¿El recién nacido no es persona?

¿El recién nacido no es persona humana?

El sacerdote jesuita José Ignacio González Faus ha publicado en el blog de “Cristianisme i justicia” un artículo titulado “Abortar el aborto” del que extraemos y comentamos el siguiente párrafo, en el que entre otras cosas sostiene que el recién nacido no es persona (los subrayados son nuestros):

http://blog.cristianismeijusticia.net/?p=10653&lang=es

b. Límites oscuros.- Es sabido que San Agustín (en el De anima) y Santo Tomás (I, 118, 2 ad 2) sostenían que el feto solo es un ser humano a partir de los 45 días de la gestación, porque antes la materia no está preparada para recibir el alma racional. Esta opinión podrá ser discutida hoy porque además está formulada con categorías filosóficas anticuadas (cuerpo, y alma infundida desde fuera). Pero pone de relieve una nueva complejidad en el tema del aborto.

Se acusa a la Iglesia de sostener que el embrión es una persona. La acusación suena rotunda, pero solo lo es en parte. El embrión no es todavía una persona. Como el recién nacido tampoco es aún una persona. Pero ambos están programados para serlo: la vida que hay en el embrión no es exclusivamente vegetativa aunque en aquellos momentos solo funcione como unaplanta. Y la vida que hay en el recién nacido (o en el feto cuando ya da patadas) no es exclusivamente sensitiva aunque en aquellos momentos aún no sea vida racional; pero está programada y en camino de serlo. Y las cosas se definen más por su futuro que por su presente. Esto parece ser lo que quiso decir Tomás, aunque se enredó con su idea de diversas almas que van eliminando a la anterior (la sensitiva a la vegetativa y la racional a la sensitiva).

El hecho es que, en nuestra trayectoria vital, pasamos todos por la “constitución” humana, el “individuo” humano y la “persona” humana. El problema está en que los límites entre ellas son tan imposibles de señalar con precisión, como la separación entre la noche y el día. Esto obliga a la sociedad a decretarlos artificialmente, como se hace con las luces públicas: señalando una hora concreta (aunque unos días habrá más luz y otros menos). Quien sostenga que solo la persona humana tiene derecho a la vida habría de aceptar que matar a un recién nacido no es un crimen, cosa quenadie hace porque la frontera del nacimiento pesa en cualquier sensibilidad. Pero estas reflexiones permiten comprender que no es lo mismo matar a un embrión reciente que a un ser humano ya constituido.

Yo personalmente comparto y admiro la postura de la Iglesia que defiende la vida del embrión desde el principio, más por su futuro y su destino humano quepor su mero presente en el que, además, esa vida no puede defenderse. Pero, a la vez, comprendo queno puedo obligar a toda la sociedad a que comparta esa postura. Como no se me puede pedir a mí que comparta la postura extrema del budista cuyo respeto a la vida le llevará a no matar ni al mosquito que me está picando. Esto es lo que daba cierta racionalidad a una ley de plazos que solo pretenda despenalizar algunos abortos, sin declararlos por ello ni morales ni derechos humanos.”

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Nos interesa comentar este texto desde el punto de vista de la fe católica, es decir, sin limitarnos a los argumentos puramente filosóficos, sino basándonos también en la doctrina de la fe.

Ante todo, es notable que para González Faus el recién nacido no sea persona. ¿Qué concepto de “persona” es el suyo para poder afirmar algo así?

Y saca las consecuencias lógicas: si es por ser persona que el ser humano no puede ser eliminado, entonces se puede eliminar al recién nacido.

Con este argumento en realidad González Faus no está justificando solamente el aborto, sino también el infanticidio.

En efecto, el hecho de que “la frontera del nacimiento pesa en cualquier sensibilidad” es claro que no es argumento suficiente para decir que matar a un recién nacido es inmoral.

Y si “no es lo mismo matar a un embrión reciente que a un ser humano ya constituido”, o bien ese ser humano ya constituido es persona, o no. En el primer caso, ése es el caso del recién nacido, o no. En el segundo caso, tampoco será lo mismo matar a un recién nacido que a una “persona”. E igualmente, si el “ser humano ya constituido” no es todavía “persona”, entonces tampoco será lo mismo matarlo a un “ser humano ya constituido” que matar a una “persona”.

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Además, González Faus se equivoca al decir que nadie acepta que matar a un recién nacido no es un crimen. El “filósofo” australiano Peter Singer lo hace, y hay que reconocer que en esto se muestra simplemente como un abortista consecuente.

Y lo hacen también los ginecólogos británicos que pidieron al gobierno la legalización del infanticidio en ciertos casos, seguidos en esto por otros matarifes italianos, creo, hace relativamente poco tiempo.

No todas las “sensibilidades”, como se ve, se detienen ante la frontera del nacimiento, porque una vez que se aceptan principios falsos, la lógica es más implacable que cualquier “sensibilidad”.

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González Faus reconoce que hay en el cigoto, que según él no es aún persona ni de naturaleza racional, una “programación” hacia la naturaleza racional.

¡Pero esa “programación” es justamente la naturaleza racional!

¿Cómo una naturaleza distinta de la racional estaría “programada” hacia la naturaleza racional? Sería como decir que la naturaleza del gato está “programada” hacia la del perro.

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Dice además que los límites entre el embrión no personal y la persona son difíciles de señalar, y que por eso la ley debe establecerlos arbitrariamente.

Pero el caso es que esos límites son difíciles de señalar, precisamente porque no existen, y que si fuese así, que es difícil de señalarel límite entre lo que no es persona y lo que lo es, una vez dada la fecundación, entonces lo único que la ley podría hacer moralmente sería prohibir todo atentado contra el producto de la fecundación, precisamente para no correr el riesgo de estar asesinando a un ser humano.

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González Faus dice que no puede obligar a toda la sociedad a que comparta su postura. Sin duda, pero felizmente no es necesario.

Nada impide que existan por ahí filosofías que no vean nada malo en el homicidio, la violación, etc.

De hecho, nada impide que en una sociedad dada haya musulmanes que practican la ablación del clítoris a las mujeres, o que sostengan que, como sucede al parecer en Afganistán, la violación no debe ser penada por la ley.

A nivel jurídico, no se trata de hacer que esas personas renieguen de sus creencias o compartan las nuestras.

Se trata simplemente de asegurarnos de que en nuestro sistema legal esas cosas se tipifican como delitos y se penalizan del modo debido, porque atentan contra los derechos de otras personas.

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Por lo mismo, sin duda que tampoco se puede obligar a González Faus a que comparta la creencia del budista en la santidad de la vida del mosquito.

Pero sí que me costaría a mí creer que en alguna sociedad se pueda considerar delito castigado por la ley matar a un mosquito.

Y sobre todo, si alguna sociedad humana incurre en esa locura, ¿quién no ve que se trataría de una ley injusta, que no obligaría en conciencia a nadie, y que lo único que cabría hacer sería buscar cuanto antes su derogación?

En todo caso, aquí tal vez tocamos el problema de fondo de la antropología fausiana, que le impide juzgar como es debido el tema del aborto y su despenalización: la insuficiente delimitación entre el mosquito y el ser humano.

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Por su parte, la existencia del alma humana inmaterial, capaz de existir separada del cuerpo, es parte de la fe católica.

González Faus parece oponerse a esta verdad de fe cuando habla de “categorías filosóficas anticuadas (cuerpo, y alma infundida desde fuera)”.

En efecto, un alma humana “no infundida desde fuera” parece ser un alma, si es que existe, que es fruto de la evolución de la materia, y por tanto, material.

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El alma es el “primer principio vital”, o sea, la última razón interna de la vida del viviente. Es propio del alma, “anima”, el “animar”, es decir, hacer vivir al cuerpo.

La presencia o ausencia del alma, principio vital, es lo que hace la diferencia entre un cuerpo animado, o sea, viviente, y un cuerpo inanimado.

En el caso del ser humano, el alma o principio vital es espiritual, o sea, dotado de un ser propio, independiente de la materia y por eso mismo capaz de existir separado de la materia.

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Sobre esta base, sólo puede haber “vida humana”, en el sentido propio del término, cuando está presente el alma humana espiritual.

En el tomismo, la materia es lo que es gracias a la forma sustancial. La materia prima, último sustrato de los seres corpóreos, es de suyo pura potencialidad e indeterminación. Lo que la hace existir en acto y la determina a tener una naturaleza específica es la forma sustancial, que en los seres vivos, como dijimos, se llama “alma”.

Lo que distingue a la materia de un gato de la materia de un perro es la forma sustancial, o sea, en este caso, el alma, del gato o del perro.

De hecho, parece claro que los mismos elementos químicos integran al gato, al perro y al hombre, de modo que la diferencia esencial y no meramente accidental entre ellos debe asignarse a un elemento de orden inteligible y metafísico como es el alma.

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“Persona” (al menos en el ámbito de lo creado) es el individuo de naturaleza racional.

Individuo” quiere decir algo que existe, no como parte de otra cosa, ni tampoco como conjunto de cosas, ni como propiedad de una cosa, sino como un todo unitario e independiente, sujeto de propiedades.

“De naturaleza racional” quiere decir que por naturaleza tiene o puede llegar a tener inteligencia y voluntad.

Nos podemos preguntar en efecto qué le faltaría a un individuo de naturaleza racional para ser persona. Ya es una sustancia, algo que existe en sí mismo, y no en otro, algo que es sujeto de propiedades y no propiedad de algún otro sujeto.

Ya es un organismo viviente de la especie humana con su código genético específico. Ya tiene, por su naturaleza racional, al menos radicalmente, la inteligencia y la voluntad que son las facultades operativas propias de la persona.

Sobre esto último, ver más abajo.

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El óvulo y el espermatozoide, cada uno por su lado, no son “individuos”,sino partes de un individuo: de la mujer y del varón respectivamente. Además, ni siquiera tienen los 46 cromosomas propios de la especie humana, sino solamente 23 de ellos cada uno.

En cambio, el fruto de la concepción, llámesele cigoto, es un individuo. No es parte del cuerpo de la madre, pues no cumple ninguna función propia del organismo materno, y además, puede ser de sexo masculino, cosa que evidentemente no puede corresponderle a una parte del cuerpo de una mujer.

Y además, llega a ser claramente un individuo humano por un mero proceso de desarrollo. El desarrollo no puede producir un individuo que antes no existía, porque es siempre el desarrollo de algo y su resultado por tanto es ese mismo algo, más desarrollado.

La cuestión entonces está en saber si ese individuo cigótico es o no de naturaleza racional. En caso afirmativo, es persona, en caso negativo, no lo es.

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En la persona hay que distinguir el ser sustancial de la persona, sus facultades operativas específicas, la inteligencia y la voluntad, y los actos de esas facultades. El acto de pensar es distinto de la facultad o capacidad de pensar, porque no siempre estoy pensando actualmente, pero siempre tengo la capacidad de hacerlo.

Esa misma capacidad también puede entenderse en un sentido próximo o remoto: una es la capacidad de pensar que tengo estando despierto, y otra la que tengo estando dormido, donde de todos modos conservo la capacidad de pensar una vez que me despierte.

Pero la capacidad o facultad misma también se distingue del ser sustancial de la persona, a la vez que se fundamenta en él. Yo no soy ni mi inteligencia ni mi voluntad, sino que las tengo a ambas. No puedo identificarme con ellas, porque ellas a su vez se distinguen realmente entre sí. Además, no es mi inteligencia la que piensa, sino que soy yo el que piensa mediante mi inteligencia; no es mi voluntad la que quiere, sino que soy yo el que quiero, mediante mi voluntad.

Por eso mismo, no me identifico ni con mi inteligencia ni con mi voluntad, que son las facultades específicamente “personales”.

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Por otra parte, el hecho de que esas facultades personales específicas no estén actualmente en el cigoto no quiere decir que no estén en él radicalmente. En efecto, las facultades sí que no le vienen “de fuera” al sujeto sustancial, sino que sus capacidades operativas son como una emanación de su esencia, de su propia naturaleza.

El ser humano no es racional porque tiene inteligencia y voluntad, sino que tiene inteligencia y voluntadporque su naturaleza, la de su ser sustancial, es una naturaleza racional, al estar determinada por una forma sustancial que es el alma espiritual.

Por tanto, desde que existe la persona están en ella al menos radicalmente las facultades personales específicas, aunque no estén en ella actualmente debido a su temprano estado de desarrollo.

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Por tanto, así como pueden faltar los actos de las facultades personales sin que falten las facultades mismas, así también pueden faltar esas mismas facultades, sin que falte el ser personal.

Y eso es lo que sucede en el desarrollo embrionario, donde primero se da ante todo el ser sustancial de la persona, yluego, en algún momento, surgen las facultades personales específicas de inteligencia y voluntad, y luego, en algún otro momento, se produce la primera actuación de esas facultades.

Esto vale también para la “conciencia de sí mismo”, que es un acto particular de la facultad intelectiva.

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Pero por lo que dijimos arriba, “vida humana” en sentido propio sólo puede haber si está presente el alma espiritual. Y eso es justamente la naturaleza racional, un alma espiritual animando un cuerpo.

Por tanto, si después de la concepción hay vida humana en el sentido propio del término,es por la presencia del alma espiritual, y entonces,hay un individuo de naturaleza racional, y entonces, hay una persona, al menos en cuanto a su ser sustancial, aunque no estén presentes actualmente las facultades operativas correspondientes ni menos aún los actos propios de esas facultades.

No tenemos ahí ni vida humana en potencia, ni ser humano en potencia, ni persona en potencia, sino vida humana, ser humano y persona humana en acto, porque está en acto el ser sustancial de la persona compuesto de alma espiritual y materia. Lo que está en potencia en todo caso son las facultades personales y los actos de esas facultades, pero eso no es lo definitorio, como vimos, del ser de la persona.

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Para evitar esa conclusión hay que decir que lo que surge de la concepción no es vida humana propiamente dicha.

Eso tiene dos inconvenientes: por un lado, lo propio de la transmisión de la vida en los seres vivos es que todo ser vivo engendra a otro ser vivo de su misma especie. Mientras que aquí habría que decir que el cigoto no es, al principio al menos, de la misma especie que sus padres, pues no es humano.

¿De qué otra especie sería?

¿Sería un individuo de especie no humana?

¿No sería aún un “individuo”, hasta recibir el alma espiritual? Pero biológicamente el cigoto es un organismo, es decir, una totalidad unitaria que consta de partes diferentes dotadas de funciones diferentes.

Y el proceso de diferenciación que comienza con la misma fecundación y continúa incluso después del nacimiento no tiene cortes, es un proceso unitario en el cual sería totalmente arbitrario señalar un punto cualquiera como aquel en el que con la introducción del alma espiritual se daría el cambio sustancial que convertiría a un conjunto de células individuales en un solo individuo, y de naturaleza humana y personal.

Y en segundo lugar, que eso que no sería humano, tendría sin embargo la composición genética, los 46 cromosomas, propios de la especie humana y de ninguna otra especie.

Por lo tanto, a la luz de la fe cristiana es por lo menos más probable que su contraria la tesis que dice que la persona humana existe desde la concepción.

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Esto es importante, porque si admitimos todos que la presencia o ausencia del alma espiritual desde la fecundación no puede probarse apodícticamente ni por argumentos empíricos ni por argumentos filosóficos ni por argumentos teológicos basados en la Revelación, entonces queda que la cuestión tiene que decidirse en base a lo que resulte más probable.

