(160) De Cristo o del mundo –II. Demonio, mundo y carne
–Yo recuerdo haber oído hablar algo de estas cosas cuando era chico.–Pues podría usted denunciar por daños y perjuicios a quienes debían comunicarle estas verdades, y le han privado de ellas.
Plan de esta serie. En estos primeros artículos recordaré en síntesis la doctrina cristiana sobre «el mundo». Añadiré algunos datos que las ciencias humanas nos proporcionan sobre la situación del hombre en su mundo concreto. Y en los siguientes artículos, que constituirán el cuerpo de la serie, iré exponiendo, con el favor de Dios, la espiritualidad cristiana en relación al mundo según la enseñanza de Cristo y de los Apóstoles, desarrollada en la historia de la Iglesia desde los primeros siglos de persecuciones hasta el tiempo actual.
Tres acepciones cristianas de la palabra mundo. Casi todas las palabras, sobre todo las más importantes, suelen tener múltiples significados –acepciones–, según el contexto en que se dicen. Y la palabra mundo (cosmos) tiene en el lenguaje bíblico y cristiano varias acepciones principales. Las expongo con la ayuda de Pablo VI (23-II-1977) y del Catecismo de la Iglesia Católica.
–Mundo-cosmos: «La palabra mundo asume en el lenguaje escrito significados muy distintos, como el de cosmos, de creación, de obra de Dios, significado magnífico para la admiración, el estudio, la conquista del hombre» (Pablo VI). Es la creación de Dios, llena de bondad y hermosura (Sab 11,25; Rm 1,20). En este sentido el mundo es el Libro de la Creación, el pró-logo permanente, siempre abierto, del Libro de la Revelación divina (Catecismo 31-34, 282-301, 337-349).
–Mundo-pecador: es el mundo configurado por el hombre, pecador desde el principio. En efecto, «desde el primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda al mundo; el fratricidio cometido por Caín en Abel; la corrupcción universal, a raíz del pecado; en la historia de Israel…; e incluso tras la Redención de Cristo, entre los cristianos, el pecado se manifiesta de múltiples maneras» (Catecismo 401). «Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la expresión de San Juan “el pecado del mundo” (Jn 1,29). Mediante esta expresión se significa también la influencia negativa que ejercen sobre las personas las situaciones comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de los pecados de los hombres» (408).
–Mundo-enemigo: «Y finalmente la palabra mundo, tanto en el Nuevo Testamento como en la literatura ascética cristiana, adquiere frecuentemente un significado funesto, y negativo hasta el punto de referirse al dominio del Diablo sobre la tierra y sobre los mismos hombres, dominados, tentados y arruinados por el Espíritu del mal, llamado “Príncipe de este mundo” (Jn 14,30; 16,11; Ef 6,12). El mundo, en este sentido peyorativo, sigue significando la Humanidad, o mejor, la parte de Humanidad que rechaza la luz de Cristo, que vive en el pecado (Rm 5,12-13), y que concibe la vida presente con criterios contrarios a la ley de Dios, a la fe, al Evangelio (1 Jn 2,15-17)» (Pablo VI).
El siglo (aión, sæculum) viene a tener en la Escritura un sentido semejante al de mundo (Sant 4,4). «Los hijos del siglo», que forman el mundo, son contrapuestos a los «hijos de la luz», que integran el Reino de Dios en el mundo (Lc 16,8; Rm 12,2; 1Cor 2,6; 3,18). No obstante, el término secular tiene también –al igual que el mundo-cosmos– un sentido bueno y positivo (Mt 12,32), como cuando se habla de seglares (seculares), profesiones seculares, clero secular, institutos seculares.
Tres nociones fundamentales, que conviene recordar desde el principio, aunque posteriormente han de ser expuestas en desarrollos más amplios:
–El mundo configurado por el hombre es pecador, como pecador es el hombre. Y lo mismo que el hombre, no tiene salvación sin la gracia de Cristo. «Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo» (Sal 13,3); «todos nos hallamos bajo el pecado» (Rm 3,9), y «el mundo entero está en poder del Maligno» (1Jn 5,19; cf. Ap 13,1-8). No hay para el mundo salvación sino es «en el nombre de Jesús» (Hch 4,12). Dios revela a los hombres con todo amor los grandes males que les aquejan, poniéndolos en peligro de perdición eterna, y al mismo tiempo, los inmensos bienes de salvación que por la Iglesia les ofrece en Jesucristo, «el Salvador del mundo» (1Jn 4,14).
