(178) De Cristo o del mundo -XX. La Cristiandad. 1. La Iglesia medieval

–Estaba pensando ya que… Bueno, mejor será que no diga nada.

–Exacto. Ha dado usted en el clavo. Es mejor que no diga nada.

En el período que acabamos de estudiar, del Edicto constantiniano de Milán hasta la muerte de San Be­nito (313-557), se produce una primera cristianización del mundo greco-romano, y al mismo tiempo una erradicación progresiva del antiguo pa­ganismo –mentalidad, costumbres, institu­ciones–, acelerada por la caída del Imperio romano en el siglo V.

A principios del siglo VI comienza un milenio cristiano, cuyo final podría verse hacia el 1500, en torno a la caída de Constantinopla, el descubri­miento de América, el comienzo de los Es­tados nacionales modernos, el Renacimiento y la crisis protestante. Es más o menos lo que suele llamarse Edad Media, en un sentido que para algunos es peyorativo: los siglos oscuros y semi­bárbaros, que dejando atrás las luces de la antigüedad, no han llegado todavía a la luminosidad del Renacimiento y del Siglo de las luces. La cultura católica ve, por el contrario, ese período de la historia humana como un milenio de Cristiandad. En estos siglos, la Iglesia pierde el norte de Africa, pero extiende y profundiza la evangeli­zación de Europa y del Asia próxima. Y muchos miles de mo­nasterios vienen a ser el alma de la Cristiandad medie­val.

Jesu­cristo es el Señor de todo (Panto-crator), pues le ha sido dado «todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18). Y esa verdad luminosa y potente es reconocida por la sociedad, es decir, por el mundo,como se expresa en el pór­tico de tantas catedrales. Es entonces con­vicción común que Cristo Salvador debe reinar sobre todas las cosas de la Iglesia y del mundo. Lo que no significa, por supuesto que reine plenamente de hecho sobre el mundo. El mundo, hasta la Parusía, siempre seguirá siendo mundo. Hay sin duda en estos siglos multitud de pecados personales y colectivos; pero 1.-no son tantos como los existentes en un mundo que niega a Dios y reniega de Cristo; y 2.-los pecados son tenidos como pecados, de tal modo que la sociedad no los justifica, ni menos aún los considera un derecho. Y es que está generalmente vigente el discernimiento del bien y del mal. Es un tiempo en el que ninguna doctrina, ley o cos­tumbre puede afirmarse socialmente si va en contra de Jesucristo, el Hijo divino-humano, el Maestro, el Señor de todo.

La condición unitaria de la Cristiandad procede evidentemente del señorío de Jesucristo sobre las naciones. Y es una de las características más notables de este pe­ríodo de la historia de Occidente: unidad de religión y de lengua, unidad entre alma y cuerpo, naturaleza y gracia, orden natural y sobrenatural, pro­fano y sagrado, Estado e Iglesia, filosofía y teología, vida temporal y vida eterna, laicos y monjes, «ora et labora», contemplación y acción.

Y la relativa paz entre los príncipes cristianos se debe igualmente a esa primacía de nuestro Señor Jesucristo. La Edad Media cristiana no tiene reyes invasores bélicos, como Alejandro Magno, Julio César, Mahoma o Gengis Kan. Ignora guerras terribles como las posteriores al nacimiento del protestan­tismo, que parte en trozos la antigua Cristiandad. Y aún está más lejos de sufrir las aterradoras mortandades, cientos de millones de muertos, de las guerras innumerables del si­glo XX.

La belleza medieval es el esplendor de la Cristiandad. La Edad Media es un tiempo en que las Sumas teológicas elevan el pensamiento humano a las mayo­res alturas filosófi­cas, teológicas y espirituales. Y tam­bién alza a unas alturas increíbles, llenas de fuerza y armonía, las milagrosas Catedra­les, que hoy, curiosamente, son los edificios más admira­dos y vi­sitados en las ciudades modernas, a pe­sar de que fueron construidas hace mil años por pueblos «oscuros, pobres y semi­bárbaros», según estiman hoy algunos.


La belleza indecible de Cristo, aunque en forma mínima, se expresa en el mundo y causa la ar­monía del arte, a un tiempo grandioso en la arquitectura, extremadamente refinado en las demás artes, orfebrería, escultura, pintura, literatura, y muy especialmente en la música grego­riana.