Y parece claro que por lo arriba dicho, en una antropología cristiana y católica es más probable que su contraria la tesis que dice que el alma espiritual está presente en el hombre desde la fecundación.

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En la tesis de González Faus, el ser persona se convierte en algo accidental, algo que surge como fruto del desarrollo en un ser sustancial ya preexistente.

Es decir, se trata de una modificación, de un perfeccionamiento, pero no de un cambio sustancial, pues González Faus no parece admitir la existencia de un alma espiritual que sea infundida por Dios “desde fuera”.

Y entonces el surgimiento del ser personal no transforma sustancialmente, en forma paradójica, al ser impersonal que existía antes.

Tendríamos la paradójica consecuencia de un ser sustancialmente impersonal y accidentalmente personal, a no ser que a falta del alma espiritual González Faus sí admita la existencia del “hada madrina” que con su varita mágica obra la transmutación.

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Se suele objetar con el caso de los gemelos monocigóticos: la posibilidad de división del cigoto para dar lugar a dos individuos distintos estaría mostrando que ahí no había aún un individuo de la especie humana.

Pero lógicamente hablando, la incompatibilidad entre un solo individuo y dos o más individuos existe solamente tomándolos en el mismo instante temporal, no tomándolos sucesivamente.

Es claro que un individuo no puede ser dos o más individuos, pero de ahí no se sigue que no pueda devenir dos o más individuos.

De hecho hay seres vivos, como algunos gusanos y estrellas de mar, a los cuales se les puede cortar una parte que luego se desarrolla y sigue viviendo como otro individuo autónomo de la misma especie.

¿No era por eso un individuo aquel al que le fue cortada esa parte?

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¿Qué pasa en ese caso con el alma espiritual, se preguntará? Pues que si Dios se ha “comprometido” a crear una nueva alma individual cada vez que es fecundado un nuevo cigoto de la especie humana, también se ha comprometido a hacerlo cada vez que un cigoto ya fecundado se divide.

De hecho, no hay otra opción que ésa, desde la fe católica, para el caso de los gemelos monocigóticos, pues es claro una vez que han nacido que ambos son personas humanas y tienen alma espiritual, y no han podido recibirla ambos en el momento de la fecundación, a no ser que admitamos la existencia de un cigoto con dos almas.

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Por lo que toca a la tesis materialista que dice que no existe un alma humana inmaterial y espiritual es contraria a la fe católica y por tanto, falsa. Pero si se la profesa, entonces no hay lugar a dudar si el alma espiritual estará presente o no.

En esta hipótesis, “vida humana” quiere decir simplemente tener los 46 cromosomas propios de la especie. El cigoto los tiene, y sigue siendo, obviamente,un individuo. Y la “naturaleza racional”, en clave materialista, habrá que explicarla por los 46 cromosomas en definitiva, de modo que lo lógico sería reconocer que desde la fecundación el cigoto es un individuo de naturaleza racional, o sea, una persona.

49 comentarios

  
enric
Desde mi punto de vista, y con todos mis respetos a los que no piensan igual, es un grave error pensar que seguimos en el Sexto Día de la Creación y que de alguna manera:

"Dios se ha "comprometido" a crear una nueva alma individual cada vez que es fecundado un nuevo cigoto de la especie humana".

Un abrazo.

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Obviamente, se trata de una afirmación teológica basada en la fe católica. Sin esa fe es claro que Ud. no puede suscribirla. Lo cual no quiere decir, no es necesario aclarar, que sea un error. Lo del Sexto Día de la Creación por supuesto que no tiene nada que ver.

Saludos cordiales.
28/07/14 9:16 AM
  
Francisco José Delgado
Las afirmaciones que suscribe Faus sólo pueden entenderse de dos formas:
- El embrión y el recién nacido no son persona pero sí seres humanos. Entonces no todo ser humano es una persona, por lo que o bien el ser persona es una cualidad accidenta, como señalabas; o bien es un cambio sustancial que se da en algún momento del desarrollo en el que lo que no era empieza a ser. El problema es que alguien tendrá que afirmar quién sí es y quién no, y esto ha conducido en la historia siempre no sólo al genocidio del aborto, sino a muchas otras realidades con las que al Sr. Faus no le gustará verse identificado.
- El embrión y el recién nacido no son seres humanos, sino que van a serlo. Ya has señalado el error fundamental de esta opción, pero me gustaría apuntar algo curioso: precisamente porque el único momento en el que se puede identificar un cambio sustancial, que es la concepción, se niega como iniciador de la vida humana y personal, no hay manera de establecer cuándo empezaría esa vida humana.

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Exactamente.

Saludos cordiales.
28/07/14 1:24 PM
  
Ricardo de Argentina
Al hilo de lo que afirma FJ Delgado, entiendo que sólo hay dos momentos en la vida del ser humano en los que se producen cambios sustanciales CUALITATIVOS:
La Concepción y la Muerte.

Interín todo es VARIACION CUANTITATIVA, y por lo tanto la delimitación de las categorías no solamente es un terreno muy impreciso, sino que varía de un individuo al otro.

Sabíamos desde siempre que la muerte es el momento en que el alma, perdido su soporte vital, abandona el cuerpo.
No sabíamos en cambio cuando comenzaba a inhabitarlo, a causa de ignorancia invencible en complejas cuestiones de biología. Las cuales, al verse dilucidadas por la ciencia moderna, nos permiten suponer razonablemente que la inhabitación del alma coincide con el cambio cualitativo que da origen a un nuevo ser humano.
28/07/14 3:31 PM
  
enric
Con todos mis respetos, mi fe se basa en la Verdad y como hijo de Dios e hijo de la Santa Madre Iglesia aliento para que se reflexione con seriedad, con rigor, con humildad y que se rectifique.

"Dios descansó el Séptimo Día"

Ni podemos obligar a crear almas a Dios en el momento de la concepción, ni enviar almas directamente al cielo como en teoría "sería" posible, ni tampoco enviar almas directamente al infierno en la hoguera como así se pensaba en la santa Inquisición.

La Iglesia Católica ha cometido muchos errores y SJPII pidió perdón en más de 100 ocasiones. Algún día la Iglesia Católica reconocerá el grave error de la condena de Orígenes como hereje.

Un abrazo.

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No me da muchas explicaciones, así que me veo obligado a adivinar que Ud. defiende alguna versión de la reencarnación, de ahí su apoyo a Orígenes y su rechazo de la creación del alma en el momento de la concepción. También rechaza el dogma definido por la Iglesia según el cual las almas van inmediatamente al Cielo, al Purgatorio o al Infierno luego de la muerte, probablemente por la misma razón. Cuando la Iglesia condena alguna herejía, compromete su infalibilidad, y Ud. pretende que se revise la condena de Orígenes. Así las cosas, su modo de ser un hijo de la Santa Madre Iglesia es sin duda subjetivo, y en todo caso, no es católico.

Saludos cordiales.
28/07/14 4:20 PM
  
Eduardo
Excelente post!

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Gracias!
28/07/14 6:10 PM
  
enric
Con todos mis respetos, aunque Vd. pueda pensar de otra manera, soy católico practicante. He recibido 5 Sacramentos y sigo recibiendo 2. Uno de ellos por considerar que mi interior está en gracia de Dios. Cumplo los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia. Amo a Dios y amo al prójimo.

En cualquier caso le corresponde a la Santa Madre Iglesia o al Santo Padre especificar cuantos de los 1200 (aproximadamente) millones de católicos lo son o no aunque hayan recibido el Bautismo y no hayan apostatado.

No rechazo que las almas van al cielo, al purgatorio o al infierno. Pienso como el Papa Emérito BXVI que la inmensa mayoría van al Purgatorio.

En teoría para ir al cielo y no arriesgarse al infierno, desde el enunciado de la fe católica, podríamos enviar directamente al cielo a un bebé después de bautizar. Yo creo y manifiesto humildemente, con respeto, pero con claridad y rotundidad que eso no es posible.

Por otra parte está el tema de los abortos espontáneos que Dios sabe perfectamente que ocurren y que la Iglesia no tiene una respuesta clara, simplemente (desde mi punto de vista y con todos mis respetos) por la condena de Orígenes. A todas luces el Emperador Justiniano no estuvo en plena comunión con el Papa Virgilio, por lo tanto el II Concilio de Constantinopla (553) con todos mis respetos y desde mi punto de vista no es válido ante los Ojos de Dios y por ello aliento a la Santa Madre Iglesia, como hijo suyo que soy y como hijo de Dios, para que reflexione, meditando en profundidad lo que supone y que en el punto 1261 del Catecismo "...nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo" se trate este tema desde el Magisterio con rigor, con profundidad, con seriedad.

Un abrazo.

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Una condena de Orígenes, en la que se especifican sus errores, tuvo lugar en el sínodo “endemousa” del 543. En el II Concilio de Constantinopla hay 15 anatematismos contra Orígenes, que al parecer no forman parte de los documentos oficiales del Concilio y de hecho no se encuentran en el “Enchiridion Symbolorum” de Denzinger.

Lo que se condena en esos cánones es, entre otras cosas, la tesis de la preexistencia de las almas, que serían creadas antes de su unión con los cuerpos, y la “apocatástasis” o salvación final de los condenados.

Le copio la nota de Denzinger a los cánones contra Orígenes del sínodo “endemousa”:

“Nota: (1) Msi IX 533 A s; Hrd III 279 C. - Estos cánones que publicó el sínodo V endhmousa bajo el patriarca Menna el año 543, parece que los confirmó con su firma el Sumo Pontífice Vigilio, según testimonio de CASIODORO, de Inst. div. litt. 2 [PL 70, 1111]: «A éste (e. d. a Orígenes) consta que le condenó nuevamente en este tiempo el papa Vigilio, varón beatísimo»; cf. FR. DIEKAMP, Die origenistischen Streitigkeiten, im 6. Jahrhundert und das 5.allg. Konzil.Münster 1899, 46 ss.”

En concreto el II Concilio de Constantinopla fue aceptado por el Papa como Ecuménico, así que si Justiniano estuvo o no en comunión con Vigilio es irrelevante.

Por otra parte me parece que sería mucho más práctico que Ud. enunciase de una buena vez su tesis, si es que tiene alguna, y mostrase en qué se opone al Magisterio de la Iglesia.

Claro que algo así sería contradictorio para un católico. Ud. mismo reconoce que disiente del “enunciado de la fe católica”, y al mismo tiempo afirma que es católico? No entiendo.

Saludos cordiales.
28/07/14 7:39 PM
  
Juan Argento
Néstor, la clave aquí es que González Faus está adoptando básicamente la misma noción de persona del "filósofo" (o mas bien misósofo) Peter Singer, que de hecho ha construido todo un sistema filosófico utilitario alrededor de esa noción, el "personismo".

Para Singer, persona es un ente que es capaz de desear continuar como sujeto de experiencia y otros estados mentales (a creature that is "capable of desiring to continue as a subject of experience and other mental states".)

A partir de esa noción, Singer aprueba no sólo el aborto sino el infanticidio, argumentando que los recién nacidos carecen de las características esenciales de la persona -"racionalidad, autonomía y conciencia de sí mismos" - y por lo tanto "matar a un bebé recién nacido nunca es equivalente a matar a una persona, esto es un ser que quiere continuar viviendo." (supongo que por "quiere continuar" se refiere a "quiere conscientemente continuar", porque por ej. las cucarachas quieren continuar viviendo.)

El original inglés de lo que cité puede verse en estas dos páginas:

en.wikipedia.org/wiki/Peter_Singer
en.wikipedia.org/wiki/Personism

El punto de todo esto es que la posición de Singer es comprensible en el caso de un ateo, que no crea (hablo a continuacion en términos filosóficos) en la existencia de un Ser Absoluto y Bien Absoluto personal, que infunde en cada ser humano un alma espiritual que crea de la nada (lógicamente en la concepción, porque si no, ¿cuándo?), de lo cual se desprende que los seres humanos somos importantes (por puro amor gratuito suyo) para El desde ese mismo momento.

Ahora bien, como estos conceptos básicos de teología natural racional (los "praeambula fidei") son obviamente asumidos por la fe cristiana, lo que es totalmente incomprensible e inaceptable es que un teologo supuestamente cristiano como González Faus adopte la posicion de Singer.

Cambiando ahora el foco pero siempre dentro del tema del artículo, creo que puede ser útil mencionar que hace poco demostré que la noción de "animación retardada" que S. Tomás tomó de Aristóteles es incompatible con la doctrina revelada sobre la Encarnación del Verbo, y no debido a conocimientos de biología moderna sino a una insalvable contradiccion logica interna del argumento con que S. Tomás trató de mostrar que era compatible. Esa demostración está en:

defeyrazon.blogspot.com/2014/03/incompatibilidad-del-concepto-de.html

(Aclaro que cuando llamé "defeyrazon" a mi blog no sabía de la existencia de tu excelente publicación "Fe y razón".)


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Muy aclaradora la referencia a Peter Singer. Según él, por tanto, para ser persona hay que poder desear seguir viviendo. O sea que alguien que sufre un mero desmayo y está inconsciente ha dejado de ser persona, pues no se puede desear durante la inconsciencia. Ni hace falta eso, pues supongo que mientras dormimos no estamos en condiciones de desear seguir viviendo. No hablemos del que entra en estado de coma, aunque no sea perpetuo.

Algún defensor de esta definición podría distinguir entre los que ya han logrado esa capacidad, pero luego por alguna razón no la pueden ejercer, y los que aún no la han logrado, aquellos sí serían personas, éstos no.

Pero ahí cambiamos de registro. Antes teníamos una definición puramente actualista, empirista, de la persona, ahora volvemos a afirmar una potencialidad distinta de la actualidad, algo no experimentable, sino deducible, como toda potencialidad.

Ya no es propiamente la capacidad de desear seguir viviendo lo que hace a esa persona en ese momento, sino la capacidad de volver a tener la capacidad de desear.

¿Y el “volver” es tan importante? Obviamente que eso no se aplica a la persona despierta, que no necesita haber perdido esa capacidad previamente para tenerla.

Nos quedaría entonces solamente la capacidad de tener la capacidad de desear seguir viviendo, como diríamos, la capacidad “remota” de desear seguir viviendo.

Con ese criterio, si nos referimos a la capacidad radical de desear seguir viviendo, esa está presente desde el momento en que el alma espiritual es infundida al cuerpo, porque es la naturaleza humana el fundamento último de esa capacidad.

En efecto, según las leyes del desarrollo de esa misma naturaleza humana, llegará un momento en que la persona podrá conscientemente desear seguir viviendo, así que esa capacidad está en potencia desde que el alma se une al cuerpo, pero la capacidad de una capacidad de algo, que se actualizará por puro desarrollo inmanente del sujeto, es una capacidad (remota) de ese algo.

En cuanto al texto de Santo Tomás, hasta ahora no había podido consultar el “link” que me enviaste. Me parece que no se encuentra ahí esa contradicción, si bien por lo dicho en el “post” entiendo que hoy día es más probable la afirmación que dice que el alma espiritual es infundida a todo ser humano en el instante de la concepción.

En efecto, el principio en que se apoya Santo Tomás, siguiendo la teoría aristotélica que en ese momento era lo más científico que había, es que la cantidad de materia que tiene el cuerpo en el momento en que se infunde el alma espiritual es proporcional a la cantidad de materia que tendrá la persona en su edad adulta.

De ahí deduces que según Santo Tomás Cristo, que él reconoce que recibió el alma espiritual junto con la Divinidad en su misma concepción, y no a los cuarenta días como según Aristóteles era lo natural para el ser humano, o bien debió tener un tamaño excepcionalmente grande como adulto, o bien su embarazo debió durar sólo siete meses, o bien Santo Tomás incurrió en una contradicción.

