(158) La Cruz gloriosa –y XXII. Cristianismo con Cruz o sin ella. y 2
–¡El último de la serie!… No se preocupe: sabiendo que es el último, aguanto lo que sea.
–Admirable disposición de ánimo.
El Índice de los artículos de esta serie puede ayudarnos a entenderla mejor. He ofrecido una antología de textos en la que los santos contemplan el misterio de la Cruz y expresan su amor al Crucificado.
–(133-134) Cristo vence los males del mundo. Todos ellos, males materiales o espirituales, todos proceden del pecado. Y Cristo, venciendo el pecado en su Cruz, vence todos los males. –(135-136) La Providencia divina: Dios es el Señor, que gobierna providencialmente al mundo con justicia y misericordia. –(137-138) La Cruz gloriosa fue querida por Dios y eternamente elegida para Cristo. –(139-140) Y fue querida también por Dios para los cristianos.
–(141-156) La devoción a la Cruz en los Apóstoles, en la liturgia, en la historia de la Iglesia. –142,-San Clemente Romano.-San Ignacio de Antioquía. -Carta de Bernabé. -Anónimo. -San Melitón de Sardes. –143, -San Justino, -San Cipriano, -San Efrén, -San Basilio Magno, -San Cirilo de Jerusalén. –144, -San Gregorio Nacianceno, -San Juan Crisóstomo, -San Gaudencio de Brescia, -San Agustín, -San Cirilo de Alejandría. –145, -San Pedro Crisólogo, -San León Magno, -San Fulgencio de Ruspe, -San Anastasio de Antioquía. –146, -San Andrés de Creta, -San Teodoro Estudita, -San Bernardo, -San Francisco de Asís, -San Buenaventura. –147, -Santo Tomás de Aquino, -Beata Ángela de Foligno, -Santa Brígida. –148, -Santa Catalina de Siena, -San Juan de Ávila, -Santa Teresa de Jesús. –149, -San Juan de la Cruz, -Santa Margarita María Alacoque, -San Pablo de la Cruz. –150, -Santa Rosa de Lima, -San Luis María Grignion de Montfort, -San Juan Eudes. –151, -Santa Teresa del Niño Jesús, -Beato Charles de Foucauld. –152, -Concepción Cabrera de Armida. –153, -Santa Benedicta María de la Cruz (Edith Stein). –154, -San Pío de Pietrelcina. –155, -Marthe Robin. –156, -San Juan de Dios.
Una antología selecta de esa antología de textos más amplia podrá sernos útil.
San Ignacio de Antioquía. «Yo todo lo soporto a fin de unirme a la pasión de Jesucristo, confortándome Él en todo. Rogad por mí a Cristo, para que llegue a ser una víctima para Dios. Ahora es cuando empiezo a ser discípulo».
San Efrén. «Nuestro Señor fue vencido por la muerte, pero él, a su vez, venció a la muerte» por su resurrección. «Venid, hagamos de nuestro amor una gran ofrenda universal. Elevemos cánticos y oraciones en honor de Aquel que en la cruz se ofreció a Dios como holocausto para enriquecernos a todos».
San Basilio Magno. «Nuestro Dios y Salvador realizó su plan de salvar al hombre, levantándolo de su caído y haciéndole pasar a la familiaridad con Dios. Éste fue el motivo de la venida de Cristo en la carne, de sus ejemplos de vida evangélica, de su cruz y de su resurrección».
San Cirilo de Jerusalén. «Cualquier acción de Cristo es motivo de gloria para la Iglesia universal; pero el máximo motivo de gloria es la cruz. Por tanto, no hemos de avergonzarnos de la cruz del Salvador. Él no fue muerto a la fuerza, sino voluntariamente. Jesús fue crucificado por ti; y tú ¿no te crucificarás por él, que fue clavado en la cruz por amor a ti? Que la cruz sea tu gozo no solo en tiempo de paz, también en tiempo de persecución».
San Juan Crisóstomo. «¿Quieres saber el valor de la sangre de Cristo? Mira de dónde brotó y cuál es su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor. Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva».
