(05) Decálogo para las reformas de la Iglesia -I
–¿Y usted cree que una Iglesia que en su conjunto se ha torcido a un lado, supongamos, al lado izquierdo, podrá recuperar la verticalidad de la verdad católica?
–Por supuesto que sí. Y lo confieso con la fe de la Iglesia: creo «en el Espíritu Santo… y en la Iglesia una, santa, católica y apostólica».
Pero tanto en Israel como en la Iglesia, así lo comprobamos en su historia, solamente se producen las verdaderas reformas necesarias cuando, por obra del Espíritu Santo, se dan al mismo tiempo varias condiciones fundamentales.
1.– El reconocimiento de los males. Los falsos profetas y los Pastores sagrados que van con ellos no reconocen los errores y desviaciones del pueblo, o los subestiman en su gravedad, en buena parte porque ellos son, por acción u omisión, los responsables principales de esos males. Por eso dicen con aparente piedad: «vamos bien; paz, paz, confianza en el Señor; calamidades como las actuales, o peores, siempre las ha habido». Éstos no se asustan por nada: ni por la difusión de gravísimos errores contra la fe, ni por la falta extrema de vocaciones, ni por el absentismo masivo en la Misa dominical, ni por la difusión generalizada de la anticoncepción, etc. Y así se tienen por «hombres de esperanza».
Pero los Pastores y profetas verdaderos ven las cosas de otro modo: «Vamos mal, y es urgente la conversión y la reforma. De otro modo, se arruinará el Templo de Dios y su Pueblo se dispersará entre los infieles» (véase Is 3; Jeremías 7; Oseas 2;8;14; Joel 2; San Gregorio Magno, San Carlos Borromeo, San Pío V, San Pío X…) A estos Pastores, profetas y creyentes, que permanecen fieles, se refiere el Señor cuando le ordena a su ángel: «recorre la ciudad [de Dios] y pon por señal una tau en la frente de los que gimen afligidos por las abominaciones que en ella se cometen» (Ez 9,4).
2.– El reconocimiento de las propias culpas, que han traído todos esos males, es igualmente necesario para la reforma. «Eres justo, Señor, en cuanto has hecho con nosotros, porque hemos pecado y cometido iniquidad en todo, apartándonos en todo de tus preceptos… Nos entregaste por eso en poder de enemigos injustos e incircuncisos apóstatas…» (cf. Dan 3,26-45). No tiene posible reforma una Iglesia local mientras no reconoce que sus pecados son la causa de todos los males que le afligen. Atribuir a la secularización creciente del mundo la apostasía creciente del pueblo cristiano viene a ser como si la luz echara a las tinieblas la culpa de la oscuridad reinante en un lugar. Un lugar se queda a oscuras cuando disminuye o se apaga la luz. Evidente.
3.– Los males que nos abruman son castigos medicinales. «Todas las cosas colaboran al bien de los que aman a Dios» (Rm 8,28). Estos males tan grandes que Dios permite en el mundo y también, en otro grado, en su Iglesia deberían ser aún mayores si estuvieran exactamente proporcionados a la gravedad de nuestras culpas. Pero la Providencia divina suaviza la justicia con la misericordia, a causa del amor inmenso que Dios tiene a su Iglesia. «No nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas» (Sal 102,10). Los males que nos afligen son, pues, medicinales, humillantes, motivos fuertes para la conversión y la reforma.
4.– No hay remedio humano para nuestros males. Ésta es una convicción de fe absolutamente necesaria para la reforma. Por eso aquellos Pastores, profetas y fieles que no reconocen la gravedad de las miserias que abruman al pueblo, ni su raíz diabólica, aunque alcancen a verlas en alguna medida, y que no asumen tampoco la gravedad de sus propias culpas, mantienen –si es que la mantienen– la «esperanza», una falsa esperanza de superar los males con remedios humanos, con sus propias fuerzas, sin reafirmación de las verdades negadas o silenciadas, sin verdadera conversión, penitencia y expiación, sin cambiar sus pensamientos y caminos, sin entender tampoco la absoluta necesidad de la oración de súplica, que pida al Señor una salvación en modo alguno merecida. Y así van de mal en peor.
«Son necios, no ven» (Jer 4,22). «Pretenden curar el mal de mi pueblo como cosa leve, y dicen ¡paz, paz!, cuando no ha de haber paz. Serán confundidos por haber obrado abominablemente» (6,14-15; cf. 8,11). «Maldito el hombre que en el hombre pone su confianza, y de la carne hace su apoyo, y aleja su corazón de Yavé» (17,5).
La verdadera reforma, por el contrario, es suscitada por aquellos que nada esperan de nuevas fórmulas catequéticas, pastorales, teológicas, litúrgicas, organizativas, de presunta eficacia mágica; aunque sepan reconocer en medio de esa efervescencia de iniciativas todo lo que en ellas haya de bueno, positivo y bienintencionado, que no es poco. En todo caso, los que piden-procuran-esperan las reformas necesarias tienen muy claro que nuestros males tienen raíz diabólica y que no son sanables por remedios humanos. «Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?… El auxilio me vendrá del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal 120,1-2).
5.– Hay remedios divinos sobreabundantes. Las reformas no se dan, por urgentes que sean, cuando en Pastores y fieles falta la verdadera esperanza en el amor y en el poder de Dios. Lo dan entonces todo por perdido, ven el proceso de la descristianización siempre creciente como una dinámica histórica irreversible, sin que a ellos, por lo demás, les importe gran cosa. Se resignan –ellos creen que piadosamente–, a que la Iglesia sea entre los pueblos un conjunto insignificante de comunidades mínimas, sin fuerza real alguna para iluminar el pensamiento, las instituciones, el arte, las leyes, la cultura, las costumbres del mundo de su tiempo. Citan, pobrecitos, el Evangelio de Cristo: pusillux grex (pequeño rebaño, Lc 12,32), y se quedan tan tranquilos. Habrá que decirles: «Estáis en un error, y no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios» (Mt 22,29).
