Objeciones contra la ilegalidad del aborto (1)
En este post y el siguiente presentaré y refutaré cuatro de los argumentos favoritos de los partidarios de la legalización del aborto (en adelante, “pro-abortistas").
1. La objeción basada en la libertad de elección
Presentación: Todo ser humano tiene derecho a disponer con absoluta libertad de su propio cuerpo. El embrión o feto es parte del cuerpo de la mujer embarazada. Por lo tanto, la mujer embarazada tiene derecho a disponer con absoluta libertad del embrión o feto.
Refutación: Las dos premisas de este silogismo son falsas, por lo cual el razonamiento es inválido.
El ser humano no siempre tiene derecho a disponer libremente de su propio cuerpo. Por ejemplo, tiene derecho a hacerse extirpar el apéndice en caso de apendicitis, pero no tiene derecho a amputarse una oreja por puro capricho. La premisa mayor en cuestión procede de una ideología individualista radical, que aplica al propio cuerpo la falsa noción de un derecho absoluto a la propiedad privada, no sujeto a ninguna obligación moral interpersonal.
Además, es una verdad científicamente demostrada que el embrión (o el feto) no es nunca una parte del cuerpo de la mujer embarazada, sino que desde el mismo momento de su concepción es un ser humano distinto del padre y de la madre. El embrión no es un ser humano en potencia sino un ser humano en acto (embrionario en acto y adulto en potencia). A quien todavía dude de esta evidente verdad biológica, le recomiendo que piense en la (inmoral pero real) fecundación in vitro: si el embrión concebido naturalmente es parte del cuerpo de la madre, el embrión concebido in vitro, ¿de quién es parte? ¿De la probeta o del freezer? Y si el embrión (luego feto) es un ser humano, necesariamente es también una persona humana y tiene toda la dignidad y los derechos que le corresponden a cualquier persona humana.
2. La objeción basada en el riesgo sanitario
Presentación: La ley debe minimizar a toda costa los riesgos sanitarios que corren las mujeres que se realizan abortos. La ilegalidad del aborto impulsa a las mujeres a someterse a abortos clandestinos en condiciones de riesgo, lo cual provoca muchas muertes entre ellas. Por lo tanto, se debe legalizar el aborto para evitar las muertes de mujeres que se someten a abortos clandestinos.
Refutación: Las dos premisas de este silogismo son falsas, por lo cual el razonamiento es inválido.
El fin supremo perseguido por la ley es el establecimiento de un orden social justo, no la minimización a cualquier precio de los riesgos que corren las personas que llevan a cabo determinados actos (en este caso, actos homicidas), aun con peligro de su propia vida. Aunque el aborto clandestino puede ser para la madre algo más peligroso que el aborto legal, el aborto (clandestino o legal) es siempre letal para su hijo. Recordemos siempre que éste es inocente y que no cabe tratarlo como un injusto agresor. Aplicando análogamente la premisa mayor de esta objeción a otros delitos, llegaríamos a conclusiones absurdas, como –por ejemplo– que se debería legalizar el robo para evitar los riesgos a los que se exponen los ladrones en sus esporádicos enfrentamientos armados con los policías.
Además, lo que determina a una mujer a someterse al riesgo de un aborto clandestino no es la ley que prohíbe el aborto (allí donde este tipo de ley existe), sino su libre decisión de matar al hijo que lleva en su seno.
Por otra parte, aunque la muerte de mujeres en abortos clandestinos es una realidad muy lamentable, la incidencia de esta causa de muerte es muy baja en términos absolutos (por ejemplo, en el Uruguay, la cantidad total de muertes por esa causa normalmente varía entre 0 y 5 por año), lo cual lleva a pensar que la mayoría de los abortos clandestinos no se realiza en condiciones de riesgo.
Tampoco es seguro que la legalización del aborto produzca necesariamente una gran disminución del número de abortos clandestinos. Por varias razones, algunas mujeres seguirían recurriendo a abortos clandestinos: mujeres con más semanas de embarazo que el plazo máximo establecido para un aborto legal, mujeres que no quieren dejar un registro de su aborto, mujeres menores de edad cuyos padres no aprueban el aborto, mujeres extranjeras que están de paso en el país, etc. La aplicación coherente de esta objeción pro-abortista debería conducir a eliminar también estas últimas restricciones legales, permitiendo la legalización del aborto hasta el último día del embarazo, la eliminación de los registros de abortos legales, la realización de abortos a menores sin consentimiento de sus padres, el “turismo” con fines abortivos, etc. El absurdo de estas consecuencias demuestra el absurdo de la premisa de la cual ellas derivan.
Por último, es evidente que la legalización del aborto implicaría un aumento de la cantidad de abortos y por lo tanto de la cantidad de homicidios. Además aumentaría la cantidad de mujeres víctimas de las muchas consecuencias negativas (físicas y psíquicas) del aborto. Los pro-abortistas suelen olvidar u ocultar que también el aborto legal es más peligroso para la madre que llevar a término su embarazo. En particular, aumentarían las víctimas de la depresión post-aborto, lo cual implicaría un aumento del número de suicidios. Es muy probable que el aumento de los suicidios superase a la posible disminución de las muertes relacionadas con abortos clandestinos. (Continuará).
Daniel Iglesias Grèzes
3 comentarios
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DIG: La Iglesia Católica enseña la paternidad y la maternidad responsables y se opone con fuerza a todos los vicios morales que mencionas y a muchos más que no mencionas. Así que vete a buscar los principales responsables del desbarajuste actual en otra parte. Si todos intentáramos seriamente vivir según la doctrina católica, el mundo sería mucho mejor de lo que es. Pero la antropología que predomina hoy no es la cristiana, sino la individualista.
Por lo demás, si quieres que no borre tus mensajes, no vuelvas a calumniarnos: "como no pueden quemar gente..., siguen haciendo el mal" de otra forma, etc.
La sarta de despropósitos de José demuestra que los seguidores de la cultura de la muerte no pueden afrontar de cara el terrible crimen del aborto. Si se les saca de su falso "derecho de una mujer a su natalidad" o "su cuerpo", y se les confronta con la realidad, empiezan a vomitar toda suerte de sandeces o a intentar desviar el tema hablando de cualquier cosa. No falla.
Es tristísimo ver personas tan cautivas de su asimilada demagogia que no son capaces de razonar sobre el asesinato de un niño en el vientre de su madre.
Al lado de esto, uno lee los discursos del papa en Inglaterra, plenos de razón, de profundidad, de intensa y auténtica humanidad y la diferencia es abismal. Nuestra sociedad ha enterrado su tesoro otra vez en el huerto, y corre fascinada tras espejuelos, baratijas y quincalla.
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