¿El regreso de la esclavitud? –3
Reseña del libro: Hilaire Belloc, El Estado Servil, La Espiga de Oro, Buenos Aires, 1945; traducción de la tercera edición del original inglés: The Servile State.
En la Sección VIII, Belloc sostiene que la gran mayoría de los reformadores y de los reformados está promoviendo el Estado servil. Dejando de lado a los conservadores, que buscan una reforma de sentido contrario, hay dos tipos de reformadores que trabajan en la línea de menor resistencia. El autor los denomina el Socialista (que a su vez es de dos clases: el Humanista y el Estadígrafo) y el Hombre Práctico. El Socialista Humanista es un idealista que trata de implantar el colectivismo como remedio de los males del Estado capitalista. Pretende eliminar la inseguridad y la penuria de las masas confiscando los medios de producción poseídos por los capitalistas y transformándolos en propiedad estatal. Como esta vía es sumamente difícil de realizar, el Socialista Humanista adopta otro medio para llegar al mismo fin: en lugar de atacar la propiedad privada, limita gradualmente la libertad económica.
Belloc ilustra este fenómeno con un diálogo imaginario. El reformador socialista idealista dice al capitalista: “Mi deseo es despojar a usted de su propiedad, pero mientras tanto estoy resuelto a que sus empleados tengan un nivel de vida tolerable”. El capitalista responde: “Me niego a ser despojado de mi propiedad, y, a menos que se produzca una catástrofe, tampoco eso es posible. Pero si usted quiere determinar la relación entre mis empleados y yo, tendré que asumir especiales responsabilidades en virtud de mi posición. Sujete al proletario, como proletario y por ser proletario, a leyes especiales. Confiérame a mí, el capitalista, como capitalista y por ser capitalista, especiales obligaciones recíprocas en virtud de las mismas leyes. Yo me ocuparé lealmente de que sean cumplidas; yo obligaré a mis empleados a que las cumplan, y asumiré el nuevo papel que me impone el Estado. Y todavía más, me ocuparé de que, por obra de ese régimen nuevo, mis ganancias sean quizás mayores y ciertamente más seguras” (p. 131).
El autor sostiene que, por esta segunda vía, todas las cosas que en las reivindicaciones socialistas son compatibles con el Estado servil pueden realizarse sin duda alguna. “Al término del proceso, habrá dos clases de hombres: los poseedores económicamente libres y los desposeídos carentes de libertad económica y gobernados por aquéllos en bien de su tranquilidad y garantía de su sustento. Pero con esto estamos ya en el Estado servil” (p. 133). Cuando la transformación del Estado capitalista en el Estado servil se haya consumado, no habrá ya motivo para exigir la propiedad pública de los medios de producción. El reformador socialista idealista habrá conseguido lo que realmente quería: asegurar el sustento mínimo de las masas y eliminar su inseguridad.
La otra clase de reformador socialista (el Estadígrafo) no busca principalmente el bien de la humanidad. El ideal colectivista lo atrae porque representa el orden social llevado al extremo. Lo que él quiere realmente es “manejar” a los hombres como se maneja a una máquina. Mientras pueda manejar y organizar a los pobres, se mostrará enteramente conforme con la marcha hacia el Estado servil.
En cuanto al otro tipo de reformador (el Hombre Práctico), Belloc dice que lo caracterizan “una incapacidad de definir sus propios principios fundamentales y una incapacidad de seguir las consecuencias derivadas de su propia acción. Estas dos incapacidades proceden de una forma sencilla y deplorable de impotencia: la incapacidad de pensar” (p. 137). El autor sostiene que, si el socialista, que tiene una doctrina clara, “se ve desviado del socialismo y encaminado hacia el Estado servil, por la fuerza del orden moderno de las cosas en Inglaterra, ¿cuánto más fácilmente no será conducido el “hombre práctico” a ese mismo Estado servil…?” (p. 138). El Hombre Práctico, dejado a sí mismo, no produciría ningún resultado coherente. Pero no está en libertad de obrar, sino que es un simple aliado de grandes fuerzas que lo utilizan con gratitud y desprecio.
En cuanto a la gran muchedumbre (el proletariado) sobre la que trabajan los reformadores, aunque conserva el instinto de la propiedad, ha perdido toda experiencia de ésta y se halla sujeta mucho más a la ley particular de su empresa que a la ley de los tribunales del Estado. Es algo similar a lo sucedido en los comienzos de la Edad Media. Los poseedores recibieron bien los cambios que ratificaban su propiedad y garantizaban todavía más sus rentas. Hoy día los desposeídos recibirán bien cualquier cosa que los mantenga en una condición de clase asalariada pero que también aumente sus salarios y su seguridad.
En un Apéndice de la Sección VIII, Belloc muestra la inutilidad de la propuesta colectivista de “comprar la parte” del capitalista (es decir, la expropiación con justa indemnización) en lugar de la confiscación lisa y llana. (Continuará).
Daniel Iglesias Grèzes
7 comentarios
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DIG: Daré mi opinión sobre esta obra de Belloc en el cuarto y último post de esta serie.