Es un milenio en el que se reducen mucho los grandes ma­les del paganismo antiguo, como el aborto o el suicidio, el concu­binato o el divorcio, las guerras de conquista o los espectáculos sangrientos y degradantes. Por primera vez en la historia de los pueblos, desaparece progresivamente la es­clavitud, que sólo rea­parecerá tímida­mente en el Renacimiento, y se multiplicará ya sin vergüenza alguna en los tiempos de la Ilus­tración, cuando los Reinos cristianos tienen ministros masónicos. Cuatro quintos, por ejemplo, del total de esclavos africanos llegados al Nuevo Mundo, fueron transportados en siglo y me­dio, entre 1700 y mediados del siglo XIX (J. M. Iraburu, Hechos de los apóstoles de América, Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2003, 3ª ed., 416-429). Evidentemente, en el milenio de la Cristiandad sigue ha­biendo males, y muchos, pero generalmente en la sociedad el bien tiene más prestigio que el mal. Y el bien se ve favorecido, mientras que el mal encuentra resistencias generales o, al menos, no es positivamente fomentado.

Europa llegó a ser una Cristiandad. La gracia no des­truye la naturaleza, sino que la perfecciona. Este principio tomista, que es netamente bíblico, viene a ser en la Cristiandad medieval una convicción generalizada en todos los campos: arte o ciencia, filosofía, leyes o política. No siempre, claro está, obran los hombres según la gracia divina, pero sí se da una convicción común de que cuanto mayor sea el influjo del Evangelio, es decir, de la fe, todas las realidades del mundo vi­sible se verán acrecentadas en verdad y be­lleza, en paz, justicia y prosperidad. Por eso, a pesar de todas sus miserias, en esta época Europa puede llamarse Cristiandad: por la universal primacía del principio cristiano. Pueden ustedes comprobarlo en la magnífica obra del P. Alfredo Sáenz, S. J., La Cristiandad. Una realidad histórica (Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2005, 219 pgs.)

La Cristiandad medieval es un mundo joven y creativo. A medida que es conocido en su genuina realidad, causa una particular fascinación y sorpresa. Se halla entonces normalmente en los pueblos cristianos, por una parte, un ímpetu juvenil, no siempre mo­derado, lleno de audaz creatividad; y por otra parte, un sentido tradicional, que asegura a los distintos desa­rrollos una construcción ordenada y armoniosa. Confluyen, pues, en ella, de un modo poco frecuente en la historia, tendencias de un utopismo entusiasta, que re­brota una y otra vez en formas populares, a veces desaforadas, y otras fuer­zas ordenadas, llenas de sereno equilibrio, las propias de las Sum­as y de las catedrales (N. Cohn, En pos del milenio; re­volucionarios milenaristas y anarquistas místicos de la Edad Media, Barral, Barcelona 1973).

El idealismo de la caba­llería cristianaes, por ejemplo, una muestra del ímpetu entusiasta medieval, y sus ideales no afectan solamente a los caballeros nobles, sino también al pue­blo, como se comprueba por el éxito popular de los libros de caballería. El pueblo no se inspira, como lo hace hoy, en modelos muchas veces degradantes –ciertas estrellas del cine, de la música popular, de la televisión–, sino en el heroísmo de famosos caballeros cristianos.

Por otra parte, todavía no se han formado las nacionali­dades, cerradas en sí mismas, ni se han alzado aún los monar­cas absolutos, ni los ministros poderosísi­mos, uniformizadores de la vida social. De hecho, en la Edad Media, los prínci­pes cristianos no pueden nada sin los nobles, ni éstos sin el consentimiento de sus vasallos. Y es que todavía tiene gran vigen­cia el principo de subsidiariedad, el tejido social orgá­nico, los grupos naturales inter­medios, la familia y el gremio, el municipio y la región. Y todavía cuentan mucho las relaciones personales, la costum­bre, el compromiso verbal, los impuestos pactados, lo mismo que el vínculo que une al vasallo con el señor local.

