InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Categoría: General

3.04.10

Las siete palabras de Cristo en la Cruz, un sermón de K. Rahner

Primera Palabra:
“PADRE, PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN” (Lc 23,34)

Cuelgas de la cruz. Te han clavado. No te puedes separar de este palo erguido sobre el cielo y la tierra. Las heridas queman tu cuerpo. La corona de espinas atormenta tu cabeza. Tus manos y tus pies heridos son como traspasados por un hierro candente. Y tu alma es un mar de desolación, de dolor, de desesperación.

Los responsables están ahí, al pie de la cruz. Ni siquiera se alejan para dejarte, al menos, morir solo. Se quedan. Ríen. Están convencidos de tener la razón. El estado en que estás es la demostración más evidente: la prueba de que su acto no es sino el cumplimiento de la justicia más santa, un homenaje a Dios, del que deben estar orgullosos. Se ríen, insultan, blasfeman. Mientras tanto cae sobre ti, más terribles que los dolores de tu cuerpo, la desesperación ante tal iniquidad. ¿Existen hombres capaces de tanta bajeza? ¿Hay, al menos, un punto común entre Tú y ellos? ¿Puede un hombre torturar así a otro hombre, hasta la muerte? ¿Desgarrarlo hasta matarlo con el poder de la mentira, de la traición, de la hipocresía, de la perfidia…. y mantener la pose del juez imparcial, el aspecto del inocente, las apariencias de lo legal? ¿Cómo lo permite Dios? ¡Oh Señor, nuestro corazón se habría destrozado en una furiosa desesperación! Habríamos maldecido a nuestros enemigos y a Dios con ellos.

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2.04.10

Venerar la Cruz

Homilía para la Celebración de la Muerte del Señor.

El Viernes Santo, el primer día del Triduo Pascual, celebramos que Cristo, “en favor nuestro instituyó, por medio de su sangre, el misterio pascual”. La muerte del Señor es el primer paso de su “tránsito” de este mundo al Padre. La muerte, la sepultura y la exaltación al cielo son los tres momentos que conforman el único Misterio Pascual. En la unidad de este Misterio, la Cruz de Cristo es una Cruz gloriosa, digna de ser adorada: “Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero”.

Al venerar la Cruz de Nuestro Señor no nos complacemos en el dolor, no magnificamos un instrumento de tortura y de muerte, sino que cantamos el “ornato del Señor”, el “sacramento de nuestra eterna dicha”: “Las banderas reales se adelantan y la cruz misteriosa en ellas brilla; la cruz en que la Vida sufrió muerte y en que sufriendo muerte nos dio vida”. En la unidad de la Pascua, la Cruz de Cristo se alza como la única esperanza, capaz de redimir y de vencer todas las cruces que jalonan la historia de los hombres.

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1.04.10

Jueves Santo: El servicio de Cristo

La Misa Vespertina de la Cena del Señor, en la tarde del Jueves Santo, nos introduce en la dinámica de la Pascua, del “paso” de Jesús al Padre a través de su muerte y resurrección: “Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, él nos ha salvado y libertado” (cf Gá 6,14).

La Pasión es el mayor servicio de Cristo al Padre y a los hombres, un servicio digno de ser imitado por sus seguidores. “Servir” es obsequiar a alguien, o hacer algo en su favor, beneficio o utilidad. Cristo es el Siervo por excelencia, por su obediencia al Padre y por su entrega en favor de los hombres.

La víspera de su Pasión, el Señor instituyó el sacramento de la Eucaristía. Esta institución responde a una triple finalidad: Cristo nos dejó una prenda de su amor, un signo de su presencia entre nosotros y una participación en su Pascua.

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31.03.10

El Papa no puede estar solo

No comento nada. Sólo extracto algunos fragmentos de la homilía de la Misa del solemne inicio del Ministerio Petrino del Papa Benedicto XVI:

El Papa no está solo:

“¿Cómo 115 Obispos, procedentes de todas las culturas y países, podían encontrar a quien Dios quería otorgar la misión de atar y desatar? Una vez más, lo sabíamos; sabíamos que no estamos solos, que estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios. Y ahora, en este momento, yo, débil siervo de Dios, he de asumir este cometido inaudito, que supera realmente toda capacidad humana. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo seré capaz de llevarlo a cabo? Todo vosotros, queridos amigos, acabáis de invocar a toda la muchedumbre de los santos, representada por algunos de los grandes nombres de la historia que Dios teje con los hombres. De este modo, también en mí se reaviva esta conciencia: no estoy solo. No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce. Y me acompañan, queridos amigos, vuestra indulgencia, vuestro amor, vuestra fe y vuestra esperanza”

La Iglesia está viva:

“La Iglesia está viva y nosotros lo vemos: experimentamos la alegría que el Resucitado ha prometido a los suyos. La Iglesia está viva; está viva porque Cristo está vivo, porque él ha resucitado verdaderamente”.

Dejar que Dios conduzca a la Iglesia:

“Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia”.

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28.03.10

Cada vocación es un milagro

Y hoy, si cabe, más.

Pero sigue habiendo cristianos que responden a la llamada de Dios.

Cuelgo una información de ayer en “La Voz de Galicia”:

Fecha de hoy: Domingo 28 de marzo del 2010

«Somos personas normales»
Fecha
27/3/2010
Hora:
19:29 h

«Nos cuesta mucho lograr que nos vean como personas normales», sostiene Ángel Carnicero, en la animada tertulia formada en la cafetería del seminario de Vigo después de comer. Este licenciado en Geografía e Historia, con el que sus compañeros bromean diciendo que iba para «candidato a Míster España», prefiere no hablar de su vocación pero sostiene que los seminaristas «no estamos aquí porque no tuviéramos otra cosa, porque no sabíamos a dónde ir». Y coge carrerilla: «Fuera éramos felices y no entramos porque no tuviéramos otra cosa. Dejamos lo bueno por lo mejor y lo haces por propia libertad«, enfatiza.

«Lo que más les molesta es cuando alguien trata, con la intención que sea, de retorcer lo que hacen», había advertido el rector, Ángel Marzoa, recordando divertido lo ocurrido hace un tiempo cuando ante varias preguntas inquisitoriales a algunos seminaristas sobre su sexualidad estos se revolvieron hacia la persona que interrogaba preguntándole: «¿Qué pasa? ¿Tú tienes problemas sexuales?».

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