San Gaudencio de Brescia. «El sacrificio celeste instituido por Cristo constituye la rica herencia del Nuevo Testamento que el Señor nos dejó como prenda de su presencia. Él constituyó los primeros sacerdotes de su Iglesia, para que siguieran celebrando ininterrumpidamente estos misterios de vida eterna».
San Agustín. «¡Oh, cómo nos amaste, Padre bueno, que “no perdonaste a tu Hijo único, sino que lo entregaste por nosotros”… Jesucristo y los miembros de su cuerpo forman como un solo hombre. Y así la pasión de Cristo no se limita únicamente a él. Lo que sufres tú es solo lo que te corresponde como contribución de sufrimiento a la totalidad de la pasión de Cristo».
San Pedro Crisólogo. «El Apóstol eleva a todos los hombres a la dignidad del sacerdocio: a “presentar vuestros cuerpos como hostia viva”. Procura, pues, hombre ser tú mismo el sacrificio y el sacerdote de Dios».
San León Magno. «¡Oh admirable poder de la cruz! ¡Oh inefable gloria de la pasión!… El verdadero venerador de la pasión del Señor tiene que contemplar de tal manera con la mirada del corazón a Jesús crucificado, que reconozca en él su propia carne. Toda la tierra ha de estremecerse ante el suplicio del Redentor».
San Atanasio de Antioquía. «Las sagradas Escrituras habían profetizado desde el principio la muerte de Cristo. Y el Verbo de Dios, que era impasible, quiso sufrir la pasión. “El Mesías tenía que padecer” y su pasión era totalmente necesaria».
San Francisco de Asís. «Cuando oréis, decid: Padre nuestro, y también Te adoramos, Cristo, en todas las iglesias que hay en el mundo, y te bendecimos, pues por tu santa cruz redimiste al mundo».
Santo Tomás de Aquino. «¿Era necesario que el Hijo de Dios padeciera por nosotros? Lo era, ciertamente, por dos razones. La primera, para remediar nuestros pecados. La segunda, para darnos ejemplo. La pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida».
Beata Ángela de Foligno. «Quien quiera conservar la gracia no retire de la cruz los ojos de su alma, sea en la alegría o en la tristeza. ¡Mirad lo que Él sufrió por nosotros! Es absolutamente indecible la alegría que recibe aquí el alma. Ahora no me es posible tener tristeza alguna de la pasión. Me deleito viendo y acercándome a aquel hombre. Todo mi gozo está en este Dios-Hombre doliente».
Santa Catalina de Siena. Jesús le dijo: «“Hija mía, si quieres el poder de vencer a todas las potencias enemigas, toma para tu alivio la cruz, como lo hice yo”. Y ella me confesó que nada la consolaba tanto como las aflicciones y los dolores».
San Juan de Ávila. «¡Oh cruz! hazme lugar, y véame yo recibido mi cuerpo por ti y deja el de mi Señor. La cruz de Jesucristo hace hervir el corazón, arder el ánima en devoción… Contigo está lo que te hace mal, dentro de ti está lo que echa a perder… Porque no tenéis amor con Cristo [crucificado], por eso os derriban las persecuciones. En cruz conviene estar hasta que demos el espíritu al Padre; y vivos, no hemos de bajar de ella, por mucho que letrados y fariseos nos digan que descendamos y que seguirá provecho de la descendida, como decían al Señor».
Santa Teresa de Jesús. «¿Qué fue toda su vida sino una cruz, siempre teniendo delante de los ojos nuestra ingratitud y ver tantas ofensas como se hacían a su Padre, y tantas almas como se perdían? Por ese camino que fue Cristo han de ir los que le siguen, si no se quieren perder; y bienaventurados trabajos que aun acá en la vida tan sobradamente se pagan. O morir o padecer; no os pido otra cosa para mí. En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es camino para el cielo».
San Juan de la Cruz. «¡Oh almas que os queréis andar seguras y consoladas en las cosas del espíritu!, si supiérades cuánto os conviene padecer sufriendo, en ninguna manera buscaríades consuelo ni de Dios ni de las criaturas, mas antes llevar la cruz, y puestos en ella, querríades beber allí la hiel y el vinagre puro, y lo habríades a grande dicha, viendo cóm muriendo así al mundo y a vosotros mismos, viviríades para Dios en deleites de espíritu».
