(201) Apostasía –4. La fealdad del arte moderno sinCristo
–Reconozco que de arte yo no sé absolutamente nada.
–Esa ignorancia es hoy común. Pero no es común el confesarla. Y eso le honra. Cosa rara.
La estética de la fealdad es el rasgo propio del mundo sinCristo.El mismo espíritu que en Occidente rechaza Dios y a su Cristo, es el que malea la vida social y política, rompe las familias, reduce extremadamente la natalidad, vacía la filosofía de toda verdad, desprecia la tradición cultural por principio, deshumaniza a los pueblos, y lógicamente, degrada todas las artes, hundiéndolas en la fealdad. Es un mismo impulso descendente. Va todo junto.
En nuestro tiempo, sin duda, ha habido y hay artistas «modernos» que, como en el pasado, siguen produciendo bellísimas obras de arte, ciertamente en formas nuevas. Cualquiera hoy, medianamente cultivado en el arte, reconoce la gran belleza que, durante los últimos cien años, hay en una escultura de Rodin, en «la Consagración de la Primavera» de Strawinsky, en un paisaje urbano de Antonio López o en un edificio como el Guggenheim bilbaino de Frank Ghery. Pero ésas son obras de arte que han desarrollado en formas nuevas, a veces muy nuevas, la tradición estética de Occidente, la que las naciones cristianas, hicieron florecer al máximo en todas las artes.
Pero lo que hoy suele llamarse arte moderno es congénitamente feo. Partiendo los artistas de un mismo espíritu falso, malo y feo, extienden a todas las modalidades del arte una fealdad, en cierto modo consciente y voluntaria, que en ningún momento de su historia ha afectado en grado semejante a las artes de la humanidad. Y es necesario reconocer que el imperio estético del feísmo se ha producido justamente al llegar las naciones más cultas a una apostasía generalizada de la fe cristiana. Es normal que así haya ocurrido: corruptio optimi pessima.
Si nos asomamos por internet a los grandes museos dedicados al arte moderno, por ejemplo, al Tate Modern londinense, que otorga anualmente el Turner prize, al Museum of Modern Art (MOMA) de Nueva York, al Jeu de Paume de París, al Museum of Modern Art de San Francisco (SFMOMA), podremos comprobar hasta dónde llega la fealdad generalizada en miles de obras de pintura y escultura. A ello puede ayudarnos también visitar la página-web del stuckismo, movimiento ya presente en 52 países, que trata de afirmar un arte auténtico y de combatir el anti-arte, por ejemplo, el Turner Prize del Tate de Londres.
¿Y no será que no entendemos la belleza real del arte moderno, y que por eso no la apreciamos?
El pueblo llano, aquel que teme torpemente quedarse «atrasado», se fuerza a sí mismo a admirar obras que no entiende. Otras veces finge admirarlas, aunque raramente las adquiere. Y en algunas ocasiones incluso, cuando está más libre del mundo, llega a expresar su auténtico sentimiento: «esto es un timo». En general –pensemos por ejemplo en conciertos cacofónicos de música moderna, en ultramodernas exposiciones insultantes de pintura y de escultura, o en ciertas obras poéticas absolutamente ininteligibles–, el pueblo ajeno a la pedantería estética abomina del arte moderno que, queriendo liberarse de toda referencia a la naturaleza o a los lenguajes estéticos de la tradición, pretende autoafirmarse en un solipsismo arbitrario, partiendo del yo del propio autor solamente, es decir, partiendo de cero. En todo caso, el pueblo humilde no suele atreverse a expresar en público su pensamiento.
Los intelectuales, en su gran mayoría, admiran el arte moderno, al menos de palabra, porque ninguna clase social da mayor culto que ellos al hodiernismo. Alguno hay que conoce su verdad, es decir, su falsedad, pero no se atreve a confesarla, como es el deber primero del intelectual. Y «no la confiesa, porque teme ser excluído de la sinagoga» (Jn 12,42). En todo caso, como es lógico, justamente en el prestigioso gremio de los intelectuales, más seguro de sí mismo, es donde han ido surgiendo poco a poco –tarde y poco, aunque cada vez con más frecuencia– críticas y rebeldías contra la invasión de la fealdad en la pintura o la arquitectura, en la poesía, el teatro o la música, y en tantos otros campos.
En 1994, Miguel Fisac, medalla de oro de la Arquitectura Española, afirmaba sin rodeos: «La arquitectura española es tan desastrosa como la del resto del mundo. La arquitectura que se hace en estos momentos es la peor de toda la Historia. Pero es, a la vez, la que mejor expresa la sociedad en la que vivimos. Tenemos la arquitectura que nos merecemos».
En el año 1995, Francisco Nieva denunciaba «una estética trufada de feísmo voluntario». En efecto, «ha habido en todas las artes, a través del siglo XX, una rara atracción por el mal, por el gusto de una vida a la inversa, en que lo bello tiene que ser feo para ofrecernos más picante y más “profundidad”. Ésa es la demoníaca tentación de los que se creen tan exquisitos que se sienten por encima de la belleza y el placer, y quieren imponer esa suerte de salvación a la inversa, para ver el mundo acoplarse a ellos, en ese área de insatisfacción y de carencia resignada».
En el año 2002, cuando en una gran exposición del museo londinense Tate Modern, uno de los principales del mundo en su género,se disputaban los artistas el premio Turner, el ministro de cultura, Kim Howell, después de examinar las obras, declaró que aquel conjunto de obras «frías y mecánicas» mostraba que el arte británico «estaba perdido», que sus «intentos de conceptualización son patéticos y sintomáticos de una falta de convicción». «Romper tabúes sólo por el hecho de hacerlo aburre al público». Y aún se expresó con más claridad cuando, «decepcionado» y «enfurecido», calificó al conjunto artístico de «mierda (bullshit) conceptual». Muchos periódicos ingleses, desde el Times hasta The Sun, le respaldaron.
Quizá la fecha de caducidad está próxima para los artistas modernos feístas, no sólo por el alejamiento del pueblo, sino por la denuncia feroz de algunos intelectuales. Ya sabemos que Beethoven y otros músicos fueron en sus principios enérgicamente reprobados, o que Van Gogh apenas consiguió vender en su vida un solo cuadro; y que como ellos, muchos otros artistas, que no fueron apreciados en su tiempo, son hoy patrimonio glorioso de la humanidad. Y el saberlo, nos obliga a tratar estas cuestiones con especial cautela. Pero no nos hace callar. Cada vez, en efecto, son más las voces que, venciendo poderosas constricciones del mundo, se atreven a denunciar la falsedad y la fealdad –van juntas– del arte actual, enfrentándose a la excomunión de los círculos progresistas ampliamente dominantes.
También los «marchantes», los vendedores de obras de arte, y las galerías colaboran, en complicidad con los medios de comunicación progres, para que prosiga indefinidamente el enorme fraude del arte moderno, que les permite lograr precios inverosímiles para obras que no valen nada. Pero, sin embargo, es necesario reconocer que, más todavía que estos condicionamientos, influye en la inexplicable persistencia y valoración del arte moderno el hecho de que realmente es «una expresión de nuestro mundo actual». Eso es cierto.
¿Cuál es la misteriosa causa principal de la fealdad del arte moderno? Sin duda alguna, el rechazo de Dios y de su Cristo. «Él es la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda criatura, porque en Él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra» (Col 1,15-16). No es, pues, tan misterioso el problema, al menos para los creyentes, los hijos de la luz.
El profesor de estética Pedro Azara necesitó gran lucidez y no poco atrevimiento para escribir el libro De la fealdad del arte moderno (Anagrama, Barcelona 1990). Resumimos sus tesis en dos. 1ª- «Nunca como en el siglo XX había proliferado tanto la fealdad en el arte. Se manifiesta en todos los campos. Adopta las formas más variadas y sorprendentes», hasta el punto que puede afirmarse que «la fealdad es consustancial a la modernidad» (pgs. 13, 33). Y 2ª- Esta fealdad ha de explicarse ante todo en clave de irreligiosidad. Los artistas modernos, dice Azara, emancipándose de los dioses, más aún, «como venganza» más o menos consciente contra ellos, pisotean las formas naturales, y pretendiendo ser como Dios, afirman sobre el mundo un poder divino, sin límite alguno (14-16). Más aún, exigen, aunque rara vez lo consiguen, que el pueblo les acompañe en su extraviada aventura; en efecto, «el arte del siglo XX es un arte de fanáticos que buscan imponerlo, desprestigiando el arte de los que no son fieles a la nueva religión del arte moderno» (190).
Otros autores, con unos y otros matices, han afirmado en los últimos decenios apreciaciones semejantes (R. Polin, Du laid, du mal, du faux; K. Rosenkranz, Estetica del brutto; F. Colomer, La mujer vestida de sol; reflexiones sobre el cristianismo y el arte; y especialmente H. Graf Huyn, Seréis como dioses (cps. IV-V).
Verdad, bondad y belleza se exigen y posibilitan mutuamente(«verum, bonum et pulchrum convertuntur»). El milagro de una belleza perfecta no puede darse si no va unida a la verdad y la bondad. Un poema que exhorta al racismo nacionalista, aunque tenga aciertos parciales de gran belleza, no puede tener profundidad ni grandeza. Una danza como la de Salomé, impregnada de seducción maligna y de finalidad homicida, no puede ser perfectamente bella. Es imposible que ese poema y esa danza puedan tener una gran belleza porque llevan en sí una perversión de la verdadera condición humana, una falsificación de la verdad y una ofensa al bien. José Rivera Ramírez (+1991) dejó sobre ésta y otras cuestiones escritos muy valiosos, recogidos en La belleza y la verdad (Fund. José Rivera, Toledo 2007).
Los escritos de un ateo, que escribe «como si Dios no existiese» o «como si no hubiera otra vida tras la muerte», no pueden menos de expresar un pensamiento vano, falso, alucinatorio, en el que no puede darse una plenitud de belleza, porque todas las páginas están envueltas en la oscuridad de la ignorancia y del error. Una novela de un autor convencido de que «el hombre no es libre», sino que está interna o externamente determinado, de tal modo desfigura la verdadera condición humana, que se vacía de interés, por grandes que sean sus agudezas psicológicas o sus aciertos expresivos. Tampoco puede haber en esa novela vibración moral alguna. Un adulterio de un personaje de François Sagan no puede transmitir al lector ninguna conmoción profunda, pues no hay en ese relato persona, no hay realmente libertad, ni menos aún responsabilidad o posibilidad de premio o de castigo eternos: todo es trivial, la persona, sus actos, la vida entera; todo carece absolutamente de profundidad y grandeza. El conjunto entero es un inmenso malentendido de la realidad humana verdadera. Por eso nos da igual que ese personaje adultere o se abstenga de hacerlo, mate al amado o él mismo se pegue un tiro. ¿Qué más da? De esta suprema vaciedad in-significante padece irremediablemente la literatura actual, en su mayor parte agnóstica… El que quiera contemplar un «hermoso» adulterio literario tendrá que buscarlo en un mundo espiritual, donde haya personas, libertad, responsabilidad transcendente, por ejemplo, en Anna Karenina, de Tolstoy.
