(302) Liturgia –26. Liturgia de las Horas, 2. Historia, en la Iglesia primitiva
–Ya me figuro que nos va a plagiar su propia obra La oración pública de la Iglesia (PPC 1967). Ay, madre…
–Y también plagiaré no poco de La oración al paso de las Horas, de Julián López Martín, que publicamos en la Fundación GRATIS DATE (Pamplona 1993).
«Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro» (Sal 88,16).
–La Iglesia apostólica es una comunidad orante, que en Cristo alaba al Padre por obra del Espíritu Santo: «todos perseveraban unánimes en la oración» (Hch 1,14). Así de San Lucas en una perfecta definición descriptiva de la Iglesia primera: los que habían recibido la Palabra «perseveraban en oír la enseñanza de los apóstoles, y en la unión, en la fracción del pan [la Eucaristía], y en la oración» (2, 42). La Iglesia era, pues, y es ahora una comunidad de fe, apostólica, fraterna, eucarística y orante. Y la oración eclesial, conforme a la voluntad de Jesucristo, es continua y es comunitaria.
Es continua. La permanencia en la oración es un claro designio de Cristo sobre los cristianos. El enseñó –con la palabra y el ejemplo—que «es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer» (Le 18, 1). La Iglesia debe, pues, estar siempre en oración: primero, porque debe estar continuamente asociada al canto de alabanza y acción de gracias que Cristo eleva al Padre; y segundo, porque de otro modo sucumbiría ante la tentación del demonio, del mundo y de la carne. De ahí las constantes exhortaciones de Cristo y de sus apóstoles: «velad en todo tiempo y orad. Orad sin cesar. Dad en todo gracias a Dios, porque tal es su voluntad en Cristo Jesús», etc. (Lec 21,36; 1Tes 5,17-18; Ef 6,28; etc.).
Es comunitaria.También esta nota en la oración de los primeros cristianos responde a la explícita voluntad de Cristo, y pertenece a la misma esencia del misterio de la Iglesia: «donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20). «Yo os digo, en verdad, que si dos de vosotros conviniereis sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os la otorgará mi Padre, que está en los cielos» (Mt 18,19-20). Continua y comunitaria: de hecho, la liturgia de las Horas se fue viviendo y configurando en todas las Iglesias locales nacientes desde el principio.
Los cristianos primeros viven intensamente la oración común, pasando suavemente de la piedad sinagogal a la piedad ya plenamente cristiana. Los Hechos nos muestran a Pedro y Juan orando en el Templo a la hora de sexta y de nona (3, 1; 10, 9). San Clemente Romano (+100), papa, informa de los tiempos y horas establecidos diariamente para la oración (Corintios 40,1). San Ignacio de Antioquía (+107) ruega encarecidamente: «no tratéis de colorear como laudable nada que hagáis a solas, sino, reunidos en común, haya una sola oración» (Magnesios VII, 1). La Didajé, en el s. II o quizá en el I,exhorta a la oración tres veces al día (VIII, 3), insiste en su carácter comunitario (XVI, 2), e indica el rezo tradicional de los tres Padrenuestros cuotidianos. Plinio, en carta al emperador Trajano (112), narra que los cristianos se reunen a orar al amanecer.
–Los elementos integrantes de las Horas litúrgicas están indicados en aquella exhortación del Apóstol a los cristianos de Éfeso (5, 18-20): «llenaos del Espíritu, siempre en salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones, dando siempre gracias por todas las cosas a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo». Veinte siglos más tarde, los cristianos seguimos orando cada día en la Liturgia de las Horas siempre en salmos, himnos y cánticos espirituales, y cumpliendo los mismos fines que al comienzo de la Iglesia tuvo la Oración comunitaria de cada día.
La Iglesia antigua, fiel a esta tradición, va estructurando la oración eclesial de modos diversos, aunque manteniendo siempre unas líneas comunes. La costumbre alejandrina, ya en el siglo III, practica tres oraciones diarias. La tradición africana, dos, por la mañana y por la tarde. En Roma, hacia el 200, como veremos, son numerosas las Horas diarias de oración. Sabemos, pues, que los primeros cristianos se reunían a orar a ciertas horas de cada día, sea en forma comunitaria o privada. Merece la pena recordar algunas descripciones muy antiguas de esta oración de la Iglesia, y apreciamos cómo en ellas se va perfilando más y más el sentido del rezo de las Horas y de cada una de ellas.