Pienso que la actual crisis económica tiene otras causas importantes, además de los posibles excesos del Estado de Bienestar; por ejemplo, la crisis demográfica.
Ahora resulta que cuando llega el día de cobro, se va al cajero y se retira una cantidad de hasta 10.000 pesos por día. O sea, que no tenemos derecho a llevarnos nuestro sueldo a casa el primer día del mes, como sucedía en los viejos tiempos de la ventanilla de pago en la empresa.
Además de eso, tenemos que cobrar en público, dando a conocer a los cuatro vientos que salimos con plata del cajero, a la calle, sin protección alguna, por supuesto.
Se quiera o no, es un derecho menos, es un paso más en la dirección de una sociedad en la que la libertad de los ciudadanos no es ni mucho menos el valor fundamental.
Saludos cordiales.
Interesante el libro, aunque es fiel a su época y circunstancia.
Desde el advenimiento de los Estados Unidos y el progreso que venía aceleradamente experimentando, no sin contratiempos, es que se reorienta toda la maquinaria intelectual británica en materia de política económica, y ello incluye no sólo profundizar en las teorías liberales del "laissez faire, laissez passer" sino en todo aquello que entorpeciera la consolidación de estados nacionales modernos, donde el poder esté cada vez en manos de un pueblo cada vez más educado, y con sólidas bases económicas al servicio de dicho pueblo. Una herramienta que el imperio británico pudo concebir en este sentido fue el darle el espacio sufienciente, eso sí con la fachada de libertad de pensamiento, a la teoría que Carlos Marx compendiara en El Capital.
Salvo algunas pocas partes de Europa, la gran mayoría de la población europea en el siglo XIX era agraria, con bajos niveles de vida y por lo tanto con pocos niveles de instrucción y educación.
En esa conyuntura, cualquier revolucionario saca el mayor provecho, como lo fue en la Revolución Francesa.
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DIG: En toda Europa (también en Inglaterra) la mayoría de la población era pobre en el siglo XIX. Pero Francia no era un país especialmente pobre (es decir, bastante más pobre que los demás) en el siglo XVIII. De hecho Francia era un país rico, una gran potencia en esa época. La Revolución Francesa no fue una revolución campesina, una reacción a la supuesta miseria de las masas, sino una revolución burguesa, incitada por minorías de intelectuales liberales.
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Así el "establishment" permanecería, como permanece en la actualidad, virtualmente intocado.
Discutir entre colectivismo, socialismo y capitalismo es caer en el juego del establishment, el cual no tiene fronteras, sino, veamos el intento de destruir los Estados Unidos con la Guerra Civil, la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, la guerra de Crimea, la Revolución Rusa, las guerras mundiales, la invasión a Vietnam, y las recientes invasiones a Irak.
El poder en los últimos 400 años ha estado en unas pocas manos, y no en los capitalistas, entendido como industriales, sino en el poder feudal de la posesión de la tierra, los recursos y el dinero.
No son los capitalistas (industriales) los malos, son los dinastías feudales terratenientes y financieras las que ha intentado hacernos creer en la dicotomía capitalismo, colectivismo.
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DIG: Hoy en día (y desde hace mucho tiempo) el poder de los grandes capitalistas de la industria es mucho mayor que el de los grandes terratenientes. Aunque quizás tengas razón con respecto al dinero. Los grandes banqueros tal vez sean aún más poderosos que los grandes industriales.
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La intención de ir en contra del capitalismo, es ir en contra de los verdaderos capitalistas, aquellos que apostaban, y apuestan, por el desarrollo industrial con elevados niveles de desarrollo tecnológico, conforme a sus respectivas épocas.
Así es probable que la mayoría de innovaciones tecnológicas en los últimos 200 años provengan de los Estados y Alemania, y no de la Gran Bretaña y menos aún de ese experiemto colectiva que fue la URSS.
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DIG: Gran Bretaña fue sin duda una de las fuentes principales de la revolución científica y tecnológica de los últimos siglos.
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Pero para tener el dominio sobre las finanzas internacionales, y la economía global, el Imperio Británico presumo es el primero. Si no, basta saber donde se principalmente cotiza los recursos naturales del mundo, en particular los minerales que tan útil son para el desarrollo industrial capitalista...en la City...o simplemente Londres (London Metal Exchange), donde se fijan en la mañana y en la tarde los precios para las transacciones de varios de los mercados de futuro de diversos metales, que los pobres capitalistas deben de adquirir para su industria.
Como una vez se dice que dijo unos de los Rothschild..."dadme el control de la moneda de un país y no me importará quién hace las leyes"...y no se equivocó.
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DIG: Sin negar la gran importancia de Londres como centro financiero, creo que Nueva York es mucho más importante aún en ese sentido.
Sobre el particular, respecto a la Francia del siglo XVIII es verdad que era una potencia, en realidad la primera potencia en la Europa continental y, por lo tanto, en la mira de su archirrival el Imperio Británico.
