(344) Sínodo: Oremos unidos a la Iglesia celestial
–Perdone, pero creo que lo que escribe hoy ya nos lo ha dicho varias veces.
–Es cierto, en el artículo (307) y en otras ocasiones. Pero como no me hacen caso del todo, tengo que repetirlo.
Levantemos nuestros corazones a Dios y a la Iglesia celestial. Es lógico que cuando la Iglesia de la tierra celebra, como ahora en el Sínodo, una importante reunión, se centre en ella la atención de los cristianos. Pero no nos olvidemos de Dios uno y trino, de Cristo, enamorado de su Iglesia-Esposa, de la Virgen María, de todos los ángeles y los santos. El cielo está atento a lo que sucede en la tierra. Y en el resultado de lo que hacemos aquí abajo tiene mucho más influjo lo celeste que lo terreno. Por eso, desde el comienzo, hago notar que en este mundo quienes están participando con mayor eficacia en los trabajos del Sínodo son las comunidades contemplativas, siempre dedicadas por su vida penitente y su oración incesante a traer el cielo sobre la tierra. «Hágase tu voluntad en la tierra, en este Sínodo, como en el cielo».
Ningún cristiano de este mundo puede autorizarse a estar angustiado, ansioso o desconcertado, y menos aún triste y amargado, decepcionado de ver tanta miseria en el campo de la Iglesia, incluso en el jardín de Ella, donde podría suponerse que había más flores de sabiduría y santidad. ¿Tenemos puesta en Dios toda nuestra esperanza o no? ¿Creemos en la Providencia divina, eficaz, omnipotente, bondadosa, misericordiosa, siempre atenta al cuidado de la Iglesia, capaz de sacar inmensos bienes de los males que permite? «Todas las cosas colaboran al bien de los que aman a Dios» (Rm 8,28). ¿A qué sirven tantos temores y angustias? ¿Teniendo la Escritura, la Tradición, el Catecismo y la Liturgia, quién tiene derecho a permanecer desconcertado?
Los errores y pecados que aquejan hoy a los cristianos, Pastores y fieles, son muchos, como los Papas han declarado tantas veces. No es pesimismo pensarlo y decirlo. Es simple afirmación verdadera de la realidad. Y nos alarman, como es lógico, muy especialmente cuando los vemos en quienes son Pastores sagrados de la Iglesia.
San Juan Pablo II: «se han esparcido a manos llenas ideas contrastantes con la verdad revelada y enseñada desde siempre. Se han propalado verdaderas y propias herejías en el campo dogmático y moral, creando dudas, confusiones, rebeliones. Se ha manipulado incluso la liturgia» (6-2-1981). El cardenal Ratzinger,un mes antes de ser constituido Papa, en el Via Crucis del Coliseo: «¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra [de Dios]! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia!… Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo» (25-III-2005).
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Pero el cielo está sosteniendo la tierra.El mundo es pasando; es un instante entre el pasado, que ya pasó, y el futuro, que aún no es. «El tiempo es corto… Pasa la apariencia de este mundo» (1Cor 7,29.31). Los cristianos sufrimos los males del tiempo presente en que vivimos, pero sin olvidar jamás y siempre recordando que «somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo, que reformará el cuerpo de nuestra miseria conforme a su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas» (Flp 3,20-21). Es, pues, coherente con esta fe la exhortación de San Pablo: «Si fuisteis resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Estáis muertos, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, os manifestaréis gloriosos con Él» (Col 3,1-4).
Y también: «Por la momentánea y ligera [breve y liviana] tribulación nos prepara [Dios] una carga eterna de gloria incalculable. Y nosotros no ponemos los ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las visibles son temporales; las invisibles, eterna» (2Cor 4,17-18). Así hemos de vivir, también durante las semanas en que la Iglesia ser reúne en un Sínodo, con todas sus luces y sus sombras.
