(204) Apostasía –y 7. El Concilio Vaticano II y el mundo actual

(204) De Cristo o del mundo -XLVI . Apostasía -y 7.

–Yo sé de algunos que, viendo que se cita al Vaticano II, entrarán en tromba.

–Estoy preparado para recibirlos. Y también, si en algunos casos pudiera convenir, para cerrarles la puerta.

Termino mis consideraciones sobre el mundo secular de nuestro tiempo examinando lo que sobre él enseñó el Concilio Vaticano II, acerca del cual se han hecho muy falsas interpretaciones.

La falsificación del Concilio Vaticano II se inició durante su misma celebración. La mayor parte de los medios de comunicación y las ruedas de prensa y comentarios de algunos teólogos y Obispos progresistas consiguieron en gran medida que la difusión mediática de las enseñanzas conciliares estuvieran ampliamente dominada por la orientación modernista. De entre las muchas falsificaciones, una de las más patentes y de peores consecuencias fue la que interpretaba la doctrina del Concilio, concretamente la de la constitución Gaudium et spes (1965), como una reconciliación plena de la Iglesia con el mundo moderno.

Evidentemente esa intención y doctrina, que hubiera significado una renuncia al Evangelio y una ruptura con el Magisterio apostólico tradicional, era perfectamente ajena y contraria a la mente y voluntad de los 2.344 padres conciliares que dieron su voto favorable al documento, frente a 6 que lo dieron en contra.

Sin embargo, fueron muchos los que malinterpretaron ése y otros textos conciliares. Muy poco después del final del Concilio, señalaba A. Sigmond que «la primera impresión después del Concilio fue que la Iglesia quería redefinir su postura frente al mundo, al que ya no consideraba como adversario. No mostraba ya desconfianza hacia las realidades de este mundo. No se sentía amenazada por este mundo; al contrario, se sentía capaz de ayudarle con su contribución, y en consecuencia, podía reconquistar [en el mundo] un puesto digno de ella. Se habló, pues, de una nueva relación Iglesia-Mundo. Pero muy pronto (bien vite) se entendió que tal fórmula era falsa (maladroite)» (Dialogue dans un monde sécularisé, «La Vie Spirituelle» 120, 1969-1, 329).

Muy pronto, también, se denunciaron las interpretaciones falsas del Concilio.

Pero éstas, difundidas por los modernistas, siguieron produciéndose y llegaron a predominar en los medios de comunicación e incluso en muchos teólogos hasta nuestros días. De tal modo que algunos tradicionalistas radicales, que habían recibido y aún firmado los documentos conciliares, comenzaron a escandalizarse del Concilio, reprobándolo cada vez más abiertamente (el caso, por ejemplo, de Mons. Lefebvre y sus seguidores). Doctrinas conciliares como las referidas al mundo fueron consideradas por ellos completamente inadmisibles. Y rechazaron así frontalmente las enseñanzas del Concilio, entendiendo que había enseñado realmente las tesis falsificadas profundamente por los modernistas: Por fin la Iglesia había entendido que las pesimistas prevenciones de Cristo al enviar sus discípulos al mundo –«el mundo os odiará y os perseguirá» (Jn 15,19-20); «yo os envío como corderos en medio de lobos» (Lc 10,3)– eran falsas y completamente injustificadas. Sólo podían entenderse a la luz de una concepción triunfalista de la Iglesia y sumamente pesimista del mundo secular. En todo caso, aunque fuera con un gran retraso de veinte siglos, finalmente la Iglesia había logrado superar ese planteamiento erróneo, causa de tantos malentendidos y sufrimientos inútiles para los cristianos, y había aceptado el humilde oficio de co-laboradora del mundo.

El cese de hostilidades entre Iglesia y mundo establecido, de hecho, en muchos ambientes trajo consigo, lógicamente, una mundanización considerable de buena parte del pueblo cristiano, que lo llevó con frecuencia a la apostasía. Aquella primera interpretación falsa del Concilioha marcado, pues, profundamente los 50 años del postconcilio. Para los progresistas esta reconciliación de la Iglesia con el mundo sigue siendo una doctrina «conciliar» evidente y de gran fuerza apostólica renovadora. Para los católicos tradicionales –es decir, los católicos, pues todo católico tiene que ser bíblico y tradicional– es una falsificación del Vaticano II, que trae consigo una mundanización lamentable de la vida cristiana. Y para los tradicionalistas es un escándalo insuperable, una ruptura obvia de la Iglesia con el Evangelio y el Magisterio tradicional, perpetrada por el Concilio Vaticano II.

Muchos manuales de espiritualidad postconciliares, concretamente –y gran parte de los teóricos dirigentes del campo de la pastoral–, suprimieron prácticamente «el combate espiritual» del pueblo cristiano con su mundo circundante. Desde la enseñanza de Cristo y de los Apóstoles (por ejemplo Mt 13,1-30; Ef 2,1-3), en la doctrina de los Padres y grandes maestros de la espiritualidad, la Iglesia ha considerado en tradición unánime que los enemigos del Reino de Dios entre los hombres son tres: demonio, mundo y carne –en este blog (160)–. Y hemos podido comprobar en la serie que vengo desarrollando, De Cristo o del mundo, que la Iglesia siempre ha enseñado la necesidad de vigilancia y de lucha frente al mundo secular, para no configurarse a él en ideas y costumbres (Rm 12,2), para poder librarse de su cautividad, y para mejorarlo y salvarlo, transformándolo con la gracia de Cristo Salvador. Esa misma doctrina se mantiene todavía en los manuales de espiritualidad más usados en la primera mitad del siglo XX, sea cual fuera el autor o la escuela espiritual.

La mantienen autores como Tanquerey, Compendio de teología ascética y mística (1923); Royo Marín, OP, Teología de la perfección cristiana (1968, 5ª ed.); Albino del Bambino Gesù, OCD (Roberto Moretti), Compendio di Teologia Spirituale (1966); Gustavo Thils, Santidad cristiana (1968, 5ª ed.); C. V. Truhlar, SJ, Structura theologica vitæ spiritualis (1966,3ª ed.); Ch. A. Bernard, SJ, Compendio di Teologia Spirituale (1973, 2ª ed.) y Teología Espiritual (1994). Después del Vaticano II, J. son pocos los manuales que siguen esa tradición; entre ellos, Rivera - Iraburu, Síntesis de espiritualidad cristiana (2008, 7ª ed.; orig. 1988). Todas estas exposiciones sistemáticas de la Espiritualidad cristiana, cuando tratan de los enemigos de la vida evangélica que han de ser superados con la gracia del Nuevo Adán, incluyen siempre, junto a la concupiscencia o «la carne», un capítulo sobre «el mundo» y otro sobre «el demonio». Puede decirse que, hasta el Vaticano II es ésta una distribución presente en casi todas las obras de espiritualidad más conocidas.

