(12) El pudor –y III
–¿Qué, terminamos ya con el tema?
–Solo por un poquito. Salió muy largo este post, y estuve a punto de hacer dos, un III y un IV.
–Bendigamos al Señor.
El silencio actual en la predicación del pudor rompe una tradición continua, como vimos, desde el Nuevo Testamento. Y este silenciamiento del Evangelio del pudor se hace tanto más incomprensible cuanto más hundido en la lujuria está el mundo moderno. ¿Cómo es posible que estando hoy gran parte del pueblo cristiano tan gravemente enfermo de lujuria casi nunca se le prediquen la castidad y el pudor?… La pregunta, en cierto modo, está mal planteada. Porque es al revés. La falta de predicación del Evangelio del pudor y de la castidad es la causa principal de la abundancia de la lujuria y del impudor en el pueblo cristiano y en el mundo pagano. Cuando un lugar se queda a oscuras, atribuimos esa oscuridad parcial o total a que a luz se ha debilitado o apagado. ¿No es ésa precisamente la causa principal de la oscuridad?
Cristo y sus Apóstoles salvan a los hombres, también del impudor, predicándoles el Evangelio. Únicamente la palabra de Cristo tiene poder para sanar al hombre podrido por el impudor y la lujuria. «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida» (Jn 8,12). «Padre, santifícalos en la verdad» (17,17). Y los Apóstoles, enviados a predicar el Evangelio, entendieron esto perfectamente.
San Pablo afirma que «el justo vive de la fe, la fe es por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo (Rm 1,17; 10,17). En Corinto, por ejemplo, encuentra una ciudad portuaria, donde abunda la riqueza y la lujuria –el culto a Venus es servido en la acrópolis por centenares de prostitutas sagradas; la sífilis es entonces llamada el mal corintio–. Halla, pues, el Apóstol un mundo pervertido, donde incluso la comunidad cristiana se ve afectada por esa peste viciosa (1Cor 5,1). Pero él no entiende la degradación corintia como un valor de la cultura griega, ni tampoco la ve como un dato social irreversible. Por el contrario, reacciona predicando con especial insistencia –más que en otros lugares– el Evangelio del pudor y de la castidad.
Es a los corintios a quienes el Apóstol predica castidad y pudor como algo exigido por su condición de miembros de Cristo: «el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo… ¿No sabéis acaso que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?… El que se une al Señor se hace un solo espíritu con él. Huid la fornicación» (1Cor 6,7-8). Les recuerda igualmente su condición de templos del Espíritu Santo: «¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, y que habéis recibido de Dios? No os perteneceis, pues habéis sido comprados ¡y a qué precio! Glorificad, pues a Dios, en vuestros cuerpos» (6,19-20). Y es a los corintios, precisamente, a quienes más gravemente amenaza –«no os engañéis»– con la condenación eterna que espera a los adúlteros, fornicarios y sodomitas (3,16-17; 6,9-11).
Las causas que silencian hoy el Evangelio del pudor, ésas son las causas del impudor actual. Señalo solamente algunas de ellas, aunque, lógicamente, todas se implican entre sí:
–el hedonismo, el horror a la Cruz, en buena parte reforzado por las riquezas tan acrecentadas en las naciones del antiguo Occidente cristiano, hoy autoriza a los cristianos a gozar lo más posible del mundo presente, sin diferenciarse en esto para nada de aquellos que «no sirven a Cristo, nuestro Señor, sino a su vientre» (Rm 16,18). Se avergüenzan del pudor aquellos predicadores y aquellos pseudo-cristianos que se avergüenzan del Evangelio y de la Cruz de Cristo (Rm 1,16). No quieren sufrir a causa del pudor la marginación, el rechazo o la burla de los mundanos.
–el pelagianismo: los que no ven al hombre como un ser herido por el pecado original, inclinado al mal, y necesitado, por tanto, de una austera vida evangélica, que evite para él y para los otros tentaciones indebidas, no ven tampoco el sentido del pudor.
–el modernismo progresista estima que acerca del pudor y la castidad la enseñanza de la Biblia, de la Tradición cristiana, del Magisterio apostólico y de los santos, es un error funesto; y que el impudor casi total del presente es «una conquista irrenunciable», un crecimiento en la verdad, una liberación de mentalidades cristianas oscurantistas, erróneas y morbosas. Por eso, el extremo impudor en muchos cristianos actuales, más y mucho antes que una relajación moral de la voluntad y de los sentidos, es una enfermedad mental, una herejía, una sujeción al Padre de la mentira.
–Algunos alegan que, estando los hombres hoy tan lejos de la fe, hay que predicarles las verdades fundamentales, y no estas otras, como el pudor, mucho menos importantes, y que constituyen por el contrario un lastre pesado en la tarea de la evangelización, por la reacción adversa que suscitan en los mundanos. A esto ha de responderse de dos formas:
1ª, Es cierto que la predicación de las grandes verdades de la fe –la Trinidad, Cristo, la Iglesia, el bautismo, la esperanza de la vida eterna, etc.–, han de llevar la primacía en la evangelización, pues su ignorancia deja sin fundamento la vida moral cristiana, también el pudor. Pero hay que predicar la fe y la moral juntamente, como lo hace el Apóstol, p. ej., en su carta a los Romanos: él denuncia breve y contundentemente el mal del mundo, también y con insistencia la lujuria (1-2), y pasa a anunciar ampliamente la salvación por la gracia de Cristo, y las maravillas de la vida cristiana (3-16).