Los sagrados Concilios de reforma, lo mismo que los santos especialmente movidos por Dios para realizar ciertas reformas, nunca se han amilanado ante la gravedad de los males del mundo y de la Iglesia de su tiempo, por muy difundidos que estuvieran, o aunque parecieran insuperables al estar tan arraigados. Siempre han tenido una fe y una esperanza firmes en el poder del amor de Señor para purificar a su Iglesia de los males que le afligen, por grandes que sean.
Pongo un ejemplo histórico. La simonía, la compra de altos cargos eclesiásticos, puede en una cierta época y región de la Iglesia estar tan extendida y arraigada, que muchos la ven como algo normal en la vida eclesial, y otros, que alcanzan a conocer su maldad gravísima, la consideran sin embargo como un mal irremediable. Unos y otros no intentan la reforma. Y no la consiguen, por supuesto. Con lo que se ven confirmados en su convicción inicial: «no hay nada que hacer». Y así es como males muy graves, gracias a moderados y deformadores, «hombres de poca fe» (Mt 6,30), pueden durar largamente en una Iglesia. Por el contrario, todo movimiento reformista parte de una fe firmísima en el poder del amor de Dios para sacar de las piedras hijos de Abraham (Mt 3,9), para transformar la roca en un manantial de agua viva (Núm 20), para hacer florecer los más áridos desiertos (Is 35,1), para hacer abundar su gracia donde abundó el pecado (Rm 5,20).
Los que ignoran el amor del Señor por su Esposa, los que desconocen el poder del Salvador para salvar, no creen posibles las reformas necesarias de la Iglesia, tampoco creen posible que se difunda en el mundo el Reino de Cristo por el apostolado y las misiones, y estiman irreversible el acrecentamiento continuo de la apostasía. Lo dan todo por perdido. Pero a ellos ese proceso siniestro no les importa gran cosa, y no faltan tampoco algunos locos que lo consideran un progreso histórico.
En fin, es una gran vergüenza que tantos Pastores, religiosos y laicos vean hoy en la Iglesia como insuperable una multiplicación desbordante de errores doctrinales y de abusos morales, litúrgicos y disciplinares, y en consecuencia limiten sus aspiraciones apostólicas al cuidado de unos pequeños grupos y movimientos, en los que osan estimar a veces «la esperanza de la Iglesia» (sic). Esos grupos y movimientos serán de verdad la esperanza de la Iglesia solo si se empeñan en su verdadera reforma, bien unidos a los Pastores y fieles, convencidos de que «para los hombres es imposible, pero para Dios todo es posible» (Mt 19,26).
6.– La oración de súplica es el medio principal para las reformas de la Iglesia, y nace de la fe en el poder de Dios y en el gran amor fiel que tiene a la Esposa de Cristo. «Levántate, Señor, no tardes, extiende tu brazo poderoso, acuérdate de nosotros, no nos desampares, no nos dejes sujetos al poder de tus enemigos, no permitas que tu gloria sea burlada y blasfemada, ten piedad de nosotros»… Está muy bien que se promuevan concentraciones multitudinarias, que se fomenten en favor de graves causas numerosas campañas en grupos laicales y religiosos, que se muevan los movimientos, que se acuda incluso a la elocuencia de los medios publicitarios, en vallas, camisetas, diarios y mochilas, pancartas y globitos.
Todo eso está muy bien y, en su medida, es necesario, pues quiere Dios servirse de esas modestas mediaciones –«cinco panes y dos peces» (Mt 14,17)– para realizar sus obras de salvación. Pero todos los empeñados en esas santas empresas apostólicas deben saber con toda certeza que la oración de súplica ha de ir siempre por delante, como la proa de un barco. «Ora et labora», pero el ora por delante. Sí, es cierto, «a Dios rogando y con el mazo dando»; pero a Dios rogando por delante. (Puede verse mi escrito Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción). Solo intentan y consiguen reformas en la Iglesia aquellos que creen en la promesa de Cristo: «pedid y recibiréis» (Jn 16,24).
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
36 comentarios
Alleluya (incluso fuera del Tiempo pascual).
¡Cómo alegra el corazón escuchar la verdad!
"Padre, santifícalos en la verdad".
Uno, que es joven, se maravilla pensando en tiempos pretéritos en los que no se dudaba de la Santa Tradición católica. Hace dos, tres generaciones, aún cuando los enemigos internos luchaban por destruir a la Iglesia, había un corpus doctrinal que el pueblo fiel consideraba intocable. Ahora es todo un campo minado. Cada fiel o sacerdote con el que hables -incluso algún obispo o cardenal- puede ser una bomba de relojería para la fe del creyente.
Por cierto, es paradójica esa postura de tantos "católicos" que consideran un progreso la acomodación de la Iglesia al mundo, como si fuera éste el que marcara un desarrollo humano imparable. Porque la verdad es que el mundo, aunque estará mal y será doloroso hasta la consumación de los plandes de Dios, sólo se logra humanizar algo cuando la Iglesia está bien y evangeliza.
LUIS. Cuántos amigos buenos en Argentina: P. Sáenz, Caturelli, los Gristelli, las Mater Dei, Mons. Lona, la Hdad. Sacerdotal cura Brochero, los Pollicino, el Volcán, los Miles Christi, P. Fosbery y FASTA, toda la feligresía de la Fund. GRATIS DATE, innumerable como las estrellas del cielo y las arenas de las playas, desde Tucumán hasta Ushuaia. Y Luis, o si lo prefiere, luis.