Por el contrario, la falsificación del Vaticano II ha traído consigo que en no pocos tratados actuales de espiritualidad tanto el «mundo», en cuanto adversario, como el «demonio», como enemigo de los hombres, sean prácticamente ignorados o reducidos a mínimos vergonzantes. Algunos, es cierto, siguen hablando algo del mundo –del demonio nada–, pero casi solamente en términos de colaboración y de diálogo con él, silenciando por completo o minimizando la fuerte doctrina de Cristo sobre el mundo –la misma de San Juan y San Pablo, la mantenida por la Tradición–; incluso la rechazan, como felizmente superada.

El Concilio Vaticano II enseñó sobre el mundo secular una doctrina pefectamente católica, fiel al Evangelio y al Magisterio tradicional. En sus documentos, concretamente en la Gaudium et spes, se «desarrollan» doctrinas tradicionales, pero siempre en «continuidad» con el Magisterio apostólico precedente, nunca en «ruptura». Y así como desde el principio se difundió una interpretación falsa del Concilio en esta materia, también desde el primer momento se defendió una interpretación verdadera del mismo. Podemos verlo, por ejemplo, en un artículo del año 1965 escrito por el Cardenal Danièlou, uno de los principales teólogos del Concilio. En su estudio Mépris du monde et valeurs terrestres d’aprés le Concile Vatican II, resumía así la doctrina conciliar:

1º.–El Vaticano II afirma el valor del mundo, es decir, de las realidades terrestres seculares. El Concilio valora altamente la cultura científica y técnica, el progreso social y económico, las diversidades culturales de la humanidad, etc. Y es en este aspecto en el que el Concilio desarrolla la tradición cristiana anterior, marcando ciertos énfasis nuevos. En efecto, ante ciertas actitudes espiritualmente defectuosas de desconfianza o suspicacia excesivas ante el mundo visible, el Vaticano II hace notar cómo el aprecio supremo de las realidades eternas en forma alguna debe conducir al desprecio o a la indiferencia hacia las realidades temporales. Éstas, por el contrario, muestran precisamente toda su dignidad cuando son consideradas en relación a la vida eterna (421-424).

2º.–El Concilio, junto a eso, rechaza toda forma de idolatría del mundo y de los valores temporales. Esta idolatría, según Danièlou, toma actualmente dos formas principales: «un primer rasgo del mundo moderno consiste en hacer de la producción de bienes materiales el fin último de la existencia. Viene a ser el “materialismo práctico”. La abundancia de satisfacciones terrrestres insensibilizan a las realidades divinas». Éste es «el pecado del mundo», cuyo culmen histórico es el ateísmo de masas. Y como segundo rasgo, «la otra perversión del mundo moderno es la pretensión del hombre de bastarse por sí mismo, limitándose a sus propias posibilidades». También es ésta una forma de ateísmo (426).

Pues bien, entre lo que el Concilio aprueba y lo que reprueba del mundo secular actual no hay contradicción alguna, según Danièlou: «Si los valores terrestres son la creación de Dios, el pecado del hombre ha hecho de ellos ídolos. Si el mundo moderno es el desarrollo de la creación, es también al mismo tiempo su perversión. Por eso el diálogo de la Iglesia con el mundo moderno es doble: total comunión con todo lo que en este mundo es desarrollo de la creación de Dios; y total denuncia de todo lo que en este mundo moderno está falsificado por el pecado del hombre» (424; subrayados míos).

Las enseñanzas del Concilio sobre el mundo secular son verdaderas y muy valiosas, plenamente fieles a la tradición católica que desarrollan. Son falsas las interpretaciones que ven en ellas una «ruptura» con la Biblia y el Magisterio tradicional, lo que puede demostrarse por dos vías principales. –Es imposible que los padres de un sagrado Concilio ecuménico, por abrumadora mayoría, cambiaran o suprimieran una importante doctrina de la Escritura formalmente revelada y unánimemente enseñada por la tradición de veinte siglos. –El examen de los textos de ningún modo permite esas interpretaciones heréticas. El Vaticano II, concretamente la Gaudium et spes, es fiel a la enseñanza bíblica y tradicional respecto al mundo, como realidad grandiosa creada por Dios, al mismo tiempo marcada profundamente por el pecado, y necesitada del «Salvador del mundo» en forma absoluta.

Son varios los criterios que han de seguirse para interpretar con verdad un documento de la Iglesia, concretamente de un Concilio, el Vaticano II; y de ellos destaco tres.

1.–Es necesario conocer la mente e intención de los Padres autores del texto, que lo autorizaron con su aprobación. Las Actas conciliares, las objeciones y explicaciones en ellas recogidas, expresan esa mente e intención: qué quisieron enseñar y qué no quisieron decir. 2.–Un texto conciliar aislado ha de interpretarse siempre a la luz de la enseñanza del conjunto del Concilio. –Del mismo modo, los textos conciliares, todos ellos asistidos especialmente por el Espíritu Santo, han de ser interpretados a la luz del Magisterio tradicional precedente, producido bajo esa misma asistencia. Es falsa, por tanto, toda interpretación que ignore lo que los Padres realmente pensaban y quisieron decir; que entienda ciertos textos aislados y oscuros en un sentido ciertamente incompatible con otros textos claros, contrarios y reiterados por el mismo Concilio; y que se atreva a afirmar interpretaciones cuyo contenido sea incompatible con el Magisterio tradicional de la Iglesia. Digo lo mismo, muy brevemente, con un ejemplo. Afirmar, como se ha hecho, que el Vaticano II sustituye «la religión de Dios» por «la religión del hombre», decir que abandona el «teocentrismo» cristiano por un «antropocentrismo» inadmisible, apoyándose, por ejemplo, en algunas frases concretas (como «el hombre es […] el quicio (cardo) de toda la exposición que sigue», GS 3a), es una forma manicomiale de falsificar y de calumniar el Concilio Vaticano II.