Y si el Aquinate respondiese que la cantidad de materia del cuerpo de Cristo en la concepción era menor que la que tendría a los cuarenta días una persona que en la edad adulta tuviese el tamaño normal que tuvo el Señor, entonces debería haber sido mucho más pequeño cuando adulto, según ese mismo principio, de modo que la contradicción permanece.

Pero en ese pasaje en que Santo Tomás dice que la cantidad de materia que se tiene al recibir el alma espiritual es proporcional al tamaño que se tendrá de adulto, el Angélico se refiere, como se ve en el texto, al momento en que naturalmente, según él y Aristóteles, es infundida el alma espiritual al ser humano, o sea, a los cuarenta días del embarazo.

Porque dice:

“Y Cristo en la edad perfecta tuvo una grandeza conveniente y mediana, con la que estaba proporcionada la cantidad de su cuerpo en el momento en que son animados los cuerpos de los otros hombres,…”

Según Santo Tomás, Cristo tuvo en ese momento, en el momento en que los demás seres humanos reciben el alma espiritual, una cantidad de materia proporcionada a la que tendría en su edad adulta.

Luego, tuvo una cantidad menor en el instante de la concepción, pero suficiente para que le fuese infundida el alma espiritual.

En realidad, es necesario, desde sus supuestos, que sea así, porque si la cantidad de materia que se tiene a los 40 días de embarazo es proporcional a la que se tendrá en la edad adulta, la que se tenga en un momento anterior deberá ser necesariamente menor.

Por eso agrega que:

"El alma requiere la debida cantidad en la materia en la que es infundida; pero tal cantidad tiene cierta amplitud, puesto que se salva tanto en la cantidad mayor como en la menor."

Y también:

"aunque [Cristo] tuvo una cantidad menor en el inicio de su concepción. Sin embargo, tal cantidad no era tan pequeña que no se salvara en ella la noción de cuerpo animado..."

En definitiva, Santo Tomás debería postular en el instante de la concepción de Cristo una cantidad de materia intermedia entre la que normalmente tiene el ser humano en ese momento, y la que tiene a los cuarenta días de gestación alguien que en la edad adulta tendría el mismo tamaño que el Señor.

Saludos cordiales.
28/07/14 11:44 PM
  
Luis Fernando
¿A qué esperan los obispos de la comisión para la doctrina de la fe para publicar una nota sobre González Faus?
29/07/14 8:21 AM
  
Juan Argento
Nestor, variantes del caso que planteas de desmayo o sueño fueron tratadas extensamente por el filósofo tomista católico Francis Beckwith, en su review del libro del "filósofo" David Boonin "A Defense of Abortion".

El review puede bajarse de dos sitios:

bearspace.baylor.edu/Francis_Beckwith/www/Sites/Boonin.pdf

www.uffl.org/vol16/beckwith06.pdf

Este escrito parece util para afinar la capacidad de refutacion de argumentos abortistas, dado que el mismo Beckwith dijo, en una entrevista a Ignatius Insight, que el de Boonin era el mejor argumento que habia encontrado en defensa del aborto.

www.ignatiusinsight.com/features2007/beckwith_defendlife_dec07.asp

Pasando de Boonin de vuelta a Singer (lo cual me recuerda una frase que decia mi madre: "Salimos de lo de Caifas y caemos en lo de Pilato"), puedo mencionar un argumento suyo que recuerdo, que es aplicable al planteo del desmayo, sueño, coma, etc., basado en su posicion utilitarista: no es ético matar una persona momentaneamente inconsciente por el stress que causaria en otras personas en edad de conciencia el saber que les podria pasar lo mismo.

O sea, si fuese legal matar a alguien cuando está inconsciente (dormido, desmayado, en coma, etc.), entonces la perspectiva de que eso podria pasarle a uno no dejaria a nadie vivir tranquilo: nadie podria ir a dormir tranquilo sabiendo que durante el sueño es legal matarlo.

Inversamente, ese es un argumento adicional que Singer esgrime a favor no solamente del aborto sino tambien del infanticidio: si un niño de digamos cinco años se enterase de que es legal matar a un recien nacido, eso no le causaria ninguna intranquilidad con relacion a su propia vida. Porque si no lo mataron al momento de nacer, ahora ya no corre riesgo de que lo hagan.

Ya que estoy, encontré una página que resume los cuatro argumentos en contra de la condicion de persona del feto. El que estamos tratando sería el último, "funcionalismo".

blog.secularprolife.org/2013/02/arguments-against-fetal-personhood.html

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Es curioso cómo Singer siente la necesidad de justificar la prohibición de matar al adulto inconsciente, en vez de atenerse simplemente a su definición de "persona" y considerar su eliminación lícita sin más.

Y a qué tipo de argumentos más traídos de los cabellos debe recurrir, haciendo de la gravedad del homicidio algo equiparable a la gravedad de provocar molestias al prójimo.

En realidad, si fuese solamente por eso, capaz que no haría falta ni mencionar el asunto, sino seguir adelante con la definición.

Cuando hay que hacer ese tipo de cosas para salvar una definición, capaz que es mejor cambiar de definición.

Saludos cordiales.
29/07/14 9:23 PM
  
Juan Argento
Editado.

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S. Tomas intenta encontrar un escape a esta disyuntiva y fracasa en el intento de un modo patente y categórico, indigno de la calidad de su obra, por caer en una burda auto-contradicción dentro del mismo argumento.

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Ya mostré en la respuesta anterior porqué no hay contradicción en Santo Tomás. A eso habría que responder, en todo caso.

El problema está en donde, después de citar a Santo Tomás que sostiene que :

""con la que estaba proporcionada la cantidad de su cuerpo en el momento en que son animados los cuerpos de los otros hombres,"

dices:

"Aqui parece decir, aunque no es totalmente claro, que el tamaño del cuerpo de Jesús, en el momento de serle infundida su alma, debía ser el tamaño promedio del cuerpo de los otros hombres en el momento de serles infundidas las suyas. "

En realidad, ahí Santo Tomás está diciendo que la cantidad de materia que había en el cuerpo de Cristo a los 40 días de su concepción era proporcionada con el tamaño de Cristo adulto:

"Christus autem in perfecta aetate habuit decentem et mediocrem quantitatem, cui proportionabatur quantitas quam corpus eius habuit in tempore quo aliorum hominum corpora animantur."

"...con la cual se proporcionaba la cantidad que su cuerpo tuvo en el tiempo en que los cuerpos de los otros hombres son animados", o sea, a los 40 días de la concepción según la teoría aristotélica.

Saludos cordiales.
29/07/14 9:58 PM
  
Pepito
Aunque filosóficamente se define al alma humana espiritual e inmortal como primer principio vital del cuerpo humano no acabo de ver claro que deba ser así.

Sé que con ello pongo en duda la doctrina filosófica y teológica católica más tradicional, según la cual el alma da la vida al cuerpo, pero encuentro en ella algunas contradicciones.

Si el alma humana espiritual e inmortal fuese primer principio vital del cuerpo humano, resultaría que el cuerpo humano siempre tendría que estar vivo, ya que su primer principio vital al ser inmortal de suyo siempre estaría en acto operando lo que le es propio, es decir, dando o suministrando la vida al cuerpo humano. Me resulta difícil entender como el cuerpo humano pierde la vida si su primer principio vital nunca puede morir ya que de suyo Dios lo hizo inmortal.

Si el alma humana espiritual e inmortal fuese primer principio vital del cuerpo humano, sólo en el caso de morir el alma (cosa de suyo imposible ya que Dios la ha creado inmortal) dejaría de vivir el cuerpo humano.

No entiendo como puede morir el cuerpo humano si su primer principio vital es de suyo inmortal. Parece que si el primer principio vital del cuerpo es de suyo inmortal, mientras existiese dicho primer principio vital no debería dejar de vivir el cuerpo humano.

Al ser inmortal el alma espiritual creada por Dios, sólo en el caso de que Dios aniquilase el alma o primer principio vital del cuerpo humano éste podría morir.

Mientras subsistiese el alma, tendría que estar también operante como tal primer principio vital del cuerpo, y por tanto éste no debería morir nunca, a no ser que Dios mismo aniquilase el alma y con ello el primer principio vital del cuerpo humano.

Por ello me inclino a pensar (en plan de mera opinión, sin estar seguro por completo) que el alma humana espiritual e inmortal no es realmente primer principio vital del cuerpo humano sino principio de participación del cuerpo humano vivo en el orden espiritual.

A mi entender el alma humana no da propiamente hablando la vida biológica al cuerpo humano sino que es principio de cualificación espirtitual del mismo, es decir, principio que le hace participar del orden ontológico superior del espíritu y especialmente del Espíritu mismo de Dios cuando el alma está en estado de Gracia.

Pienso que el cuerpo humano vivo ya tiene de suyo su propia forma substancial que le hace precisamente ser cuerpo vivo, y que el alma humana espiritual e inmortal no es forma substancial del cuerpo sino forma substancial del hombre, que no da realmente la vida al cuerpo (éste la posee en virtud de su propia forma substancial) sino que hace participar al cuerpo humano del orden ontológico superior espiritual.

Creo que habría que distinguir entre la forma substancial del cuerpo humano (forma substancial que le hace también ser cuerpo vivo) y la forma substancial del hombre o alma espiritual e inmortal, que no da la vida física o meramente biológica al cuerpo humano, sino que lo informa haciéndole participar del orden ontológico superior o espiritual y de modo especial, cuando el alma está en gracia, de la misma naturaleza divina.

Mas que principio vital, el alma humana espiritual e inmortal sería principio de participación del cuerpo humano en el orden ontológico superior espiritual.

A mi entender, si el cuerpo humano muere no es porque el alma inmortal y espiritual deje de darle la vida física o biológica, ya que realmente en mi opinión nunca se la da, sino porque el hombre al cometer el pecado original y con él perder la gracia divina original pierde también el don preternatural de la inmortalidad del cuerpo, cuyo don preternatural fué concedido por Dios dependiendo de que el alma espiritual conservase dicho estado de gracia original.

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Es muy cierto que el alma espiritual, o sea, inmaterial, por serlo, es inmortal, no puede dejar nunca de vivir.

Pero sí puede dejar de informar al cuerpo, separarse de él, y entonces, el cuerpo, al dejar de estar informado por el alma espiritual, deja de estar animado por ella, deja de vivir.

La muerte humana, como enseña el Catecismo, no es la destrucción o aniquilación del alma espiritual, sino su separación respecto del cuerpo.

Por tanto, del hecho de que el alma espiritual no pueda morir no se sigue que el cuerpo no pueda morir si el alma espiritual es su principio vital, y por tanto, no hace falta poner otro principio vital en el hombre que el alma espiritual.

Por otra parte, donde hay dos formas sustanciales, hay dos sustancias, porque la sustancia corpórea consiste en la unión de la forma sustancial y la materia.

Luego, si en el hombre hay dos formas sustanciales, hay dos sustancias, con lo cual se cae en el dualismo antropológico, que niega la unidad del ser humano.

Por eso dice el Catecismo:

"365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza."

"366 La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es "producida" por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final."

"997 ¿Qué es resucitar? En la muerte, separación del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la Resurrección de Jesús."

Saludos cordiales.
30/07/14 12:21 AM
  
Antonio1
Creo que posiblemente esté influido por el concepto jurídico de persona tal y como ha sido regulado por el código civil español:

Antes de la reforma del 2011 decía así:

Artículo 29

El nacimiento determina la personalidad; pero el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las condiciones que expresa el artículo siguiente.

Artículo 30

Para los efectos civiles, sólo se reputará nacido el feto que tuviere figura humana y viviere veinticuatro horas enteramente desprendido del seno materno.


Tras la reforma del 2011 se suprime el criterio de las 24 horas:

Artículo 29

El nacimiento determina la personalidad; pero el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las condiciones que expresa el artículo siguiente.


Artículo 30

La personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez producido el entero desprendimiento del seno materno.

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Es claro que aquí se habla de la personalidad en un sentido "meramente jurídico", como también de "nacimiento", puesto que según el caso, la concepción, por lo que dice ahí, podría "ser" nacimiento, y el concebido tener "personalidad" en determinados casos.

Saludos cordiales.
30/07/14 12:33 AM
  
enric
Por partes ya que el diálogo abarca muchos temas cuyo desarrollo basado en la argumentación y la coherencia puede ser muy amplio. Siempre hablo en primera persona y lo hago desde mi punto de vista con todos los respetos:

Si escribe con el google:

Orígenes y Origenismo ecwiki

Viene un dossier sobre el tema :” Orígenes y el Orígenismo” Copio y pego un pasaje del mismo:

"¿Se anatematizó a Orígenes y al Origenismo? Muchos creen que sí y muchos lo niegan. Las autoridades más modernas no se han decidido o manifiestan tener reservas. Según estudios modernos se puede decir que: • Es cierto que el quinto concilio general se convocó exclusivamente para tratar el asunto de los tres Capítulos y que ni Orígenes ni el origenismo fueran la cause de la reunión. • Es cierto que el Concilio abrió el 5 de mayo de 553 a pesar de las protestas del papa Virgilio que aunque estaba en Constantinopla rehusó asistir a él. Y que en las ocho sesiones conciliares ( del 5 de mayo al 2 de junio) las Actas que poseemos solo se trataron los asuntos de los Tres Capítulos. • Y finalmente, es cierto que solo se enviaron al papa para su aprobación las Actas sobre el asunto de los Tres Capítulos y fueron aprobadas el 8 de diciembre de 553 y el 23 de febrero de 554. • Es un hecho que los papas Virgilio, Pelagio I (556-61), Pelagio II (579-90), Gregorio el Grande (590-604), al tratar del quinto concilio solo hablan de los Tres Capítulos y no hacen mención alguna del origenismo, como si no conocieran su condena......"

Leyendo la información de este enlace (y muchos más) se puede apreciar que hubo muchas controversias y por ello es un tema que como hijo de la Santa Madre Iglesia que soy y como hijo de Dios hago un llamamiento a la Iglesia Católica para que presente desde la imparcialidad toda la información de los hechos y que se analicen los hechos y que haya un pronunciamiento desde el Magisterio de la Iglesia incluso si fuese necesario ex-cathedra por el Papa.

Un abrazo.

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Sigo sin saber cuál es la proposición o cuáles son las proposiciones que según Ud. se supone que han sido condenadas por la Iglesia y que Ud. entiende que son ortodoxas.

En cuanto a Orígenes, el problema principal no es si Orígenes dijo o no dijo, afirmó o no afirmó tal o cual proposición, sino si esa proposición ha sido condenada por la Iglesia o no.

Las tesis relativas a la preexistencia de las almas, si es que Ud. se refiere a eso, que no lo puedo saber, porque no lo dice (¿porqué?) han sido condenadas al menos por el Magisterio Ordinario, en el sínodo de Constantinopla del 543 y en el Concilio de Braga de 561. Parece además que esa condena ha sido aprobada por el Papa Vigilio en el primer caso.

Sínodo de Constantinopla (año 543).

“Can. 1. Si alguno dice o siente que las almas de los hombres preexisten, como que antes fueron inteligentes y santas potencias; que se hartaron de la divina contemplación y se volvieron en peor y que por ello se enfriaron en el amor de Dios, de donde les viene el nombre de “psijai” (frías), y que por castigo fueron arrojadas a los cuerpos, sea anatema.”