–Los cristianos estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Nuestra situación en el mundo es exactamente la misma que la de Cristo, y Él dice: «vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo» (Jn 8,23). «Yo he vencido al mundo» (16,33). Según esto, los cristianos estamos en el mundo, pero no somos del mundo (15,18; 17,14-16). Si fuésemos del mundo, el mundo nos amaría como a cosa suya; pero como no somos del mundo, sino del Reino, por eso el mundo nos aborrece (15,19). Y también nosotros, en Cristo, somos vencedores del mundo: «ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Jn 5,4).
–El cristiano, con Cristo y como Cristo, ha de 1) vivir en el «mundo-cosmos», contemplando a Dios en la maravilla de sus criaturas, y dándole gracias; ha de 2) amar al «mundo-pecador», entregando su vida por él en la oración, el trabajo, el apostolado, para salvarlo del pecado; y al mismo tiempo ha de guardarse libre del pecado del mundo, sin hacerse cómplice suyo; y ha de3) combatir y vencer al «mundo-enemigo» del Reino, colaborando con Cristo en su combate victorioso.
Tres son los enemigos: demonio, mundo y carne. Los tres se oponen a que Dios salve al hombre, los tres tratan de impedir que Dios haga que en Cristo, el nuevo Adán, vuelva el hombre a nacer como una nueva criatura, de modo que por la gracia del Espíritu Santo sea sanado y elevado a la vida divina, sobre-humana y sobre-natural. Como el Concilio de Trento enseña , por el pecado original perdió el hombre el estado primero de santidad y justicia que le guardaba en la unión con Dios, incurriendo en su ira y en la condición mortal, y cayendo «con la muerte en el cautiverio bajo el poder del […] diablo; y que toda la persona de Adán por aquella ofensa de prevaricación fue mudada en peor, según el cuerpo y el alma» (1546: Denz 1511). Expuesta ya la significación bíblica y cristiana del término mundo, explico ahora demonio y carne.
–El demonio, o mejor, los demonios, son los ángeles caídos, que combaten contra la obra de Dios: combaten contra la creación, procurando trastornarla y destrozarla, y contra la obra salvadora de Cristo, intentando por todos los medios impedirla y falsificarla. Por eso, cuando en el Padrenuestro pedimos a Dios líbranos del mal (liberanos a Malo), somos conscientes de que «el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios» y a su obra de gracia entre los hombres (Catecismo 2851). Acerca de la existencia y la acción del demonio pueden verse en este blog varios artículos (16-18).
–La carne, el hombre carnal, es el hombre, en alma y cuerpo, tal como viene de Adán: como criatura, limitado, y como pecador, inclinado al mal y débil para el bien, «mudado en peor en cuerpo y alma».
La gracia de Cristo, por la comunicación del Espíritu Santo, hace que los hombres carnales, animales, «los que no tienen Espíritu», vengan a ser hombres espirituales (Sant 3,15; 1Cor 2,14; 3,1); que los hombres viejos se hagan nuevos (Rm 6,6; Col 3,10; Ef 2,15), vuelvan a nacer (Jn 3,4-7); que los terrenos vengan a ser de verdad celestiales (1Cor 15,47); y, en fin, que los hombres adámicos, pecadores desde Adán, vengan a ser cristianos (Rm 5,14.19; Hch 11,26), animados por el espíritu de Cristo.
Pero el hombre carnal se aferra a sus propios modos miserables de pensar, de esperar y de amar, resistiéndose así al Espíritu Santo, que quiere purificarle y renovarle todos esos modos en fe, esperanza y caridad. Ya se ve, pues, que sin la mortificación de la carne, es imposible la renovación en el Espíritu. Sin participar de la Pasión de Cristo, muriendo al hombre pecador, no hay modo de participar de la resurrección de Cristo, renaciendo y creciendo día a día en su misma vida.