La constitución Gaudium et spes, por ejemplo, es plenamente consciente de los graves males del mundo actual. Ella, centrada en el tema Iglesia y mundo, señala los efectos devastadores causados «con frecuencia» por el pecado en el mundo de hoy, que abruma al hombre con «muchos males» (13a). Hace ver que los hombres «con frecuencia fomentan [la libertad] en forma depravada» (17). Atestigua la difusión del ateísmo en proporciones nunca antes conocidas (19-20). Condena con energía «la autonomía de lo temporal» mal entendida, que se independiza de Dios (36c). Denuncia la distancia «cada día más agudizada» entre los pueblos ricos y los pobres (63). Enseña, en fin, consiguientemente que, desde los orígenes de la humanidad, se combate continuamente «una dura batalla» entre las fuerzas del bien y del mal (13b; 37b). El documento, pues, lejos de toda falsa positividad pelagiana, profesa con toda firmeza la necesidad de Cristo Salvador, el verdadero Hombre nuevo (22), el único que por su cruz y resurrección puede salvar a la humanidad de sus males (38), el Alfa y la Omega de toda la historia del mundo (45). Negar el «teocentrismo y cristocentrismo» del Vaticano II y acusarle de «reconciliación ilícita con el mundo» es calumniar el sagrado Concilio Ecuménico XXI.

El Catecismo, fiel al Vaticano II, y citándolo, enseña sobre esa relación Iglesia-mundo: «Esta situación dramática del mundo, que “todo entero yace en poder del Maligno” (1Jn 5,19; cf. 1Pe 5,8), hace de la vida del hombre un combate: “a través de toda la historia humana se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo” (Vat. II, GS 37b)» (Catecismo 409).

Quienes afirman (los modernistas y los tradicionalistas cismáticos) que el Vaticano II ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre el mundo enseñada por la Biblia y la Tradición no pueden hallar fundamentos doctrinales en los documentos conciliares, como no sea malinterpretándolos. Para conseguirlo necesitan agarrarse a las versiones que los teólogos modernistas vienen dando del Concilio, o tomar algunas frases sueltas de los textos, en ocasiones realmente desafortunadas, como ya vimos en otra ocasión (24) –cosa nada extraña en un Concilio que produce un libro de 500 o 700 páginas–, entendiéndolas de mala manera, y realizando de ellas una interpretación obviamente ajena a la mente e intención de los padres conciliares, contraria al conjunto documental docente del Vaticano II, e inconciliable con el Magisterio apostólico precedente.

Es cierto que puede hallarse –mejor, que se halla– una «apertura al mundo» inadmisible en los alrededores del mismo Concilio, e incluso en la mente personal de algunos de sus Padres, y por supuesto en no pocas teologías y medios de difusión que después del Concilio se alejaron más y más de la ortodoxia. Pero éste es un proceso, como ya hemos visto ampliamente (186-197ss), iniciado varios siglos antes del Vaticano II, y eclosionado en el siglo XX, sobre todo en las naciones cristianas más ricas.

También es cierto que «el talante anímico» de no pocos Padres conciliares, en el marco esperanzador que siguió a la II Guerra Mundial, adolecía de un ingenuo optimismo en relación al mundo, que pronto habría de verse desengañado en un ambiente de apostasía creciente y de persecución cada vez mayor del cristianismo en Occidente. Esto es solamente, sin embargo, una anécdota histórica, bastante lamentable, por cierto. Pero la verdad auténtica de los documentos del Concilio Vaticano II no la hallamos ni en sus alrededores profanos mediáticos, ni en la interpretación de los progresistas, ni tampoco en el ánimo –por otro lado difícilmente verificable– de una parte de los Padres conciliares. La verdad auténtica del sagrado Concilio Ecuménico Vaticano II está expresada en sus propios documentos, aprobados masivamente bajo la asistencia del Espíritu Santo, que asegura la indefectibilidad de su Iglesia, una, santa, católica, apostólica y romana.

Las desviaciones mundanizantes postconciliares son pronto combatidas por la Iglesia. Pablo VI hubo de reprobar, concretamente en la relación de la Iglesia con el mundo, muchos errores que eran presentados como recibidos de la escuela del Concilio o, como tantas veces se ha dicho, propias del espíritu del Concilio. El Papa reconoce claramente la existencia amplia de esos errores dentro de la Iglesia, pero hace ver que ellos son contrarios al Magisterio apostólico, y no proceden del propio Concilio, sino de errores de los teólogos y de relajamientos morales lamentables de pastores y fieles. Dice Pablo VI:

«Hemos sido quizá demasiado débiles e imprudentes en esa actitud a la que nos invita la es­cuela del cristianismo moderno: el reconocimiento del mundo profano en sus derechos y en sus valores; la simpatía incluso y la admiración que le son debi­das. Hemos andado frecuentemente en la práctica fuera del signo. El contenido llamado permisivo de nuestro juicio moral y de nuestra conducta práctica; la transigencia hacia la experiencia del mal, con el sofisticado pretexto de querer conocerlo para saber­nos defender luego de él…; el laicismo que, que­riendo señalar los límites de determinadas competen­cias específicas, se impone como autosu­ficiente, y pasa a la negación de otros valores y de otras realida­des; la renuncia ambigua y quizá hipócrita a los sig­nos exteriores de la propia identidad religiosa, etc., han insinuado en muchos la cómoda persuasión de que hoy aun el que es cristiano debe asimilarse a la masa humana como es [algunos dirán que esto viene exigido por la ley de la encarnación], sin tomarse el cuidado de marcar por su propia cuenta alguna dis­tinción, y sin pretender, nosotros cristianos, tener algo propio y original que pueda frente a los otros aportar alguna saluda­ble ventaja».