“Nota: (1) Msi IX 533 A s; Hrd III 279 C. - Estos cánones que publicó el sínodo V endhmousa bajo el patriarca Menna el año 543, parece que los confirmó con su firma el Sumo Pontífice Vigilio, según testimonio de CASIODORO, de Inst. div. litt. 2 [PL 70, 1111]: «A éste (e. d. a Orígenes) consta que le condenó nuevamente en este tiempo el papa Vigilio, varón beatísimo»; cf. FR. DIEKAMP, Die origenistischen Streitigkeiten, im 6. Jahrhundert und das 5. allg. Konzil.Münster 1899, 46 ss.)

Concilio de Braga (año 561).

“Si alguno dijere que las almas de los hombres pecaron primero en la morada celestial y por esta causa fueron en la tierra aherrojadas en cuerpos humanos, como afirmó Prisciliano, sea anatema.”

La tesis contraria por tanto es error en doctrina católica.

Se discute además si han sido condenadas por el Segundo Concilio de Constantinopla, quinto Ecuménico, en cuyo caso tendríamos una condena por el Magisterio extraordinario.

En caso afirmativo, la tesis contraria sería herejía.

Por lo que toca a la “apocatástasis” o reconciliación final de los condenados, es contraria a la profesión de fe del IV Concilio de Letrán donde dice:

“…todos estos resucitarán con sus propios cuerpos que ahora llevan, para recibir según sus obras, buenas o malas; aquéllos, con el diablo, castigo eterno; y éstos, con Cristo, gloria sempiterna.”

Por donde, si aplicamos el criterio según el cual las profesiones de fe de los Concilios Ecuménicos equivalen a definiciones dogmáticas, la tesis de la “apocatástasis” es herejía. En caso contrario, es al menos error en doctrina católica.

El hecho es que sin duda la preexistencia de las almas es falsa, porque introduciría un dualismo radicalmente contrario a la antropología cristiana.

Saludos cordiales.
30/07/14 9:05 AM
  
Leonardo
Creo que habría que preguntarle al ilustre González Faus qué cree en realidad sobre el alma. Si el ser humano no es persona desde su concepción, y deviene persona, no quiero saber lo que considerará sobre el alma humana.

En cuanto a la matanza del embrión, a mi criterio su impunidad se debe a la inmensa ignorancia. Pensando que el embrión en el vientre es una especie de pescado, y que se vuelve un niño con los meses, es más fácil digerir el asunto. Ignorancia que, por supuesto, no se extiende a los ejecutores del homicidio legal- donde sea legalizado. En mi país algunos muestran como un mérito del gobierno actual, a los efectos de su preferencia, el gaymonio y la ley del aborto.

Recuerdo que el dilettante teólogo González Faus se metió con la Iglesia Uruguaya, expresando en mi país cuestiones contrarias a lo dicho por esta con respecto al aborto. Por qué lo siguen dejando hacer estas cosas, es lo mismo que yo me pregunto. Por caridad seguro no es, porque lo que ha hecho es muy perjudicial para los fieles católicos. Supongo que es conciente de que no le será otorgado el beneficio de la ignorancia, ya que sabe o dice saber.
30/07/14 5:58 PM
  
Proby
Lo de "persona humana" es una redundancia. Todas las personas son humanas. No hay personas animales.

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En la doctrina cristiana hay Personas divinas y personas angélicas, además.

Saludos cordiales.
30/07/14 10:46 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Agradezco muy mucho sus muy fuertes y claros argumentos en contra de mi opinión de que el alma humana espiritual e inmortal no sea la que dé o cause la vida del cuerpo.

De todas formas, sabemos por la Fe y también por el Magisterio infalible de la Iglesia, que la inmortalidad del cuerpo humano no es un don o una cualidad que el hombre poseyese de manera natural en el estado de inocencia o de justicia original, sino un don que Dios concedió al hombre de manera especial y que los teólogos califican de don preternatual.

Pero si la vida del cuerpo le fuese dada naturalmente al hombre por su misma alma espiritual e inmortal, entonces, de no haber pecado el primer hombre, resultaría que el cuerpo humano sería inmortal de manera natural a causa de su misma alma espiritual, la cual al ser de suyo inmortal estaría también siempre dando la vida al cuerpo al que naturalmente informa, salvo caso de que Dios mismo aniquilara al alma espiritual humana.

Luego en el caso de que fuese el alma espiritual la que diese o causase la vida al cuerpo humano, la inmortalidad del cuerpo animal humano sería un cualidad natural dimanante o causada de manera natural por la misma alma espiritual y no un don especial preternatural concedido por Dios más allá de lo que exige la mera naturaleza humana.


En tal caso sería pues superflúo el don preternatural de la inmortalidad, concedido especialmente por Dios al hombre, ya que siendo la misma alma espiritual la que naturalmente causase la vida del cuerpo, al ser el alma inmortal por naturaleza, causaría también naturalmente la vida del cuerpo para siempre, a no ser que el mismo Dios aniquilase el alma espiritual humana.

Luego no parece conforme a la Fe afirmar que el alma humana espiritual sea la que dé o cause naturalmente la vida al cuerpo animal humano, ya que ello contradice la verdad de Fe de que la inmortalidad del cuerpo humano es un don especial preternatural y no una cualidad dimanante naturalmente de la misma alma espiritual humana.

Por ello, a mi entender, es contradictorio según la Fe, afirmar que el alma espiritual humana da o causa de manera natural la vida del cuerpo y al mismo tiempo afirmar que la inmortalidad del cuerpo animal humano fué un don preternatural concedido de manera especial por Dios en el estado de inocencia o justicia original.

O es verdad lo uno o lo otro, pero las dos cosas a la vez no pueden ser verdaderas, según que conocemos por la Fe que la inmortalidad del cuerpo humano se debió a un don preternatural y no a una cualidad que recibiese naturalmente de la misma alma humana espiritual e inmortal.

Ante tal contradicción opto por la verdad de la Fe antes que por una verdad procedente más bien de la humana filosofía, especialmente de la griega y aristotélica.

Efectivamente el alma humana espiritual e inmortal puede dejar de informar el cuerpo, pero teniendo en cuenta la verdad de Fe acerca del carácter preternatural de la inmortalidad del cuerpo, ello no prueba que sea el alma la que cause la vida del cuerpo sino sólo que al cometer el hombre el pecado original quedó privado del don preternatural de la inmortalidad del cuerpo, ya que como dice San Pablo "por el pecado entró la muerte en el mundo."

Por consiguiente, opino que no se puede afirmar sin contradicción con la Fe que el alma espiritual humana da o causa naturalmente la vida del cuerpo, sino que más bien la causa natural de la vida humana hay que buscarla en la misma forma substancial del cuerpo y no atribuirla a la misma alma espiritual humana.

Por tanto, aunque la afirmación de que la vida del cuerpo humano se debe naturalmente al alma espiritual es la más corriente en la filosofía y teología católicas, opino en contra de ella ya que creo que ella nos lleva a contradecir la verdad de la Fe de que la inmortalidad del hombre es un don preternatual y no algo natural dimanante de la misma naturaleza del alma humana espiritual e inmortal.

En resumen, en caso de choque entre una verdad de Fe y una verdad que procede más bien de la filosofía humana, prefiero optar por la verdad de la Fe aunque sea a costa de negar la verdad filosófica.

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Veamos ante todo lo que dice el Magisterio de la Iglesia, por donde se ve que no estamos simplemente ante una afirmación filosófica o teológica, sino dogmática.

CONCILIO DE VIENNE, 1311-1312 XV ecuménico

“D-481 [Del alma como forma del cuerpo.] Además, con aprobación del predicho sagrado Concilio, reprobamos como errónea y enemiga de la verdad de la fe católica toda doctrina o proposición que temerariamente afirme oponga en duda que la sustancia del alma racional o intelectiva no es verdaderamente y por sí forma del cuerpo humano; definiendo, para que a todos sea conocida la verdad de la fe sincera y se cierre la entrada a todos los errores, no sea que se infiltren, que quienquiera en adelante pretendiere afirmar, defender o mantener pertinazmente que el alma racional o intelectiva no es por sí misma y esencialmente forma del cuerpo humano, ha de ser considerado como hereje.”

Esta definición dogmática es explicada por el Catecismo de la Iglesia Católica:

"365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza."

Según el Catecismo, por tanto, es parte de ese dogma de fe que el alma espiritual es la que hace vivir al cuerpo, por lo que la negación de esta última afirmación sería herejía.

Es un completo contrasentido, por tanto, sostener que la tesis según la cual el alma espiritual hace vivir al cuerpo es contraria a la fe católica.

Más bien se debe investigar dónde está el error en el razonamiento que nos lleva a una conclusión semejante.

El razonamiento en cuestión es el siguiente:

“Aquello cuyo principio vital es inmortal, es naturalmente inmortal. Pero el principio vital del cuerpo humano, el alma espiritual, es inmortal. Por tanto, el cuerpo humano es naturalmente inmortal”.

A lo cual hay que responder:

Distingo la Mayor: Es naturalmente inmortal, si el principio vital inmortal está siempre unido a él, informándolo: Concedo. Si no está siempre unido a él, informándolo: Niego.

Contradistingo la Menor: Y no permanece naturalmente para siempre unido al cuerpo e informándolo: Concedo. Y permanece naturalmente siempre unido al cuerpo informándolo: Niego.

Niego por tanto la Conclusión.

Es decir, el cuerpo, naturalmente, se desgasta, y llega un momento en que ya no es apto para ser informado y actualizado por el alma espiritual, que por tanto se separa de él, es decir, deja de informarlo, en lo que consiste la muerte.

Por eso fue necesario el don preternatural de la inmortalidad para los primeros padres antes de la Caída, supuesto que Dios quería que fuesen inmortales: para subsanar esa natural decadencia del cuerpo.

Con el pecado, perdieron ese don, y entonces esa natural decadencia del cuerpo volvió por sus fueros. En ese sentido, la muerte en el ser humano es históricamente consecuencia del pecado original, como dice en el Génesis: “El día que coman [del árbol de la ciencia del bien y del mal], morirán”

Saludos cordiales.
31/07/14 1:05 PM
  
enric
No sé con exactitud qué pasa. Escribo algunos comentarios pero no se publican.
¿Hay algo incorrecto?
Un abrazo.

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Estimado: Los comentarios se publican o no a juicio del "bloguero" según que hagan avanzar o no la discusión, aporten algún argumento nuevo o no, etc. En su caso, me parece que lo mejor es esperar a que nos diga cuáles son las tesis que Ud. sostiene y que hoy por hoy no sostiene o contradice el Magisterio de la Iglesia.

Saludos cordiales.
31/07/14 4:09 PM
  
Proby
Sí, de acuerdo, pero (dicho sea con todo respeto) los recién nacidos en el mundo terrenal no son personas divinas ni angélicas, que yo sepa. Saludos cordiales. Y perdón por la "insolencia".

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Ahora entiendo a qué se refiere. Sí, tiene razón, corregido. Gracias.

Saludos cordiales.
31/07/14 10:08 PM
  
Juan Argento
Voy a terciar en el dialogo entre Pepito y Néstor porque es sobre un tema a cuya consideracion he dedicado algun tiempo y energia en su momento.

Ante todo, y como no puede ser de otra forma en un católico, adhiero firmemente a la definición dogmática del concilio ecuménico de Vienne de que "el alma racional o intelectual es por sí misma y esencialmente la forma del cuerpo humano". Ahora bien, en esa definicion es importante destacar el adjetivo "humano".

O sea, si no hay alma espiritual, no hay ser humano, no hay persona humana. En otras palabras, lo que hace que un organismo viviente con nuestro ADN, un individuo de la especie Homo Sapiens, sea una criatura racional, una persona, que sobre todo es capaz de ser elevado (solamente por Dios y gratuitamente) a la participacion de la naturaleza divina, es que ese organismo está "informado" (en sentido aristotelico) por un alma espiritual.

Ahora bien, esto no significa necesariamente que es el alma espiritual lo que da a ese organismo la vida puramente biológica. Porque los chimpances, para dar un ejemplo, no tienen alma espiritual pero su vida, a nivel puramente biologico, es muy similar a la nuestra. Así como la muerte de un chimpance es, a nivel puramente biologico, un fenomeno casi identico a la muerte de un ser humano: se detiene el corazón, cesa la actividad cerebral, etc. Y en el caso de ellos esa muerte no ocurre porque un alma espiritual se separe del cuerpo.

En este punto creo conveniente distinguir dos significados del término "especie humana", cada uno a un nivel distinto:

- a nivel filosófico y teológico, "especie humana" designa un organismo informado por un alma espiritual. Si no hay alma espiritual, no hay individuo de especie humana, no hay persona humana.

- a nivel biológico, "especie humana" designa un organismo de nuestras caracteristicas biológicas, o sea con nuestro ADN, tenga o no tenga alma espiritual, la cual de hecho es una nocion ajena a la biología (ajena, no opuesta).

Claramente los textos del concilio y del Catecismo usan "humano" en el primer significado. Para distinguir el segundo significado, lo denotaré como "humana-b".

Hecha esta distincion, puede plantearse esta cuestion: ¿es viable como puro animal, o sea a nivel puramente biologico, un organismo de especie humana-b que no esté informado por un alma espiritual? Dado que la diferencia fundamental que nos distingue biologicamente de los chimpances es el desarrollo de nuestro cerebro, la cuestion podria plantearse tambien asi: ¿provocaria la complejidad de nuestro cerebro que, si un organismo de especie humana-b no estuviese informado por un alma espiritual, su actividad cerebral simplemente colapsaria y no seria capaz de funcionar ni siquiera como animal? En otras palabras: ¿es el caso factico que, a partir de un cierto grado de complejidad, el cerebro necesita interactuar con un alma espiritual para funcionar correctamente incluso para las funciones animales básicas?

Claramente no es posible tener una respuesta cierta a esta pregunta en esta vida. Personalmente, percibo que la respuesta mas probable es la negativa. Es de notar que una respuesta positiva avalaria una version alternativa de la "animación retardada" aristotelica: un organismo humano-b podria recibir la infusion del alma espiritual desde la concepcion, pero a partir de cierto grado de desarrollo del embrion no solo podria sino que ademas necesitaria recibir la infusion del alma espiritual aun para funcionar bien a nivel puramente biologico.

En mi posicion, no es la separacion del alma espiritual la que causa la muerte biologica sino al reves: el alma espiritual se separa del cuerpo cuando se produce la muerte biologica de este.

Ya hemos visto que esta posicion personal no se opone a la definicion del concilio de Vienne, porque ésta usa "humano" en el sentido filosófico, y en este sentido si no hay alma espiritual no hay ser humano, punto. En cuanto a la afirmación del Catecismo de que "gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente;" es compatible con mi posicion si entendemos "viviente" en el sentido de "vida humana" y no en el sentido de vida puramente biologica. Esta aparente imprecision en la afirmacion del Catecismo no es algo tan grave, teniendo en cuenta que claramente no tiene el mismo rango magisterial que la definicion del Concilio.

En resumen, entiendo que es legitimo afirmar que el alma espiritual es el principio vital del ser humano a nivel humano en sentido filosofico, no a nivel puramente biologico. Y que el cuerpo no muere porque el alma espiritual se separe de el, sino que el alma espiritual se separa del cuerpo cuando éste muere. La muerte a nivel biologico del cuerpo humano no es distinta a la de un chimpance, que no tiene alma espiritual.
31/07/14 10:55 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Vd. mismo concede en su distinción a la Mayor "que el cuerpo humano es naturalmente inmortal, si el principio vital inmortal (alma humana espiritual) está siempre unido a él informándolo.

