(87) La ley de Cristo –VIII. normas de la Iglesia antigua. 1

–¿No pretenderá usted que los laicos vivamos como los monjes?
–Lo que intento es que vivamos como verdaderos cristianos. Hablo de los siglos II y III, cuando no había monjes.

Solo podemos evaluar la situación presente de la Iglesia conociendo su pasado. El blog Reforma o apostasía se apoya con frecuencia en ese principio. Los males y las deficiencias que se dan actualmente en muchas Iglesias locales suelen ser objeto con frecuencia de una apreciación errónea. Pueden parecer irremediables ciertos males cuando perduran y se generalizan grandemente. Se estima entonces que pensar en reformas perfectivas sería un sueño inútil.

Ese pensamiento es falso, y ha de ser vencido por la fe. El ángel Gabriel le dice a María: «nada hay imposible para Dios» (Lc 1,37). Los apóstoles, por ejemplo, antes de recibir el Espíritu Santo, estimaban que un matrimonio monógamo e indisoluble era algo imposible. Pero Jesús les asegura: «lo que es imposible para los hombres es posible para Dios» (18,27). El matrimonio único e indisoluble es perfectamente realizable con la gracia de Cristo. Y la koinonía de bienes también es posible. Y tantas otras perfecciones de vida personal y comunitaria que hoy ni se intentan, por considerarse idealismos irreales, son en la Iglesia de Cristo perfectamente posibles.

Es posible lo imposible. Conozcamos mejor la historia de la Iglesia, y comprobaremos que muchas maravillas de la gracia, hoy ni siquiera intentadas, se han realizado en otros tiempos ampliamente. Al conocer las maravillas obradas por el Espíritu Santo en la Iglesia a lo largo de los siglos, sabremos cuáles son las maravillas de gracia que hoy tantas Iglesias degradadas resisten en forma habitual, estimándolas irrealizables, y entendiendo incluso que deben resistirlas.

La posibilidad de lo aparentemente imposible puede ser conocida incluso por la misma razón natural. Durante muchos siglos se consideraba simplemente imposible suprimir la esclavitud, limitar a ocho, a seis horas, el horario laboral, construir una máquina con la que el hombre pudiera volar, trasplantar un corazón de un hombre a otro, etc. Otras posibilidades humanas, como la televisión, ni siquiera eran imaginables. La historia real demostró que lo imposible era posible. De este tema trato con mayor amplitud en el libro Evangelio y utopía (Fund. GRATIS DATE, Pamplona 1998).

Los testimonios documentales que ofrezco ahora sobre la Iglesia en los siglos II y III se refieren a unas comunidades cristianas que están acosadas y perseguidas por el Imperio romano, de tal modo que cuando se reúnen, han de hacerlo en forma clandestina o en alguna catacumba, protegidos por las leyes romanas que regulan las asociaciones funerarias.

—San Justino (+163)

Condiciones para la comunión eucarística. Este filósofo samaritano converso, San Justino, que puso escuela en Roma y que murió mártir, en su I Apología (155), dirigida al emperador Antonino Pío, describe minuciosamente la vida cristiana en esos tiempos de persecución. Y al tratar de la comunión eucarística, indica cuáles son las condiciones necesarias para recibirla.

«Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía, de la que a nadie es lícito participar, sino al que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas [creyente fiel], y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración [bautizado], y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó [en gracia de Dios]. Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino como la carne y la sangre del mismo Jesús encarnado» (n. 66).

Hoy y siempre ha exigido la Iglesia a sus fieles esas mismas condiciones para la lícita comunión (Código 915-916; Catecismo 1484, 1487). Por eso, cuando en tantas Misas actuales se acercan a comulgar muchas personas que niegan dogmas de la fe católica o que han cometido pecados mortales, sin haberse reconciliado sacramentalmente con Dios y con la Iglesia, se producen graves profanaciones de la Eucaristía, un día y otro, semana tras semana. Y parece ignorarse que quien comulga sin las debidas condiciones «come y bebe su propia condenación» (1Cor 11,27-29). Reforma o apostasía.

—San Hipólito (+235)

La Traditio apostolica (215), escrita en Roma por el presbítero Hipólito, también mártir, es la Regla de vida cristiana más antigua que se conoce, y con la Dídaque, un siglo anterior, es el texto que tuvo mayor influjo sobre posteriores constituciones de la Iglesia en Occidente, y aún más en el Oriente cristiano. Destaco de este venerable texto un par de temas.

