(418) «Silencio» de Scorsese y «Clamor» de los mártires de Nagasaki
–¿Ha visto Silencio, la última película de Scorsese?
–Hace bastantes decenios que no veo cine. Pero hoy, 6 de febrero, la liturgia de la Iglesia celebra a los mártires de Nagasaki, y me ha parecido oportuno contrastar el Silencio con los mártires que celebramos.
–«Silencio», el ultimo filme de Martín Scorsese
El drama histórico dirigido por este famoso director se basa en la novela Silencio escrita por el japonés Shushaku Endo. Dos jesuitas portugueses, el P. Sebastián Rodrígues y el P. Francisco Garrpe, viajan en la segunda mitad del siglo XVII a Japón, para buscar al formador que tuvieron en la Compañía de Jesús, el P. Cristóbal Ferreira, de quien se dice que ha apostatado de la fe cristiana. Cuando lo encuentran, comprueban que los rumores eran ciertos. Horrorizado por los tormentos espantosos que sufren los cristianos de un Estado que quiere acabar con ellos, finalmente renunció a su fe, tomó una esposa japonesa y, oficialmente protegido, vivía como una especie de filósofo. Al ser hallado por sus antiguos alumnos, trata de que abandonen la pretensión de evangelizar el país.
La película se centra en las luchas interiores que sufre el P. Rodrígues, que termina apostatando, y como su antiguo maestro, él también pasa a vivir como filósofo amparado por el Estado, toma un nombre japonés, una esposa japonesa, y acepta la exigencia de pisar cada cierto tiempo una imagen cristiana y de reafirmar su formal renuncia a la fe. En esta situación vive hasta que muere a los 64 años, y su entierro se celebra en un ritual budista. El filme da también imágenes terribles de los tormentos sufridos hasta la muerte por cristianos fieles, gente del pueblo.
El resumen que acabo de hacer sobre un filme de dos horas y media, que según no pocos críticos de cine resulta muy ambiguo y complejo, es una simplificación escasa, del todo insuficiente. Por eso les recomiendo el análisis y comentario que hizo de él Mons. Robert Barron, Obispo Auxiliar de Los Ángeles (EE.UU.), publicado en Aciprensa (2-I-2017), del que transcribo sólo un párrafo:
«El establishment secular siempre prefiere a los cristianos vacilantes, inseguros, divididos y ansiosos por privatizar su religión. Y está demasiado dispuesto a desechar a las personas apasionadamente religiosas, tildándolas de peligrosas, violentas, y seamos realistas, no tan brillantes».
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–Los 26 mártires de Nagasaki (Japón)
El primer anuncio del Evangelio en el Japón lo realizó en 1549 San Francisco de Javier, con dos compañeros, Cosme de Torres y Juan Fernández. Lograron ser autorizados en su empresa por el daimio de Kagosima, Shimazu Takahisa. Esta primera misión tuvo un tiempo favorable, y contó con el respaldo del principal daimio del Japón, Oda Nobunga. Pero, asesinado éste, su sucesor promulgó en 1587 el primer edicto de prohibición del cristianismo, ordenando la expulsión de los jesuitas. La aplicación de este edicto de persecución llegó a la máxima violencia en Nagasaki, en 1597, con la crucifixión de 26 mártires cristianos.
Entre ellos murió San Pedro Bautista, franciscano español, con cuatro compañeros de hábito, uno de ellos mexicano, San Felipe de Jesús, y otro indio, San Gonzalo García; tres jesuitas japoneses, entre ellos San Pablo Miki (1564-1597), gran evangelizador de sus compatriotas, y diecisiete laicos japoneses, incluidos tres niños. Conocemos al detalle cómo fue su martirio por crónicas de cristianos que lo presenciaron. Del Oficio de lectura de la Liturgia de las Horas de hoy trancribo la narración que sigue.
