(84) La ley de Cristo –V. los Apóstoles. 1

–Un buen pastor suele llevar siempre bastón.
–Y perro, si de verdad procura el bien de su rebaño.

Reforma o apostasía. La anomía generalizada actualmente en la doctrina y en toda la vida cristiana personal y comunitaria es en las Iglesias decadentes una de las causas principales de su ruina. Ya lo he dicho, pero lo repito. Esa gran mayoría de bautizados que creen en unos dogmas sí y en otros no, y que se mantienen durante decenios alejados de la Penitencia y de la Eucaristía, adictos a la anticoncepción, aquellos que enseñan contra la doctrina católica impunemente, tantos sacerdotes que realizan sacrilegios en la Misa, en el sacramento del Perdón… Todo esto es horrible. Pero es un horror que no horroriza, porque cuando una situación se establece de modo generalizado, suele ser vista como normal, o al menos como inevitable. Pocos se alarman. Pocos llaman a conversión y reforma. Les falta esperanza, no la creen posible. Y a veces ni siquiera necesaria. Viene incluso a producirse un cambio profundo en la misma concepción de la Iglesia, pasando del modelo católico, que incluye unas coordenadas mentales y conductuales –dogmas y cánones disciplinares–, a un modelo protestante, sin dogmas ni leyes.

Pero «al principio no fue así» (Mt 19,8). En varios artículos iré recordando la historia de la disciplina apostólica de la Iglesia. Tendré que limitarme, por supuesto, a traer únicamente algunos documentos más significativos. Pero espero que sean suficientes para entender que la anomía eclesial hoy generalizada es inadmisible. Reforma o apostasía. Al principio, y durante muchos siglos, no fue así.

La autoridad de los Apóstoles es ante todo caridad pastoral, amor que guarda a la comunidad cristiana en la verdad, en la unidad y en la santidad. De este modo los Apóstoles son imágenes del Buen Pastor, «que da su vida por sus ovejas» (Jn 10, 11), que las lleva a los buenos pastos de la verdad, que las defiende de los lobos, y que carga con amor sobre sus hombros a la oveja perdida (Lc 15,3-7). Los Apóstoles entendieron perfectamente su autoridad pastoral como un servicio de amor eclesial:

San Pedro exhorta a los presbíteros: «apacentad el rebaño de Dios que os ha confiado, no obligados por fuerza, sino voluntariamente, al modo de Dios. No por sórdido lucro, sino con prontitud de ánimo. No como dominadores de la heredad, sino sirviendo al rebaño de ejemplo (tipoi: iconos, prototipos). Así, al aparecer el Pastor soberano, recibiréis la corona imperecedera de la gloria. Y vosotros, los jóvenes, vivid obedientes a los presbíteros, y todos ceñidos de humildad en el trato mutuo, pues Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia» (1Pe 5,1-5).

San Pablo con frecuencia expresa el amor que tiene por los cristianos con términos conmovedores: «os llevo en el corazón… Dios me es testigo de cuánto os amo a todos en las entrañas de Cristo Jesús» (Flp 1,7-8). Su amor le exige a veces corregirles, y lo hace fielmente, aun sabiendo que por eso va a tener que sufrir no poco: «yo de muy buena gana me gastaré y me desgastaré hasta agotarme por vuestra alma, aunque, amándoos con un amor mayor, sea por vosotros menos amado» (2Cor 12,15). El Apóstol tenía de esto una clara conciencia: «si aún buscase yo agradar a los hombres, no podría ser [fiel] servidor de Cristo» (Gál 1,10; cf. 1Tes 2,4).

No voy a insistir en la exposición de estas verdades de la fe porque, aunque sean vividas a veces deficientemente, son hoy entendidas con facilidad por Pastores y fieles. Por el contrario, se ignora con frecuencia que la caridad pastoral lleva a corregir y a castigar, cuando es preciso. Y que si los Pastores no ejercitan suficientemente la exhortación y la corrección, las ovejas se pierden, y el rebaño se dispersa. Sabemos por experiencia que en la Iglesia la anomía lleva a la apostasía.Por eso trataré aquí –en Reforma o apostasía– con especial atención de estas verdades, que hoy son olvidadas y negadas, con gran ruina para las Iglesias.