Condiciones para ser recibido en la Iglesia por el bautismo. La Iglesia, sin incurrir en pretensiones cátaras de pureza, es consciente de ser una «comunión santa», congregada en Cristo, un sacramento universal de salvación, y no acepta que se ingrese en ella sin comprobar previamente que el pretendiente trae una intención recta y una disposición moral suficiente.

(15) «Los que se presentan por primera vez a escuchar la palabra serán conducidos ante los doctores antes de que acuda el pueblo. Serán interrogados acerca de las razones que los condujeron a la fe, y quienes los trajeron darán testimonio respecto de su capacidad para escuchar la palabra. Se les preguntará luego sobre su estado de vida: ¿tiene una mujer? ¿es esclava? Si alguno fuera esclavo de un fiel, y su amo lo permite, él escuchará la palabra. Pero si su amo no atestiguara a su respecto diciendo que es bueno, será rechazado […]. Si alguien estuviera poseído por el demonio, no escuchará la palabra de la enseñanza hasta no estar purificado.

(16) «Se hará una encuesta a fin de conocer cuáles son los oficios y profesiones de aquellos que fueron traídos para su instrucción. Si alguno tuviera una casa de prostitución, cesará o será rechazado. Si alguno fuera escultor o pintor, se le enseñará a no fabricar ídolos; dejará de hacerlo o será rechazado. Si alguno fuera actor o hiciere representaciones en el teatro, dejará de hacerlo o será rechazado. Aquél que enseña a los niños, es mejor que deje de hacerlo; si él no tuviera otro oficio, se le permitirá enseñar […] El gladiador y el que enseña a los gladiadores a combatir, el bestiario que participa de la cacería y el funcionario vinculado con los juegos [circenses], dejarán de hacerlo o serán rechazados. Si alguno fuera sacerdote o guardián de un ídolo, dejará de serlo o será rechazado. El soldado subalterno a nadie matará y, en caso de recibir la orden, no la ejecutará ni prestará juramento; y si así no lo hiciera, será rechazado. El que tiene el poder de la espada, y también el magistrado que lleva la púrpura, lo dejarán o serán rechazados. El catecúmeno y el fiel que pretendan hacerse soldados, serán rechazados, pues menosprecian a Dios. La prostituta, el homosexual, el obsceno y cualquiera que hiciera aquellas cosas de las que no se puede hablar, serán rechazados por ser impuros. No se admitirán magos en la elección. El encantador, el astrólogo, el adivino, el intérprete de los sueños, […] y el fabricante de amuletos dejarán esas ocupaciones o serán rechazados […] Si hemos omitido algo, las profesiones mismas os instruirán, ya que todos tenemos el Espíritu de Dios».

(17) «Los catecúmenos serán instruidos oralmente durante tres años. Pero si alguno fuera celoso y aplicado en el cumplimiento de sus obligaciones, no se tendrá en cuenta el tiempo, sino solamente su conducta».

El texto, como es normal en documentos antiguos, es muy conciso, y puede ser malentendido por quien fuera ajeno a su espíritu. La prostituta, por ejemplo, puede ciertamente hacerse cristiana, pero abandonando su mal camino. En otros casos, la norma es más clara. Escultores y pintores han de producir ídolos y contribuyen con sus obras a la inmoralidad. Los maestros han de enseñar doctrinas de autores paganos. Ellos, igual que los vinculados a los juegos circenses, al teatro, a la magistratura judicial y otros, como adivinos y astrólogos, no son admitidos en la Iglesia, a no ser que abandonen sus profesiones, inconciliables con la vida cristiana. Otros oficios, como el de los políticos, al menos los de más alto nivel, ni siquiera son mencionados, por su obvia incompatibilidad con el Evangelio. En otros casos, como el de la milicia, las normas de la Iglesia fueron cambiantes, según tiempos y circunstancias.

Las oraciones diarias del pueblo cristiano. El Israel de Dios tenía sus costumbres diarias de oración: «siete veces al día te alabo» (Sal 118,164); como también, hasta hoy, las tiene el Islam. De modo semejante, la Iglesia antigua, continuando la piadosa tradición de Israel, oraba varias veces al día. Los que habían creído «perseveraban en la oración» (Hch 2,42), y cumplían así el precepto del Señor: «orad siempre» (Lc 18,1). Los cristianos tenían conciencia de su condición de pueblo sacerdotal, congregado por Dios para proclamar su gloria siempre y en todo lugar (1Pe 2,9) y para interceder continuamente por el mundo pecador, como sacramento universal de salvación.