Padre, una pregunta que tal vez sea para el número (3019)ABC -XCX: Dice Vd. que "tampoco creen posible que se difunda en el mundo el Reino de Cristo por el apostolado y las misiones". Algunas no conocemos qué cosa sea el apostolado y las misiones católicas sino por la lectura de las vidas de los santos ejemplares o no y las noticias de hermanos que están en ello. Lo que conocemos cercano a nosotros "no está católico" en absoluto, o más bien, está demasiado "tocado o inundado" de esa gangrena del "vamos bien", "lo cristiano es fijarnos sólo en lo bueno", "conque nos salvemos yo y mi familia, ya es más que suficiente", "esto es una purificación de la que saldremos fortalecidos", "nuestra sociedad democrática y progresista sólo necesita un puntito de mayor espiritualidad para salir de estos males". Sí, hemos de creer y creemos en que es posible ese cambio en el contenido, más que en la metodología, del apostolado y la misión que el Señor nos encomienda hasta que Él vuelva. En fin, el caso es que si aseguramos el "ora", casi seguro que el Señor nos indica el cómo, cuando y dónde "laborar".
CAMINO. Consultado el coro de este blog, ninguno de sus miembros ha mostrado inconveniente en que se integre una voz femenina y, por lo visto, española. Alguno ha sugerido si no sería bueno hacerle primero una prueba de voz, pero se ha desechado la sugerencia por ser difícil su realización.
Sobre el tema del apostolado y las misiones, con el favor de Dios, espero tratarlo en este blog. Pero más adelante. Como dijo el Quijote, "todo se andará, amigo Sancho. Todo se andará".
No estoy de acuerdo. Creo más bien que es la ORACIÓN DE ALABANZA (no la súplica) el medio principal para las reformas. El que pide, se pone a sí mismo y sus necesidades en el centro. El que alaba, pone a Dios en el centro. La alabanza es más poderosa que la petición. Podemos debatirlo, si queréis, pero me parece importante saber cuales de las armas que Dios nos da tienen mejor munición: y la alabanza es superior y más eficaz.
Sobre "el reconocimiento de las propias culpas"... estoy de acuerdo, pero los que somos jóvenes (digamos, menosde 40 años), o al menos yo, vamos, no pienso cargar con las culpas de mis mayores. Yo no tengo la culpa de que el postconcilio fuese bastante desastroso. No tengo la culpa de que Dios haya echado a rodar cosas muy buenas y renovadoras ya en 1967 (pienso en la Renovación Carismática, el Camino Neocatecumenal y otras cosas) y que la burocracia -más que los progres- los hayan entorpecido y bloqueado. Yo no tengo la culpa de que incluso párrocos "moderados" no dejen estar movimientos en sus parroquias (aunque sean tan clásicos como la Legión de María, o Cursillos) porque no quieren gestionar una pluralidad de movimientos, lo quieren todo "de su estilo".
Los de mi generación que AUN somos católicos y hemos crecido en un ambiente ya hostil, que hemos sido el único católico de clase en la universidad o el instituto NO tenemos que "reconocer nuestras culpas"... (excepto pecados personales, claro). Como generación hemos sido víctimas, no agentes.
Por lo demás, de acuerdo: Dios nos ha dado herramientas para evangelizar y transformar la sociedad y al hombre, hay muchas cosas que están funcionando muy bien (y que muchos párrocos no implementan porque se creen que su parroquia está llena... sin ver que todo son cabezas canosas), y los medios de comunicación e internet, así como la emigración, juegan a nuestro favor como nunca antes, si sabemos emplearlos.
Los católicos, con comunidades de 2.000 o 1.000 personas por parroquia, ni nos conocemos ni somos comunidad de verdad. Si alguien falta el domingo, a nadie le importa, nadie lo nota. Recomiendo el libro -gratis en Internet, buscad en Google- "Building Christian communities"- del fundador de las comunidades de "Espada del Espíritu" (Sword of the Spirit). Un gran análisis: comunidades pequeñas implican más líderes laicos, es decir, más líderes, más evangelizadores. más dinamización, más dondes que Dios da ala gente puestos en acción. Sin reformar la comunidad cristiana (y la parroquia casi nunca es realmente una comunidad) no habrá reforma de la Iglesia.
O sea que cuando nuestro Señor Jesucristo nos enseñó el PADRE NUESTRO, como oración principal de los cristianos, al enseñarnos una oración compuesta solo de peticiones (siete peticiones, una detrás de otra), nos enseñó una oración más bien flojucha, por lo que usted dice.
La oración de petición no ha de contraponerse a la de alabanza. Ella misma es oración de alabanza, pues al pedir, está proclamando que Dios es bueno, omnipotente, providente y misericordioso, que todo está en su mano, que de él procede todo bien: por eso se le pide. La oración de petición, ella misma, es, pues, una oración de alabanza. Y el que la hace, pidiendo a Dios, está ya preparando su corazón a la oración de acción de gracias por los dones recibidos.
Como todo es don de Dios, los cristianos hemos de vivir SIEMPRE PIDIENDO y SIEMPRE DANDO GRACIAS y alabando, "siempre y en todo lugar", como decimos en el prefacio de la Misa cada día.
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Y como bien dice Ud. Padre, la petición -que es alabanza- debe ir también acompañada de agradecimiento. El hecho de que nosotros no formemos parte de ese rebaño indolente, ciego y extraviado -de laicos y de pastores - que aquí se ha mencionado repetidamente y que no es ningún "pusillux grex", lamentablemente, y eso sin mérito de nuestra parte y a sólo fuerza de Gracia, debe ser motivo de especialísimo agradecimiento. Cristo nos ha elegido para que "el celo por Su casa nos consuma", y nos ha elegido de entre millones a quienes no ha elegido del mismo modo. ¿Puede haber más motivo de agradecimiento?
Creo que debemos corresponderle con una adecuada petición, para que cuando Él "despierte" y ponga a las miserias del mundo "como escabel a sus pies", no nos reproche como a sus discípulos por nuestra fe flaca. Que seguramente eso nos habrá de doler, y mucho.