De la Historia del martirio de san Pablo Miki y compañeros, escrita por un contemporáneo
Clavados en la cruz, era admirable ver la constancia de todos, a la que les exhortaban el padre Pasio y el padre Rodríguez. El Padre Comisario estaba casi rígido, los ojos fijos en el cielo. El hermano Martín daba gracias a la bondad divina entonando algunos salmos y añadiendo el verso: A tus manos, Señor. También el hermano Francisco Blanco daba gracias a Dios con voz clara. El hermano Gonzalo recitaba también en alta voz la oración dominical y la salutación angélica.
Pablo Miki, nuestro hermano, al verse en el púlpito más honorable de los que hasta entonces había ocupado, declaró en primer lugar a los circunstantes que era japonés y jesuita, y que moría por anunciar el Evangelio, dando gracias a Dios por haberle hecho beneficio tan inestimable. Después añadió estas palabras:
«Al llegar este momento no creerá ninguno de vosotros que me voy a apartar de la verdad. Pues bien, os aseguro que no hay más camino de salvación que el de los cristianos. Y como quiera que el cristianismo me enseña a perdonar a mis enemigos y a cuantos me han ofendido, perdono sinceramente al rey y a los causantes de mi muerte, y les pido que reciban el bautismo».
Y, volviendo la mirada a los compañeros, comenzó a animarles para el trance supremo. Los rostros de todos tenían un aspecto alegre, pero el de Luis era singular. Un cristiano le gritó que estaría en seguida en el paraíso. Luis hizo un gesto con sus dedos y con todo su cuerpo, atrayendo las miradas de todos.
Antonio, que estaba al lado de Luis, fijos los ojos en el cielo, y después de invocar los nombres de Jesús y María, entonó el salmo: Alabad, siervos del Señor, que había aprendido en la catequesis de Nagasaki, pues en ella se les hace aprender a los niños ciertos salmos.
Otros repetían: «¡Jesús! ¡María!», con rostro sereno. Algunos exhortaban a los circunstantes a llevar una vida digna de cristianos. Con éstas y semejantes acciones mostraban su prontitud para morir.
Entonces los verdugos desenvainaron cuatro lanzas como las que se usan en Japón. Al verlas, los fieles exclamaron: «¡Jesús! ¡María!», y se echaron a llorar con gemidos que llegaban al cielo. Los verdugos remataron en pocos instantes a cada uno de los mártires.
Oración
Oh Dios, fortaleza de todos los santos, que has llamado a san Pablo Miki y a sus compañeros a la vida eterna por medio de la cruz; concédenos, por su intercesión, mantener con vigor, hasta la muerte, la fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo.
José María Iraburu, sacerdote
30 comentarios
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JMI.-De acuerdo. Hoy el martirio de casi cualquier cristiano es continuo en tantísimas cosas.
Y además de eso, martirios sangrientos, de muerte, ha habido en el s.XX más que en la suma de todos los siglos anteriores de la historia de la Iglesia.
Sobre su respuesta a Roberto Ibarra Videla de que "ha habido en el siglo XX más (martirios sangrientos) que en la suma de todos los siglos anteriores de la historia de la Iglesia", me atrevería a decir que eso es sin contar el siglo XXI.
Digo esto porque sospecho que estamos a las puertas de una terrible persecución de los cristianos como nunca se ha visto, dado que la Iglesia sufre una crisis intestina sin precedentes que en cualquier momento estallará con una violencia inusitada.
Los fieles asistimos atónitos a una lucha sórdida de obispos contra obispos y cardenales contra cardenales que parece confirmar los dramáticos mensajes de la Santísima Virgen en Akita y Fátima, y todo indica que 2017 puede ser un año de muchos dolores.
Tal vez es preciso que ocurra todo eso para que se produzca el tan ansiado Triunfo del Inmaculado Corazón de María. Recemos mucho por ello.
Muchas gracias!
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JMI.-Bibliografía (libros) no conozco.
Pero en internet seguro que podrá encontrar más información.
