¿Estamos mal diseñados?
El argumento darwinista de la imperfección de los seres vivos
Daniel Iglesias Grèzes
Los darwinistas tienden a refugiarse en una mala filosofía para ocultar las debilidades científicas de su teoría. Esto se pone de manifiesto en uno de sus argumentos favoritos, el argumento de la imperfección de los seres vivos.
Uno de mis primeros artículos en el diario El Observador fue La muerte anunciada del ADN basura (09/10/2017)1. Allí traté dos casos particulares del argumento de la imperfección: el caso de los mal llamados “órganos vestigiales” y el caso del mal llamado “ADN basura”. Los darwinistas solían aducir que los órganos vestigiales (el apéndice, el cóccix, etc.) y el ADN basura (los segmentos del ADN que no codifican proteínas) eran evidencias muy fuertes a favor de la teoría de la evolución darwinista, porque, dado que carecían de una función, no podían ser el resultado de un diseño inteligente, y por ende debían ser el producto de un proceso natural aleatorio, no guiado por inteligencia alguna. El problema para los darwinistas es que se ha descubierto que casi todos los órganos antes considerados vestigiales y la gran mayoría de los segmentos del ADN antes considerados basura cumplen funciones complejas y útiles para el organismo. En ambos casos, el argumento de la imperfección cayó por su base, ya que las supuestas imperfecciones no eran tales.