En este sentido, el escritor franco-ruso Andrei Markine, que hace unos años recibió los premios Goncourt y Médicis, declaraba en 1997: «no hay grandes novelas en Occidente porque hoy el hombre se olvida de los grandes interrogantes, porque disponemos de veinte tipos de yogur para no tener que hablar ni de Dios ni de la muerte. Pero si no se habla de eso, si no hay angustia ante lo desconocido, no hay filosofía ni gran creación artística posible».
El ateísmo produce un hombre espiritualmente feo, en sí mismo oscuro, contradictorio y trivial, que no puede producir obras profundamente bellas. Un artista egoísta y amargado, por ejemplo, que prefiere el mal al bien, la mentira a la verdad, el caos al orden armonioso, que no sabe perdonar, que estima absurda la vida, que está desesperado y que acabará posiblemente en la droga o el suicidio, es incapaz de producir una obra de arte llena de luminosidad y armonía, pletórica de fuerza y alegría, profundidad y transcendencia. Del mismo modo, una cultura muy alejada de la verdad y del bien, es decir, de Dios, se hace incapaz de producir obras verdaderamente bellas. Por eso, el arte del mundo descristianizado, en cuanto que pretende realizarse rechazando a Dios, y concretamente, sinCristo, está a priori condenado a la fealdad, como lo comprobamos a posteriori.
El materialismo soviético dará lugar en el arte a un realismo estólido, a veces grotesco en su grave solemnidad. ¿Y cómo podría ser de otro modo? Igualmente el materialismo capitalista engendrará monstruos arquitectónicos, en homenaje principal al poder del dinero y de la fuerza técnica. ¿Y qué se esperaba de él? El nihilismo occidental filosófico y religioso no podrá menos de glorificar el absurdo en poemas y teatros, en pintura y literatura, en escultura y música, y derivará por su propia negatividad hacia feísmos, a veces perversamente bellos, pero nunca, por eso mismo, perfectamente bellos. El subjetivismo lleno de soberbia, adorando estúpidamente la originalidad como diosa suprema, menospreciará la historia precedente de la belleza, y alejándose de las más altas tradiciones estéticas, como si fueran una peste, irá a dar necesariamente en un arte pobre o mastodóntico, pero siempre feo y pedante. Y es que la fealdad interior humana irradia necesariamente una fealdad exterior mundana. Aquí sí que estamos ante una necesidad histórica.
***
Sin cuidar apenas el orden y la selección, voy a poner unos cuantos ejemplos de arte moderno feo, que nos permiten comprobar estos diagnósticos estéticos que he expuesto.
John Milton Cage Jr. (1912-1992) es considerado como uno de los principales compositores estadounidenses del siglo XX, pionero sobre todo en música aleatoria y electrónica. Teórico musical, poeta, pintor, seducido por el zen y las artes del Oriente, filósofo (!), contribuye también al desarrollo de la danza moderna a través de su asociación con el coreógrafo Merce Cunningham, que fue su compañero sentimental la mayor parte de su vida. Podemos hacernos una idea del arte de Cage escuchando su Concierto para piano (10’), o escuchando su composición 42’ 33’’, que consta de tres movimientos que se interpretan sin tocar una sola nota. No es necesario, por supuesto, escucharlas enteras, pero advierto que su audición, que sólo será visión en el segundo caso, desgrava en orden al Purgatorio.
Ramón Lazcano (San Sebastián, 1968-) es un compositor español afincado en París. No traeré aquí ninguna de sus obras sonoras, sino que lo pondré como un ejemplo de la teorización estética con la que con gran frecuencia los artistas modernos intentan (?) explicar el misterio de sus obras. En el programa de mano distribuido en el «estreno mundial» de su obra Mugarri (aprox.13’) (Pamplona, 2010) escribe:
«Mugarri es consecuencia y límite de mi trabajo de estos últimos diez años [muga, en vasco «límite territorial»] en lo que he llamado el “Laboratorio de Tizas”, tomando prestada una idea de Jorge Oteiza [escultor] que une dos conceptos casi antagónicos: el espacio experimental de la labor y la metáfora de una materia frágil y connotada. El “Laboratorio de Tizas” es una colección de piezas de cámara en las que la exploración de la materia y la autogénesis del tiempo son la clave: es una música prospectiva. En Mugarri se vuelcan muchas de las ideas y de las técnicas halladas en (durante) el laboratorio: la interrogación constante del tiempo asociado al devenir de una forma no preestablecida, la ilusión de un laberinto que se desvela y se oculta al mismo tiempo, el espejismo de una música que se reconoce e ignora, que balbucea, afirma y se descompone en algo semejante a un campo de ruinas de una tradición agotada.
«Mugarri es una obra de extremos: extremos dinámicos que alcanzan la inaudibilidad y el camuflaje del ruido ambiente, pero también de densidad y volumen impredecibles en los que la orquesta no es a veces nada más que tres violines insinuando una armonía, con métrica precisa y desdibujada simultáneas, con timbres y sonoridades alterados o pervertidos. Mientras el tiempo simula una aceleración, la materia se descompone: la música es una tiza (una roca sedimentaria) que a medida que inscribe y despierta nociones interiorizadas en nuestra memoria, a la menor presión se descompone y pulveriza, dejando un rastro confuso.
«Mugarri, la piedra que marca el límite, es una pieza sin señales claras que sin embargo diseña una trayectoria precisa a través de un flujo constante de sonido. Sus volúmenes y sus vaciados, y en consecuencia sus exasperaciones y su irritabilidad, son también el resultado paralelo de un mundo y de una existencia desorientados.
«Mugarri es un encargo de la Orquesta Sinfónica de Navarra, de la AEOS y de la Fundación Autor.
R. Lazkano
«Estreno mundial».
Esta prosa irracional, más que explicarnos la obra, nos confirma en el diagnóstico de su falsedad. Une sin ningún cortocircuito cerebral el espacio experimental y la materia «frágil y connotada», lo preciso y lo desdibujado, lo oculto y lo desvelado, lo que se reconoce e ignora, a la vez que interroga constantemente a un tiempo asociado al devenir de una forma no preestablecida. El texto no puede menos de recordarnos la prosa «filosófica» de la Kristeva, que citaba yo como ejemplo al final de mi artículo anterior. Si hablando no sabe lo que dice, probablemente le sucede lo mismo en su lenguaje musical. La irracionalidad moderna hermana a filósofos y artistas: unos y otros vienen a hablar un mismo lenguaje, a veces conscientemente in-significante.
Hago notar también que términos como «estreno mundial», o «estreno absoluto», tratándose de compositores de música moderna, vienen a significar con frecuencia que ésta es la primera vez que se interpreta la obra, y probablemente la última. En la programación de conciertos o de emisiones radiofónicas muy escasamente se incluyen las obras de los compositores modernos más notables, porque protestan los oyentes. Y cuando no son notables, sino de un nivel secundario, casi nunca sus obras vuelven a interpretarse después de su estreno: el «estreno absoluto» es total y único. En 2011 el estudio de un sondeo realizado en 11.700 conciertos dados en todo el mundo nos informaba que los autores más interpretados habían sido Mozart, Bach, Brahms, Haydn, Schubert, Chaikovsky y Mahler. A una distancia enorme quedaban los músicos modernos más notables, Schönberg, Webern, Berg, Berio, Ligeti, etc.
Y es que a la inmensa mayoría de los aficionados a la música no nos gusta la música moderna. La audición de Mugarri, según escribía al día siguiente un crítico musical, obtuvo «aplausos corteses», que bien podrían traducirse como «aplausos caritativos». Cien años lleva sonando la música ultra-moderna, y sigue sin gustar al público melómano. Pero esto, según parece, no importa nada. El más prestigioso compositor español de esta música, Luis de Pablo (Bilbao, 1930-), declaraba en 2011: «No debe preocupar que al público no le guste la música contemporánea. Ya cambiará»… Son inasequibles al desaliento.
Poetas. Va una mini-antología, con un par de poetas actuales no conocidos:
–Uno. Busco por los rincones de antaño / unicornios con ojos azules / Y en los cuatro puntos cardinales / rastreo garabatos malheridos…
–Otro. ¡Voces amantes! / -Vampiro en niebla- / La razón enloquecida dice / ¡existimos!…
Y añado dos ejemplos de autores conocidos. El segundo de ellos es autor de excelentes poemas, que no lo son tanto cuando, cediendo a la moda, se va al irracionalismo extremo. Pero hasta en esos casos se nota su calidad poética.
–André Breton (1896-1966). Dame joyas de ahogadas / Dos pesebres / Una cola de caballo y una manía de modista / Después perdóname / No tengo tiempo de respirar / Soy un destino / La construcción solar me ha retenido hasta ahora / Y ahora sólo tengo que dejarme morir / Pide el baremo…
–Gerardo Diego (1896-1987). Habrá un silencio verde / todo hecho de guitarras destrenzadas / La guitarra es un pozo / con viento en vez de agua…
Otros poetas, notables o ignotos, ya nos han ido acostumbrando a lo inefable e indescifrable, mejor aún, a lo absurdo: «elefantes azules pastan en las pupilas de tus ojos»… Y el pueblo, como ha sucedido con la música moderna, se ha alejado mucho de la poesía, porque no la entiende, ni tiene por qué entenderla: demasiadas veces es absurda. Eugenio d’Ors decía en el Jardín Botánico que «la locura es insípida». Pienso, sin embargo, y no sé si me equivoco, que actualmente de todas las artes es la poesía moderna la que con más frecuencia se libra de los horrores del mundo sinCristo. No pocas veces dice la verdad.
La fealdad en el arte moderno se manifiesta en tendencias muy diversas. Aunque algunas veces se va hacia lo enorme y lo abigarrado, también se inclina, quizá con mayor frecuencia, hacia una expresión ascética minimalista y pobre, monótona y absurda: el poema que junta unas pocas palabras casi mudas, de una opacidad casi total; la pieza musical que prolonga varios minutos una nota única, afilada, penetrante, con mínimas variaciones de emisión; el formidable edificio que podría tener como maqueta una caja de zapatos; el cuadro apenas emborronado, cruzado por una sola enérgica raya agresiva –¡genial!–, y nada más. Podemos apreciar lo que digo en el ejemplo siguiente.
Mark Rothko (Letonia 1903-Nueva York 1970), pintor muy notable, produjo obras que pueden contemplarse en los más importantes museos del mundo, como el Guggenheim de Bilbao, el Whitney Museum of American Art, la Phillips Collection de Washington. Después de algunas aproximaciones hacia el expresionismo abstracto y el surrealismo, a partir de 1947 centró su producción en grandes pinturas rectangulares, generalmente verticales, que alternan finas capas de color, dejando los bordes desdibujados. Su exposición de 1954 en el Art Institute of Chicago fue la manifestación principal de este modo suyo pictórico, que habría de cultivar hasta su muerte. En esa exposición de 1954 se incluía el cuadro de grandes dimensiones Nº 1, 1954, que recientemente fue subastado en Sotheby’s y adquirido al precio de 59 millones de euros.
Artur Barrio (Oporto, 1945-). Copio de una agencia de prensa (IX-2011). «Deliberadamente incorrecto. Radicalmente visceral. Así es el arte del brasileño Artur Barrio, que le ha proporcionado el premio Velázquez, el [premio] Cervantes de la plástica hispana, dotado con 125.000 euros y el de más alto rango institucional de cuantos se conceden en España.