Muy interesante el artículo y el texto sobre la oración. Creo que es muy interesante lo de pedir hechos verdaderamente extraordinarios, ¿milagros, serían?, como pedir una renovación total de la Iglesia. Está claro que Dios puede esto y más, pero el asunto es si Él quiere, ya que, para ello, harían falta muchas conversiones, mucha fe, sin la cual Dios no actúa dado su respeto a la libertad humana, y dado que la fe no puede imponerse (Dios no puede contradecirse a sí mismo; ha dado libertad al ser humano para darle una posibilidad de acoger la fe, la cual no puede ser impuesta a la fuerza).
Además, dado que la Iglesia es un medio instituido por Jesús para facilitarnos el vivir la fe, pero que no es un fin en sí misma, ya que el fin es toda la humanidad, su salvación, tendríamos que encaminarnos a la conversión y salvación de toda la humanidad.
Pero, sin embargo, lo que está claro es que el actuar según los criterios cristianos, siempre tiene unos efectos beneficiosos clarísimos, los cuales no siempre son vistos por personas sin ojos de fe, y creo que este efecto también forma parte de nuestra fe en Jesucristo y de nuestra esperanza en Su palabra, la cual se suma a nuestra esperanza en la vida eterna. Digamos que el hacer cada uno lo que puede (incluido, por supuesto, el evangelizar a otras personas), que no es poco con la gracia de Dios, y confiar en su efecto, pensando que ya no nos corresponde a nosotros lo demás.
D. José María Iraburu, veré a ver si tiene algo escrito sobre milagros; me gustaría saber por qué están tan alejados de nuestras vidas los más visibles como la resurrección de Lázaro o de Tabita, o las curaciones del ciego o del paralítico; ¿fueron así, literalmente?; y si lo fueron, ¿por qué no suceden en estos días? Quizá nos falte humildad para todo esto, buscar sólo la Gloria de Dios y nada para uno, como entendí, hablo de memoria, en su libro sobre la Oración.
Lo que más me ha chocado es como trata usted de eludir a sus responsabilidades y pecados como parte de la sociedad y de la humanidad. Me pregunto que es lo que piensa del pecado Original, seguro que muchos ateos agnósticos y similares desechan la culpabilidad pasada de nuestros antepasados... aun así espero se haya bautizado.
Si así piensa pues otra pregunta: ¿ha bautizado a sus hijos que no comieron del fruto del árbol de la vida? Pues habrá que rechazar el bautismo y tantas otras cosas... Recapacite señor.
Sí, cierto que las comunidades de pentacostales crecen y rezan unos por otros y alaban pero sobretodo alaban porque es bueno para ellos. Son tan humanos como nosotros pero con una desventaja enorme. Y puede qiue le parezca que alaban de maravilles y no es que no debiera ser así, ya que si no se le albase las piedras lo harían. Cierto
Mas para alabar, adorar pedir y dar gracias, nada como la adoración en silencio expectativo. Con tanto ruido a veces no podemos oír sino lo bien que nos sonamos a nosotros mismo. No creo que cuando pido al Padre en nombre de su Hijo no esté ya alabando en obediencia, “Pedid”.
Cosas potentes pasan en las iglesias evangélicas sin dudas. Dios los usa y sin duda podemos de aprender de ellos aunque no estemos en perfecta comunión, pero más verdad es que ellos aun pueden aprender de nosotros mucho más.
En mi humilde opinión los pecados de la Iglesia son míos también, que la mancha del pecado duradera es. En mi bautizo y confirmación he aceptado el perdón de mi redentor, pero aun del dolor, el pecado, las enfermedades y la muerte consecuente no me he aun librado. No sea llanero solitario que aun somos Iglesia desde Nuestra Santísima Madre y San Pedro a usted y yo y no deje usted hermano en Cristo pedir perdón por mis muchos pecados. ¡Paz!
En ese sentido, me permito recomendar a quien no los haya leído sus tres artículos sobre la Alegría cristiana, en este mismo portal.
También les recomiento el siguiente libro, que estoy leyendo ahora y me está gustando mucho:
http://www.agapea.com/libros/Nada-te-turbe-Nada-te-espante-isbn-8482398008-i.htm
Por último, tiene razón RICARDO DE ARGENTINA, el evangelio de hoy nos ofrece un mensaje ajustadísimo al tema del artículo.
Cuando era pequeña y necesitada, si quería algo, iba primero a mi madre y ella intercedía....el truco no falla y menos, con Ella
RICARDO DE ARGENTINA. Los salmos nos enseñan a pedir gritando “¡DESPIERTA, Señor! como los apóstoles pedían ayer en el Evangelio de la misa, el de la tempestad del lago calmada. Es la vía más eficaz para conseguir la paz de la santidad en el lago de la Iglesia.
SOLAMENTE JUAN + VIRGINIA + EDUARDO JARIOD. Efectivamente, todos, con nuestras virtudes y nuestros pecados, estamos influyendo en la salud y fortaleza de la Iglesia o en sus enfermedades y debilidades.
EDUARDO JARIOD. Queda admitido en el coro. Puede pasar a recoger su carnet y le darán el horario de ensayos. Bienvenido.
Ciertamente el optimismo buenista impide cualquier reforma. Pero episodios como el de Linz, nos demuestran el estado de gravedad en el que se encuentra la Iglesia Militante.
No sé si te refieres a por qué no hay milagros en la actualidad, o por qué no hay milagros de la envergadura de la resurrección de Lázaro.
Yo creo que todos los días hay milagros, pero no los vemos. La misma existencia me parece milagrosa. Lo que ocurre es que la repetición de un hecho hace que dejemos de considerarlo extraordinario, para verlo como algo "natural". Lo mismo pasaría si todos los días resucitase alguien.
