(97) Católicos y política –III. principios doctrinales. 1
–Principios, principios… Lo que yo quiero son orientaciones prácticas.
–Tranquilo, ya llegarán. Pero tenga claro que no hay nada tan práctico como los principios teóricos.
Los laicos que se implican especialmente en la vida política deben conocer bien la doctrina de la Iglesia sobre la política ¡y vivirla con fidelidad! Si en tema tan grave y complejo se guían por los criterios del mundo, ellos vendrán a ser, sin duda, los principales y más eficaces aliados del diablo, el Príncipe de este mundo. Habrán vendido su alma al diablo.
La Iglesia católica tiene una excelente doctrina política, que es ignorada no poco en nuestro tiempo. Es verdad que en los últimos decenios ha sido escasamente predicada, y como «la fe es por la predicación» (Rm 10,17), eso explica que sea ignorada incluso por buenos católicos
También es verdad que después del Vaticano II apenas se han producido grandes documentos de la Iglesia sobre la doctrina política. Si consultamos, por ejemplo, los Documentos políticos del Magisterio eclesial, publicados por la Biblioteca de Autores Cristianos (1958, nº 174), comprobamos que esta antología, en un período de unos cien años (1846 -1955), es decir, entre Pío IX y Pío XII, incluye 59 documentos, de los cuales una buena parte son encíclicas. En cambio, durante la segunda mitad del siglo XX y hasta hoy la Iglesia apenas ha publicado documentos políticos.
En nuestro tiempo el Magisterio apostólico ha publicado numerosos documentos sociales, llamando también al compromiso político de los cristianos. Pero aparte de algún discurso ocasional –en la ONU, por ejemplo–, se ha propuesto muy escasamente la doctrina política de la Iglesia católica. Algunas verdades se han recordado al paso, por ejemplo, en la encíclica Centesimus Annus (1991: 44-48). Y también al paso Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium vitæ (1995: 20-24, 69-77), reafirma varios principios doctrinales de política, hoy muy olvidados, e incluso negados, por los católicos que viven en regímenes democráticos. El documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política (24-XI-2002), es una Nota breve, que se limita a «recordar algunos principios propios de la conciencia cristiana, que inspiran el compromiso social y político de los católicos en las sociedades democráticas». También han de tenerse en cuenta las precisiones que Benedicto XVI hace en su encíclica Deus caritas est (2005) sobre las relaciones entre política y fe, entre justicia y caridad (n.28-29)
Los Pastores sagrados enfrentan hoy con frecuencia cuestiones morales concretas de la vida política. Educación, divorcio, justicia social, medios de comunicación, moralidad de ciertas leyes, etc., son objeto frecuente de su ministerio docente. Otras cuestiones concretas hay en las que la iluminación de la Iglesia resulta insuficiente, y a veces incluso contradictoria entre unos y otros Obispos: objeción de conciencia, participación de los fieles en grandes partidos liberales, o apoyo a partidos mínimos de inspiración cristiana, obediencia o resistencia a leyes injustas, dar o no la comunión eucarística a políticos católicos infieles, etc. Falta al pueblo cristiano con relativa frecuencia una respuesta clara y unánime a cuestiones a veces muy graves. No hay criterios claros y unánimes sobre cómo el pueblo cristiano debe vivir políticamente en Babilonia. Más aún: son muchos los que aún no se han enterado de que estamos viviendo en Babilonia. Quieren mantener a toda costa una actitud positiva y optimista ante el mundo moderno, al que no le niegan, ciertamente, «algunos errores». Pero en definitiva, no quieren estar en una oposición radical, sino con el gobierno o como alternativa de gobierno.
Por el contrario, el juicio pastoral explícito del mismo sistema político vigente suele ser escaso. Esto es así sobre todo cuando se trata de regímenes democrático liberales, pues sobre los gobiernos totalitarios suele hacer la Iglesia discernimientos más fuertes y claros. Quizá los Pastores, al no haber coincidencias suficientes en el juicio de las democracias modernas, en cuanto tales, prefieren mantenerse en el silencio. En todo caso, parece evidente que tanto entre los Pastores como en el pueblo católico falta hoy en las cuestiones políticas la unidad suficiente de pensamiento, que haría posible una acción unitaria y eficaz.
Por eso muchos pensamos que la doctrina política de la Iglesia, elaborada de mediados del siglo XIX a mediados del XX, está urgentemente necesitada 1.-de confirmación y 2.-de desarrollo. Eso exigiría grandes Encíclicas, más de una, y probablemente la celebración de un Concilio. Recordaré aquí, «mientras tanto», unos cuantos principios fundamentales de la doctrina católica sobre la política, señalando también los errores que la impugnan. Son principios que deberían estar incluidos en los Catecismos para niños y adolescentes. Si no los conocen, de mayores pensarán como sus padres, que en gran parte piensan sobre estos temas según el mundo, no según Dios (Mc 8,33).
1º.–La autoridad política de los gobernantes viene de Dios, esté ella constituída por herencia dinástica, por votación mayoritaria de una democracia orgánica o partitocrática, por acuerdo entre clanes o siguiendo otros modos lícitos. No hay autoridad que no provenga de Dios, pues cuantas existen por Dios han sido establecidas. Consecuentemente, la obediencia a las autoridades políticas legítimas debe prestarse «en conciencia» (Rm 13,1-7; 1Pe 2,13-17).
2º.–Las leyes civiles tienen su fundamento en la ley natural, en un orden moral objetivo, instaurado por Dios, Creador y Señor de toda la creación, también de la sociedad humana. De otro modo, es inevitable el positivismo jurídico, propio del liberalismo, que lleva necesariamente al relativismo moral. Ese árbol malo solo produce frutos podridos: tantas leyes actuales perversas, caminos de perdición, la interna división de los pueblos en trozos partidos contrapuestos, el bien ganado menosprecio de los gobernantes y de sus leyes. Muchas encuestas nos aseguran que los políticos son hoy los profesionales menos apreciados de todos los gremios de la sociedad.
El liberalismo niega totalmente esos dos principios. Todos los derivados políticos del liberalismo son hijos naturales suyos –democracia liberal, totalitarismos socialistas o comunistas, nazis o fascistas, dictaduras de un partido único o de líderes populares, etc.–, todos, como bien advirtió Pio XI (Divini Redemptoris 1937). Y todos, el liberalismo y todos sus hijos, aunque en modos diversos, niegan frontalmente que la autoridad política venga de Dios, y que las leyes positivas sólamente sean válidas si se fundamentan en el orden moral natural.
En mi opinión, el término de liberalismo, consagrado por el Magisterio apostólico, debe mantenerse –y se mantiene (38)–, porque es más exacto que otros equivalentes. El naturalismo es palabra sin sentido en los sistemas modernos que niegan un orden natural. Hablar de política racionalista es inadecuado, cuando quienes la propugnan niegan a la razón el poder de llegar a conocimientos objetivos de la verdad. Y el laicismo es término muy equívoco, pues laicos son precisamente los católicos.
El liberalismo fundamenta la autoridad de los gobernantes exclusivamente en el hombre, en su libertad –la soberanía popular, la mayoría de los votos, el partido único o el gran jefe popular o dinástico–. Las leyes, igualmente, se apoyan sólo en el hombre –«seréis como dioses, conocedores [determinadores] del bien y del mal» (Gén 3–), en una mayoría de votos, en un partido carismático, en lo que sea, pero siempre en un positivismo jurídico absoluto, en un relativismo cambiante que rechaza la soberanía de Dios y a veces su misma existencia, y que no mantiene sujeción alguna a los presuntos valores morales de un orden natural objetivo.
El liberalismo es, pues, un ateísmo práctico (León XIII,1888, Libertas: 1,11,24). Ya en 1864 describía el papa Pío IX este ateísmo político y moral, según el cual «la razón humana, sin tener para nada en cuenta a Dios, es el único árbitro de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal; es ley de sí misma; y bastan sus fuerzas naturales para procurar el bien de los hombres y de los pueblos» (Syllabus 3).
Por el contrario, numerosos documentos de la Iglesia, especialmente entre 1850 y 1950, rechazan esa doctrina y, con toda exactitud, comprobada históricamente en nuestro tiempo, anuncian las nefastas consecuencias que traerá consigo su aplicación práctica. En ese mismo sentido, el concilio Vaticano II afirma que es completamente falsa «una autonomía de lo temporal que signifique que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia a Dios» (GS 36). En efecto, hay que «rechazar la funesta doctrina que pretende construir la sociedad prescindiendo en absoluto de la religión» (LG 36).
Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium vitæ, denuncia que «en la cultura democrática de nuestro tiempo se ha difundido ampliamente la opinión de que el ordenamiento jurídico de una sociedad debería limitarse a percibir y asumir las convicciones de la mayoría y, por tanto, basarse sólo sobre lo que la mayoría misma reconoce y vive como normal», sea ello lo que fuere.
Según esto, «la responsabilidad de la persona se delega en la ley civil, abdicando de la propia conciencia moral, al menos en el ámbito de la acción pública» (69). La raíz de este proceso está en el relativismo ético, que algunos consideran «como una condición de la democracia, ya que sólo él garantiza la tolerancia, el respeto recíproco entre las personas y la adhesión a las decisiones de la mayoría; mientras que las normas morales, consideradas objetivas y vinculantes, llevarían al autoritarismo y a la intolerancia» (70). «De este modo [por la vía del relativismo liberal] la democracia, a pesar de sus reglas, va por un camino de totalitarismo fundamental» (20). Y a él ha llegado ya, pues «en los mismos regímenes participativos la regulación de los intereses se produce con frecuencia en beneficio de los más fuertes, que tienen mayor capacidad para maniobrar no sólo las palancas del poder, sino incluso la formación del consenso. En una situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía» (70).
«Para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una sana democracia, urge, pues, descubrir de nuevo la existencia de valores humanos y morales esenciales y originarios, que derivan de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que ningún individuo, ninguna mayoría y ningún Estado nunca pueden crear, modificar o destruir, sino que deben sólo reconocer, respetar y promover» (71; cf. también Nota 2002, 2-4).
La batalla de Benedicto XVI contra el relativismo comenzó en el mismo inicio de su pontificado. Y la mantiene hasta hoy: «todos los hombres están llamados a reconocer las exigencias de la naturaleza humana inscritas en la ley natural y a inpirarse en ella para formular leyes positivas, que rijan la vida en la sociedad. Si se niega la ley natural, se abre el camino al relativismo ético y al totalitarismo» (16-VI-2010).