Cristo manda a los Apóstoles que corrijan a los pecadores públicos, y que les castiguen, en caso extremo con la excomunión, cuando su pecado es grave y persisten en él, arriesgándose a la condenación eterna y dañando a la comunidad cristiana con escándalos de error y de pecado. Recordemos la norma que Cristo da a sus apóstoles. «Si pecase tu hermano contra ti, corrígelo en privado. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, comunícalo a la Iglesia, y si tampoco quiere escuchar a la Iglesia, considéralo como gentil o publicano. Yo os aseguro que todo lo que atéis en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desatéis en la tierra, quedará desatado en el cielo» (Mt 18,15-17).

Todo hace pensar que se refiere Cristo en esa norma a un pecado grave, y a un pecado que va más allá de la ofensa personal –que podría ser perdonada sin más «setenta veces siete»–. Se trata de un pecado tan grave que, si no es seguido del arrepentimiento, puede llevar a la excomunión de la Iglesia. Y el amor de Cristo, Buen Pastor, dando esa norma pastoral a sus Apóstoles, pretende dos cosas: que los pecadores contumaces puedan salvarse, al ser fuertemente corregidos, y que la comunidad eclesial no se vea escandalizada e inficcionada por graves errores y culpas.

Los Apóstoles corrigen a los pecadores, llamándolos a conversión. Dejan así que Cristo, el Buen Pastor, obre a través de ellos: «yo reprendo y corrijo a quienes amo» (Apoc 3,20). Los Apóstoles no serían fieles discípulos suyos si no le imitaran en el ejercicio de su ministerio pastoral. «Yo os he dado ejemplo para que vosotros hagáis también como yo he hecho» (Jn 13,15). Son muchos los lugares de la Escritura que muestran como una acción amorosa el ministerio de la corrección, ejercitado por sacerdotes, padres de familia, autoridades civiles y escolares.

«El Señor corrige a quien ama y azota a todo el que recibe por hijo. Soportad la corrección. Dios se porta con vosotros como con hijos. ¿Pues qué hijo hay a quien su padre no corrija? Si Dios no les corrigiera, como lo hace con todos, sería para pensar que sois bastardos y no hijos… Nuestros padres carnales nos corregían, y no por eso dejábamos de respetarlos. Con mayor razón, pues, debemos someternos al Padre de nuestro espíritu para alcanzar la vida… Dios nos corrige para nuestro bien, para comunicarnos su santidad. Es cierto que ninguna corrección parece por el momento agradable, sino dolorosa; pero al fin produce frutos de paz y de justicia a los que han sido adiestrados por ella» (Heb 12,6-11).

San Pablo, ejemplo máximo de Apóstol fiel, cumplía cuidadosamente este deber suyo de caridad pastoral: «no os escribo esto para avergonzaros, sino para corregiros, como a hijos míos muy queridos» (1Cor 4,14). A veces, según las circunstancias, exhorta y corrige mandando, otras veces rogando: «yo tendría plena libertad en Cristo para ordenarte lo que es justo, pero prefiero apelar a tu caridad» (Fil 8-9). Y a sus colaboradores apostólicos les exhorta a ejercitar este ministerio en favor de la comunidad: «a los que falten, corrígeles delante de todos, para infundir temor a los demás» (1Tim 5,20). «Proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, corrige, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar» (2Tim 4,2). Pero, por supuesto, sólamente es capaz de corregir aquel Pastor que es bien consciente de su autoridad apostólica –o aquel pastor carnal, que tiene muy mal genio y poca paciencia–.

El Apóstol hace una primera advertencia a ciertos corintios rebeldes, olvidados de que ha sido él quien los ha engendrado en Cristo por el Evangelio, y les escribe: «¿qué preferís, que vaya a vosotros con la vara o que vaya con amor y espíritu de mansedumbre?» (1Cor 4,18-21). Más tarde les dice con mayor severidad: «aunque vivimos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas por Dios para derribar fortalezas, destruyendo falacias y toda altanería que se levante contra la ciencia de Dios, doblegando todo pensamiento a la obediencia de Cristo, prontos a castigar toda desobediencia y a reduciros a perfecta obediencia» (2Cor 10,3-6). Si persisten en su rebeldía, «cuando otra vez vaya, no perdonaré; puesto que buscáis experimentar que en mí habla Cristo, que no es débil para con vosotros, sino fuerte en vosotros… Os escribo esto ausente, para que, presente, no necesite usar de la autoridad que el Señor me concedió para edificar, y no para destruir» (13,2-10).