En el texto de Hipólito que cito ahora se comprueba que una incipiente Liturgia de las Horas fue la oración del pueblo cristiano desde el inicio mismo de la Iglesia. Por eso, cuando el Concilio Vaticano II recomendó «que los laicos recen el Oficio divino o con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso en particular» (SC 100), no hizo sino reafirmar una tradición tan antigua como la misma Iglesia. Dice así la Traditio apostolica:

(41) «Todos los fieles, hombres y mujeres, cuando se levanten a la mañana de su sueño, y antes de emprender cualquier trabajo, se lavarán las manos y orarán a Dios. Luego se dedicarán a sus tareas.

«Si hubiera una catequesis, preferirán concurrir allí, estimando que es a Dios a quien se escucha en la palabra del que instruye. Aquél que ora en la iglesia podrá evitar la malicia del día. El piadoso pensará que es un gran mal no asistir a la catequesis […] Nadie deberá llegar con retraso a la iglesia, ya que es el lugar en que se revela la doctrina […] Así, se recibe la gracia del Espíritu Santo a través del que realiza la instrucción, y de esta manera la fe se fortalece a partir de lo que se escucha. Se dirá allí, además, lo que se debe hacer en la propia casa. En consecuencia cada uno se apresurará a concurrir a la iglesia, el sitio donde el Espíritu florece. Si un día no hubiere instrucción, cada uno, en su casa, tomará el Libro santo y hará una buena lectura, adecuada y beneficiosa para su alma.

«El que estuviera en su casa, que ore y alabe a Dios en la hora tercera. El que en ese momento estuviera en otra parte, que eleve una plegaria a Dios en su propio corazón, ya que en esta hora se vio a Cristo atado al madero […]

«Se debe orar, del mismo modo, en la hora sexta, hora en que, estando Cristo atado al madero de la cruz, se paralizó la tierra y se produjo una gran oscuridad. También se elevará, en esta hora, una ardiente plegaria, imitando la voz de Aquél que oraba cuando se oscureció toda la creación para los judíos incrédulos.

«Se hará, también, una profunda plegaria y una excelsa alabanza a la hora novena, para imitar el modo en que el alma de los justos alaba al Dios que no miente, que se acuerda de sus santos y les envía su Verbo para esclarecerlos. Ésta es la hora en que Cristo, desde su costado lacerado vierte agua y sangre.

«Ora también antes de que tu cuerpo repose en el lecho. Hacia la medianoche, levántate, lávate las manos y ora. Si tu mujer está presente, orad juntos; pero si ella no es aún fiel, retírate a otra habitación, ora, y regresa a tu lecho […] Los antiguos, que nos transmitieron la tradición, nos enseñaron que a esta hora toda la creación descansa un momento para alabar al Señor: los astros, los árboles, las aguas, se detienen un instantes. Y todo el ejército de ángeles que le sirve alaba a Dios a esta hora con las almas de los justos. Por eso los creyentes deben apresurarse a orar en esta hora. Dando testimonio de esto, el Señor dice: “un grito se escucha en medio de la noche: he aquí el esposo que llega, levantáos para ir a su encuentro” (Mat 25,6). Por eso, “vigilad, ya que no sabéis a qué hora viene” (25,13). Y con el canto del gallo, levántate y ora de la misma manera […]

«En consecuencia los fieles, haciendo esto, guardando el recuerdo e instruyéndose mutuamente, dando ejemplo a los catecúmemos, no podrán jamás ser tentados ni extraviados, pues guardan memoria continua de Cristo.

(42) «Si eres tentado, persígnate la frente con piedad, ya que este es el signo de la Pasión, conocido y experimentado contra el diablo […]

(43) «Si se reciben todas estas cosas con gratitud y con una fe recta, ellas procurarán la edificación de la Iglesia y la vida eterna a los creyentes. Yo aconsejo seguir sus instrucciones, y que ellas sean guardadas por todos los prudentes. Aquellos que escuchan la tradición apostólica, la siguen y la conservan, no podrán ser inducidos al error por ningún hereje. Ya que numerosas herejías crecieron porque los jefes no quisieron instruirse con la doctrina de los apóstoles, sino que obraron según su gusto y no según conviene. Si omitimos alguna cosa, bienamados, Dios la revelará a los que son dignos, ya que El gobierna la Iglesia y la dirige para que llegue a puerto seguro».