2ª Es cierto, sí, que, pudor y castidad se integran en la virtud de la templanza, y que ésta es la menos alta: es el primer peldaño en la escala de la perfección espiritual. Ahora bien, si los fieles cristianos, careciendo de la necesaria ayuda de la Palabra divina, no son capaces de superar ese primer peldaño, se ven impedidos ya desde el principio para ir más arriba en su ascensión espiritual. Por eso mismo, pues, porque pudor y castidad están entre las virtudes más elementales, por eso es preciso predicarlas con fuerza a los cristianos, sobre todo a los principiantes, que son todavía carnales (1Cor 3,1-3). Es lo que hacía el Apóstol. Solamente así superarán con la gracia de Dios el culto al cuerpo, y quedarán abiertos y dispuestos a gracias mucho más altas. Sin salir de Egipto, no hay modo de entrar en el desierto, y menos de llegar a la Tierra prometida.
–Otros dicen: guardemos hoy silencio sobre el pudor y la castidad, pues demasiado se habló antiguamente de esas virtudes. Es decir, corrijamos el (presunto) exceso del pasado en la predicación del pudor y de la castidad, eliminando hoy la predicación de esas virtudes. Es absurdo. Es peor el remedio que la enfermedad.
–Otros argumentan: quienes hoy incurren en impudor, no tienen culpa, pues lo ignoran. Por tanto, mejor será dejar a los hombres en la ignorancia, sin crearles nuevos problemas de conciencia. Una niña pequeña, por ejemplo, que ya a los tres o cinco años es vestida y educada en el impudor –le quitan el pudor antes de que pueda tenerlo–, será de mayor inculpable de un impudor cuya maldad moral ignora invenciblemente. A estas alegaciones he de responder más despacio en un post dedicado justamente al silenciamiento del Evangelio. Me limito, pues, ahora a responder que si este mismo argumento se aplica a los ricos injustos, educados desde niños en unas injusticias enormes, a los hombres de un pueblo que considera naturales la esclavitud y la poligamia, etc., la conclusión es evidente: cese la predicación del Evangelio. Y efectivamente, quienes van por ese camino han cesado de hecho la evangelización de los pueblos.
El pudor en las religiosas y en las laicas ha de ser pleno. –Las religiosas, las que son fieles a su vocación, son dóciles al Espíritu de Jesús en todos los aspectos de su arreglo personal, al que no dedican más atención que la estrictamente necesaria. Sus hábitos reunen las tres cualidades precisas: expresan el pudor absoluto, la pobreza conveniente y la dignidad propia de los miembros de Cristo. Son, pues, plenamente gratos a Cristo Esposo.
–Pues bien, el vestido y arreglo de las cristianas laicas han de tener esas mismas cualidades, pudor, pobreza y bella dignidad. Y así ha sido en la gran mayor parte de la historia de la Iglesia. Si examinamos un buen libro de Historia del vestido en Occidente, comprobaremos que el vestir de las religiosas y el de las mujeres seglares, con las diferencias convenientes –más adorno y color en las seglares–, ha guardado homogeneidad durante muchos siglos. Por eso, cuando uno y otro modo se hacen clamorosamente heterogéneos –unas visten con pudor y otras, muchas, con la indecencia siempre creciente de las modas mundanas–, eso indica que se ha descristianizado en gran medida el arreglo personal de las mujeres laicas. El espectáculo que algunas jovencitas cristianas y sus acompañantes dan a veces, concretamente, en las celebraciones parroquiales de la confirmación y del matrimonio, es hoy con frecuencia una gran vergüenza para la Iglesia, y hace pensar si la palabra sacramento no se habrá cambiado en sacrilegio. Apostasía e impudor van de la mano.
Muchas mujeres cristianas ofenden habitualmente los tres valores propios del vestido cristiano: pudor, pobreza y digna belleza. Cuántas mujeres seglares gastan en vestidos demasiado dinero y demasiado tiempo; aceptan modas muy triviales, que ocultan la dignidad del ser humano; y tantas veces, hasta las mejores, se autorizan a seguir, aunque un pasito detrás, las modas mundanas, también aquéllas que no guardan el pudor. Y alegan, «somos laicas, no religiosas». Al vestir con menos indecencia que la usual en las mujeres mundanas, ya piensan que visten con decencia. Una vez más, «lo bueno es enemigo de lo mejor». Llevarán, por ejemplo, traje completo de baño cuando solo algunas mujeres más atrevidas vistan bikini; y cuando lo viste la mayoría femenina, ellas lo aceptan, aunque en un modelo algo más decentito, etc. Así, siguiendo la moda mundana, que acrecienta cada año más y más el impudor, van ellas, aunque algo detrás, y se quedan tranquilas porque «no escandalizan»; como si esto fuera siempre del todo cierto, y como si la misión de los laicos cristianos en este mundo consistiera en «no escandalizar». Por lo demás, no les hace problema de conciencia asistir asiduamente con su decente atuendo a ciertas playas y piscinas que no son decentes, sino que son lugares escandalosos, ocasiones próximas de pecado, escuelas excelentes del impudor y la lujuria.
Parece una broma. Estas mujeres laicas, a veces pertenecientes a alguna asociación laical católica, son las que, según dicen, «insertándose en las realidades seculares», piensan o pensaban «ir transformándolas según el plan de Dios»… Cuentos chinos. Estas cristianas ignoran que con su atuendo no han de limitarse a no escandalizar –que, por lo demás, también escandalizan lo suyo–, sino que han de intentar de todo corazón agradar totalmente a Cristo Esposo, al que se entregaron sin condiciones en el bautismo; han de pretender dejarle a Jesús manifestarse plenamente en ellas, también en su apariencia exterior; han de expresar del modo más inteligible su condición celestial (1Cor 15,45-46), como miembros de Cristo y templos de su Espíritu; y en fin, deben pretender «abstenerse hasta de la apariencia del mal» (1Tes 5,22).