Hoy se ejercita pocas veces el ministerio pastoral de la corrección. Y cuando ese ministerio se inhibe, los Pastores son «malos padres», y los cristianos «hijos bastardos» (Heb 12,8). Abandonados a los deseos de su corazón, están como «ovejas sin pastor» (Mt 9,36). Si un cristiano no va a Misa, si un teólogo enseña herejías, si un párroco comete sacrilegios… allá ellos. Si se pierden para siempre, si la Iglesia es por ellos herida y arruinada… confiemos en Dios, que es infinitamente misericordioso. Por el contrario, no es ésta la norma de Cristo y de los Apóstoles. Nada tiene que ver esa actitud con las normas de la Iglesia y el ejemplo de los santos.

Pero es normal que la lucha contra el error sea hoy muy insuficiente en la parte mundanizada de la Iglesia, cuando el marco secular está ampliamente afectado por el liberalismo, en el que «hay que respetar todas las ideas»; cuando no se espera el bien común de la verdad natural y revelada, sino de la tolerancia universal, abierta a todo, menos a las convicciones dogmáticas; cuando la buena amistad de la Iglesia con el mundo es pretendida por muchos como un bien supremo; cuando la riqueza engendra soberbia, y generaliza en las sociedades ricas una soberbia hostil a toda corrección autoritativa; cuando no se guarda la verdad ortodoxa en la firme adhesión a la Cruz de Cristo; cuando no pocos Pastores y fieles, afectados de protestantismo y de modernismo, sienten profunda aversión a la ley eclesial, a la autoridad pastoral, a la obediencia, a los dogmas, al Magisterio apostólico.

En un tiempo como éste, no pocos hombres de Iglesia muestran más celo y respeto por la libertad de expresión que por la verdad ortodoxa, y valoran más la tolerancia que la santidad de la comunidad cristiana. Por eso no combaten las actitudes heréticas, cismáticas, sacrílegas, con la eficaz autoridad necesaria. Sólamente así se entiende que en algunas Iglesias locales agonizantes la cizaña del error sea más abundante que el trigo de la verdad. En estas Iglesias los errores doctrinales y las conductas perversas se establecen pacíficamente; en tanto que algunas verdades doctrinales y morales solo son mantenidas por unos pocos con no pocas penalidades martiriales.

El ministerio apostólico de la corrección se inhibe cuando rechaza la Cruz. La corrección es un acto de amor que, buscando el bien del pecador, del hereje, del cismático, enfrenta unas voluntades humanas que en principio están contrarias; es decir, unas voluntades personales que sólo podrán recibir la corrección, doblegándose a la voluntad de Cristo y de sus ministros. Por eso, mientras que la enseñanza o la exhortación pastoral no tienen de suyo por qué ser duras para el oyente –les haga éste más o menos caso–, la corrección, en cambio, es siempre dura para el cristiano carnal, aunque sea hecha con la mayor delicadeza. Eso explica que haya tantos Pastores que son «perros mudos» (Is 56,10). «Todos buscan sus intereses, no los de Jesucristo» (Flp 2,21). «Temen ser excluídos de la sinagoga, porque aman más la gloria de los hombres que la gloria de Dios» (Jn 12,42-43).

Si Dios quiere, más adelante he de recordar la figura de algunos grandes reformadores de la historia de la Iglesia. Pero baste ahora recordar cómo San Benito, por procurar la corrección de una comunidad monástica, sufrió un intento de envenenamiento; San Juan Crisóstomo, por deponer a algunos Obispos de su patriarcado y por tratar de reformar ciertas malas costumbres del clero, del pueblo y de la Corte imperial, murió prácticamente asesinado en el exilio; la reforma intentada contra la simonía por San Gregorio VII, acabó con él en el destierro; en Milán, a San Carlos Borromeo, unos umiliati resistentes a la reforma tridentina, le pegaron un par de tiros… Hay que reconocer que corregir y reformar es tremendamente peligroso. Mucho más tranquila es la vida de aquellos Pastores que permiten herejías, cismas y sacrilegios, bajo capa de benignidad pastoral y de celo por «la paz» (!) y «la unidad» (!) de la Iglesia.