–Clemente de Alejandría (+215) describe un oficio matutino, al parecer comunitario, al que se añaden unas horas de oración privada en tercia, sexta y nona –que equivalen a nuestras 9, 12 y 15 horas–. Tres tiempos de oración, separados tres horas unos de otros.
«Puesto que el oriente significa el nacimiento del sol y allí comienza la luz que brota de las tinieblas, imagen de la ignorancia, el día representa el conocimiento de la verdad. Por eso, al salir el sol, se tienen las preces matinales… Algunos también dedican a la plegaria una horas fijas y determinadas, como tercia, sexta y nona, de forma que el gnóstico (= el cristiano iniciado) puede orar durante toda su vida, en coloquio con Dios por medio de la plegaria. Ellos saben que esta triple división de las horas, que son santificadas siempre por la oración, recuerda a la Santa Trinidad» (Stromata 7,7).
–Tertuliano (+220) relaciona las horas de tercia, sexta y nona con episodios de la Sagrada Escritura. Menciona la vigilia, y se refiere a las oraciones del comienzo del día y de la noche –laudes y vísperas– como a horas legitimæ, es decir, establecidas en la comunidad eclesial.
«Respecto del tiempo, no has de considerar inútil la observancia de algunas horas más, a las que llamo comunes, que señalan los momentos en que se reparte el día: la tercia, la sexta y la nona, que en la Sagrada Escritura hallas destacadas con mayor solemnidad. En la hora de tercia fue infundido por primera vez el Espíritu Santo a los Apóstoles cuando estaban reunidos [Hch 2,15]. A la hora de sexta subió Pedro al terrado para orar el día que experimentó la visión de la universalidad de la comunidad en aquel lienzo [10,9]. A la hora de nona el mismo Pedro subía con Juan al templo cuando curó al paralítico [3,1]. De suyo no existe precepto alguno que mande observar estas horas; sin embargo, es bueno pensar que en la recomendación de orar se indica con una cierta urgencia, como si fuera una ley, que nos apartemos de los negocios y nos dediquemos de cuando en cuando a orar. Lo mismo hacía Daniel, según leemos [Dan 6,10], observando las normas de Israel. Y lo mismo debemos hacer nosotros, servidores del Dios Trino, a quien debemos adorar por lo menos tres veces al día: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Exceptuamos naturalmente las oraciones mandadas por la ley (legitimæ) que, por encima de cualquier recomendación, debemos observar: al salir el sol y al caer la tarde» (De oratione 25). Por otra parte, «¿quién habría de apartarse de las celebraciones nocturnas, cuando las hay?» (De uxorem 2,4).
–San Hipólito de Roma(+235) es un presbítero romano que en su muy valiosa obra la Traditio Apostolica refiere la tradición orante de la Iglesia en Roma y en otras comunidades, para que estas principales normas y costumbres tradicionales se difundan también en otras Iglesias locales. Leyendo los capítulos 25, 35 y 41, se ve que el autor conoce, como Tertuliano, seis Horas de oración: mañana, tercia, sexta, nona, tarde y vigilia nocturna. Da una significación cristológica a cada hora, y entiende que la oración de las Horas une a la oración de Cristo, y hace memoria de su pasión y de su resurrección. Las Horas litúrgicas se unen así profundamente a la Eucaristía, sacrificio de la Nueva Alianza, para santificar todo el curso de cada día.
«Si te encuentras en casa, haz oración al llegar la hora tercia, y bendice al Señor. Si estás en otro lugar, ora en tu corazón en este momento a Dios, pues en esta hora fue contemplado Cristo clavado en el madero [Mc 15,25]… Ora igualmente al llegar la hora sexta. Cuando Cristo fue clavado en la cruz, el día se dividió en dos y sobrevinieron grandes tinieblas. Hay que orar en esta hora con oración intensa, imitando su voz [la de Jesús] que oraba, mientras la creación se ensombrecía a causa de la incredulidad de los judíos [Mt 27,45; Mc 15,33; Lc 23,44-45]… Hay que hacer también una gran plegaria y una gran bendición en la hora nona, para imitar la forma como el alma de los justos alaba a Dios. En esta hora, del costado abierto de Cristo brotó agua y sangre, iluminándose el día hasta las vísperas [Jn 19,33-37]» (41). De este modo, «todos vosotros que sois fieles, haciendo esto y acordándoos de ello, instruyéndoos mutuamente y dando buen ejemplo a los catecúmenos, no podréis ser tentados y no os perderéis, pues constantemente os acordáis de Cristo» (35).