Gran Bretaña jamás perdonaría que la independencia de los Estados Unidos se haya logrado gracias a Francia y a España, por los que les declararía la "guerra", no a través de uso de armas de fuego, sino haciendo lo que ya sabe, mover sus hilos para desestabilizar desde dentro, tejiendo redes de inteligencia que utilizaron a los intelectuales liberales que mencionas contra el régimen. Pero como estos intelectuales no eran muchos, tuvieron que engañar (fácilmente) al pueblo, toda vez que necesitaban su fuerza, para que saliera a las calles y fuera por la cabeza del Rey...menudo precio de la ignorancia (del pueblo).
Toda revolución de corte jacobino, como la Francesa, la Rusa o la Mejicana, no logran su macabro éxito si no cuentan con el ingenuo e ignorante apoyo popular. No es casualidad tampoco que dichas revoluciones terminaran en regímenes dictatoriales.
La dictadura (napoleónica) en Francia decantaría en invaciones al este y oeste, así que la promoción de la Revolución Francesa por parte de la Gran Bretaña, terminaría afectando a España, y por lo tanto debilitando su presencia en Hispanoamérica, para finalmente tomarla...como dijo en 1824 George Canning, Secretario de Estado británico "...Hispanoamérica es libre, y si nosotros no manejamos mal nuestros asuntos con ella, pronto será británica..."
Ahora, respecto de las dinastías de terratenientes y financieras, me refiero a quienes tienen el poder no solo sobre la tierra cultivable, si no a quienes hoy tienen el poder sobre los recursos naturales, como la energía y los minerales, y no sólo la tierra. Si realizáramos una búsqueda de las principales empresas de petróleo y minería, veremos que están domiciliadas, no en China, Alemania o Japón (potencias industriales) sino en el Reino Unido (Inglaterra, Canadá, Australia) además de los Estados Unidos, su aliado actual.
Y este círculo de dominio lo cierran con el control de las finanzas internacionales. Así como la renta de la tierra se generaba simplemente por poseerla, hoy la supera exponencialmente la renta financiera de enormes grupos sólo por poseer el dinero, y sobre todo por tener esa capacidad de imponer y engañar al pueblo, de engañar a los empresarios capitalista industriales generando dinero simplemente de la nada….me refiero a la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, ambas entidades cuasi privadas…en otras palabras de los banqueros.
Finalmente, respecto de la City de Londres, transcribo lo que literalmente dice en la web del London Metal Exchange:
The London Metal Exchange is the world centre for industrial metals trading and price-risk management. More than 80% of global non-ferrous business is conducted here and the prices discovered on our three trading platforms are used as the global benchmark.
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DIG: Muchas gracias, Jorge. En cuanto al último punto, tu propia cita muestra que Londres no es el principal centro financiero a secas, sino el principal centro de un sector muy especializado de las finanzas: el comercio y la gestión de riesgos de precios de metales industriales no ferrosos.
O tal vez las dos mayores avenídas sean en realidad otras dos calles que también confluyen, o casi, en ese mismo Obelisco: Canning y Ponsomby, los dos diplomáticos ingleses que decidieron la creación de un "estado tapón" entre Brasil y Argentina contra las intenciones de Artigas de fomentar las Provincias Unidas del Plata que incluían a la Banda Oriental pero también a varias provincias del Norte argentino.
En cuanto a la acción inglesa para desestabilizar a las potencias católicas de aquel tiempo, el instrumento obvio ha sido la masonería, y es de recordar que las invasiones inglesas al Río de la Plata cuando estas tierras eran propiedad de la Corona española fueron aconsejadas en Londres por el venezolano Miranda, uno de los primeros líderes de la independencia sudamericana.
La Wikipedia aclara que Miranda es uno de los fundadores de la masonería en América Latina.
Saludos cordiales.
En realidad creo que la independencia de los países de Hispanoamérica no fue a través de una o varias revoluciones, sino más bien fueron actos de sedición y traición.
Dudo sinceramente que un poblador de las alturas de los Andes, o de algún un pueblo mestizo de las partes altas de la Amazonía, se haya sentido más peruano, ecuatoriano o colombiano, antes y después de la conspiración bolivariana.
Pero en fin, ésta es hoy nuestra realidad y ya no hay marcha atrás. Lo que creo debe quedar claro que nuestros próceres fueron en realidad tontos útiles del Imperio Británico, y en ese sentido, traidores.
La vida y penurias de los pueblos originarios de América no mejoró tras la independencia, y más bien creo que empeoró, pues intuyo que al menos tenían bajo la Corona Española la protección potencial del Rey, pero luego de la independencia, quedaron a merced del caos y de la prepotencia de militares y criollos cobardes, que entregaron nuestras riquezas a las casas comerciales y bancos ingleses.
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DIG: Me parece que habría mucho para matizar, corregir y completar en la visión de la revolución hispanoamericana que aquí expresas; pero no es ése el tema de este post, así que no entraré en él.
Además, los levantamientos comenzaron siendo, en buena medida, al menos, obra de criollos fieles a la Corona que no querían someterse a Napoleón.
También estaban los que buscaban la independencia, y también los agentes británicos.
Las repúblicas que surgieron lo hicieron como oficialmente católicas, pero ya llevaban dentro el germen masónico que luego fue dando sus frutos.
Saludos cordiales.
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