«Hemos andado fuera del signo en el conformismo con la mentalidad y con las costumbres del mundo pro­fano. Volvamos a escuchar la apelación del após­tol Pablo a los primeros cristianos: “No queráis con­formaros al siglo presente, sino transformaos con la renovación de vuestro espíritu” (Rm 12,2); y el apóstol Pedro: “Como hijos de obediencia, no os conforméis a los deseos de cuando errábais en la ig­norancia” (1Pe 1,14). Se nos exige, pues, una dife­rencia entre la vida cristiana y la profana y pagana que nos asedia; una originalidad, un estilo propio. Digámoslo claramente: una libertad propia para vivir según las exigencias del Evangelio». Actualmente es necesaria una ascesis fuerte, «tanto más oportuna hoy cuanto mayor es el asedio, el asalto del siglo amorfo o corrompido que nos circunda. Defenderse, preser­varse, como quien vive en un ambiente de epidemia» (Aud. gral. 21-11-1973).

Este lenguaje de Pablo VI, autorizado intérprete del Concilio, es el lenguaje bíblico y tradicional, el de Cristo y sus apóstoles, el de todos los santos. Es el mismo que Pablo VI expresa cuando previene a la XXXII Congregación General de la Compañía de Jesús ante ciertas actitudes peligrosas, que «pueden degenerar en relativismo, en conversión al mundo y a su mentalidad inmanentista, en asimilación al mundo que se quería salvar, en secularismo, en fusión con lo profano» (3-XII-1974).

El Occidente des­cristianizado ha consumado en la práctica, e in­cluso en la teoría, una conciliación pacífica entre los cristianos y el mundo moderno vi­gente, tal como es. En no pocas Iglesias locales de Occidente esa mundanización generalizada del pueblo cristiano ha ido adelante en formas graduales apenas perceptibles, paso a paso, pero cada vez más aceleradas, estimuladas con frecuencia por la intelligentsia eclesial, que interpreta esta derrota como si fuera una victoria, una superación del cristianismo anterior. Y finalmente, por ese camino, la mundanización plena conduce a la apostasía.

Ya los cristianos no quieren seguir siendo en el mundo ni un día más «corderos entre lobos»: prefieren ser lobos entre lobos, sin sufrir ya persecución de éstos. No se sienten en este mundo pervertido como «forasteros y extranjeros», sino como peces en el agua. Y esta «conversión al mundo», como ya he señalado, ha sido realizada por los cristianos precisamente cuando el mundo de Occidente se halla más corrompido que nunca, en su pensamiento y en sus costumbres. Pero no hay en ello ninguna paradoja inexplicable, pues la pésima corrupción actual del mundo en Occidente «consiste» precisamente en la apostasía de los pueblos que antes eran cristianos.

Ésta es la verdad, sin duda. Pero ¿conviene decirla abiertamente?… Ya hemos visto lo que el Vaticano II dice de los males del mundo actual, y ya hemos recordado también los diagnósticos de los Papas últimos (202). ¿Conviene decir esas verdades públicamente?… Es evidente que la proposición de cualquier verdad, en su modo y frecuencia, debe ir siempre regida por la prudencia de la caridad pastoral: «yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no os di comida porque aún no la admitíais» (1Cor 3,1-2). Ahora bien, con todas las prudencias que sean necesarias en la afirmación de la verdad, es indudable que los cristianos de Occidente «deben hoy saber» que viven en un mundo secular perverso, alejado de Dios y de la verdad, profundamente degradado en sus costumbres. Sería criminal mantener a los cristianos en la ignorancia de esta realidad, más aún, inducir en ellos un juicio de la situación histórica presente gravemente erróneo. Las consecuencias serían –son– extremadamente negativas. Muchos cristianos se perderán si no se les dice la verdad; más aún, si se les dicen mentiras.

Es el conocimiento de la verdad, también el de la verdad histórica, el que nos hace libres(Jn 8,32). Sólo conociendo la verdad del mundo en que vivimos podremos los cristianos mantenernos en una actitud vigilante, sin caer en sus trampas mentales o conductuales. Sólo así podremos con Cristo, Salvador del mundo, evangelizar y salvar al mundo: ésa es la forma cristiana auténtica de compadecerse de él y, al mismo tiempo, de vencerlo. Sólo así podrán los laicos transformar realmente el mundo en sus ideas y costumbres, en sus leyes, en su cultura y su arte, en su vida social y política. Sólo así podremos evitar esa nefasta conformidad con el mundo, que hace de los hijos de Dios hijos del siglo.

Y digámoslo de paso, sólo así podrán las Iglesias locales recuperar su normal fecundidad en vocaciones sacerdotales y religiosas. Es muy comprensible que ningún ciudadano, ni siquiera aquel que sienta una clara vocación militar, quiera ser capitán de un ejército que renuncia a combatir, no solo por cobardía, dando siempre por inevitable la derrota, sino por convicción ideológica. No habrá jefes para un ejército que estima justo, equitativo y saludable que el mundo no se sujete a Dios, Señor del cielo y de la tierra, sino a la Bestia secular, que ha recibido del Dragón infernal todo su poder.

El mundo está corrompido en sus pensamientos y caminos, y sin Cristo no puede dejar de estarlo, no puede liberarse de esa cautividad del Padre de la mentira y del pecado. A veces será bastante decir esto muy poco, pero hay que decirlo. E incluso a veces ni es preciso decirlo: basta saberlo, basta pensarlo, mejor aún, basta creerlo de verdad, pues las palabras y acciones que brotan de esa fe expresarán ya esa convicción de modo implícito, el más eficaz muchas veces para dar testimonio de la verdad.

Reforma o apostasía.

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

30 comentarios

Un artículo demasiado lúcido como para que no me lo "robe" (con su permiso) para mi Web. Gracias padre José María.
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JMI.-José Miguel, perdona, pero tiene su precio:
tres Avemarías + el IVA.
18/01/13 1:41 PM
  
Ricardo de Argentina
Como creo que ya lo expresé antes en este espacio entiendo que su tesis, Padre, da en el clavo:
1. La Progresía intenta arrancar textos conciliares a su gusto. No lo consigue.
2. La Progresía, entonces, intenta "vender" un CVII a su gusto (¡Gloria a "ese" Concilio!), con el apoyo -nada casual por cierto- de los medios mundanos. Y esto sí lo consigue, aunque a muchos les resulta difícil de tragar una hermenéutica tan subversivamente rupturista.
3. Es aquí cuando aparecen en escena los incorruptibles e incombustibles "defensores de la neoTradición" exclamando muy indignados: "Efectivamente, el CVII es como lo vende la Progresía. Delendum est Concilium!". Y en esta mentira cayeron muchos que no se tragaban la mentira de los progres.