Por tanto, en la situación anterior al pecado original de Adán sería superfluo e innecesario un don preternatural de la inmortalidad especialmente concecido por Dios para hacer al cuerpo humano inmortal, ya que para ello se bastaría naturalmente la misma alma humana espiritual e inmortal que estaba unida al cuerpo informándolo y así lo hubiese estado siempre de no pecar Adán.

Por tanto, si Dios concedió dicho don preternatural a Adán anteriormente al pecado original, no fué porque realmente fuese preciso o necesario para que el cuerpo de Adán fuese inmortal, pues para ello se bastaría el propio principio vital inmortal. Pero entonces resultaría que Dios obraria inutilmente o en vano, lo cual no es propio de Dios y es contrario a la Fe.

El hecho que Vd. aduce de que posteriormente al pecado original de Adán el principio vital no permanece siempre unido al cuerpo informándolo, no invalida para nada el hecho de que con anterioridad a tal pecado, y para siempre de no haberlo nunca cometido, el propio principio vital espiritual se bastaría para causar naturalmente la inmortalidad del cuerpo y que, por tanto, el don preternatural de la inmortalidad en tal caso fué concedido por Dios superfluamente.

Cierto que el cuerpo humano, aún en el estado de inocencia o justicia original, experimentaría el desgaste natural, pero el mismo principio vital humano, al ser inmortal y no estando separado entonces del cuerpo al que informa, bastaría para que tal desgaste natural fuese contrarrestado y no llegase a producir la muerte.

Respecto a lo dicho en el Catecismo, habría que precisar que a lo largo de la historia ha habido muchas ediciones de Catecismo y en algunas se hacían afirmaciones que luego han sido precisadas y aún cambiadas.

Así por ejemplo en los antigüos Catecismos se afirmaba que el limbo de los niños era el lugar donde iban los niños que morían sin el bautismo, y sinembargo posteriormente el Magisterio ha precisado que el limbo de los niños no es una realidad sino una mera hipótesis teológica de aquel entonces.

Por consiguiente, después de un mesurado debate teológico y examinando mejor la cuestión del alma como principio vital también se podría llegar a precisar por el mismo Magisterio que la unión del alma con el cuerpo es realmente muy íntima pero no tal que aquella sea principio vital que cause o dé la vida al cuerpo.

Por supuesto, mientras dicho debate teológico no se haga y el Magisterio no se pronuncie, yo seguiré creyendo por la Fe y acatando la plena autoridad del Magisterio que el alma espiritual da la vida al cuerpo humano, pero siempre propondré a los compañeros teólogos y al propio Magisterio que considere mejor tal cuestión, exponiendo la posible contradicción que puede darse entre afirmar que el alma es principio vital que da la vida al cuerpo y afirmar que la inmortalidad del cuerpo fué un don preternatural concedido especialmente por Dios a Adán en el mismo estado de justicia original.

Saludos cordiales.
01/08/14 12:56 AM
  
Néstor
A Pepito y Juan Argento:

La muerte no ocurre porque el alma pierda su capacidad natural de vivificar al cuerpo, sino porque el cuerpo, por su desgaste natural, pierde su capacidad de ser vivificado por el alma. No se trata de un defecto de parte de la forma, sino de un defecto de parte de la materia y de la disposición que ésta tiene para ser actualizada por la forma sustancial.

Por poner un ejemplo: aunque la tinta de un libro pudiese seguir determinando la existencia de las palabras escritas en él, la escritura deja de existir si el papel envejece tanto que se desintegra.

Más profundamente: si pensamos que en un libro las ideas del autor son como la forma, y el papel y la tinta la materia, un ejemplar de esa obra deja de existir, no porque las ideas del autor, la trama del relato, etc., haya perdido su capacidad de dar existencia a una novela, sino porque el papel y la tinta, la materia, se han vuelto incapaces de servirle de soporte material.

Cuando debido al desgaste de la edad el organismo viviente se hace incapaz de seguir recibiendo la información del alma, deja de vivir.

Lo que suceda en ese caso con el alma depende de si se trata de un alma racional o un alma irracional.

Recordemos que “alma” quiere decir “principio vital”, y entonces, tiene alma cualquier ser vivo, más allá de que esa alma sea espiritual o no, racional o no, inmaterial o no, inmortal o no.

En el caso de los vivientes irracionales, la muerte no es separación del alma y el cuerpo, salvo en el sentido de que dejan de estar unidos, simplemente porque el alma irracional, que no es ni espiritual ni inmaterial ni subsistente, deja con la muerte de existir.

No es que esta alma sea “material” en el sentido de que se la pueda ubicar con un microscopio, sino en el sentido de que no puede existir, precisamente, separada de la materia; su ser se agota en animar esa materia corpórea, de modo que cuando ya no puede animar a la materia (por defecto, repito, de la materia misma, no del alma) esa alma deja de existir.

En el caso del hombre, que tiene alma espiritual, inmaterial, subsistente, la muerte es separación del alma y el cuerpo, porque al hacer el defecto corporal que el alma no pueda seguir vivificando al cuerpo, ésta deja de informarlo, y el cuerpo muere, pero el alma humana sigue existiendo sin informar cuerpo alguno.

Por tanto, una cosa es la causa de la muerte, y otra la muerte misma. La causa de la muerte es el defecto del cuerpo, pero la muerte, en el caso del hombre, no puede ser otra cosa que la separación del alma y el cuerpo, del modo dicho.

Es totalmente infundada, por tanto, la suposición de que sin el pecado, y sin el don preternatural previo al pecado, el alma continuaría informando por siempre al cuerpo. Sin duda que el alma no pierde nunca su capacidad de informar al cuerpo, por lo que a ella misma respecta, pero puede llegar a no poder ejercer esa capacidad, por defecto del cuerpo, como se dijo.

Y ese defecto se presenta naturalmente, por el desgaste natural propio del ser material en sus interacciones con otros seres materiales, porque las causas que provocan su disgregación son más fuertes que su principio integrador.

En efecto, que el alma sea principio vital no quiere decir que sea omnipotente.

El don preternatural que tenían los primeros padres antes de la Caída era necesario precisamente para subsanar, impedir, ese desgaste natural del cuerpo.

Por otra parte, el obrar sigue al ser, y la forma da el ser a las cosas.

Así que la forma sustancial de un viviente es el primer principio responsable de las operaciones propias de ese viviente. Pero esas son las operaciones vitales. Por tanto, la forma sustancial del viviente es principio de la vida de ese viviente.

Aristóteles enseña que “la vida es el ser del viviente”, y es verdad, porque un perro muerto no es un perro, sino un cadáver. La vida no es algo accidental al perro como tal.

Y el principio del ser de algo es su forma sustancial. Por tanto, la forma sustancial del viviente es su principio vital, o sea, su alma.

Por tanto, si se acepta con el Concilio de Vienne que el alma espiritual es forma sustancial del cuerpo (dogma de fe, su negación es herejía) hay que aceptar también que el alma espiritual es principio de la vida del ser humano, como dice el Catecismo.

Aceptar que hay otra forma sustancial en el ser humano, distinta del alma espiritual, que es responsable de su vida, es olvidar que la parte más importante de la vida del ser humano es justamente la vida espiritual, la vida de la inteligencia y la voluntad.

¿Diremos que el principio de esta vida espiritual del hombre es el alma “material”? ¿O diremos que en el hombre hay dos almas que se reparten entre sí las diversas operaciones vitales del hombre, de modo que unas, las operaciones vitales espirituales, dependen del alma espiritual, y otras, las operaciones vitales no espirituales, dependen de la otra alma, la “material”?

¿Qué conexión habría entre esas dos almas? ¿Sustancial o accidental? Lo primero no puede ser, dos sustancias no pueden ser una sustancia. Lo segundo es dualismo antropológico con todas las letras, y no explica la íntima relación que hay en el ser humano entre los aspectos materiales y los aspectos espirituales de su ser y su actividad vital, por ejemplo, las enfermedades psicosomáticas, o la estrecha dependencia que nuestra inteligencia tiene respecto de la experiencia sensible o del funcionamiento cerebral.

Sobre todo no explicaría el hecho de que ser humano es un (1) ser, un (1) individuo sustancial, una (1) persona.

¿Diremos que el alma espiritual es principio de esa vida humana en tanto que humana, pero no en tanto que vida sin más? Pero no hay otra vida, para la materia animada propia del ser humano, que la humana.

Cuando el alma espiritual está presente en el compuesto humano ¿hay alguna vida en ese compuesto que no sea humana? ¿No es verdad que esto es absurdo?

¿No es entonces el alma espiritual el principio de todas las operaciones vitales del ser humano absolutamente?

De hecho, el chimpancé no tiene 46 cromosomas como tenemos nosotros, ni tiene nuestra misma carga genética. El asunto es que no hay una forma de vida que tenga el mismo código genético que nosotros y no sea humana.

Más aún, aceptar esa posibilidad es justamente aceptar la posibilidad de la animación retardada: después de la concepción estaría la materia propia del ser humano pero no tendría por qué estar aún el alma espiritual.

La afirmación de la vida “puramente biológica”, no humana, en el hombre, nos llevaría de nuevo a la teoría de las dos almas, por tanto, dos formas sustanciales, por tanto, dos sustancias.

El dualismo antropológico es un materialismo al revés. El cuerpo humano sería un “mero organismo biológico” no esencialmente diferente del de los animales irracionales, al cual se le adosaría una especie de “ángel” llamado “alma espiritual”.

La muerte no sería la separación del alma espiritual y el cuerpo, lo cual quiere decir que esa alma espiritual podría separarse del cuerpo y éste seguir viviendo, con una vida no humana, obviamente…

El dualismo platónico o cartesiano no respeta suficientemente la unidad del ser humano y no es herramienta apta para una antropología cristiana. Lleva por ejemplo al médico a olvidar que nunca está tratando con un “proceso biológico” sin más, sino siempre con una persona.

Precisamente ahí está el mérito inmenso del hilemorfismo aristotélico y tomista y ésa es la razón por que la cual ha sido asumido hasta a nivel dogmático, al menos en sus rasgos esenciales, por el Magisterio de la Iglesia.

Saludos cordiales
01/08/14 4:29 AM
  
enric
Gracias por su aclaración y permítame que empiece con unas palabras de Jesús:
“Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.

Yo sostengo las siguientes afirmaciones y/o tesis:

1)La Verdad siempre permanecerá. Se abre paso a sí misma por la propia fuerza de la Verdad. Se puede ser valiente y honesto y reconocerla (a pesar de que vaya en contra de nuestros intereses) o se puede ocultar y con ello favorecer nuestros intereses.

2)La Vida sólo tiene sentido si se basa en la Verdad.

3)La Iglesia Cristiana primitiva, que se inicia con Jesucristo, San Pedro y los Apóstoles y que van trascurriendo los años, gana poder en el año 313, pero empezamos a perder Virtud con el añadido de romana en el sentido que: el Emperador (e incluso la Emperatriz) podían tener (y así ocurrió de una manera excesiva en el pontificado del Papa Vigilio) en los momentos decisivos todo a su favor y con ello minimizar la figura real del Papa.
Desde el año 1869 que comenzó el CVI y en el año 1870 con el Dogma de la Infalibilidad empezamos a recuperar gran parte de la Virtud perdida.
Desde el 1962 con el CVII, con SJXXIII, que termina en el año 1965 con PVI, y posteriormente los papas JPI, SJPII, BXVI y actualmente el Santo Padre el Papa Francisco, la Virtud se va recuperando con un ritmo incluso más intenso.
SJPII apuesta de una forma valiente y decidida por la Verdad. Pidiendo perdón por muchos de los errores que ha cometido la Iglesia Católica.

4)El II Concilio de Constantinopla no estuvo en plena comunión con el Papa y por lo tanto (desde mi punto de vista y con todos los respetos) se debe retomar en honor a la Sagrada y Santa VERDAD(expresé en un comentario anterior, no publicado de momento, el porqué en base al Catecismo). Fue un gravísimo error el canon número 11 en el que se declara hereje a Orígenes(desde mi punto de vista y con todos los respetos, pero también con claridad y rotundidad.

5)Si las almas no preexisten y el limbo está semicerrado o semiabierto o completamente cerrado (que es mi tesis y creo que coincide con SJPII y BXVI entre otros), los abortos espontáneos son una gran contradicción. Este tema es muy amplio, requiere serenidad, profundidad, voluntad, espacio, libertad, tiempo, sabiduría, amor. Cuando se es receptivo a estos requerimientos, la Voluntad de Dios puede estar Presente mediante la Fuerza del Espíritu Santo y podemos sentir y apreciar más que la letra de lo que escribamos (que puede prestarse a algún tipo de confusión o que puede ser matizable en algún detalle cambiando la redacción para mayor claridad), el Espíritu de la letra; que si está en plena comunión con Dios es perfecto y no se presta a ninguna confusión.

Un abrazo.
P.D. Comprendo, acepto y asumo que es su Blog.
Que Dios siempre esté en su corazón, en el mío (y todos los lectores)y que seamos capaces de despertar el Amor en todos los corazones.
Paz y bien.

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En primer lugar, la Iglesia, por la promesa de Cristo, es indefectible, o sea, no caerá nunca de la fidelidad a su misión de anunciar lo que Dios ha revelado a los hombres en Cristo. Podrá hacerlo en algunas épocas mejor y en otras peor, pero nunca enseñará empeñando su autoridad docente nada contrario a la fe y a las costumbres.

Poner un paréntesis de “mala calidad eclesial” entre Constantino y el Concilio Vaticano I es, con perdón, un disparate desde el punto de vista de la fe católica. La Iglesia ganó y perdió con el cambio histórico que significó Constantino, pero fue mucho lo que ganó, y no sólo en el terreno del “poder” terrenal, sino también en lo que tiene que ver con el cumplimiento de su misión específica.

Ahí están para fundar ese aserto toneladas de Concilios, Santos, Doctores, pueblos y sociedades cristianas, obras maravillosas desde el punto de vista espiritual, intelectual, artístico, cultural, político y social, y mucho de eso se perdió en cierto sentido, lamentablemente, al comenzar la modernidad.

Inversamente, ver los tiempos actuales del catolicismo sólo como “aumento en virtud” en sentido positivo entiendo que es moralmente imposible y requeriría la intervención de un agente sobrenatural.

En segundo lugar, respecto del II Concilio de Constantinopla, dicen IBÁÑEZ, J. y MENDOZA, F. en “La fe divina y católica de la Iglesia”, hablando del objeto indirecto y secundario de la infalibilidad de la Iglesia:

“…de una manera general toda verdad enseñada o definida en cualquier concilio ecuménico presupone la legitimidad, desde el punto de vista histórico, de dicho concilio (…) En cuanto a los hechos históricos ineludiblemente conexos con la verdad revelada, se incluyen en el Magisterio infalible de la Iglesia como objeto indirecto y secundario, en calidad de verdades conexas históricamente con las reveladas, pues de lo contrario podría ponerse en duda la certeza misma de los dogmas.” (p. 12).

Es claro: si lo que un Concilio Ecuménico define ha de ser tenido como dogma de fe infaliblemente definido, cuya negación es herejía, para poder aceptar eso el creyente debe poder aceptar que dicho Concilio ha sido legítimo. Cualquier duda al respecto será también una duda sobre aquello que sin embargo el creyente debe creer con fe teologal, una vez definido por la Iglesia.