Los católicos liberales son círculos cuadrados. Muchos políticos cristianos de Occidente han aceptado el ateísmo práctico del liberalismo en la vida política, primero como hipótesis prudencial de gobierno, y hace ya tiempo como tesis. Y a pesar de que profesan «la funesta doctrina que pretende construir la sociedad prescindiendo en absoluto de la religión» (LG 36), sin embargo, se atreven incluso a fundamentar su posición anti-cristiana en la doctrina del Vaticano II. Pero el concilio enseña justamente lo contrario: enseña «el deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo» (DH 1). Y manda, sobre todo a los fieles católicos, que «en cualquier asunto temporal deben guiarse por la conciencia cristiana, dado que ninguna actividad humana, ni siquiera en el dominio temporal, puede sustraerse al imperio de Dios» (LG 36).
Los católicos que militan en un partido liberal, aunque tenga éste cierta inspiración cristiana, jamás pronuncian en público la palabra Dios, que viene a ser el Innombrable, algo próximo al Inexistente. Toda alusión a Dios debe ser evitada sistemáticamente en la moderna vida política, pues es contraria a la unidad y la paz entre los ciudadanos, y es causa probable de separación y enfrentamientos. El bien común político, por tanto, ha de ser procurado «como si Dios no existiera». Y la fe personal que puedan tener los políticos cristianos debe quedar silenciada y relegada absolutamente a su vida privada.
La Constitución Española de 1978 es agnóstica, y por tanto liberal. Ya en su mismo inicio establece que «la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado» (Constitución española, 1978, art. 1,2). Esa soberanía popular puede entenderse de muchos modos, pero en su significación más obvia puede hacer lícito y constitucional el aborto, el divorcio rápido sin causa, el «matrimonio» homosexual, la eutanasia, la poligamia y todo aquello que los poderes del Estado, fundamentados en la soberanía del pueblo español, estimen en cada momento conveniente para el bien común, pues prescinde por sistema de toda referencia a Dios, a la ley natural y también a la tradición histórica nacional.
Don Marcelo, Cardenal González Martín, antes del referéndum sobre la Constitución, advertía que el texto, en temas de suma importancia –matrimonio, familia, aborto, divorcio, educación, medios de comunicación, etc.– quedaba abierto, o insuficientemente cerrado, a enormes crímenes legales, destructores de la nación (28-XI-1978). Y sus previsiones se han cumplido. Y seguirán cumpliéndose.
«Estimamos muy grave proponer una Constitución agnóstica a una nación de bautizados, de cuya inmensa mayoría no consta que haya renunciado a su fe. El nombre de Dios, es cierto, puede ser invocado en vano. Pero su exclusion puede ser también un olvido demasiado significativo». Un silencio que explica «la falta de referencia a los principios supremos de ley natural o divina. La orientación moral de las leyes y actos de gobierno queda a merced de los poderes públicos turnantes». Y advierte finalmente: «Cuando por todas partes se perciben las funestas consecuencias a que está llevando a los hombres y a los pueblos el olvido de Dios y el desprecio de la ley natural, es triste que nuestros ciudadanos católicos se vean obligados a tener una opción que, en cualquier hipótesis, puede dejar intranquila su conciencia»: si la aceptan, por ir contra la conciencia; y si la rechazan, por verse como causas de división. Pero «la división no la introducen ellos, sino el texto presentado a referéndum».
Quienes, por gracia de Dios, colaboramos un tiempo, aunque breve, con Don Marcelo sabemos bien que no le importaba nada quedarse solo en algunas cuestiones. En este caso concreto, tenía claro que el Magisterio de la Iglesia estaba con él. Pocos años antes, en 1961, había escrito el papa Juan XXIII en la Mater et Magistra (217):
«La insensatez más caracterizada de nuestra época consiste en el intento de establecer un orden temporal sólido y provechoso sin apoyarlo en su fundamento indispensable, o, lo que es lo mismo, prescindiendo de Dios; y querer exaltar la grandeza del hombre cegando la fuente de la que nace y se alimenta, esto es, obstaculizando y, si fuera posible, aniquilando la tendencia innata del alma hacia Dios. Los acontecimientos de nuestra época, sin embargo, que han cortado en flor las esperanzas de muchos y arrancada lágrimas a no pocos, confirman la verdad de la Escritura: “si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” (Sal 127,1)».
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
96 comentarios
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JMI.- Arrambla, José Miguel, con todo lo que te interese de REFORMA O APOSTASÍA, y lo mismo de INFOCATÓLICA en general. Estás en tu casa.
Si todos predicaran desde el púlpito como Ud. lo hace desde aquí la realidad de la Iglesia sería, con la gracias de Dios, floreciente. Sobre todo es destacable el lenguaje claro, no lleno de matizaciones que terminan aguando el mensaje y hay que leer diez veces para ver si quiso decir algo.
Pero creo que en algo esta vez lo "agarré". Ha criticado el divorcio "express" no deberíamos empezar los católicos a recordar la indisolubilidad del matrimonio y la perversidad de toda ley de divorcio vincular?
Con afecto filial.
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JMI.- He citado el divorcio rápido, sin causa, por citar el peor, pero por supuesto todo divorcio es malo. Don Marcelo, sobre la Const. Española 1978: "se abre la puerta para que el matrimonio, indisoluble por derecho divino y natural, se vea atacado por la 'peste' (Conc. Vat. II) de una ley del divorcio, fábrica ingente de matrimonios rotos y de huérfanos con padre y madre. Como han señalado oportunamente los Obispos de la Prov. Ecles. de Valladolid y otros, la introducción del divorcio en España 'no sería un mal menor', sino una ocasión de daños irreparables para la sociedad española".
Muchas gracias, Dios y la Señora le guarden.
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JMI.- Si se anima, lea los artículos míos en esta misma serie (33-38).
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JMI.- Mi Buenos Aires querido / cuando yo te vuelva a ver /no habrá más penas ni olvido...
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No sé realmente por dónde agarrar para destacar alguna frase sobre otra pero, puesto a elegir, me quedo con ésta:
" Todos los derivados políticos del liberalismo son hijos naturales suyos –democracia liberal, totalitarismos socialistas o comunistas, nazis o fascistas, dictaduras de un partido único o de líderes populares, etc.–..."
A esto yo lo considero un APORTE IMPORTANTISIMO suyo para despejar la niebla de la confusión que campea en el campo católico. Por eso, como Ud bien y con gracia dice, el "catoliberal" es un círculo cuadrado. ¡Más cuadrado que círculo, a mi ver!!
Yo saco como conclusión que el liberalismo no sólo es "pecado", como bien enseñara Sardá y Salvany, sino y ante todo una "religión" : la Religión del Hombre. Una religión muy particular que ya no "religa" con Dios, porque el Hombre endiosado ya no precisa de esos "artificios oscurantistas y medievales".
Eso lo vio con gran clarividencia Donoso Cortés ya a mediados del XIX. De hecho predijo el liberalismo como forma inestable y transitoria al socialismo (que es lo que hay ahora), e incluso predijo que se daría su triunfo en Rusia. Son muy interesantes su "Discurso sobre la dictadura" y "Discurso sobre Europa".
Padre:
¿Tratará aquí el caso en que ya estemos en un sistema corrompido y criminal, al estilo de la Alemania nazi o la Rusia soviética o incluso el México de Calles y los cristeros (el más al estilo de lo que está pasando en España), lo que es lícito y lo que no? Lo digo porque estoy colgando el primer tomo de "Memorias para la historia de jacobinismo" del abate Barruel, ed. 1827, y lo que dice en el último párrafo sobre José II de Austria, me preocupa, puesto que tiene gran paralelismo con lo que está ocurriendo ahora, y no veo nada claras las conclusiones y consejos que da sobre la obediencia a un príncipe en estos casos:
http://javcus.es/infokratia/499-progresos-conspiracion-bajo-voltaire#s2
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JMI.- Estamos, al menos en no pocas naciones, "en un sistema corrompido y criminal", evidente.
Creo que la gran confusión reside en confundir el ámbito de lo social y lo político (para muchos, los documentos que ud. bien señala como sociales, son tomados como políticos, justamente), aún entre la Jerarquía, y por eso los berenjenales en que a veces meten la conciencia de la gente, induciendo a proclamar la democracia política poco menos que como el único régimen legítimo o aprobado por la Iglesia, cuando nunca ha sido así, y no es en absoluto "pecado" el no preferirla. Pienso que tal vez debería usarse el término "república" por ser menos sujeto a equívocos...
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JMI.- He de trtar de "la diversidad de regímenes políticos", con el favor de Dios, en la doctrina católica.
1. Acepta que la autoridad política de los gobernantes viene de Dios. Pero de ello no se seguiría el deber estatal de reconocer pública esa dependencia, por lo que se defiende un Estado aconfesional como ideal cristiano.
2. No se niega que las leyes civiles tengan fundamento en la ley natural, pero se rechaza la posibilidad de que la ley divino-positiva pueda ser recibida por las leyes civiles. Tal recepción sería fundamentalismo, violatorio de la libertad religiosa. Así, no hay positivismo jurídico pero sí naturalismo jurídico. El ideal de un orden jurídico cristiano se reduce al de un orden jurídico ajustado al derecho natural pero impermeable a la Revelación.
Algún teólogo representante de ésta forma de naturalismo jurídico ha querido fundamentar su tesis en el pensamiento de Francisco de Vitoria, al que considera un precursor de la secularización, y un ejemplo de conciliación entre cristianismo y modernidad, olvidando que para el maestro salmantino “…si un príncipe bárbaro se hiciera cristiano, podría hacer leyes apropiadas no sólo conforme al derecho natural, sino también al Evangelio, y obligar a los súbditos a estas leyes. No digo obligarlos a la fe o al bautismo, sino a algunas que son reveladas en el Evangelio, aunque no puedan probarse por derecho natural…”.
Saludos.
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JMI.- Muy interesante. Gracias.
Creo que no me he expresado bien. Me refería a si tratará el asunto de los católicos y la Política en cuanto súbditos/ciudadanos. Es a esto lo que se refieren las conclusiones del abate Barruel.
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JMI.- Ése es precisamente el tema de esta serie de artículos. En comenzado por los temas iniciales, por las premisas.
" Y el laicismo es término muy equívoco, pues laicos son precisamente los católicos ".
Gran error, no tener debidamente en cuenta el LAICISMO.
Para mi es muchsisimo peor el LAICISMO, que el liberalismo. El LAICISMO, es una pura herejía.
Es cierto que LAICISMO es un término despectivo y despreciativo derivado de laico y de la corrupción de esta santa y honesta palabra, pero desgraciadamente se ha impuesto con impresionante fuerza en la sociedad occidental y tiene actualmente mucho más poder destructivo que todo el liberalismo; que al fin y al cabo tiene algo de más rostro humano.
