Los milagros de Jesús (3)

6. La embajada de Juan Bautista y la respuesta de Jesús

“Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: `¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?´ Jesús les respondió: `Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!´” (Mateo 11,2-6; cf. Lucas 7,18-23).


Es verosímil que Juan Bautista se haya informado de la actividad de Jesús desde la cárcel, puesto que su decapitación no tuvo lugar inmediatamente. El ascendiente de que gozaba Juan sobre Herodes Antipas y varias personas de su entorno (cf. Marcos 6,20; Lucas 8,2-3; 24,10; Hechos 13,1) permite pensar que el tetrarca autorizó a sus discípulos a visitarlo en prisión. El envío de dos discípulos (en Lucas) corresponde a la práctica de los maestros del judaísmo.

La comunidad primitiva no habría creado este episodio, poniendo en labios de Juan una pregunta formulada en tono aparentemente vacilante y preocupado. Debe tenerse en cuenta que la Iglesia primitiva presenta al Bautista como aquel que atestigua abiertamente a Cristo (cf. Juan 1,7.15). Tampoco habría utilizado un título cristológico tan impreciso (“el que ha de venir”), inusitado en el judaísmo y en el cristianismo (doble discontinuidad). Finalmente, no habría omitido los exorcismos ni pasado por alto la respuesta del Bautista.

La referencia a los milagros se comprende mejor en tiempos de Jesús, mientras es posible constatarlos, que en tiempos de la Iglesia. Después de Pascua, la apologética se apoya ante todo en la resurrección de Jesús.

En la respuesta de Jesús se manifiesta su estilo propio: Él se oculta detrás de sus obras, enfatiza el anuncio de la buena nueva a los pobres y establece un vínculo entre sus actos y los signos de la llegada del Reino. Jesús recurre con preferencia a Isaías, pero usa los textos proféticos con libertad. No hay alusión a la venganza que acompaña a los oráculos de Isaías.

7. Invectivas contra las ciudades del Lago

“Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: `¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma y Gomorra se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistirían el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti´.” (Mateo 11,20-24; cf. Lucas 10,12-16).

Según J. Jeremias, el pasaje presenta varios rasgos típicos del arameo. El término dynameis, empleado para designar los milagros de Jesús, es característico de la tradición más antigua.

El nombre de Corazín no se menciona nunca en el resto de los Evangelios.

El tono de estos reproches contra tres ciudades determinadas induce a pensar que Jesús hizo en ellas grandes signos públicos. El juicio sobre Tiro y Sidón, ciudades paganas, sólo se comprende en labios del mismo Jesús. Su severidad con las ciudades del Lago se basa en su actitud frente a su persona, signo de la llegada del Reino.

El texto reconoce un fracaso de los milagros de Jesús, actitud que contrasta con la de la Iglesia primitiva (cf. Hechos 2,22; 10,38). Además, manifiesta varias características del mensaje prepascual de Jesús: llamada a la conversión, recurso a los milagros más que a la resurrección.

8. Dicho sobre los exorcismos

“Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: `Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir. Si Satanás expulsa a Satanás, contra sí mismo está dividido: ¿cómo, pues, va a subsistir su reino? Y si yo expulso a los demonios por Beelzebul, ¿por quién lo expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios´.” (Mateo 12,25-28; cf. Lucas 11,17-20; Marcos 3,23-26 es un texto parcialmente paralelo a éste, pero Mateo 12,28 y Lucas 11,20 no tienen paralelo en Marcos).

Los enemigos de Jesús reconocen sus exorcismos pero los interpretan como una acción diabólica. Semejante acusación en contra de Jesús no pudo ser inventada por la comunidad cristiana.

Jesús tiene conciencia de ser el vencedor de Satanás (cf. Marcos 3,22-27; Lucas 10,18). La presencia del “Yo” es típica de Jesús, lo mismo que el vínculo que establece entre el Reino de Dios y su acción liberadora. La mención del “Reino”, concepto arcaico en los Evangelios, se expresa aquí en términos emparentados con los del kerygma primitivo (cf. Marcos 1,15). La actividad de Jesús como exorcista corresponde a su misión mesiánica, ya que en el tiempo mesiánico se debía manifestar la victoria suprema de Dios sobre el mal.

Daniel Iglesias Grèzes

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