Santa Rosa de Lima. «Guárdense los hombres de pecar y de equivocarse: ésta es la única escala del paraíso, y sin la cruz no se encuentra el camino de subir al cielo… No podemos alcanzar la gracia, si no soportamos la aflicción. Es necesario unir trabajos y fatigas para alcanzar la íntima participación en la naturaleza divina, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta felicidad de espíritu».
Santa Margarita Alacoque. «El Señor me ha destinado para ser la víctima de su divino Corazón, y su hostia de inmolación sacrificada a todos sus deseos, para consumirse continuamente sobre ese altar sagrado con los ardores del puro amor paciente. No puedo vivir un momento sin sufrir. Mi alimento más dulce y delicioso es la Cruz. La Cruz es buena para unirnos en todo tiempo y en todo lugar a Jesucristo paciente y muerto por nuestro amor».
San Pablo de la Cruz. «Es cosa muy buena y santa pensar en la pasión del Señor y meditar sobre ella, ya que por este camino se llega a la santa unión con Dios».
Santa Rosa de Lima. «El divino Salvador me dijo: “que todos sepan que la tribulación va seguida de la gracia. Ésta es la única escala del paraíso, y sin la cruz no se encuentra el camino de subir al cielo».
San Luis María Grignion de Montfort. «Alegraos y saltad de gozo cuando Dios os regale con alguna buena cruz, porque, sin daros cuenta, recibís lo más grande que hay en el cielo y en el mismo Dios. ¡Regalo grandioso de Dios es la cruz! Aprovecháos de los pequeños sufrimientos aún más que de los grandes. Jamás os quejéis voluntariamente. Nunca recibáis una cruz sin besarla humildemente con agradecimiento».
San Juan Eudes. «La Cruz y todos los misterios que se realizaron en la vida de Jesús han de realizarse en los miembros de Cristo, es decir, en cuantos vivimos la vida de Jesús. Él quiere completar en nosotros el misterio de su pasión, muerte y resurrección, haciendo que suframos, muramos y resucitemos con él y en él»
Santa Teresa del Niño Jesús. «“Tus acciones, Señor, son mi alegría”. Porque ¿existe alegría mayor que la de sufrir por tu amor? Desde hace mucho tiempo, el sufrimiento se ha convertido en mi cielo aquí en la tierra».
Beato Charles de Foucauld. «Recibamos con amor, bendición, reconocimiento, valentía y gozo, todo sufrimiento, todo dolor de cuerpo o de alma, toda humillación, todo despojamiento, la muerte, por amor a Nuestro Señor Jesús, imitándole y ofreciéndolo todo a él en sacrificio. Y no nos contentemos con esperarlos; con el permiso de nuestro director, abracemos nosotros mismos todas las mortificaciones que él nos permita. El camino real de la Cruz es el único para los elegidos, el unico para cada uno de los fieles. Sin cruz, no hay unión a Jesús crucificado, ni a Jesús Salvador. Abracemos su cruz, y si queremos trabajar por la salvación de las almas con Jesús, que nuestra vida sea una vida crucificada».
María de la Concepción Cabrera de Armida. Jesús le dice: «“La doctrina de la Cruz es salvadora y santificadora: su fecundidad asombrosa, porque es divina; pero está inexplotada”. El que es el Amor quiere hacernos felices por medio de la Cruz, escala única que después del pecado nos conduce, nos aprieta, une e identifica con el mismo Amor. Quisiera levantar muy alto el estandarte de la Cruz y recorrer el mundo enseñando que ahí está el camino para llegar al Amor. Quiero vivir del amor, oh sí, pero crucificándome… La ausencia de la cruz es la causa de todos los males».
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein). «La expiación voluntaria es lo que más nos une profundamente y de un modo real y auténtico con el Señor. Ayudar a Cristo a llevar la cruz proporciona una alegría fuerte y pura. Los seguidores del Anticristo la ultrajan mucho; deshonran la imagen de la cruz y se esfuerzan todo lo posible para arrancar la cruz del corazón de los cristianos. Y muy frecuentemente lo consiguen… Ninguna alegría maternal se puede comparar con la felicidad del alma capaz de encender la luz de la gracia en la noche del pecado. El camino es la cruz. Bajo la cruz la Virgen de las vírgenes se convirtió en Madre de la Gracia».