Los laicos están llamados a la santidad, como lo están sacerdotes y religiosos. Pero ni los mejores cristianos laicos conocen con frecuencia la santidad, la perfección evangélica, la luminosidad interior y exterior a que Dios les llama con tanto amor: «vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5,14). No tienen ni idea de la grandeza de la vocación laical. El Señor quiere hacer en ellos maravillas, pero ellos no se lo creen, y no le dejan. ¡Claro que el camino laical es un camino de perfección cristiana!; pero lo es cuando se avanza por el camino santo del Evangelio, no si en tantas cosas se anda por el camino secular del mundo, aunque un pasito detrás. «Habéis de ser irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta generación extraviada y perversa, dentro de la cual vosotros aparecéis como antorchas en el mundo, llevando en alto la Palabra de vida» (Flp 2,15-16).
José María Iraburu, sacerdote
* Post post. Partiendo del texto del Génesis, «Dios les vistió», tanto en estos post como en los comentarios a ellos añadidos, hemos centrado de hecho nuestra atención en el vestido. Pero al definir el pudor, ya señalé al principio que ordena en la castidad toda una variedad de actitudes, no solamente el vestir, sino también miradas, gestos, conversaciones, relación entre novios, espectáculos, confidencias, higiene personal, campamentos, lecturas, vestuarios deportivos, internet, etc.
*Post post post. Para ilustrar el reciente comentario de ALFONSO (10-07-09, 19,13 hs) añado a última hora esta imagen de la jornada mundial de la juventud en Tor Vergata, a la que alude.
Índice de Reforma o apostasía
52 comentarios
Tenga mucho ánimo, y esté segura de que si la Providencia nos ha puesto a vivir en una época de gran paganización y apostasía, seguro que nos da (a usted, a sus hijos, a todos) gracias sobre-abundantes para vivir santamente, librándonos de las tinieblas del error y del pecado, y guardándonos en el esplendor de la verdad y del bien. Recuerde, usted, por ejemplo cómo hubieron de vivir los cristianos en los tres primeros siglos. A veces para ellos la situación era dificilísima, no solo por el peligro de cárcel, exilio, muerte, cuando se desencadenaba una persecución, sino por los problemas morales tan graves que traían una escolarización paganizante, las crueldades del circo, la inmoralidad de termas, etc. Y si se asoma, p.ej., a las “Actas de los mártires” o a otros escritos de la época, tendrá que reconocerme que quizá nunca en la historia de la Iglesia el pueblo cristiano ha experimentado tanta alegría. A más Cruz, más Resurrección. A mayores pruebas, mayores asistencias de la gracia. A más heroísmo martirial, más alegría.
Así fue. Y así es hoy –seguro que tiene usted experiencia de ello- en las familias verdaderamente cristianas, que no transigen con los males del mundo y que no los aceptan como inevitables, sino que se atienen prudentemente a la norma del Apóstol: “probadlo todo, quedáos con lo bueno, y abstenéos hasta de la apariencia del mal” (1Tes 5,21-22). Hay en estas familias, hoy, actualmente, una alegría muy grande, una inmensa confianza en Dios, y eso que se abstienen de un montón de mundanidades que en conciencia les son intragables. Viven en el mundo, pero no son del mundo, viven perfectamente “libres del mundo”, no cautivos de él, con la perfecta libertad que es propia de los hijos de Dios. Experimentan ellos día a día que donde permite Dios que abunde el pecado, hace también que sobre-abunde la gracia (Rm 5,20). ¡Y de esa sobreabundante gracia ellos están viviendo con sobreabundante alegría!
Así que, doña Camino, no se me agobie. Christus vincit, Cristus regnat, Christus imperat. Hoy. Actualmente.
Déjeme que le remita a mis artículos “La alegría cristiana-I-II- y III”, que están en InfoCatólica – Autores. “¡Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador!!!!!”
Nota.- Tengo idea de que las normas que rigen, de obligado cumplimiento, en Centros privados y públicos en cuanto a vestuarios y demás son las mismas. Y creo que no es conveniente hablar en tono peyorativo de los colegios públicos, como no se matice mucho, ya me entiende.
Creo que estar "un pasito más atrás" de estos radicales planteos mundanos, no implica un ápice de virtud. Es sólo lo que es, un mero atraso en el camino del mal, que será oportunamente descontado por los hijos de los "atrasados", por más que éstos quieran engañanse pensando que si van en el vagón de cola del tren que va a Sodoma, es que ellos van a Roma...
La primera carta de Pedro, dirigiéndose a las mujeres, les exhortará a que "Vuestro adorno no sea el externo, hecho de rizos y trenzados, de oro y de vestidos, sino el interior, que radica en la integridad de un alma dulce y tranquila; he ahí lo que tiene valor ante Dios" (1 Ped. 3, 3-4)
He ahí una regla no sólo cristiana, sino universal para alcanzar la felicidad interior. Lo demás es vanidad, lucha y sufrimiento.
http://homeschoolingcatolicohispano.blogspot.com/2009/05/otro-testimonio-esta-vez-desde-mexico.html
Permítame unas palabras para el otro sacerdote, el padre Joseph, padre ¡hay de mi también! me había yo al igual resignado y hasta algunas veces había envidiado, el pudor de muchas musulmanas (no hablo de burkas claro) pero sí que a veces ´envidio´ a esas mujeres.
Padre Joseph, gracias a usted también, no tenga miedo de ser un ´pobre cura´ como el curé de Ars... le aseguro que no estará sólo durante su propia apología al pudor. Pues gente como las de aquí siempre Dios le rodeará, no en vano es año sacerdotal. Mis plegarias a los dos Padres.