Sin amor a la Cruz, no puede haber ni corrección ni reforma. El sermón sobre los pastores, de San Agustín, denuncia que «hay pastores a quienes les gusta que les llamen pastores, pero que no quieren cumplir con su oficio». De ellos dice el Señor: «¡ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son los pastores para apacentar el rebaño?» (Ez 34,2) (Sermón 46,1-2)… Muy grande ha de ser el amor a Jesucristo en un Pastor, para que pueda de verdad apacentar y guardar a sus ovejas: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? –Si, Señor, tú sabes que te amo. –Apacienta mis corderos» (Jn 21,15-17).

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

32 comentarios

  
clara
Precioso post, Padre Iraburu.
Gracias.
21/05/10 4:28 PM
  
Emiliana
UFFF...Padre...

Si usted querido lector de este blog, no logra que su corazón palpite, al escuchar estas VERDADES, que toque la fibra verdadera de su fé, como verdadero cristiano, como verdadero PASTOR...dejéme decirle que la verdadera Iglesia de JESUS, volverá a las catatumbas, y los verdaderos cristianos debemos estar prontos al martirio.

Padre que el SEÑOR, lo siga bendiciendo GRANDEMENTE, con GRACIA y con CRUZ. Cuente con mis oraciones.
21/05/10 5:17 PM
  
anamaría
Hemos de rezar mucho para que el Señor conceda a quienes gobiernan la Iglesia ese espíritu martirial. Gracias, padre Iraburu
21/05/10 5:26 PM
  
Liliana
El amor a Cristo y a su Iglesia da la libertad de luchar contra toda desesperanza, porque seguimos a Quien es Camino Verdad y Vida.
Quien ame su vida la perderá, quien pierda su vida por mi la ganara.
Es muy lamentable la situación en la que estamos pasando, la cruz mal predicada es la que llevamos a cuesta, porque la verdadera carga que nos pide el Señor, es corregir y reformar, aunque perdamos la vida, salvaremos el alma.
Sigo confiando en la justicia de Dios que ha comenzado, aunque sea dolorosa, lleve a la conversión a todos los que la nesesitan.
El Espíritu en la Palabra y la oración como penitencia nos confortaran.
Sus blogs son muy esperanzadores Padre José María Iraburu, el Paráclito esta con usted.
Un abrazo.


21/05/10 5:28 PM
  
Luis Fernando
Es obvio que los fieles que pasamos por este blog respiramos en los posts del padre Iraburu el dulce aroma de la ortodoxia.

A los pocos, porque pocos somos, que comprendemos la absoluta necesidad de cumplir el mandato de "combatir por la fe, que, una vez para siempre, ha sido dada a los santos" (Jud 3), `Reforma o apostasía´ es una especie de punto de encuentro, de fuente de agua viva donde saciar la sed que nos produce la lucha en esa batalla. Todo gracias a la labor de un siervo inútil, que hace lo que el Señor le manda hacer.

Ahora bien, quienes de verdad necesitan leer este blog no somos aquellos que sabemos que la salvación de nuestras almas depende de tener "cuidado de la doctrina" (1ª Tim 4,16). No, los que deben leer este blog son precisamente aquellos que han recibido de Dios el ministerio de pastorear a su pueblo. Nosotros, siendo seglares o incluso sacerdotes, no tenemos la autoridad necesaria para poner fin a la labor nefasta de los propagadores del error. Esa sólo la tienen los obispos y el Papa. Y si acaso, los superiores de las órdenes religiosas.

Sinceramente no quisiera estar en el pellejo de un obispo que haya permitido que la herejía haya campado a sus anchas entre sus ovejas, el día en que tenga que rendir cuentas a Dios. ¿Qué van a decir entonces? ¿dónde quedará su cobardía? ¿pretenderán justificarse apelando a argumentos del tipo "la caridad me impidió disciplinar a los falsos maestros"?