El LAICISMO es puro poder del diablo y de las tinieblas y es su nuestro muy principal enemigo.
El principal enemigo del catolicismo, es el LAICISMO.
Así de rotundo y claro.
Respetable Blogger, no haga de menos al LAICISMO, que es la culpa de todos nuestros actuales males espirituales, morales, económicos y sociales.
Para poder derrotar al enemigo, lo primero que hay que hacer, es saber quién es, cual es su poder y como se las gasta.
No se despiste.
Saludos cordiales.
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JMI.- Yo no hago de menos al laicismo. No ha entendido ud. bien. Yo le doy caña con todas mis fuerzas al liberalismo - naturalismo - racionalismo - relativismo - laicismo - secularismo... Son los mismos perros con distintos collares. A ver en qué se diferencian en el fondo los unos de los otros. Y de esos nombres, que vienen a ser equivalentes, como lo he explicado, prefiero el término de liberalismo, porque me parece el más exacto y porque, como lo he explicado, queda libre de equívocos que afectan a los otros nombres equivalentes.
Siento no estar en absoluto de acuerdo con Ud, pues la terminología está muy clara y muy determinada.
LIBERALISMO.-
DRAE: 1. m. Actitud que propugna la libertad y la tolerancia en las relaciones humanas.
2. m. Doctrina política que defiende las libertades y la iniciativa individual, y limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural.
LAICISMO.-
DRAE: 1. m. Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.
A usted, le parece lo mismo, pero son cosas, actitudes y comportamientos muy diferentes.
Si no conocemos bien al enemigo, NO LE PODREMOS VENCER.
El enemigo número UNO de la Iglesia Católica es el LAICISMO mundial de la New Age ( Nueva Era ).
Ejemplos:
Don Gregorio Marañón y Posadillo fue un gran hombre y un ejemplar y perfecto liberal.
ZPARO, es un laicista empedernido ( de liberal no tiene nada ) estatalista y totalitario de la peor calaña; y miembro de la internacional socialista ( donde no existen los liberales ) cuyos miembros son todos laicistas y muchos masones.
¿ Comprendido ?.
Póngase al día.
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JMI.- A la orden, Sr. Tormiz. Corro a ponerme al día.
(Con el Diccionario de la RA en contra ¿qué puedo hacer yo, sino callarme? Quizá debiera pensar en retirarme a un monasterio. Sin internet).
Beso humildemente su mano de sacerdote de Cristo.
( No se retire porfa, siga dando leña pero con más punteria y precisión ).
Amén.
La definición que trae la RAE de “liberalismo” tiene poca importancia en filosofía política. En rigor, hay “liberalismos”, y no “liberalismo”.
Pero es posible señalar un principio esencial, fontal, unificador de los “liberalismos”: el principio de libertad, en virtud del cual la libertad de coacción externa es el supremo valor de orden social y político; de modo que el bien común político equivale a esa libertad exterior, con limitaciones mínimas.
Luego vienen las derivaciones de ese primer principio liberal, según las diversas corrientes, escuelas, autores, etc.
Saludos.
Pero bueno mientras llega la hora su labor en internet con infocatólica es MARAVILLOSA. Continue con el liberalismo y todo lo demás a ver si por fin despertamos y nos ánimamos a ser parte del monasterio.
Con afecto en JESUS Y MARIA AUXILIADORA
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JMI.- Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera (Sta. Maravillas).
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JMI.- Vea mis artículos (33-38) en este mismo blog.
Creo entender que la primera persona en separar Estado y Dios, fue nuestro Señor al decir "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
Ello no implica que las cosas del César sean intrinsicamente malas o ajenas a Dios, pero Jesús mismo nos dijo "mi reino no es de este mundo".
Entiendo que las cosas de gobierno las dejó Dios a los hombres pero no para que hagan lo quieran con ellas, sino para que con humildad e inteligencia se sepan gobernar. Y que mayor ejemplo de como debemos comportarnos los unos para con los otros en un Estado que las parábolas que no dejó, basta mencionar la de los talentos, la del samaritano, la del hijo pródigo, etc.
Los Estados, aconfesionales, sea cual fuere su forma de gobierno, deben guiarse por el uso honesto y humilde de la razón, entender que la soberbia de crear superhombres que presuman que todo lo saben y que todo lo pueden nos conduce a la decadencia y ruina, al dominio de unos pocos sobre una inmensa mayoría que ha de clamar, y clama ya, por justicia.
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JMI.- A ver cómo se apañan los Estados, si no reconocen la soberanía de Dios y de Cristo, para gobernarse usando "honesta y humildemente la razón", simplemente por "la razón humana, sin tener para nada en cuenta a Dios", etc. (Syllabus 3, la cita que he hecho de Pio IX).
El concepto de "Estado laicista" ( no se puede decir " Estado laico " , pues sería una contradicción; comúnmente se llama LAICOS a todos los fieles bautizados que no han recibido el sacramento de Ordenes Sagradas y aún siendo creyentes y fieles cristianos no pertenecen propia y rigurosamente a un estado religioso clerical aprobado por la Iglesia.
La Iglesia siempre ha reconocido la vocación de los laicos de ejercer su misión en la Iglesia y así poder llegar a la santidad. Este reconocimiento se profundizó enormemente en el Concilio Vaticano II.
Los laicos somos miembros de la Iglesia, Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo) es lo opuesto al de "Estado confesional", y surgió históricamente de la separación Iglesia-Estado que tuvo lugar en Francia a finales del siglo XIX, aunque la separación entre las instituciones del estado y las iglesias u organizaciones religiosas se ha producido, en mayor o menor medida, en otros momentos y lugares, normalmente vinculada a la Ilustración y ciertamente a la Revolución liberal.
El término " libelalismos ", es demasiado amplio y lleva actualmente a muchas confusiones.
El liberalismo y el laicismo son términos en este momento muy diferenciados y con entidad y diferenciación propia.
La sana laicidad es perfectamente permitida por la Iglesia y su opuesto el LAICISMO, es el enemigo número
de la misma en este momento. El LAICISMO es la nueva herejía de la nueva era Acuario ( new age ) absolutamente falsa y diabólica, que está destrozando las sociedades, los modos y las costumbres cristianas.Es la herejía del final de los tiempos.
S.S. Benedicto XVI a los laicos: "Particularmente, confirmo la necesidad y la urgencia de la formación evangélica y del acompañamiento pastoral de una nueva generación de católicos comprometidos en la política, que sean coherentes con la fe profesada, que tengan rigor moral, capacidad de juicio cultural, competencia profesional y pasión de servicio hacia el bien común." Dicho en Roma en 15 Nov 08.
Afilemos las armas de la fe y todos en guardia y unidos, defendamos con valor a la santa Iglesia, contra la nueva , postmoderna y más peligrosa herejía del mundo actual: el LAICISMO ( New Age ) y su variante el RELATIVISMO.
La santa Iglesia, y muchos clérigos como JMI nos ayudaran.
Atentos saludos.
Hasta mediados de Septiembre amigos.
Saludos a todos.
Es más, si después del Vaticano II defiende la cristianización de las estructuras temporales como misión de los laicos, con mayor razón habrá de alcanzar esa cristianización al Estado y al Derecho, que se informarán del la ley natural Y del Evangelio. Cosa que el liberalismo no acepta, pues es una forma de naturalismo jurídico-político; y por naturalista, es laicista.
En cuanto a que el Esatado aconfesional que respeta el derecho natural... Risum teneatis? El derecho natural completo no puede ser conocido con certeza y sin error a menos que se acepte la Revelación (Vaticano I), por lo cual sólo podría ser, de facto, gnoseológicamente confesional y católico. Sí, el naturalismo ha olvidado la necesidad moral de la Revelación para conocer la ley natural y de la gracia para cumplirla.
Los estados aconfesionales, podrán perseguir a la Iglesia más o menos, es cuestión de grado, pero no reconocen la Realeza de Cristo, ni tratan a su Esposa como la ley divino-positiva lo exige, por lo que son laicistas.
Saludos.
Señores: No hay 160 Papas gobernando la Iglesia por mucho que pretendan centrarse en encíclicas del siglo XIX porque gusten más. Cada encíclica está enmarcada en un periodo histórico y el desarrollo del magisterio, en todos lo aspectos, es tarea de la Iglesia.
Eso no es hermenéutica de la ruptura Martin, en todo caso, quien pretende esa ruptura son aquellos que sólo citan magisterio del siglo anterior olvidando el actual.
Actualícese padre Iraburu, le digo lo mismo que Tormiz: Actualice su pastoreo de acuerdo con Benedicto XVI y no sólo con Pio XI. Gracias de antemano.
ENCÍCLICA
DEUS CARITAS EST
BENEDICTO XVI
"El Estado no puede imponer la religión, pero tiene que garantizar su libertad y la paz entre los seguidores de las diversas religiones; la Iglesia, como expresión social de la fe cristiana, por su parte, tiene su independencia y vive su forma comunitaria basada en la fe, que el Estado debe respetar. Son dos esferas distintas, pero siempre en relación recíproca."
[..]
"La fe permite a la razón desempeñar del mejor modo su cometido y ver más claramente lo que le es propio. En este punto se sitúa la doctrina social católica: no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado.
Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de comportamiento. Desea simplemente contribuir a la purificación de la razón y aportar su propia ayuda para que lo que es justo, aquí y ahora, pueda ser reconocido y después puesto también en práctica."
"No es tarea de la Iglesia el que ella misma haga valer políticamente esta doctrina: quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales.
Esto significa que la construcción de un orden social y estatal justo, mediante el cual se da a cada uno lo que le corresponde, es una tarea fundamental que debe afrontar de nuevo cada generación. Tratándose de un quehacer político, esto no puede ser un cometido inmediato de la Iglesia."
"La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales"
Padre Iraburu, ya sabemos que no hay mucho magisterio en temas político-sociales-Estado, pero ¿por qué olvida usted el magisterio actual y no lo menciona?
Tengo una docena de cartas tanto de JPII, como de Benedicto XVI. Todas, absolutamente todas, en la línea de separar Iglesia-Estado y centrándose exclusívamente en nuestra labor de evangelización como UNICA forma activa dentro de Estados aconfesionales y contra el peligro del LAICISMO beligerante.