Normas tan altas de vida eran dadas en la Iglesia antigua a los cristianos laicos. La Traditio apostolica no es, ciertamente, una colección oficial de preceptos eclesiásticos, sino que, al mismo tiempo que describe usos de la Iglesia romana en la liturgia y en la vida de la comunidad, traza un modelo ideal de cristianismo perfecto. Este ideal, sin embargo, en alguna medida era vivido por la comunidad romana, pues de otro modo ni siquiera hubiera podido ser propuesto a los fieles. Y tampoco hubiera sido tantas veces citado en constituciones posteriores: tuvo traducciones coptas, etiópicas, árabes, y marcó su huella en las Constituciones apostólicas, el Testamento del Señor, los Cánones de Hipólito, etc.

Estas normas tan altas de vida cristiana, más tarde, al cesar las persecuciones, fueron abandonadas en buena parte por los seglares mundanizados, y quedaron vigentes sólamente en las Reglas de vida monástica, iniciada ésta en el siglo IV. Son normas que hoy serían consideradas excesivas por no pocas comunidades religiosas.

Dan mucho que pensar. Reforma o apostasía.

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

13 comentarios

  
jbertrand
Padre, como siempre , no encuentro palabras para comentar tanta belleza en nuestras raices.
Dios permta que Vd. siga instruyéndonos por muchísimos años. Gracias por su obediencia a Dios
04/06/10 5:35 PM
  
susi
P. Iraburu: qué interesante lo que cuenta; parecen normas duras, pero son sólo la consecuencia de vivir la fe, pura y simplemente.
No hay que escandalizarse por ciertas normas, pues la gente hace sacrificios mayores por cosas triviales.
Poe ejemplo: dietas tremendas por lucir un buen tipo(los que se quejan del ayuno o la vigilia)
Gente que se levanta de madrugada para ver en directo una carrera de motos o coches (los mismos que no irían a la Adoración Nocturna)
Personas que van de marcha todo el fin de semana agotador (pero que no serían capaces de caminar o buscar horario de misa dominical que no les lleve más de cinco minutos de su casa).
Hay gente que critica la homilía de un cura por su claridad doctrinal, pero no le ríen las gracias al jefe de turno e incluso le hacen la pelota.
Muchas mujeres- y ahora hombres- pasan las de Caín con métodos depilativos que, comparados con un cilicio, son pecata minuta(los cilicios)
Bastantes católicos se molestan cuando les dicen que a la iglesia hay que ir con el vestido y aspecto adecuado, pero no se molestarían en absoluto si una tarjeta de la Zarzuela les dijese cómo vestir en un acto con el rey...
Pues yo, la verdad, prefiero que la Iglesia, mi Madre, me diga lo que tengo que hacer y no estar sometida a la tiranía de tantas normas arbitrarias de los hombres.
Ya lo dice el refrán: no sirvas a quien sirvió ni ames a quien amó.
04/06/10 6:16 PM
  
Ricardo de Argentina
A mí me da mucho que pensar Padre, que el monaquismo haya comenzado junto con el fin de la gran persecución, porque pareciera que la mundanización de los laicos viene de lejos, y que quienes deseaban seguir conservando las severas costumbres de la comunidad fundacional debían, en sentido figurado, buscarse nuevas catacumbas.

También me ha servido para comprender mejor el carácter mundanizado y mundanizante de la herejía protestante, ya que la misma barrió con las comunidades religiosas.
04/06/10 7:44 PM
  
Ricardo de Argentina
Padre, sigo por el hilo y por favor dígame si me pierdo.

Vamos como a la vuelta de la Historia la Iglesia pierde el favor del poder político y es perseguida, como en Roma, con variaciones de épocas y lugares.
¿Qué hacer entonces? ¿Volver a las catacumbas? Eso al menos es lo que hicieron las primitivas comunidades que se proponen para su imitación. Y creo recordar que NSJC dijo que al final sólo quedará de la Iglesia un "resto".

Pero, ¿siguen manteniendo los monjes una observancia que pueda servir de modelo a seguir a los fieles en tiempos de persecución?