«Barrio, artista incómodo, corrosivo y combativo donde los haya. Vísceras, sebo, secreciones y fluidos corporales, animales muertos, carne, restos de comida, sangre, orina, uñas, piedras, tierra, cuchillas de afeitar o basura son los elementos con los que trabaja este desestabilizante creador de instalaciones efímeras que jamás dejan indiferente al atónito espectador […] Lleva más de cuatro décadas socavando las convenciones, removiendo conciencias y buscando caminos alternativos para expresarse y provocar la reflexión de un espectador».
Cuentan una anécdota sucedida en París en los años más fervientes del arte abstracto o simbolista o surrealista; no recuerdo. Un estudiante, ayudado por unos amigos, logró pintar un cuadro al óleo con la ayuda de un burro, a cuya cola iban atando sucesivamente pinceles y brochas con distintos colores. Acercando el burro al lienzo, hizo en él lo que pudo. Y el cuadro fue admitido en una Exposición colectiva de arte moderno, consiguiendo críticas, digamos, normales. Una experiencia semejante se hizo este año, logrando exponer clandestinamente en la famosa feria de arte moderno que anualmente organiza la galería ARCO (Madrid) un “cuadro” pintado por el manoteo de varios niños de 2 y 3 años. Estas anécdotas ayudan a estimar que en el arte moderno vale todo, como en la filosofía.
Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881-Mougins, Francia, 1973) realizó su pintura en varias fases de estilos diferentes, señalándose como impulsor del cubismo. Pintó más de dos mil obras, repartidas en museos y colecciones de todo el mundo. En un artículo reciente La amarga confesión de Picasso, se reprodujeron unas supuestas declaraciones hechas por Picasso a la revista de L’Association Pupulaire des Amis de Musées («Le Musé vivant» nº 17-18, 1963). Pero son apócrifas. Según advierte Santiago en un comentario a mi artículo (20.1.12-5:08 pm), se trata de un texto de Giovanni Papini en su Libro negro (1952), donde en el capítulo Visita a Picasso (o el fin del arte) finge una entrevista con el propio Picasso. Aunque la confesión no es auténtica, es cierto que en bastantes ocasiones se manifestó el artista en términos semejantes, especialmente cuando hablaba sobre la belleza como algo ajeno a su trabajo: «Me horroriza la gente que habla sobre la belleza. ¿Qué es la belleza? De lo que hay que hablar es de problemas en la pintura. La pintura no es otra cosa que investigación y experimentación. Yo nunca pinto un cuadro como una obra de arte. Todos ellos son experimentos» (Liberman, Picasso, Vogue, 1-11-1956). Se cumple aquí el dicho italiano se non è vero, è ben trovato. Veamos las confesiones del pseudo-Picasso::
«Cuando yo era joven, igual que todos los jóvenes, tuve la religión del arte, del gran arte; pero con el correr de los años me he dado cuenta de que el arte, tal y como se lo concebía hasta finales de 1800, está ya acabado, moribundo, condenado, y que la pretendida actividad artística, con todo su florecimiento, no es más que la manifestación multiforme de su agonía. Los hombres se apartan, se desinteresan cada vez más de la pintura, de la escultura, de la poesía; aparte de las apariencias contrarias, los hombres de hoy tienen puesto su corazón en otra cosa muy distinta: las máquinas, los descubrimientos científicos, la riqueza, el dominio de las fuerzas naturales, y de todos lo territorios del mundo. Nosotros ya no sentimos el arte como una necesidad vital, una necesidad espiritual, como era el caso de los siglos pasados.
«Muchos de entre nosotros siguen siendo artistas y ocupándose del arte por unas razones que tienen muy poco que ver con el verdadero arte, sino por espíritu de imitación, por nostalgia de la tradición, por inercia, por el gusto de la ostentación, del lujo, de la curiosidad intelectual, por moda o por cálculo. Viven todavía por costumbre y por esnobismo, en un reciente pasado; pero la gran mayoría de ellos, en todos los medios, no tienen ya una pasión sincera por el arte, al cual consideran, todo lo más, como una diversión, un ocio y ornamento.
«Las nuevas generaciones, amantes de la mecánica y del deporte, más sinceras, más cínicas y brutales, irán dejando el arte, poco a poco, relegado a los museos y las bibliotecas, como una incomprensible e inútil reliquia del pasado. En el momento en que el arte ya no es alimento de los mejores, el artista puede exteriorizar su talento en toda clase de tentativas de nuevas fórmulas, en todos los caprichos y fantasías, en todos los expedientes de la charlatanería intelectual. El pueblo ya no busca ni consuelo ni exaltación en las artes. Y los refinados, los ricos, los ociosos, los destiladores de quintaesencias, buscan lo nuevo, lo extraordinario, lo original, lo extravagante, lo escandaloso. Por mi parte, desde el “cubismo” y más lejos aún, he contentado a esos señores y a esos críticos con las múltiples extravagancias que me han venido a la cabeza, y cuanto menos las han comprendido, más las han admirado. A fuerza de divertirme con todos esos juegos, con todas esas paparruchas, esos rompecabezas, acertijos y arabescos, me hice célebre rápidamente. Y la celebridad significa para un pintor: ventas, ganancias, fortuna, riqueza.
«En la actualidad, como sabéis, soy célebre y muy rico. Pero cuando estoy a solas conmigo mismo, no tengo el valor de considerarme artista en el sentido grande y antiguo de la palabra. Ha habido grandes pintores como Giotto, Tiziano, Rembrandt y Goya. Yo no soy más que un bufón público que ha comprendido su tiempo. La mía es una amarga confesión, más dolorosa de lo que pueda parecer, pero que tiene el mérito de ser sincera».
Que Dios perdone a todos los causantes del inmenso fraude del arte moderno, que han humillado a la humanidad de nuestro tiempo en un mundo sinCristo. Giovanni Papini decía que «la sonrisa es del ángel, la risa del hombre, y la carcajada es del demonio». El diablo, el Enemigo del género humano, es el padre de la mentira –de todas las mentiras, también de ésta–, y si estuviera para bromas, se carcajearía de tantas naciones apóstatas, hoy postradas ante las monstruosidades del arte moderno, que ofrecen ante ellas el incienso de muchos millones de euros reducidos a ceniza.
Que Dios perdone también a todos aquellos católicos dirigentes –maestros y catedráticos, escritores y políticos, Obispos y rectores de parroquias y santuarios–, que dando la espalda a las diversas tradiciones del arte cristiano, despreciando así la verdad, el bien y la belleza, no han denunciado la fealdad congénita del arte agnóstico y sin-Cristo, y han rendido culto a sus obras horrendas, engañando a los demás y, primero, a sí mismos. Con tal de ser mundanos, hijos de su tiempo, pasan por cualquier cosa.
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
50 comentarios
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JMI.-Don José María.
Barceló vive de sus cuentos, pero ¿quién le seleccionó para que una capilla del Santísimo, lugar que debe llevar al encuentro con Cristo, sea un lugar que castigue la vista y el espíritu?
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JMI.-De eso, Germán, que es gran verdad, hablaré, Dios mediante, cuando en esta mini-serie Apostasía "termine" con el mundo, al que he dedicado hasta ahora (198-2001), y comience a tratar de la apostasía obrando dentro de la Iglesia.
El caso es que yo hice la "objeción de conciencia" en una sala de exposición de pinturas municipal, de Pontevedra y puedo decir que todo aquello expuesto, partiendo del hecho de que la belleza se expresa por sí sola, era pura mierda. Mierda porque era fea, mierda porque precisaba de un intérprete, mierda porque se exponía según los contactos que tenías y el jabón que dabas a tal y cual funcionario o político.
Y mierda porque no todo lo que hace un artista es arte.
Perdón por lo de "arte" (trataré de emplear un lenguaje más delicado).
Pienso que el encuentro con Dios a través de la belleza de la liturgia católica,en especial de la Forma Extraordinaria, es el mejor antídoto para las nuevas generaciones que hemos sido deformadas por el feísmo ateo.
“No admito que se conduzcan cotidianamente de paseo por los museos nuestras tristezas, nuestro frágil coraje, nuestra morbosa inquietud. ¿Por qué querer envenenarse?¿Por qué querer pudrirse?”
Admirar un cuadro antiguo equivale a verter nuestra sensibilidad en una urna funeraria, en vez de proyectarla lejos, en violentos lanzamientos de creación y de acción (…)
En verdad yo os declaro que la frecuentación cotidiana de los museos, de las bibliotecas y de las academias (¡cementerios de vanos esfuerzos, calvarios de sueños crucificados, registros de iniciativas truncadas!...)es, para los artistas tan dañina como la tutoría prolongada de los parientes(…).Para los moribundos, para los enfermos, para los prisioneros, pase: el admirable pasado es tal vez un bálsamo para sus males porque para ellos el futuro está bloqueado…¿Pero nosotros no queremos volver a saber del pasado, nosotros jóvenes y fuertes futuristas!”
¡Y vengan pues los alegres incendiarios de dedos carbonizados! ¡Helos aquí! ¡Helos aquí! ¡Venga pues!¡dad fuego a los estantes de las bibliotecas!...¡desviad el curso de los canales para inundar los museos!...¡ Oh, la alegría de ver flotar a la deriva rotas y desteñidas sobre esas aguas las viejas telas gloriosas!…¡Empuñad los picos, las hachas, los martillos y demoled sin piedad las ciudades veneradas!
(…)Cuando tengamos cuarenta años, que otros más jóvenes y válidos que nosotros nos tiren a la papelera, como manuscritos inútiles. ¡Nosotros lo deseamos! Vendrán contra nosotros nuestros sucesores; vendrán desde lejos, desde todas partes,(…), olfateando caninamente en las puertas de las academias el buen olor de nuestras mentes en putrefacción, ya prometidas a las catacumbas de las bibliotecas.
La fuerte y sana Injusticia estallará radiante en sus ojos –El arte, en efecto, no puede ser más que violencia, crueldad e injusticia.
(…)¡Miradnos! ¡No estamos aún abatidos! ¡Nuestros corazones no sienten ningún cansancio, porque están alimentados con fuego, con odio y con velocidad!...Os extraña!. Es lógico, porque vosotros no recordáis siquiera haber vivido. ¡Erguidos en la cima del mundo, nosotros lanzamos, una vez más nuestro desafío a las estrellas!”
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JMI.-Ahí tienen, al Marinetti. Angelito...
Excelente la antología de citas que nos manda. Ilustran y enriquecen mucho mi articulejo. Muchas gracias.
Nos confirman estos textos que el arte moderno feo, además de FEO es malo. Intelectual y moralmente MALO.
¡Compañeros! Os declaramos que el triunfante progreso de las ciencias ha determinado en la humanidad transformaciones tan profundas que se ha excavado un abismo entre los dóciles esclavos del pasado y nosotros, que somos libres, que estamos seguros de la radiante magnificencia del futuro.
Sentimos nauseas por la pereza vil que desde el Quinquecento hace vivir a vuestro artistas de un incesante reaprovechamiento de las glorias antiguas.
(…)Y he aquí nuestras resueltas conclusiones: con esta entusiasta adhesión al futurismo, nosotros queremos.
1. Destruir el culto al pasado, la obsesión por lo antiguo, la pedantería y el formalismo académico.
2. Despreciar cualquier forma de imitación.
3, Exaltar cualquier forma de originalidad, aun temeraria, aun violentísima.