La Edad Media da forma sensible a todas las realidades es­pirituales. Éste es otro rasgo muy característico. Por eso el mundo medieval resulta colorido, variado y elocuente, porque produce siempre formas expresivas, comu­nitariamente entendidas, de todo un conjunto de valores espirituales de inspiración cris­tiana. Y aunque hay un fondo común entre todos los pueblos de la Cristiandad, hay en cada región, configuradas en formas tradicionales, distintas costumbres e instituciones, gremios, precedencias y ceremonias, órdenes y estados, fiestas, juegos y danzas, liturgias, torres del ho­menaje y jura­mentos, torneos y concursos, variedad de vestidos y de formas, colores significativos, estandartes, escudos y emblemas, saludos y formas de cortesía, bodas y funerales, torres desmochadas o puertas tapiadas, adornos, mu­chos adornos en objetos y armas, herra­mientas y edificios, etc. El milenio cristiano forma, pues, un mundo elocuente, en el que las cosas y actividades, el bien y el mal, el premio y el castigo, hablan al pueblo de un modo inteligi­ble y con muchas voces coincidentes. Dentro de unas coordenadas culturales tan claras, son muy raras las enfermedades psíquicas: depresiones, neurosis, adicciones, suicidios.

La Edad Media es una época acentuadamente estética, y es la inspiración del arte medieval, creativa y diversa, heterogénea y sorprendente, la que conduce hacia las maravillas del Renaci­miento. Sólo más tarde, en los tiempos modernos del neo­clasicismo, es cuando se en­durecen los cánones estéticos, según las normas del arte clásico grecorromano. Y será entonces cuando venga a considerarse bár­baro el arte de las catedrales medievales románicas o góticas, que a veces son derruídas o susti­tuídas por «correctos» diseños neoclásicos, es decir, por imitaciones serviles –no genia­les, como en el Renacimiento– del arte antiguo. Y es que la uniformidad de los modernos no entiende ni valora las variaciones del arte medieval.

La Edad Media es una época muy espe­cialmente falsificada en la consi­deración general moderna, comenzando por su nombre. El milenio de Cris­tiandad en su totalidad, por su teo­centrismo y, más aún, por su abierta confesionalidad cristiana, es despreciado por el Occidente apóstata. El signo más decisivo de la mo­dernidad, precisamente, es la construcción de un mundo no fundamentado en Dios, y menos aún en Cristo, sino en el hombre; todo lo cual impugna directamente el régimen de Cris­tiandad. La opción moderna, por tanto, exige que el milenio cristiano sea ignorado, o mejor aún, cari­caturizado y falseado. Y esto se comprende perfectamente. Lo que no se com­prende tan bien es que los mismos cristianos se hagan cómplices de ese intento, como hoy sucede tantas veces en creyentes verdaderamente fieles. Pero, en fin, obras como la de Ré­gine Per­noud, ¿Qué es la Edad Media?, o la clásica de Johan Hui­zinga, El otoño de la Edad Media, con tantas otras, ayudan a recuperar la verdad del milenio cristiano. Y en la exploración histórica que estamos haciendo de los caminos de perfección evangélica en el mundo no será ésta, cier­tamente, una tarea superflua.

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

11 comentarios

  
Eleuterio
Qué gran verdad es la que usted pone sobre la mesa. A lo largo de los últimos siglos (más o menos desde la malhadada Ilustración) se ha tratado de zaherir un tiempo pasado en el que lo cristiano y la historia de la cristiandad brillaron e hicieron brillar al mundo.

Esto, claro, no gusta a los partidarios del ateísmo y el liberalismo y procuran, siempre que pueden, malversar el bien que se hizo entonces en nombre de Cristo y de la misma Iglesia católica.

Sin embargo, los que sí recocemos el gran bien que se le hizo entonces a la humanidad no podemos callar, ni por asomo, la gran verdad que encierra lo que ha escrito usted. Si lo hacemos, de todas formas, acabarán por hablar las piedras aunque, en realidad, ya hablan en las catedrales y otros lugares donde ha quedado impreso, para siempre, un hacer bueno y un pensar mejor.

04/05/12 1:37 PM
  
José Luis
Vaya, estaba preparando un tema para mi blog, sobre la arquitectura de las iglesias, románicas, góticas, y las modernas de hoy. Y me encuentro con este edificante artículo, que eso sí son iglesias y catedrales. Porque los garajes me parece que sirven para declararse iglesia, no suele ayudar mucho a la gente a la vida de santidad, porque se entretienen en charlas que ni siquiera corresponde siempre a la fe y a la meditación de la Palabra de Dios.


Por la experiencia personal, veo que en las iglesias modernas no ayudan a crecer en la vida espiritual, pero uno va a iglesia de estilo románico, cuya construcción se ha hecho para dar gloria de Dios, verdaderos arquitectos inspirados por Dios para embellecer lo que debe ser para dar gloria a Dios y animar a la conversión de las almas.