La tres enemigos se ayudan mutuamente. En el Nuevo Testamento se habla de ellos unas veces por separado, pero otras veces son designados en forma conjunta, como tres negaciones del Reino de Dios en el hombre.
–Cristo, por ejemplo, en la parábola del sembrador, revelando cuáles son los enemigos de la Palabra vivificante, denuncia juntamente a las aves que arrebatan la semilla (el Maligno); al terreno pedregoso, es decir, a la flaqueza del hombre pecador (la carne); y a las espinas y matas, que sofocan con atracciones e impedimentos lo sembrado en el corazón humano (el mundo) (Mt 13,18-23).
–San Pablo enseña igualmente: «vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados, siguiendo el espíritu de este mundo, bajo el príncipe que manda en esta zona inferior, el espíritu que actúa ahora en los rebeldes contra Dios. Y también nosotros procedíamos antes así, siguiendo las inclinaciones de la carne, cumpliendo sus tendencias y sus malos deseos. Y así estábamos destinados a la reprobación, como los demás» (Ef 2,1-3). Mundo, demonio y carne.
Tres combatientes aliados en una misma guerra. Demonio, mundo y carne combaten unidos contra el Espíritu, contra el hombre. Cada uno de ellos lucha a su modo, y no puede ser vencido si no son vencidos los otros dos.
–La carne y el mundo vienen a ser lo mismo: uno y otro son el hombre, herido por el pecado, considerado personalmente (carne) o colectivamente (mundo). Y actúan, por supuesto, en complicidad permanente. De hecho, un cristiano carnal apenas siente la cautividad del mundo, porque él mismo es mundano. Pero en cuanto la gracia lo despierta espiritualmente y comienza a tender hacia la perfección, experimenta juntamente el peso de la carne y la resistencia del mundo. Antes, cuando no buscaba la perfección evangélica, carne y mundo le eran tan connaturales que apenas sentía su carga y atadura. Pero ahora advierte, como dice el Vaticano II, que no se puede ir con Cristo adelante y hacia arriba sin «llevar el peso de la cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia» (GS 38a).
–Mundo y demonio, por su parte, actúan también íntimamente unidos. El mundo resiste al Reino, y condiciona al hombre en sus pensamientos y caminos, procurando engañarlo, pervertirlo y situarlo bajo el influjo del diablo. Ya sabemos que el demonio es llamado en la Escritura el «príncipe de este mundo» (Jn 12,31), más aún, el «dios de este mundo» (2Cor 4,4). Él es el Dragón infernal que da una formidable potencia a la Bestia mundana para combatir a los cristianos, a «lo que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (Apoc 12-13).
Dice San Juan de la Cruz, escribiendo a un religioso, que «el alma que quiere llegar en breve… a la unidad con Dios, y librarse de todos los impedimentos de toda criatura de este mundo, y defenderse de las astucias y engaños del demonio y libertarse de sí mismo», tiene que vencer los tres enemigos juntamente. «El mundo es el enemigo menos dificultoso [está escribiendo a un religioso, que ha renunciado al mundo efectivamente]. El demonio es más oscuro de entender; pero la carne es más tenaz que todos, y duran sus acometimientos mientras dura el hombre viejo. Para vencer a uno de estos enemigos es menester vencerlos a todos tres; y enflaquecido uno, se enflaquecen los otros dos; y vencidos todos tres, no le queda al alma más guerra», y todas sus fuerzas quedan libres para amar a Dios y al prójimo (Cautelas a un religioso 1-3).
Finalmente. La santidad cristiana es (positivamente) una transfiguración completa del hombre en Cristo, que implica (negativamente) una renuncia a la vida según la carne, siguiendo al mundo y bajo el influjo del demonio. Y en el progreso continuo de esta conversión el elemento afirmativo y el negativo se exigen y posibilitan mutuamente. Es la clave permanente de la vida cristiana: el misterio pascual, pasión-resurrección de Cristo. Nosotros, participando de su cruz, participamos de su santa vida nueva, santa, sobrehumana, sobrenatural, celestial, divina.