A esos mismos japoneses los vemos unas escenas anteriores, arrodillados y con lágrimas en los ojos mientras en el profundo silencio de la noche, en una pobre choza y en un pobrísimo altar, el Padre Rodrigues, comienza a oficiar "ad orientem" el Santo Sacrificio de la Misa, susurrando "Introibo ad Altare Dei".
Hacía tiempo que no me emocionaba tanto con unas imágenes tan sublimes y poderosas, con la fuerza de una fe que en palabras de Nuestro Señor "ha sido revelada a los humildes y sencillos",
El palma del martirio es un don, como la virginidad o tantos otros.
El miedo es humano ¿piensas que alguien, sin el socorro directo del Espíritu Santo, puede enfrentarse al martirio?
Seguramente la palma con la que tú entrarás en el cielo es la de haberte santificado con las pequeñas cosas cotidianas del día a día, consumiéndote como una vela para dar luz a a tus hijos y mujer. No es menos que el martirio de Pablo Miki...y si no, que se lo pregunten a San José.
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JMI.- Sin la ayuda de Cristo, sin el auxilio y la moción de su gracia, evidentemente no somos capaces de aceptar el martirio.
Más aún, "no podemos hacer nada" (Jn 15,5).
Y cuando Cristo nos dice que sin Él no podemos hacer nada,
quiere decir que sin Él no podemos hacer NADA.
Ahora, con este comentario, me doy por ilustrado de la historia de estos mártires, y barrunto que mucho mejor (ilustrado) que si hubiera visto la susodicha película. Dios le bendiga.
Más allá de que haya sido histórica o no esa frase, en ella, y la falta de visión sobrenatural que transmite, encuentro la causa del horror al martirio. Una forma de pensar muy diferente a la de Juan el Bautista, cuando dice «es necesario que yo Él crezca y que yo disminuya», y es por eso que puede reconocer y presentar a sus discípulos al «Cordero de Dios que quita los pecados del mundo».
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JMI.-Más allá de que haya sido histórica o no esa frase...
No, histórica no es. Procede de la novela de un autor japonés. Sin más.
De acuerdo en lo que viene Ud. a decir:
que Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.
Que Dios nos darà la gracia para pasar por lo que quiera que pasemos....eso ha de mantenernos en pie.
Aprovecho para recomendar al Obispo Barron que el P. Iraburu cita. Me gusta mucho.
Es una película que se adentra en el misterio del mal y el dolor, con un gran respeto, más aún, cariño y admiración por la fe de los sencillos, como bien ha señalado LUIS LÓPEZ, en sus dos últimos y emocionados párrafos. Una película que remueve por dentro, cuestiona qué tipo de fe tiene uno.
Son obras artísticas, la novela y la película, y como tales hubiese sido, en mi opinión, preferible unas catequesis sobre ellas, más que la condena de las mismas, a veces por personas que ni la han visto.
Luego está, claro, que pueda gustar, o no; pero eso es otro asunto.
(EDITADO)
Desde nuestra visión actual, resulta difícil de comprender una cosa así. Las creencias cambian y no pasa nada. Lo s estados se abren a los demás. Las culturas se mezclan. Las religiones se hermanan, y al final se pondrán de acuerdo, hasta crearse la religión universal del Amor y la Compasión. Caminamos hacia una sociedad globalizada, con principios y valores comunes. Esos horrores del pasado no volverán, salvo los desquiciados que quedan, que siempre pueden asesinar. Pero están fuera de la ley. Pocos estados actuan ya asi, y los que actúan de ese modo, están fuera del mundo actual. No habrá martires en España, salvo algun caso de asesinato pir parte de un demente.
Mal que les pese, tendrán que aprender a vivir en este mundo.
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JMI.-Habló el profeta.
(Profeta falso, claro).