En las iglesias modernas no suelen haber pilas para el agua bendita, o si las hay, no las limpian, sino que la costra se ve, puesto que también hay quien tiene aversión al agua bendita.

Cuando el corazón del arquitecto, del pintor, incluso del fotógrafo, se deja guiar por el Espíritu Santo, vemos que el Señor nos habla por esos artes. Son un reflejo de la belleza de Dios.

Los arquitectos actuales para construir iglesias, catedrales, basílicas, oratorios, tienen modelos a seguir si quisieran, pues lo moderno es pasajero y caduco, pero lo tradicional según el Espíritu Santo, es duradero.

Yo he visto fotografías de iglesias antes de la guerra civil, pero luego han sido destruídas, y no siempre han sido reconstruídas.



Es verdad que en la Edad Media da forma sensible a las realidades espirituales, y no se equivoca. Pues las realidades del presente, de este siglo XXI, parece que el demonio ha tomado el poder, pero con los débiles, con quienes no se dan a la vida de oración, y fracasan.

Muy agradecido en el Señor P. José María, por ayudarnos a comprender estos temas tan importantes.
04/05/12 4:18 PM
  
Liliana
Son obras maravillosas hechas para glorificar a Dios, cuantas moradas habrá preparadas para estas comunidades saludables que vivieron empapados por la Gracia Divina. A la vista esta, que todo Reino cristiano se conoce por sus hechos fructuosos.
Creo que en todas épocas hay miserias, cargas livianas y ligeras cuando abunda la convicción cristiana, reflejadas en obras tan bellas y admirables para todos los tiempos.
En cambio ahora, en estos tiempos predomina la miseria, la descristianizacion, son pocas las instituciones que buscan el favor de Dios.
Me alegra que toda la belleza arquitectónica de los inspirados por el Espíritu Santo, estén abiertas, para todos los que tengan oportunidad y sientan necesidad de ver para creer, pero mas me alegra que no es el único camino par dejarse maravillar por Dios, pertenecemos a una parroquia grande en jurisdicción, varias zonas urbanizadas, alejadas unas de otras, atendidas por el mismo párroco, es verdad que no ayuda mucho a la conversión, desde un garaje, son pocos los que se entregan a creer que por Gracia Divina se puede vivir según el evangelio.
Para los que creemos en la providencia, Dios promovió la donación de dos terrenos los que ya pertenecen al Arzobispado argentino cordobés, llevo muchos tiempo y sacrificio la construcción de un salón comunitario, ahora se ha comenzado a construir la Capilla, también muy lento porque el dinero que se recauda, es a través de eventos, ojala sean mas los corazones que se dejen guiar por el Espíritu de Dios para embellecer la casa del Señor, y a El solo darle culto y glorificarlo.
Dios quiera este terminada la obra, para seguir mostrando que El esta en todo lugar donde lo dejan ser Dios.
Gracias padre por su interés de convertir corazones en catedrales para Dios.

04/05/12 11:50 PM
  
María
Las obras humanas estan llamadas a añadir belleza a la Creación....pero no quitarsela.
Hay una belleza que es Fruto de la inteligencia humana y que se expresa en todas las Bellas Artes y en todas las técnicas.
La inteligencia es capaz de generar orden y belleza..
Pero necesita sentido de la proporción .
Los hombres de nuestra época, no estan seguros de que haya un modo de vivir digno del hombre.....y por eso hoy en día no sabe educar....Saben
instruir...., es decir informar...pero no sabe decirle qué es lo que debe hacer con su vida.
Quienes nos han precedido, han acumulado un Saber sobre lo que al hombre le conviene y lo que No .
( Los efectos de las acciones malas sobre el hombre, no son tan aparatosas y rápidas como los de las setas venenosas.)
Los Cristianos creemos que DIOS, que es el Creador de Todo, ha querido descubrir al hombre EL MODO DE VIVIR QUE LE CONVIENE.......es una Moral Revelada, con la que Occidente ha surgido y de la que aún vive, y la más universal de Todas.......y comunica con ellas el conocimiento de las profundidades del Espíritu humano. Ha iluminado la Vida de muchos millones de personas y ha dado explendidos frutos, de Humanidad , de heroísmo, y de Belleza .