Deseo hacer notar que esta maniobra ha consistido, básicamente, en que los aparentes opuestos (progres y lefes) coincidan en lo esencial: rechazar el CVII. Este es un recurso muy utilizado en política, especialmente en la política democrática, que sirve de maravillas para amasar una opinión dominante en ciertos puntos esenciales.
Ejemplos:
Capitalistas y Marxistas (ambos liberales)
Derechas e Izquierdas (ídem)
PP y PSOE (ambos aborteros)

Cuando aparece alguien que "no es del palo", ambos "irreconciliables opositores" se ponen de acuerdo en darle con el cabo del hacha sin piedad.
Así es como un grupito de pícaros consigue imponerse hegemónicamente, mientras que muchos de sus seguidores en ambos bandos siguen creyendo sinceramente en sus pomposas declaraciones de principios ("idiotas útiles").

Visto está que política y religión tienen más puntos en común de lo que se quiere hacer creer.
18/01/13 2:34 PM
  
Catholicus
Excelente artículo Padre. Gracias !.

(Hay dos erratillas aquí, por si desea corregirlas:

"El Papa econoce claramente la existencia amplia de esos errores dentro de la Iglesia, pero hace ver que ellos con contrarios al Magisterio apostólico"


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JMI.-Muchas gracias. Los corrijo.
18/01/13 2:56 PM
  
Agustín de Argentina
Hola Padre José María, muy bueno el post. Siempre aprendo mucho con sus artículos.
Casualmente esta semana me topé con un post sobre el documento Gaudium et spes, en dicho artículo se publican algunas páginas del libro de Mons. Brunero Gherardini, "Il Vaticano II. Alle radici di un equivoco"; y hablan sobre el antropocentrismo y la GS.
Me gustaría saber que opina sobre este artículo.

La dirección es:
http://chiesaepostconcilio.blogspot.com.es/search?updated-max=2013-01-01T15:57:00%2B01:00&max-results=7

Un saludo muy grande, que Dios lo bendiga,
Agustín

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JMI.-Perdone, pero no atenderé su solicitud.
No leo artículos y les hago comentarios por encargo de mis lectores.
18/01/13 3:15 PM
  
Agustín de Argentina
No hay problema Padre, yo no entiendo mucho de estas cosas, pero se que es un tema un poco sensible.

Gracias de todos modos.

Saludos, Agustín
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JMI.-Dios le bendiga.
18/01/13 5:15 PM
  
estéfano sobrino
Creo que uno de los problemas del CV2 ha sido el ocultamiento de su contenido real: para muchos cristianos todavía está por descubrir.

El Compendio del Catecismo puede ser una vía de entrada, para ir refrescando la exposición actual de la doctrina de la Iglesia...

Me acuerdo cuando fue elegido JP2: los medios de comunicación querían etiquetarlo: o "está en contra del Concilio" o "está a favor"; o es un progre o un reaccionario... Y al final su (santa) vida se reveló mucho más rica, eficaz y poderosa que esos estériles esquemas binarios.
18/01/13 5:47 PM
  
enric

En el punto 17 de Gaudium et Spes dice:
"La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección."

Un gran santo oriental dice en su Diario Espiritual:
"Si careces de realización divina, tu libertad es muy reducida, pues tu vida está gobernada por los impulsos, los caprichos, los estados de ánimo, los hábitos y el medio ambiente."

Luego, la vida consiste en avanzar en desarrollo espiritual y para ello es necesario reflexionar, meditar, pedirLe a Dios que nos ayude para ser conscientes si nos guía la Conciencia de Cristo en cada momento de nuestra vida y por tanto somos libres; o, si somos esclavos de los sentidos, impulsos, caprichos, estados de ánimo, hábitos y medio ambiente, es decir: del mundo, el demonio y la carne.

Y como decía también el gran santo oriental:
"Transfórmate a ti mismo y habrás cumplido con la parte que te corresponde para ayudar a transformar el mundo. Todo ser humano debe realizar un cambio en su vida si desea vivir en un mundo pacífico, y éste no alcanzará la paz a menos que tú mismo comiences a empeñarte en establecerla. Es sólo desterrando el odio de nuestros corazones como nos será posible vivir de modo semejante a Cristo."

Jesús nos dio un Gran Ejemplo: amando... como Él amó, perdonando... como Él perdonó, expulsando demonios del interior de las personas e intercediendo ante Dios Padre para que perdonara a sus agresores.

El BJPII también nos dio un gran ejemplo perdonando a su agresor y pidiendo perdón por los errores cometidos por la Iglesia. Es tiempo de avanzar a buen ritmo hacia la Verdad. Desde el CVI con el dogma de la infalibilidad del papa que ya no hay vuelta atrás. Y el CVII es un gran paso hacia la Verdad.

Ánimo y un abrazo.
18/01/13 7:07 PM
  
Armand Rua
Ave Maria
Gracias Padre por la excelencia de sus artículos. Dios lo guarde y que el espíritu santo lo siga iluminando.
Saludos desde Ecuador

Carlos
18/01/13 7:36 PM
  
jose
Muchísimas gracias por esta esclarecedora visión del Concilio Vaticano II sobre el mundo, que tanto necesitamos conocer hoy los cristianos ya que hemos hecho las paces con el mundo, y que se corresponde fielmente con los documentos aprobados por el Concilio.
18/01/13 10:20 PM
  
Nova
Buen artículo, padre. Y la foto del Vaticano, bellísima, por cierto.
19/01/13 12:06 AM
  
M. Virginia O. de Gristelli
G R A C I A S de todo corazón, querido padre. Dios lo colme de bendiciones por su lucidez y fidelidad.
19/01/13 6:27 AM
  
Gris Funcionario
Gracias por el artículo. Siempre me llamó la atención el hecho de que todo el mundo habla del Concilio Vaticano II sin haberse ni acercado a los documentos conciliares. Por las mismas fechas debíó de celebrarse el Concilio Imaginario II, que es al que se refieren todos.
El caso es muy parecido al de el buey y la mula del libro de Benedicto XVI.
19/01/13 9:05 AM
  
María
Sírvamonos de las cosas que nos rodean....para elevarnos a DIOS.
Los Cielos....que con tanta majestad se mueven sobre nuestra cabeza, nos anuncian Su Gloria ;
El fulgor de las estrellas...es una imagen de Su Explandor....
La inmensidad de los mares....denuncian Su Poder.
Todas las criaturas de la Naturaleza ...nos hablan de Sus perfecciones....Todo...hasta la humilde flor de los campos...es como un libro abierto a nuestros Ojos....que nos llama a DIOS.
DIOS de Infinita bondad....es quien vela por nuestra conservación... y manda a la naturaleza que nos provea de todo lo necesario.


