(313) Las palmas las llevan los fieles; no Cristo, ni el sacerdote que lo re-presenta
–Ahora va a resultar que el sacerdote no ha de llevar palma en la procesión del Domingo de Ramos.
–Ésa es la norma, hijo, eso es lo que dispone la rúbrica en el Misal Romano.
–El Domingo de Ramos viene a ser el introito de la Misa de Semana Santa. Entra Jesús en Jerusalén, y el triunfal recibimiento que se le ofrece, es únicamente el homenaje momentáneo que Israel ofrece a su Salvador, que pronto será Cordero pascual inmolado en el altar de la Cruz, en el sacrificio de la Nueva Alianza, único y definitivo, en el que de verdad «quita el pecado del mundo» (Jn 1,29), reconciliando a los hombres con Dios al precio de su sangre.
San Andrés de Creta (+740) nos anima a revivir en la liturgia del día aquella procesional entrada gloriosa de Jesús, sentado en un borrico, acompañado de sus Apóstoles: «salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy de Betania y, por propia voluntad, se apresura hacia su venerable y dichosa Pasión, para llevar a plenitud el misterio de la salvación de los hombres. Porque el que va libremente a Jerusalén es el mismo que por nosotros, los hombres, bajó del cielo, para levantar consigo a los que yacíamos en lo más profundo y para colocarnos, como dice la Escritura, “por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido”» (Ltga. Horas, Domingo de Ramos).
–La liturgia de la Iglesia inicia la celebración de este Día del Señor con una procesión, en la que se reproduce la escena de Jerusalén. «Algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Mt 21,9). Por supuesto, no llevaba Cristo en sus manos una palma o una rama de olivo. Quienes los llevaban en su homenaje eran los que con alegría lo recibían como un Rey salvador.
Por eso la rúbrica que acompaña este momento solemne organiza la procesión con la Cruz alzada, el incienso, dos ministros con velas encendidas y cantos. «A continuación el sacerdote con los ministros, y por último, los fieles, que llevan los ramos en las manos». En su Directorio del año litúrgico, Pedro Farnés comenta: «los fieles contemplan y aclaman al Señor, representado por el celebrante».
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–Hoy se ha debilitado la fe en el sacerdote como re-presentante de Cristo. Y se me ocurre que eso explica que tantas veces en la procesión del Domingo de Ramos veamos al Obispo o al presbítero que la preside llevando él también piadosamente una palma o una rama de olivo. Sin embargo, esta convicción de la fe está muy fuertemente expresada en los documentos recientes de la Iglesia. Los presbíteros son en la Iglesia una representación sacramental de Cristo cabeza, en cuanto Maestro, Sacerdote y Pastor.
El Concilio Vaticano II, por ejemplo, en la constitución sobre la sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, enseña que «Cristo está siempre presente a su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro… sea sobre todo bajo las especies eucarísticas» (7).
Y en el decreto Presbyterorum ordinis, afirma que el sacerdocio ministerial «se confiere por aquel especial sacramento con el que los presbíteros, por la unción del Espíritu Santo, quedan sellados con un carácter particular, y así se configuran con Cristo sacerdote, de suerte que puedan obrar como en persona de Cristo cabeza (unctione Spiritus Sancti, speciali charactere signantur, et sic Christo Sacerdoti configurantur») (2). La nueva consagración y configuración a Cristo, obrada por el sacramento del Orden, se añade e intensifica, por así decirlo, la ya recibida por todos los fieles en el sacramento del Bautismo. Como afirma el mismo documento, «los sacerdotes están consagrados de manera nueva a Dios por el sacramento del orden (novo modo consecrati)», y así «se convierten en instrumentos vivos de Cristo, Sacerdote eterno, para proseguir en el tiempo su obra admirable» (12). Por eso el sacerdote, «a su modo, representa la persona del mismo Cristo» (ib.).
El Sínodo de los Obispos de 1971, sobre el sacerdocio, expresó esta misteriosa realidad en palabras todavía más expresivas.
«El ministerio sacerdotal del Nuevo Testamento, que continúa el ministerio de Cristo mediador y es distinto del sacerdocio común de los fieles por su esencia y no sólo por grado (LG 10), es el que hace perenne la obra esencial de los Apóstoles. En efecto, proclamando eficazmente el Evangelio, reuniendo y guiando la comunidad, perdonando los pecados y sobre todo celebrando la Eucaristía, [el sacerdote] hace presente a Cristo, Cabeza de la comunidad, en el ejercicio de su obra de redención humana y de perfecta glorificación de Dios… El sacerdote hace sacramentalmente presente a Cristo, Salvador de todo el hombre, entre los hermanos, no sólo en su vida personal, sino también social» (I,4). Y muy especialmente en toda acción litúrgica.
