(267) Liturgia –3. Misa de cara al Señor -y II

–En este segundo artículo viene a decir lo mismo lo mismo que en el primero.

–Eso ha sido necesario porque estando el muro tan sucio, no ha bastado con una mano de pintura. Se ha necesitado una segunda mano. Al menos.

En el artículo anterior traté de la Misa «coram Domino» o «versus populum». Pero al ser ésta una cuestión tan importante para la vida espiritual y litúrgica del pueblo cristiano, estimo oportuno completar la exposición del tema con una antología de textos seleccionados del libro del profesor Lang, Volverse hacia el Señor (ed. Cristiandad, Madrid 2007, 166 pgs.; original, Turning towards the Lord, Ignatius Press, San Francisco 2004), en el que sintetiza estudios suyos anteriores. Para no recargar mi artículo con referencias bibliográficas, citaré solamente el autor, la fecha de su escrito [-] y la página en que Lang lo cita (= L).

Uwe Michael Lang, alemán, es miembro del Oratorio de Londres. Estudió teología y filología clásica en Munich, Oxford y Viena. Doctor en Teología (Oxford, 1999), fue ordenado sacerdote (2004), y añade a su ministerio pastoral sus labores docentes como profesor de Teología en un College de la Universidad de Londres y como consultor de la Santa Sede en cuestiones litúrgicas. La obra suya aludida viene precedida de un largo Prólogo, muy elogioso, del Cardenal Ratzinger (Roma, 2003).

–Antropocentrismo. Algunos autores, como Angelus Häusling [2000], impugnan la la defensa del culto litúrgico coram Deo, alegando que es «contraria a la intención del Concilio» y al antropocentrismo prevalente de nuestra época (L 20-21). Pero tanto Lang, como varios otros autores, arguyen que precisamente como correctivo al actual horizontalismo deficitario en transcendencia y escatología, se hace precisa la celebración eucarística coram Domino, unánime en la tradición de Oriente y Occidente.

Así Andreas Heinz [2002]: «Si desapareciera por completo [en la celebración de la Eucaristía] la orientación común del presidente y congregación hacia Cristo ya exaltado y que aún habrá de venir, eso supondría una pérdida espiritual tremendamente lamentable» (L 21).

Teocentrismo. «Ratzinger [1993] subraya el hecho de que la celebración de la Eucaristía, como toda oración cristiana, posee una orientación trinitaria… Cuando nos dirigimos a una persona, es obvio que la miremos a la cara. Por eso, la asamblea litúrgica, que incluye al sacerdote y al pueblo, deberá orientarse de esa misma manera, volviéndose hacia Dios, que es el verdadero destinatario de la oración y de la ofrenda que implica ese acto de culto trinitario» (L 37).

Ratzinger [1993], «fundado en la sugerencia de Jungmann, subraya que la antigua práctica de que sacerdote y pueblo estén orientado en la misma dirección expresa la naturaleza de la Eucaristía como acto común de culto trinitario. La asamblea entera está unida en su orientación hacia el Este, es decir, vuelta hacia el Señor, como transmite la plegaria de Agustín después del sermón Conversi ad Dominum… De ese modo, la orientación común en la plegaria litúrgica no sólo transmite la dimensión trinitaria de la Eucaristía, sino que, a la vez, da testimonio de una teología de la esperanza en la Segunda Venida de Cristo. En una palabra, hace realidad la síntesis cristiana de cosmos e historia» (L 111-112).

–Tradición universal. Afirma Lang «que, desde los tiempos más remotos, los cristianos dispersos por el mundo solían orar volviéndose hacia el sol naciente, es decir, hacia el Este geográfico» (L 45). Toda la asamblea orante y celebrante, también el sacerdote, se volvía así en la misma dirección. Y cuando ya muchas iglesias no lograban conservar en su construcción la orientación geográfica hacia el Este, el altar y el ábside eran el «Este litúrgico». Cita Lang numerosos autores antiguos.

Entre ellos Orígenes [ha. 231]: «No cabe duda de que la dirección al sol naciente es la que mejor indica hacia dónde deberemos volver nuestra mirada [en la oración], un acto que simboliza que el alma tiene a dirigirse hacia el punto en que surge la verdadera luz» (L 51). La Didascalia Addai siríaca [mitad del s.IV] afirma: «Los apóstoles enseñaron que hay que orar volviéndose hacia Oriente» (Lc 53).

