Lineamenta del Sínodo de la Familia -Respuestas a las preguntas 12-16

XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos

La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo 

Respuestas a las preguntas de los Lineamenta

para la recepción y la profundización de la Relatio Synodi

Segunda parte –La mirada en Cristo: el Evangelio de la familia (B)

 

Preguntas y respuestas

12. ¿Cómo se podría hacer comprender que el matrimonio cristiano corresponde a la disposición originaria de Dios y por lo tanto es una experiencia de plenitud, y no de un límite? (cf. n. 13) 

Ante todo convendría presentar insistentemente las siguientes verdades de fe (entre otras): a) el ser humano ha sido creado por Dios para vivir eternamente en comunión de amor con Él y con los demás; b) el amor verdadero no es un mero sentimiento romántico, sino un acto de voluntad: querer el bien de la persona amada; c) es bueno todo lo que conduce al ser humano hacia su fin último (la comunión con Dios) y es malo todo lo que lo aparta de ese fin; d) el amor verdadero implica una actitud de servicio, de perdón y de renuncia o sacrificio: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Juan 15,13); e) la felicidad (que toda persona busca) no está en el egoísmo, sino en el don de uno mismo a los demás; es la consecuencia de una vida de amor verdadero: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.»” (Mateo 16,24-25); f) el matrimonio es una alianza íntima de vida y de amor orientada por su propia índole a la procreación y educación de los hijos y al bien de los cónyuges; g) el matrimonio cristiano es un sacramento y una vocación particular (a la que la mayor parte de las personas es llamada), inscrita dentro de la vocación universal a la santidad.

Por otra parte, es necesario refutar insistentemente la falsa concepción individualista de la libertad, o sea la identificación de la libertad con la ausencia de vínculos y de límites. También se debe denunciar la mentalidad utilitarista (unida al individualismo), que lleva a cosificar y utilizar a las demás personas. Además conviene mostrar una y otra vez que las alternativas al mal llamado “matrimonio tradicional”, engañosamente propagandeadas por las fuerzas predominantes en la cultura actual, son fuentes permanentes de frustración y de angustia.

La libertad es la capacidad de comprometerse, la capacidad para el bien. La fidelidad da sentido a la libertad, porque implica reconocer al otro como persona y sin este reconocimiento la vida humana no tiene sentido. La persona es un misterio ante el cual la primera actitud tiene que ser el reconocimiento humilde, el respeto. Eso va en contra de la mentalidad manipuladora e instrumentalista de la modernidad, y de la mano de una apertura a la realidad metafísica (Dios, el alma humana espiritual, etc.).

 

13. ¿Cómo concebir la familia como “Iglesia doméstica” (cf. LG 11), sujeto y objeto de la acción evangelizadora al servicio del Reino de Dios?

La “Iglesia doméstica” es una familia de esposos bautizados en la Iglesia católica, basada en el matrimonio sacramental (indisoluble) de un varón y una mujer, abiertos a la trasmisión de la vida según lo indica la ley moral natural, que vive su fe en comunión con toda la Iglesia, aceptando todas las enseñanzas del Magisterio eclesial y esforzándose por ponerlas en práctica con la ayuda de la gracia de Dios y especialmente los Sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, celebrada en cumplimiento del precepto dominical, sintiéndose corresponsable de la misión evangelizadora, ante todo respecto de los miembros de esa misma familia.

 

14. ¿Cómo promover la conciencia del compromiso misionero de la familia?

El compromiso misionero de la familia es una consecuencia del compromiso misionero de cada uno de sus integrantes, el cual a su vez deriva de la adhesión de fe viva a la Palabra de Dios. Sin familiares católicos no hay familias católicas. También en toda la pastoral eclesial es válido el dicho evangélico: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6,33). Para el que vive realmente la fe católica, las exigencias propias de la misma se desprenden naturalmente. Quizás la necesidad de multiplicar los enfoques, los documentos y los organismos pastorales sea en parte consecuencia de estar fallando en lo principal, que es la predicación y la vivencia del Evangelio. 

 

15. La familia cristiana vive ante la mirada amorosa del Señor y en la relación con Él crece como verdadera comunidad de vida y de amor. ¿Cómo desarrollar la espiritualidad de la familia, y cómo ayudar a las familias a ser lugares de vida nueva en Cristo? (cf. n. 21)

La reforma de la pastoral eclesial debe consistir en buena medida en un retorno a lo esencial. En ese sentido, nos parecen prioritarias las siguientes medidas, entre otras muchas semejantes: 1) que gran parte de los sacerdotes dedique unas cuantas horas semanales al sacramento de la reconciliación, de modo que haya siempre un confesor disponible por lo menos durante la hora previa a la celebración de la Eucaristía, y que sea relativamente fácil para el fiel encontrar a su párroco para confesarse; 2) que muchos sacerdotes, debidamente preparados, se dediquen al ministerio de la dirección espiritual; 3) que en lo posible los templos estén abiertos durante varias horas por día, con las debidas precauciones de seguridad; 4) que se asegure eficazmente la identidad católica de las escuelas  católicas, las universidades católicas y los medios de comunicación católicos, impidiendo que en ellos se transmitan enseñanzas o se toleren situaciones contrarias a la doctrina católica; 5) que se sancione prontamente a los ministros ordenados que se pronuncian públicamente contra la doctrina católica, o que promuevan aberraciones tales como la bendición de uniones homosexuales.

Difícilmente podrá haber una reforma espiritual de las familias católicas sin una previa o simultánea reforma espiritual del clero católico.

 

16. ¿Cómo desarrollar y promover iniciativas de catequesis que den a conocer y ayuden a vivir la enseñanza de la Iglesia sobre la familia, favoreciendo la superación de la distancia posible entre lo que se vive y lo que se profesa, y promoviendo caminos de conversión?

Sin duda, que haya distancia entre lo que se vive y lo que se profesa es en sí mismo algo malo, pero puede ser un gran avance frente a situaciones (desgraciadamente frecuentes), en las que no hay distancia alguna entre lo que se profesa y lo que se vive porque lo que se profesa no es la fe católica, sino la doctrina relativista y subjetivista, que luego se pone en práctica con total coherencia, y eso diciéndose católicos.

También la catequesis debe ser reformada mediante un retorno a lo esencial: una iniciación cristiana pura y simple, plenamente conforme con la doctrina católica expresada, por ejemplo, en el Catecismo de la Iglesia Católica. Toda la labor catequética (incluyendo la homilía de la Misa dominical, la formación religiosa impartida en los grupos parroquiales, etc.) debe insistir en los principales dogmas de la fe católica (Trinidad, Encarnación, Gracia, etc.) y también, y muy especialmente, en sus fundamentos: la apertura del hombre a Dios, Creador y Redentor, la Divina Revelación, el milagro, la profecía, la función de la Iglesia y su Magisterio en la transmisión de la Palabra de Dios, el orden sobrenatural, etc. Sin esto no se puede entender nada de la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia. Es un serio error dar por supuesto el conocimiento de las verdades de fe, incluso las más simples, por parte del católico medio.

Centro Cultural Católico “Fe y Razón”


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1 comentario

  
Jorge jara figueroa
Me parecio muy interesante lo planteado
26/02/15 12:23 PM

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