La conversión de un pecador, el perdón de los pecados, por supuesto que son milagros que vemos continuamente; y otros muchos. Y, por supuesto, que todos estos milagros son extraordinarios, por eso puse el ejemplo de a lo que me refería.
También quería comentar que creo que si las comunidades cristianas católicas realmente mejoran bien, es decir, mirando siempre al bien de la humanidad, a la Iglesia universal, y no mirándose en exclusividad a sí mismas, también son una posibilidad de hacer mucho bien a la Iglesia de Jesucristo.
Al igual que en el caso de las familias, creo que es un error el que las comunidades, vivan para sí mismas, y no para ayudar a cada uno de sus miembros a dirigirse a Dios, al igual que actuar en conjunto en este sentido.
Cada uno verá dónde le aprieta más el zapato, pero, en general, el ego es lo que nos pierde a todos. Da igual a la comunidad que pertenezcamos o cuál es el carisma que cultivemos; donde mires, te encuentras soberbia o vanidad a toneladas, comenzando por uno mismo. Y no hay nada peor que estos pecados para todo desarrollo espiritual acorde a la palabra de Dios.
El Señor me puso en mi camino de esa forma tan maravillosa como Él actúa, callada pero visiblemente, el movimiento de la Legión de Almas Pequeñas. De la manera más inopinada, el Señor me presenta este humilde propuesta. Será lo que Dios quiera.
Me alegro de la propuesta que te ha hecho el Señor; el nombre es muy bonito, ciertamente. Por supuesto que si quieres seguirle y colaborar con su Obra Redentora, no te va a faltar nunca Su ayuda, de mil maneras, incluso para discernir y para decidir, en lo que uno a veces tiene dudas. Yo cuando dudo, le pido, ya por último a la Virgen, que no me deje equivocarme, que antes de eso, me pase, si fuera necesario, algo.
1. LA REFORMA O RENOVACIÓN DE LA IGLESIA NECESITA MÁS DE ALABANZA QUE DE PETICIÓN.
Estimado padre Iraburu, he echado una ojeada a su escrito "Oraciones de la Iglesia en tiempos de Aflicción" (está en este link: http://www.gratisdate.org/nuevas/oracaflic/orac.aflic.ch2.htm ). Su post en Infocatólica es una versión más abreviada de las tesis de esta obra suya. Yo no niego que lo que usted comente sea cierto y bueno. Pero afirmo que es incompleto.
Por ejemplo, usted dice en este texto: "De la salvación recibida brotará la alabanza: Sálvanos, Señor, y en adelante buscaremos tu rostro, seguiremos tus mandatos, seremos fieles a la Alianza, alabaremos tu nombre, te daremos gracias siempre..."
Pero la realidad al repasar la verdadera oración de Israel en tiempos de aflicción es que ISRAEL NO ESPERA A LA SALVACIÓN para alabar. Israel PIDE UN POCO, ALABA MUCHO, y después llega la salvación.
Estimado padre Iraburu, usted dice en su libro "la oración de Israel pervive en la oración de la Iglesia, perdura en ella siempre joven, y en ella alcanza la plenitud de su belleza y poder". 100% de acuerdo en esto.
Dice también usted: "la Iglesia ha de aprender del Israel antiguo la oración de súplica en la angustia. Así se deja enseñar por Dios, que nos habla en las antiguas Escrituras". Esto es correcto pero incompleto: ¿por qué aprender de Israel sólo la súplica en la angustia, cuando ISRAEL HACE SOBRE TODO ALABANZA Y ACLAMACIÓN EN LA ANGUSTIA?
Usted establece una receta de siete pasos en su libro (de seis, en su post): reconocer que los males son graves, que no tienen solución puramente humana, que las consecuencias son justas y que tienen un elemento didáctico/medicinal, que Dios puede salvar, que hay que pedir a Dios que actúe y que Su actuación es para Su Gloria. Usted luego dice: "Si la Iglesia local hace suyos esos clamores antiguos en todos sus elementos -en todos, en los siete señalados: no bastaría que lo hiciera en casi todos-, se verá ayudada por Dios".
Yo no niego ninguno de esos pasos. Quizá matizaría alguno, pero en principio me parecen todos bíblicos y saludables. Pero falta un elemento, que es, opino, el principal: la alabanza.
Usted no recoge lo que Dios nos dice en el Antiguo Testamento sobre la alabanza... y es importante.
Usted escoge algunos versículos de petición en los Salmos. Sí, están ahí, pero son minoría comparado con los de alabanza. Porque en hebreo, los salmos se llaman "Tehillim" (es decir, "alabanzas").
Y la Biblia muestra que no se alaba solo después de la victoria: no, Israel alaba y aclama con grandes gritos el poder de Dios ANTES de la batalla. Israel a veces gimotea un rato ("que desgraciados somos, que mal estamos"), pero más a menudo VITOREA CON GRITOS DE GUERRA al Señor. Y así gana las batallas.
En 2 Cron 20, 1-30 vemos como el pueblo liderado por Josafat sí que se echa al suelo y gime un rato con oración de petición, pero pronto se levanta y se va a la guerra con oración de alabanza. Los cantores iban delante: "alabad a Yavé porque eterna es su misericordia". Ellos alababan, y Dios ganó la batalla para ellos, haciendo que sus enemigos se matasen entre ellos.
Una versión moderna de esto se hizo famosilla en España hace pocos años ante la catedral de Barcelona, cuando unos jóvenes católicos detuvieron a una manifestación gay del tripartito con canciones, guitarras y panderetas. Yo estuve y lo vi. Puede leerlo aquí (tres crónicas del acto en un solo link):
http://www.solidaridad.net/noticias.php?not=2655
¿Y qué decir de Jericó? ¿Cae ante la oración de petición... o ante la aclamación de alabanza?