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Invoquemos al Padre celestial, «el Padre de las luces, en el que no se da mudanza ni sombra de alteración» (Sant 1,17), «Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo» (2Cor 1,3). De Él nos dice Jesús: «bien sabe vuestro Padre celestial todo lo que vosotros necesitáis», y si tan bien cuida de las flores del campo y de las aves del cielo, «¿no hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? ¿No valéis vosotros más que ellas?» (Mt 6,25-30). «Lo que mi Padre me dio es mejor que todo, y nadie podrá arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una sola cosa» (Jn 10,29-30).
Alcemos los ojos al Hijo redentor, «por quien todo fue hecho; que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado… y resucitó al tercer día, subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre»… Él nos hizo miembros de su propio cuerpo, «y nadie aborrece jamás su propia carne, sino que la alimenta y abrica como Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo» (Ef 5,29-30). «Él es el que nos ama, y nos ha absuelto de nuestros pecados por la virtud de su sangre» (Ap 1,5). Por tanto, «¿quién nos arrebatará al amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?… [¿Algunos hombres vestidos de negro, con alzacuellos, que dicen barbaridades?] En todas esas cosas vencemos por Aquel que nos amó» (Rm 8,35-37).
Elevemos las manos al Espíritu Santo, el Don supremo del Padre y del Hijo para los hombres. «Yo rogaré al Padre, y os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad» (Jn 14,16). Si Cristo es la Cabeza, el Espíritu Santo es «el alma de la Iglesia» (Vat. II, LG 7) Si Él habita en nosotros, en la unidad del Padre y del Hijo, como en un templo, ¿algún cristiano puede autorizarse a vivir lleno de angustias, temores y ansiedades, vayan las cosas en el mundo y en la Iglesia como vayan?
Nos acogemos al amparo de la gloriosa Virgen María, que en la Cruz nos fue dada como Madre por Jesús agonizante. A Ella en la Iglesia se alzan diariamente cincuenta veces –millones de veces– la petición de sus hijos: «ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte». Así se lo pedimos, sabiendo con certeza que la Virgen María, Madre y Reina nuestro, junto a la Santísima Trinidad, «vive siempre para interceder por nosotros» (Heb 7,25).
En fin, los ángeles y los santos del cielo, unidos a los cristianos de la tierra, al celebrar cada día el Sacrificio de la Nueva Alianza, pedimos a Cristo antes de recibirlo en la comunión eucarística: «no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vivas y reinas por los siglos de los siglos».
Amén.
José María Iraburu, sacerdote
Post post 1.– La imagen que encabeza este escrito nos confiesa gráficamente la fe católica, por la cual la Iglesia peregrina, la de la tierra, se sabe siempre en unión continua y decisiva con la Iglesia celestial.
Post post 2.– Oremos, oremos, oremos.
20 comentarios
A mi, humildemente, me parece que algo ha de cambiar (y no es quiera, claro, sino que es lo que se deriva de lo leído a lo largo de estas tres semanas que ahora terminan). Si no cambia nada, se habrá sometido a la Iglesia católica a una tensión innecesaria. Y si cambia, se someterá a la Iglesia católica a una tensión muy necesaria; triste pero necesaria (por defender nuestra común fe católica y porque aquí no caben tibiezas ni comportamientos por el estilo)
Es mejor, sin duda, que, en este caso, como suele decirse, que "la montaña dé a luz a un ratón". Lo digo para que el ratón no sea muy grande y el desastre sea de dimensiones estimables en malo o peor.
De todas formas, sí que hace falta oración porque, como dijo Cristo, hay determinadas especies (como el humo de Satanás) que sólo se sacan con oración.
Así y todo, debería ser hora de analizar cómo es que se ha llegado a que gente de tanta alcurnia en la Iglesia (teólogos, obispos, cardenales), hayan incurrido en semejantes estados de corrupción en la doctrina y permisividad en las costumbres.
Hoy es difícil pensar en enviar a Alemania a algún seminarista o sacerdote joven a "doctorarse" en teología o hasta en Sagrada Escritura. Y, pensándolo bien, a muchas otras "famosas" universidades, aún romanas.
