Creer y obedecer

No se equivocan quienes identifican el creer con un acto intelectual. Lo es. Se trata de un asentimiento. Pero el asentimiento no excluye, sino que incluye, una disposición moral por parte del sujeto.

Para creer, para creer como católicos, hace falta la obediencia, la gracia y el amor. El acto de creer es sintético, simultáneamente intelectual y moral. Esta síntesis se pone de relieve al considerar la fe como obediencia. La escucha de la conciencia, decía el Beato Newman, tiene la naturaleza de la fe.

El hombre, si es dócil a lo que su conciencia le indica, llegará a reconocer a Dios como Legislador y Juez. Y no será, entonces, el propio juicio la instancia suprema, sino una autoridad superior y exterior al propio yo. Aunque esa otra voz se perciba en la interioridad.

El gran obstáculo para la fe es un espíritu orgulloso y autosuficiente. No solo la escucha de la conciencia exige esta actitud de apertura. También la revelación pide obediencia. La revelación es mensaje y mandato, enseñanza y ley.

Creer es obedecer. Creer es confiar en la revelación divina y someterse a ella. Abraham, Moisés y David creyeron y obedecieron. Refiriéndose a estos personajes comentaba Newman: “Entiendo por fe una confianza absoluta, sin reserva, en los mandatos y las promesas de Dios, y el celo por su honor, la sumisión y entrega a Él de sí mismos y de todo lo que tenían”.

La fe como sumisión y entrega (“a Surrender and Devotion”). El gran obstáculo para creer es siempre el mismo: la obstinación, la confianza en el propio juicio. La revelación nos sitúa ante una gran alternativa: la fe o la obstinación en la voluntad propia.

Para Newman, en la época apostólica “la peculiaridad de la fe consistía en el sometimiento a una autoridad viva: esta era su nota distintiva, esto la convertía realmente en un acto de sumisión que destruía el juicio privado en las cuestiones de religión”.

Aferrarse al juicio privado a la hora de interpretar un texto bíblico supone un ejemplo de obstinación. Si lo que prima es el juicio privado entonces es el sujeto el que, en última instancia, decide qué es lo que ha de creer o lo que no. Pero la revelación es, ante todo, anuncio de una Verdad personal.

No se obedece a un texto, sino a una autoridad viva, a una Persona: a Dios mismo o a los mensajeros de Dios, a los Apóstoles y a Iglesia, que, en la etapa actual de la salvación, es voz de Dios, “oráculo que procede de Él”, en palabras de Newman.

Obediencia y conocimiento no se contraponen. La obediencia abre el acceso al conocimiento de la Verdad. Para un católico erigirse, por encima del Magisterio de la Iglesia, en intérprete autorizado de la verdad objetiva de la revelación es un camino peligroso. Un camino de desobediencia, de falta de sumisión, de escaso espíritu de fe.

Guillermo Juan Morado.

11 comentarios

  
Fr. J.
Muy conveniente recordar estas verdades, que no son sólo para laicos y curas rasos. También para teólogos y... no sigo.
05/01/12 11:26 PM
  
Yolanda
No se equivocan quienes identifican el creer con un acto intelectual. Lo es. Se trata de un asentimiento. Pero el asentimiento no excluye, sino que incluye, una disposición moral por parte del sujeto.

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Hace... ¡tan sólo dos años! (¿o debería decir "ya dos años"?), leía yo este tipo de cosas, y me resultaban tan nuevas.

Completamente nuevas.
06/01/12 1:01 AM
  
César Fuentes
Veo una clara continuación, o un nexo, entre el penúltimo y este post. Y me resulta difícil destacar algo. Muy de acuerdo.

Si le soy sincero,año a año que pasa,y a pesar de los errores que cometo-,me voy dando cuenta de que obedecer a la Verdad-Dios, La Palabra, el Magisterio-es la plena libertad de la que Cristo y san Pablo nos hablan. Se pueden comprobar los prodigios que el Espíritu Santo obra, en silencio,casi como un invitado que se cuela de rondón,pero al que has dejado la puerta abierta a sabiendas de que dicha puerta sólo El la puede atravesar y que te ha visitado sin que tú seas quien esperas con los brazos abiertos y una copa en la mano; no, más bien te pilla dormido, pero en un sueño de esperanza, y cuando despiertas,eres tú-te conoce por tu nombre-pero eres de El,con El y en El.