Saludos
19/01/13 5:03 PM
  
Felipe de España
Hay una audiencia general (12-Enero-1966) de Pablo VI bastante desconocida u olvidada y es muy apropiada por su vinculación con el tema del artículo. Pensaba en traducir algunos fragmentos que me parecen especialmente interesantes pero creo que omitiría otros igualmente importantes así que me limito dejar el enlace:

http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/audiences/1966/documents/hf_p-vi_aud_19660112_it.html
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JMI.-Muchas gracias por el don que nos hace recordándonos este precioso discurso de Pablo VI sobre el Concilio Vaticano II, pronunciado en una Audiencia general celebrada muy poco después de su terminación solemne.
Dios se lo pague.
19/01/13 8:16 PM
  
José L.
Gracias P. Iraburu, fantásticos todos sus capítulos de Apostasía.

En el cap. 2 afirma "El Estado moderno se ha hecho un Leviatán opresivo" o que el siglo XX ha sido el más genocida y el XXI sigue la línea.

He perdido la esperanza en los gobiernos de Occidente, en las organizaciones o coaliciones internacionales tipo ONU, UNESCO, incluso en el sistema democrático, etc. Hay un "gobierno en la sombra" , humano, que no vemos, que se oculta al mundo pero que lo dirige implacablemente y de forma mortífera para el hombre.

Este gobierno oculto,
- ha gestado las guerras del s. XX incluso la última con el autoatentado del World Trade Center (que nadie se escandalice antes de documentarse y si aún así lo hace que revise la Historia como la voladura del Maine en la Bahía de la Habana asesinando a 254 tripulantes norteamericanos u otros que ahora no vienen al caso) y ,seguimos la línea, con la Primavera Árabe que lo único que está haciendo es polarizando el mundo en dos grandes bloques antagónicos: Occdiente y la Sharia. Quizás la chispa que encenderá la mecha el día de mañana será un atentado atómico en alguna ciudad europea.

- Ha planificado el consumo hedonista que exige reducir a la mínima expresión el número de hijos. El binomio hijos-confort es antagónico. Hay un vídeo en Youtube de David Rockefeller alertando al mundo de los problemas de la superpoblación.

Homosexualizar al mundo también contribuiría de alguna manera a la no procreación además de pisotear una institución sagrada como el matrimonio. Jamás existió el matrimonio homosexual en ninguna cultura, en ninguna época. En Grecia tampoco, lo que allí había era pedofilia de un adulto con su efebo, un menor, pero nadie era tan memo como para contraer un matrimonio estéril por antinatural.

- Ha generado una crisis. Hoy nuestros gobiernos electos ya no tienen decisión: "los mercados dicen...", "los mercados tal y cual..."

Sólo queda la Verdad de la Iglesia en este mundo podrido y homicida.


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JMI.-Con el 7, ya terminé la mini-serie APOSTASÍA.
Pida al Señor que me dé / tiempo y luz / fuerza y cruz / para llevar adelante la serie que sigue, sobre la IGLESIA HOY, "viña devastada" (al menos en muchas Iglesia locales), de tal modo que agrade al Señor y sirva de ayuda para sus hijos.

Ego in infirmitate et timore et tremore multo fui apud vos.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.
20/01/13 8:02 AM
  
Javiergo
P. Iraburu, yo también le agradezco de todo corazón los fantásticos capítulos que ha escrito sobre la Apostasía. Me parecen magníficos e intachables. Los he leído todos, los he distribuido entre muchos hermanos/ en la fe y le puedo decir que estoy de acuerdo al 100% en todo lo que usted afirma. ¡¡Ojala hubiese más sacerdotes que pensasen y viesen las cosas con la objetividad con que usted las ve!! Llevo toda mi vida estudiando, analizando y profundizando en el mundo moderno, y doy fe que TODO lo que usted afirma aquí es la pura Verdad. Y también quiero subrayar, ya de paso, que estoy plenamente de acuerdo con lo aquí dicho por José L. He investigado a fondo sobre ese 'gobierno en la sombra' (una vez me jugué la vida por profundizar e investigar demasiado en ello, mi familia recibió amenazas de muerte, y tuve que dejarlo, es una larga historia que algún día puede que escriba con seudónimo) y puedo asegurarte, José L., que tienes mucha más razón de la que imaginas. Y no digamos cuando afirmas esto: 'Sólo queda la Verdad de la Iglesia en este mundo podrido y homicida'. ¡¡Totalmente cierto!! Como bien dice el P. Iraburu, bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. Un saludo en Cristo Jesús
20/01/13 5:46 PM
  
Pepito
Para luchar contra el mundo es necesaria la santidad individual o privada de los católicos, pero también es necesario que esa santidad cuaje y se organize en un brazo político secular, injertado firmemente en la Jerarquía y supervisado y alentado por Ella, que sea capaz de combatir al mundo en las mismas instancias del poder político.

Con la sola santidad vivida en plan privado, familiar o doméstico no basta, es necesaria una santidad política que arme el brazo secular de la Iglesia en su combate contre al mundo y su príncipe el Diablo.

A mi juicio, los partidos políticos católicos, que sean como la espada del brazo secular de la Iglesia, son hoy tan necesarios como en su tiempo lo fueron las Ordenes Militares.

Laicos realmente comprometidos no sólo en llevar una vida personal santa sino también en luchar, uitilizando las armas que nos brinda la misma democracia, contra el mundo y el demonio que hoy en día dominan la Política.

¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra? Si, una constante milicia contra la carne y la concupiscencia, pero también contra el mundo y el demonio que como leon rugiente está al acecho esperando a quien devorar.

Pienso que serían precisos hoy en día muchos San Bernardos que predicasen con ardor una cruzada política contra el mundo.