Cuando predicaba San Agustín (354-430), lógicamente, lo hacía mirando al pueblo. Pero «una gran parte de sus sermones terminan con una oración que, en la traducción manuscrita, se introduce con breves fórmulas, como Conversi (ad Dominum)… «Volvámonos hacia el Señor, Dios y Padre todopoderoso, y con un corazón puro démosle gracias»… (L 56).

Ya en la segunda mitad del siglo II los cristianos tenían grandes templos en un buen número de ciudades imperiales, más de un siglo antes de la libertad cívica dada a la Iglesia por Constantino (L 73-74). «Hoy día se suele reconocer que las primeras comunidades cristianas no usaron las catacumbas como lugar de asamblea litúrgica» (L 77).

En los años de Constantino se construyeron muchos templos o se acomodaron como iglesias grandes edificios paganos, y pronto se multiplicaron los mosaicos y pinturas. «En caso de que el altar estuviera situado a la entrada del ábside o en la nave central, el celebrante, situado frente a él, podría fácilmente elevar su mirada hacia el ábside. Decorado con espléndidos mosaicos como representación del mundo celeste, el ábside podría significar el “este litúrgico” y, por tanto, el centro al que se dirigía la plegaria» (L 88). «… todos oraban con los brazos levantados y mirando hacia arriba [sursum corda. –Habemus ad Dominum]… Los cristianos del mundo antiguo y de principios de la Edad Media no asociaban su participación real en la liturgia con estar frente al celebrante siguiendo sus acciones. La celebratio versus populum, en sentido moderno, era desconocida en el cristianismo primitivo» (L 89).

–Los altares coram populo no proceden de los protestantes. Aunque Lang ya sabe que Lutero «en 1526, sugirió que el altar no debería ocupar su antigua posición, y el sacerdote debería estar siempre cara al pueblo, como sin duda hizo Cristo en la Última Cena» (L 104), hace notar que él desconocía que en las cenas solemnes «el puesto de honor estaba en el extremo derecho del semicírculo» (ib.). En todo caso, su recomendación fue con el tiempo escasamente aplicada entre sus seguidores.

«Hasta época reciente, la mayor parte de las iglesias luteranas han mantendido la dirección común para la plegaria eucarística, a pesar de haber rechazado el sentido sacrificial de la Misa. De hecho, las demandas de celebración de la Eucaristía cara al pueblo que han surgido a raíz del Concilio Vaticano II han chocado con una fuerte oposición por parte de los teólogos protestantes y apenas se han llevado a cabo» (L 105).

–Menos aún surgen estos altares por el influjo del Oriente cristiano. «La orientación común de sacerdote y pueblo en la oración litúrgica… es parte de la herencia litúrgica en las Iglesias de tradición bizantina, siria, armenia, copta y etiópica. Aún a día de hoy, en la mayor parte de los ritos orientales es costumbre que sacerdote y pueblo miren en la misma dirección durante la plegaria, al menos durante la anáfora.

«El hecho de que algunas Iglesia Católicas Orientales, como la Maronita y la Siro-Malabar, hayan adoptado en fechas recientes la celebratio versus populum se debe a la moderna influencia latina y no al hecho de que así es como mantienen sus auténticas tradiciones. De ahí que la Congregación para las Iglesias Orientales haya declarado en su Instrucción El Padre incomprensible (6-I-1996) que la antigua tradición de orar volviéndose hacia el Este tiene un profundo valor litúrgico y espiritual, y debe conservarse en los ritos orientales» (L 109).

El altar coram populo tiende a expresar una reunión centrada en sí misma. Observa Lang que «la postura constante de sacerdote y pueblo cara a cara expresa un simbolismo propio y sugiere un círculo cerrado. Ahora bien, el ideal de la iglesia cristiana no es una construcción en círculo con el altar, el ambón y los bancos en el centro. No es puramente accidental el hecho que sea difícil encontrar ejemplos de esa clase antes de la segunda mitad del siglo XX. La celebratio versus populum tiende a disminuir la dimensión transcendente de la Eucaristía, hasta el punto de engendrar la idea de una sociedad cerrada. No cabe duda que el carácter comunitario de la liturgia es importante, pero eso es sólo un aspecto de la liturgia. El peligro está en que la congregación pudiera tornarse complaciente y reclamar una falsa autonomía, separándose de otras asambleas de fieles y de la asamblea invisible de los santos en el cielo, de modo que la comunidad se encontrara en diálogo consigo misma. Eso desvelaría no sólo una eclesiología deficiente, sino también una concepción errónea de la divinidad» (L 113-114)