–San Cipriano (+258), Obispo norteafricano de Cartago, explica también la significación de las Horas aludiendo al ejemplo de los Apóstoles y relacionándolas con las horas de la pasión de Jesús.
Refiriéndose a las horas de tercia, sexta y nona, considera que «la Trinidad es enumerada de forma perfecta por las tres ternas. Estos espacios de horas, determinados espiritualmente por los adoradores de Dios, revelan la invitación a la oración en tiempos establecidos y determinados (statutis et legitimis temporibus)» (De oratione dominica 34).
En cuanto a las Horas matutina y vespertina, san Ciprianolas relaciona con la resurrección del Señor y con la imagen de Cristo, sol sin ocaso: «Por la mañana se debe orar, para celebrar con la plegaria la resurrección del Señor… Al ponerse el sol y terminar el día, de nuevo es necesario orar. Puesto que Cristo es el sol indeclinable y el día verdadero, al faltarnos la luz y el día naturales, oramos y pedimos que de nuevo la luz venga sobre nosotros. En realidad, pedimos que venga Cristo, portador de la luz eterna»(ib.).
Estos venerables documentos nos muestran que la Iglesia primitiva reconoce la condición sacerdotal de presbíteros y laicos, y que ésta implica una vocación a la oración diaria, personal o comunitaria, y que establece para cumplirla unas horas de oración cuotidiana. De este modo, en medio de todas las naciones, la Iglesia canta siempre y en todo lugar la gloria de Dios uno y trino, en alabanza y acción de gracias, y pide por la Iglesia y por el mundo mediante una oración igualmente continua.
«Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro». «Todos perseveraban unánimes en la oración»: todos, sacerdotes y laicos; «siempre en salmos, himnos y cánticos espirituales». Y así seguimos hoy, veinte siglos después, en la Liturgia de las Horas.
Grande, grandioso es el misterio de la Iglesia.
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
5 comentarios
Hace falta mucha catequesis sobre la Liturgia de las Horas, oración recomendada en el catecismo y es especialmente ideal para la Iglesia Doméstica (Familiaris Consortio 61). La catequesis sobre la oración de Benedicto XVI tiene aplicación práctica con la Liturgia de las Horas.
Saludos
Comparto con Ikari que hace falta mucha catequesis sobre la Liturgia de las Horas. Y me ha dado la idea de incentivar a mi Párroco para que enseñe sobre ella e invite a la feligresía a participar, comunitariamente, en el rezo de Vísperas al finalizar la celebración de la Misa.
Hay muchísima gente que todavía ignora que los laicos también podemos incorporarnos a la oración de la Iglesia. Es cierto que a nosotros se nos complica el rezo de tercia, sexta y nona, pero Laudes y Vísperas no resulta tan difícil acomodarlo a nuestras actividades y terminar el día con el rezo de Completas.
El Oficio de lectura, para quienes tienen los cuatro tomos, es hermoso y ayuda muchísimo a nuestro crecimiento espiritual.
Ikari: Sería muy bueno, si te fuera posible, adquirir los cuatro tomos, para que pudieras agregar el rezo del Oficio de lectura. Te va a gustar mucho. No es necesario que los compres todos juntos, sino que puedes adquirirlo uno por vez siguiendo el tiempo litúrgico.
-------------------------------
JMI.-De todos modos que sepa que puede acceder a las lecturas espirituales de cada día, las que trae la Liturgia de las Horas en 4 vols., entrando en ellas por InfoCatólica: recuadro CONFERENCIAS ESPIRITUALES, donde pone Liturgia de las Horas, lecturas etc. Está todo el Año litúrgico.
En la que se puede rezar la liturgia de las horas.
Tiene una aplicación para android que puede descargar todo el mes y no necesita conexión online.
Permite conectarse desde un PC que tenga buena conexión a internet pero también permite conectarse desde un móvil con poca tasa de transmisión en la conexión.
Gracias
-----------------------------------
JMI.-Bendigamos al Señor bajo el manto de la Santa Madre Iglesia.
-------------------------
JMI.-En la pág-web de la Fundación GRATIS DATE www.gratisdate.org
puede encontrar todas los textos del Oficio de Lectura que trae la Liturgia de las horas en la pestaña Liturgia LH
Trae, por supuesto, las lecturas de la LH elaborada después del Concilio.
¿De verdad le parece a usted conveniente -justo, equitativo y saludable- que yo, dejando a un lado otros trabajos, me ponga a buscarle qué lectura había en el Breviario para el 18 de abril de 1935?
Dejar un comentario