Gracias por sus charlas sobre el pudor, ahora toca ponerse a ello, que no es fácil. Rezo por usted, rece por nosotros, las familias.
“Playas impotables”, muchas, evidente. Pero también es cierto que buscando horas y lugares convenientes, suelen encontrarse “potables”. Es frecuente, sobre este asunto, que documentos antiguos, como las “Constituciones de los Apóstoles” (a. 380), recomienden esos cuidados, elegir los lugares y horas más discretos; porque “tú, que eres creyente, debes evitar absolutamente y en cualquier momento la indiscreción de demasiadas miradas”. Yo lo veo en familias jóvenes amigas, y compruebo que suelen tomarle la vuelta al problema, eligiendo hora y lugar. ¿Y si no se encuentra? Pues si no hay modo, adelante con ello, sin dudarlo un minuto: “si tu ojo te escandaliza, arráncatelo”, que “nadie puede ser mi discípulo, si no toma la cruz de cada día y me sigue”. El Señor no doraba la píldora. Hablaba muy muy claramente.
Y “seguir al Señor”, estar con Él, caminar con Él, vivir con Él, es lo más alegre, gozoso, bienaventurado, hermoso que hay en este mundo. Es lo mejor hasta para el hígado.
La belleza del significado cristiano de la sexualidad, es de tal hondura que cuando se entiende no se puede menos que vivir la castidad, vocación a lo que estamos todos llamados, indistintamente de nuestro estado, si tuviera que resumir la castidad en dos palabras diria VERDAD Y AMOR, la castidad expresa la correcta vivencia de la sexualidad según el plan de Dios, castidad es sinónimo de verdad, de una vivencia autentica,no-parcializada de la sexualidad. De manera que el lenguaje de mis palabras y de mi cuerpo expresan la Verdad, es decir lo que siento en lo profundo de mi corazón. Y castidad es amor, porque es una llamda a vivir la sexualidad como donacion de mi mismo. No cómo "experiencias" de Fin de Semana que defraudan por inautenticas, cuando abrazo un cuerpo abrazo a la persona, es decir su pasado, presente y futuro, y no sólo la mentira de un placer fútil, que nos deja profundamente insatifechos y desencanta la necesidad de Amor autentico que llevamos dentro.
El cristiano sabe que no puede disponer de su cuerpo a su arbitrio, sino que Dios mismo quien dispone de él. Siendo el propio cuerpo templo del Espiritu Santo, es decir, morada donde habita el Amor, la manera cristian de tratar y abordar el cuerpo, tanto el propio como elajeno esta determinado por la conciencia de esta realidad. El cristiano sabe que sólo el Amor es digno del Amor, y que el cuerpo humnao sólo es dignamente tratado cuando se aborda en el Nombre del Amor. Ante el cuerpo del hombre , el cristiano escucha las mismas palabras que escuchó Moises ante la zarza ardiente: El lugar en que estás es tierra sagrada (Ex 3,5)
Esto sólo ocurre en el misterio de amor y de belleza que es el Sacramento del Matrimonio, por eso la Iglesia que quiere como nadie la felicidad, nos educa y aconseja, como buena Madre, y comprende como nadie la condición humana por eso dice en el catecismo " la castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa pro grados marcados por la imperfección y, muy a menudo por el pecado" (2343)
Cosa poco frecuente en los blog: acabo de añadir al final de este post una imagen de Tor Vergata que ilustra y comprueba lo que usted dice.
Pero no me comprometo a poner imagen a los próximos comentarios que tenga a bien enviar.
Comentando con un amigo sus artículos, me plantea la siguiente duda que transcribo, a ver qué nos puede aconsejar:
"El artículo es muy bueno... pero veo el mismo problema que al principio: no pone ejemplos concretos. Ropa existe en toda cultura... pero es distinta la cantidad y las partes del cuerpo que deben cubrirse. Luego, la pregunta concreta es ¿Qué parte del cuerpo debe cubrir una persona casta en nuestra cultura occidental? Es ciertamente distinto el vestido pudoroso en nuestra cultura occidental que el asiático, que el musulmán o que el burundiez (de Burundí).
Creo, en todo caso, que esa respuesta no le compete a J.M. Iraburu (le corresponde a un "científico de la ropa" o algo así). Algo esbozó al mencionar el bikini... pero el tema tiene en sí mismo muchas variables... ¿Cómo concretizarlo? He ahí la cuestión".
Saludos llenos de cariño, desde el por estos meses gélido Chile (donde no tenemos, con estas temperaturas, muchos problemas de impudicia, jaja!)
Su consulta es interesante. Recuerde el punto de partida: Adán y Eva pecan, se trastorna su naturaleza, nace la concupiscencia, se avergüenzan de su desnudez (de la que antes de pecar no se avergonzaban), y el Señor Dios les viste, les hace unos vestidos, es decir, después del pecado, quiere Dios a los hombres vestidos. Así lo ha entendido siempre Israel y la Iglesia (y el Islam y tantas otras religiones y culturas). Por tanto, aquel modo de vestir, p. ej., el bikini, que lleva el vestido a su mínima extensión ("en centímetros", sí; o en pulgadas, si lo prefiere), dejando la figura femenina prácticamente desnuda, ofende a Dios, contraría su voluntad de “vestir al ser humano”, a la mujer, en este caso, y es, al menos muchas veces, en muchas circunstancias, una ocasión próxima de pecado.