Consecuencia evidente: la lucha espiritual cristiana queda paralizada cuando apenas los cristianos conocen y re-conocen la existencia real de sus tres enemigos. Si unos militares han sido formados según manuales de instrucción que ignoran las armas principales del enemigo –la aviación, las fuerzas de tierra, la armada naval– ¿qué combate podrán realizar? Están condenados a una derrota necesaria. De modo semejante, ¿qué combate espiritual puede mantener aquellos cristianos que no creen en el demonio, ni en su propia condición carnal pecadora, y en la de sus prójimos, y que tampoco alcanzan a ver el mundo como una estructura de pecado, que procede del pecado y que al pecado inclina?… Ni siquiera presentan batalla, y están vencidos ya desde el principio. Nadie les ha dicho la verdad de su combate. Son cristianos que, sin saberlo, viven cautivos del demonio, del mundo y de la carne. Solo Cristo puede salvarlos, y los salva diciéndoles la verdad: «la verdad os hará libres» (Jn 8,32). Padre, «santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad» (17,17).
José María Iraburu, sacerdote
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Índice de Reforma o apostasía
23 comentarios
Ciertísimo. Y ese es el gran mal de la actual generación de cristianos y de esta etapa de la historia de la iglesia. No sé si de otras porque no las he conocido. Pero de esta, no cabe la menor duda.
....¿qué combate espiritual puede mantener aquellos cristianos que no creen en el demonio, ni en su propia condición carnal pecadora, y en la de sus prójimos, y que tampoco alcanzan a ver el mundo como una estructura de pecado, que procede del pecado y que al pecado inclina?… Ni siquiera presentan batalla, y están vencidos ya desde el principio. Nadie les ha dicho la verdad de su combate.
Como decía el santo Pico de Oro:
"Los que curan los cuerpos de los hombres disponen de cierta cantidad de fármacos... En nuestro caso, además del ejemplo, no hay otro instrumento u otro método de cura más que la enseñanza que se lleva a cabo con la palabra"
(Diálogo sobre el sacerdocio, 4,3;5-13. San Juan Crisóstomo)
Gracias, padre José María, por su enseñanza.
En este mes dedicado a orar por los difuntos, cómo me gustaría que dedicara algún artículo a la necesidad de orar por los difuntos, aplicarles misas, la necesidad de purificación, etc. Fui ayer a Misa y salí desolado: el cura "canonizó" a todos los difuntos, de los que dijo que estaban todos en el cielo porque Dios es misericordioso. ¿Y la retribución final? ¿Y el juicio? Dijo que no era necesario ofrecerles misas como si fuera la Edad Media. Yo necesito argumentos para defender esta fe católica de la necesidad de orar por los difuntos. Muchas gracias.
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JMI.- Vea ud., si le parece, en este blog (08-09).
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JMI.- Es una pena que no esté ud. de acuerdo con el Evangelio y con la doctrina de la Iglesia, tal como en este mismo artículo se exponen. No puedo responderle sino remitiéndole de nuevo a los textos de Mt., Jn, Pablo VI, Catecismo, etc. que he citado.
Ah, y mejor guárdate los consejos, que estoy seguro que no los necesita.
jo, qué suerte. Usted vive en el mundo-cosmos, el que vio el Creador y le pareció "muy bueno", fiel a "la concepción del mundo según el Génesis". Siguiendo "la Teologia actual... aborda con sentido positivo y de forma inteligente" el mundo que le rodea. Y logra "sin duda el sentido más objetivo y real del mundo".
En cambio nosotros,
vivimos en el mundo-pecador (tantos que niegan o desprecian a Dios, 40 millones de abortos anuales en el mundo, 1/4 de la humanidad pasando hambre y miseria crónicamente, 1/3 o más de matrimonios que se rompen, 5 millones de parados en España, TV basura, avariciosos, injustos, adúlteros, el noticiario tremendo del diario cada mañana, etc. etc. etc.). En fin, que vemos el mundo como "valle de lágrimas", eso sí, un valle que caminándolo con la gracia de Cristo nos lleva al cielo, a la felicidad eterna.