(…)¡Queden sepultados los muertos en las entrañas más profundas de la tierra!¡Quede libre de momias el umbral del futuro!¡Rienda suelta a los jóvenes, a los violentos a los temerarios”
Patético lo de Picasso. Lo haya dicho él o no lo haya dicho, es tal cual. HA conseguido imponer su marca (¡hasta un Citröen lleva su nombre!) vendiendo productos "originales" y "desestructurados", que han comprado con entusiasmo los esnobs enriquecidos, bajo los murmullos de admiración de la multitud de intelectuales que les lamen las botas. Picasso, un comunista al que han hecho famoso los capitalistas. Igual que al Che Guevara, a Castro, a Chavez y a tantísimos otros.
HArá cosa de 5 días atrás pasaba yo frente al Museo Municipal de Arte de mi ciudad y veo que de allí salía un parroquiano amigo, hombre de unos 55 años que renguea a causa de un ACV que tuvo a los 40. Lo saludé y le pregunté si estaba paseando, a lo que me respondió que en esos momentos estaba exponiendo una obra en el Museo. Me invitó a conocerla y acepté. Era un cuadro y en él, había una botella partida en dos, la mitad izquierda un poco más arriba que la mitad derecha. Atrás se veía una banda de color blanco que comenzaba abajo de la botella y terminaba contra el marco superior. Y en medio de la banda blanca y la botella, numerosos redondelitos dorados.
¿Qué es esto?, le pregunté. Me respondió: "La botella soy yo. Está partida y dislocada representado mi cojera. Los redondelitos son las pastillas que tengo que tomar desde que tuve el ACV."
¿Y la banda blanca? interrogué. "Representan que vivo gracias a Dios, pues la banda se eleva al infinito, junto a las pastillas que también me permiten vivir"
Última pregunta:¿Vos estudiaste en la Escuela Municipal de Arte, verdad? "Sí, ahí me fui formando y aprendí las técnicas de pintura".
Le puedo asegurar Padre que yo pondría ese cuadro en mi habitación sólo si, como usted dice, me aseguraran que desgrava Purgatorio.
¡Es horrible!
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JMI.-Bueno, lo de que desgrava Purgatorio es verdad, pero siempre que mientras se ven/oyen/leen obras de arte moderno no se digan palabrotas, ni se den patadas a los muebles, ni cosas así. Ya se entiende. Siempre que se sufra con paciencia y ofreciéndolo al Señor.
Para el mundo, que está ciego a la belleza de la Voluntad de Dios, el pecado, la corrupción lo ven como algo "bonito".
En las ciudades las hojalatas retorcidas, enredadas se les hacen a los que no viven según Cristo Jesús, como "obras de arte", pero también en lo que llaman "pinturas", es decir, lo que plasman en cuadros, lienzos.
También hay quienes se admiran de "grafitis", que están hechas por personas que ni siquiera aceptan a Cristo, y se pasan el día hablando mal, insultando o metido en cualquier vicio.
Y también podría decirse en esos ruidos que algunos los llaman "música".
Querido P. José María Iraburu, doy gracias a Dios, por todo cuánto nos enseña para nuestro bien, y siempre encontramos verdades, porque hemos aceptado al Espíritu Santo, y amamos a la Iglesia Católica.
En Cristo Jesús, muchisimas gracias.
Tengo casi cincuenta años, así que mis primeros intereses intelectuales al respecto datan ya de finales de la década de los setenta, siendo un adolescente. Por razones puramente personales (en esencia, haber crecido en un ambiente familiar con un soterrado pero muy alto grado de conflicto), siempre fui una persona insegura, introvertida y, en general, profundamente desorientada. Y aunque entonces no era consciente de mis necesidades ni de mi búsqueda, siempre hallaba consuelo cuando podía encontrar mi dolor reflejado en la vida de otras personas. Dada mi soledad, esas personas siempre eran artistas, escritores o filósofos, a los que conocía por sus obras. Cuando uno se halla sumido de forma duradera en un estado como este, de desolación interior, el arte y la literatura nihilista, del absurdo, "contracultural", te hace compañía y ayuda a dotar de sentido y perspectiva tu sufrimiento. Cuando estas en la nada entiendes el atractivo de la nada: es todo lo que tienes, y te aferras a este precario fundamento para construir una identidad apenas vivible. Puedo decir que mi nihilismo nunca fue una pose.
Cuando gracias a Dios pude ir saliendo de mi marasmo, y me fui conociendo a mí mismo y a ser capaz de vivir sin la desesperación y la tristeza como eternas compañeras, seguía buscando, pero ya en otros autores y en otras obras. Da igual los nombres de mis "compañeros de viaje" de entonces y los de ahora (no quiero hacer de esto un ejercicio de pedantería), pero cuando veo a aquellos que entonces me fascinaban y a los que me aferraba como el náufrago al madero, me produce cansacio: ¡verdaderamente qué obras más alienantes y opresivas! Por supuesto, esto no me pasa con todas. La melancolía, la soledad y el aislamiento han sido los motores de obras bellísimas e inmortales que no es bueno desconocer y menos aún despreciar. Pero, en efecto, en lo más profundo, a pesar de su belleza indudable, son realizaciones truncas del espíritu humano.
Por ello, aunque comparto por completo su crítica sobre este tipo de creación, tiendo a ser indulgente cuando percibo que la obra es genuina, fruto de un espíritu atormentado.
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JMI.-La santa Cruz de Cristo da frutos hasta en aquellos que no creen en ella.
Gracias por su comentario, muy interesante.
http://www.hartismo.com/
Podéis incluso hacer un test para saber si sois "hartistas":
http://www.hartismo.com/test.html
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JMI.-Muy interesante.
El movimiento stuckista se ha internacionalizado y es fuerte.
http://www.stuckism.com/
Últimamente atacó en Londres con mucha fuerza el Turner Prize 2012, como en esa web se muestra con textos y vídeos.
Esta imagen de ti
Estabas a mi lado
y más próxima a mí que mis sentidos.
Hablabas desde dentro del amor,
armada de su luz.
Nunca palabras
de amor más puras respirara.
Estaba tu cabeza suavemente
inclinada hacia mí.
Tu largo pelo
y tu alegre cintura.
Hablabas desde el centro del amor,
armada de su luz,
en una tarde gris de cualquier día.
Memoria de tu voz y de tu cuerpo
mi juventud y mis palabras sean
y esta imagen de ti me sobreviva...
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JMI.-Sí, el ejemplo que he puesto de Valente es bastante flojo, porque no es propiamente feo, es simplemente muy poca cosa. Mañana, si puedo, busco un ejemplo mejor.
Naturalmente, para apreciar el arte es necesario conocer la sociedad y las ideas en cuyo seno nació. Quizá por eso "gusta más" el arte tradicional, porque se entiende mejor. Pero de ninguna manera el arte del siglo XX es en bloque "feo" ni "una tomadura de pelo".
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JMI.-Nadie ha dicho, ni en el artículo ni en los comentarios, que "el arte del siglo XX es en bloque "feo" ni "una tomadura de pelo".
Lea el segundo párrafo de mi artículo. "En nuestro tiempo, sin duda..."
De modo semejante, la razón pertenece al orden de la naturaleza, pero herida por el pecado, funciona mal; aunque no tan mal (Aristóteles, etc.). La razón funciona a plenitud a la luz de la fe, iluminada por la gracia de Cristo (Sto. Tomás, etc.). Y la razón se vuelve imbécil en aquellas culturas que rechazan a Cristo por la apostasía. Ver mi (200).
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JMI.-En todas las épocas ha habido artistas y obras mediocres o malas.
Pero la fealdad del arte moderno es otra cosa: es sistemática, por principio.
Sí es cierto que el clima de relativismo actual es difícil plantarse y descalificar una obra de cualquier reconocido 'artista'. Tanto es así que incluso la Iglesia ha contribuido con la construcción de una templos modernos que ... ¿No fue Bruno quien sacó este tema?
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JMI.-Hombre, desmedido... Yo creo que no, que van bien medidas las palabras y los diagnósticos.
Le sugiero eche un vistazo a este video; en el que proponen embadurnar un lienzo a unos niños y luego lo exponen en una afamada feria de "arte":
http://www.youtube.com/watch?v=Pj4MVtoNWZc
Resultan impagables algunos comentarios como el que entre otras cosas dice, al referirse al autor: "...una persona que ha buscado mucho..."; y las poses de intelectuales de los opinadores.
(Dudo que en esa cadena televisiva hayan vuelto a hacer periodismo tan interesante)
Gracias y Feliz Navidad.
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JMI.-El ejemplo del vídeo que nos envía es muy bueno. Niños de 2-3 años son animados a pintarrajear un lienzo. La inductora del experimento lo cuela en la exposición de ARCO (Madrid), de máximo prestigio en el arte moderno, y lo cuelga en la pared a escondidas.
Interroga después a visitantes: "Obra excelente, muy meditada", "Refleja mucha tensión sexual reprimida", "¿15.000 € de precio? No me parece caro: una obra de arte así no tiene precio", etc.
Es un experimento parecido al que cuento yo en el artículo sobre el cuadro pintado en París por un burro, expuesto con éxito a la admiración y veneración de los estetas.
Pero lo que se olvida muy a menudo es que lo que realmente ha conseguido el arte es liberarse, es superar mediante la naturaleza más críptica de su mensaje la herencia del pasado. Mucha gente sigue pensando que hay que "pintar bien", o que hay que componer como lo hacían los clásicos. Pero olvidamos que en su época a Beethoven lo tachaban de hacer ruido, que el Renacimiento fue atacado en su época por ser un arte pagano, que Miguel Ángel llegó a falsificar esculturas supuestamente romanas... que todo lo que se dice en este texto podría haberlo firmado un religioso español del siglo XV enfrentado al arte de su época.
Para otro momento dejaremos consideraciones como citar a un autor que dice que no hay grandes novelas en Occidente (supongo que a autores como Pynchon, McCarthy, Roth, Amis, Banville o Ackroyd les preocupará enormemente que Makine no considere que hacen grandes novelas) o la selección de autores, de premio el citar un poema de Bretón en español junto a un autor del que se dice que "Hasta en esos casos se nota su calidad musical." Supongo que si en el de Breton no se nota la culpa sea de su traductor, que seguramente también sea un autor de arte feo.
Para nota lo de que: "Un artista egoísta y amargado, por ejemplo, que prefiere el mal al bien, la mentira a la verdad, el caos al orden armonioso, que no sabe perdonar, que estima absurda la vida, que está desesperado y que acabará posiblemente en la droga o el suicidio, es incapaz de producir una obra de arte llena de luminosidad y armonía, pletórica de fuerza y alegría, profundidad y transcendencia."
Supongo que debido a eso las obras de Francesco Borromini (como San Carlo alle Quatro Fontante, el Oratorio de San Felipe Neri, Sant'Ivo alla Sapienza...) deberían ser consideradas obras feas, por mucho que el autor oscuro y atormentado, que acabó en el suicidio, no tuviera fama precisamente de ateo.
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JMI.-En mi artículo y en los comentarios ya están respondidas suficientemente sus objeciones. Si no le han valido, no es cosa de cansar a los lectores repitiendo unos argumentos y presentando unos ejemplos concretos que a Ud. no le van a convencer.
