre Janet colocó el pie de un estigmatizado en un zapato de cobre que poseía una ventana a través de la cual se podía observar la herida sin permitir que nadie la tocara."
Si no recuerdo mal, creo que el fenómeno fue estudiado bastante durante los 50 años en que S. Pío de Pietrelcina mostró visiblemente los estigmas, en pleno siglo XX. Le estudiaron médicos creyentes y no creyentes que comprobaron que en efecto tenía llagas sangrantes que no podían curar (y que desaparecieron sin rastro cuando murió). No conozco que haya casos parecidas en que la mente en sí cause heridas tan dramáticas como los estigmas del Padre Pío, por ejemplo.
De todas formas, no creo que sea dogma de fe en la Iglesia Católica creer en los estigmas de los santos (ni en las apariciones de la Virgen María, por ejemplo), pero supongo que alguien me corregirá si estoy equivocada en esto. Un saludo.
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