¿Se ha tenido el coraje de desenmascarar a superhéroes de cierta teología,como Rahner?
¿Es posible que un Kasper se queje de que, quienes van contra él, también se oponen al Papa, cuando él y tantos de su corte intelectual se enfrentaron olímpicamente a S. Juan Pablo II y Benedicto XVI?
Hubo advertencias a Schillebeeckx, la Teología de la Liberación, y otros, pero muchos siguen expandiendo sus venenos, sin advertencia alguna.
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JMI.-La gente cristiana buena y sencilla muchas veces piensa que sí, que hay muchos errores y herejías, pero piensa que al menos los Obispos y Cardenales, por serlo, permanecerán católicos. ¡Son sucesores de los Apóstoles!¡Son Obispos católicos!
No se dan cuenta de que una difusión generalizada de múltiples herejías no puede darse en una región si el Obispo o los Obispos no son herejes o al menos cómplices pasivos de la herejía. Los párrocos, p.ej., predican en tal diócesis herejías PORQUE saben que el Obispo no les va a decir nada. Saben que sus herejías quedarán impunes, y por eso se atreve a difundirlas.
Hay herejes-maestros que son capaces de sufrir prisión y muerte antes que retractarse de su herejía. Pero los herejes-discípulos, que son muchísimos más, lógicamente, no suelen tener vocación de mártires. Difunden una herejía mientras ven que "puede hacerse" sin que ello les traiga graves perjuicios: perder la cátedra, la parroquia...
Para esta buena gente a la que aludo el Sínodo ha sido una revelación: han comprobado que entre Obispos y Cardenales hay no pocos (no 3 o 5) herejes o cómplices pasivos de los herejes. En este sentido, el Sínodo ha hecho un bien importante: abrir los ojos de muchos que no veían lo que era perfectamente obvio.
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JMI.-"La verdad os hará libres".
En el Sínodo, por supuesto, ha habido intervenciones muy buenas, otras ambiguas, otras pésimas: cripto-herejías o herejías patentes. Dios quiera que "los buenos" ingenuos se vean libros de su buenismo (y de su hermana: la tibieza) conociendo la verdad: cómo está el patio. Y se decidan a confesar la verdadera fe católica con toda su alma y a combatir con todas sus fuerzas las herejías que la contrdicen.
"Para que el mal triunfe sólo es necesario que los buenos no hagan nada".
No cito esta frase para referirme a lo que ocurre en las altas instancias eclesiales. Confío plenamente en la acción del Espíritu Santo para conducir a la Esposa fiel de Cristo por la Luz. Y digo esto porque las grandes herejías que se están difundiendo en el sínodo no calarán en la mayoría de los fieles, por lo burdo de sus argumentos y la claridad que muestran contra la verdadera doctrina católica. Lo que sí cala a diario y hace más daño son las "pequeñeces" que nos apartan del recto camino y de las que nadie habla, ni en el sínodo ni en ninguna parte, porque te tachan de integrista, ultracatólico, fascista, tradicionalista o simplemente de mal católico por dentro que intenta aparentar serlo por fuera.
Me refiero a todos esos, o estos párrocos, sacerdotes, y capellanes de aquí al lado, de los que están cerca de nosotros, difundiendo herejías con sus palabras y sus actos personales, dando mal ejemplo y arruinando la honra de la Iglesia, cada día en nuestras parroquias y nuestros centros de ejercicios espirituales. A estas organizaciones no del todo transparentes que cuentan con bendiciones del mismo Papa y son populares entre el público en general.
¿Quiénes son esos buenos que tienen que hacer algo para impedir el triunfo del maligno? ¿Dónde están? ¿Por qué no se ven sus buenas obras? ¿A qué esperan? O ¿es que no queda ninguno?