No.
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JMI.-Ya dice la Escritura (más o menos): hay tiempo para reirse de las mamarrachadas y fealdades del anti-arte moderno, y hay tiempo para llorar por quienes las hacen y las padecen.
En el artículo de Pedro al que enlaza, en la zona de los comentarios decían que en realidad eso lo escribió Papini, en su "Libro negro" de entrevistas ficticias en un capítulo llamado "Visita a Picasso (o el fin del arte)": http://books.google.es/books?ei=RDXTUPTlFZOM0wW8xICACg&id=R_dLAAAAMAAJ&dq=libro+nero+papini&q=picasso#search_anchor
Eso sí, aunque esa confesión de Picasso no es auténtica, parece ser que en otras ocasiones el pintor dijo cosas en un sentido muy parecido, menos en lo de ser "un bufón": http://www.goodart.org/picconf.htm , en particular una cita en que habla sobre lo bello como algo ajeno a su trabajo: "Me horroriza la gente que habla sobre la belleza. ¿Qué es la belleza? De lo que hay que hablar es de problemas en la pintura. La pintura no es otra cosa que investigación y experimentación. Yo nunca pinto un cuadro como una obra de arte. Todos ellos son experimentos." (Liberman, Picasso, Vogue, November 1, 1956)
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JMI.-Muchas gracias por su aviso. Lo incorporo en un rato más al mismo texto de mi artículo, para que desde el comienzo lo tenga en cuenta el lector. Un poco sospechoso se me hacía al ser una auto-acusación tan explícita, pero traía la referencia bibliográfica exacta ("Le Musé vivant" etc.). Por otro lado, sí me parecía verosímil, porque Picasso, que apreciaba mucho sus esculturas, manifestó a veces un cierto menosprecio por sus cuadros, como han referido en libros y entrevistas sus propios familiares.
Hará como un año o dos, que vi una exposición vergonzosa de fotografías en el ayuntamiento, aquellos que lo expusieron les parecían buenos, pero eran totalmente un atentado contra la moralidad infantil, y a la vista de la gente. Una hipocresía y perversidad sin límite ante una sociedad totalmente alejada de Dios.
No son artistas al servicio de la belleza, sino simulacros, que hacen mal uso de las cosas que tienen ya para pintar, ya para fotografiar, y es como un esfuerzo para hacer creer que la fealdad es belleza.
Y esas personas que han admirado esa obrita infantil, cualquiera se fía de estos estudiosos, "expertos", si no son capaces de reconocer lo veraz y lo que no lo es.
Pero nosotros cuántas gracias debemos dar a Dios por ser hijos e hijas de la Santa Madre Iglesia Católica, y es que los mundanos, laicistas, ni siquiera reconocen los propios errores.
Pero no hay que mezclar churras con merinas. En el arte del siglo xx hay artistas magníficos, enormes, y como siempre, una caterva de mediocres imitadores e intelectualoides. Pero ocurre en todos los siglos. Por ejemplo, del periodo clasico de la música culta, cíteme usted a más de seis o siete autores que hayan pasado el corte de los años (los menos melómanos no pasarán de Mozart, Haydn y el primer Beethoven).
Por ejemplo, en música de los que usted cita algunos son grandes, grandísimos de verdad, y su estética en algunos casos profundamente espiritual. Ligeti, uno de mis compositores favoritos tiene obras de una profundidad y hondura inusitada, (le recomiendo que lea los ensayos musicales de un grandísimo melómano y filósofo como Eugenio Trías).
La obra de Jose Angel Valente es sencillamente excepcional, es un verdadero místico moderno, le recomiendo comentarios de un compañero de colegio mío, especialista en mística y con una tesis doctoral en su obra, es profundamente cristiano y se llama Carlos Peinado. Los grandes poetas del 27 español, muchos de ellos cristianos y casi todos profundos está impregnado al menos en algunas fases del surrealismo, que ha dado verdaderas obras maestras que nos revelan las complejidades del alma humana que a veces quedan ocultas por un racionalismo frío y huero.
El arte de Rothko es igualmente espiritual, como la mayor parte del arte abstracto bueno, y personalmente me parece magnífico. Uno de mis pintores favoritos es Klee, absolutamente maravilloso.
Le comento una anécdota personal. En una ocasión el profesor de dibujo del colegio nos dijo que teníamos que pintar una mancha. Aquellos que sacabamos siempre las mejores notas en dibujo (cuando teníamos que hacer paisajes y retratos) fuimos los que sacamos mejores notas en las manchas, y los que hicimos unas manchas más artísticas y dotadas de mayor profundidad estética.
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JMI.- Estoy de acuerdo con Ud. en que, como ya he dicho, "En nuestro tiempo, sin duda, ha habido y hay artistas «modernos» que, como en el pasado, siguen produciendo bellísimas obras de arte, ciertamente en formas nuevas".
Acerca de la apreciación que hace Ud., por ejemplo, de Rothko, no estoy de acuerdo. Pero no coincidir en apreciaciones sobre éste o sobre otro artista es muy normal, y no tiene mayor importancia.
Tampoco estamos de acuerdo, por lo que veo, cuando Ud. en cierto modo considera análoga la situación "del periodo clasico de la música culta" con la del tiempo actual. Se podría citar fácilmente un buen número de compositores de esa época perfectamente dignos, que como no llegaron a la altura de los "seis o siete" más notables, quedaron menos conocidos y programados en conciertos o emisiones de radio. Normal completamente. La selección darwiniana.
Pero no es ésa la situación del arte moderno hoy. Actualmente los compositores buenos son unos pocos, y los muchos otros son muy malos. Los escultores buenos, pocos; pero la mayoría de los que llenan nuestras plazas, parques y salones, universidades, estaciones, teatros, destrozando la fisonomía de nuestras ciudades, son pésimos. Y hay que decir lo mismo de las demás artes.
De "eso" es de lo que se queja, p. ej., el profesor Azara al escribir el libro "De la fealdad del arte moderno". Ése es un fenómeno nuevo, completamente distinto al que podía darse "en el período clasico de la música [o pintura o escultura o arquitectura, etc.] culta" al que Ud. alude. Entonces, volviendo a la música, los compositores no tan excelentes como los "seis o siete" mejores gustaban al público, no componían músicas horrísonas, y no pocos de ellos han sobrevivido y se escuchan hoy de vez en cuándo. Y los escultores que no eran los más eximios, no se dedicaban a modelar obviedades (un cubo encima de otro, un cilindro algo inclinado y con un agujero) o des-figuraciones siniestras. Y de los pintores, lo mismo.
Y ése es el tema de este artículo. Le invito a buscar en Internet "Turner Prize 2012". Ahí comprobará Ud. la oleada invasora de los peores horrores anti-arte, en un país culto, como un fenómeno que en grado semejante no se ha dado ni de lejos en otras épocas. Se trata de la fealdad horrenda como estilo predominante, no como arte deficiente y mediocre, que siempre lo ha habido y lo habrá.
El tema de mi artículo se centra en la actitud que se tenga ante esa "fealdad del arte moderno". Y me figuro que estaremos de acuerdo Ud. y yo si ambos nos referimos a "aquel arte moderno" que viene a ser denunciado por Fisac, Nieva, Kim Howell (¡Turner Prize 2012!), Azara, Polin, Rosenkranz, Graf Huyn, Markine, citados en este artículo, o por movimientos como el stuckismo.
"Las generalizaciones son siempre injustas", dice Ud. Y yo también así lo creo. Por eso en este artículo tengo buen cuidado de no incurrir en ellas.
Cordial saludo, y perdone el rollo.
Algunas mamarrachadas, simplemente, les producen risa y comentan:¿Pero cómo se puede decir que eso es arte?
Al final, es lo del traje del emperador, (que iba en cueros)Muchas veces, lo que no parece bueno no lo parece porque es , simplemente malo o una patochada.
Feliz Navidad, P. Iraburu
En todo caso reivindico la excelencia en el arte, lo bueno, sea del estilo que sea, como recuerda el pintor Antonio López en estafrase suya:
"Hay una manera de medir, como lo hace Ingres, y hay otra manera, igual de rigurosa, como la de Van Gogh. La fidelidad a las cosas no se puede medir. En mi caso pasa por ahí, pero en El Bosco no pasa siquiera por la lógica, porque tiene otra lógica, la de los sueños, la de las cosas deseadas, temidas, soñadas o imaginadas. Hay muchas formas de acercarse con el mismo rigor. También hay rigor en Mondrian o en Rothko, por citar a dos artistas abstractos."
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JMI.-Sería lamentable que en la educación estética de nuestros niños y jóvenes se les pusieran "ante verdaderos pastiches arcaizantes, ante obras realistas sin valor artístico alguno o ante verdaderas cursiladas". Pero creo que no tendrá Ud. dificultad en reconocer que esa posibilidad es hoy remotísima. Y que su mayor probabilidad es que sean puestos ante pinturas y esculturas -por ceñirnos a las artes plásticas- tipo Turner Prize.
Estamos en el experimento que nos ha comentado hoy José Ignacio (10:45 hs) sobre el cuadro hecho por niños de 2-3 años: "¿15.000 €?... Pues no me parece demasiado. Un obra de arte así no tiene precio". Así ha pensado también -pero llevado más bien por el cálculo financiero de inversión- el que ha pagado 59 millones de euros por la mancha 1-1954 de Rothko.
¡Ven, Señor Jesús!
Adviento.
El experimento de los niños pone de manifiesto la parte de mediocridad, negocio o impostura del arte contemporáneo. Pero veo difícil que un niño pueda pintar como Saura, Mondrian o Kandinsky.
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JMI.-Tengo ahora Misa, una visita larga después...
A la vuelta, en unas horas, comento su comentario.
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Ya he vuelto.
>El valor comercial de Rothko es como Ud. bien explica. Pero 1) es síntoma del siniestro desmadre-padre que los negocios de arte producen para fabricar ídolos con sus artistas-productos. 2) A efectos de la pedagogía estética popular, se obliga así a la gente a la adoración de estos ídolos, y moralmente se la impone: "tiene que ser un grandioso artista, un genio, porque si no, no se pagarían por una obra suya 59 millones de €". A ver quién se atreve a decir que "el rey está desnudo" (aunque lo piense). Ni siquiera la mayoría de los críticos escapa al culto público establecido por la ortodoxia estética vigente. No solamente no se atreven a criticar en sus escritos estos ídolos: más aún, no se atreven ni a pensar que no son en absoluto adorables (y si lo piensan, lo rechazan como una tentación). Autocensura. La mayoría.
>"Por sus frutos los conoceréis". Concedamos, solo como hipótesis, ojo, que los serialismos, dodecafonías, experimentos electroacústicos, masas sonoras (sin melodía, ritmo ni armonía) y demás técnicas de la vanguardia musical produzcan obras realmente valiosas en Schönberg, Berg, Berio, etc. Concedamos, sólo en hipótesis, que fueran realmente geniales los suprematismos abstractos de Mondrian, Rothko y compañeros; que fueran igualmente geniales el calcetín enorme de Tapies con un roto, los microbios flotantes de los cuadros de Miró, los rostros con cuatro ojos de Picasso, etc. Concedámoslo.