«Hoy día estamos bajo la amenaza de lo que Aidan Nichols [1996] denomina “inmanentismo cúltico”, es decir, “el peligro de que la propia congregación de los fieles se tome encubiertamente a sí misma como punto de referencia en un mundo horizontal y humanístico”» (L 114).

–«La orientación común [sacerdote y asamblea] está íntimamente relacionada con la comprensión de la Misa como sacrificio», afirma Lang (L 121). «A partir del siglo III, la Eucaristía recibió diferentes denominaciones: prósphora, anáphora, oblatio, todos ellos, términos que encierran la idea de “ofrecer” o “presentar” y, por tanto, indican un movimiento hacia Dios» (L 125).

«La experiencia pastoral de las cuatro últimas décadas [altar versus populum] nos puede enseñar que la comprensión de la Misa como sacrificio de Cristo y sacrificio de la Iglesia ha disminuido considerablemente entre los fieles, si es que no se ha extinguido por completo» (L 126). Escribe R. J. Schreiter [1985]: «Los códigos ofrecen las reglas básicas para ejercer la función de signos. Son, por así decir, la “gramática” de los textos culturales… Cuando los católicos empezaron a celebrar la Eucaristía cara al pueblo, cambió la función de la Eucaristía como “signo”. El elemento sarificial de la Eucaristía quedó debilitado a favor del aspecto de banquete. El altar, como signo, cambió de código: de ser el punto de encuentro entre Dios y la humanidad en comunión sacrificial, pasó a ser la mesa del banquete eucarístico» (L 126).

Prosigue Lang «El carácter sacrificial de la Eucaristía debiera encontrar una expresión adecuada en el rito concreto. Ni siquiera la mejor catequesis mistagógica podrá compensar el declive de la comprensión de la Misa entre los católicos, si la celebración litúrgica da señales de lo contrario» (127).

–Cuando la Misa se celebra como una reunión de gente, como algo relativamente normal y corriente, se ausentan de ella los cristianos. No se presenta como algo sagrado, transcendente, como un grandioso mysterium fidei, glorificador de Dios (doxológico) y decisivo para la salvación eterna de los hombres (soteriológico): como algo, en fin, de lo que en modo alguno es lícito faltar sin grave razón. Pero en la Eucaristía, como observa Lang, «los recientes cambios litúrgicos transmiten la impresión de que no sucede nada extraordinario» (L 115).


Al atenuar, concretamente, en la Eucaristía los signos litúrgicos sagrados que expresan su condición sacrificial –aunque permanezca ésta reiteradamente expresada en las Plegarias y en la consagración: «éste es mi cuerpo que se entrega, y mi sangre que se derrama para el perdón de los pecados»–, se oscurece en los fieles y en el mismo sacerdote la conciencia de que realmente están ofreciendo en el altar el sacrificio de la Nueva Alianza, la continua clave misteriosa de la salvación del mundo. Señor, «ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos» (Canon romano).

Pero si se debilita en la Misa tanto el sentido doxológico de la glorificación de Dios como el de la salvación de los hombres, si al parecer «no sucede en ella nada extraordinario», es previsible que descenderá enormemente la asistencia de los fieles a la Misa dominical. La realidad experimental lo testifica: en medio siglo se ha pasado en muchas Iglesias locales de un 80% de cristianos asistentes a un 10 o a un 5%. De este hecho pésimo, cuya magnitud es única en la historia de la Iglesia, apenas se oye nunca un diagnóstico verdadero y realista, que explique seriamente el hecho por sus causas.

La Misa coram populo, paradójicamente, clericaliza la celebración litúrgica. No parece, pues, que con ella haya aumentado, como lo pretendía el Concilio, «la participación activa de los fieles», pues aunque los laicos «intervengan» más en acciones exteriores, ha crecido mucho el protagonismo personal, visual, expresivo, y ocasionalmente creativo, del sacerdote concreto celebrante. Y por otra parte, la inmensa mayoría de los laicos no participa activamente en la Misa en modo alguno, porque simplemente no asiste a ella.