Saludos cordiales
Esa “doctrina tradicional católica” que, para retomar palabras de Pío XI se expresa en la fórmula “Estado católico”, o en palabras de Pío XII, “Estado cristiano”, no sólo sigue siendo el ideal en cuanto al modo de relacionarse la Iglesia con la comunidad política, sino que el último Catecismo de la Iglesia católica, en una interpretación auténtica del Vaticano II, reafirma esa continuidad magisterial, en terminos claros para el buen entendedor:
2105 El deber de rendir a Dios un culto auténtico corresponde al hombre individual y socialmente considerado. Esa es “la doctrina tradicional católica sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religión verdadera y a la única Iglesia de Cristo” (DH 1). Al evangelizar sin cesar a los hombres, la Iglesia trabaja para que puedan “informar con el espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en la que cada uno vive” (AA 13). Deber social de los cristianos es respetar y suscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a conocer el culto de la única verdadera religión, que subsiste en la Iglesia católica y apostólica (cf DH 1). Los cristianos son llamados a ser la luz del mundo (cf AA 13). La Iglesia manifiesta así la realeza de Cristo sobre toda la creación y, en particular, sobre las sociedades humanas (cf León XIII, Carta enc. Immortale Dei; Pío XI, Carta enc. Quas primas).
Notará el lector, la expresa remisión a Immortale Dei (León XIII) y a Pío XI (Quas primas). Bastaría con leer esos documentos para comprender tanto la doctrina católica sobre la constitución cristiana del Estado (que no es la del naturalismo liberal) como la Realeza de Cristo, que se extiende a todas las realidades temporales, incluidos el Estado y el Derecho.
Y por si alguno pretextara que la libertad religiosa se opone al “Estado católico”, cosa muy frecuente entre catolicoliberales, que la conciben de modo naturalista, el Catecismo recuerda:
2109 El derecho a la libertad religiosa no puede ser de suyo ni ilimitado (cf Pío VI, breve Quod aliquantum), ni limitado solamente por un “orden público” concebido de manera positivista o naturalista (cf Pío IX, Carta enc. Quanta cura"). Los “justos límites” que le son inherentes deben ser determinados para cada situación social por la prudencia política, según las exigencias del bien común, y ratificados por la autoridad civil según “normas jurídicas, conforme con el orden objetivo moral” (DH 7).
También podrá notar el lector la expresa remisión a Quanta cura (Pío IX), documento que reprueba fuertemente el naturalismo asumido acríticamente por el liberalcatolicismo.
Por último, las palabras de Benedicto XVI no son aplicables en nada a la “doctrina tradicional católica” sobre el “Estado católico”, sino a formas no católicas de confesionalidad, como podría ser el caso de los estados musulmanes.
Saludos.
PS: Para una elemental comprensión de las nociones de “laicidad” y “confesionalidad” a la luz del Magisterio, sin las relativizaciones historicistas propias del liberalcatolicismo, sugiero la lectura del artículo de Luis Mª Sandoval:
http://www.es.catholic.net/abogadoscatolicos/435/2862/articulo.php?id=38212
Pero ¿a quien quiere usted manipular sr. Martin? ¿Usted cree que un católico va a seguir su interpretación sui generis del magisterio universal de la Iglesia?
¿qué autoridad magisterial tiene usted para cambiar las clarisimas palabras del Papa en su encíclica, destinadas a TODO católico en cualquier país y su papel dentro del Estado?
Le ofreceré MAS magisterio. Claro, diáfano, Papal, y de debido cumplimiento, asentimiento por parte de los católicos. Ni que decir por parte de los pastores.
La única autorizada para el desarrollo del masgisterio y la pastoral católica, es la Santa iglesia, no usted.
La Iglesia no busca Estado confesional sino aportar a la comunidad política
“Dignitatis Humanae” CVII no habla de sustituir la obligación moral de conciencia que tenemos todos los católicos, o de equiparar religiones, sino que otorga un derecho de libertad religiosa y de pensamiento. Son dos cosas distintas. En esencia, reconoce un derecho civil en este tema.
También expresa claramente que: "Sería lógica esa confesionalidad en una Nación, sólo cuando así lo exijan razones históricas, que son las “peculiares circunstancias de los pueblos"
¿Comprende Sr. Martin? El magisisterio universal actual expresa que SOLO es aconsejable la confesionalidad del Estado cuando existe MAYORIA de ciudadanos que son católicos y así lo desean.
Una cosa es mantener la tésis, sustentada en el Magisterio de la Iglesia que es obligación de todo católico, y otra es no querer asentir a la realidad temporal en la que nos encontramos y que explicitamente enseña el magisterio actual en relación con el papel de la Iglesia y la comunidad creyente frente al Estado moderno.
Para sustentarlo, le copio más. A no ser que se le ocurra calificar de no-católico a Juan Pablo II, que sería el colmo del despropósito y vanidad.
Las frases tanto de JPII, como las de Benedicto XVI en el tema Estado vs. no-confesionalidad SON claras Sr. Martin. No caben interpretaciones personales suyas. Están dirigidas y exhortan a los católicos europeos (no a los estados musulmanes como usted manipula)
JUAN PABLO II
ECCLESIA IN EUROPA
"En las relaciones con los poderes públicos, la Iglesia no pide volver a formas de Estado confesional.
Al mismo tiempo, deplora todo tipo de laicismo ideológico o separación hostil entre las instituciones civiles y las confesiones religiosas.
Por su parte, en la lógica de una sana colaboración entre comunidad eclesial y sociedad política, la Iglesia católica está convencida de poder dar una contribución singular al proyecto de unificación europeo"
"La Iglesia católica, una y universal, aunque presente en la multiplicidad de las Iglesias particulares, puede ofrecer una contribución única a la edificación de una Europa abierta al mundo".
Saludos cordiales
Lo que pasa es que la polisemia del término "laicidad", unida a la ignorancia del Magisterio, lleva a hacer esas lecturas católico liberales de sus textos.
Saludos.
He dicho:
-Por último, las palabras de Benedicto XVI no son aplicables en nada a la “doctrina tradicional católica” sobre el “Estado católico”, sino a formas no católicas de confesionalidad, como podría ser el caso de los estados musulmanes.
¿Sabe usted qué cosa es el "condicional"? Podría, PODRÍA, p o d r í a...
Pruebe usted que el Santo Padre está reprobando la doctrina tradicional católica (que el Vaticano II deja íntegra), y que hace "hermenéutica de la ruptura", y luego podría proseguir el debate.
Saludos.
Siglo XXI no tiene que probar nada, el texto de Benedicto XVI es meridianamente claro ( "In claris non fit interpretatio").
Todo lo anterior lo puede leer en ConoZe, arciprensa, catholic.net, blogs especializados en política católica, CEE y extraído al pie de la letra de vaticano.com bajo la sección encíclicas y cartas pastorales
No hay nada en el texto de Benedicto XVI que contradiga la doctrina tradicional católica sobre las relaciones Iglesia-Estado
Comento en bastardillas:
"La fe permite a la razón desempeñar del mejor modo su cometido y ver más claramente lo que le es propio. En este punto se sitúa la doctrina social católica: no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado.
La doctrina tradicional jamás enseñó que la Iglesia tuviera un poder sobre el Estado, ni que la potestad temporal derivase de la eclesiástica. Dos sociedades distintas, dos fines distintos. La teoría de Suárez sobre el “poder indirecto” no integró el Magisterio.
Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de comportamiento. Desea simplemente contribuir a la purificación de la razón y aportar su propia ayuda para que lo que es justo, aquí y ahora, pueda ser reconocido y después puesto también en práctica."
En todo de acuerdo con la doctrina tradicional, el Papa reafirma que la fe no es coercible. Tampoco puede imponer la Iglesia modos de comportamiento a los no bautizados, porque no tiene potestad sobre ellos.
...
"No es tarea de la Iglesia el que ella misma haga valer políticamente esta doctrina: quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales.
Nuevamente coherente con la doctrina tradicional. La Iglesia no es un partido o grupo político que quiere imponer su doctrina social como si fuese una plataforma partidaria. Además, la inspiración cristiana del orden temporal, compete inmediatamente a los laicos, no a la Iglesia en sentido jerárquico, que no obstante guía, sobre todo con su magisterio.
Esto significa que la construcción de un orden social y estatal justo, mediante el cual se da a cada uno lo que le corresponde, es una tarea fundamental que debe afrontar de nuevo cada generación. Tratándose de un quehacer político, esto no puede ser un cometido inmediato de la Iglesia."
Como siempre, reafirma que la Iglesia no tiene un fin político, sino supratemporal.
(III)
"La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales"
Reitera una vez más la doctrina tradicional. La Iglesia no se identifica con el Estado, ni puede reemplazarlo. Distinción sin confusión; colaboración sin separación.
Son principios claves que están clarísimos en la Tradición.
- Ante el laicismo, reivindicamos la sana laicidad del Estado que aquel usurpa, sin que esa autonomía implique independencia absoluta de Dios.
- La laicidad no es premisa del orden cristiano, sino consecuencia de sus principios.
- La apelación al derecho natural no es concluyente en la medida en que es negada su existencia y el auxilio divino para confirmarlo.
- La laicidad no es sino un mínimo, no una meta última, ni un desideratum
- Es inútil e impío querer darnos por satisfechos con un punto medio entre Cristo y el mundo.
- Tanto religiosa como intelectualmente no hay recurso que pueda sustituir el reinado Social de Nuestro Señor como salvación y meta.
http://www.es.catholic.net/abogadoscatolicos/435/2862/articulo.php?id=38212
Saludos.
Todo texto se interpreta. Se interpreta la Escritura, y es palabra de Dios, y también se interpreta el magisterio de los papas...
Los católicos no somos literalistas bíblicos al modo protestante.
Saludos.
El sentido del brocardo latino que he mencionado,y que es de amplio uso entre juristas, también entre canonistas, no es que no interpretemos, sino que ante un determinado texto, hemos de desconfiar de aquellas interpretaciones que se van por las ramas, olvidando lo obvio y lo claro que está presente en el texo (tu interpretación, aunque fuera en condicional, sobre la aplicación a los Estados Islámicos, tu interpretación según la cual el texto no se refiere al catolicismo ¡cuando se menciona expresamente a la Iglesia!) son ejemplos de manual del sentido profundo del brocardo "in claris non fit interpretatio". Especialmente, teniendo en cuenta la precisión y claridad meridiana del estilo de Benedicto XVI. Pero claro que se puede y se debe interpretar un texto: Podemos aplicar criterios literales (también es regla de interpretación jurídica, aunque no solo. vid. código civil español, art. 6) teleológicos, sistemáticos, históricos ( vid. Savigny) etc. Y muestro mi radical oposición a la interpretación literal de la Biblia, es uno de los mayores daños que se le ha hecho al cristianismo, fruto de la ignorancia y el dogmatismo.
Acabo de comentar el texto en tres mensajes I, II y III.
