(466) Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo
«Todos los pueblos, Señor, vendrán a postrarse en tu presencia». El corazón de la Iglesia en este domingo, fiándose de esa profecía, está pleno de una esperanza absolutamente cierta… ¿Pero está verdaderamente viva la fe de esta esperanza en la mayoría de los cristianos de hoy?… Son muchos los que dan por derrotada a la Iglesia en la historia del mundo.
Sin embargo, nuestras esperanzas son las mismas promesas de Dios en las Sagradas Escrituras. En ellas los autores inspirados nos aseguran una y otra vez que «todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor, y bendecirán tu Nombre» (Sal 85,9; cf. Tob 13,13; Is 60 y otros profetas; Mt 8,11; 12,21; Lc 13,29; etc.). El mismo Cristo nos asegura que «habrá un solo rebaño y un solo pastor» (Jn 10,16). Y que, finalmente, resonará grandioso entre los pueblos el clamor litúrgico de la Iglesia:
«Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios, soberano de todo; justos y verdaderos tus designios, Rey de las naciones. ¿Quién no te respetará? ¿quién no dará gloria a tu Nombre, si sólo tú eres santo? Todas las naciones vendrán a postrarse en tu presencia» (Ap 15,3-4).
Siendo ésta la ciertísima esperanza de los cristianos, no tenemos ante el mundo ningún complejo de inferioridad, sino que lo vemos con inmensa compasión. No nos asustan sus persecuciones, ni nos fascinan sus halagos, y tampoco nos atemorizan los ataques de la Bestia, potenciada por el Diablo, que «sabe que le queda poco tiempo» (Ap 12,12). Los cristianos sabemos con toda certeza que el Príncipe de este mundo ha sido definitivamente vencido por Cristo. Por eso no queremos ser cómplices del mundo. «Nosotros somos de Dios, mientras que el mundo entero está bajo el Maligno» (1Jn 5,19). Que la Iglesia, «sacramento universal de salvación» (Vat. II, LG 48; AG 1), con la fuerza salvadora de Cristo, evangelice a todos los que hoy dicen: «no queremos que Él reine sobre nosotros» (Lc 19,14). Que todos busquemos la salvación en el único Salvador que Dios ha dado al mundo: «venga a nosoros tu Reino» (Lc 11,2); «ven, Señor Jesús» (Ap 22,20).
* * *
Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. Cada día confesamos en la liturgia –quizá sin enterarnos de ello– que Cristo «vive y reina por los siglos de los siglos. Amén». No sabemos cuándo ni cómo será la victoria final del Reino de Cristo. Pero habiéndosele dado a Cristo resucitado, en su ascensión a los cielos, «todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18); siendo el Rey del universo, el Rey de todas las naciones; teniendo, pues, sobre la historia humana una Providencia omnipotente y misericordiosa, estamos bien seguros de la victoria final de Cristo, que todo lo sujetará a su imperio benéfico.
Reafirmemos nuestra fe y nuestra esperanza. La secularización, la mundanización, es decir, la complicidad con el mundo, el horizontalismo inmanentista, la debilitación y la falsificación del cristianismo proceden hoy del silenciamiento y olvido de Cristo Rey hoy, y mañana Rey en la Parusía. Sin la esperanza viva en la segunda Venida gloriosa de Jesucristo, único Rey y Salvador del mundo, los cristianos malviven defraudados, y caen en la apostasía. Para evitar la persecución del mundo esconden su identidad cristiana, y acaban por renegar de ella.
* * *
Acto de consagración del género humano a Jesucristo Rey
Enchiridion Indulgentiarum, nº 27. La versión española que sigue es la publicada en 1995, hoy vigente, y traduce el texto original latino de 1986.
«Jesús dulcísimo, Redentor del género humano, míranos arrodillados humildemente en tu presencia. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y para estar más firmemente unidos a ti, hoy cada uno de nosotros se consagra voluntariamente a tu Sagrado Corazón. Muchos nunca te han conocido; muchos te han rechazado, despreciando tus mandamientos. Compadécete de unos y de otros, benignísimo Jesús, y atráelos a todos a tu Sagrado Corazón.
«Reina, Señor, no sólo sobre los que nunca se han separado de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te han abandonado. Haz que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no mueran de miseria y de hambre. Reina sobre aquellos que están extraviados por el error o separados por la discordia, y haz que vuelvan al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya más que un solo rebaño y un solo pastor.
«Concede, Señor, a tu Iglesia una plena libertad y seguridad. Concede a todo el mundo la tranquilidad del orden. Haz que desde un extremo al otro de la tierra no se oiga más que una sola voz : Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos ha venido la salvación. A él la gloria y el honor por los siglos. Amén.
«Al fiel cristiano que rece piadosamente el precedente acto de consagración del género humano a Jesucristo Rey se le concede indulgencia parcial. La indulgencia será plenaria si este acto se reza públicamente en la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo Rey».
Atención, párrocos.
José María Iraburu, sacerdote
32 comentarios
¡Viva Cristo Rey!
Que Dios le pague con creces todo este aliento que nos brinda. Que el Espíritu Santo lo siga iluminando y la Santísima Virgen María y San José lo protejan siempre.
¡Viva nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo!
-----------------------------------
JMI. Amén, amén, amén.
“Estoy a la puerta llamando: si alguno oye y me abre, entraré y comeremos juntos. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él.»”
AMÉN
Portones, alzad los dinteles, va a entrar el Rey de la Gloria!!!!
------------------------------
JMI.-No sé exactamente lo que mi amigo el P. Horacio Bojorge, SJ, dice. Por eso no sabría responder a su pregunta. "El centra la salvación"... Está claro que el centro de la salvación está en el amor a Dios y en el amor al prójimo, y que ambos son inseparables. El amor a Dios es el mandamiento primero y principal, y el segundo es semejante al primero, e inseparable de él.