Por eso la frase “el pudor no es cuestión de centímetros”
--es falsa, en el sentido de lo que acabo de exponer. Sin que sea preciso que vayan las mujeres con burka, está claro que cuanto más y más y más se aproximen en su vestir a la desnudez, en principio, van aumentando su impudor. Vaya que si influyen los centímetros. Negarlo es mentir, pues va contra la experiencia: negarlo solo es posible por exigencias de una ideología falsa. Un vestido que no viste es impúdico. Sin más. ¡"El que pueda entender que entienda"!
--Y en otro sentido la frase de los centímetros es verdadera, porque según climas, costumbres y culturas, es cierto que puede haber vestidos que en un sitio sean honestos y en otros impúdicos. De modo que el pudor en el vestir no puede medirse en centímetros, dando normas válidas para todo tiempo y lugar.
Y todo esto, por supuesto, ha de aplicarse a los varones y a las mujeres.
Opino que el Padre Iraburu ha pretendido mostrarnos el Evangelio del pudor para que entendamos el concepto, que el pudor no sólo se guarda en las formas (que hay que mantenerlas) sino en el fondo, en nuestra espontánea visión de tal concepto. Que nuestro atuendo, nuestra forma de comportarnos, nuestra forma de diferenciar lo que vemos sea veraz. Porque nuestras motivaciones no deben ser mundanas sino como él indica “de agradar a Cristo”.
Y me parece muy acertado lo de un “pasito detrás”. No se trata de evolucionar, como vulgarmente se entiende, sino de mejorar. Y no mejora quién va más “adelantado”, sino quién camina seguro y la base de esa seguridad se encuentra en las enseñanzas que, en este caso, nos proporciona el Padre Iraburu. ¡Muchas gracias!
-los organizadores deben prever lo máximo y mejor no sólo en cuestión de comidas, facilidades de transporte, animaciones musicales o litúrgicas, excursiones; aseos, duchas y cabinas para cambiarse la ropa, cuantos más, mejor.
-los responsables de los grupos más pequeños si pueden, han de elegir de entre los lugares de alojamiento, aquél que, aunque sea un poco más caro, permita tener la menor "promiscuidad".
-los jóvenes concretos pueden ejercitar el ingenio pudoroso en situaciones críticas, y también la obediencia a las indicaciones de sus responsables, y no dudar en pasar calor o suciedad por unas horas o unos días, si fuera menester.
Yo he estado en dos encuentros con JPII y en Colonia con BXVI y creo que, aunque podría haber sacado fotos como la que ilustra lo de Tor Vergata, en el lugar, grupo y personas con las que fui no hubo ese ambiente.
Pero sí, ya puestos, añado dos puntos.
A.- Antiguamente los pueblos tenían un modo muy uniforme de vestir, y ese modo duraba siglos. Los armenios visten así, los catalanes así, los bávaros de Baviera de tal modo… Y la uniformidad vestimentaria era un condicionamiento social tan fuerte, que prácticamente nadie se salía de la norma, al menos dentro de las normas vigentes en la propia clase social: ¿hay que llevar miriñaque? Se lleva. ¿Chaleco abotonado, botines y cuello duro? Vamos con ello. Etc. Incluso, yendo a un extremo, supongamos el vestido obligado en una tribu primitiva: el “individuo” que se atrevía a vestir de modo distinto de la “comunidad” era tenido por loco y posiblemente sería expulsado o linchado.
1.- Actualmente hay una corriente uniformizante muy fuerte: todos/as, p. ej., con pantalones vaquero, camiseta y zapatillas. Una moda que incluso está “globalizada”, y que se aplica en USA, Andalucía, Japón, Nigeria, etc. en gente rica y en gente pobre.
2.- Pero hay también una corriente de suma heterogeneidad en el vestir, de tal modo que, p. ej., no choca que una muchacha vista pantalones vaqueros o una falda de flores hasta los pies, una camisetita con tirantes o una blusa amplia que cubre parte de la falda, etc. Cada uno/a se viste (se disfraza) como le da la gana, sin que eso a nadie le choque mayormente. Es éste sin duda un signo igualmente fuerte y actual de nuestro tiempo.
Pues bien, esta condición 2.- da a los cristianos/as unas “nuevas” posibilidades de vestir según las tres notas que señalé: pobreza, pudor y digna belleza. Unas posibilidades “mayores” que las habidas en otro tiempo.
B.- Y luego hay también otras posibilidades. B-1, Que dentro de la familia se elaboren los vestidos de sus miembros. Ésta no siempre será posible, por razones obvias. Pero en alguna medida, no es tan raro que sea posible. B-2, la que con no poca gracia señala Virginia.
Aunque ya escribió una nueva entrada en su blog, no quería dejar de darle las gracias por su artículo acerca del Pudor, realmente muy bueno. Realmente todo lo que usted ha dicho se calla absolutamente, al menos lo que me ha tocado ver acá en Chile.
Sólo quería dejarle dos comentarios. Uno ya se lo han dicho creo, y es que realmente en lo que trata de ropa para ocasiones como la playa y demases, las mujeres realmente deben hacer actos heroicos, pues sinceramente "no existen" en las tiendas trajes de baño decentes. Es decir, hasta yo mismo creía en ese falso criterio que usted menciona: "elegir lo menos malo": ya que todas usan bikini, pues entonces habrá de usarse el traje de baño completo.
El segundo comentario es que uno aspecto que me ha tocado ver mucho es que tampoco "se dice absolutamente nada" respecto a como ir vestido a misa, siendo este el acto más grande de la vida cristiana. No sólo por los escotes y demases gustos malos, sino por que están tan mundanizada las costumbres, que no hay mujer casi, sea mayor o joven que no use pantalones ajustados y en general ropa entallada al cuerpo. Creo que todo eso causa mucho escandalo y nadie dice nada al respecto.