Saludos
04/05/12 11:50 PM
  
José María Iraburu
Comentario de Antonio [Visitante]
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JMI.-Mire,por favor, en mi blog (103) el comentario de 08.09.10 a las 23:24. Gracias.
05/05/12 9:49 AM
  
Asclepio
El milenio cristiano con fe en Dios, pone las bases éticas, morales y religiosas para el mundo civilizado culto y moderno.

Y este mundo moderno racionalista y ensoberbecido se olvida poco a poco de Dios y el hombre moderno (?) se hace su propio dios.

Y cada vez nos vamos hundiendo más.

Esta claro lo que dice Jesucristo en San Juan 15,5: "¡ porque sin mí no podéis hacer nada¡.

Y así va el mundo, de guerra en guerra y de crisis en crisis camino de su perdición, si no vuelve de nuevo su rostro al Señor su Dios.

Solo la Santa Iglesia Católica permanece fiel, firme y en pie, ante tanta apostasía, vileza, infamia y perversión.

Estos son tiempos duros y recios para velar y perseverar despiertos, con fe y esperanza en confiada y continua oración.
05/05/12 7:20 PM
  
Juan
Padre, en su libro De Cristo o del mundo, habla en la última parte del fin de los tiempos y de ciertas revelaciones de la Virgen María. Creo que los cristianos deberíamos conocer más las profecías que nuestra Madre la Virgen nos dio en La Salette, Fátima y Garabandal -sobre algunas la Iglesia no se ha pronunciado, aunque tampoco prohíbe creer en ellas-, las tres íntimamente ligadas entre sí, que nos hablan de la gravedad de los tiempos que estamos viviendo y nos anuncian futuros sucesos, muchos de los cuales ya se han cumplido.

Personalmente creo que quizás este año y el próximo, se cumplan parte de los mensajes de Garabandal. Esto es sólo una apreciación personal. Coincide que el Santo Padre ha anunciado el "Año de la Fe", que tendrá lugar de octubre de 2012 a noviembre de 2013, y que los sucesos anunciados por la Virgen -el anuncio y el milagro-, tienen por objetivo el suscitar la fe de los hombres. Además, Joey -hombre aludido por la Virgen, quienes hayan leído la profecía entenderán- es ya mayor, por lo que el tiempo que resta para el cumplimiento de la profecía no podría demorarse mucho. Por otro lado, en la actualidad, se ha difundido la idea -basada en creencias paganas a las que no hay que dar crédito-, de que el mundo se acabará el 22 de diciembre de 2012, es decir, poco antes de la celebración del nacimiento del Señor. Podría ser que Nuestro Señor utilizara tal expectación para reclamar la atención sobre Él y su Iglesia.

Que el Señor nos bendiga y nos guarde.

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JMI.-La Iglesia se ha pronunciado favorablemente, en grados diversos, sobre Lourdes, Fátima, La Salette y otros lugares; pero no ha reconocido las apariciones de Garabandal.

Podría ser, lo del fin del mundo el 22 de diciembre. Pero yo no me lo creo.
En cualquier momento puede ser.
06/05/12 4:46 PM
  
Ricardo de Argentina
Tendría yo unos 16 años y jamás se me ha olvidado esta frase de una profesora de Historia, muy liberalota ella, perteneciente a la burguesía local: "La Edad Media es la noche negra de la Historia". Y mire que ha dicho cosas estas señora en el curso que nos dio ese año, pero yo de ella sólo me acuerdo esa frase.

Es que el Estado Opresor moderno, para justificarse a sí mismo, intenta imponer el lema: "Todo tiempo pasado fue peor". Pero como además es anticristiano, agrega : "Y si fue tiempo cristiano, entonces fue pésimo".

Sin embargo la realidad objetiva nos muestra otra cosa: desde la Revolución Industrial británica hasta el "Made in China", todos los grandes "logros" del Estado Opresor se han hecho esclavizando multitudes.
Esclavitud que se ha ido concretando en 3 pasos:
1. Adoctrinamiento: "Este es el mejor de los sistemas posibles".
2. Destrucción de las familias y comunidades intermedias.
3. Manejo de las multitudes tal como se hace con un rodeo, utilizando criterios veterinarios y utilitaristas.
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JMI.-Tal cual.
Y como decía Gila, "a lo bestia".
07/05/12 6:59 PM
  