¿Cómo entender todo esto a la luz de la Reforma que Ud. propone? O sea : ¿Cree posible que la tal reforma acarree para la Iglesia la pérdida de la (escasa) visibilidad política y social que aún posee?
--------------------------------
JMI.- Permanezca atento a la pantalla. La solución, en los próximos artículos.
04/06/10 8:45 PM
  
Hector
Vamos por mal camino.... es necesario reformarnos y así reformar a toda la Iglesia.
05/06/10 5:00 AM
  
Virginia
Ricardo: ¿le parece muy raro sugerir que es tiempo de que los laicos encaremos la construcción de nuevas "catacumbas" para resistir los embates del mundo paganizado que nos rodea? Catacumbas que pueden (y a mi juicio deben) ser los colegios genuinamente católicos, agrupaciones de familias, de profesionales, de jóvenes y niños, asociaciones laicales..con criterios evangélicos (¡y con votos!), anti-moda..Muchos salen hoy con que "no se puede vivir en una burbuja"; pues yo creo que si el aire es azufre puro, bendita sea la burbuja que me permite seguir respirando! Lo ilógico sería que me resigne al veneno, en el plano natural. ¿Y por qué aplicar otro criterio para el plano sobrenatural, más importante?... Creo que con sólo repasar un poco el Apocalipsis (y recordar que es Palabra de Dios) no podemos adherir al mito del progreso liberal..Y tal vez el martirio no ande tan lejos. Ya mismo hay encarceledos por defender el orden natural en el mundo (por ej. un padre de Massachusets, por oponerse a la educación pro-gay de sus hijos, el sr. Atkinson -búsquelo en el google como "prisionero de conciencia"- por oponerse al aborto, etc.etc.). Por nuestra parte, esas "catacumbas" modernas (internet y este mismo blog puede ser una) nos estimulan en la fortaleza y la fidelidad, que es lo que más tenemos que implorar...
Fíjese la meridiana claridad con que el padre aborda estos temas en sus libros "Evangelio y utopía" y "El martirio de Cristo y el martirio de los cristianos".
Perdón por la extensión, padre. Corte lo que crea innecesario.
05/06/10 6:44 AM
  
Enrique de León
Me sumo en el 101% a todo lo escrito por Susi. No podría haberlo expuesto mejor.
Querido P.Iraburu, decirle que todos sus artículos publicados en este blog son pura doctrina apostólica…la verdadera, la única, la de Nuestro Señor Jesucristo.

Cada vez estoy más convencido del carácter martirial que es el vivir día a día en el mundo...es decir, del testimonio que debemos dar con nuestra fe y nuestras obras en todas y cada una de las circunstancias en las que nos desenvolvemos según nuestra vocación...
Pero ateniéndonos a lo que se refiere su escrito, decirle que la fe católica tal y como la exponen hoy día en las iglesias, ya sean curas y obispos, muchos de ellos -desgraciadamente lo he comprobado- se parece, si no lo es clara y abiertamente una charla pelagiana, semipelagiana, protestante y muy muy luterana....poco se habla de la Gracia que nos envía el Señor, que todo es pura gracia....así nos va....hay muchos sacerdotes sin fe, no la viven y por lo tanto no la expresan...la muchedumbre que asiste a la misa dominical...se comporta en muchos casos como si estuvieran en el salón de su casa...pasan delante del Sagrario con una indifirencia sonrojante...esa gente, y de ello estoy convencido...no tiene formación y tampoco quiere ni hace nada por tenerla, ya que no tienen interés por comprometerse con nada ni con nadie….en fin podría estar 3 horas escribiendo al respecto, pero que ya no vendría a cuento.

Saludos.EBL
05/06/10 11:31 AM
  
Ricardo de Argentina
Gracias Padre.

Susi, yo también coincido con sus atinadas observaciones. Hay una frase, de raíces católicas por supuesto, que dice que "Los jóvenes no están hechos para el placer sino para el heroísmo". Es por culpa de los pérfidos consejos de los "malos maestros" que tiene nuestra sociedad que los jóvenes -que luego serán viejos, y "genio y figura hasta la sepultura"- se vuelcan al placer o en su defecto a los "heroísmos" ridículos que Ud. menciona.

¿Por qué la sociedad que viene de la Cristiandad oye ahora a los malos maestros en vez de oir a la Iglesia? Bueno, los ochenta y pico artículos del Padre son una buena respuesta.

Pero el gran problema es que esa respuesta es un diagnóstico terrible que nos interpela, porque Dios no quiere eso, entonces hay que reformar la Iglesia para que vuelva a ser escuchada.