Hans Urs von Balthasar [1978], acerca de estos datos de experiencia difícilmente discutibles, observaba: «Un elemento carente de todo buen gusto se ha colado en la liturgia a partir del Concilio [Vaticano II, falsamente interpretado]: la jovialidad y familiaridad del celebrante con la asamblea. Y es que la gente acude a orar, y no precisamente a pasarlo bien. Por esa interpretación errónea, se puede tener la extraña impresión de que la liturgia postconciliar se ha hecho más clerical de lo que era cuando el sacerdote ejercía sus funciones como un puro siervo del misterio que se celebraba. Antes y después de la celebración litúrgica cuadra perfectamente cualquier contacto personal; pero durante la ceremonia, la atención deberá dirigirse exclusivamente hacia el único Señor» (L 116-117).

«La visibilidad de las acciones del celebrante en el altar [vuelto de cara al pueblo], como ya se ha visto –dice Lang–, no despertaba gran interés entre los cristianos del primer milenio. El hecho de mirar al celebrante no se consideraba un requisito para la participación real en la plegaria litúrgica. El principio más importante no era la posibilidad de ver, sino la capacidad de oír.

Así lo expresa Michel Napier [1972]: «La idea de que, durante la Misa, los fieles son, en cierto sentido, espectadores de lo que ocurre en el altar es el desgraciado residuo de un período en el que no había otra elección. Si eso sobrevive en la nueva liturgia, quiere decir que no se ha entendido en absoluto la finalidad de la reforma. No cabe duda que lo mejor para mantener esa idea será presentar la liturgia de un modo que centre la atención en las acciones del sacerdote en el altar» (L 118)… o en sus alrededores.

La actuación del celebrante de cara al pueblo, aunque no lo pretenda, suscita un protagonismo activo del sacerdote, que reduce a los fieles a meros espectadores… con frecuencia aburridos, deseosos de terminar pronto, y a veces, escandalizados. Lang hace notar que

«la posición versus populum tiene sentido en las partes de la misa en las que sacerdote y pueblo entran en diálogo, especialmente en la liturgia de la Palabra. Pero el principio fundamental del culto critiano es el diálogo entre el pueblo de Dios (que incluye al celebrante) y el propio Dios, que es al que se dirige la oración [y la ofrenda]. Si ese principio no está claro en la configuración de la liturgia, dará la impresión la Eucaristía de ser sólo una instrucción puramente catequética… La posición del celebrante y pueblo cara a cara es adecuada para una catequesis, pero no para la celebración de la Eucaristía» (L 119). «El sacerdote sólo se dirige al pueblo durante las partes dialogadas de la Misa. Fuera de eso, celebrante y pueblo oran al Padre, por medio de Cristo, en la unidad del Espíritu Santo» (L 121).

–La celebración de la Eucaristía coram Deo fomenta la adoración contemplativa. Así lo expresa Max Thurian en el artículo La Liturgie, contemplation du mystère, publicado en el órgano oficial de la Congregación para el Culto Divino («Notitiae» 32, 1996, 690-697).

En la Eucaristía actual «la celebración discurre como si se tratara de una conversación o de un diálogo, sin lugar para la adoración, la contemplación o el silencio. El hecho de que el celebrante y los fieles estén continuamente cara a cara cierra la liturgia en sí misma, en su propio desarrollo… [Esa disposición] hace que la asamblea se centre en sí misma, sin permitir su orientación contemplativa hacia el lugar simbólico de la presencia del Señor, en clima de adoración y de expectativa escatológica de su regreso» (L 128-129).

–La solución propugnada por un buen numero de autores consiste en que se celebre versus populum la Liturgia de la Palabra y versus Dominum la Liturgia del Sacrificio eucarístico. Este planteamiento acabará probablemente por imponerse en una reforma de la reforma litúrgica postconciliar que, también probablemente, se realizará en la Iglesia cuando Dios quiera. Ratzinger en varios textos,Thurian (L 129-130) y bastantes autores altamente fidedignos vienen recomendado ya hace años esa forma litúrgica de la Misa.