Necesitamos alabanza y aclamación. En hebreo es la "teruá": no puede ser en voz bajita, no se musita ni susurra. Teruá es el grito del ejército que sabe que se hará con la victoria. La teruá es lo que hunde las murallas. No es la petición de quien pide ayuda, sino el clamor de quienes nos sabemos vencedores. "Aclamad la Gloria y el Poder del Señor", "Dios asciende entre aclamaciones", "tocad porque Dios es el Rey del mundo", "aclama al Señor tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad EN SU PRESENCIA CON VÍTORES", "batid palmas, aclamad a Dios CON GRITOS DE JÚBILO"... etc... (Salmos 95, 29, 98, 47, 100, etc...)
¡¡Este debería ser el estándar del trato del pueblo con Dios!! Esto es un pueblo renovado y renovador. Esta es la receta que Dios insiste e insiste en proclamar (estos son los salmos con los que jesucristo oraba cada día)... y que nosotros ignoramos o minimizamos.
Cuando Israel está en el destierro dedica varias páginas a gimotear sobre canales de Babilonia, etc... Pero eso, aunque sea un baño de realismo, no es muy constructivo cuando ya llevas un rato llorando. Lo constructivo es cuando el mismo Israel, desterrado, canta alabanzas como en Tobías 13, 1-17: "Hijos de Isarel, bendecidle ante las naciones porque él os ha dispersado entre ellas. En la tierra de mi cautiverio le daré gracias, y anunciaré su poder y su grandeza a un pueblo pecador. Ensalzaré al Dios, rey de los cielos, Y MI ALMA RADIANTE DE JÚBILO PROCLAMARÁ SU GRANDEZA".
Pedir no está mal, pero no es prioritario. Lo que de verdad proclama la grandeza de Dios en esta babilonia nuestra es el "alma radiante de júbilo" que se logra al "ensalzar al Dios, rey de los cielos".
San Pedro, en Pentecostés, con un sermón hizo 3.000 conversiones: porque era un sermón de alabanza: "les oían hablar en sus propias lenguas las maravillas del Señor". Nosotros, con 3.000 sermones de quejas y gimoteos no logramos ninguna conversión. A ver si aprendemos.
La alabanza tranforma el mundo, las mentes, corazones y sociedades con más fuerza que la petición. Por eso, Isaías profetiza que llegará el Espíritu Santo para llevar "alabanza en lugar de espíritu abatido": "EL Espíritu de Dios hoy está sobre mí, me ha enviado a llevar la buena nueva, curar, anunciar, liberar... diadema en lugar de ceniza, alabanza en lugar de espíritu abatido" (Isaías 61, 1-3). Y eso ya es: porque hoy cualquier bautizado tiene más Espíritu Santo que el mismísimo Isaías, y si no lo usa es por su dejadez y derrotismo.
RESUMIENDO: sí, el Padrenuestro es sobre todo oración de petición. Pero aunque Jesús lo enseña, nunca más le vemos a él ni a los apóstoles usarlo. Yo lo rezo cada noche con mis niños, pero lo que vemos en la Biblia es que los apóstoles, Pablo, Israel... son sobre todo ALABADORES.
¿Hay crisis en la Iglesia? Sí, pero no porque falte petición. Hasta los ateos piden a Dios cuando están enfermitos, y la Iglesia sigue llena de abuelitas que no van a misa pero piden por sus nietecitos, y cuando van a misa, en vez de alabar a Dios, siguen pidiendo por sus nietecitos...
De petición ya vamos servidos. ¡¡¡Lo que falta es alabanza!!! La petición es infantería, mientras que la alabanza es artillería y aviación. Con la petición se ocupan posiciones, pero con la alabanza se ganan las guerras. Ir a la guerra dejando los cañones y aviones sin usar es de bobos, así que saquemos la alabanza del hangar y usémosla como Josafat para ganar las guerras.
Acabo recomendando el libro "Nacidos para alabar", del dominico Vicente Borragán, profesor especialista en Biblia: didáctico, asequible, práctico (listo para usar en tu vida), muy bíblico, de lo mejor sobre el poder de la alabanza. http://www.editorial.sanpablo.es/fichalibro.php?cod=2%2321%232215&id=2159
Así decimos que alabamos tanto a Jesus y a Su Palabra, que estamos dispuestos a perderlo todo por ÉL, por su Palabra, fuente de Vida Eterna, por colaborar en su Obra Redentora.
Sin perjuicio de lo que le conteste el P. Iraburu sobre la conveniencia de pedir la reforma de la Iglesia con más alabanzas que peticiones, me permito acotar lo siguiente:
No creo que sea cuestión que amerite una tesis. Con recordar que la alabanza a Dios es necesaria siempre que nos dirigimos a Dios, y recomendable siempre que nos dirigimos a los hombres, creo que basta. Rezando las principales oraciones católicas de petición alabamos siempre a Dios: el Padrenuestro comienza con alabanzas y el Avemaría es más alabanza que petición.
Por otro lado, en el Gloria alabamos a Dios sin pedir nada, es alabanza pura.
A TODOS gracias por sus comentarios.
A JOSÉ ÁNGEL ANTONIO. Me parece bien todos los elogios que hace de la oración de alabanza. Me parecen mal todas las consideraciones despectivas que hace sobre la oración de petición (“gimoteos”, “no es prioritaria”, etc.). Y me parece un horror la pasadita que le da al Padre nuestro, la más preciosa y alta oración cristiana, la más grata al Padre celestial, la enseñada por el mismo Cristo: “cuando oréis, decid, Padre nuestro”… (“aunque Jesús la enseña, nunca más le vemos a él ni a los apóstoles a usarlo”). Toda la tradición cristiana (los Padres, la Liturgia, el Catecismo actual) han considerado el Padre nuestro la más perfecta y principal oración de la Iglesia.