Gracias por sus escritos Padres, nos ayuda mucho. Siempre lo leo.
Un traje de baño es absolutamente aceptable para ir a la playa.
Antes del traje de baño completo "aceptable", hay que ver si en muchísimos casos, tal como están generalmente las playas, es "aceptable" asistir a ellas; como no sea en horas y lugares muy elegidos.
Es necesario la conversión permanente que el P. Iraburu siempre predica, especialmente la de la mente. Y alejarnos, como decía la oración colecta del Domingo recién pasado: "de todo lo que nos "pueda" alejar de Cristo".
Saludos.
Me gustaría saber qué es eso de la niña y las mangas. No lo he encontrado aquí.
A veces una no se atreve a decir estas cosas por si nos miran como a bicho raro. Pero reconforta saber que hay tantas buenas personas que van contra corriente. Habría que reivindicar playas modestas.
¿No hay playas nudistas? ¿Por qué los católicos no podemos tener playas propias en las que podamos tener a nuestros hijos con tranquilidad de no lastimar su inocencia?
No tiene que ser un coto cerrado. Todas las personas de buena voluntad que cumplieran con unos requisitos de honestidad y decencia podrian acudir.
Las madres catolicas no podemos ir a la playa en familia. ¿Como queremos que nuestros esposos se mantengas fieles si tienen que soportar tantos estímulos de lascivia como se ven en las playas y hasta por la calle en lugares de vacaciones? Los esposos catolicos estan hechos del mismo barro que los hombres mas mundanos y si les sometemos a la constante presión de la tentación, ¿como nos atreveremos a reprocharles que caigan?
Gracias, gracias, gracias, muchisimas gracias padre y los demás que escriben aqui, por esta valentía de decir lo que no nos atrevemos a veces.
Gracias al Padre y los comentaristas.
Feli
A. hasta el traje de baño más pudoroso en apariencia, una vez mojado, se puede usar para hacernos pecar a nosotros y a ellas mismas.
B. ¿primero provocan y luego se quejan del comportamiento masculino? digamoslo claro: bastaría no haber provocado porque como ha dicho una señora, los hombres católicos tenemos la misma constitución físca que los paganos, aunque el auxilio de la oración y los sacramentos nos ayuden a nosotros y no a ellos. Pero, perdonarme esta crudeza, hormonas, las mismas.
C. no estoy de acuerdo con el comentarista afeminado que ha escrito arriba, padre: no hay excusas para no sobrellevar con castidad su cruz, los degenerados no deben acudir ni siquiera a las playas mas honestas si eso va a ser ocasión de miradas torpes e imaginaciones aberrantes, podría haber niños. [[[Nota de Iraburu: HNieto ha entendido mal. Él dice, bien dicho, que "no es culpable, con tal de que viva castamente"]]]
D. me ha llamado mucho la atención la señora que se quejaba de las familias que se ven obligadas a vivir en pisos pequeños, esas pobres familias tendrán que estremar su prudencia y las madres tendrán que estar muy vigilantes
- Valorar el pudor: creo que no es sólo una cuestión de coherencia cristiana, sino un valor humano, más básico: el pudor es una "defensa de la propia intimidad". El que sabe vivir pudorosamente está defendido ante los "ataques" del conocimiento ajeno.
(El otro día un amigo me decía ¡pero si tienes barriga!: como no es mucha, la camisa disimula; pero una foto de una excursión en camiseta de deporte y con el viento de frente... ¡me descubrió!)
Por tanto, educar a los hijos en el pudor es ayudarles a enfrentarse al mundo futuro. Y aumentar la capacidad propia de pudor es mejorar las propias defensas.
- Otros pudores: me parece igual de importante el pudor respecto a la propia espiritualidad; en esto internet es una ocasión de "descoque" ¿que cualquira sepa lo que pienso? Pues no, algunas ideas las publicaré con pseudónimo, y otras más íntimas las compartiré con los más íntimos.
- Lo relativo del pudor: es importante analizar la situación: un bañador está bien para bañarse, y un chaqué para ir a una boda. Hay que saber dónde está uno. Un bañador, por muy púdico que sea para bañarse, es impúdico para ir a misa.
- La batalla de acertar: Personalmente, que el bañador femenino sea de una o dos piezas no me parece especialmente relevante: mucho más influye el diseño, los materiales y los colores.
Creo que el criterio general es claro: que la ropa disimule y no que resalte. Así de claro.
Y también me parece claro que fray ejemplo es el mejor predicador. Un capellán de colegio de niñas me decía que su batalla con las faldas (que no llevasen 2 tallas de menos) era con las madres de las alumnas, tan orgullosas de las piernas de sus hijas...
- Las playas... creo que su principal problema no es la moda de baño actual, sino la simple masificación: tanta gente tan amontonada, por muy decentes que fueran todos los trajes de baño, es casi imposible no estar enfrentado continuamente a las intimidades de los vecinos, ¡incluso de sus conversaciones!
- El feismo: frecuentemente lo que uno se encuentra por la calle provoca en primer lugar asco, en segundo pena (por esa pobre que va exibiendo su fealdad), después irritación (esas fealdades por las calles de mi ciudad) y al final, porque todos somos un poco animalitos, es posible que, a pesar del feismo, asome la lujuria. Pero me llama la atención la absoluta falta de perspectiva de esas exibicionistas.
(Pongo ejemplos en femenino, pero supongo que ellas de algunos hombres podrán decir lo mismo: tanta pierna peluda y torcida entre unas bermudas y unas chanclas...)