No deje de enviarnos desde su mundo-edénico alguna postal, de ésas con palmeras, puestas de sol grandiosas, etc. Que usted lo pase bien.
Hay algo que me preocupa mucho....y es que con esta Crisis tan grave (en todos los aspectos) que estamos sufriendo....las Iglesias esten casi vacias .
Siempre como dice el refran,,,,nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena....y ni por esas ahora las personas elevan plegarias para que DIOS les asista,
Muchas personas estan sufriendo situaciones muy trágicas....a nivel personal,familiar,económico,laboral,....que precisamente, ese mundo,demonio y carnes les ha llevado a ello...pero no reaccionan , ni siquiera se acercan a una Iglesia a rezar , a implorar la ayuda de DIOS....., puede que muchos no hayan oído hablar de DIOS....pero la gran parte de la población por lo menos desde su infancia conocen a JESÚCRISTO.
La verdad es que no entiendo lo que está ocurriendo.
Saludos
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JMI.- La Escritura deja muy claro que vivimos "aplastados por el peso de nuestras culpas". Concretamente en el Salmo 34: "la maldad da muerte al malvado". Y es cierto lo que usted dice: a veces, las penas causadas por nuestras culpas o por las de otros, nos hacen volver a Dios, si lo teníamos abandonado en la prosperidad.
Pero hasta hoy no ha llegado esta hora para el Occidente apóstata. Hay conversiones sueltas, pero no un regreso más numeroso del pueblo hacia Dios. En el Apocalipsis se describen las plagas terribles que aplastaron a los hombres por sus pecados, y cómo ellos, ni así, "no se arrepintieron de las obras de sus manos, dejando de adorar a los demonios, a los ídolos de oro y plata... ni se arrepintieron de sus homicidios, maleficios, fornicaciones y robos" (9,10). Por el contrario, blasfemaron contra Dios (16,9.21).
Prediquemos el Evangelio de la conversión (es el único Evangelio de Cristo) y oremos, oremos, oremos con esperanza.
Dios le bendiga.
A R de la Argentina: todos necesitamos consejo, por tanto no te digo tu descortesía de que te guardes los consejos para tí, y de paso caballero, también puedes hacerme caso y tómartelo en serio aunque no sea sacerdote, pues los aciertos y los errores son propiedad de todos los seres humanos.
Pero eso parecería no importarte y te fijas, sí, en mi insignificante descortesía hacia tí.
Mira la luna y no el dedo, por favor.
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JMI.- Bueno, no tiene importancia. Es bastante normal, y no deja de ser curioso, que las discusiones en un blog suelen tener un tono mucho más agresivo que en la realidad. Seguro que el bendito Forestier es una persona bien correcta, y que si en una reunión coincidiéramos y saliera una discusión semejante, muy probablemente su posición y la de usted (y la mía) serían expuestas con buen humor y sin dureza alguna. Quizá influya en esto que en una discusión de blog no nos vemos las caras y los comentarios puestos son anónimos.
Si usted, Forestier, lee bien con mucha tranquilidad, estos temas del padre Iraburu, verá que coinciden claramente con las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y de la Santa Madre Iglesia Católica. En cambio, anímese y corriga usted mismo, esos detalles, que podia no haberse dado cuenta al publicarlo.
En cuanto a la descortesía, ¿cuántas veces he sido descortés con nuestro Señor Jesucristo en un momento o en otro? Muchas veces, al menos por mi parte, que el hombre viejo que hay en mí, quiere dominarme, pero yo no me rindo, y busco la fuerza en la vida de Gracia y amistad de Dios, Señor nuestro Jesucristo.
Que un hermano, nos ayude a corregirnos por su amor al Señor, debemos darle gracias de todo corazón, pero cuidado, que el impertinente, nuestro hombre viejo, quiere tener la última palabra, y siempre contra la caridad, no debemos permitirselo nunca.
EL HABER SACADO AL DEMONIO DE LA TEOLOGIA Y CATEQUESIS, Y LA FLOJERA SOBRE EL E.S., ES MUY GRAVE EN LA IGLESIA HOY.