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–¿Qué hace, pues, el sacerdote en la procesión de los ramos? Evidentemente, su función es re-presentar a Cristo Salvador, darle presencia visible y audible en la evocación litúrgica de su entrada en Jerusalén, como signo suyo sagrado, en medio de los fieles, que aclaman al Señor con sus cantos y sus ramos.
José María Iraburu, sacerdote
Post-post. – He consultado la cuestión precedente con don José Antonio Goñi Beásoain de Paulorena, Delegado Episcopal de Liturgia en la diócesis de Pamplona, doctor en liturgia y jefe de redacción de la revista «Phase», que ha tenido la gentileza de enviarme su artículo ¿Quién representa a Cristo en la procesión del Domingo de Ramos? («Phase» 53, 2013, 209-211). En él comienza por afirmar que el sacerdote representa a Cristo (Vaticano II, SC 7; enc. Mysterium fidei, etc.), y se detiene especialmente en señalar la presencia de Cristo «en el sacerdote que preside la celebración litúrgica». Este misterio se expresa sobre todo cuando en la Eucaristía el sacerdote dice «esto es mi cuerpo», «éste es el cáliz de mi sangre». Pero la representación de Cristo viene a ser igualmente patente en todas las celebraciones litúrgicas, por ejemplo, cuando el sacerdote realiza el lavatorio de los pies, en Jueves Santo.
Y establecida esta premisa fundamental, pasa el profesor Goñi a considerar el título de su artículo: ¿Quién representa a Cristo en la procesión del Domingo de Ramos? (Los subrayados que siguen son míos). «Llama la atención que nadie representa a Jesucristo en la procesión que inicia la misa del domingo de ramos, donde todos aclaman a Cristo con palmas en las manos recordando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén seis días antes de la Pascua (cf. Jn 12,1-16). Todos, incluidos el presidente y los concelebrantes, llevan palmas en sus manos y aclaman a Cristo. Así lo indica tanto el Misal Romano (*) como el Ceremonial de Obispos o la Carta circular sobre las fiestas pascuales. Y, si el presidente y los concelebrantes, estuvieran representando a Cristo, lo propio sería que no llevaran palmas.
«Si volvemos la mirada a la historia de la liturgia, encontramos testimonios medievales que señalan de diferentes modos la ræpresentatio Christi en esta procesión, variando según los lugares. Así, en Italia, Cristo era representado bien por el Evangeliario, envuelto en un tapiz purpúreo, puesto sobre un portatorium –una especie de féretro ricamente adornado–, que era portado por cuatro diáconos, o bien por un gran crucifijo descubierto y rodeado de guirnaldas de fresco verde. En Alemania, se llevaba un asno de madera que tiraba de un carrito sobre el cual estaba colocada una estatua del Salvador. En Milán, era el propio arzobispo quien iba montado en un caballo representando a Cristo. En Inglaterra y en Normandía, se llevaba en procesión la Santísima Eucaristía.
«Sin embargo, todas estas prácticas cayeron en desuso y no ha permanecido ninguna. Lo más sencillo hubiera sido que, en la reforma litúrgica postconciliar, habrían indicado que al presidente de la celebración no le corresponde llevar palmas por este motivo. Pero no fue así. Queda, por tanto, abierta la reflexión al respecto para una futura cuarta edición típica del Misal Romano donde podrían realizarse las correspondientes modificaciones». Hasta aquí, el doctor Goñi.
(*) La rúbrica que corresponde a la última edición latina del Misal Romano (Missale Romanum…. Editio typica tertia, 20 aprilis 2000… Typis Vaticanis 2002), en la Dominica in Palmis de Passione Domini, en el nº 9, como el mismo profesor Goñi me ha advertido, mantiene la norma que yo he citado arriba en la edición española: «Et incipit, more solito, processio ad ecclesiam, ubi celebrabitur Missa. Præcedit, si thus adhibetur, thuriferarius cum thuribulo fumigante, deinde acolythus vel alius minister deferens crucem, ramis palmarum ornatam iuxta locorum consuetudines, medius inter duos ministros cum candelis accensis. Sequuntur diaconus, librum Evangeliorum deferens, sacerdos cum ministris, et, post eos, fideles omnes, ramos gestantes».