Estoy harto de ver liturgias con florituras e innovaciones ilícitas saltándose toda norma oficial. Estoy harto de ver a sacerdotes que no visten como sacerdotes. Estoy harto de ver los confesionarios vacíos y largas colas para comulgar, en las que, es más que probable, se cometan comuniones sacrílegas. Estoy harto de ver a seglares repartir la Eucaristía para que la misa no se alargue y nos dé tiempo a tomar un vino después. Estoy harto de escuchar homilías huecas de contenido pero llenas de palabrería bien sonante. Estoy harto de muchas cosas que veo a diario.
Repito ¿dónde están los buenos?
Son notables!!!!Y el bién que le hacen a la Iglesia!!!
Es más facil que se caiga el sol, que lo haga la Iglesia, porque a está sostiene Cristo!!!!Palabras llendo al exilio, al destierro, soló para morir.
San Juan Crisostomo.
Muchas Gracias y adelante!!!!!!!y que Dios lo bendiga y bendiga a la Iglesia!!
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JMI.-Amén.
No obstante, esto ha sido el impacto de la teología de la sexodiversidad, pero falta el impacto de la teología liberal-progresista en pleno. En este momento, pienso que se cumplirán las palabras de Akita (cardenales contra cardenales) y del Apocalipsis (caen un tercio de las estrellas).
Opino que caerán pronto diversas teologías: la teología del feminismo (el clero sin mujeres decide sobre las mujeres), la teología ecumenista (todas las religiones llevan a la salvación), la teología de la misericordia (por amor hay que aceptar a todos), la teología de la vida (la vida está por encima de las reglas crueles), la teología del amor (todo amor es bueno y lleva a la salvación), la teología social o de la liberación (los pobres económicos y los explotados y oprimidos tiene la santidad fundamental), la teología histórica (las palabras de Jesus sobre el adulterio están superadas porque se referían a una época donde los matrimonios eran de interés, forzados o de menores), la teología del relativismo (la conciencia es la regla de oro suprema para valorar la moralidad de los actos).
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JMI.-"Opino que caerán pronto diversas teologías"...
¿Pronto?... Ya se han ido introduciendo de hecho.
Encima el tema del desastroso Sínodo donde nos van a cambiar a fe sí o sí. Lo queramos o no. Lo curioso del caso es que "esta nueva fe" que están predicando no me interesa en absoluto.
Lo siento Padre pero se nos está pidiendo a los fieles corrientes un esfuerzo sobrehumano. ¿Ud. cree que todavía se puede hacer algo? La verdad es que yo ya no lo creo.
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JMI.-No, no nos van a cambiar la fe ni en el Sínodo ni después.
No, no nos está pidiendo Dios un esfuerzo sobrehumano.
No.
Palabra de Dios:
Nunca Dios permite que seamos tentados sobre nuestras fuerzas.
Todo lo puedo en Aquel que me conforta.
Aunque pase por valle de tinieblas no temeré mal alguno, porque Tú vas conmigo.
Las fuerzas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia.
Si quiere ser discípula fiel de Cristo, tome su cruz cada día, y sígale.
Palabra de Dios.
Bendición +JMI
Hemos de perseverar y confiar en que algún Pedro se atreva a intervenir misericordiosamente en defensa del pueblo sencillo de Dios.
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JMI.- "hay una tristeza santa, que es la de ver a nuestros pastores portándose como lobos, abriéndole la puerta para que devore al rebaño
...
Esa afirmación es excesiva.
Si dice Ud. "ver que algunos de nuestros pastores portándose"... eso sí.
Tal como está el patio, hemos de medir mucho nuestras palabras. De otro modo, echamos leña al fuego.
Es necesario rezar, pero quédese tranquilo, lo que el Santo Padre apruebe bien aprobado estará. ¿O no?
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JMI.-¿Que me ve apesadumbrado?...
Quizá tenga Ud. unas gafas muy oscuras, que le hagan ver todo negro.
Quédese tranquilo, y si se anima, lea mis artículos (306) y (307).
Y a éste, el (344), también puede darle un repasito.