05/06/10 1:30 PM
  
Liliana

En este comentario Padre comparto el blog anterior porque llegue tarde y el actual.
No hay duda que Dios Padre mando a su Hijo a reformar la religión de los sacerdotes, pero estos no lo escucharon, eran representante de los dos poderes, el gobierno estatal y el religioso, Jesús no venia a quitar nada, sino a que cada uno ocupe su lugar, porque para todo se necesita un orden, y mas aun si se busca armonía y comunión, ejemplo de esto es la Santísima Trinidad.
En la imagen de estos blogs vemos este orden Jesús centro de la primera comunidad apostólica o sea eclesiásticas a quienes les pide que se desprendan de sus bienes, si quieren dedicarse al reino de Dios, para salvar a la humanidad de la esclavitud del pecado, para todo el que así lo crea y lo desee.
Era tan buena noticia, que para los que de verdad amaban se encontraron unidos en un mismo espíritu, animo, corazón y alma. La primera comunidad en comunión con Dios, hacen realidad los sacramentos, especialmente la Eucaristía, sin el clero tampoco existirían las institución parroquiales o sea un lugar donde se reúnen todos los bautizados, especialmente, el otro eslabón de la comunidad, los laicos, quienes deben mantener dichos bienes, con su contribución, a la iglesia edificio y a la Iglesia comunidad templo del espíritu.
Hoy existe el orden, pero no la comunión, porque no se agradece ni se respeta el lugar que Dios a creado, para cada uno, al servicio de todos, entonces se confunde cada vez mas, se acepta lo que debe ser rechazado, hasta los que deben instruir han abandonado su deber, pero si de verdad amamos a Dios, vamos a ser asistido por Cristo el único intercesor ante el Padre y el Espíritu Santo ante el Hijo, también la Virgen y los Santos encarnaron la Palabra para instruir y evangelizar, al laico que quiera ser verdadero cristiano, para no ser extraviado ni extraviar a otros.
Nuestro Padre y Hermano Jesucristo derraman su Gracia mediante el Santo Espíritu a través de las normas y condiciones de su Iglesia, para liberarnos nuevamente de la esclavitud, en estos tiempos, la innumerable ley de impuestos que cargan los jefes de estados a los que trabajan, quedándose con la mitad del salario de un trabajador para devolverlo en servicios, pero de mas consumo.
Confiemos mas en el Reino de Dios, que hará justicia, predestinando a laicos santos para que den a Dios lo que es de El y al cesar lo que le corresponda.
Bendito sea el Señor y bendita sea su comunión con El, Padre Iraburu, síganos mostrando el camino reformador de nuestro Redentor.
Un abrazo fraterno.
05/06/10 3:51 PM
  
Silveri Garrell
Me ha llamado la atención el capítulo que dice de "examinar atentamente" los nuevos creyentes que se introducen para formar parte de la comunidad y recibir la Eucaristía. Esto no se hace en las iglesias y catedrales, se entrega la Eucaristía sin saber vida y milagros del creyente recibiente. No paro en muchos foros de recalcar este detalle. Deberían previamente "inscribirse" todos los que quieran participar en una Eucaristía de una catedral o lugar concurrido por forasteros y repartir el Pan mediante un equipo de diaconado que cada diacono conociera a las personas que se le acercan. Dar la comunión a personas desconocidas debería ser prohibido, y en esto esta un fallo de la Jerarquía. Toda persona que recibe la Eucaristia deberia estar "fichada", no para saber si se ha confesado sinó sobretodo para saber quien realmente es en su vida y negocios.
05/06/10 6:57 PM
  
redondo
Y la koinonía de bienes también es posible

¿koinonía significa comunion con el Espiritu Santo?
JMI.- El ESanto es el que hace la koinonía entre los fieles.
05/06/10 7:47 PM
  
susi
Ricardo de Argentina: conocí el caso de una profesora que exigía muchíiiiiiiisimo a sua alumnos. Para eso, ella se mataba a trabajar, llevándose a casa una gran cantidad de trabajos para corregir, preparándose todo lo que podía las clases,etc. Pues bien: a esa profesora, los chicos la adoraban. Cuando volvían por el centro escolar, preguntaban por ella para saludarla. ¿Motivo? Valoraban su exigencia y se daban cuenta de cuánto habían aprendido con ella.
La gente joven valora el esfuerzo si encuentra ejemplo en quien se lo pide. Por eso, hay tantos jóvenes que deciden que si sirven a Dios lo harán de forma radical.
Creo que el problema está en que a mucha gente no le exigen apenas porque que el debe hacerlo no está dispuesto a exigirse a sí mismo.
El mejor predicador es Fray Ejemplo.
06/06/10 5:07 PM
  
Vicente
es evidente que había una regulación para vivir en cristiano.
08/06/10 7:46 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.