Dice Hebreos 10,31: "Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo". Pues en esas manos caerán los malos pastores. Que no se les olvide. Que no digan que no se les avisó.
21/05/10 7:46 PM
  
Antonio
“A la tarde te examinarán en el amor” (Dichos 59).

San Juan de la Cruz.
21/05/10 11:01 PM
Claro y diáfano, padre José María. El amor lleva a corregir con humildad y respeto... nunca se deja llevar por la desidia ni por el desafecto. No se trata de corregir con violencia... sino con paciencia y constancia.

Gracias y que Dios le bendiga :)
21/05/10 11:24 PM
  
Luis Fernando
Antonio, ¿se te ocurre un amor mayor que el procurar la salvación del prójimo? No, ¿verdad?

Pues lee estos versículos y que se te queden bien grabados en tu mente y corazón:

Santiago 5,19-20
Si alguno de vosotros, hermanos míos, se desvía de la verdad y otro le convierte, sepa que el que convierte a un pecador de su camino desviado, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados.


Una vez los hayas comprendido y se te hayan grabado en tu mente y corazón, no se te pasará por la cabeza sugerir, siquiera indirectamente, que quienes velan por la sana doctrina se oponen a la caridad. Es justo lo contrario.

Pero me temo que no harás tal cosa. Sospecho que, Dios no lo quiera ni lo permita, seguirás empeñado en hacer en este blog de Pepito Grillo de un buenismo que se da de tortas con la Revelación.
22/05/10 9:32 AM
  
Carlos
A propósito del artículo de D. José María Iraburu, quiero hacer una consulta: ¿Es procedente con arreglo a los cánones de la Iglesia entregar un diploma de haber hecho la primera comunión a cada niño o niña, en presencia de sus padres y en el altar mayor, inmediatamente después de comulgar y dentro de la celebración de la Eucaristía?.
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JMI.- Nada dicen de eso los cánones. Si eso mismo se hace después de la Misa, no parece que sea una práctica insensata o abusiva. Pero dentro de la Misa no se debe realizar ninguna otra acción ajena a la acción litúrgica.
22/05/10 11:07 AM
  
Emiliana
Antonio: Cordial saludo

Quisiera saber cual es la definición del AMOR, del cual nos examinarán... y cómo hace una simple criatura para poder VIVIR ese AMOR, del cual lo van a examinar, a la hora que no perdona a NADIE, la muerte.

Quisiera saber cómo se VIVE, ese AMOR, sin normas y reglas,sin disciplina, sin entrega...en fin CÓMO????
22/05/10 5:38 PM
  
Antonio
Querido Luis Fernado,

Me limito a citar al Santo y al que, en mi opinión, es el más excelso poeta en lengua española. Soy un apasionado de la literatura, te recomiendo también "La vida es sueño".

Estoy, como no podría ser se otra manera, totalmente de acuerdo con el apostol Santiago. Es importante que todos sigamos a la Verdad, que todos (yo el primero) nos convirtamos a Dios, y que cumplamos sus mandamientos( Este es mi mandamiento: que os ameis los unos a los otros como yo os he amado, Jn 15, 12), nadie es tan perfecto que no esté necesitado de conversión: "A algunos que, pensando estar a bien con Dios , se sentían seguros de sí y despreciaban a los demás les dirigió esta parábola…”( Lc 18 9); “¡Ay de vosotros también, juristas, que abrumáis a la gente con cargas insoportables!” ( Lc 11 46).;“Además, no juzguéiz y no os juzgarán; no condenéis y no os condenarán, perdonad y os perdonarán; dad y os darán: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros.” (Lc 6, 37-38)
Siempre es bueno recordar a los demás y a uno mismo las palabras de Jesucristo, para (siguiendo la recomendación de Santiago) guiar al “que se desvía de la verdad” y ayudarle a convertitse.
22/05/10 5:48 PM
  
Antonio
Querida Emiliana,

El amor no se puede vivir sin entrega, sin normas (por cierto, soy jurista), sin disciplina. Me gustaría que me señalaras un solo comentario en el que digo lo contrario. Pero hay que vivirlo. Lo mejor es dejarse impregnar apasionadamente por la persona de Jesucristo. Imitarle. Darle importancia a lo que Él le da, luchar por lo que el lucho, cargar con su Cruz y seguirle. Se trata de luchar por el Reino de Dios como el nos lo pide, y ser capaces de ver a Dios en los demás, especialmente en los más débiles. He tenido la suerte de encontrar a Jesús en la Iglesia católica y de haber encontrado en mi camino a sacerdotes y seglares que han sido un ejemplo de vida en el amor a cristo y a los hermanos.
22/05/10 7:04 PM
  