Pues bien, si la pedagogía musical, pictórica, y análogamente en las demás artes, va por ahí, los chicos y los artistas jóvenes formados en esos idolatrados modelos producirán con una suma probabilidad, ampliamente comprobada, verdaderos engendros sonoros, visuales, plásticos, literarios. Basura. Lo que nos hace pensar que quizá esos artistas, ellos, personalmente, Picasso p.ej., eran de gran calidad; pero que el arte por el que se orientaron, y en el que se hicieron famosos y ricos, resultó ser camino de perdición para muchos artistas y para el pueblo en general. Una desgracia.
En la historia del arte vemos que los más grandes artistas crearon escuela, y que sus discípulos fueron buenos artistas, no tanto quizá como sus maestros geniales, pero con buena calidad; y que incluso alguno de ellos supera al maestro. Perfectio discipulorum corona magistri.
Muy al contrario, los más grandes genios del "arte moderno" (y ya sabemos a estas alturas de qué estamos hablando) dan lugar a unos discípulos vergonzantes: escultores que chillan sus hierros retorcidos como Chillida, pero en feo; pintores que manchan basurientamente sus lienzos siguiendo a Rothko; músicos que reúnen ruiditos, silencios interminables, rasquidos monótonos de sierra mecánica, ruidos de la calle, etc. en un collage sonoro verdaderamente insufrible, fieles a las magistrales vanguardias musicales más apreciadas. "Por los discípulos conoceréis a sus maestros".
Tengo la impresión de que esta es la causa de que el "arte religioso" lleve mucho tiempo navegando a la deriva: o se hacen obras feas, o pastiches "neo": neogótico, neobarroco, neorrománico...
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JMI.-Ele.
Parece que un cierto desencuentro está en la base de sus opiniones. Reconozco que la crítica que ha desarrollado el P. Iraburu en su artículo me ha parecido en lo esencial muy pertinente, aunque un tanto dogmática; se nota que el celo por la casa del Señor le devora. Y eso es muy bueno. Pero hay que tener cuidado con el celo también, pues puede llegar a ser una forma de tentación como otra cualquiera, en tanto que puede llevarse por delante indiscriminadamente tanto lo deleznable como lo valioso. Al leerlo, me venían a la mente los nombres y las obras de no pocos pintores, poetas y narradores que no pasarían su nihil obstat. Por otro lado, tampoco me puedo identificar con la encendida y bien argumentada defensa del arte y la literatura contemporáneos que hace Pedro.
¿Dónde puede estar el problema? No nos fijemos ahora en los productos finales de la labor creativa; centrémonos en su proceso de elaboración. No me refiero a los aspectos técnicos del mismo, sino a las motivaciones últimas que subyacen. Toda genuina obra de arte o literaria supone una búsqueda. Buscar no es en sí mismo ni malo ni bueno, como no lo es comer, respirar o dormir. Buscar es una realidad de la naturaleza humana. Lo que tenemos que considerar desde un plano no solamente estético, sino moral es si toda búsqueda en arte o en literatura es legítima, obedece a la verdad de lo que las cosas son. Porque es desde la verdad donde debemos hacer esta valoración, si es que consideramos que la verdad existe, es una e intemporal. Si no estamos de acuerdo en este punto, desde ya deberemos abandonar la discusión, pues entre quienes defendemos la existencia de la verdad y los que defienden el relativismo no puede haber acuerdo ni acercamiento posible.
El criterio del P. Iraburu, como el mío, como el de cualquier católico consecuente, es que toda búsqueda estética tiene como fin desarrollar o desplegar la verdad de la belleza del ser, de todo lo que es. El proceso de búsqueda estética parte, pues, del ser y desemboca en él, mas desarrollado en acercamientos nuevos y originales (cuando la obra es lograda, de calidad), pero que siempre nos hablan o nos remiten a su naturaleza. El problema comienza cuando en la búsqueda predomina el trabajo analítico sobre el sintético, es decir, la descomposición frente a la integración. ¿Podemos experimentar con el color, o con los planos de composición, o con las texturas y materiales, o con las formas y volúmenes, o con las perspectivas, o con la luz, infinitamente hasta perder la unidad del ser que se manifiesta en la sabia convergencia de todas estas dimensiones? Mi respuesta es claramente no. Que de estas irrestrictas exploraciones puedan surgir ocasionales hallazgos, puede ser, y ahí están ciertas obras que lo demuestran; pero por lo general, y en creadores sin demasiado talento, dará lugar a engendros sin valor alguno. Así, el 90% del arte contemporáneo es deleznable; sólo remite a las meras fantasías alienadas de toda belleza del ente. Lo feo no es más que la alienación de lo bello del ente.
El realismo tiene la virtud de no romper con el objeto; enorme ventaja para preservar la unidad de lo que es y posibilitar la investigación de la belleza respetando sus leyes. Si observamos la vertiginosa evolución del arte en el último siglo y medio, se hace palpable cómo abriendo la puerta a una experimentación analítica de la luz en el impresionismo (aún sujeto a la representación del objeto), en muy poco tiempo se abrió la caja de Pandora de todas la experimentaciones analíticas imaginables. Así, en tan solo un puñado de años, aun en vida de los precursores del impresionismo, ya se realizaban las primeras composiciones abstractas (como las de Kandinsky).
Otra cuestión es que un arte como el contemporáneo sea capaz de reflejar prodigiosamente en no pocas ocasiones el interior del alma humana de nuestro tiempo. En efecto, los análisis estéticos que realiza una conciencia subjetiva que no reconoce la verdad en nada, puede ser muy capaz de expresar con gran acierto el dolor, la soledad, la melancolía, el desgarro espiritual, la a o inmoralidad del espíritu contemporáneo, la angustia, el terror, la muerte como sinsentido de un mundo que no posee sentido alguno, etc., etc. Y es aquí cuando el arte y la literatura contemporáneos nos atrapan, pues retratan con inaudito acierto nuestra alma alienada, hecha trizas.
Juan Pablo II
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JMI.-Y unas veces lo hace bien y otras mal.
Según.
La alusión citada por "arte moderno" del cambio sufrido en el Renacimiento u otra etapa anterior no es comparable con la mayoritaria basura contemporánea que padecemos.
Pues seré un retrógrado, no digo que no, pero entre una basílica "moderna" como la de S. Giovanni Rotondo, y un "pastiche neo-gótico" como el de Mons. Athanasius Schneider en Kazajistan, no lo dudo ni dos nanosegundos: me quedo con el kazajo.
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JMI.-Del segundo no sé, porque no lo he visto.
Pero que la basílica modelna dedicada al santo Padre Pío es un engendro, estoy plenamente de acuerdo. ¡Si la viera el P. Pío, con el genio que tenía para decir lo que no le parecía bien!...
¿Qué arte moderno? ( teniendo en cuenta además que sería más adecuado decir arte contemporáneo?
¿Todo es moralmente malo? Decir el arte contemporáneo es moralmente malo es como decir que un país es malo o que un periodo historico es moralmente malo. Es mas,, es una afirmacion que moralmente es injusta. Pues anda que no ha habido en cien años de historia del arte obras maravillosas, estimulantes estética y moralmente, llenas de sensibildad y profindidad, de belleza y pasión. Anda que no hay obras incluso impregnadas de un profundo amor al hombre y a Dios, que denuncian injusticias y que conmueven las entrañas.
¿Tiene que ser una copia de la naturaleza el arte para ser bello? Dios nos ha dotado de una creatividad inmensa, con la capacidad de crear mundos estéticos que amplian nuestro horizonte vital.
Una última pregunta, es mera curiosidad. De los que aquíí comentan, cuántos son verdaderos amantes del arte, quiero decir, cuantas dedican una parte de su tiempo al arte, han pasado por un conservatorio, tienen una biblioteca sobre arte, leen revistas de arte?
Me he formado en un colegio religioso y el sacerdote que nos enseñó arte, literatura y folosofía ( la persona mas culta y profunda y religiosa que he conocido) nos enseño a amar el buen arte de todos los estilos (confieso que mi música favorita es la música antigua, pero puedo escucharla con placer mientras veo cuadros abstractos, o despues de sumergirme en la "música ricercata" de Ligeti o leer unos maravillosos versos surrealistas de Vicente Aleixandre). Con este sacerdote, un curso de literatura española contemporánea fue una de las esperiencias estéticas, eticas y humanas de mi vida.
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JMI.-Hemos tenido Vigilia de adoración y ya es muy tarde. Voy breve.
"¿Qué arte moderno?"... Veo que todavía no se ha enterado de lo que yo creo he escrito con bastante claridad, tanto en el artículo como en los comentarios: a qué "arte moderno" me refiero cuando digo (con tantos otros autores) que, partiendo de principios falsos, realiza obras feas y malas. Es, pues, una pregunta que desanima bastante para seguir el diálogo.
"¿Todo es moralmente malo? Decir el arte contemporáneo es moralmente malo es como decir que un país es malo o que un periodo historico es moralmente malo". Yo no he dicho que todo el arte moderno o contemporáneo es malo, he dicho literalmente lo contrario. Su pregunta implica, pues, una acusación impertinente, es decir, no-pertinente, que no tiene razón de ser. Y que no tiene por qué ser contestada.
Más tarde, sin embargo, cuando pueda, trataré brevemente del tema.
Jariod: "Reconozco que la crítica que ha desarrollado el P. Iraburu en su artículo me ha parecido en lo esencial muy pertinente, aunque un tanto dogmática; se nota que el celo por la casa del Señor le devora. Y eso es muy bueno. Pero hay que tener cuidado con el celo también, pues puede llegar a ser una forma de tentación como otra cualquiera, en tanto que puede llevarse por delante indiscriminadamente tanto lo deleznable como lo valioso".
Respondeo dicendum. No es fácil tratar con precisión en cuatro páginas temas tan amplios y complejos como el de la situación del arte en, pongamos, el último siglo y medio. Pero uno confía en que los lectores entiendan las líneas fundamentales del pensamiento de quien escribe, rellenando por su parte los huecos de exposición patente que puedan quedar inexpresados.
Transcribo aquí lo que escribí al final de (199), tratando de "Los errores del mundo sinCristo". Y trato de responder así a una objeción que asoma en distintos comentarios de estos artículos míos sobre los efectos devastadores de la apostasía en el mundo de la razón, de la libertad, de la familia, del arte, de la cultura en general. Decía así, y ahora lo aplico al tema del arte moderno:
–«Entonces, ¿usted ve solamente males en [el arte moderno de] el mundo actual?»… La pregunta es tan tonta que no merece ser respondida. Pero le daré respuesta.
–Cuando San Pablo, por ejemplo, hace una descripción larga y terrible del mundo pagano de su tiempo, acumulando uno tras otro rasgos negativos (Rm 1), ¿acaso ignora los valores positivos que había en Roma, en Grecia y en otros pueblos? Por supuesto que los conoce, pero está hablando de sus males, para que el mundo conozca la necesidad de Cristo, el Salvador universal, y con su luz y gracia puedan ser superados.
–Cuando un médico, después de examinar a un enfermo sumamente grave y de hacerle las pruebas y análisis convenientes, elabora un informe en el que diagnostica una larga serie de dolencias, todas relacionadas entre sí, ¿ignora acaso que todavía hay en el organismo del paciente partes sanas, como podrían ser la vista, el oído, la piel, la estructura ósea, etc.? Por supuesto que los conoce. No podría ser de otro modo, porque los males sólo pueden subsistir apoyándose en el ser de los bienes. Si todos los miembros y órganos del paciente estuvieran malos, ya hubiera muerto. Y no tendría el médico que hacer ningún informe clínico.