Por razones de brevedad, no voy a copiar y pegar textos magisteriales para hacer concordia entre Benedicto XVI y el magisterio tradicional.
Mi interpretación es la misma que hace el Catecismo de la Iglesia católica, recomendada por Benedicto XVI bajo la fórmula "hermenéutica de la continuidad.
Si hay argumentos, leo, y contesto en la medida de lo posible.
Saludos.
Daba la impresión que usted intentaba imponer sólo la tesis ocultando la pastoral que se enmarca en periodos históricos determinados y no son inamovibles; o tratar de ocultar la clara y meridiana exhortación magisterial en la relación iglesia vs. Estado en el siglo actual.
Nos somos protestantes, en efecto, ellos son los que interpetan libremente las escrituras y carecen de magisterio. En eso nos diferenciamos los católicos. No somos los autorizados para interpretar libremente el desarrollo magisterial o el depóstito de la Fe, sino la Madre iglesia a través del magisterio universal.
Queda claro, meridianamente claro por Benedicto y JPII, que la Iglesia hoy no pide el Estado confesional, ratifica la libertad religiosa, de conciencia (sin equiparar las demás religiones o el error) y afirma su misión en la sociedad
"Servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia [...]
La iglesia no puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales"
Bastante más claro está del puño y letra de Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret. ed. Planeta, pag 65
"En el curso de los siglos, bajo distintas formas, ha existido esta tentación de asegurar la fe a través del poder, y la fe ha corrido siempre el riesgo de ser sofocada precisamente por el abrazo del poder.
La lucha por la libertad de la Iglesia, la lucha por el reino de Jesús no puede ser identificada con ninguna estructura política, hay que librarla en todos los siglos. En efecto, la fusión entre fe y poder político siempre tiene un precio: la fe se pone al servicio del poder y debe doblegarse a sus criterios”
Más aún en el mismo libro, pag 64. Benedicto respecto al Reinado de Cristo
"El reino de Cristo es distinto de los reinos de la tierra y de su esplendor"
Respecto a partidos políticos, el papa Pacelli, Pio XII, fue muy claro
« Un partido político, aunque se proponga inspirarse en la doctrina de la Iglesia y defender sus derechos, no puede arrogarse la representación de todos los fieles, ya que su programa concreto no podrá tener nunca un valor absoluto para todos »
« Es evidente que la Iglesia no podría vincularse a la actividad de un partido, sin comprometer su carácter sobrenatural, y la universalidad de su misión. »
A ver si de una santa vez dejamos de ocultar la exhortación clara y magisterial sobre el papel de la Iglesia en el Siglo XXI frente al Estado moderno, aconfesional, y nuestra misión como católicos.
Tengo la impresión que no aprecia la razón lo suficiente; pues bien cito yo también al propio Pio IX:
"La misma Santa Madre Iglesia sostiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana partiendo de las cosas creadas"...(Vaticano I)
La razón la concede Dios a todos sus hijos, está presente en cada ser humano, y que mejor herramienta común para construir estados justos.
Dios en cambio, concede su gracia gratuitamente, y cuando lo hace no es sino una bendición para quien la recibe.
Respecto al liberalismo y sus derivados, dudo que hayan sido concebidos fruto de un verdero y libre ejercicio de la razón, por lo que los considero doctrinas contraproducentes y peligrosas para la administracion de los Estados.
Respecto a un "Estado Católico" o "cristiano" que menciona Martin Ellingham en su comentario, dudo que sea plausible y menos una opción deseable.
Comparto que "El deber de rendir a Dios un culto auténtico corresponde al hombre individual y socialmente considerado. Esa es la doctrina tradicional católica sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religión verdadera y a la única Iglesia de Cristo..."
Pero para nada se menciona que algún deber sea de los Estados para con Dios. Simplemente no es lo mismo sociedad y Estado. La Iglesia Católica, como comunidad de fieles, es una sociedad amplia y trasciende los limites de los Estados y no corresponde a la Iglesia mezclarse en las cosas temporales del Cesar. Cuando lo hace yerra y enormente.
1) ¿Y si tu interpretación del magisterio de Benedicto XVI fuera deficiente, i.e.: incompleta, sesgada, historicista, discontinua respecto del magisterio precedente, etc.?
2) ¿Y si tu interpretación del magisterio de Benedicto XVI confundiera el aspecto doctrinal con el prudencial?
3) ¿Y si tu interpretación del magisterio de Benedicto XVI considerara como óptimo lo que es apenas un mínimo?
Si te place, puedes considerar las preguntas como retóricas...
En cuanto a mis opiniones personales, no pretendo que sean magisterio eclesiástico. Lo que denomino “liberalcatolicismo” como régimen político, rige en España desde 1978. Resultados a la vista…
Saludos.
Las opiniones de un papa como teólogo privado nunca tienen el mismo peso que el magisterio. Y lo digo a pesar del enorme aprecio y admiración que tengo por Joseph Ratzinger.
Saludos.
Por otra parte tu último escrito está lleno de prejuicios sobre una supuesta interpretación que no he hecho, paraces querer arremeter contra fantasmas, pero nada de tus conjeturas en torno a mi supuesta interpretación tiene base racional alguna.
La encíclica dice lo que dice y me parece que está muy bien dicho. ¿Te lo parece a tí?
Agradezco mucho a todos los comentaristas su colaboración al blog, porque precisan, amplían, contrarían, refuerzan mi artículo. Y lamento no tener tiempo para intervenir en las discusiones que se forman. Felizmente hay en la Sala de Comentarios de un lado y de otro espadas bien afiladas. Alguna vez tengo tiempo para intervenir, sobre todo si es posible hacerlo brevemente. Pero normalmente estoy ocupado en un buen número de tareas aparte de este blog. Y en el tiempo que le dedico, me pongo a trabajar el artículo siguiente, lo que me exige no pocas horas. No podría sacarlo adelante si me introdujera en la discusión de los comentarios, que en éste, son ya 54, y varios de ellos bastante documentados y argumentados. Imposible.
Por otra parte, yo tengo mi orden temático más o menos preestablecido, y gran parte de los comentarios, aunque no se separen demasiado del artículo que comentan, tratan de temas que tengo previsto tratar directamente en otros artículos próximos con orden y cuando les toque.
Gracias de nuevo.
Ni usted ni yo hemos hablado de ruptura o interpretaciones magisteriales extrañas respecto a países musulmanes sino del magisterio exacto, claro y conciso de Benedicto XVI referente a la misión del católico en el S. XXI y la relación Iglesia vs. Estado; la libertad religiosa y de conciencia.
Les guste, disguste o traten de darle un giro interesado, el magisterio universal de Benedicto es meridianamente claro. Como comprenderá, un católico no va a asentir con interpretaciones personales de contertulios en internet, o seguir la pastoral política-social del orden temporal en el siglo XIX, de lo contrario estariamos todavía con Principados Papales.
La filiación católica exhorta a seguir al magisterio universal de la Iglesia y a su Vicario en la tierra, el cual no deja duda en este tema como se puede leer más arriba.
Lo que me extraña es que el padre Iraburu no mencione al magisterio actual respecto a la separación Iglesia-Estado y a la no confesionalidad, porque informar sobre el liberalismo, la revolución francesa, comunismo, fascismo, que no son 100% compatibles con la DSI e incluso ideologías condenadas en algunos casos, es básico y pertenece al marco histórico cuando surgieron tales ideologías.
Los enemigos de hoy son otros (laicismo extremo, secularismo, ateísmo militante, lobbys de presión, organizaciones politicas de poder mundial etc)
De lo que se trata es de informar a los católicos sobre qué es lo que enseña el magisterio actual sobre confesionalidad, separación
Estado Iglesia, misión en una sociedad donde se convive con otras religiones, el laicismo beligerante, la evangelización para reflejar de forma individual, y no estatal, la salvación del hombre.
Un saludo cordial
Jorge, de acuerdo con su mensaje
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JMI.- Dice Siglo XXI: "Lo que me extraña es que el padre Iraburu no mencione al magisterio actual respecto a la separación Iglesia-Estado y a la no confesionalidad", etc. Yo hablo en cada artículo de lo que hablo, y no de otros temas de los que hablaré, D.m., en otros artículos.
Me parece que el texto de Benedicto XVI sobre el que me preguntas, en su aspecto doctrinal, se ha de interpretar a la luz de la «hermenéutica de la continuidad», i.e., en continuidad con la Tradición y el magisterio precedente de la Iglesia, secular y reiterado, en muchos de los temas que aquí se han debatido.
Sobre el «Estado confesional» católico, te copio lo que dijo la comisión redactora de la «Dignitatis humanae» en la «Relatio de textu emmendatu», y fue meridianamente claro para los Padres del Vaticano II que votaron el texto conciliar:
«Si res bene intelligitur, doctrina de libertate religiosa non contradicit conceptui historico sic dicti status confessionalis. (…) Non tamen prohibet, quin religio catholica iure humano publico agnoscatur tamquam communis religione, seu quin religio catholica iure publico stabiliatur tamquam religio status.» (Acta Synodalia Sacrosanti Concilii Oecumenici Vaticani II, Typis Polyglittis Vatcicanis, vol. III, pars VIII, p. 463)
Otra cosa es el juicio prudencial sobre la posibilidad y conveniencia del «Estado católico».
Saludos.
Me parece que hay mucha confusión, porque no es lo mismo, estado que gobierno.
Estado es todo un país, donde conviven católicos, no católicos y ateos, todos con el mismo deber y derecho, de un buen gobierno.
Un gobierno para todos, no quiere decir que no puede profesar su vocación religiosa, la constitución argentina sostiene el culto católico apostólico romano, o sea que el presidente debe ser un laico católico, para nada significa que esta vocación secular lo separe de la iglesia y de la comunidad eclesial.
Siento, que si los laico-políticos no tienen bien en claro esta situación, seguirá el divorcio entre gobierno- iglesia, sin poder, ser fiel en la administración encomendada.
Las sectas y los ateos, si es que ya no están adentro, esperan una legalización.
Un abrazo.
De ahí los discursos de Benedicto XVI ante la Conferencia Episcopal Italiana, en Roma 2006, sobre la sana laicidad Estatal vs. laicismo militante.
La Iglesia especifica (jorge en su comentario 8:13pm)
"El deber de rendir a Dios un culto auténtico corresponde al hombre individual y socialmente considerado. Esa es la doctrina tradicional católica sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religión verdadera y a la única Iglesia de Cristo..."
Gaudium Spes 76
La comunidad politica y la Iglesia
Es de suma importancia, sobre todo alli donde existe una sociedad pluralistica, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad politica y la Iglesia y distinguir netamente entre la accion que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a titulo personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la accion que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunion con sus pastores.