–El sacerdote, por tanto, que preside la procesión del Domingo de Ramos, representando a Cristo, si se atiene a lo dispuesto en el Misal Romano, no debe llevar ramos, sino que éstos, detrás del sacerdote y los ministros (post eos), los llevan los fieles. –Los obispos, por su parte, harán lo mismo si se atienen al Misal Romano, y llevarán en cambio ramo si prefieren cumplir lo dispuesto en el Ceremonial de los Obispos: …«después el obispo con mitra y su ramo en la mano… Todos, sean ministros, sean fieles, llevan ramos» (nº 270). Y en tal caso, como indica el autor citado, en la procesión del Domingo de Rramos no habrá ninguna representación sacerdotal visible de Cristo.
Índice de Reforma o apostasía
19 comentarios
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JMI.-Nadie ha dicho que sea una infracción grave.
Y mucho menos lo es si lo comparamos con las barbaridades frecuentemente realizadas en la liturgia, concretamente de la Misa, mucho más sagrada que una simple procesión.
Por favor, intenten recordarlo, cuando vayan a juzgar a un sacerdote. Oren y expíen por ellos, si desean mejores sacerdotes.
Juzgarles no resolverá el problema.
Pero... según veo en vídeos el Papa en sus Misas del Domingo de Ramos ha llevado siempre una palma (con Benedicto no sé, pero Francisco sí)
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JMI.-Yo le digo lo que creo que es lo correcto.
Perdone que le quite el http:// etc, pero tengo entendido que no se pueden poner en comentarios.
270. Para iniciar la procesión... Precede el turiferario con el incensario humeante, luego sigue el acólito que lleva la cruz, adornada con ramos, según las costumbres de los lugares, en medio de dos acólitos que llevan cirios encendidos. Sigue el clero, el diácono que lleva el Evangeliario, otros diáconos, si los hay, que llevan el libro de la historia de la Pasión, los concelebrantes, el ministro que lleva el báculo del Obispo, DESPUÉS EL OBISPO CON MITRA Y SU RAMO EN LA MANO; un poco más atrás de él, dos diáconos que lo asisten, y detrás los ministros del libro y de la mitra, por último los fieles. Todos, sean ministros sean fieles, llevan ramos.
Le pido por favor que corrija el artículo, pues puede inducir a confusión a quienes celebran la procesión de los ramos tal como está mandado.
Que tenga buena Semana Santa, Padre.
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JMI.-Estoy fuera de casa y no puedo verificar lo que Ud. dice. Pero ya lo veré y lo consultaré. En todo caso lo que digo que dispone la rúbrica del Misal Romano es bastante claro.
Gracias.
Un ruego: He comenzado mi respuesta después de "mandado", por error. Y luego he querido cortar/pegar su última frase... pero lo he hecho mal y me la he cargado. Creo que decía algo como lo que he puesto: "Que tenga..." pero no estoy seguro.
La ceremonia está explícitamente destinada a rememorar la Entrada Triunfal en Jerusalén de NSJC. Lo cual no hace necesario que el consagrado monte un borrico al subir las escalinatas del templo. Ni que los fieles tiren sus ramos al suelo a su paso. Pero que quien representa a Cristo lleve un ramo, eso es históricamente contradictorio y sí induce a confusión.
Y hablo por propia experiencia: la primera vez que ví a un ubispo con una palma en la mano en una peregrinación de Ramos, me produjo perplejidad. Ahí nomás lo dejé, no entré a analizar la cuestión de porqué eso me chocaba, aunque no olvidé ese episodio.
Y ahora leyendo su artículo, Padre, entiendo y me entiendo.
Y, en efecto, la Edición del año 1995 del Coeremoniale Episcoporum, en su Versio Typica, (en latín), comprada en la misma Editorial Edittrice Vaticana - poco antes de acceder a la Basílica de San Pedro y San Pablo -, indica con sencillez que el Obispo procede "tenens" el ramo en sus manos (tiene, mantiene) ese ramo o palma (según las costumbres del lugar).
Que tenga una muy dichosa Santa Semana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor, Padre.
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JMI.-Gracias por su información.
En cuanto a llevar ramo o no, ¿a qué debe atenerse un párroco en la procesión del Domingo de Ramos, a lo que dispone la rúbrica propia del Misal Romano o al Ceremonial de los Obispos? Según el primero, no lleva ramo. Si se ajusta al segundo, lo lleva.
E incluso, en esta pequeña cuestión, ¿a qué convendrá que se ajuste un Obispo, al Misal romano, que fundamenta su norma con más verdad teológica, o al Ceremonial de Obispos?
He consultado el tema a un experto liturgista amigo, y mañana lunes me enviará, cuando vaya a su despacho, un artículo que sobre esta cuestión publicó en PHASE. Si Dios quiere, cuando lo reciba mañana lo resumo como post-post al final de mi artículo.
Gracias de nuevo.
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JMI.-Gracias por su información, que añade el interesante dato sobre Pío XII.