Marthe Robin. «Sí, Jesús, quiero toda tu cruz. Quiero continuar tu redención. Sí, Dios mío, toda mi vida la quiero vivir para continuar tu redención. Sí, Jesús, quiero toda tu cruz. Quiero reunir en mí todos los terribles tormentos que tú has soportado, todos tus dolores, y llevar a cabo en mí la obra de tu redención. ¡Oh Jesús mío! une mis pobres y pequeños sufrimientos a tus sufrimientos, y mis dolores a tus dolores, y que mi sangre sea, como la tuya, sangre redentora. ¡Dios mío, Dios mío! que yo sufra todos tus dolores, y luego tú les salvarás».
Procuremos acrecentar la devoción a la Cruz en nosotros y en nuestros ambientes, estimulados por los testimonios que acabamos de recordar: ése ha sido el pensamiento y la actitud de los todos los santos de la Iglesia hacia la Cruz. Vuelvan los crucifijos a los hogares. ¿Cómo es posible una casa cristiana sin Crucifijo? Esté la cruz al cuello y sobre el pecho de los cristianos, sobre la cuna del niño, frente a la cama del matrimonio y del enfermo, guardándolos a todos como templos de Dios. Tenga la Cruz en las iglesias un lugar absolutamente central y privilegiado, y mejor si hay a sus pies un reclinatorio, como es tradición, invitando a rezarle. Esté la Cruz en las puertas, en los cruces de caminos, en las escuelas y aulas académicas, en los talleres, en lo alto de los montes, en las salas y claustros de nuestros conventos, culminando las torres de las iglesias.
Recemos el Via crucis, tracemos la cruz sobre nuestro pecho, y por la señal de la santa cruz pidamos siempre al Señor Dios nuestro la fuerza de la gracia y la liberación del Enemigo. Anima Christi… pasión de Cristo, confórtanos. Además de las oraciones ya conocidas, podría valernos también esta preciosa oración que ofrece el Ritual de la penitencia al sacerdote, ajustándola para el rezo personal no litúrgico: La pasión de nuestro Señor Jesucristo, la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos, el bien que hagamos y el mal que podamos sufrir, nos sirvan como remedio de nuestros pecados, aumento de gracia y premio de vida eterna.
¿Vale para algo esta antología de elogios de la Cruz? Elaborarla y publicarla ha llevado un trabajo considerable. ¿Conseguirá que las Iglesias-sin-Cruz cambien su mentalidad y pasen a ser con-Cruz? ¿Logrará al menos que algunos cristianos reorienten su vida espiritual y se centren mucho más en Cristo crucificado?... Ateniéndonos a los pensamientos del hombre carnal, habría que decir que no. Una veintena de artículos publicados por un donnadie en un rinconcito de internet está rondando la inexistencia, la nada. Esa serie de artículos viene a ser nada frente al sonoro silencio que en tantas Iglesias locales de Occidente predomina sobre la Cruz, sobre el misterio de la Redención, sobre Cristo crucificado. Hoy motivan más otras palabras: búsqueda, encuentro, acogida, autenticidad, nuevos métodos, compartir, cambio, etc.
El hombre espiritual, por el contrario, sabe bien que la afirmación de la verdad de Cristo y de la Iglesia no puede hacerse en el mundo sin que dé fruto. Nada hay tan fecundo, aunque todo estuviera en contra. Hemos de afirmar la verdad católica «contra toda esperanza», convencidos de que «Dios es poderoso para cumplir lo que ha prometido» (Rm 4,18-19). Y la promesa de Dios es ésta: «la palabra que sale de mi boca no vuelve a mí vacía, sino que hace lo que yo quiero y cumple su misión» (Is 45,11). El Espíritu Santo es Dios, es misericordioso, es omnipotente, es el único que puede renovar la faz de la tierra y de la Iglesia: es «el Espíritu de verdad», que nos guía hacia la verdad completa (Jn 16,13). Y yo, por la gracia de Dios, trayendo la voz de los santos a esta serie de mi blog sobre la Cruz, he traído la voz de Dios. El trabajo, por tanto, que yo he hecho, aunque sea poca cosa, vale ciertamente, ha de dar fruto con absoluta seguridad. Ya sé que no es más que «cinco panes y dos peces»; pero estoy cierto de que, entregados a las manos de Cristo Salvador, son sobradamente suficientes para dar de comer a una inmensa muchedumbre (Jn 6,10ss).