Y por tanto, la exclusión de duda que nos aporta la definición infalible por parte de la Iglesia de una proposición determinada exige que también sea infalible la Iglesia al decirnos, por ejemplo, que tal Concilio, que ha definido esa proposición, ha sido un Concilio Ecuménico legítimo.

Eso es lo que ha sucedido con el Concilio II de Constantinopla, que ha sido considerado Ecuménico por la Iglesia a lo largo de unos 1500 años más o menos.

Por tanto, negar la legitimidad de ese Concilio es negar la infalibilidad de la Iglesia en esos temas, y eso es contrario a la fe católica.

En tercer lugar, recién ahora se empieza a divisar, tímidamente y como en el horizonte, la tesis de Ud. sobre el tema del alma.

De todos modos, no es suficiente la luz aportada para poder comprender dicha tesis y consiguientemente hacer un juicio de la misma.

Eso no deja de ser grave, porque al final de cuentas Ud. viene a este “blog” a sembrar dudas sobre el Magisterio de la Iglesia, cosa que de entrada un católico no hace, y encima sin terminar de decir cuál habría sido el supuesto error del Magisterio en este punto.

Es obvio por tanto que en adelante sólo voy a poder publicarle intervenciones en las cuales Ud. discuta de lleno y solamente la tesis en cuestión acerca del alma.

Saludos cordiales.
01/08/14 9:39 AM
  
Pepito
Editado de acuerdo con el remitente. Estimado Pepito, rezamos por Ud. y pedimos a los lectores que oren también para que pueda mantenerse según es su voluntad en la fe ortodoxa. Como sugiere, sin problemas para continuar la discusión de este tema en privado.

Saludos cordiales.
01/08/14 11:50 AM
  
enric
Si Dios crea el alma en el momento de la concepción y uno de cada cinco embarazos termina en aborto espontáneo y además puede haber incluso muchos abortos espontáneos que ni tan siquiera se conocen, ¿dónde van las almas?, ¿qué sentido tiene que Dios cree un alma si sabe que terminará en aborto espontáneo?

Durante mucho tiempo se pensaba que al limbo. Desde mi punto de vista Dios es perfecto y el alma en esencia es perfecta pues es creada a imagen y semejanza de Dios, por ello debe existir un camino y para mí sin duda es que vuelva a nacer en algún mundo de algún universo (pero no en el limbo).

A partir de esta premisa se puede inferir que las almas preexisten y en la preexistencia de las mismas muchas preguntas encuentran respuesta.

La libertad hace que en el Eterno Presente las almas expresen su singularidad en la perfección desde la libertad y así por elección y progreso espiritual puedan regresar a Dios y fundirse en Él.

Un abrazo.

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O sea: si hubiese preexistencia y reencarnación, se podría pensar que las almas de todos los abortados espontáneamente, así como han bajado al cuerpo desde la preexistencia, igualmente se reencarnarán hasta que no sean abortados y puedan nacer y vivir una vida humana extrauterina.

La razón es que no se ve qué sentido tendría que Dios crease almas que sabe que van a terminar en aborto espontáneo.

Pero esa pregunta se podría plantear también respecto de las almas supuestamente preexistentes, pues Dios también sabría, en esa hipótesis, que iban a terminar en abortos espontáneos.

La cuestión estaría en que en la hipótesis de la preexistencia y la reencarnación, esos abortos espontáneos serían seguidos por reencarnaciones hasta llegar a una vida extrauterina.

Según esto, también deberían reencarnarse los niños que mueren poco después de nacer. Sí, en esta hipótesis se reencarnan todos los que lo necesitan por alguna razón.

¿Cuál sería la edad límite para que la muerte por sí sola exigiese una nueva reencarnación? ¿El uso de razón, la adolescencia, la madurez?

Por otra parte, perfecto es solamente Dios. Toda creatura, por serlo, es imperfecta, es solamente una participación en la Perfección absoluta que es Dios mismo. No sería creatura si no fuese limitada, si no le faltase “algo” de la Perfección absoluta que es Dios, si no fuese, por tanto, imperfecta.

¿Y cómo Dios crea las almas que sabe que se van a condenar por toda la Eternidad? ¿No es esa una suerte infinitamente peor que el mismo limbo, no digamos, como en la hipótesis teológica más reciente, que ir al Cielo desde el vientre materno?

En la hipótesis del limbo de los niños, que a mi saber no ha sido condenada por la Iglesia, deberíamos decir que dado que Dios, porque libremente ha querido, ha creado al hombre en orden a un fin sobrenatural, no está obligado a llevar a todos los hombres a ese fin que supera toda exigencia posible de la naturaleza humana.

En la hipótesis más reciente, que Dios, de modo misterioso, lleva al cielo a los niños muertos sin el bautismo sacramental, se hace más difícil ver en dónde estaría la dificultad con los abortos espontáneos. Al que está en el Cielo viendo a Dios cara a cara no puede resultarle relevante, al menos en última instancia, el hecho de si llegó a nacer o no en esta vida.

Eso no quiere decir, obviamente, que el aborto procurado no sea un crimen horrendo, como lo es también el de los que matan a los mártires y “los envían”, de ese modo, al Cielo. Precisamente porque los actos intrínsecamente malos lo son en sí mismos y no por sus consecuencias.

Por otra parte, siendo Dios Infinito, puede ser “derrochador”, porque ninguna cantidad de creaturas por grande que sea será nunca algo en comparación con Él. Y así vemos que en nuestro Universo existen millones de galaxias, cada una con millones de sistemas solares parecidos al nuestro, y hoy por hoy, que sepamos a ciencia cierta, nuestro más que humilde planeta es el único habitado por seres racionales, creados a imagen de Dios.

A Dios nunca le va a faltar espacio, ni tiempo.

Es dogma de fe, por la Constitución Benedictus Deus de Benedicto XII, de 1336, que en el mismo instante de la muerte las almas de los hombres van al encuentro de su suerte definitiva, en el Cielo o en el Infierno, o al estado transitorio del Purgatorio tras el cual van a su suerte definitiva en el Cielo (subrayados nuestros):

“D-530 Por esta constitución que ha de valer para siempre, por autoridad apostólica definimos que, según la común ordenación de Dios, las almas de todos los santos que salieron de este mundo antes de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, así como las de los santos Apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, y de los otros fieles muertos después de recibir el bautismo de Cristo, en los que no había nada que purgar al salir de este mundos ni habrá cuando salgan igualmente en lo futuro, o si entonces lo hubo o habrá luego algo purgable en ellos, cuando después de su muerte se hubieren purgado; y que las almas de los niños renacidos por el mismo bautismo de Cristo o de los que han de ser bautizados, cuando hubieren sido bautizados, que mueren antes del uso del libre albedrío, inmediatamente después de su muerte o de la dicha purgación los que necesitaron de ella, aun antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio universal, después de la ascensión del Salvador Señor nuestro Jesucristo al cielo, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celeste con Cristo, agregadas a la compañía de los santos Ángeles, y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con visión intuitiva y también cara a cara, sin mediación de criatura alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárselas la divina esencia de modo inmediato y desnudo, clara y patentemente, y que viéndola así gozan de la misma divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bienaventuradas y tienen vida y descanso eterno, y también las de aquellos que después saldrán de este mundo, verán la misma divina esencia y gozarán de ella antes del juicio universal; y que esta visión de la divina esencia y la fruición de ella suprime en ellos los actos de fe y esperanza, en cuanto la fe y la esperanza son propias virtudes teológicas; y que una vez hubiere sido o será iniciada esta visión intuitiva y cara a cara y la fruición en ellos, la misma visión y fruición es continua sin intermisión alguna de dicha visión y fruición, y se continuará hasta el juicio final y desde entonces hasta la eternidad.”

“D-531 Definimos además que, según la común ordenación de Dios, las almas de los que salen del mundo con pecado mortal actual, inmediatamente después de su muerte bajan al infierno donde son atormentados con penas infernales, y que no obstante en el día del juicio todos los hombres comparecerán con sus cuerpos ante el tribunal de Cristo, para dar cuenta de sus propios actos, a fin de que cada uno reciba lo propio de su cuerpo, tal como se portó, bien o mal. [2 Cor. b, 10].”

Esto es una definición dogmática, realizada por el Papa entonces legítimamente reinante, así que pedirle a la Iglesia que retracte esto es pedirle que niegue la fe católica.

Saludos cordiales.
01/08/14 10:56 PM
  
Horacio Castro
Néstor, en este muy interesante post explicas que comentas el texto de González Faus desde el punto de vista de la fe católica y así en las respuestas a los aportes de tus lectores nos enseñas sobre el alma. Por ejemplo sobre los gemelos monocigóticos. A partir de la existencia de grupos humanos que conciben mayor cantidad de gemelos que la media conocida en la población mundial, pensé que su nacimiento podría estar determinado desde la concepción, quizá genéticamente aunque todavía no estén precisados los genes intervinientes. Luego de leerte prefiero tu razonamiento cuando dices que si Dios se ha “comprometido” a crear un alma individual para cada cigoto de la especie humana, también se ha comprometido a hacerlo para cada gemelo cuando un cigoto se divide. En el sitio donde fue publicado el artículo en cuestión se anuncia que “uno de los objetivos de Cristianisme i Justícia es contribuir a la TRANSFORMACIÓN de aquellas realidades generadoras de injusticias a través de una REFLEXIÓN social y teológica.” INCREÍBLE. Precisamente este hilo de comentarios me lleva a pensar que el artículo de José Ignacio González Faus merece ser examinado desde la justicia penal y no de la teología. Cuando este jesuita dice que “como el recién nacido tampoco es aún una persona (pero está programado para serlo)”, ofrece sin ningún pudor un argumento ‘religioso’ que ya podrán utilizar abogados para defender o justificar a infanticidas. Te saludo.

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No sé si será asì o no, pero a mi modo de ver nada impide que haya una tendencia genética en algunas personas a tener gemelos monocigóticos, sin que eso quite que en el caso de producirse la división del cigoto, al menos una nueva alma deberá ser creada-infundida por Dios.

Saludos cordiales.
01/08/14 11:16 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Pensando sobre el tema de si el alma humana es causa o no de la vida biológica del cuerpo humano, se me ha venido a la mente otro argumento, que sin duda tiene que ser falso por oponerse a la verdad Magisterial de la Iglesia, pero que no me resisto a exponerle a Vd al objeto de que me haga la caridad de refutarlo, pues yo no encuentro manera de hacerlo y me induce a tener dudas sobre dicha verdad Magisterial de que el alma espiritual humana es la causa de la vida biológica del cuerpo humano.

El argumento es el siguiente: Si el alma humana espiritual fuese realmente la causa de la vida biológica del cuerpo humano, entonces el padre y la madre humanos no serían verdaderamente causa biológica de la vida del hijo, ya que lo sería el alma infundida por Dios, y por lo tanto no se podría afirmar que los padres humanos fuesen realmente padres de sus hijos ya que no les causarían la vida.

En tal caso, los padres humanos se limitarían a aportar meramente la materia de la que va ha ser formado el cuerpo del hijo, pero ellos no le aportarían real y biológicamente ni su forma ni su vida, sino que tanto la vida como la forma biológicas del cuerpo humano serían causadas por el alma infundida por Dios.

En resumen, parece que si el alma espiritual fuese realmente causa de la vida biológica del cuerpo humano, quedaría anulada la verdadera paternidad biológica de los padres humanos. Estos, sobre todo la madre, serían como una especie de almacen o fábrica que aporta la materia del cuerpo del hijo, pero el verdadero y real fabricante tanto de la vida biológica como de la forma del cuerpo sería el alma espiritual infundida por Dios.

Los padres serían en todo caso causa material de la vida pero no causa formal de ella, aportarían los materiales para la vida pero no serían causa de la misma vida ni de la forma biológica del cuerpo del cuerpo del hijo.

La madre sobre todo, sería una especie de laboratorio o lugar donde el alma espiritual trabaja u opera dando o causando la forma y la vida biológicas al cuerpo del hijo a partir de la materia aportada por la madre y el padre humanos.

Si los padres cooperasen formalmente con el alma en causar la vida y la forma al cuerpo, entonces éste tendría dos causas formales, lo cual parece absurdo, pues como Vd. mismo dice, una misma substancia, en este caso la del cuerpo humano, no puede tener dos causas formales o formas substanciales.

Además si el alma humana fuese la causa de la vida del cuerpo, también tendría que ser causa formal de los mismos tejidos, órganos y aparatos de que consta el cuerpo humano, ya que sin ellos es imposible la vida; en cuyo caso los padres tampoco serían biológicamente causa que da forma a los mismos órganos biológicos del hijo, sino que cooperarían con el alma sólo materialmente aportando la materia de ellos pero no informándolos.

De todas formas, queda a su discrección publicar o no este comentario si entiende que puede ser incitación a la herejía, pero sería en todo caso conveniente salir al paso de estos argumentos antes de que fuesen utilizados para impugnar o siquiera debilitar la verdad Magisterial Católica.

Un cordial saludo.

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El concepto de “generación” se debe entender así: la comunicación a otro de la propia naturaleza, en su totalidad o en parte.

En el caso del hombre, se trata de la comunicación de sólo parte de la naturaleza humana, la materia, precisamente por la perfección propia del hombre, que teniendo como forma sustancial un alma espiritual, requiere para su generación la intervención directa de Dios.

Por otra parte, hay que distinguir lo que los padres aportan al engendrar (la propia naturaleza, en su totalidad o en parte), de lo que los padres engendran (a otro), porque el término de la generación es siempre la sustancia, el sujeto concreto existente, y así, los padres humanos engendran al hijo, no solamente a la materia o el cuerpo del hijo, pero lo hacen desde su lado, por así decir, material.

Y no es que Dios lo engendre desde su lado espiritual, porque la generación exige que la naturaleza del hijo sea la misma que la del padre. Dios crea, no engendra, el alma del hijo.

La crea “ex nihilo”, y al hijo humano también lo crea “ex nihilo”, pues si bien, a diferencia del alma espiritual, el hijo completo presupone la materia que aportan los padres, Dios comunica a esa forma y a esta materia, sin presuponer ninguna otra materia, o sea, “ex nihilo”, el acto de ser, que sólo Él, Ser Subsistente, puede comunicar.

De todos modos, por tanto, los padres irracionales tampoco comunican a sus hijos el acto de ser.

Santo Tomás responde así a la objeción que dice que el alma espiritual debería ser trasmitida con el semen paterno, porque de lo contrario el padre no engendraría a su semejante:

“Hay que decir que el hombre engendra lo semejante a sí mismo, en cuanto por virtud de su semen se dispone la materia para la recepción de tal forma. (I, q. 118, a. 3)”

En lo cual, más allá de los detalles biológicos propios del estado menos perfecto de la ciencia de su tiempo, apunta sobre todo la idea de que en la materia que aportan los padres hay una orientación natural a esa forma específica que es el alma espiritual.

Saludos cordiales.
02/08/14 12:10 PM
  
enric
Voy a intentar responder de forma breve:

Dios crea nuestra alma única, irrepetible y singular.
La libertad es la esencia del Amor. El Amor obra de forma milagrosa pues cuanto más se da, más se tiene y cuanto más se tiene más se necesita dar.

Nuestra alma, en esencia perfecta, mediante la libertad debe Amar pero de forma libre y ello implica tomar decisiones y las decisiones conllevan errores que nos alejan de Dios.