En cuanto a que "hemos de utilizar un lenguaje positivo" déjeme que le recomiende mi artículo (25) en este blog:
El lenguaje de Cristo claro y fuerte
Y ya de paso puede asomarse al lenguaje de SPablo, Castellani, Francisco de Javier, SJuan Crisóstomo, SIgnacio de Loyola, SJuan de Ávila (26-32).
Unas veces afirmaban (positivo) y otras negaban (negativo). No hay otro modo de comunicar la verdad. Lo mismo hace STomás en los arts. de la Suma.
Me parece que ya lo he dicho en otro blog.
Escucharlo es como sentir realmente que existe "la comunión de los santos": La común unión de los que queremos ser santos.
Gracias por sus enseñanzas.
¿No está El a bordo? Pues entonces, confiemos en El.
Oremos por la conversión de todos. Asociémonos a Cristo en su Pasión, dejándonos de lamentos estériles, tengamos paciencia y aspiremos verdaderamente a la santidad.
¡Que ya urge!
Gracias
¿Pronto?... Ya se han ido introduciendo de hecho.
Sí. Alguien me dijo, y opino con razón, que todos los católicos seremos "cribados" o pasados por diversas redes, puesto que casi todos tenemos puntos débiles por donde nos entrará la apostasía, almenos potencialmente.
Alguien puede rechazar por repugnantes el aborto y el adulterio, pasa la criba y la red. Pero viene otra criba y red más finas, adaptadas a su debilidad espiritual: acepta la anticoncepción y el sacerdocio femenino. Otro, el sacerdocio casado. Otro el divorcio. Otro la libre elección democrática de dogmas...
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JMI.-De acuerdo.
Bendición +
Dios lo bendiga.
Por lo tanto, a levantar el espíritu y poner toda la confianza en la Santísima Trinidad: Invocar al Padre celestial, alzar los ojos al Hijo redentor y elevar las manos al Espíritu Santo. Acogernos al amparo de la gloriosa Virgen María y, en fin, de los ángeles y los santos del cielo.
Muchísimas gracias por este post, no sabe todo el bien que me ha hecho. Que el Espíritu Santo lo siga iluminando siempre.
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JMI.-Bendición +
• 66. Llevad sin tardanza, venerables hermanos, al conocimiento de vuestro clero y de vuestros fieles las instrucciones que con ocasión del decimoquinto centenario de la muerte del Doctor Máximo acabamos de daros, para que todos, bajo la guía y patrocinio de San Jerónimo, no solamente mantengan y defiendan la doctrina católica acerca de la inspiración divina de las Escrituras, sino que se atengan escrupulosamente a las prescripciones de la encíclica Providentissimus Deus y de la presente carta. Entretanto, deseamos a todos los hijos de la Iglesia que, penetrados y fortalecidos por la suavidad de las Sagradas Letras, lleguen al conocimiento perfecto de Jesucristo; y, en prenda de este deseo y como testimonio de nuestra paterna benevolencia, os concedemos afectuosamente en el Señor, a vosotros, venerables hermanos, y a todo el clero y pueblo que os está confiado, la bendición apostólica. (Benedicto XV (1914-1922), «Spiritus Paraclitus». Página.83. Segunda edición corregida y aumentada. )
En al numeral anterior, citando a San Jerónimo, hace ver, que si quien se escandaliza por decir estas verdades en defensa de la doctrina de la Iglesia Católica, aquellos que se lamentan, es porque no aman a Cristo. Y es cierto. Y si no aman a Cristo no aman a la Iglesia Católica, y la indiferencia no nos puede dominar, pues que para permanecer con Cristo y la Iglesia Católica, no podemos silenciar la verdad.
El respeto al Papa Francisco es necesario, como sucesor de Pedro, en todo lo que se ajusta al plan de Dios para salvar a la humanidad entera.
Y siempre damos gracias incesantes a Dios, por sacerdotes como el Padre José María Iraburu, que siempre nos ayudan a crecer espiritualmente.
Gracias, el Señor lo bendiga, en comunión de oraciones
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JMI.-Bendición +
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