Lang: «Se podría combinar la posición cara a cara de sacerdote y pueblo en los Ritos de Introducción, la Liturgia de la Palabra, algunas partes del Rito de Comunión, y el Rito conclusivo. Mientras que en la Liturgia de la Eucaristía, propiamente dicha, especialmente durante el Canon, sería aconsejable una orientación común de la plegaria» (Lc 23; cf. 134).

–La gran reforma que hoy necesita la Iglesia depende principalmente de una reafirmación de la Eucaristía en cuanto sacrificio de adoración, de acción de gracias y de expiación por el pecado. Muchas reformas son hoy urgentes en la Iglesia –la falta de fe en el Evangelio, en su historicidad;  la vigencia impune de innumerables herejías; el absentismo masivo en la Misa dominical; la carencia de vocaciones; la anticoncepción generalizada en los matrimonios y el gran descenso de la natalidad; la restauración del sacramento de la penitencia, de la actividad evangelizadora de las misiones, etc.–. Pero siendo la Eucaristía «fuente y cumbre» de toda la vida de la Iglesia (LG 11), es evidente que la reforma más urgente afecta a la manera generalizada de entender y de celebrar el santo sacrificio de la Misa.

Creo que acierta Lang cuando, refiriéndose a la celebración versus Dominum, dice que «la recuperación de esa idea es indispensable para la buena salud de la Iglesia de hoy» (L 38). Así es, y concreto más esa afirmación en dos cuestiones de enorme importancia: mientras la Eucaristía no sea entendida y significada claramente en la sagrada liturgia como el Sacrificio de la Nueva Alianza  1º.–la inmensa mayoría de los bautizados se mantendrá ausente de la Misa dominical, se alejará habitualmente de las celebraciones eucarísticas horizontales, más o menos secularizadas y predominantemente convivenciales; 2º.–y persistirá igualmente la falta de vocaciones sacerdotales y religiosas.

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

16 comentarios

  
José María (de Málaga)
P. Iraburu: mi más sincera felicitación por esta serie de artículos sobre la Misa coram Deo. Tratamiento exquisito de un asunto peliagudo en este tiempo, que trae más enemigos que amigos y que usted, valientemente, está resolviendo con gran maestría.
Le ruego, tras estos, un estudio sobre las diferencias entre el Misal de Juan XXIII y el de Pablo VI y más adelante, le sugeriría, sobre las Plegarias eucarísticas y su mal uso.
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JMI.-La Plegaria Eucarística -I del Novus Ordo viene a ser la misma del Misal de Juan XXIII, el Canon Romano, como usted sabe. Y el N.O. añade tres Plegarias nuevas, inspiradas en antiguas liturgias. Como usted sabe.
14/04/14 12:53 PM
  
Javier OblSB
+ Pax
¿Qué quiere usted que le diga, querido Padre Iraburu? Su artículo es excelente, simplemente excelente. He disfrutado sobremanera leyéndolo. Creo que todo lo que usted dice en él es profundo y verdadero, afectando al núcleo de la existencia de nuestra Fe Católica ya que la Liturgia es esencial. Gracias por escribirlo y que San Benito le bendiga.
Ut in omnibus glorificetur Deus.
14/04/14 2:52 PM
  
susi
Las personas nos comunicamos con el cuerpo, que -por lo general- transmite muchas cosas que ni hace falta decir con palabras. Cualquiera que haya leido algo sobre el lenguaje no verbal sabe a qué nos referimos.
Y, como muy bien se expresa en el artículo (en dos partes por la importancia del mismo y por si no nos quedó claro en la primera)el estar de cara al pueblo o todos mirando en dirección al Señor, hace que todo cambie y en forma profunda.
Los que no quieren que se cambie tienen las ideas muy claras de qué implica teológicamente ese cambio que, Dios mediante, esperemos que se produzca.
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JMI.-Como ya vimos, no hace falta cambiar la Ordenación General del Misal Romano para ir al altar "coram Domino", pues sus disposiciones se dan dando esa orientación por supuesta. Y con la ayuda de Dios, por obra del ESsanto, lo que ahora vemos algunos, cada vez más, estudiosos de la teología y de la liturgia, llegará un momento en que se imponga. Y al menos la Liturgia Sacrificial de la Misa se celebre orientados sacerdote y pueblo hacia el altar, hacia el ábside, hacia el Señor.