La Iglesia, que por razon de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad politica ni está ligada a sistema politico alguno, es a la vez signo y salvaguardia del caracter trascendente de la persona humana.
La comunidad politica y la Iglesia son independientes y autonomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso titulo, estan al servicio de la vocacion personal y social del hombre.
Este servicio lo realizaran con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto mas sana y mejor sea la cooperacion entre ellas, habida cuesta de las circunstancias de lugar y tiempo.
La Iglesia, por su parte, fundada en el amor del Redentor, contribuye a difundir el reino de la justicia y de la caridad en el seno de cada nacion y entre las naciones. Predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de la accion humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad politicas del ciudadano.
Es preciso que cuantos se consagran al ministerio de la palabra de Dios utilicen los caminos y medios propios del Evangelio, los cuales se diferencian en muchas cosas de los medios que la ciudad terrena utiliza.
Ciertamente, las realidades temporales y las realidades sobrenaturales estan estrechamente unidas entre si, y la misma Iglesia se sirve de medios temporales en cuanto su propia mision lo exige.
No pone, sin embargo, su esperanza en privilegios dados por el poder civil; mas aun, renunciara al ejercicio de ciertos derechos legitimamente adquiridos tan pronto como conste que su uso puede empañar la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de vida exijan otra disposicion.
Es de justicia que pueda la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina social, ejercer su mision entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden politico, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvacion de las almas, utilizando todos y solos aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos segun la diversidad de tiempos y de situaciones.
No se confunde nada. Ad impossibilia nemo tenetur...
La distinción tesis/hipotesis sigue siendo útil para hacer hermenéutica de la continuidad.
Saludos.
He seguido meditando este post, en especial el texto del mismo que he copiado más arriba, y que vuelvo a copiar:
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" Todos los derivados políticos del liberalismo son hijos naturales suyos –democracia liberal, totalitarismos socialistas o comunistas, nazis o fascistas, dictaduras de un partido único o de líderes populares, etc.–..."
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Y lo vuelvo a señalar , porque allí, en esa densa aunque escueta definición-clarificación, responde Ud. a un interrogante que yo siempre me he planteado : ¿COMO DEFINIR AL CAMALEONICO ENEMIGO QUE COMBATE, ARRINCONA E INFILTRA A LA IGLESIA? Porque para mí siempre fue evidente que todas esas "formas de gobierno" tienen y tenían un fuerte componente tiránico, desde que intentan imponerse como "formas de vida", o sea, como religión. Y ese componente tiránico, ese mínimo común denominador que subsiste en sistemas (en apariencia) tan disímiles, es el LIBERALISMO.
(Pienso que no es casualidad que la Revolución Francesa haya obsequiado a la Revolución Americana el ícono de la Libertad -liberal-).
Liberalismo bien entendido, claro, tal como Ud. lo propone y como lo ha entendido Martín Ellingham. Lamentablemente, cuando el sabio señala al cielo, no faltan quienes se quedan mirando el dedo. O el DRAE. O interpretan en clave rupturista. O creen (o quieren hacer creer) LO QUE EL LIBERALISMO DICE DE SI MISMO. ¡Vamos!
Sabemos que el Liberalismo es Pecado y es Herejía. Y yo creo que es también Religión. Una una super religión que propone -e impone - un super dogma: el Dogma de la Inmaculada Concepción del Género Humano.
Dogma que permea todas las "formas de gobierno" que se derivan del Liberalismo, señaladas por Usted.
Dogma que se propone por la filosofía (Rousseau et al), y que se impone por la praxis política de las mencionadas "formas de gobierno", y por la insoportable presión del Aparato Cultural (Medios) que, no casualmente, ADOLECEN DE UN GIGANTISMO INUSITADO en todas las tales "formas de gobierno".
Dogma que una vez inculcado, CONVIERTE EN ESTERIL LA EVANGELIZACIÓN, porque si no existe el Pecado Original, ¿para qué necesitamos Redención? ¿A qué habrá venido NSJC? ¿Qué sentido tiene la Inmaculada Pureza de la Ssma. Virgen, si todos somos impecables? ¿Que sentido tiene la Iglesia?
Por eso creo que el Liberalismo es una religión, o está indisolublemente informado por ella. Religión que, por sus especialísimas características - negar el Pecado original, negar el Orden Natural, alejar a las almas de la salvación, actuar de manera confusa, reptante y encubierta - se me presenta con claras connotaciones satánicas.
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JMI.- Por ahí va la cosa. Ese gran católico argentino, Alberto Caturelli, lo explica muy bien en la obra que le publicamos en la Fundación GRATIS DATE, Liberalismo o apostasía.
No se puede ser más papista que el Papa y hacer apologética que la Iglesia no hace. La Iglesia no reivindica sistema de gobierno alguno, ni estrutura de organización social, ni ideología política, ni se identifica o favorece a partidos politicos, ni va contra la democracia (en su versión que respete unos mínimos de la ley natural), ni predica el totalitarismo sino que lo rechaza, ni reivindica hegemonía política católica en los Estados.
Si esto queda abosultamente claro, la misión de la Iglesia en el mundo y el deber de todos los católicos en las sociedades actuales está especificado en el magisterio.
He visto que repetitivamente, en estos foros, se oculta lo que he escrito y sólo se enfatiza la tésis, la cual, la Iglesia no impone o reivindica en el Estado moderno.
He visto que en este blog no se hace referencia a las decenas de cartas pastorales que Benedicto XVI tiene publicadas, como Papa (no como teólogo), aparte de la encíclica a la que hice referencia (además de Caritas in Veritate que también reitera lo que he expuesto).
Otra muestra entre decenas de ellas
Benedicto XVI ante la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos en el Palacio Apostólico del Vaticano
21/5/2010
Los cristianos no buscan la hegemonía política
Ciudad del Vaticano.- El Papa negó hoy que los cristianos pretendan establecer una hegemonía política o cultural en la sociedad moderna, pero reivindicó el derecho de los feligreses a participar en los gobiernos para buscar el bien común.
Al recibir a los asistentes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos en el Palacio Apostólico del Vaticano, el pontífice rechazó que la misión de la Iglesia sea formar técnicamente a los políticos aunque defendió su papel como “orientadora” social.
“La misión (de la Iglesia) es dar su juicio moral incluso sobre cosas que corresponden al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona y la salvación de las almas, utilizando sólo aquellos medios que son conformes al evangelio y al bien de todos”, dijo.
“Compete a los fieles laicos –agregó- participar activamente en política, siempre coherentes con las enseñanzas de la Iglesia, compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en la dialéctica democrática, en la búsqueda de amplios consensos”.
Según el obispo de Roma la política reclama de los cristianos un “fuerte empeño” en la construcción de una “vida buena” en las naciones y por ello consideró urgente la necesidad de “políticos auténticamente cristianos”.
Reconoció que se trata de un “reto exigente” porque los tiempos actuales presentan “grandes y complejos problemas”.
El Papa Benedicto XVI constató la caída de los paradigmas ideológicos del pasado mientras, en la actualidad, se difunde un “confuso relativismo cultural”, marcado por un individualismo utilitarista y hedonista que debilita la democracia y favorece el dominio de los poderes fuertes.
Por ello urgió a recuperar una “auténtica sabiduría política”, yendo más allá de todo reduccionismo ideológico o pretensión utópica, mostrarse abiertos a todo verdadero diálogo y colaboración, teniendo siempre en cuenta que la política es un “complicado arte de equilibrio entre ideales e intereses”.
“La contribución de los cristianos será decisiva sólo si la inteligencia de la fe se convierte en inteligencia de la realidad, clave de juicio y de transformación. Es necesaria una verdadera revolución de amor”, ponderó.
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JMI.- "He visto que en este blog no se hace referencia a las decenas de cartas pastorales que Benedicto XVI tiene publicadas, como Papa (no como teólogo), aparte de la encíclica a la que hice referencia (además de Caritas in Veritate que también reitera lo que he expuesto)".
Siglo XXI
En la discusión que ud. tiene, especialmente con Martín E., entran en unos temas (confesionalidad del Estado, sana laicidad, etc.) que yo no he tocado (todavía) en absoluto. En los temas que he tocado, sí he citado a Benedicto XVI siempre que recordaba yo algo atinente al caso, y lo mismo de Juan Pablo II. No los cito para iluminar asuntos de los que no he hablado una palabra. Y siempre que puedo, igualmente, cito al Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia.
En estos primeros temas que voy exponiendo, muy de fundamentación, es lógico que dé preferencia a las grandes Encíclicas monográficas sobre ciertos principios que la Iglesia establece sobre aquello que los católicos han de vivir en materias políticas. No hay, ni remotamente, documentos políticos comparables en los últimos decenios. Precisamente yo pido a Dios (97) que conceda a su Iglesia en nuestro tiempo un buen número de grandes Encíclicas sobre los cristianos en la vida política, y si hace falta, que celebre sobre el tema un Concilio.
Lo mismo, expresado en negativo. De lo que he escrito en estos tres primeros artículos, CATÓLICOS Y POLÍTICA, nada entra en conflicto con ninguna enseñanza dada por Juan XXIII, JPablo II o Benedicto XVI.
Si el núcleo de su argumentación es copiar y pegar textos de Benedicto XVI por todos conocidos para darles determinado sentido; en base a las remisiones expresas del último Catecismo a Immortale Dei, Quas primas, Quanta cura, etc., podrían copiarse decenas de textos en sentido contrario. Hacerlo, para mí, carece de interés.
La Iglesia, que además de maestra es madre, no pide peras al olmo. El liberalcatolicismo nos quiere hacer creer que para la Iglesia los olmos son perales. Non sequitur…
Saludos.
Se agradece a Gratis Date por ponerlo en línea.
Habiendo hecho una rápida lectura en diagonal, reescato cuando afirma Caturelli que en una sociedad sacral, el hombre intenta permanecer Libre del Pecado y Esclavo de la Justicia.
Todo lo contrario de ahora, cuando el hombre se considera libre de la justicia y es -objetivamente, lo dicen los diarios - esclavo del pecado : corrupción, violencia hasta el asesinato, adulterios, droga, homosexualidad, mentira. Herejía y apostasía.
Cosas que hubo siempre, claro, y va a haber hasta el fin de la Historia, pero jamás antes de la manera desatada y general que vemos ahora.
Si traigo a Benedicto XVI (quién mejor que él) y copio su pastoral, es para no caer en el error de muchos: interpretar o descartar lo que no les agrada
Copiando el texto de forma fehaciente no quedan dudas sobre las recomendaciones y a lo que se nos exhorta.