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JMI.- No parece que formule ud. bien la fe católica. Pero bueno.
Un favor: no escriba en mayúsculas: hay consenso general para prohibirlo en los blogs.
Al no hablar del lobo, cuando el pastor grita "que viene el lobo", nadie hace caso porque se dice "¿y qué es un lobo?" "¡es un mito, un sueño, un delirio, una mentira!"
Por otro lado, sería interesante que pudiera hablar de la relación entre satanás y el anticristo y su antiiglesia y antievangelio, pues parece que en una etapa de la iglesia, ésta deberá de luchar contra 4 anemigos: el mundo, la carne, satanás y el anticristo, éste posiblemente una perfecta unión entre hombre y demonio, en lo que parece que será una guerra espiritual de tal calibre, que da la impresión que los sacerdotes deberán de ser casi ángeles.
Creo que el problema está en una cuestión de matices, que realmente son importantes. Mientras usted pone el acento en que el pecado es algo externo a esa Creación, y también a nosotros, el padre Iraburu incide además en que ese pecado, que como usted bien dice no fue creado por Dios, procede del ser humano, y lo ha corrompido a él y al mundo entero. De ahí esa consideración de mundo-pecador, y también la de mundo-enemigo que nos invita a pecar y que se resiste a la gracia de Dios. Es una enseñanza mucho más completa, que no anula la bondad del mundo creado por Dios que nos revela el Génesis, y es la enseñanza de la Iglesia Católica. El Génesis también dice que el hombre fue expulsado del paraíso por causa del pecado, no debemos olvidarlo.
Sí hay algo que me chirría de lo que dice usted, que me imagino será una expresión más ambigua que errónea. Usted dice que lo objetivo es ver el mundo "como el lugar donde hemos de luchar para seguir a Cristo y conquistar la vida eterna" y "como el lugar mediante el cual podemos ganar la vida eterna". La vida eterna no la ganamos nosotros, nos la ganó Cristo por los méritos de su Cruz. En este mismo blog, la serie inmediatamente anterior a esta lo explica muy bien. Tampoco la ganamos gracias al mundo, sino por la fe en Cristo: que por supuesto habrá de concretarse en este mundo mediante el servicio, la caridad (amor, si lo prefiere) y la celebración de la Eucaristía, como el mismo Cristo nos enseñó en la Última Cena. Por tanto esa lucha se concreta en el mundo, claro que sí, pero con armas que no son de este mundo, contra males que sí que lo son.
Por eso es mucho más práctico encajar los conceptos como los enseña el padre Iraburu, que es como los enseña la Iglesia. Estoy convencido de que si sopesa estos argumentos con sinceridad, asumiendo que algunas palabras puedan sonar feas, descubrirá que en el fondo no estamos tan en desacuerdo como parece a primera vista.
Pero una cosa me llama la atencion, y es que Ricardo de Argentina (y otros quizas tambien) se lanzan al deguello contra Forester, acusandole de faltar al respeto al sacerdote Iraburu (perdone que no le llame padre), cosa que a todas luces es falsa, pues no existe en lo que ha escrito la menor falta de respeto. Ni tampoco en lo que yo escribo.
Lo que sí desearía aclarar es que en el Paraíso
Terrenal Adán y Eva no eran brutos animales, como se desprendería de tu insólita interpretación. Es más, ellos tenían un conocimiento de las cosas muy superior al nuestro. Y si ellos, como tú equivocadamente supones, no podían distinguir el bien del mal, tampoco podrían haber tenido culpa y el Pecado Original no hubiese podido tener lugar.
Todo esto no hace más que confirmar lo acertado que han estado los últimos papas al llamar a una nueva evangelización, y lo necesario que es que los laicos colaboremos activamente. Mi párroco, por ejemplo, organizó la semana pasada el comienzo de la Misión Continental, a instancias del arzobispo, de forma que los laicos nos comprometamos a ir a una casa por semana llevando un material preparado en la parroquia.