Pero el Amor es la Fuerza mediante la que Dios-Padre siempre nos atrae y tenemos toda la eternidad, desde la libertad, para retornar a Dios por nuestra propia voluntad. En esencia nuestra alma es tan perfecta que no se puede resistir al Amor de Dios y por ello no descansará hasta alcanzar la perfección expresando la singularidad que le ha dado Dios. Ello será aquí en este mundo (que es como un Purgatorio-Valle de Lágrimas o en cualquier mundo de cualquier universo) o en el "Purgatorio propiamente dicho" con todas sus moradas, de tal manera que aún muy cerca de la santidad incluso el más leve pensamiento incorrecto aún nos puede causar inquietud espiritual. A medida que nuestro pensar, sentir, intuir y actuar se asemejan cada vez más al pensar, sentir, intuir y actuar de Jesús, nuestra alma se perfecciona hasta donde Dios Padre quiera mediante Su Gracia y finalmente se funde en Él conservando la singularidad que Dios le dio.

Un abrazo.

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El hecho mismo de que podamos elegir mal y pecar muestra que nuestra alma no es perfecta, y que sólo Dios es Perfecto.

Sin duda, el alma humana tiene una perfección muy grande, en comparación con otras creaturas, pero como todo lo creado, se mantiene del lado de lo imperfecto, limitado, finito.

La libertad no lleva necesariamente consigo la capacidad o posibilidad de pecar. Dios es Libre y no puede pecar.

La libertad es esencialmente la capacidad de elegir entre hacer o no hacer, y entre hacer tal bien o hacer tal otro bien. No incluye esencialmente, en tanto que libertad, quiero decir, la capacidad de hacer el mal.

Eso lo tiene solamente la libertad creada, y dentro de ciertas condiciones. Porque también es creada la libre voluntad humana de Nuestro Señor Jesucristo, y sin embargo, no puede pecar, porque su sujeto personal es el Verbo.

Según la fe católica no tenemos toda la eternidad para retornar a Dios. Es dogma definido por Benedicto XII que el estado de Cielo o Infierno tras la muerte es definitivo, eterno, o sea, sin posibilidad de cambio, y en ese sentido, sin posibilidad de nueva elección.

Cuando el amor de Dios se "impone" eficazmente sobre una voluntad creada, eso no se debe a la perfección de esa voluntad, pues esa misma perfección es también don de Dios. Sino que se debe a la misma eficacia de la gracia divina, de la cual deriva la misma libertad del acto bueno.

Saludos cordiales.
02/08/14 11:30 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

De acuerdo con que los padres sólo comunican al hijo una parte de la naturaleza humana (la parte animal) y que para que esa parte animal sea propiamente humana es preciso que Dios también le infunda por creación el alma humana espiritual e inmmortal (la otra parte de la naturaleza humana.)

Sin la unión o conjunción íntima, que algunos llaman hilemórfica, de ambas partes no hay naturaleza humana íntegra ni por tanto hombre.

Pero lo que no acabo de ver claro es que la parte espiritual, infundida por Dios, sea la que dé la vida biológica a la parte animal, aportada por los padres, de tal manera que esta parte animal no tendría ya de suyo vida en el sentido biológico, sino que le es causada por el alma infundida por Dios.

Veo claro que es necesaria el alma espiritual para que la parte animal del hombre sea propiamente humana, pero no veo tan claro que le sea necesaria para que dicha parte animal sea viva en el sentido estrictamente biológico.

Pienso que si los padres verdaderamente lo son, comunican al hijo integralmente la parte animal, y como es propio de dicha parte animal ser ya viva biologícamente de suyo, pues una parte animal sin vida biológica no sería verdaderamente animal, resulta que no es el alma espiritual la que causa la vida biológica a la parte animal pues ésta ya la tiene de por sí.

Algunas veces Vd. ha dicho que no se debe reducir o disminuir la capacidad natural de los seres creados para alabar más al Creador, pues dichas capacidades son puestas por Él mismo en sus creaturas.

Y creo que tal principio es aplicable en este caso de la vida biológica humana.

Si la parte animal humana que aportan los padres al hijo ya tiene vida biológica de suyo, ya que de lo contrario los padres aportarían al hijo una parte animal de suyo muerta, no es necesario recurrir a Dios para explicar la vida biológica de la parte animal humana, pues precisamente Dios ya le ha dado en sí misma la capacidad para ser viva biológicamente de suyo.

En resumen, si la vida biológica de la parte animal, que aportan los padres al hijo, es causada por el alma espiritual infundida por Dios, entonces es que los padres aportarían al hijo una parte animal de suyo muerta o sin vida biológica, con lo cual los padres no aportarían verdaderamente la vida biológica al hijo, ya que ésta sería aportada por el alma.

Pero ¿se puede llamar propiamente padres a los que no aportasen al hijo la misma vida biológica sino una mera materia corporal sin vida?

Por ello me inclino por la opinión de Juan Argento, de que el alma espiritual no da la vida biológica al cuerpo sino que la hace humana, ya que una vida biológica sin alma espirtual no sería ciertamente humana aunque fuese vida animal.

Así también pienso como dice Juan Argento que el cuerpo humano no muere por que se separe de él el alma, sino que es el alma espiritual la que se separa del cuerpo cuando muere biológicamente el cuerpo.

Al morir el cuerpo, el alma que estaba unida a él se queda sola y separada del mismo. La separación del alma es causada por la muerte del cuerpo y no la separación del alma la que causa la muerte del cuerpo.

Saludos cordiales.

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Si acepta, como debe aceptar el católico pues se trata de un dogma de fe, que el alma espiritual es forma sustancial del cuerpo humano, entonces hay que aceptar que es principio de vida para ese mismo cuerpo humano, y de la única biología que hay en él, que es la humana.

En efecto, lo “biológico” designa lo que tiene que ver con la vida de un ente determinado, y en el caso del hombre, por tanto, con la vida humana.

Porque la forma sustancial es el principio del ser específico de un ente dado, es el elemento determinante de su esencia, de aquello que hace que el hombre, por ejemplo, sea hombre y no otra cosa.

En un ser vivo, por tanto, la forma sustancial es el principio radical de que se trate, precisamente, de un ser vivo y no de un ente inanimado: o sea, es principio vital.

Además, el obrar de un ente está dado por su forma sustancial, pues “el obrar sigue al ser”. El obrar característico de un ser vivo, por tanto, que lo distingue de los inanimados, deriva de su forma sustancial, que por eso, es necesariamente principio vital de ese ente.

La forma sustancial del ser humano, por tanto, es el principio por el cual es humano, y por tanto, por el cual es viviente. Porque ser hombre incluye ser viviente y no es posible hacer que algo sea humano sin hacer que viva.

O sea, la forma sustancial del ser humano, es decir, su alma espiritual, es principio vital.

Además, como ya dijimos, sin duda que hay operación vital en el ser humano que deriva del alma espiritual, como son las operaciones de inteligencia y voluntad. Por tanto, es inevitable hacer del alma sustancial principio vital, y entonces no tiene sentido restringir eso a las solas operaciones vitales espirituales, dada la unidad sustancial de todo ente, de todo ente corpóreo, de todo cuerpo viviente, y de todo viviente humano.

En cuanto a que los padres no pueden comunicar al hijo solamente una materia sin vida, es muy cierto. Que esa vida no sea humana, sino meramente animal, es lo que en cierto modo sostenía la tesis de la “animación retardada”, para la cual el alma espiritual se infundía recién a los 40 días de la concepción.

Por mi parte, entiendo que dado el carácter específicamente humano de la materia que integra el óvulo fecundado o cigoto, es más probable afirmar que desde el comienzo Dios crea-infunde el alma espiritual.

Pero incluso en la tesis de la “animación retardada”, una vez presente el alma espiritual es la única forma sustancial del compuesto humano, y es su principio vital, por las razones arriba dadas.

Sin duda que no hay que desmerecer la capacidad de las creaturas para enaltecer el poder del Creador. Pero tampoco se puede poner a la creatura a hacer lo que sólo Dios puede hacer.

Siendo el alma humana inmaterial, no puede ser “hecha”, porque no puede proceder de un cambio sustancial, al no tener materia. Sólo se le puede comunicar el acto de ser a la forma sustancial, y eso es propiamente “crear”. Y por las razones dadas, eso ocurre desde que existe biología humana propiamente dicha, que por las razones dadas en el "post", es más probable que sea desde la concepción.

Así vemos que en los ángeles, que no tienen materia en su ser, la creación por parte de Dios de cada ángel individual es el único modo en que pueden venir a la existencia, sin generación. En el hombre, compuesto de alma y materia, el todo procede por generación del modo dicho, pues los padres humanos engendran al hijo humano comunicándole su componente material. El alma humana espiritual debe ser creada por Dios “ex nihilo”.

Saludos cordiales.
03/08/14 2:51 PM
  
Horacio Castro
Néstor. Envío este comentario con la idea de contribuir a disipar la duda de alguno de tus lectores. Respondes: “por mi parte, entiendo que dado el carácter específicamente humano de la materia que integra el óvulo fecundado o cigoto, es más probable afirmar que desde el comienzo Dios crea-infunde el alma espiritual.” Lo que se explica como división del cigoto, para el caso de gemelos, es una separación de las células que luego anidarán como distintos embriones (precisamente los gemelos no son exactamente iguales), razón por la que comenté que su nacimiento podría estar determinado desde la concepción (con sus almas individuales). Dije que prefiero tu razonamiento (si Dios se ha “comprometido” a crear un alma individual para cada cigoto de la especie humana, también se ha comprometido a hacerlo para cada gemelo en el cigoto que se divide) porque vale también para la división que algunos suponen casual y para la provocada artificialmente (se ha experimentado en animales y no sería extraño que lamentablemente se haya intentado con cigotos humanos). En anteriores artículos te referiste a la complejidad de operaciones del alma racional o espiritual. Alguna reiteración podría resultar oportuna. Quizá yo incurra en una obviedad, pero ¿cuál es la diferencia entre un ser humano vivo y un cadáver humano? Cuando un ser humano muere su cuerpo pasa a la condición de inanimado es decir que finaliza la unidad o compuesto con el alma. El cuerpo se desorganiza hasta un punto irreversible que la medicina denomina muerte (supongamos que sin error posible). En nuestra fe, en este punto se separa el alma. Según explicas en tu artículo, lo más importante es que no se puede aceptar la tesis de la “animación retardada” respecto a la concepción y mucho menos la que González Faus pretende extender como probable para el recién nacido.

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Claro, yo me refería a que tal vez las causas de la división del cigoto pudiesen tener una explicación genética, no a que ya estuviesen previamente creadas las almas de ambos cigotos futuros.

Saludos cordiales.
04/08/14 8:55 PM
  
Horacio Castro
Néstor. Por supuesto que no afirmaste la preexistencia de almas ni lo afirmo yo. A lo que me refiero es al hecho de que las células que originan los embriones de gemelos ya existen en el cigoto concebido y se separan antes de anidar como embriones distintos. En otras palabras, a la posibilidad de que ya esté determinado el nacimiento de gemelos y sus almas desde la concepción. Te saludo.

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No, claro, pero quería aclarar que tampoco afirmo que las almas de dos gemelos, por ejemplo, existan en el cigoto desde la concepción. Ni digo tampoco que tú lo afirmes.

Saludos cordiales.
04/08/14 9:49 PM
  
enric
La esencia de nuestra alma viene de Dios y por ello, en esencia, es perfecta (a imagen y semejanza de Dios). La esencia de nuestro cuerpo viene de nuestros padres biológicos y no es perfecta.

La cualidad del alma es la intuición, con ella percibimos la verdad directamente de Dios a través de nuestra conciencia. El alma, que en esencia es perfecta, debe desarrollarse y su cualidad, la intuición, se desarrolla mediante la meditación y oración.

El propósito de nuestra vida es encontrar lo que verdaderamente somos: hijos de Dios.
En el fondo de nuestra voluntad yace la Voluntad de Dios y debemos orientar nuestra voluntad para conocer a Dios. Cuando nos desviamos, porque nuestro cuerpo con la mente-corazón están sujetos a la tentación del mundo, el demonio y la carne, retrocedemos y la Fuerza del Amor de Dios es tan grande que nuestra alma no halla consuelo hasta que emprende su camino de retorno a Dios.

El alma es el "auriga" que guía los "caballos" de la mente-corazón que arrastran el "carruaje" de nuestro cuerpo.
El esquema del Génesis, del Edén, con Adán y Eva, lo podemos apreciar con el símil de LA VOLUNTAD y su evolución:

La voluntad del bebé es FISIOLÓGICA y de niño MECÁNICA. La voluntad del niño es guiada por la sabiduría y el amor de los padres, y si los padres caminan cerca de la santidad, el niño es feliz porque confía plenamente en la sabiduría de los padres y recibe amor verdadero que es la fuente de la felicidad: sabiduría y amor.(Así era al principio el "Edén").

Sin embargo cuando llega la juventud, la tentación del mundo el demonio y la carne hacen que la voluntad se vuelva CIEGA; ya no es guiada por la sabiduría sino que el joven considera que puede hacer lo que le plazca, sin raciocinio alguno: "me apetece, no me apetece".( me apetece comer de este "árbol"...la concupiscencia)

Debido a los golpes, al sufrimiento, viene la voluntad CONSCIENTE. Es decir: que lo que no aprendemos mediante el discernimiento lo aprendemos con el sufrimiento y por ello es mejor discernir. Ello significa estudio de las Sagradas Escrituras, autodisciplina, fe, meditación oración.

De esta manera nuestra voluntad, desde la receptividad de nuestra alma empieza a estar EN SINTONÍA CON DIOS: "...hágase Tú Voluntad...". Así nuestra alma guía nuestra mente y corazón para que nuestro pensar y sentir sean puros y arrastren a nuestro cuerpo hacia la Virtud, el Bien y las Buenas Obras, amando a Dios y a los demás como nos enseñó Jesús.

Un abrazo.

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Si nuestra alma fuese tan perfecta, el cuerpo no podría arrastrarla al pecado, como Ud. dice.

No olvidar que el hombre peca mediante su voluntad libre, que es una facultad espiritual de su alma espiritual.

Es al revés: es el alma la que hace pecar al cuerpo. Del cuerpo puede venir la tentación, pero no hay pecado mientras no se da el consentimiento de la voluntad, que es una facultad del alma.

Los animales irracionales no pecan, no porque no tengan cuerpo, sino porque no tienen alma espiritual.

Por eso pudo haber también pecado en los demonios, que no tienen cuerpo, sino que son puro espíritu.

Y por eso necesitamos la gracia de Dios. No alcanza con la oración ni con la lectura de las Escrituras ni con nada que hagamos nosotros, sino que es necesario un don sobrenatural que sólo Dios nos puede dar, y que sane ante todo a nuestra alma, herida por el pecado original.

Y sólo con ese don divino es que la oración y la lectura de las Escrituras nos pueden servir de algo para la salvación.

Esa gracia de Dios se nos comunica también mediante los Sacramentos de la Iglesia, por eso la Iglesia es necesaria para la salvación.

Saludos cordiales.
05/08/14 10:18 AM
  
enric
No es el alma la que hace pecar al cuerpo sino la mente (mente-corazón).

El alma es el "auriga" que guía los "caballos" de la mente-corazón que arrastran el "carruaje" de nuestro cuerpo.