Mi duda es la siguiente. En numerosos sitios web católicos o de inspiración cristiana, incluida la sección de cine de la CEE, los críticos de cine "ven" muchas películas que contienen escenas (a veces muchas) obscenas y/o eróticas ya sea para dar una valoración artística o moral. ¿A estos señores les está permitido moralmente VER esas películas?. ¿A qué "autoridad competente" se refiere el decreto conciliar?, ¿qué tipo de representación del mal moral es "siempre" pecaminosa?, ¿cómo puede orientarse un católico sobre la conveniencia o no conveniencia de un determinado espectáculo (especialmente del cinematográfico)?. MUCHAS GRACIAS por su tiempo. Que Dios se lo pague.
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JMI.- En el pudor hay un más y un menos que no puede medirse con un metro o con un peso. ¿Puede lícitamente verse una película donde hay un beso apasionado o........... una escena de cama? Hay una gradación inclasificable de menos o mayor incitación a la sensualidad pecaminosa.
Lo que sí es claro es que cualquier cristiano, también los críticos de cine, deben evitar la pornografía y todo lo que constituye un ataque a la virtud de la castidad que deben vivir en Cristo con su gracia.
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JMI.- Avanzando más y más la degradación moral en el mundo secular de Occidente apóstata, y concretamente en los medios del arte, hace ya mucho que la Autoridad eclesiástica competente ha renunciado a calificar moralmente los espectáculos.
Por otra parte, no toda representación artística del pecado (asesinatos, adulterios, etc.) ha de ser necesariamente pornográfica. En la Biblia hay no pocos relatos honestos de crímenes horribles.
El respeto al cuerpo en las obras de arte (22-IV-81/26-IV-81):
No podemos olvidar esto ni siquiera cuando se trata de la amplia esfera de la cultura artística, sobre todo la de carácter visivo y espectacular, como tampoco cuando se trata de la cultura de «masas», tan significativa para nuestros tiempos y vinculada con el uso de las técnicas de divulgación de la comunicación audiovisual. Se plantea un interrogante: cuándo y en qué caso esta esfera de actividad del hombre -desde el punto de vista del ethos del cuerpo- se pone bajo acusa de «pornovisión», así como la actividad literaria, a la que se acusaba y se acusa frecuentemente de «pornografía» (este segundo término es más antiguo). Lo uno y lo otro se realiza cuando se rebasa el límite de la vergüenza, o sea, de la sensibilidad personal respecto a lo que tiene conexión con el cuerpo humano, con su desnudez, cuando en la obra artística o mediante las técnicas de la reproducción audiovisual se viola el derecho a la intimidad del cuerpo en su masculinidad o feminidad y -en último análisis- cuando se viola la profunda regularidad del don y del darse recíproco, que está inscrita en esa feminidad y masculinidad a través de toda la estructura del ser hombre.
... Se puede añadir ahora que las expresiones «pornografía» o «pornovisión» -a pesar de su antigua etimología- han aparecido relativamente tarde en el lenguaje. La terminología tradicional latina se servía del vocablo obscaena, indicando de este modo todo lo que no debe ponerse ante los ojos de los espectadores, lo que debe estar rodeado de discreción conveniente, lo que no puede presentarse a la mirada humana sin opción alguna.
... Pero también hay obras de arte, y quizá más frecuentemente todavía reproducciones, que suscitan objeción en la esfera de la sensibilidad personal del hombre -no a causa de su objeto, puesto que el cuerpo humano en sí mismo tiene siempre su dignidad inalienable-, sino a causa de la calidad o del modo de su reproducción, figuración, representación artística.
... Es sabido que a través de todos estos elementos, en cierto sentido, se hace accesible al espectador, como al oyente o al lector, la misma intencionalidad fundamental de la obra de arte o del producto de técnicas relativas. Si nuestra sensibilidad personal reacciona con objeción y desaprobación, es así porque en esa intencionalidad fundamental, juntamente con la objetivización del hombre y de su cuerpo, descubrimos indispensable para la obra de arte, o su reproducción, su actual reducción al rango de objeto, objeto de «goce», destinado a la satisfacción de la concupiscencia misma. Y esto está contra la dignidad del hombre también en el orden intencional del arte y de la reproducción. Por analogía, es necesario aplicar lo mismo a los varios campos de la actividad artística -según la respectiva especificación- como también a las diversas técnicas audiovisuales.
... La imagen esculpida o pintada «expresa visiblemente» al hombre; lo «expresa visiblemente» de otro modo la representación teatral o el espectáculo del ballet, de otro modo el filme; también la obra literaria, a su manera, tiende a suscitar imágenes interiores, sirviéndose de las riquezas de la fantasía o de la memoria humana. Por tanto, lo que aquí hemos llamado «el ethos de la imagen» no puede ser considerado abstrayéndolo del componente correlativo, que sería necesario llamar el «ethos de la visión».
... La creación del clima favorable a la educación de la castidad contiene estos dos componentes; se refiere, por decirlo así, a un círculo recíproco que hay entre la imagen y la visión, entre el ethos de la imagen y el ethos de la visión. Como la creación de la imagen, en el sentido amplio y diferenciado del término, impone al autor, artista o reproductor no sólo estética, sino también ética, así el «mirar» entendido según la misma amplia analogía, impone obligaciones a aquel que es receptor de la obra.
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JMI.-Si mira en www.gratisdate.org, verá que tenemos editado el texto íntegro de las catequesis de Juan Pablo II a las que Ud. oportunamente alude.
Gracias!
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JMI.-Gracias, María.
Veo difícil un blog de moda "católico" por las dificultades obvias que lleva en sí. Más útil pienso que es dar buenos criterios de formación en castidad y pudor. Y luego el buen sentido de cada persona sabrá qué conviene en cada caso.