El brazo secular de la Iglesia está dormido e inutilizado, en parte por culpa de la misma Iglesia, mientras Satanás, en vela constante, utiliza a pleno rendimiento su brazo político mundano e instaura en las sociedades, formadas por católicos, leyes indignas de ser votadas y aceptadas tan sumisamente por el pueblo fiel.

De ser ovejas de Cristo hemos pasado a ser lobeznos de Satanás, pues una gran mayoría de católicos votan sin rubor, ni cargo alguno de conciencia, ni sentido de pecado, leyes y programas políticos que no pueden ser más que inspiración del Maligno, por su contenido gravemente contrario a la Ley Divina.

Al igual que dicho Santo en su día predicaba la cruzada para liberar a los Santos Lugares de los infieles musulmanes, sería necesario hoy en día liberar a la comunidad eclesial del naturalismo político y económico, sobre todo el liberalismo y el capitalismo, ya que el comunismo casi ha desaparecido, en que se haya sumida dando la espalda a los valores evangelicos innegociables.

El Padre Iraburu me recuerda mucho a dicho Santo, por su insistencia en la urgente y necesaria lucha contra el mundo que hoy por hoy, capitaneado por Satanás, nos está derrotando en toda regla.
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JMI.-Una cruzada política-militar es hoy tan imposible e inconveniente como en los tres primeros siglos de la Iglesia.
Cordial saludo en Cristo.
21/01/13 12:27 AM
  
kantabriko
Aprovecho para decirle que en America tiene usted estimado padre Jose Maria su casa y tanto en tierras americanas como en Cuba usted y la santa iglesia catolica apostolica son sinonimo de respeto ,pax prosperidad y gratitud porque sagrada y bienaventurada es la palabra de Cristo el sr y hermanos son los padres catolicos ,fieles y congregacion catolica bienaventurados en la obra de Cristo el salvador teniendo en cuenta ademas que la isla de Cuba es ,sera y seguira siendo tierra cristiana catolica en Cristo Jesus y tiera de nuestra respetada y admirada iglesia catolica cristiana . Un cordial saludo y siempre que puedo leo su blog .
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JMI.-Tengo en Cuba amigos muy queridos.
Y cuando enviamos gratuitamente los libros y cuadernos de la Fund. GRATIS DATE a Hispanoamérica, lo hacemos con especial gozo cuando los mandamos a Cuba.
Dios os bendiga y sea vuestra alegría y fortaleza.
21/01/13 1:10 AM
  
kantabriko
Solo nos queda encomendar el destino de la isla de Cuba y de lo que alli se padece o sufre a JesuCristo ,la virgen Maria y el arcangel misericordioso San Miguel que tan misericordioso es ,que iluminen esa tierra y que aparten la hechizeria y el confabulismo que tanto azota la isla con tanta plaga o rendiciones del enemigo , que Jesucristo ponga su mano sobre Cuba .amen .
21/01/13 1:17 AM
  
Ricardo de Argentina
José L. y Javiergo, es fácil deducir que os estáis refiriendo al "gobierno en las sombras" de la Masonería.
Y sí, es tal cual: ese gobierno existe. La Masonería es universal y eficiente. Constituye una falsa religión que ata a sus miembros de manera fortísima y de por vida. Ellos trabajan en las sombras y a destajo, diseñando proyectos culturales y políticos que luego ponen en ejecución otros miembros de la secta. La cual está detrás de la ONU, de los gobiernos democráticos, de la UE, de muchísimas ONG, etc. etc.
Por eso es que las diferentes manifestaciones de la actual "civilización" (Civilización Salvaje, al decir de Castellani) tienen ese tufillo tan satanoideo: arte, política, cultura en general, relaciones personales, etc., etc. Es que la Masonería lo coordina todo, lo diseña y programa todo, y promueve a los líderes de los diversos campos que llevan a cabo esos proyectos.
Tanto esto es así que si finalmente el Anticristo se revelara ser la mismísima Masonería, ¿alguien podría sorprenderse?
Si NSJC viniese en la Parusía a derrotar a una Masonería desatada, ensoberbecida y tirana de una humanidad a ella sometida, creo que se cumplirían acabadamente las profecías joánicas.
21/01/13 5:35 AM
  
Vicente Saucedo Torres
Estimado D. Josemaria.

Desde hace 3 años sigo todas sus publicaciones en las diversas categorías en las que escribe. Me han sido de mucha utilidad tanto para estudio como para la pastoral. Le felicito y agradezco su esfuerzo por ser y hacer la Iglesia con doctrina clara. Mucho me gustaría hacerle alguna consulta tocante a liturgia. Que Dios le guarde muchos años.
21/01/13 4:49 PM
  
José María Iraburu
He tenido que negar el paso a dos comentarios lefebvrianos o filolefebvrianos.
Desde mediados de los 70 hasta el día de hoy, la Santa Sede ha discutido con la FSSPX en muchas ocasiones. Las conversaciones de estos últimos años se terminaron hace unos meses con resultado nulo. Mons. Fellay dijo que permanecía la Fraternidad en la misma posición de 1976.

No veo conveniente habilitar la Sala de Comentarios de mi pobre blog para continuar en ella la discusión, repitiendo las objeciones de la FSSPX expuestas a lo largo de tres o cuatro décadas: los errores del Vaticano II, sus documentos incompatibles con el Magisterio anterior, el beso del Corán, Asís, subsistit in, la "maligna" Misa del Novus Ordo, un dicho del teólogo Ratzinger, etc. etc. etc. Y repitiendo aquí, del otro lado, las mismas argumentaciones de la Santa Sede y de teólogos católicos, que no han llegado nunca a convencer a la FSSPX. La eficacia persuasiva de lo que yo pudiera decir puede preverse aproximadamente en un 0'001.

A mis frustrados comentaristas me limito a remitirlos a un buen número de artículos dedicados por mí a estos temas en este mismo blog --(126-132), más --La respuesta del P. Gleize (FSSPX) a Mons. Ocáriz (Santa Sede), --La Cátedra de San Pedro y la Fraternidad de San Pío X, --La Fraternidad de San Pío X y la Iglesia indefectible. Entrando en el Índice del blog se hallan muy fácilmente. Varios de estos artículos tuvieron más de 100 comentarios, siempre respondidos por mí.