Hasta aquí la transcripción del texto (199).
Por supuesto que en el arte de nuestro tiempo hay zonas sanas, maravillosas, dignas de la mejor tradición artística de Occidente, y que en algunos puntos la superan. Hay en el siglo XX y hasta hoy literatura vanguardista falsa, salvaje, pedante, pero hay también, concretamente en narrativa, autores y obras formidables. Y en poesía. Y en pintura y escultura. Y con bastante frecuencia en fotografía y en cine. Y en arquitectura. ¿A quién se le ocurre negarlo? A mí no, por supuesto. Y nunca lo he negado: por el contrario, lo he afirmado en mi artículo y comentarios. Pero no estoy hablando del arte bueno de nuestro tiempo, sino del arte falso-feo-malo que, en proporciones no conocidas en la historia del arte ha devastado en buena parte las naciones de Occidente, haciéndose incluso predominante con frecuencia.
Por otro lado está, además, el mayor o menos aprecio de los artistas individuales o de los estilos concretos. Siempre ha habido wagnerianos y anti-wagnerianos. Es perfectamente justo, equitativo y saludable que haya personas que, por ejemplo, si rechazan por idea y por sentimiento la música electrónica, no aprecien a Luciano Berio, muy implicado en ella, o a Giorgiu Ligeti, que también, aunque mucho menos, la integró en su estética musical. ¿Y qué pasa? Si yo rechazo la música electrónica (poca) de Ligeti, en su tiempo de acercamiento a Stockhausen en Colonia, si rechazo la que posteriormente fue afectada más o menos por ella, o si repruebo sus composiciones micropolifónicas, en las que abandona melodía, ritmo y armonía; y si ya con eso me desintereso por ese autor, que quizá tenga otras zonas musicales que llegaran a ser de mi agrado ¿qué pasa? No pasa nada. Tampoco pasa nada si una persona aprecia "parte" de la obra de un autor (la época azul de Picasso) y rechaza del mismo otras o todas las demás. Y tampoco pasa nada si hay quien rechaza en bloque la obra musical de John M. Cage.
Cuando estudié filosofía (tres años, bachillerato sólo), el profesor de crítica nos decía: "Distingan siempre. El que no distingue, confunde". ¿Cómo voy a decir yo que "todo el arte moderno es malo"? ¿A quién se lo ocurre imputarme tal barbaridad? He escrito frases suficientemente claras como para demostrar que es una imputación injusta.
Pero tampoco pasa nada si me la hacen, claro.
Curiosa definición de arte moderno. En todo caso, ¿me podría citar un párrafo del catecismo, de las Sagradas Escrituras o del magisterio de la Iglesia donde se explique lo que son obras feas y malas?"
¿Para usted es una obra mala un cuadro de Klee?
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JMI.-Voy con las dos preguntas.
1.-No, no puedo citarle.
2.-Tampoco puedo (quiero) responderle: éste no es un Consultorio de estética. Y lo que yo pueda estimar de Klee sólo tiene importancia para mí, y además, muy poca.
Y si lo son ¿qué hacen allí?
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JMI.-No puedo decirle porque no lo he visitado; pero seguro que habrá obras muy valiosas, otras no tanto, y otras muy malas.
La respuesta a su segunda pregunta es obvia, y no sé para qué la hace: si hay alli (que no lo sé) obras de mala calidad, será por error de quienes las incluyeron.
Y ya vale, Don Pedro.
Gracias por sus comentarios.
En todo de acuerdo, Padre. Entiendo a la perfección (y le admiro por ello) el papel que está desempeñando con sus escritos, también con este referido al arte. Comprendo también la paciencia que debe de tener para soportar nuestra ignorancia o nuestra impertinencia.
Pedro:
No dudo en absoluto de que usted posea una formación artística muy superior a la media y, desde luego, a la mía. Yo soy un aficionado, es decir, me acerco al arte, a la literatura y a la música para gozar. Espero que no me entienda mal. Gozar estéticamente de un objeto es algo muy serio, pues aunque comienza como una experiencia puramente sensible acaba afectando a todas las facultades del alma. Así, se goza del arte como se goza de (y con) una persona, porque se la entiende. En este sentido, creo que entiendo un poco de arte.
Solo quería decirle esto para su tranquilidad. Yo también, como usted, siquiera sea de una forma más modesta o iletrada, tengo vocación de amante.
Siempre me interesó el arte, a pesar de que me reconozco lego en la materia: sólo me he leído la colección "ArteRama" que compraba en fascículos en mi adolescencia y poco más. No obstante he pasado por el museo de El Prado o las grandes basílicas romanas y dentro de mis escasos conocimientos, he podido percibir la belleza a raudales que allí se expone. Belleza religiosa y belleza profana, pero belleza siempre, o casi siempre.
Creo que Dios, además de infundirnos en el corazón el sentido del bien moral, nos ha infundido también el sentido del bien estético: la belleza. Esto forma parte también del "sentido común", del Orden Natural de la cosas.
Pero en el "arte moderno" que Ud. tan certeramente denuncia y critica, hay por el contrario un manifiesto deseo de confrontar contra ese sentido natural estético, de ningunearlo, de desafiarlo, de destrozarlo. Es por ello que la crítica resalta el carácter "conflictivo", "irreverente", "desprejuciado", "discutido", de tal o cual autor, como si esa actitud confrontativa fuese su mayor mérito: estaría bien faltarle el respeto al sentido común estético. Como en San Giovanni Rotondo, por mencionar un caso citado más arriba.
Ahora bien, estamos "en democracia" como todo el mundo sabe. Democracia que dice de sí misma ser docilísima al sentir y al querer del "pueblo". Pero hete aquí que el arte, cierto arte moderno, el más publicitado, el más aplaudido y el mejor pagado, parece ser lo más antidemocrático que imaginar se pueda: repugna al "sentir popular", al sentir común. Es obra de "iluminatis" que, bien forrados con los billetes que ponen a su disposición ciertos burgueses panzones, pretenden im-poner sus insufribles caprichos a la consideración y estimación públicas.
(Y aquí, la comparación con la política es ineludible: en política pasa exactamente lo mismo).
Se trata, en última instancia, de una confrontación abierta contra el Orden Natural. Porque experimentación y vanguardia las hubo siempre, pero los "adelantados" ponían sus logros a la consideración del sentido natural de la belleza, el cual hermana a una obra faraónica con una escultura romana o un fresco de Miguel Angel. O con la Sagrada Familia de Gaudí. Pero no, hay que romper eso, hay que romper con el pasado, hay que dictar nuevos postulados creativos, imaginados, en definitiva "hay que recrear al hombre", olvidando y/o negando que el hombre es creatura de Dios. Puro antopocentridmo prometeico.
Parece absurdo semejante intento, y a fe que lo es, ya lo dijo Sartre cómodamente instalado en ese barco que lleva hacia la nada: lo suyo fue una patética confesión de parte. Absurdo como toda coz dada contra el aguijón, absurdo como todo intento de tomar el lugar de Dios.
¡Ahí es donde está lo "malo" de "ese" arte: la fealdad estética no es más que un reflejo de la fealdad moral que la inspira!
Discrepo con aquello de que "en la programación de conciertos o de emisiones radiofónicas muy escasamente se incluyen las obras de los compositores modernos más notables, porque protestan los oyentes".
Me cuento entre una de las muchas aficionadas a la comúnmente llamada música clásica que no disfrutan ni un segundo oyendo ese producto del intelectualismo ombliguista que da en llamarse música contemporánea.
Es por esto que en numerosísimas ocasiones, tras sintonizar Radio 2, me paso al cd o al silencio porque programan una y otra vez engendros sonoros insoportables. Observo también que hay un paulatino y diría que intencionado silenciamiento de la música religiosa en esta emisora. También que algunos locutores, cuando la programan, la adornan de comentarios que están totalmente a tono con la línea editoral de rtve en lo que al hecho religioso católico se refiere.
Por otra parte, quería concretar con un ejemplo real cómo suele programarse la música "contemporánea" -entrecomillo lo de contemporánea porque hay piezas que llevan más de un siglo programándose- en los conciertos de algunas orquestas sinfónicas españolas.
En concreto, la Orquesta de Euskadi promociona los trabajos en absoluto -y, como bien dice, en muchas ocasiones único- estreno de compositores vascos. Estos ladrillos sonoros suelen interpretarse al principio del programa y habitualmente no duran más de un cuarto de hora. Pasado el trago llegan los Beethoven, Schumann...tal vez no se programan en otro orden porque después de una sinfonía de Beethoven los chirridos y graznidos con que se expresa el alma artística de nuestro siglo obligarían al público a abandonar la sala para ir al excusado.
Palabra de músico.
Quiero, para terminar, invitarles a hacer una reflexión: ¿qué ha sucedido para que, tras siglos en los que la fe ha regalado a la historia innumerables obras de arte, estén ahora todas las expresiones artísticas separadas de Cristo? ¿Por qué no hay arte cristiano de relevancia en nuestro siglo? ¿Por qué nuestro tiempo da tan pocos escritores de talla que sean católicos?
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JMI.-Yo durante decenios seguí con nocturna frecuencia Radio 2, incluso recibía su Boletín impagable. En él, por cierto, salía al final un listado con todos los autores "emitidos" en el mes, señalando las veces y los días: era abrumador el mayor número de emisiones de los grandes compositores de música en comparación de los creadores de ruidos o ruiditos.
Pero, como Ud. dice, quizá han cambiado las cosas en esa Radio 2 concretamente por "ukases" de la dirección ideológica. Pero en general, las radios privadas-comerciales casi nunca ponen música de vanguardia para no poner en peligro la audiencia, pues para ellos es económicamente necesario mantenerla. Sólo las radios y organismos institucionales izquierdosos-progres son los que se pueden permitir imperar ideológicamente una cuota de anti-músicos muy superior al, digamos, "voto democrático" de la inmensa mayoría de los oyentes.
Lo de la orquesta Euskadi, sí. Y creo que en otros sitios también siguen el truco de poner los ruidos vanguardistas por delante, porque si los dejan para el último toro, se vacía la plaza.
"¿Qué ha sucedido", se pregunta la buena de María A.A.
¿Y qué ha sucedido para que no haya vocaciones, para que el 80/90% de bautizados no vaya a Misa, para que los matrimonios practiquen tantos de ellos la anticoncepción, para que los misioneros no prediquen el Evangelio y se dediquen a las obras benéficas casi en exclusiva, para que ni se intente la acción política realmente católica, para que los colegios y las universidades católicas... etc. etc. etc.?
Le recomiendo el blog del P. Iraburu, REFORMA O APOSTASÍA.
14.00
América mágica
Navidad criolla.
SUMAYA: Ya la naturaleza redimida (3’09”). R. Ramírez (mezzo), Capilla Virreinal de la Nueva España. Dir.: A. Tello. ARAUJO: Por celebrar del Infante (4’11”). Ensemble Elyma. Dir.: G. Garrido. SALAS: Tú, mi Dios entre pajas (5’47”). Ars Longa. Dir.: T. Paz. SILVA GOMES: Nocturnos de Natal (selec.). Brasilessentia Grupo Vocal y Orq. Dir.: V. Gabriel. RAMÍREZ: Navidad nuestra (17’37”). J. Carreras (ten.), Coral Salve de Laredo, Sociedad Coral de Bilbao, Grupo Huancara. Dir.: D. Sánchez.