A lo mejor es que usted insinúa que no se debe hacer caso a Bendicto XVI, ni a sus escritos, ni a sus exhortaciones al Consejo Pontificio de laicos, ni a JPII ante el Consejo Europeo, ni a BXVI en sus circulares a las Conferencias Episcopales, ni al Sínodo de los Obispos, ni a la Gaudium Spes, etc. etc
¿Para qué elaborar una pastoral desde el Vaticano si los católicos no la necesitamos? ¿Para qué escribir encíclicas en el S. XXI sobre gobiernos, política, economía, globalización y el rol de la Iglesia en los Estados?
¿verdad Martin? Mejor seguir pretendiendo ilusamente que hay que imponer la tésis, reivindicar lo que la Iglesia NO reivindica, ocultar la pastoral del magisterio en su desarrollo histórico, o descartar a Bendicto XVI y sus escritos pastorales.
Por ejemplo ¿Insinúa usted que Benedisto XVI, al escribir Jesús de Nazaret hace sólo un año, atenta contra el magisterio?
Ya sabemos que su libro no es magisterio ordinario pero, aún así, ¿Pretende decirnos a los católicos que usted está en lo correcto y Benedicto XVI no?
"En el curso de los siglos, bajo distintas formas, ha existido esta tentación de asegurar la fe a través del poder, y la fe ha corrido siempre el riesgo de ser sofocada precisamente por el abrazo del poder.
La lucha por la libertad de la Iglesia, la lucha por el reino de Jesús no puede ser identificada con ninguna estructura política, hay que librarla en todos los siglos. En efecto, la fusión entre fe y poder político siempre tiene un precio: la fe se pone al servicio del poder y debe doblegarse a sus criterios”
BXVI (Jesús de Nazaret)
Me va a pedonar, Martin, pero entre seguir sus recomendaciones y las de un teólogo magistral como Benedicto, y más ahora como Papa cuyo desarrollo magisterial le compete, con sobradas muestras de sapiencia en teología de la Revelación, no hay duda a quien debo seguir.
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JMI.- Perdón que les interrumpa en la discusión que lleva con Martín E. Pero me gustaría que respondiera ud. lo que digo a Siglo XXI en su comentario de las 14,49 hs.
No obstante, los temas que aquí tratamos aunque puedan adelantarse a los artículos del padre Iraburu, aluden de forma directa a la labor politico-social de un católico o la misión de la iglesia en el Estado moderno.
Un saludo
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JMI.- No hace falta que en mi nota haya ningún interrogante (?) para responder a lo que le he dicho.
¿Para Ud. es un "error" el "interpretar" los documentos pontificios?
¿Cuando Ud. copia y pega documentos, que presumo ha leído previamente, no los "interpreta"?
Saludos.
Deja que la verdad de las cosas, se manifieste sola.
La evidencia, es por sí EVIDENTE.
Con evidencia, EVIDENTE. Sin más. Solo eso.
La evidencia es unipolar y plenamente sencilla y remanente. No me sea redicho.
¿ Sabe Ud, de donde procede la remanencia EVIDENTE del Pneuma Agion ?.
Mire su DRAE: (Del lat. evidentĭa).
1. f. Certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar.
¿ Es usted tan inteligente, que es capaz de dudar de la evidencia ?. No me sea necio. Dios existe y su existencia es sumamente EVIDENTE.
No dude de lo evidente.
No le de más vueltas y no me suelte más latinajos, que conozco mejor que usted ( soy Astrofísico, Filósofo y Prof. de Teodicea ).
Me refiero a la EVIDENCIA en sí, y NADA MÁS.
Usted mira las estrellas y ve solo la punta de su dedo.
Me voy a Oslo a dar unas conferencias. No le podré contestar.
Respetuosos saludos.
Sutilísimo, brillante. Una estupenda ironía per se nota, si se me perdona la expresión.
No sea "procastinator", no posponga las conferencias de Oslo, que son más importantes que burlarse de un servidor. :)
Mis respetos.
Si el siguiente mensaje no ayuda, bórrelo, por favor.
- Hay un orden lógico en el tratamiento progresivo de los temas. Cuando se trata de cuestiones morales, como en el presente caso, es usual comenzar con lo más u n i e r s a l (=principios) para llegar a lo p a r t i c u l a r (=lo prudencial). Por tanto, no es lógico, ni justo, reprochar que en la exposición de los PRINCIPIOS está ausente el tratamiento de lo PRUDENCIAL.
- Algunos principios morales que pueden ayudar a resolver mejor las cuestiones prudenciales. En enumeración, no exhaustiva, importa recordar:
1) que las obligaciones morales positivas: no obligan siempre y en toda circunstancia; tampoco cuando hay imposibilidad de cumplirlas; a veces, tampoco obligan cuando hay grave incomodidad para cumplirlas; en determinadas circunstancias, admiten dispensa;
2) la cooperación con el mal que realizan otros puede ser lícita bajo determinadas condiciones;
3) la tolerancia, en cuanto importa un no impedir, puede tener cierta razón de cooperación (material) en el pecado ajeno, pero ser lícita mediando causa proporcionada.
Saludos.
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JMI.- Muchas gracias.
Gracias también de mi parte.
Cuando Juan Pablo II (Ecclesia en Europa) dice: “En las relaciones con los poderes públicos, la Iglesia no pide volver a formas de Estado confesional.” ¿Usted está de acuerdo o no?
Cuando Benedicto XVI afirma en su libro: “En efecto, la fusión entre fe y poder político siempre tiene un precio: la fe se pone al servicio del poder y debe doblegarse a sus criterios” ¿Usted está de acuerdo o no?
Cuando Jesucristo dice: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" ¿Usted está de acuerdo o no?
Cuando el diablo ofrece a Jesucristo "todos los reinos del mundo" y Él los rechaza. ¿Usted está de acuerdo o no?
Conocer la opinión al respecto del padre Iraburu también podría ser interesante al respecto.
1) Estoy tan de acuerdo con el Magisterio que usted cita, como con el n. 1 de la Dignitatis humanae, que deja íntegra la doctrina tradicional sobre las relaciones Iglesia-comunidad política (tal como se desprende de las Actas del Vaticano II, del testimonio de peritos y Padres conciliares, etc.), como con el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2104-2109), que reitera esa continuidad doctrinal, y remite nada menos que a Immortale Dei y Quas Primas, documentos monográficos sobre la constitución cristiana de los estados y sobre la Realeza social de Cristo.
2) Y contra la falacia de la no-interpretación, digo: la persona que dice comprender lo que lee y cita, pero que dice no interpretarlo, no obraría como un ser humano. Porque la inteligencia humana es locutiva, discursiva, y emplea el lenguaje como instrumento para pensar; de manera que la interpretación es connatural al uso discursivo del intelecto humano.
Por tanto, debo presumir que si usted o Siglo XXI no interpretan lo que leen y citan, se debe a que tienen inteligencias angélicas. Caben otras explicaciones posibles, pero prefiero no mencionarlas…
Saludos.
No he negado nunca que hasta en un mero enunciado exita una interpretación. Lo que he negado es que me parezca correcta la interpretación tan rebuscada, a veces absurda, que usted ha pretendido realizar de esos textos (no quisiera repetir lo de los Estados isl
amicos, con condicional incluido, etc). Mientras más palabras se necesiten para justificar una interpretación o una teoría, más probabilidades de que esa interpretación sea errónea (criterio hermenéutico utilizado muy frecuentemente y criterio usual en la ciencia para corroborar hipótesis).
¿En base a qué criterio hermenéutico afirma usted que la frase "la Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno" es prudencial?
En un acto magisterial auténtico, y no en un libro privado, León XIII dijo lo siguiente:
«...Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza.» (Immortale Dei, 9)
Saludos.
06/08/10 5:31 PM"
Es un principio doctrinal, no prudencial. Y recontra sabido desde León XIII, por lo menos: lea Immortale Dei, Libertas, etc.
Saludos.
«Dios ha repartido, por tanto, el gobierno del género humano entre dos poderes: el poder eclesiástico y el poder civil. El poder eclesiástico, puesto al frente de los intereses divinos. El poder civil, encargado de los intereses humanos. Ambas potestades son soberanas en su género. Cada una queda circunscrita dentro de ciertos límites, definidos por su propia naturaleza y por su fin próximo. De donde resulta una como esfera determinada, dentro de la cual cada poder ejercita iure proprio su actividad. Pero como el sujeto pasivo de ambos poderes soberanos es uno mismo, y como, por otra parte, puede suceder que un mismo asunto pertenezca, si bien bajo diferentes aspectos, a la competencia y jurisdicción de ambos poderes, es necesario que Dios, origen de uno y otro, haya establecido en su providencia un orden recto de composición entre las actividades respectivas de uno y otro poder. (...) Si así no fuese, sobrevendrían frecuentes motivos de lamentables conflictos, y muchas veces quedaría el hombre dudando, como el caminante ante una encrucijada, sin saber qué camino elegir, al verse solicitado por los mandatos contrarios de dos autoridades, a ninguna de las cuales puede, sin pecado, dejar de obedecer. (...) Es necesario, por tanto, que entre ambas potestades exista una ordenada relación unitiva, comparable, no sin razón, a la que se da en el hombre entre el alma y el cuerpo.» (Immortale Dei, 6)
Siento decepcionarle, pero la frase que entrecomillo no es de Benedicto XVI, sino de la Encíclica Gadium et Spes.
Por favor, relea lo que escribí:
1) Entrecomillé lo que escribió usted y lo copié;
2) NO se lo atribuí a Benedicto XVI;
3) Usted mencionó en mensaje precedente: "Cuando Benedicto XVI afirma en su libro...".
Saludos.
Dice Digitatis Humanae: "Este Concilio Vaticano estudia la sagrada tradición y la doctrina de la Iglesia, de las cuales saca a la luz cosas nuevas, de acuerdo siempre con las antiguas".
Desde el respeto escrupuloso al principio de continuidad ("de acuerdo siempre con las antiguas") "este Concilio saca cosas nuevas": Principio de libertad religiosa, por ejemplo. Respetando el principio de continuidad el principio de libertad religiosa introduce una nueva perspectiva a cuya luz se ha de interpretar la valiosa tradición, sin rupturas, con continuidad, pero precisamente porque no hay ruptura no se puede cortar con las aportaciones del Concilio y con la de los Papas posteriores. Eso es precisamente lo que hacen Juan Pablo II, y Benedicto XVI, enriquecer y continuar la tradición a la luz del Concilio (del principio de libertad religiosa entre otros) y aplicarlos al final del siglo XX y XXI. Pero eso no indican que sus textos sean siempre prudenciales, hay infinidad de textos magisteriales en la materia y limitarse a citar a textos preconciliares sí es una manera de introducir la ruptura, de no integrar el magisterio en torno al principio de libertad religiosa y a sus consecuencias en las relaciones Iglesia-Estado en nuestro siglo.