También les aconsejo la obra de Mons. Rifán Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia, publicada por la Fundación GRATIS DATE, donde puede pedirse.
[email protected]

21/01/13 5:26 PM
  
kantabriko
Estimado padre Jose Maria , si su preciado tiempo diese para destacar la fabulosa obra de Juan Pablo Segundo que en si me parece una grandiosa obra misericordiosa a favor de todos, Juan Pablo segundo ,su carisma y su obra en favor de los desposeidos ,considero que es tan meritoria como entranable y dedicada la gran obra y la humildad con la que Juan Pablo dedico su tiempo a favor de los humildes siempre preocupado por el projimo e iluminando aquel camino sin esperanza ,la gracia y misericordia del papa padre Juan Pablo segundo es advenimiento de paz ,misericordia y amor por obra de Cristo .
22/01/13 1:47 AM
  
Daniel Lagos de Perú
Bendiciones Padre Iraburu.
Dios le de larga vida para que siga escribiendo todos los artículos que la Iglesia necesita que escriba.
La Paz
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JMI.-Bendición +
23/01/13 3:57 AM
  
Javier
Felicitaciones por el artículo.
¿Eso sí me gustaría preguntarle si tiene pensado publicar un libro con los artículos?
Gracias
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JMI.-Si mira en www.gratisdate.org
verá que voy publicando en grandes cuadernos (tamaño A4) algunas de las series de este blog. Espero seguir haciéndolo con algunas otras series.
Pueden pedirse en
[email protected]
25/01/13 6:49 PM
  
Catholicus
"Hemos perdido el Concilio pero hemos ganado la batalla de su interpretación".

Ahí se resume lo que yo acabo deduciendo.

Y basta para reencauzar el clarificar al modo Dominus Iesus, unas cuantas doctrinas y unos pocos documentos, pero sobre todo aquello donde esa victoria de la interpretación se hizo visible: la reforma litúrgica, el falso ecumenismo etc.

El dolor de cabeza de los pocos lefes no nos debe hacer perder el punto de mira, que es la restauración en amplísimos espacios de la Iglesia de la fe y costumbres tradicionales.

Pensar que tan solo porque ya no se vean obispos progres es que ya no hay problema mayor es un error. La mayor parte de la Iglesia sigue en franca apsotasía interna.

Que Dios ayude mucho al Santo Padre y le de sabiduría y fuerza para todas las reformas que tiene en mente.


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JMI.-La mayor parte de la Iglesia sigue en franca apsotasía interna.

Eso que dice Ud. es una barbaridad. Yo entiendo que, con la mejor voluntad, personas que no tienen bien asimilado el arte de escribir, son como jinetes que no dominan del todo su caballo. Y éste a veces se les va, suelta coces, etc.
Pero afirmaciones como la suya, en adelante, no las publicaré. Como tampoco he publicado las de tres lefebvrianos o filolefebvrianos.
26/01/13 9:09 PM
  
Jorge Gracia
Padre usted menciona el concilio Vaticano II, y no soy el mas docto teológicamente pero claramente sabemos que..." por sus frutos los conocereis"..., con respeto le pregunto una sola cosa pues he visto muchas totalmente anticristianas:

a) Como es factible que se pida un rezo conjunto, por parte del Papa Francisco I, debido a que la "mayoría de la población mundial" (le recuerdo que nosotros servimos a Dios no al mundo), se declara creyente (solo que algunos creen en Buda y a Jesucristo nuestro señor y a Dios Padre no les gusta el paganismo) , Otros en Allah (que niegan la divinidad de nuestro señor Jesucristo al ponerlo como solo un profeta mas), Otros (los Judíos ) crucificaron a Jesucristo nuestro señor que es DIOS???

Con ello faltamos TOTALMENTE al primer mandamiento en mi humilde opinión de AMARAS AL SEÑOR TU DIOS Y NO TENDRÁS OTROS DIOSES DELANTE DE MI...

Y al unir nuestro rezo al de herejes, paganos, y no creyentes inmediatamente caemos en idolatría o no???

Esto es solo un tema que apreciare pueda usted públicamente darme respuesta en este foro.

Pues es por todos conocidos que Dios dijo ... ID Y PREDICAD EL EVANGELIO, QUIEN CREYERE Y SE BAUTIZARE (OBVIO CRISTIANO CATÓLICO) SE SALVARA Y QUIEN NO SE CONDENARA...

Acaso ya se creyeron en JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR QUE ES DIOS los budistas, musulmanes y judíos y no nos avisaron a los catolicos???

Muchas Gracias por darle lectura y contestarme esto.

Saludos,
Jorge Gracia

07/04/16 11:27 PM
  
Noelia Moretta
Gracias Padre por explicarnos algo tan importante, Dios lo bendiga
24/10/17 12:58 AM
  
Ecclesiam
Pater, en una imagen que he visto decía:

El católico acepta que la Iglesia Católica enseña la verdad de fe y moral sin error. Y si acepta que la Iglesia enseña la verdad de fe y moral sin error, luego, acepta que los Concilios de la Iglesia, un medio por el cual Ella enseña, enseñan la verdad de fe y moral sin error. Y como el Concilio Vaticano II es un Concilio de la Iglesia, por consiguiente, enseña la verdad de fe y moral sin error.

Por lo tanto, si el Concilio Vaticano II erró en fe y/o moral: o la Iglesia Católica no enseña la verdad de fe y moral sin error; o los Concilios de la Iglesia no enseñan la verdad de fe y moral sin error; o el Concilio Vaticano II no es un Concilio de la Iglesia.
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JMI.-El Concilio Vaticano II no erró en fe y/o moral.
27/08/19 5:41 PM
  
José Francisco Ceacero Ortega
Buenas tardes don José María.
Para mi es todo un placer ponerme en contacto con usted a la vez que leer sus lecciones en todo lo referente a la Iglesia Católica.
Verá, llevo jubilado desde diciembre del 2021 y estoy haciendo lo que más me ha gustado de siempre, que es, la lectura y escritura, llegando a narrar dos libros, uno sobre los dogmas de la Virgen y otro sobre los de Jesucristo, en este me ha servido de mucho su artículo sobre el libro de Pagola.
Me gusta su forma de evangelizar y corregir desde dentro de la Iglesia ya que es lo que yo defiendo.
Qué Dios le bendiga
04/04/24 6:06 PM

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