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JMI.-Tendrá que darle vuelta a su mente como a un calcetín que está al revés.
"Vino nuevo en odres nuevos", dice Jesús. Y más o menos lo mismo SPablo (Rm 12,2).
Que mal por aquellas chicas que andan enseñando, por ejemplo yo estoy en un grupo de mi iglesia, y nuestra cordinadora tiene como 30 años y no se sabe vestir, anda enseñando las pierdas y los pechos y la verdad me da pena, que dira la gente de nuestro grupo.
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JMI.-Romanos 8,28.
Beba: ojalá(=Dios lo quiera)sepamos todos hacer, en todo, de necesidad virtud, por amor de Dios.
Gracias por todo, padre Iraburu. Por favor, rece por nosotros.
Yo ya he rezado por usted y por Infocatólica 3 Avemarías+IVA+recargo por retraso en el pago.
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JMI.-Lo que no es posible para los hombres es posible para Dios.
Ore et lab-ore en favor de su hija, y que el Señor haga los milagros que sean precisos. "Mujer, grande es tu fe. Hágase lo que me pides".
Me alegra saber que todavía existen sacerdotes que predican la importancia del pudor, en ocasiones uno se siente como anclado en el tiempo, aunque no sea así. Ya nos habla la palabra del discernir en los tiempos (y me corrige si yerro), pero en ocasiones uno se siente triste con los tiempos que vivimos. ¿Cuánto silencio extenso entre los sacerdotes? ¿Cuántos hay que dicen que a Jesús si vas desnudo o vestido le da lo mismo? Y lo más triste, ¿cuántos feligreses siguen a pie juntillas las atrocidades de esa ignorancia que se ha establecido en algunos sacerdotes? A mí me duele el alma cuando me encuentro con eso, y le pido a Dios que nos ayude.
Solía ser del tipo de personas que veía a las chicas mal vestidas, a las mujeres ancianas, en fin, a los hombres y pensaba ¡allá ellos! Como ¡sálvese quien pueda! Pero cuando te dejas tocar definitivamente por Dios, te inunda de una compasión inmensa por quienes no han comprendido que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, y entonces estás pidiendo por todos aquellos que no han comprendido la importancia de no ser esclavos de la moda (tampoco se trata de ir como abuelas, creo yo y con mal gusto), de entender que lo único que pretenden es manipular a las personas, pero muy pocos alcanzan a reflexionar sobre ese asunto y si lo sugieres, ya eres quien no ha podido acoplarse a la sociedad, eres el patito feo, pero tratando de agradar a Cristo.
Padre, me gustaría que me aclarara algo que me viene rondando hace días, he investigado mucho al respecto, sobre si debemos o no usar pantalones las mujeres católicas, me explico: uso pocas veces los mismos, suelen ser anchos (me los hace el sastre), procuro no ir a la Eucaristía con ellos, pero en ocasiones, en el trabajo, porque soy profesora universitaria, me es más cómodo usarlos (suelo llevar camisas amplias o chaquetas que llegan hasta la rodilla, estilo chaquetón) y cuando salgo a retiros espirituales, nos tenemos que sentar sobre la hierba a algunas actividades y suelen ser más prácticos. ¿Qué me aconsejaría?
Quedo al tanto de la respuesta. Dios lo siga bendiciendo y la Virgen María lo cubra con su manto celestial.
María Mira R.
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JMI.-Me parece bien que, según me explica, lleva pantalones a veces.
yo creci en la costa de mi país y siempre me gusto desde niño ir a la playa, y soaba con hacer lo mismo con mis hijos, no lo veía mal dado que si Dios creo el mar, se le puede dar Gloria asistiendo a éste. pero con lo que he leído, debería entender que estaría mal si asisto nuevamente a la playa, así sea como diversión con mi familia, y que debería aconsejarlo a los demás no hacerlo, o no enfocandome más en ir de la forma más pudorosa posible. Espero ansioso su respuesta que estoy un poco confundido luego de haber leído ésto, para saber como obrar. Quiero ser santo y no hacer nada que ofenda a Dios, por ello lo que me aconseje lo tomaré en serio. bendiciones!!
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JMI.-Yo veo el ejemplo que me dan familias cristianas muy buenas y, consecuentemente, muy libres del mundo. No aceptan ni locos ir a sumergirse en la multitud frecuentemente impúdica de las playas. Buscan en esas playas horas en que hay poca gente, y pueden hallarse lugares apartados. O buscan otras playas en lugares escondidos. Y si no encuentran éstas u otras soluciones semejantes, simplemente no van a la playa. Es la misma enseñanza y disciplina de los Santos Padres sobre las termas.
Nadie se muere por no ir a la playa. Hoy son consideradas como NECESARIAS, pero hasta entrado el siglo XX las playas estaban absolutamente desiertas todo el año.
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JMI.-Las preguntas doctrinales puede (deben) tener una respuesta exacta.
La meramente prudenciales no, porque depende de lugares y costumbres.
Es lícito ir a la piscina de la urbanización en la Comunidad de Madrid en verano o a la playa mixtas de Andalucía en verano si a ti mismo no te producen movimientos carnales y lo haces por cuestiones de amistad o familia?
Es lícito bañarse con un bañador de esos que parecen pantalones cortos sin llevar nada en el otro a un varón en España en verano en un sitio público?
He dado tiempo y lugares...
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JMI.-Creo que si relee con atención los tres artículos que he escrito sobre el pudor, verá que doy en su conjunto los criterios de la fe y de la prudencia y castidad para aplicarlos en cada caso en conformidad con la voluntad de Dios.
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