Y reflexionas-¡claro que sí!-,e incluso se te afina el sentido ante el pecado y la Gracia; y la conciencia se mueve, pero Dios no es la conciencia, es mucho más que ese don de libertad que Nos concede.

También se dan asuntos de tal intimidad que no se pueden decir-no por se motivo de confesión,sino por ser entre uno y El y eso sería,digamos, el motor, o el combustible que alimenta el amor hacia El y llevarlo entonces a los demás-. Y ahí entraría lo que tan bien describió usted en el penúltimo post.

A pesar de la dureza de cerviz.......Pero si hay esperanza y caridad el Pastor encuentra a su oveja perdida y le lleva a la fe.

06/01/12 8:14 AM
  
luis
De acuerdo, aunque me parece que habría que afinar algunas cosas. Existe la obediencia de la fe, pero la fe es más que la obediencia. Y más que el asentimiento. La obediencia es condición necesaria para la fe, pero no es la fe. Como virtud teologal que inhiere en la inteligencia, la fe es esencialmente conocimiento, conocimiento oscuro pero conocimiento. La disposición a aceptar la oscuridad es obediencia, pero no es la esencia de la fe, es su nota connatural.
Por otra parte, me parece que eso de no "confiar en el propio juicio" tiene que ser matizado, siempre hay que confiar, por fuerza metafísica y gnoseológica en el propio juicio (que no es el "juicio privado"), no puede haber dialéctica entre la verdad objetiva y la conciencia. Otra cosa es que la conciencia, el juicio especulativo y el práctico tienen que ser alimentados o rectificados por la obediencia de la fe, a nivel volitivo moral. Pero sabemos que efectuado ese esfuerzo siempre debe obedecerse a la conciencia, que el el primer Vicario de Cristo, sobre todo en el juicio práctico-práctico.
Finalmente, trasladar sin más la obediencia de la fe al magisterio eclesiático requiere matizar mucho. El señor de la foto podría darnos muchas indicaciones al respecto, en particular en su célebre carta al Duque de Norfolk.
06/01/12 3:22 PM
  
maria teresa de josé
Lo que usted escribe Padre Guillermo me ha ayudado mucho a ver con claridad muchas cosas. Hubo un tiempo de mucha confusión porque un padrecito joven que hablaba cosas muy hermosas de Dios y tocaba los corazones comenzó a decir barbaridades contrarias a la fe que he recibido desde niña. Supe luego que estaba estudiando filosofía pura, yo me le enfrentaba para contradecir esos errores y fue tan fuerte el asunto que casi empesaba a creer lo que decía y me preguntaba que quién era desobediente y soberbio si él o yo. Me acordé entonces de los santos que siempre se aferraban a la fe de la Iglesia que se apoyan en las tres bases: las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglisia. Empecé a apoyarme en ellas, siempre lo había hecho aunque sin darme cuenta, y encontré la paz. El padrecito trata ahora de tomar las cosas con calma pero sigue justificando sus errores,y no me convencerá de ellos. No entiendo cómo puede confiar y creer más en unos estudiosos filósofos que en la voz de Dios representada en estas tres bases. Lamentablemente esto es una realidad en muchos sacerdotes que al final terminan confudiendo a los fieles.He concluido que quizás ellos no conocieron esta fe desde pequeños (es el caso de este padrecito) y por eso creen todo los que "los sabios de este mundo" dicen.la Paz de DIOS esté con todos nosotros. Amén
06/01/12 5:15 PM
  
Norberto
...de escaso espíritu de fe.

Que, desgraciadamente, páter, quien así actúa, reiteradamente, termina perdiendo la fe.

Fr. J.

[editado]
06/01/12 8:26 PM
  
Norberto
Tomado del Catecismo:

LA CONCIENCIA MORAL

1776 “En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal [...]. El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón [...]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” (GS 16).

I. El dictamen de la conciencia

1777 Presente en el corazón de la persona, la conciencia moral (cf Rm 2, 14-16) le ordena, en el momento oportuno, practicar el bien y evitar el mal. Juzga también las opciones concretas aprobando las que son buenas y denunciando las que son malas (cf Rm 1, 32). Atestigua la autoridad de la verdad con referencia al Bien supremo por el cual la persona humana se siente atraída y cuyos mandamientos acoge. El hombre prudente, cuando escucha la conciencia moral, puede oír a Dios que le habla.