19.00
La guitarra
BERLIN: White Christmas (3’10”). L. Ritenour (guit.). GRUBER: Noche de paz (3’04”). O. Liebert (guit.). BACH: In dulce jubilo (1’46”). ANÓNIMO: Adeste fideles (4’10”). ANÓNIMO: Primera Navidad (5’01”). O. Liebert (guit.). A. BARRIOS “MANGORÉ”: Villancico de Navidad (3’17”). J. Williams (guit.). A. BARRIOS: Navidad en la Alpujarra (2’21”). G. Estarellas (guit.). HAENDEL: El Mesías: “For unto us a Child is born” (4’21”). M. PARIS: X’mas Suite para cuatro guitarras y orquesta de cámara (21’46”). Los Romeros (guits.), Concerto Málaga. Dir.: M. París. ANÓNIMO: El pequeño tamborilero (3’). Los Romero (guits.).
20.00
Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña
Concierto celebrado en L´Auditori de Barcelona el 16 de diciembre de 2012.
CASALS: El Pessebre. E. Copons (sop.), M. Pujol (baj.), G. Coma-Alabert (mez.), D. Hernández (ten.), J. Martín Royo (bar.), Orfeó Catalá, Coro Joven del Orfeó Catalá, Coral Canigó, Orq. Sinf. de Barcelona y Nacional de Cataluña. Dir.: A. Post.
22.00
Ars canendi
Los incontestables: Il sogno de Manon por Tito Schipa. Teoría. Repaso: manejo del tempo: rubato, ritardando, rallentando, accelerando, stringendo…
23.00
Historia y música
Hildegard von Bingen, la Sibila del Rhin
VON BINGEN: Columba asperxit per cancellos. O Jerusalem aurea civitas. E. Kirby (sop.), E. Van Evera (sop.), P. Holden (sop.), J. Stell (sop.), Gothic Voices. Dir.: C. Page. O Lucidissima. G. Laurens, M.Tindemans , S.Cunnigham , L.Ehlich, B. Bagby, Sequentia. Dir.: M.Tindemans. O magne Pater. S. Lutzenberger, H. Ganser, R. Herpichboem, H. Schwamm, Conjunto de Música Antigua de Augsburgo. O vos angeli. Tapestry. O Gloriosissimi Lux. Ensemble Pan, Tapestry. O quam mirabilis. Schola de la abadía de monjas benedictinas de St. Hildegard. Dir.: C. Rath. Jesu corona Virginum. R. Cunningham, M. Genensky, S. Hellauer, J. M. Rose, Anonymous 4.
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JMI.-Yo me figuro que María A.A. se referirá al conjunto de la programación de Radio Clásica durante los días, meses y año. Con el argumento de un día no nos hacemos mucho.
Como dice el Padre Iraburu, "con el argumento de un día no nos hacemos mucho", y menos con el ejemplo de un día prenavideño.
Me refiero a la programación de los anodinos días de febrero, agosto o marzo. Encontrará usted mucha música religiosa en torno a Navidad, Semana Santa (diría que no les queda otro remedio, la fe de grandísimos compositores ha dado mil páginas maestras en torno a esas fechas) pero no tanta en otras fechas. Por otra parte, la programación de música contemporánea y marciana va en aumento, eso es un hecho. También -no había tocado este tema- la música ligera, el jazz, el bolero y el tango hacen su aparición junto a las obras de Mahler, Mozart y Tomás Luis de Victoria, en un deseo de agradar y atraerse a un público que por lo visto se aficionará a la sinfonía a través del chachachá...
Tenemos también información digamos de las tripas de Radio Clásica (se me escapó lo de Radio 2, son muchos años sintonizándola...) entre cuyos jugos y ácidos hay locutores que pelean por programar lo religioso sin hacer ascos a lo religioso ganándose la oposición de no pocos compañeros.
Podría también extenderme tocando el tema de cuánto están contribuyendo los centros de enseñanza musical a la desaparición del patrimonio musical de occidente, en favor de Disney (nivel elemental), las bandas sonoras de películas de acción (Misión imposible, por ejemplo) o la enseñanza al más altísimo nivel técnico subvencionada de instrumentos como la guitarra eléctrica y la batería (nivel superior). Soy profesora de música y sé lo que me digo, tengo unos cuantos programas de conciertos que son para echarse a temblar...
Por lo que usted me cuenta, hoy, día en que celebramos la Natividad de Dios nuestro Señor hecho bebé (¡¡qué grandísimo amor por nosotros!!), podré sintonizar Radio Clásica para ambientar tan gran acontecimiento. Es de agradecer, veremos qué sucede en los próximos años.
Por último, si me lo permiten, les voy a recomendar música para recogerse en la oración y vivir -ayudados por lo que Dios ha querido inspirar en quienes pusieron sus talentos a Su servicio- la Navidad:
- Gregoriano de la liturgia correspondiente al Tiempo de Navidad
- Motetes de Morales, Guerrero y Victoria con temas navideños como "quaeramus cum pastoribus", "O Magnum Misterium", etc.
- Oratorio de Navidad de J.S. Bach
- La infancia de Cristo de Berlioz
Necesito vuestras respuestas.
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JMI.-El arte moderno del que he estado hablando (falso-feo-malo) por supuesto que no vale para expresión de arte cristiano.
Quisiera expresar dos notas o cosas:
1º la arquitectura moderna, iglesias y templos modernos están en consonancia con la arquitectura actual, en casi todos los sentidos. Por tanto, el arte moderno se utiliza en el cristianismo, al menos en la arquitectura.
2º Es evidente, que imágenes de arte moderno, no se pueden utilizar dentro de un templo. pero podrían servir perfectamente, algunas para catequesis.
3º El cristianismo siempre ha utilziado el arte y artes de sus tiempos, tendencias y estilos para expresarse. Sería una pena, que el arte actual, ya más de un siglo y medio. No se utilizase también, aunque no sea dentro de las iglesias.
4º El cristianismo si desea no perder al pueblo, mayorías y minorías, tiene que valerse con los medios de cada época, siempre que sean morales. El arte o artes puede gustar o no. Pero la inmensa mayoría es moral.
5º El arte y las artes es más que una imagen. Si el cristianismo no desea convertirse en una minoría, debe aprovechar el arte y las artes, siempre que sean morales.
6º Analicen seriamente la realidad, gran parte del arte y artes actuales, van en cotnra de los valores cristianos. Por tanto, para sacar un clavo hay que utilizar otro. Piensen y aprovechen la literatura, la música, la arquitectua, la pintura, el teatro, etc., para utilizar eso smedios para expresar y predicar los valores cristianos y el cristianismo.
7º No sean obtusos por favor, piensen bien, seriamente en la pastoral. Piensen bien...
gracias, con afecto. jmm c
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JMI.-Haremos un esfuerzo bien empeñoso para no ser obtusos.
Pero será bueno que nos ayude con su oración.
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JMI.-No publico su comentario, según me indica Ud.
Puede consultar en este blog (24-29).
Cordial saludo en Cristo.
"Vosotros sabéis que yo insisto mucho en la relación entre fe y razón; en que la fe, y la fe cristiana, sólo encuentra su identidad en la apertura a la razón, y que la razón se realiza si trasciende hacia la fe. Pero del mismo modo es importante la relación entre fe y arte, porque la verdad, fin y meta de la razón, se expresa en la belleza y se realiza en la belleza, se prueba como verdad. Por tanto, donde está la verdad debe nacer la belleza; donde el ser humano se realiza de modo correcto, bueno, se expresa en la belleza.
"La relación entre verdad y belleza es inseparable y por eso tenemos necesidad de la belleza. En la Iglesia, desde el inicio, incluso en la gran modestia y pobreza del tiempo de las persecuciones, la salvación de Dios se ha expresado en las imágenes del mundo, en el arte, en la pintura, en el canto, y luego también en la arquitectura. Todo esto es constitutivo para la Iglesia y sigue siendo constitutivo para siempre.
De este modo, la Iglesia ha sido madre de las artes a lo largo de siglos y siglos. El gran tesoro del arte occidental -música, arquitectura, pintura- nació de la fe en el seno de la Iglesia. Actualmente hay cierto "disenso"; pero esto daña tanto al arte como a la fe: el arte que perdiera la raíz de la trascendencia ya no se dirigiría hacia Dios, sería un arte a medias, perdería su raíz viva; y una fe que dejara el arte como algo del pasado, ya no sería fe en el presente. Hoy se debe expresar de nuevo como verdad, que está siempre presente. Por eso, el diálogo o el encuentro --yo diría, el conjunto-- entre arte y fe está inscrito en la más profunda esencia de la fe. Debemos hacer todo lo posible para que también hoy la fe se exprese en arte auténtico, como Gaudí, en la continuidad y en la novedad, y para que el arte no pierda el contacto con la fe".
La fealdad del arte moderno es inconmensurable.
Pero Sr., lo mismo ocurre CON EL ARTE RELIGIOSO MODERNO.
El que visita esa parte del Museo Vaticano verá cosas horribles, feas y malas, el CATÁLOGO MÁS COMPLETO DE LOS HORRORES ESTÉTICOS.
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JMI.-En el último párrafo ya aludo a la pésima complicidad de aquellos católicos con el arte moderno más horrendo, aplicándolo a templos, imágenes, música, etc., y rompiendo así tajantemente con la tradición del arte religioso cristiano, que ha pasado a lo largo de los siglos y de las naciones por estilos muy diversos, pero siempre cristianos: con teocentrismo, humildad, sentido de lo sagrado.
Afirmar que “El ateísmo produce un hombre espiritualmente feo, en sí mismo oscuro, contradictorio y trivial, que no puede producir obras profundamente bellas”, entre otras lindezas similares que adornan su artículo, solo puede entenderse desde el fanatismo más extremo unido a una gran desfachatez bajo el triste paraguas de la ignorancia.
¡Cuánto daño ha hecho (y sigue haciendo) la reaccionaria ideología de la iglesia católica española!
Solo una buena educación pública puede acabar con estos extremos ideológicos tan penosos.
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JMI.-El hombre ha sido creado a imagen de Dios, fuente de toda verdad, bondad y belleza. Cuando un hombre o una cultura le vuelve la espalda a Dios, rechazando a su Cristo, su imagen perfecta, queda apresado por la mentira, la maldad y la fealdad. Es materialista, consumista, pro-abortista, sin pudor, etc. Lea, por favor, la descripción que hace de él San Pablo en Romanos 1.
No, no es como Ud. dice. Qué más quisiera: un ignorante, hablando de lo que no sabe. Mi cultura literaria, musical y en artes plásticas es muy superior a la media: me viene de familia, desde chico. El mundo moderno que rechaza a Cristo se hace tonto, malo y feo. Quizá Ud., identificándose con ese mundo, no lo sepa o no lo reconozca. Pero es así.
Abra Ud. el diario, o la TV o entre en una librería, o pase una tarde en una playa o en un supermercado o en una pasarela de moda.. y entérese de cómo está el hombre mundano.
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