Antonio

Por cierto, Luis Fernando, cuando dices que mis comentarios “se dan de tortas” con la Revelación. ¿Te refieres a mis citas del Evangelio de San Lucas?, ¿a las del Evangelio de San Juan?, ¿a las del Evangelio de Mateo?, ¿a las de la Carta de San Pablo a los Gálatas? Creo recordar que son textos revelados, según el canon de la Iglesia Católica. La cita de San Juan de la Cruz no es de un texto revelado pero es de un Santo de la Iglesia Católica y está en plena consonancia con uno de los pasajes más maravillosos del Evangelio (Mt 25, 31-46)
22/05/10 11:08 PM
  
Miguel Angel Arteche
Antonio
No entro ni salgo en su discusión con LFdo.
Pero lo que sí le digo es que uno puede amontonar citas de la Sgda Escritura (¡todas inspiradas por el ESanto!) y decir burradas tan grandes como la catedral de Burgos. Pregúnteselo si no a los herejes. Lutero andaba citando la Biblia de continuo.
23/05/10 12:58 PM
  
Antonio
Migel Angel,

Lutero no sólo citaba la Biblia, también la interpretaba y lo hacía de manera contraria a la Iglesia Católica. Yo sólo cito, y respeto el magisterio.
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JMI.- Lo que es por citas de la Biblia, yo meto unas treinta o cincuenta por artículo.
23/05/10 3:03 PM
  
Juan Stuse
En este art. el P. Iraburu toca algunos puntos que son de máxima actualidad. Por ejemplo, la actitud de quienes anteponen el empeño "de buena amistad de la Iglesia con el mundo" a sus deberes de corrección. Es un error gravísimo de enfoque pastoral que pervierte la caridad. Y está, por desgracia, tan extendido, y a tales niveles, que puede llegar a ser el vehículo para la apostasía general. Tiene razón Emiliana en que volveremos a las Catacumbas, y antes de lo que pensamos.
23/05/10 5:03 PM
  
susi
EL verdadero amor de los Pastores hacia su grey es conducirlos yendo ellos por delante, cargando la Cruz y ayudando a llevarla a los demás.
Igual que los médicos serían más "simpáticos" y comprensivos si mintiesen al enfermo para que no se llevase un disgusto al saber un diagnóstico desfavorable, los Obispos pueden hacer lo mismo. Pero no deben. El buen médico corta, saja, hace daño si es necesario para sanar al enfermo.Hace labor preventiva con los que están sanos, les da buenos consejos...
¿Por qué lo que nos parece normal y bueno en la vida natural a algunos les parece tan horrible en la espiritual?
COmo dice mi suegra: !DIos nos dé conocimiento!
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JMI.- Tiene más razón que un santo. Bueno, que una santa. Dios le conceda serlo. Bendición +
23/05/10 7:54 PM
  
Antonio

Así es Susi, por eso Jesucristo tiene un lenguaje duro y de denuncia frente a todos aquellos que se dicen seguidores de Dios y no viven su mandamiento del amor:

"Pero,¡ay de vosotros, fariseos! Pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda la verdura, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios".
23/05/10 11:33 PM
  
Emiliana
Primero: Corrijo mi primer comentario CATACUMBAS,no catatumbas.

Antonio, Cordial saludo.

Usted dice:
"Me gustaría que me señalaras un solo comentario en el que digo lo contrario."

Osea la forma en como usted entiende el AMOR, y como el padre Iraburu, nos esta cometando la Ley, que hace posible VIVIR plenamente el AMOR, que es justamente, en lo que usted hace notar que no esta de acuerdo, lo siente duro, falto de amor y tal vez anticuado.