-------------------------------
JMI.-Todo está sujeto a la Providencia de Dios. "No cae en tierra un pajarito", etc.
No hay en el mundo un gramo más de mal que lo que Dios permite. Y todos los bienes que hay en el mundo, hasta el más pequeño, están suscitados por Él, fuente de todo bien. Junto a eso sabemos:
+que a nuestro Señor Jesucristo le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Y que lo ejerce. No deja que las cosas vayan a su aire, sin más. Y que
+Todas las cosas colaboran al bien de los que aman a Dios (Rm 8,28).
Cristo, traenos la redención
Rey, libranos del poder del mal
Del Universo, salva a España
------------------------------
JMI.-Reine cada vez más en nosotros. Y en todas las naciones de la tierra.
Adelantamos, en síntesis, el contenido de estas páginas y el propósito al que ellas apuntan. En el Evangelio según San Mateo hay tres parábolas que se refieren al juicio de los creyentes [1] y una que se refiere al juicio de los no creyentes: Mateo 25, 31-46.
En las tres primeras parábolas son juzgados los creyentes según hayan vivido esperando la venida de su Señor y ocupándose de los intereses del Reino, o según que, por el contrario, hayan privatizado su existencia y hayan vivido sin esperar la venida y ocupados sólo en sus propios intereses, de espaldas a los de Dios.
En la escena del juicio de las naciones, El Hijo del Hombre, -figura corporativa que comprende a Cristo y a los creyentes fieles, o sea el Cristo místico total-, juzga a los no creyentes según la actitud que hayan tenido frente a los enviados por Jesús. Lo que han hecho con los miembros fieles del cuerpo, -con los hermanitos más pequeños de Jesús, con los pequeños que creen en Él-, lo han hecho con la cabeza. Para formar parte del cuerpo místico se ha debido pasar por el juicio previo a que son sometidos los creyentes, porque el juicio comienza por la casa de la fe (1 Pedro 4,17). Pero el juicio de las naciones se hace de cara a su actitud ante la Iglesia.
Sin embargo, una lectura reduccionista de este pasaje, cada vez más extendida aún en campo católico, pretende ver en él la carta magna de la salvación por el mero humanitarismo naturalista y no-religioso. Según esa interpretación, esta parábola revelaría el único y universal camino de salvación, por el que deberían transitar por igual, para salvarse, tanto creyentes como no creyentes. La salvación se obtendría por el ejercicio de una filantropía o mera solidaridad interhumana, en la que para nada intervendría la motivación religiosa, ni la explícita y amorosa vinculación con Jesús o la espera de su venida. Consecuencia: la fe y demás virtudes teologales serían superfluas e innecesarias para la salvación.
Desde Kant, por lo menos, hasta la teoría del cristianismo anónimo, se ha venido esgrimiendo esta interpretación naturalista del pasaje que, sin embargo, no sólo es ajena al sentido que Mateo quiso darle y le dio, sino que contradice frontalmente ese sentido literal. Puede decirse de ella que es una interpretación acomodaticia sobre la que de ningún modo puede fundarse una argumentación teológica.
-------------------
JMI.-Bien dicho, P. Bojorge.
"33. La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino TAMBIÉN a los MAGISTRADOS y GOBERNANTES.
A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del juicio final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres. Es, además, maravillosa la fuerza y la virtud que de la meditación de estas cosas podrán sacar los fieles para modelar su espíritu según las verdaderas normas de la vida cristiana.
Padre Miraburu, óigame bien:
¡ROMA LOCUTA EST, CAUSA FINITA EST!
Me temo que la inmensa mayoría no tiene valor de rezar esta maravilla de oración en público. ¡Mira que pedir a Cristo que reine sobre protestantes, moros y judíos! Políticamente incorrecto es poco, y eso se mira mucho hoy día, por desgracia.
¡Viva Cristo Rey!
--------------------------
JMI.-Se supone que habla en ironía.
¡Viva Cristo Rey !
Y aun que no me considero preparado ni mucho menos ¡Señor ven pronto!
-------------------------------
JMI.-Venga a nosotros tu Reino !!!!
Me parece antitradicional y ridículo decir que se refiere al trato dado a la Iglesia por los no creyentes.
Eso no quita la necesidad de la fe, sin la cual es imposible agradar a Dios.
---------------------
JMI.-Todo lo podemos en Aquél que nos conforta.
Podemos con todo. Con lo que nos echen.
Beso a usted la mano.
-------------------------------------
JMI.-Bendición, José Manuel.
/////////////////////////////////////////////
------------------------------
JMI.-Perdone, pero no publicamos la propaganda de un blog.
---------------------------------------------
JMI.-El Reino de Dios, tanto en el AT como en el NT, es un Reino,
que por supuesto abarca todo el universo. Y Cristo es el Rey del universo.
Le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
------------------------------------------
Pues el domingo en la misa, no rezamos lo que hay al final, era un misa más como cada domingo nada especial, Una pena.
-------------------------------
JMI.-La Misa de Cristo Rey, aunque no se rece esa oración que propone el libro de las INDULGENCIAS, es una Misa grandiosa-formidable en todas y cada de su oraciones y prefacio. Digna de cerrar-coronas el final del Año Litúrgico.
------------------------------------
JMI.-Si entra en mi blog, al final halla INDICE DE REFORMA O APOSTASÍA. Y podrá comprobar en la serie "Católicos y política" (104,105 y 106) que el concilio Vaticano no enseña que la confesionalidad sea un mal.
Dejar un comentario