Un ejemplo histórico. Mire Ud. los siglos en que dio por construirse en medio de la nave central de las Catedrales enormes coros para los canónigos, dejando a los laicos unos pocos bancos delante del presbiterio o a los lados. Una barbaridad. Coros a veces de arte valiosísimo, sin duda. Bueno, pues llegó el tiempo en que se entendió que aquello era una barbaridad, y se quitaron los enormes coros de tan inconveniente posición. También el Señor se apiadará del pueblo cristiano y le dará de nuevo el altar "coram Domino".
14/04/14 8:06 PM
  
Leonardo
Estimado Padre, que así sea, y que venga esa reforma necesaria y grandiosa.
14/04/14 10:42 PM
  
Fernando Esteban
Padre Iraburu: De acuerdo con lo Usted expone. Pero le diré lo siguiente: Para mí lo más importante es la fe del celebrante. Que TRANSMITA la sacralidad de lo que está haciendo. Me sobran dedos en una mano para mencionar a aquellos sacerdotes en cuyas Misas parti-cipo que realmente celebren la Eucaristía como merece tan sagrado misterio. ¡Oh, las Misas del "Padre Pío" y de San Juan Pablo II! Hay que empezar por algo tan elemental como LEER BIEN. La mayoría "recita con tonillo" las plegarias. ¿Es que cualquiera que tenga sentido común se dirige a un superior con tonillo para alabarle, pedirle perdón, suplicarle, etc.? Y la santa reverencia ante lo sagrado ¿dónde está muchas veces? Supongo que conoce el caso del Padre Michel-Marie Zanotti-Sorkine. Su fe profunda, la belleza de sus Eucaristías preparadas y realizadas con santa reverencia, con mil detalles que hacen que entre por los ojos la sacralidad de lo que está haciendo. Ya sabe el resultado: le enviaron para cerrar la parro-quia por falta de fieles y ahora se llena la iglesia. Hay conversiones, bautismos de adultos, vida parro-quial. Me parece bien lo que dice sobre "coram Domino"
pero ( y sé que Usted está de acuerdo) si no hay fe profunda, reverencia, homilías bien cuidadas, lecturas(de los textos o de las plegarias)como exigen el sentido de las mismas, qué más da "coram Domino" o "coram populo" si se hace con rutina. ¿Por qué se evita por sistema el Canon? ¿Tan largo les parece? Muchas veces repito en mi casa la Plegaria Eucarísti-ca como creo que se debe hacer. ¡Qué diferencia! Hay Plegarias preciosas y, sin embargo, se reincide en la Plegaria II con una rutina... Y por esa rutina que se contagia acabo de darme cuenta de que "Orad, hermanos..." es un exhortación a la oración y que "El Señor reciba..." es una ¡ORACIÓN! Pero, tanto celebrante como fieles, lo decimos con una rutina que reduce a meras palabras ese intercambio. Y podría seguir. Fe, santidad, reverencia, claridad en la dicción, oraciones bien expresadas, etc. son requeridas "coram Domino" y "coram populo".
Gracias por sus artículos. Excelentes.
14/04/14 10:51 PM
  
Eduardo
Me ha interesado mucho unos de los últimos párrafos en los que el profesor Lang menciona el que se pueda en la misma misa de estar alternando según qué partes "vs populum" y "coram Deo". Sin embargo, ¿eso en la práctica no sería muy aparatoso para el sacerdote?: estar detrás del altar con todos los elementos litúrgicos (cirios, cáliz, cruz de altar en caso de haberlos, misal) y a mitad de misa dar la vuelta al mismo (al altar) para ponerse "Coram Deo", teniendo que cambiar a su vez todo, me parece un poco incómodo, especialmente cuando no haya presencia de nadie ayudando en misa al sacerdote.

Digo esto a modo de pregunta, no crítica, de hecho la idea en sí me parece muy muy interesante.
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JMI.-No hay mayor dificultad en que el sacerdote esté en la sede o el ambón en la primera parte de la Misa, y en la segunda, la explícitamente sacrificial, se sitúe ante el altar.
14/04/14 10:59 PM
  
Clara de Argentina
Estimado Padre:

gracias por estos artículos tan fundamentados sobre este tema que tanto nos afecta a los fieles.