1778 La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina:

La conciencia «es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza [...] La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia, a través de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo» (Juan Enrique Newman, Carta al duque de Norfolk, 5).

Obrar el bien y evitar el mal, sin ello la autonomía de la conciencia se convierte en burladero, tapadera, celofán que envuelve la soberbia.
06/01/12 11:43 PM
  
César Fuentes
Será la conciencia el primer vicario de Cristo,pero sin la humildad es el primer instrumento de satanás. A veces es la serpiente quien nos habla y pensamos que es nuestra conciencia y allá que vamos a comer del fruto del árbol que no debemos.
07/01/12 9:48 PM
  
César Fuentes
Pues llevo toda la noche dándole vueltas a esto de la conciencia. Me ha dejado inquieto, más que reflexivo-que algo también-. ¿Por? Pues trataré de explicarme, pues no sólo no lo tengo demasiado claro, sino que no me vienen a la cabeza las palabras,quizá las más adecuadas:
"El primer vicario de Cristo". Sobre el papel queda muy bien, pero que muy bien.......y¡cuanto peligro puede encerrar!¿Peligro? Así me parece al menos, en tanto en cuanto se erija en , no el primer vicario de Cristo, sino en el único, sujeto a un discernir del propio yo,con el propio yo,que no busca la realidad del bien sino hacerse creer en razón propia y proclamarla a los cuatro vientos. Tenemos en la Historia muchos casos-en la Historia del la Iglesia-.

Al fin y al cabo, y ya que andamos en un medio del océano de internet-por lo que me ceñiré a esto nada más, no al "mundo real"-,causa consternación, malísima impresión el ir de un blog a otro, de tal foro a tal portal para ver que los católicos estamos plenamente inficionados de mundo-progres,tradicionalistas,cismáticos,los fronterizos,los de a pie,etc-con las salvas excepciones de los santos, que los hay. Y el protestantismo ha calado pero que bien hondo-.

¿La conciencia moral? Sobre el papel chapeau. Nada más.

¿Acaso no se ve en todo este batiburrillo de los blogs,foros y portales las descomunales peleas, que en nada se diferencian de lo que puedan tener los paganos,de una naturaleza barriobajera,antievangélica?

A una injuria,real o supuesta,se la responde con verdaderas injurias. A un insulto, real o supuesto, con verdaderos insultos. Proclamamos filias y fobias, y nuestro yo y ,sobre todo, nuestra opinión ha de quedar victoriosa-que instrumento tan maligno es la dialéctica, esa herramienta satánica que sólo está interesada en obtener a cualquier precio la razón,y que la verdad sea proscrita en aras de la vanidad-

¿La conciencia moral? Ah, sí, muy bonito sobre el papel, teorizar es,a poco que se haya leído algo, muy fácil. ¡Qué cuadrilla de mostrencos y qué espectáculos solemos dar los católicos cada dos por tres; qué ansias de hablar y hablar,cuan autorizados nos creemos todos, qué pocas ganas de pedir perdón cuando metemos la pata con las lamentables palabras que usamos para despreciarnos los unos a los otros!
¡Cómo se deben reir los ateos faltones viéndonos de esta guisa casi siempre!

No hay más que ver que los post más leídos siempre son los polémicos, o aquellos donde se monta una buena bronca.

Que Dios bendiga a los que huyen de ese tipo de blogs,post, o lo que sea; y a los que en silencio se duelen de todo ese espectáculo lamentable. Ojalá fuese uno de ellos,que lo intento y no lo consigo.

¿La conciencia moral, primer vicario de Cristo? Si se pone en primer lugar, yo,particularmente desconfío,como desconfío de mi mismo por pecador,aunque se de Quien me fío. Prefiero que la conciencia sea como un tribunal de última instancia.

Si hasta Cristo se humilló al comienzo de lo que iba a ser su vida de predicación, su vida pública-¿el hijo de Dios bautizándose,para incitar a todos a lavar nuestro pecado?, ¡menuda humillación!-y se humilló más aún al morir como murió por todos........entonces,¿no nos damos cuenta de lo miserables que somos como para seguir apoltronados en la teoría-que es muy bonita sobre el papel, y muy cierta-y vamos a seguir desobedientes, y machacando al Papa si no es de acuerdo con nuestro parecer,y a retorcer la Doctrina,el Magisterio,La Palabra y la Voluntad del mismísimo Dios si se pone el caso?