Ricardo de Argentina
Padre, siempre he tenido una duda que entiendo puede ser pertinente expresar en este post, caso contrario sabrá usted no publicar mi comentario.
En la Edad Media y siguiendo una cosmovisión que ya se manifestaba claramente entre los primeros cristianos, se consideraba que todo sistema de fe y moral que no estuviese ordenado a Dios, era inspirado por Satanás. Consecuentemente se calificaban a las religiones paganas como obras del Demonio. Esto tiene fundamento bíblico, creo yo. Y también creo que era una buena justificación de las misiones ad gentes.
Ahora bien, hoy en día vemos también sistemas de fe y de moral no ordenados a Dios, o sea nada nuevo bajo el sol, salvo quizás una cuestión cuantitativa: el radicalismo antiteo o ateo, que antes no llegaba a manifestarse tan desembozado.
Pero lo que me parece que ha cambiado entre los cristianos es el convencimiento medieval de que quien no está con Cristo, está contra Él. De que quien no junta con Él, desparrama. Por eso hay tanta resistencia -entre los cristianos- a aceptar la acción de Satanás en el devenir cotidiano. Cuando uno advierte que siente olor a azufre, no falta un católico que lo tache de "exagerado". E ipso facto aparecen los enemigos de la Iglesia denunciando el "fundamentalismo" del "ultracatólico".

¿Es correcto esto que digo? ¿No deberíamos volver a considerar que todo sistema de convivencia que no esté ordenado a Dios, está ordenado a la perdición?
Con "semillas" o sin ellas. O incluso con un semillero completo.
No sé si me explico.
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JMI.-En mi modesta opinión, creo que sucede lo que Ud. indica. Quizá habría que matizar y precisar algunas expresiones, pero en substancia por ahí va la situación. Comenzando porque la gran mayoría de los católicos en Occidente simplemente no cree en la existencia del demonio.
10/05/12 2:17 PM
  
Ricardo de Argentina
Gracias por su respuesta, Padre.

Esto que usted dice a mí me parece tremendo:
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Comenzando porque la gran mayoría de los católicos en Occidente simplemente no cree en la existencia del demonio.
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Entonces tenemos ya una prioridad, y de primer orden, para cualquier proyecto de Nueva Evangelización. Porque sin la acción del demonio no se entiende la Biblia, contando desde el Génesis y llegando al Apocalipsis, ambos inclusive.
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JMI.-Si por el Índice de REFORMA O APOSTASÍA repasa Ud. un poco los temas, verá p.ej. (02) cuantísimos católicos no tienen la fe de la Iglesia, (08-09) no creen en salvación-condenación, (16-18) no creen en el demonio, etc. Y no le cuento sobre cuántos tienen la fe católica sobre la gracia (59-68)... Es probable que casi todos los no practicantes (no Misa, concretamente) sean pelagianos; y entre los practicantes, son más los semipelagianos que los católicos.

Benedicto XVI ha dicho ya bastantes veces que el problema de la Iglesia hoy es la falta de fe en los bautizados. No sé si es que lo dice suavecito, pero el caso es que la gente no se entera.
10/05/12 3:55 PM
  
leibnitz
Muy interesante su artículo padre. He aprendido mucho. Me ha encantado lo del impulso juvenil o lo que dice usted de un mundo juvenil y creativo. Es cierto, ay, si la gente conociera esto. También de acuerdo con Ricardo de Argentina que es un comentarista muy interesante y lúcido a mi modo de ver,porque no se ajusta a la sabiduría del mundo para no desvirtuar la Cruz de Cristo como dice San Pablo. Lo de "made in China" detrás del móvil último modelo, debería hacernos pensar, o quizá mejor, amar, ya que como dice Teresa de Jesús, la mucha reflexión no aprovecha al alma, pero el mucho amor sí aprovecha. Si me permite la ironía, padre, yo pienso que nuestros dirigentes políticos, económicos etc, parecen tener cierto sentido sobrenatural no pelagiano, porque siendo imposible que sus solas medidas nos saquen de la crisis, deben esperar una sucesión de milagros, o confiar secretamente en la comunión de los santos. De otro modo dificílmente se puede entender la teoría de que a un enfermo terminal, se le deba tratar "reformistamente", con paños húmedos para bajar la fiebre, sin atender para nada a las causas. Lo que cualquier médico haría en urgencias es operar y extirpar el mal. Perdone la ironía. Gracias por iluminarnos.
12/05/12 4:10 PM

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