La ambigua expresión "de espaldas al pueblo" no creo que haya traído grandes beneficios. La persona que está sentada delante de mí en Misa, está de espaldas hacia mí, pero mirando al altar. En fin.

Lo que sí quisiera preguntarle es lo siguiente: en una ocasión en los comentarios a la 1ª parte como en los comentarios a esta parte Ud dice que "No hubo en el Novus Ordo ninguna "poda" del propio canon. Se conservó el Canon romano y se le añadieron otros tres perfectamente ortodoxos" y que "La Plegaria Eucarística -I del Novus Ordo viene a ser la misma del Misal de Juan XXIII, el Canon Romano, como usted sabe. Y el N.O. añade tres Plegarias nuevas, inspiradas en antiguas liturgias". Sobre las plegarias II, III y IV es claro. Pero la Plegaria Eucarística I tiene diferencias con el canon que se usa en la forma extraordinaria: en las palabras de la consagración del pan y del vino. Serán pequeñeces pero ciertamente es un cambio en un lugar central de dicha plegaria. No me refiero a las traducciones porque el Misal fue promulgado en latín y ese texto es el que cuenta, aunque las traducciones (traduttore, tradittore) sean aprobadas por el Vaticano.
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JMI.-Yo creo que la fórmula de la consagración, en el pan y en el vino, permanece casi idéntica. Piense que en unos 1500 años el Canon Romano ha tenido varias ediciones típicas, con mínimas variantes, también en la fórmula de la consagración. "Hoc est enim Corpus meum", en un cierto momento, se completa, bajo la aprobación de un Papa, para redondearlo un poco, "quod pro vobis tradetur". Otro, pasado el tiempo, en la consagración del cáliz, añade "mysterium fidei"... Viene otro y quita lo añadido, y vuelve a la fórmula original. No tengo documentación a mano para contar el proceso de estos cambios. Pero lo que sí está clarísimo es que Pablo VI tiene plena autoridad pontificia para promulgar un Misal con retoques, como la tuvieron los Papas anteriores.
15/04/14 5:24 AM
  
Héctor
¿Que puede decir de la tendencia moderna de colocar ahora el altar en el medio del templo quedando el sacerdote en el centro y rodeado por los fieles en forma de círculo? En mi parroquia lamentable hicieron eso para que la misa fuese "más cristocentrica" (palabras del sacerdote), después observe por las redes sociales que varias parroquias estaban en lo mismo, para una aberración , pero decirlo es ganarse la etiqueta de fariseo, y demás...
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JMI.-La OGMR manda "separar" del muro el altar, pero no ponerlo en medio de la asamblea. De este modo, media asamblea queda de cara a la otra media. Son modas. De mal gusto.
15/04/14 6:33 AM
  
Somadevilla
Ahora, si le toca hacer un artículo final, ¿no sería conveniente recopilar los lugares de España donde se dice el N.O. ''vueltos hacia el Señor''? Como la Catedral de Lugo o en la Basília del Pilar...
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JMI.-No puedo ponerme a hacer ese trabajo.
UNA VOCE y algunas asociaciones semejantes lo tendrá ya hecho probablemente.
15/04/14 11:03 AM
  
Antón
¡¡saludos¡¡

Cuando leo las profecías apocalípticas, las suelo referenciar a elementos eclesiásticos o sacramentales, como por ejemplo las aguas que se convierten en sangre, las copas que se vierten con la ira de Dios, etc

Quizás hay gente que tolera más los abusos porque está expuestos a ellos todo el tiempo, pero creo que si un apóstol de la iglesia primitiva apareciera hoy en una iglesia (no difícil de encontrar) donde se canta música de los beatles o Bob Dylan con guitarras cacofónicas, donde los sermones tratan de cualquier tema excepto de la doctrina cristiana católica, donde las mujeres van vestidas provocativamente para los hombres, donde los sacerdotes abusan de la megafonía precisamente en templos pensados arquitectónicamente para que su voz resuene, donde la comunión se realiza masivamente sin tutela del padre espiritual, pues posiblemente realizaría un exorcismo comunitario.
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JMI.-Digo algo obvio. La Misa del Novus Ordo, celebrada de cara al pueblo, puede ser sumamente digna y sagrada, si se celebra interna y externamente como Dios manda. Pero la falta de fe en el Mysterium fidei, en el Sacrificio de la N.A., lleva a veces a Misas que más que sacramentos son sacrilegios.