Mire, por favor, la respuesta que sobre esta cuestión he dado hace un rato a Juan Francisco Forcada Moity.
En cuanto al argumento de que el sacerdote no debe llevar la palma porque él representa a Cristo, me parece un escrúpulo teológicamente poco fundado. De que el sacerdote sea alter Christus, que sea verdadero sacerdote del Nuevo Testamento y actúe in persona Christi no se sigue que él sea personalmente el mismo Jesucristo, aunque disfrute de sus mismos poderes sacerdotales. Y así, el sacerdote debe comulgar ambas especies en toda Misa -comunión que le obliga bajo precepto grave cada vez que celebra-, debe adorar a Cristo Eucaristía exactamente igual que cualquier cristiano, nada le impide confesarse a la vista de los demás fieles ni rezar en público las Horas, cosas todas que habría que prohibirle de llevar al extremo el argumento de la palma, pero ya se ve que no es esa la mente de la Iglesia. Ser sacerdote u Obispo no impide adorar a Cristo en público. Esa es, al menos, mi opinión.
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JMI.-Opinión muy respetable.
Quizá la cambie o modifique un poquito leyendo el Post-post bastante largo que acabo de añadir a mi artículo.
Gracias por sus observaciones.
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JMI.-Si re-lee los textos que he citado, en ninguno dice que el sacerdote se pone "en lugar" de Cristo, sino que le hace de icono, le re-presenta, haciéndolo así visible y audible, valga la expresión.
Sínodo 1977, p.ej.: ..., el sacerdote "hace presente a Cristo, Cabeza de la comunidad, en el ejercicio de su obra de redención... El sacerdote hace sacramentalmente presente a Cristo, Salvador de todo el hombre, entre los hermanos"...
Se entienden muy bien sus artículos, los leo todos con mucha atención y aprendo mucho, gracias otra vez.
Mi comentario fue porque me parecía adecuado que los sacerdotes que van en las procesiones del Domingo de Ramos, lleven palmas en homenaje al Señor igual que todos, como es de suponer que harían en aquel tiempo. Pero, que si es de otra manera no tengo nada que decir, a mi es que me gustan mucho las palmas, las flores, las velas... La procesión del Corpus es mas preciosa aun...
Sus enseñanzas me gustan porque son como lo que nos enseñaban cuando estudiábamos religion, me resultan familiares, me dan confianza y me sirven de estímulo en el ambiente tan relajado a mi alrededor
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JMI.-Bendigamos al Señor.
Fundamento sólido como el que más: en una representación de la Entrada Triunfal en Jerusalén están quienes aclaman (el pueblo con ramos) pero, ¿falta acaso el Aclamado? No tendría mayor sentido una representación así.
¿No quiere el Sr. Obispo privarse de llevar una palma en sus manos? Sea, pero que entonces disponga que a la procesión la encabece el Santísimo, como en Corpus, para que el pueblo lo aclame. Habremos ganado todos: el Sr. obispo contento, y los fieles aclamando a Cristo en Persona, como fue la primera vez.
Si no tomamos en cuenta estas importantes cuestiones, la Liturgia puede devenir caricatura sin significado.
En el caso de mi párroco usa su ramo para bendecir con el agua bendita a manera de hisopo. Seguro que más de alguien verá en esto un grave abuso litúrgico, a veces se tiende a colar el mosquito en estas cosas.
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JMI.-Que un párroco cumpla lo dispuesto en el Misal Romano, por el que se rige, y no lleve ramo, y que sean los fieles los que lo llevan, no es "colar un mosquito", es hacer la Liturgia como la Iglesia lo manda. El pueblo de Dios aclama a Cristo con ramos y palmas, y el sacerdote ministro re-presenta al Aclamado, función, por lo demás, que desempeña en todas las acciones litúrgicas: bautizar (cuando el sacerdote bautiza, "ES CRISTO quien bautiza"), confesar ("YO te absuelvo"), celebrar la Eucaristía ("Esto es MI cuerpo", "Éste es el cáliz de MI sangre"), etc.
Y para cumplir su ministerio en la procesión del Dom. de Ramos no necesita montar en un burro. No lo dispone la Liturgia.
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JMI.-En el último párrafo del Post-post de mi artículo se responde a su consulta.
Es siempre un placer leerlo.
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JMI.-Es porque enseño lo que la Iglesia (=Cristo) enseña.
Como dato precedía la procesión una imagen de Cristo subido en la borriquilla. ¿ en ese caso podrían llevar ramo aclamando a la imagen?
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JMI.-A mi entender, es el sacerdote que preside quien representa verdaderamente a Cristo.
Lo otro es una representación piadosa y gráfica, evocadora del suceso.
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