Una usted armoniosamente en la oración, como lo hacen los salmos, alabanza, petición y acción de gracias (a veces entremezclados en un mismo salmo, exigiéndose y potenciándose mutuamente). No contraponga, que no gana nada con eso, y lo estropea todo. Mire en la Liturgia católica, cómo une con armonía y proporción todas las dimensiones de la oración cristiana: ella es el modelo supremo de la oración cristiana.
Y no escriba comentarios tan largos, que juntando sus dos, dan tres páginas. Es demasiado.
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JMI.-Adelante con el Señor.
Bendición +
Tengo la impresión ,de que usted, Padre José Maria ,es como una Voz que clama en el desierto ,y así fue el caso de San Juan Bautista ; quiera Dios que este tesoro literario suyo,se haga inmortal en la Iglesia Universal.
Tengo Fe en el " Hijo Varón " dado a Luz por " La Mujer " ; en la Nueva Institución nacida de las entrañas maternales de la Iglesia Verdadera. Tiene que alzar la voz, de la misma manera tan contundente como usted lo hace ,y ser más abierta al resto de la Iglesia ; diciendo alto y claro : " YO SOY "....
II Timoteo 4,3-4
"[3]Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros
[4]que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas."
No hace mucho tiempo, todos los Católicos comulgábamos de rodillas y en la boca, excepto quienes estuvieran impedidos, claro está, y se utilizaba la Patena para cuidar de que no callera la mas mínima partícula de la Hostia al suelo, y si alguien nos hubiera dicho que eso cambiaria y que en pocos años todo el mundo se pararía y permanecería de pie ante Cristo en la Sagrada Hostia, que lo cogería con sus propias manos y que auto comulgaría, nos hubiésemos llevado las manos a la cabeza y no lo hubiésemos creído.
Pues si ocurrió!! Y los mismos que se hubiesen llevado las manos a la cabeza y no hubieran dado crédito a quien hubiera dicho que lo que ya esta pasando ocurriría, esos mismos están haciendo ahora, lo que entonces no hubieran creído que se haría.
¿Pero, que les ha pasado entonces? ¿como esos mismos que se hubiesen escandalizado, y que jamás lo hubieran hecho, porque lo hacen ahora y no se han escandalizado?
Estamos pasando por lo que ya nos fue anunciado, y esta ocurriendo que viendo no ven y oyendo no oyen.
Mateo 13,15
"[15]Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure."
La comunión en la mano fue permitida en lugares muy concretos y solamente allá donde ya se había implantado.
- ¿Y que pasó entonces para que se extendiera por todo el mundo?.
Pues muy sencillo, fueron los consagrados, y no los fieles, quienes adoptaron esa práctica, y como lo mas normal, se fue extendiendo, y así hicieron que los fieles la adoptaran también. Si la Iglesia nos dice que se puede comulgar como a cada uno le de la gana, si nos da varias opciones, y nos dice que todas están bien, ya sea en la boca, con nuestras manos, de rodillas o parados de pie ante Dios, vivo, presente y real en cuerpo, sangre, alma y divinidad, frente a nosotros, y como quitaron los reclinatorios de las parroquias, pues esta clarísima la intención de los que los quitaron, porque los quitaron para que los fieles se pararan, para que no se arrodillaran ante Cristo. Si es blanco, en botella, huele a leche y sabe a leche, es leche. Y si tiene pico de pato, cuerpo de pato, anda como un pato y dice “Cua cua” es un pato.
Ver "Alerta Sacerdote Niega dar La Comunión a los fieles que se Ponen de Rodillas ante Cuerpo de Cristo" en YouTube
https://youtu.be/lFyQ1WtOiqI
Ver "Sacrilegio!!! Mujer Finge Recibir Hostia Consagrada ante Sacerdote pero se la lleva en su MANO" en YouTube
https://youtu.be/pqaK8Yj4-tM
Pues si los sacerdotes nos quitan los reclinatorios para que no nos arrodillemos y comulguemos de pie, pues los fieles es normal que piensen que si el sacerdote los ha quitado, pues no hace falta ser muy inteligente para comprender que lo han hecho para que no nos arrodillemos, y es normal que la gente piense que debe de comulgar como se le esta induciendo a hacer, y por obediencia a los que quitaron los reclinatorios, y tambien como nos hacen ver que es mas cómodo permanecer de pie que arrodillarse, y si tambien se predica que se contagian enfermedades comulgando en la boca, pues de que manera mas fácil, han conseguido aquello que perseguían.
Y dicen que es mejor comulgar de pie para salir antes de misa, como si el salir antes de misa, fuera mas importante que recibir al Señor de rodillas. Y ahora faltan vocaciones ¿Por qué faltan vocaciones? Pues muy sencillo, cuando había reclinatorios para que la gente recibiera a Cristo en un acto de humildad y adoración, si entonces no faltaban vocaciones y ahora que se le ha quitado la adoración a aquel que es el único que le debemos adoración, y faltan vocaciones. Pues muy sencillo, ¿no habremos de restituirle a Dios, aquello que le hemos robado, y que solamente le pertenece a Él? Pues si cuando se le daba y se fomentaba la adoración y el respeto a Jesús sacramentado, se fortalecía la Fe, y no faltaban vocaciones. ¿Por qué le pedimos a Dios vocaciones, si al mismo tiempo, en lugar de fortalecer la Fe, la apagamos? ¿Acaso las vocaciones no son fruto de una Fe muy grande? ¿Cómo no podemos darnos cuenta de esto siendo tan sencillo?
Pues exactamente igual que le quitaron la fe a los fieles quitándole la adoración a Dios y apagaron las vocaciones, así de la misma manera, bastara con que se permita otra excepción, en cualquier lugar concreto, para que de la misma manera que se extendió entonces, vuelva a extenderse ahora, y aunque igualmente nos dijeran tambien que sucedería y ahora nos escandalizara, nos llevaríamos las manos a la cabeza y no le daríamos credibilidad, pues como pasó entonces, volvería a suceder ahora, exactamente igual, de la misma manera.