16/04/14 3:55 AM
  
Légolas
Padre, disculpe que lo saque del tema un poco. En nuestra Parroquia nos quieren imponer "acólitas". ¿En qué documentos de la Iglesia podemos basarnos para defender este servicio que es de varones?
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JMI.-Efectivamente, se sale del tema. Tendrá que buscar usted en internet, teniendo en cuenta también las posibles disposiciones concretas de la Conferencia Episcopal de su nación.
21/04/14 2:47 AM
  
mjbo
Y mire tengo una pregunta:
En Religión en Libertad ha aparecido un artículo en el que se dice que...: "Ahora, diversas revistas han publicado una nueva entrevista a Georg Gänswein (en España, lo hizo XL Semanal), el hombre que "atiende a dos papas" a la vez, a Francisco y a Benedicto.

Y se desarrolla la entrevista (no pongo el enlace porque aquí son así de liberales y no están permitidos... ). Y yo me pregunto:

¿Y cómo lo hace?, ¿es que se puede servir a dos amos a la vez? El Señor dijo que no, que amaría a uno y aborrecería al otro... ¡Qué cosas... !

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JMI.-Es muy sencillo, y muy noble. Sirvió al Papa Benedicto XVI durante varios años, y aún, estando emérito, le sigue ayudando. Y sirve al Papa Francisco según los servicios que se le han solicitado. ¿Dónde está el problema?

Lo de "servir a dos señores" o viene a cuento en absoluto.
Y lo de "los dos Papas" son cosas de la prensa. No hay más que uno efectivo; el otro es emérito. En cientos de Iglesias locales del mundo hay un Obispo efectivo, y otro, retirado, emérito. La Diócesis no tiene "dos Obispos": tiene uno solo.

Nota. Publicando su comentario hago esta vez una excepción que no hago casi nunca: publicar un comentario que NADA TIENE QUE VER con el tema del artículo. Eso no es un "comentario".
24/04/14 9:58 AM
  
Despistao
No entiendo una cosa.
Cuando el Señor se hace presente en la Eucaristía el sacerdote y el pueblo están mirando a Dios. Nadie da la espalda.
Supongo que se refiere a que el sacerdote da la espalda a Cristo en el sagrario. Esto se podría solucionar poniéndolo en el mismo altar. Tengo entendido que los columbarios estaban situados donde ahora está el altar
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JMI.-Yo creo que en el artículo, en los muchos documentos y textos de varios autores que se citan, queda claro qué se entiende sobre la celebración de la Eucaristía "coram Deo" y qué "coram populo". No hacen referencia estas expresiones al sagrario, sino al altar.
20/05/15 12:44 PM
  
Despistao
Sí, eso me había quedado claro, igual no me expliqué bien. Lo que digo es que en la Misa no se le da la espalda a Jesús sacramentado. Todos los fieles miran a Cristo. Lo que cambia en el V O es hacia donde mira el sacerdote, pero todos miramos a la sagrada forma
Muchas gracias Don José María. Estoy aprendiendo muchísimo con sus artículos
20/05/15 4:42 PM
  
Juan Antonio Mayeo
Le felicito por su reflexión. De hecho, sobran razones teológicas y litúrgicas para avanzar hacia lo que propone el Prefecto de Culto. Sólo hace falta una cosa: Legislar, determinar una normativa clara para que se aplique a partir de una fecha concreta. Oremos por ello.
08/07/16 11:19 PM
  
Gedeon
Efectivamente en el novus ordo nunca se le da la espalda al Señor, no logro entender ese Ad dominum, porque es lo que siempre sucede.
Por otra parte, la Santa Misa de donde emana, ¿de la noche de Pascua o del Viernes Santo?
Padre Iraburu, en los temas morales es usted una de mis grandes referencias, pero este empeño litúrgico no logro entenderlo, ni en usted, ni en otros padres de la Iglesia. Creo que hará más mal que bien y adivino de fondo un nuevo intento de acabar con la Eucaristia de las comunidades neocatecumenales.
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JMI.-Este segundo comentario de Gedeon está escrito "antes" de escribir yo mi respuesta al comentario que hace a mi artículo (266). Habrá, pues, que aplicar esa mi respuesta (266) también a éste (267).
09/07/16 6:02 PM

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