"Caminamos hacia una sociedad globalizada, con principios y valores comunes. Esos horrores del pasado no volverán, salvo los desquiciados que quedan, que siempre pueden asesinar"
Usted se ha enterado de cuantos "cristianos" ejecutan, trabajan, promueven, conscienten y percisten en el aborto? Sabe cuantos y donde HOY ya en estos segundos nilos son "sacrificados" como aquellos inocentes que herodes mataba por Jesus, sabe cuantos de ellos podriam ser sacerdotes santos y religuiosas santas?.
Solo hablar de la globalizacion del aborto! Tiembla el cielo y la tierra, "encontrara Fe" cuando llege el selor?
Y es muy fácil caer en esa trampa: el sacerdote se "sacrifica" por los pobres... ¿no haría eso Jesucristo? El problema es que, si digo que sí, estaría diciendo que Jesucristo sería capaz de apostatar de sí mismo o del Padre, por el bien de sus discípulos, de entonces o de todas las épocas. Y es evidente, que eso no lo hizo Jesús, sino que dijo: "Yo Soy", con todas las consecuencias.
Asi que implica una gran mentira, porque: ¿cuál es el bien de los pobres que buscan estos sacerdotes? ¿Cuál es el bien que entienden los pobres que prefieren el martirio? ¿Qué bien es superior? Un pensamiento materialista nunca lo podrá discernir, nunca entenderá el martirio.
"Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles. Pero para los llamados a Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios"
Disculpen mi atrevimiento. Intentaré verla cuanto antes
Hay libertad religiosa y hay respeto. La segunda vez fuimos desde Tokio a Akita, en tren, 4 horas en el tren bala, viaje hermoso, cruza Japón. Fuimos a Akita porque Susana quería conocer el Santuario a Nuestra Señora de Akita. Es impresionante la devoción que hay allí. Es Patrona de Oriente. Les aconsejo que entren a una página web del tema porque van a encontrarse con varias sorpresas de la Señora.
Esa aparición es una señal muy importante de Dios, véanla por favor, es el Japón de San Pedro Mikki.
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JMI.-San Pablo Miki.
Ayer al celebrar el Oficio de Lectura pensé exactamente lo mismo.
Bendiciones!
Es normal empatizar con el jesuita
Cuando estas rodeado de salvajes uno piensa no se hizo la miel para el asno.
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JMI.-Cristo con su Iglesia ha demostrado en la historia que con su gracia no pocos pueblos bestiales se han convertido en pueblos cristianos.
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JMI.-Lea en la Veritatis splendor la última parte sobre el martirio.
El artículo, simplemente, contrapone la apostasía de dos SJ y el martirio de 26 cristianos fieles.
Lo del "objeto estático y rudimentario" y algunas otras consideraciones suyas semejantes son hallazgos verbales bien curiosos, pero que no tienen nada que ver con mi artículo.
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A mí la película, con todo, me gustó mucho. Es cierto que tiene cosas flojas, como los dilemas existenciales de Rodrigues, muy pensados al gusto de nuestra época. Pero tal y como lo veo, la película nos presenta la tragedia de la apostasía... es doloroso ver a Rodrigues rendirse, y convertirse en parte de los perseguidores. Y ante ese drama, por contraste, creo que sí luce la gloria del martirio.
A mí la película me movió a mayor celo, porque ante esta sociedad que nos exige casi a diario pequeñas apostasías o nos condena a un martirio, no cruento, pero sí moral, la película deja claro que los enemigos de la fe nunca nos van a perdonar, y si cedemos en algo, luego nos pedirán más. Anima, pues, a la lucha por la fe.
Los protagonistas piensan, dicen y actúan convencidos de que el martirio es inútil.
El mensaje de la película, que es la lectura que hacen las masas, es que la apostasía en ciertos casos, como el de Japón en el XVII, es conveniente y sensata.
Esta película es anticatólica, como era de esperar de Hollywood y de Scorsese.
Que guste o que no, que haga pensar o que emocione, no pintan nada. Hay católicos que frente a algo anticatólico pero que les gusta, o bien "que les hace pensar", quedan encantados. Allá ellos.
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