"Obrar bien y evitar el mal". Ya,claro, la injuria, el insulto, la befa, la mofa. Y si es dicha con ingenio hasta resulta "intelectual". Podemos estar orgullosos.

Que tire la prmera piedra el que no lo haya hecho-y lo siga haciendo-.



D. Guillermo, le pido disculpas por la longitud de este comentario. Y no hablo desde la rabia-quizá pueda parecerlo,pero no-,sino desde la vergüenza.


08/01/12 10:30 AM
  
luis
Muy sentida tu catharsis, César.
Ahora, hay que puntualizar dos cosas:

1) No existe alternativa a la conciencia, como no existe alternativa a la razón. Con la razón creemos, con la conciencia actuamos, iluminados por la fe o movidos por la gracia. No hay otro "órgano" en el hombre. Incluso la decisión de actuar en forma robótica, "perinde ac cadaver", es una decisión de la conciencia. Así que no puede haber dialéctica conciencia-autoridad, o razón-fe. La crítica a la posición progre (que afirma la autonomía de la conciencia moral)no puede llevar a atacar a la conciencia, del mismo modo que la crítica al racionalismo liberal no puede llevar a un fideísmo irracionalista.

2) Sí, hay debates sangrientos en la blogósfera. Pero como decimos aquí no es moco de pavo lo que se discute. Desde el Concilio Vaticano II la jerarquía apostó a un diálogo con el mundo y la cultura moderna, en una estrategia diametralmente distinta a la trazada por los Papas decimonónicos. Por eso Ratzinger habla del "Antisyllabus" que constituyó la Gaudium et Spes. Pues bien, algunos pensamos que esta decisión ha sido equivocada, o al menos que el optimismo con que se esperaba la reacción favorable del mundo fue desacertado y que las concesiones innegables que hizo la Iglesia terminaron jugando en contra.
Esa es más o menos la raíz de la posición que sostenemos. Será discutible, pero es lo que pensamos. Y para nada esta postura compromete la fe.

Otros creen que no hay nada que criticar en las decisiones estratégicas adoptadas, que deben ser profundizadas, eso sí sin caer en extremos heréticos. Que hay que acompañar moderadamente la evolución del mundo, sin modificar dogma o moral pero adaptándose a muchos cambios litúrgicos o incluso de moral, pero muy moderadamente.

Podrá adoptarse una u otra posición en varios matices (la primera podemos llamar tradicionalista, la segunda neoconservadora), del mismo modo que se puede discrepar con la estrategia decimonónica de repudio a la civilización moderna. Pero la importancia del debate es innegable, porque de él depende cómo se planta el católico frente a la crisis interior de la Iglesia. El diagnóstico condiciona el pronóstico.
09/01/12 4:53 PM
  
César Fuentes
Sí, es cierto,luis. Hay una gran crisis y hay que debatir,aunque hay que hacer más,empujar-o intentarlo-en la misma dirección. Y no ha de parecer que esto es de hermano contra hermano-porque a veces,o muchas ,lo parece-.

Intentar arreglar lo que mal está-pero con la ayuda de Dios- y hacer que la verdad prevalezca,aún a despecho de que nos tengamos que humillar si nos equivocamos y enmendar la plana haciendo iglesia.

A veces nos cegamos en el orgullo de una oposición frontal sin ver ciertas cosas que pueden ser de gran utilidad.

La fe es la fe,el dogma es el dogma,la doctrina es la doctrina. Apoyemos al Papa,que,sinceramente,va por buen camino,más que tratarde mirar con lupa cada movimiento suyo-porque el error de gobierno puede existir-y cargar las armas entoces contra el.
Y le debemos una sana obediencia. Hay que confiar en el. Lo contingente varía,pero Benedicto está anclado firmemente en Dios; cualquiera puede ver que el no habla por sí mismo en lo sustancial.

Hay que bramar si la tempestad es fuerte contra la Iglesia y en la Iglesia, pero que esos gritos no nos dejen sordos a los que lentamente se puede estar cociendo para bien.

Y sí, más que dialogar con el mundo, hay que evangelizarlo. Pero el diálogo no es malo, lo malo es que el dialogante se deje contagiar de mundo.

En fin esto da para mucho. Pero insisto en la humildad,la propia-aunque cueste-,reconocer el error propio y siempre intentar estar abierto a la Gracia. Con insultos,burlas y descalificaciones sólo le hacemos el trabajo gratis al maligno.

Abrazos, luis.
09/01/12 7:16 PM

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