InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Junio 2016, 14

14.06.16

Blasfemos y cobardes

Faltar públicamente al respeto a Dios o, por extensión, a la Virgen María, a los santos o, incluso, a la Iglesia, se ha convertido, parece, en un recurso fácil de promoción personal o de agitación política, por parte de “artistas” con afán de notoriedad o de grupos radicales igualmente necesitados de que se hable de ellos.

Es ciertamente lamentable que estas cosas sucedan. Y uno, que las repudia, siempre se ve, a la hora de repudiarlas, en una especie de dilema. No se sabe qué es mejor o peor. Darle notoriedad a un blasfemo – persona o colectivo - es propiciar que se hable de él, que es, en el fondo, lo que busca. Callar del todo tampoco es coherente con la fe y con el honor que debemos tributar a Dios y a lo sagrado.

No creo que haya que callarse. Hay que protestar contra eso. Sobre todo, desagraviando, que equivale a una reparación ante Dios. Muchos ofenderán, o querrán hacerlo, a Dios. Si desagraviamos, estamos presentando nuestra protesta ante lo que es absolutamente injusto. Y no hay mayor injusticia que ofender a Dios.

También los católicos, y los demás creyentes, debemos pedir el amparo de las leyes que, en última instancia, se apoyan, o dicen hacerlo  – con un mayor o menor grado de incoherencia – , en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que habla de la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Y esa Declaración Universal, en lo que tiene de mejor, se basa en la ley moral natural.

A mí me ofenden todas las blasfemias. Pero, si alguna me resulta especialmente aborrecible, es la blasfemia contra María, la Madre de Jesús, la Madre de Dios. Hay que ser de lo peor para ofender a la Madre de Jesucristo.

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