Antes se predicaba la palabra de Dios tal cual, y ahora no se habla ni del diablo, ni del infierno, del pecado, de la Cruz, del Sacrificio, la penitencia, el respeto y la adoración. Ahora me veo solo comulgando de rodilla y en la boca, los sagrarios apartados donde nunca visitan los sacerdotes de la parroquia. Pero no hace mucho que no era así, sino todo lo contrario, había reclinatorios en todas la Iglesias, y todo el mundo recibía a Jesús adorándolo, los sacerdotes visitaban los sagrarios y daban ejemplo, había sacerdotes y laicos muy santos, que transmitían la sencillez, la humildad, el amor, la paciencia, la alegría y la paz de los verdaderos Cristianos Santos, eran ejemplos vivos de Cristo. Pero hoy día ha cambiado todo eso, ya no se busca eso, hoy ni siquiera se piensa en eso, se predica otra cosa distinta, no se habla de Jesús, de su pasión y su cruz, del aborto.. Antes se denunciaba ese crimen tan horrible del aborto desde los púlpitos pero ya no se hace. Por cierto, un día recién nombrado Papa a Francisco, allá por el año 2013, como muchas otras veces salió en Radio María el obispo de San Sebastián José Ignacio Munilla, y dijo que el Papa Francisco les había comunicado a los obispos que no se hablara mas del aborto porque ya se había hablado mucho y que no se hiciera mas y así lo dijo, como que estaba bien no hablar mas de ese tema, pero a mi me sorprendió las dos cosas: Que el Papa hiciera ese comunicado, y que el obispo José Ignacio Munilla, lo dijera de la forma tan natural como que estaba bien que el Papa Francisco no permitiera denunciar el aborto en los pulpitos.
Tengo que decir que una noche que se le hizo una entrevista al Papa Francisco en un programa de TV en España, y preguntado por el aborto, el Papa dijo que los problemas no se solucionan matando a un niño, y eso me encantó que lo dijera, pero me acordé de aquello que dijo el obispo José Antonio Munilla y no entiendo porque no permite que se denuncie desde los púlpitos, cuando es desde el lugar mas indicado para decir y defender la verdad, como ese pecado tan grave que solo lo puede perdonar el Papa, o un obispo, porque el aborto la injusticia mas grande y el crimen mas horrible, el pecado mas difícil de perdonar a Dios, como es el matar a un niño, a un niño inocente, completamente indefenso, que aun permanece en el vientre de su madre, a quien hay que amar y proteger incluso con nuestra propia vida. ¿Por qué el Papa Francisco decide no hablar del crimen del aborto en la Iglesia, pero si en un programa de TV.?
Pues igual que se decidió en su día que no se hable tampoco en la Iglesia del infierno o del diablo, y por eso se ha ido perdiendo la conciencia del pecado, y hoy día estamos viendo que todo el mundo comulga, pero que nadie confiesa. Ya en muchas parroquias los confesionarios no se utilizan, y para confesar voy dentro a la Sacristía.
Antes se alertaba sobre el peligro del pecado mortal y del infierno, y todo el mundo confesaba, pero hoy día ya no, ya no se habla del pecado mortal, ni del infierno, ni del diablo, y todos comulgan, pero nadie se confiesa. Si cuando se predicaba el pecado mortal y el infierno, todos confesaban y ahora que se ignora y no se habla de esto, nadie confiesa y todos comulgan ¿Por qué no se predica sobre ello? ¿Por qué no vemos lo que esta mas claro que el agua?
Dicen que la gente coge miedo cuando se le predica sobre el infierno y por eso es mejor no asustar a la gente, y como el pecado mortal lleva a el infierno, pues tampoco se puede hablar del pecado mortal, ya que se tendría que decir que ese pecado lleva al infierno y para no asustar pues que no se hable tampoco del pecado mortal. ¿no es una realidad el infierno? ¿si es una realidad porque ocultarla? ¿Acaso la Virgen no solo se los mostro a los pastorcitos Lucia, Jacinta y Francisco, cuando solo tenían 10, 9 y 7 años, que los llevó hasta el mismo infierno, donde después sabemos a través de ellos sobre ese horrible lugar de tormento, como es el demonio, así como el espanto y el miedo que sintieron ante aquello que estaban viendo con sus propios ojos que les sucede a los condenados? Si la Santísima Virgen llevó a unos niños tan pequeños a visitar la realidad del infierno para que nos lo comunicaran a todos y tengamos siempre presente a donde van los que mueren en pecado mortal ¿Por qué no se les puede hablar del infierno a todo el mundo si ese fue el mandato de la Virgen?
¿hacia donde vamos? ¿a quien seguimos? ¿somos de Cristo o somos del mundo? ¿buscamos las cosas de Dios o las cosas del mundo? ¿ponemos a Dios por encima de todo, o nos hemos colocado por encima de El? ¿pretendemos hacer las cosas a nuestra manera o a la manera de Dios? ¿esperamos que agradando al mundo agradamos a Dios? ¿nos creemos que seguimos a Cristo haciéndonos siervos del mundo?
Con lo facil y seguro que es ponernos en manos de Dios, y renegar a las cosas del mundo, pero sin embargo tomamos la dirección contraria, renegamos de Dios, poniendonos en manos del mundo. Pongo mi vida, mi familia, mi confianza en ti mi amadísimo Jesús y en María Santísima, nuestra Madre, os pido con todo mi amor por el Papa Francisco y por toda tu Santa Iglesia, ven pronto Señor a socorrernos. Amen.
Oración, Sacrificio y Penitencia por la Iglesia, la conversión de los pecadores y por las benditas almas del purgatorio que interceden por todos nosotros.
Gracias Padre, Dios lo bendiga.
Alabados sean Jesús y María.
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JMI.-Normalmente un comentario monográfico tan largo los portales digitales no lo suelen admitir. No es propiamente un "comentario".
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