Pues bien Antonio, yo no puedo señalarle nada, yo lo único que puede decirle, es que por TUS FRUTOS TE CONOCERAN. Ya que como usted lo comenta, tan bonito de dejarse impregnar por JESUS, etc, etc...hay que llevarlo a la vida con hechos. Usted como jurista ya está pronto a dejarse quitar la cabeza como SANTO TOMAS MORO, por un adulterio, así sea del mismo rey??.

Un ejemplo: Mi hermano contrajo Santo Matrimonio, con su novia de toda la vida, supuestamente enamorados, duraron 2 años de matrimonio, ella resulto estéril, se separaron. Como yo AMO ami pobre hermano, que su esposa no le pudo dar hijos, y era lo que él más quería, entonces consiguete otra, tienes derecho a ser feliz, DIOS ES AMOR...Lo contrario, hermano acepta esa cruz que el señor te esta presentando, recemos juntos...en fin yo lo ayudo a cargar la cruz, no me desentiendo y lo dejo solo, eso supone mi tiempo, mi oración, mi sacrificio...MISERICORDIA.

En fin Antonio, casos por montones, usted debe conocer muchos como jurista, pero bueno, yo oraré al Espirutu Santo, para que derrame en usted, el DON de la SABIDURIA, y se dé cuenta que lo que el Padre Iraburu, nos está enseñando en este blog, es el puro y VERDADERO AMOR DE DIOS. Si no conoce los libros del Padre Iraburu, se los recomiendo, especialmente, DE CRISTO O DEL MUNDO.

Dios lo bendiga, un saludo en Jesús y María Auxiliadora.



24/05/10 11:45 AM
  
Emiliana
Juan Stuse:

Que verdad tan grande, hay otros que dicen: "Debemos tratar bien al mundo, para que el nos trate bien a nosotros", y en ese tratar bien se van un montón de errores y faltas de verdadera corrección caritativa.
Que este sea el vehiculo para la apostasía general, de acuerdo totalmente.

Se nota que usted conoce muy bien el pensamiento del Padre Iraburu.

Dios lo bendiga GRANDEMENTE.
24/05/10 11:58 AM
  
Antonio

Querida Emiliana,

Yo puedo aportar citas del Evangelio, hacer hincapié en el amor, añadir cosas que pueden complemementar o insistir en algunos puntos que considero importantes o a los que yo daría otro enfoque, pero le tengo mucho respeto al padre Iraburu, él también me ha demostrado ese respeto, ha añadido pacientemente todos mis comentarios, los ha leido y contestado y jamás diré de él las cosas que usted pone en mi intención.

No me gusta entrar a juzgar casos concretos que además no conozco, pero no me parece un acto de amor (y desde luego de amor cristiano católico) abandonar a una mujer porque sea estéril.

Creo además que la gran misión de la Iglesia es seguir a Jesús y nunca acomodarse a los valores del mundo. Las tentaciones de Jesús son bastante significativas en cuanto a esos valores o contravalores (poder, riqueza o bienestar material, vanagloria).

Este es un foro abierto y sólo puedo tener en ese sentido palabras de agradecimiento al Padre Iraburu.
24/05/10 2:20 PM
  
Ricardo de Argentina
(Para completar las acertadas palabras de Emiliana)

Antonio:
Jusucristo es Dios, y mediante su discernimiento divino sabía de la hipocresía farisaica, y lo sabía de manera PERFECTA.

Usted, a través de lo que lee en su monitor, medio de conocimiento a todas luces limitado e imperfecto, mucho más para discernir sobre las intenciones ajenas, se toma atribuciones para JUZGAR EN EL AMOR a su prójimo.

Permítame que le diga que me parece un exceso de su parte. Debemos juzgar por lo que nos consta, no por lo que nos parece. Porque a veces puede parecernos lo que no es.

Un abrazo en Cristo.
24/05/10 2:38 PM
  
Antonio.

Pongo un ejemplo de la importancia del amor para Jesús y de cómo utiliza un lenguaje duro en su defensa. No he juzgado a nadie.