En su mensaje de 06/08/10 5:45 PM usted dice algo que es inexacto. Pienso que lo ha hecho por inadvertencia. Antes de proseguir el debate sobre nuevas cuestiones, sería bueno para mí saber si rectifica lo que antes ha dicho.
Saludos.
http://www.youtube.com/watch?v=ooug1Np7pI8
Tanto en los textos anteriores como en los posteriores al Vaticano II hay elementos de índole doctrinal y elementos de índole prudencial. Por tanto, la distinción entre ambos aspectos es necesaria, si se quiere hacer "hermenéutica de la continuidad" y salvar contradicciones que son aparentes. Ni todo lo que enseñan Juan Pablo II y Benedicto XVI es sólo prudencial o sólo doctrinal, ni lo enseñado antes tampoco.
Se lo digo con respeto y humildad: ¿alguna vez leyó y estudió detenidamente Immortale Dei, Quas Primas y Quanta cura? Porque con los planteos que me hace, no me parece.
Si el núcleo de una argumentación "teológica" consiste en copiar y pegar textos actuales, y darles determinado sentido (=interpretación A); también es posible, copiar y pegar otros textos actuales, o pretéritos, en sentido contrario (=interpretación B).
¿Por qué es legítimo remitirse textos pretéritos?
Porque así lo ha reconocido expresamente:
1) El Vaticano II en sus textos. Los peritos y padres conciliares en los debates del Vaticano II.
2) Juan Pablo II en el MP Ecclesia Dei;
3) Benedicto XVI al hablar de "herméutica de la continuidad", ¿continuidad con qué? ¡Con la Tradición, con el magisterio precedente!
Podría citar una docena de teólogos y canonistas -dos de ellos peritos en el Vaticano II- en favor de una hermenéutica que integra perfectamente el magisterio precedente sobre las relaciones Iglesia-comunidad política (tesis/hipotesis) con la libertad religiosa de la Dignitatis humanae.
Pero le voy a sugerir un autor, consultor de la Congregación de la Doctrina de la Fe, y tiene dos trabajos muy serios: Mons. Fernando Ocáriz Braña. Los trabajos se publicaron en:
- ANNALES THEOLOGICI 3 (1989), ps. 71-97.
- SCRIPTA THEOLOGICA 27 (1995/3), ps. 865-883.
El primero es el más importante, porque analiza la continuidad o posible ruptura de Dignitatis humanae con el magisterio precedente. El segundo es un complemento, sobre el tema de la tolerancia.
A su vez, en el primer artículo de Mons. Fernando Ocáriz, remite a los monumentales trabajos de Victorino Rodríguez, op.
Insisto: el problema con la hermenéutica "católicoliberal" del Vaticano II y los papas posteriores, es que idealizan lo que objetivamente, a la luz de la Tradición, no puede ser un ideal porque es una catástrofe.
Lo que Pío XII llamó "apostasía de las masas", que es el fundamento de las actuales opciones pastorales y prudenciales, es un MAL SOCIAL OBJETIVO.
Saludos.
Respecto a los criterios hermenéuticos, lo de las ciencias era un ejemplo, en todo caso representativo de una lógica hermenéutica aceptada en múltiples campos, también en la hermenéutica canónica. Si estudia los criterios de interpretación del Derecho Canónico, verá como (mutatis mutandi) no distan mucho de los propios del Derecho Civil:
Código Canónico, Canon 17: "Las leyes eclesiásticas deben entenderse según el significado propio de las palabras, considerado en el texto y en el contexto; si resulta dudoso y obscuro se ha de recurrir a los lugares paralelos, cuando los haya, al fin y circunstancias de la ley y a la intención del legislador."
Código Civil español, Art. 6: " Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas.
Entiendo que puede ser canonista, tal vez ha estudiado en la UNAV, o con textos de autores de esa "escuela" canónica.
Los textos jurídicos contienen, por lo general, proposiciones prácticas, mientras que el Magisterio es más complejo: tiene proposiciones especulativas, especulativo-prácticas y práctico-prácticas (prudencia). Por eso le señalo el peligro de extrapolar los criterios de interpretación jurídica, e incluso canónica, a la Teología.
Saludos.
En absoluto es contraproducente citar textos preconciliares, sí lo es el no analizarlos a la luz del magisterio actual (en esto consiste el magisterio de la continuidad).
Me parecen muy interesantes los libros que cita, la bibliografía en este sentido es extensísima y de criterios muy variados, usted se encuentra más cómodo con algunos autores, me parece muy bien.
Es evidente que ni yo le voy a convencer a usted ni usted a mí, tenemos visiones eclesiológicas muy diferentes. Creo en todo caso que no es fácil dialogar cuando desde el principio se utilizan prejuicios o etiquetas (catolicoliberal, etc.) para definir posiciones que como la de SXXI o la mía se encuentran en plena consonancia con el magisterio de la Iglesia. De hecho no hemos parado de argumentar en base a ello.
Un cordial saludo.
Agradezco tu cordialidad y pido disculpas por mis excesos.
Como cierre, por mi parte: algunos sostenemos que un Estado que diera el mismo tratamiento jurídico a la Iglesia de Cristo y a la “iglesia de Satán” (la de Anton Lavey está legalmente reconocida en los EE UU) jamás podría ser considerado como un ideal cristiano. Podremos padecer o tolerar a un Estado cuyos principios jurídicos legitiman esa paridad blasfema, pero jamás creeremos que es un ideal que la autoridad pública trate de igual manera a la Esposa y a una ramera.
Saludos.
Ningún católico desea una sociedad apóstata o contraria a la Ley natural inscrita por Dios en el corazón del hombre: ningún católico asiente feliz ante una estrutura social o sistema de gobierno que rechaza al Creador y no permite la misión salvadora y evangelizadora entre los hombres (laicismo, ateísmo militante).
Es nuestro deber combatir tal situación y dar testimonio de nuestra fe en aras de una evangelización como hicieron los primeros cristianos. Pero esa situación no se combate desde la imposición legal de la fe a los ateos o creyentes de otras religiones. Mucho menos desde teocracias medievales o confesionalidades estatales ficticias que llevan a la apostasía y rechazo posterior. (Benedicto XVI en el congreso de juristas católicos 2006)
Principio básico: Si no hay cristianos, no habrá Ciudad de Dios en la tierra por mucho que un Gobierno o sistema jurídico trate de imponerlo. Concuerdo con Bendicto XVI y sus escritos sobre el Reinado de Cristo que he copiado estos días.
Durante 20 siglos, ni el mundo era cristiano en su totalidad, ni se permitía el culto bajo Imperios paganos. No es nuevo el problema, ni dejará de serlo nunca.
En lo que difiero es con la "tónica generalizada" en el blog hasta que me he animado a escribir, una tónica bajo la insistencia alejada de la pastoral de Benedicto XVI respecto a la politica y Estados.
En lo que difiero, es en el vano intento de solucionar los retos actuales con pastoral de otro siglo. En definitiva, con la hemenéutica de la ruptura via fosilización magisterial.
Adhiero la doctrina y tradición, junto con el desarrollo del magisterio y la pastoral al 100%. Por lo mismo he citado a Benedicto XVI, para disipar cualquier interpretación o etiqueta malintencionada. También, por hacer pedagogía. Mayoritariamente se citan a Papas del siglo pasado, pero no hay 160 Papas gobernando la Barca de Pedro, sino 1 ante los retos de hoy.
Un paréntesis Martín, el magisterio no solo tolera, sino que recoge, asume y enseña la relación Iglesia-Estado moderno; admite el derecho civil de pluralidad religiosa (con el resultado lógico de aconfesionalidad) y exhorta de forma clara sobre la misión de los laicos.
Antes de citar en mis pensajes anteriores el magisterio universal y de obligado asentimiento por parte de los católicos (GS, LG, Deus Caritas, etc) debería de haber empezado por lo siguiente, pero creía que estos conceptos no serían ajenos en estos blogs.
Evitar una hermenéutica de la ruptura
(Centro Teológico. Universidad Pontificia Comillas)
La declaración Mysterium ecclesiae (1973) es el primer texto oficial romano que trata explícitamente de «la condición histórica de la expresión que hay que dar a la revelación».
Se reconoce que el sentido de los enunciados está condicionado por el estado de la lengua empleada en una época y en un contexto situados; se admite que una verdad dogmática puede ser expresada de modo incompleto en un primer momento, y luego expresarse más perfectamente en un contexto de fe más amplio.
Se señala que la Iglesia formula nuevos enunciados para aclarar verdades ya conocidas en un contexto nuevo, para resolver cuestiones nuevas y para rechazar errores; se reconoce incluso que el Magisterio puede llevar en su contenido elementos caducos ligados a concepciones cambiantes, y que ciertas fórmulas pueden ir cubriéndose de una cierta opacidad en razón de la distancia temporal y cultural.
Este texto supone un gran avance, al reconocer que junto a los «principios siempre válidos» puede haber «juicios contingentes».
Nadie puede negar las grandes diferencias entre Pío VI, que condena los derechos del hombre, Pío XII, que se convierte en defensor de los mismos en la etapa de la última guerra mundial, y Juan XXIII, que los integra profundamente en la doctrina cristiana.
La bula pontificia Unam sanctam, que Bonifacio VIII publicó solemnemente contra Felipe el Hermoso, con una definición dogmática explícitamente formulada: la política de los soberanos está sometida a la ley del evangelio y a la autoridad Papal. La definición de Bonifacio VIII es solidaria con toda la teología de un tiempo de cristiandad sellada con la idea de la teocracia, hoy arcaica y públicamente repudiada por el mismo Magisterio actual.
El Concilio Vaticano II afirmó que «la Iglesia camina, a través de los siglos, hacia la plenitud de la verdad» (DV 8). Juan Pablo II reconoce una Iglesia en desarrollo doctrinal (VS 28).
Un saludo cordial
Iglesia católica. Algunas verdades se han recordadp al paso, por ejemplo, en la encíclica
** recordadp
-> recordado
Desde ya, le advierto que algunos de mis cercanos me han llegado a poner el mote de 'Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe', anteriormente tribunal del Santo Oficio, ante-anteriormente Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, por mis frecuentes correcciones con las cuales son santificados mis aledaños. Prefiero, sin duda, el mote de Torquemada.
Dios le bendiga por su incansable labor y celo apostólico, don gratuito del Señor a su persona.
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JMI.-Muchas gracias. Lo corrijo en seguida.
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