Pido la oración de mis lectores para que, por la intercesión de la santísima Virgen María, Mater dolorosa, Mater veritatis, crezca más y más en nuestro tiempo la devoción a la Cruz, es decir, el amor a Cristo crucificado.
José María Iraburu, sacerdote
Publicidad gratuita.– La Fundación GRATIS DATE acaba de publicar tres libros, en forma de grandes cuadernos (Cuadernos A4), con tres de las series publicadas en este blog: Reforma o apostasía (68 pg. - 3,5 €), Gracia y libertad (52 pg. - 3 €) y Mala doctrina (52 pg. - 3 €). Pueden adquirirse haciendo un pedido a [email protected], indicando las obras, el número de obras que se desean, el nombre y la dirección postal. Para Hispanoamérica el envío de estas obras, como es norma de la F.GD, es gratuito.
Índice de Reforma o apostasía
10 comentarios
Cada vez que publica es como si supiera que lo necesito.
Un abrazo y que Dios lo bendiga.
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JMI.- El Señor está contigo.
Ya no sólo le doy las gracias por este último artículo sino por el aviso de la Fundación Gratis Date y sus nuevas publicaciones que, ahora mismo, ya, acabo de pedir.
Un abrazo.
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JMI.- Pidan no más, adelante.
Si piden 1 cuaderno que vale 3 €, le cobrarán 3 € más gastos de envío.
Pero si piden 5, p.ej., entonces les cobrarán 15 € más gastos de envío.
Una ganga.
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JMI.- Dios le oiga. Gracias.
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JMI.- Bendigamos al Señor.
El pensamiento de San Juan de la Cruz, en este articulo es el que más me gusta, pues debemos de pedirle a Dios la Gracia de la metanoia, para saber que cuando sufrimos y las cosas no salen como queremos, es momento de abrazar más fuertemente la Santa Cruz que salva al mundo, y que es cuando verdaderamente maduramos y crecemos en la vida cristiana.
Gracias Padre y felicitaciones por sus nuevos libros, que el ES, lo siga santificando y haciendo un gran Santo, bueno pequeño, aunque los pequeños en el cielo son los más grandes, en fin muy SANTO.
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JMI.- Dios le oiga. Bendición +
Me interesa también esos libros, para leerlo y meditarlo incluso cuando vaya de viaje o al campo.
Hay un tema que me interesa, como hay muchos títulos, pues no he leído todos los temas que tiene en el índice, ¿tiene algo escrito sobre nuestro comportamiento durante la Santa Misa? Pues hay personas, incluso religiosas, que no se arrodillan cuando deben durante la Santa Misa. También sobre la forma de recibir la Sagrada Comunión, pues hay en determinadas parroquias, que el sacerdote da el cáliz que contiene la Sangre de Cristo, y ante los comulgantes, que cogen la Comunión con la mano, la moja en el cáliz, como hace también la niña, de aproximadamente unos diez años. El párroco permite cosas que la Iglesia y el Santo Padre no autorizan.
Incluso tengo libros del Santo Padre, y en sus enseñanzas dice que la forma de celebrar la Santa Misa, no debe ser como una propiedad personal.
Muchas gracias, padre José María.
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JMI.-Si algún escrito mío le ha hecho bien, bendigamos al Señor.
No, no tengo publicado nada sobre las normas concretas que la Iglesia ha dado en cuanto al modo de celebrar la Misa y de asistir a ella. En el Misal Romano, ese libro grueso que el sacerdote emplea durante la Misa, ahí vienen unas Instrucciones bien concretas que se refieren al sacerdote celebrante y al pueblo.
Dios lo bendiga, Padre.
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JMI.- Dios le bendice, hija.
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JMI.- Gracias por tu gratitud.
Dios te lo pague.
Dios lo bendiga, Padre.
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JMI..-Bendición +
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