Un abrazo en Cristo, hermano.
24/05/10 3:38 PM
  
Hector
... y Padre Iraburu que debemos hacer cuando nuestro Párroco nos quita el habla, por invitarle a tener una actitud mas acorde al Evangelio? me parece que lo que ud. escribe es muy verdadero, sin embargo cuando nos convertimos en proclamadores de estas verdades somos execrados... pocos son los pastores que aprecian estas verdades, lastimosamente conozco pocos, podria contarlos con los dedos de mis manos.
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JMI.- Oración y penitencia. Y hablar... cuando es posible; cuando no nos escuchan, imposible.
24/05/10 8:26 PM
  
susi
Antonio: creo que todos estamos de acuerdo en lo del amor, puesto que es el primer mandamiento y resumen de todos.
Y, para los Pastores, ese amor se concreta, muchas veces en animar, consolar, exhortar, dar buen ejemplo, llevar sobre sí la carga de la oveja herida...
Y en otras ocasione, en sacar la vara, atizar al lobo y pegarle un meneo a la oveja que más que oveja parece un cabrito por lo tonta que se ha puesto o quiere poner a las demás.
Creo que a todos los pastores les gusta más la "opción amorosa", la primera, pero....la segunda también la tienen que ejercer.
Paz y amor, Antonio, de todo corazón, en la fiesta de María Auxiliadora.
24/05/10 8:44 PM
  
Antonio
Paz y amor, Susi, le tengo especial cariño a esta fiesta, uno de los primeros recuerdos que tengo grabados de mi niñez es la procesión de María Auxiliadora.
24/05/10 8:50 PM
  
La falsificación del amor
Hoy conviene tener mucho cuidado con los que emplean la palabra AMOR para justificar el desprecio a la Ley de Dios y a su voluntad en todos los casos concretos que viven el hombre y la Iglesia. El nombre de Jesús no se les cae de los labios, pero lo utilizan recortando su enseñanza para adaptarla a los deseos del mundo. Pura y sacrílega manipulación. Es una auténtica falsificación del Evangelio y en ello consiste el seudo-profetismo anticrístico. Quizá pronto tengamos que enfrentarnos a ese vaciamiento generalizado en la Iglesia y serán días muy difíciles... Emiliana, gracias por tus reflexiones que comparto en todo.
25/05/10 3:25 PM
  
Emiliana
Cordial saludo Antonio:

Usted dice:
"Este es un foro abierto y sólo puedo tener en ese sentido palabras de agradecimiento al Padre Iraburu."

Perdóneme, si lo he interpretado mal desde los anteriores artículos, lo importante es que usted se entere de la gran labor del Padre, y que le hemos de pedir a Dios Sacerdotes-Predicadores de su talla, y nosotros como simples criaturas ser reproductores en lo que podamos y sobre todo en la VIDA. POR NUESTROS FRUTOS NOS CONOCERAN.

Un saludo en JESUS Y MARIA AUXILIADORA (yo también la quiero mucho).
25/05/10 3:37 PM
  
Antonio.

Un fuerte abrazo Emiliana.

Que Dios esté contigo.

25/05/10 4:01 PM
  
Antonio
Pues sí, no se pueden falsificar los mandamientos de Jesucristo ("Para mantenteros en mi amor cumplid mis mandamientos; también yo he cumplido los mandamietos del Padre y me mantengo en su amor. Os dejo dicho esto para que compartáis mi alegría y así vuestra alegría sea total. Este es el mandamiento mío, que os améis los unos a los otros como yo os he amado" Jn 14, 9-12), ni la voluntad del Padre, ni la fuerza del Espíritu.
25/05/10 4:15 PM
  
carlos javier
enhorabuena por éste fantástico blogs,ánimo
27/05/10 7:32 PM
  
Eclessiam
Padre, sólo una nota, respecto a la traducción del 'Me amas' - 'sabes que te amo', Mons. Straubinger dice lo siguiente:

Las tres preguntas sucesivas quizá recuerdan a Pedro las tres veces que había negado a su Maestro. Jesús usa dos veces el verbo amar (agapás me) y Pedro contesta siempre con otro verbo: te quiero (filo se). La tercera vez Jesús toma el verbo de Pedro: me quieres (filéis me).

Sé que es un detalle, pero me interesa saber si consideras mejor la traducción de 'me amas' y 'sabes que te amo', dado la nota del Monseñor. Muchas gracias Padre, y siento las molestias.
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JMI.-Lo que dice (dijo) Mons. Straubinger es exacto.
11/05/17 7:03 PM

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