Nina, mil disculpas, pero creo que con la vasta información que hay al respecto, con lo avanzada que está la teología y la facilidad para acceder a información, me parece de una ignorancia profunda y terrible que compares a Adán y Eva con animales. La verdad me da vergüenza ajena un comentario así, lo siento por ti, no tienes ni la menor idea de lo que hablas.
Y no te vengas a defender o excusar con ese viejo truco de: "no me han entendido" o "les falta comprensión de lectura", lo que has escrito escrito está y refleja una cosa, tu profunda ignorancia sobre el tema.
Estaba buscando una pagina que pudiera explicarme cuales son los enemigos del hombre y leí la pagina del padre Iraburu, llegando a su conclusión donde es muy claro para mi:
“Son cristianos que, sin saberlo, viven cautivos del demonio, del mundo y de la carne. Solo Cristo puede salvarlos, y los salva diciéndoles la verdad: «la verdad os hará libres» (Jn 8,32). Padre, «santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad» (17,17).
Gracias padre Iraburu.
Después empece a leer cada uno de los comentarios y rápidamente observe un malentendido de palabras, etc. El sr. Forestier da un consejo al sr. Alberto, y nadie lo nota. Lo voy a transcribir:
En este mes dedicado a orar por los difuntos, cómo me gustaría que dedicara algún artículo a la necesidad de orar por los difuntos, aplicarles misas, la necesidad de purificación, etc. Fui ayer a Misa y salí desolado: el cura "canonizó" a todos los difuntos, de los que dijo que estaban todos en el cielo porque Dios es misericordioso. ¿Y la retribución final? ¿Y el juicio? Dijo que no era necesario ofrecerles misas como si fuera la Edad Media. Yo necesito argumentos para defender esta fe católica de la necesidad de orar por los difuntos. Muchas gracias.
Claro se lo pide al padre, pero el sr. Forestier se lo da, porque algunos (me incluyo) nos gusta dar consejos; es cierto.. pareciera porque sigue después de el consejo que le da el padre, luego conversan entre ellos dos algo mas, pero después el consejo es para el Sr. Alberto. (y lo entiendo así porque el padre Iraburu no vive sufriendo, él esta en la verdad, el que sufre es el Sr. Alberto) y su consejo fue;
Por tanto no sufra y déjese de penas inesxitentes. (hay una falta de ortografía es inexistente; pero eso es lo de menos, lo importante es su deseo de aconsejar) y de verdad yo le doy gracias también, porque es cierto son sufrimientos inexistentes. Los difuntos, personas que están muertas; su carne esta en la tierra, su alma, su espiritu...? yo estoy segura como el cura que hablo en la misa al sr. Alberto que Dios es misericordioso que si esta alma se arrepintió de sus errores, señores su alma esta con Cristo.
Bien ahora se que muchos van a escribir que no es así que el sr. Forestier se lo dijo al padre y bla bla bla y bla. Yo espero que no caigan en eso porque lo que quiero es simplemente recalcar de cada persona su lado positivo. Y lo mas importante lo que dijo el padre Iraburu que solo Cristo puede salvarnos, y la verdad nos hará libres (Jn 8,32). La mentira, nos envuelve y hasta en algunos es un habito. Señores tengamos cuidado de las mentiras, que la mentira no sea parte nuestra y veremos como todo cambia. Caminemos en la verdad, caminemos con Cristo...y que en adelante nuestros comentarios se centren en la conclusión del padre Iraburu, porque a causa del sr. Alberto (no tenia nada que ver con el tema) todos se fueron a las ramas del árbol y no al tronco principal.... nuevamente gracias por sus enseñanzas padre Iraburu.
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JMI.-El mismo Dios que por su gracia le abrió los ojos, Él le dará discernimiento y fuerza para ir adelante por sus caminos.
Dios lo bendiga.
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JMI.-Bendición +
Y Dios es creador del hombre y la mujer, del mundo y de lo visible e invisible....
Y de la historia de la salvación.
Y los enemigos de la salvación la sabotean.
Gracias por esta catequesis y exegesis.
Desde Monterrey, México. Hermanos.
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JMI- Bendición +
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JMI.-Amén, Amén, Amén.
Bendición +
Gracias a Dios por este pastor.
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