Cuando nuestro pensar (mediante la mente) y nuestro sentir (mediante el corazón) no son puros, es porque no los guía el alma. Al actuar de forma impura nuestra alma se cubre de capas y es menos receptiva a Dios; las capas impiden escuchar con claridad a Dios. Dios siempre está ahí escuchándonos y hablándonos mediante la Voz de la Conciencia pero si no Le dedicamos un tiempo exclusivo meditando y rezando, nuestra receptividad a Él no se cultiva y nuestra intuición no se desarrolla y nos alejamos de Dios. Como expresaba un gran santo oriental:

"Durante la meditación, sumerge tu mente por completo en Dios. Y cuando estés llevando a cabo alguna tarea, pon en ella todo el corazón. Mas, tan pronto como la hayas finalizado, enfoca tu mente en el Señor. Una vez que aprendas a practicar la presencia de Dios en cada momento libre que tengas para pensar en Él, entonces, incluso en medio de tus actividades, permanecerás consciente de la comunión divina".

Por ello debemos Amar a Dios con todas nuestras fuerzas, con nuestra alma, nuestro corazón y nuestra mente.Así, desarrollamos nuestra intuición y nuestra voluntad en sintonía con Dios.

La Verdadera Libertad no consiste en hacer lo que uno quiera guiado por los impulsos del corazón o los autoengaños de la mente. Los seres humanos tenemos una gran capacidad de autoengaño. Por ejemplo, si tenemos hambre de un alimento que no nos sienta bien o si un vicio nos atrapa, siempre nuestra mente puede encontrar cualquier excusa (¡por un poco no pasa nada!....¡algo tendremos que tener!... y así miles y miles de excusas-autoengaños).
Supongamos en el símil del caballo (mente-corazón) que una avispa le pica al caballo y éste sale disparado arrastrando el carruaje (carro, cuerpo) y además se dirigen a un precipicio. Para el caballo (mente-corazón) siente que le duele (corazón) y en consecuencia (la mente) toma la decisión de correr por que puede que incluso le haya picado otra avispa así que: ¡si una duele, dos más y mayor razón para correr!.. pero como sólo le guía el instinto, les espera un mal muchísimo mayor. El auriga (el alma, el conductor) si es receptivo a Dios sabrá que se dirigen a un precipicio y por tanto debe guiar a la mente y decir: ¡para! serenidad, son dos avispas las que hay, no más y vas camino de un precipicio:¡rectifica!

La Verdadera Libertad siempre está guiada por la Sabiduría y ser Verdaderamente Libre significa no pecar porque entonces nos atrapa el pecado y ya no somos libre. Por eso Dios no puede pecar porque "quedaría atrapado" por el pecado. Por eso Jesús, el Hijo de Dios, nos enseña cómo no caer en la tentación y librarnos del mal. Jesús nos enseña la Verdadera Libertad, porque Jesús, como hombre, nos enseña que es Verdaderamente Libre: porque guía su mente y cuerpo mediante la Sabiduría de Dios-Padre y la Voluntad de Jesús está plenamente en sintonía con la Voluntad de Dios-Padre.

Un abrazo.


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Esa distinción entre el alma y la mente es insostenible.

El auriga, o sea, el alma, que guía al caballo, es decir, a la mente ¿tiene mente él mismo?

Si no la tiene ¿cómo hace para guiar el carro? Y si la tiene ¿hay dos mentes entonces en el hombre? ¿No alcanza con una sola?

¿Los caballos tienen mente propia? ¿El auriga tiene que dialogar con los caballos para ponerse de acuerdo? ¿Quién guía a quién?

Además, ¿cómo el alma puede actuar en forma impura, si es perfecta?

Si la mente toma decisiones, entonces tiene también voluntad. ¿El alma también tiene voluntad, o no tiene? Si tiene ¿hay dos voluntades en el hombre? Si no tiene ¿cómo guía entonces el carro?

¿No es más bien llevada pasivamente, en esa hipótesis, por la “mente”? ¿Y eso es ser “perfecta” el alma?

Pero además, la mente ¿es cuerpo o no es cuerpo? Si es cuerpo ¿el carro y los caballos son lo mismo? Si no es cuerpo, sigue en pie que no es el cuerpo el que hace pecar al alma.

Y además, si la mente no es cuerpo ¿es inmaterial como el alma? ¿Hay dos almas entonces en el hombre? ¿Dos aurigas? Y si la mente es material ¿cómo no es el cuerpo?

Por tanto, hay que seguir diciendo que es el alma la que hace pecar al cuerpo.

Saludos cordiales.
05/08/14 10:17 PM
  
Higinio Fernandez
Coincido absolutamente con González Fáustico, alumno mío en un curso de antropología latréutica en Malinas.

El blogger desconoce que persona se define como el ente con vigencia social, política y psicológica: un recién nacido tiene una vigencia muy baja. Es por eso que no puede hablarse de "persona" en el recién nacido, salvo que descontemos su valor por el método económico de valor presente, con alguna tasa de interés implícita.

Se es persona, pues, en el momento cúlmine sexual, social y político de un individuo, que acaece entre las 23 horas y las 2 AM del día que se cumplen 32 años y medio. A partir de ese momento, se tiene que aplicar una tasa de descuento de la personalidad, que tiende a cero a partir de los 70 años, en concurrencia con la declinación física y psíquica del individuo.

En mi caso particular, como en el caso de González Faustos, concurren singularidades que impiden aplicar estas reglas generales: particularmente mi vigencia en ciertos ámbitos teológicos y eclesiales que mantienen a flote mi Persona.


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Estimado Higinio:

Recién ahora veo la luz, gracias a su inspirada intervención :)

Es claro, el problema está en que mi antropología no es latréutica. ¡Qué se le va a hacer!.

Saludos cordiales.
06/08/14 4:40 PM
  
Horacio Castro
El alma es principio vital y cognoscitivo en el hilemorfismo que enseña santo Tomás de Aquino (sería imposible sin alma o sin cuerpo el ser humano que vive y conoce, razona, imagina y siente). "Es evidente, por otra parte, que lo primero por que el cuerpo vive es el alma, y como la vida se manifiesta por operaciones diversas en los diversos grados de los seres vivientes, aquello por lo que primariamente ejercemos cada una de estas funciones vitales es el alma. Ella es, en efecto, lo primero que nos hace nutrirnos y sentir y movernos localmente, como también entender. Este primer principio de nuestro entendimiento, llámasele entendimiento o alma intelectiva, es, por lo tanto, la forma del cuerpo, y esta demostración es de Aristóteles en el tratado Del alma, lib. 2, tex. 24 (Suma Teológica, C. 76, a. 1)”. En mi comentario anterior, Néstor, olvidé mencionar que al producirse la separación de las células existentes (hasta un momento anterior a la anidación) para la división en gemelos el cigoto originario “desaparece” en el reparto. Te saludo.

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En ese caso habrá que decir que ahí se produjo una muerte, es decir, la separación del alma del cuerpo del primer cigoto, y que luego fueron creadas-infundidas dos almas, una para cada una de las partes del antiguo cigoto que ahora constituyen dos cigotos nuevos.

Saludos cordiales.
06/08/14 7:26 PM
  
Horacio Castro
"Si Dios se ha “comprometido” a crear un alma individual para cada cigoto de la especie humana, también se ha comprometido a hacerlo para cada gemelo cuando el cigoto originario se divide y muere". Magnífico. Dios dispone. Te saludo.
06/08/14 9:13 PM
  
enric
Voy a intentar responder a su primera pregunta. Si se entiende, todas las preguntas siguientes tienen la misma base en la respuesta y se pueden también matizar. Es necesario partir de esta base.

1) El auriga, o sea, el alma, que guía al caballo, es decir, a la mente ¿tiene mente él mismo?

El alma está envuelta de pensamientos, sentimientos, ideas (cuerpo ideacional), de energía, vitalidad, luz (cuerpo astral) y de carne, huesos…(cuerpo físico).
Nuestra alma es receptiva a Dios mediante la meditación y oración.

Nuestra mente se divide en:
Mente consciente que es la que se manifiesta en el estado de vigilia. Mediante los sentidos percibimos la realidad. La conciencia sensorial nos induce a satisfacer deseos y se vincula con el ego, con el egoísmo.
Mente subconsciente que se manifiesta cuando utilizamos la imaginación o soñamos. Mediante la imaginación y el sueño también percibimos mediante los sentidos astrales, sueños, visiones que bien interpretados (como lo hacía José hijo de Jacob en Egipto) pueden convertirse en realidad.
Mente supraconsciente es la mente pura intuitiva que conecta directamente con el alma. Es la mente vinculada a la inteligencia , al corazón puro, al discernimiento pues conecta con Dios cuando estamos en comunión plena con Él. En las personas místicas como Santa Teresa de Ávila o San Juan de la Cruz, la mente supraconsciente está muy desarrollada.

El alma, el auriga, está vinculada directamente a la mente supraconsciente y subcosnciente (bien interpretada)
Los caballos de la mente-corazón, están vinculados a la mente consciente y subconsciente (sin interpretar o en todo caso mal interpretada)
El carruaje del cuerpo, está a merced del instinto y del ego (sin la guía del alma) o bien la puede y debería guiar la sabiduría de la mente supraconsciente que conecta el alma con Dios, porque la razón se impone (doma) los instintos.

Un abrazo.

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Así que tenemos: alma, mente, cuerpo ideacional, cuerpo astral, y cuerpo físico. A su vez la mente se divide en supraconsciente, consciente, e inconsciente.

Aclaro que por “consciente” entiendo aquello que realizo dándome cuenta de que lo realizo, y por “inconsciente”, lo que realizo o se realiza en mí, sin que yo me dé cuenta.

En primer lugar, entonces, parece que las dos únicas diferencias lógicamente afirmables son lo consciente y lo inconsciente. Lo subconsciente se supone que no es consciente, y eso es ser inconsciente.

Igualmente, lo supraconsciente, o se supone que es consciente, o se supone que es inconsciente: no puede ser un apartado distinto de esos dos, porque algo es consciente, o no: principio de tercero excluido.

Con lo cual resulta que lo que nos queda como grado superior es lo consciente, que sin embargo en su presentación es lo menos favorecido. En efecto, parto de la base de que lo consciente es superior a lo inconsciente, como un hombre respecto de una piedra.

Lo cual nos lleva además a la dificultad de que lo único consciente serían los sentidos, y la inteligencia sería algo inconsciente, lo que es obviamente absurdo.

De hecho, me doy cuenta, soy consciente, tanto de que percibo mediante los sentidos como de que pienso mediante la inteligencia. Nuestro conocimiento consciente no es solamente sensible, sino también intelectual.

Y la inteligencia es superior a los sentidos, porque conoce lo universal.

Por otra parte, sigue sin resolverse la dificultad. La inteligencia ¿es algo de la mente, o del alma? ¿El alma tiene inteligencia o no la tiene? Si no la tiene, la mente es superior al alma.

Si la tiene ¿la mente tiene otra por su cuenta? ¿Hay dos inteligencias en nosotros?

Si la mente no tiene inteligencia ¿cómo “conecta” con ella? No puedo hacer que una planta, por ejemplo, “conecte” con mi inteligencia, porque para pensar inteligentemente hay que tener inteligencia.

Porque además no se ve porqué el alma estaría vinculada a la mente “supraconsciente” y “subconsciente”, pero no precisamente a la única que es “consciente”, siendo las otras, si no son “conscientes”, “inconscientes”, como ya dijimos.

Es claro que lo consciente es superior a lo inconsciente, como un hombre es superior a una piedra, y aquí el alma sería entonces a la vez superior e inferior a la mente, lo que es contradictorio.

¿El alma es consciente o es inconsciente?

Veo además que al parecer tenemos tres cuerpos. ¿Hay tres caballos entonces, o solamente uno?

Y finalmente, ¿cómo hacer con esas 8 entidades, si aceptamos que hay tres mentes distintas, una sola entidad, como es el ser humano?

Saludos cordiales.
12/08/14 10:50 AM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Acepto firmemente todo lo que defina el Magisterio y más aún si su negación está declarada como herejía.

De todas formas, sigo encontrando una gran contradicción entre el hecho de que el alma espiritual y naturalmente inmortal sea el principio vital de la vida biológica del cuerpo humano y el hecho que conocemos por la Fe de que Dios necesitase conceder al hombre en el estado de inocencia el don especial y preternatural de la inmortalidad.

Sabemos por la Fe que por "el pecado entró la muerte en el mundo", como enseña San Pablo, y por tanto que de no haber pecado Adán su alma no se hubiese separado nunca de su cuerpo.

Por ello si el alma espiritual fuese el principio vital de la vida biológica del cuerpo, en el caso de no haber pecado Adán, al permanecer siempre unida el alma al cuerpo, ésta siempre hubiese dado la vida al cuerpo, y por tanto Adán hubiese sido, de no pecar, inmortal por naturaleza, en cuyo caso es absurdo que Dios para hacerle inmortal le concediese además el don especial y preternatural de la inmortalidad.

Por tanto si el alma espiritual de Adán era también el principio de la misma vida biológica de su cuerpo, al ser ésta naturalmente inmortal, también habría sido inmortal por participación la misma vida del cuerpo.

Por lo cual si Adán no hubiese cometido el pecado original, por el cual entró la muerte en el mundo, resultaría que el cuerpo de Adán hubiese sido inmortal por participación en la inmortalidad de su principio vital o alma.

Y en tal caso resulta supérfluo que Dios tuviese que conceder a Adán el don especial y preternatural de la inmortalidad del cuerpo, toda vez que ésta la ya tenía en virtud de su mismo principio vital de no haber pecado.

Creo que este tema del alma como principio vital de la misma vida biológica del cuerpo humano debiera ser más atentamente considerada por el Magisterio, pues aunque sea impecable desde un punto de vista aristotélico sinembargo encierra una cierta contradicción con lo que sabemos por la Fe.

Aunque admito que dicha contradicción no sea real sino debida unicamente a la torpeza de mi mente que no acierta a resolverla.

Pero insisto, me parece dificilmente conciliable el hecho de que el alma espiritual e inmortal sea también el principio de la vida biológica del cuerpo humano, con el hecho, que sabemos por la Fe, de que Dios necesitó conceder a Adán, en el mismo estado de justicia original, para hacer inmortal su cuerpo el don especial y preternatural de la inmortalidad.

Si en el estado de inocencia o de justicia original, el cuerpo de Adán ya era naturalemte inmortal por participación de la inmortalidad connatural al alma espiritual, ¿para qué concederle Dios el don especial y preternatural de la inmortalidad?

Un cordial saludo.

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Ud. dice:

“Por ello si el alma espiritual fuese el principio vital de la vida biológica del cuerpo, en el caso de no haber pecado Adán, al permanecer siempre unida el alma al cuerpo, ésta siempre hubiese dado la vida al cuerpo, y por tanto Adán hubiese sido, de no pecar, inmortal por naturaleza, en cuyo caso es absurdo que Dios para hacerle inmortal le concediese además el don especial y preternatural de la inmortalidad.”

Su razonamiento supone este principio:

“Si el principio vital es inmortal, entonces permanece siempre unido al cuerpo, salvo intervención sobrenatural divina.”

¿Cómo demostraría Ud. esta proposición?

Porque sin demostrar esta proposición, todo su razonamiento se cae, y entonces no hay motivo alguno para decir que es contradictorio que el alma inmortal sea principio vital del cuerpo humano.

Aquí no se trata de que Ud. no pueda ver cómo se resuelve una contradicción, sino que Ud. tiene que poder ver cómo sería contradictoria la separación natural del alma inmortal que es principio vital, del cuerpo que anima.

Sin ver claramente esto, Ud. no podría percibir contradicción alguna en la tesis que defiende el tomismo.

Recuerde que si el principio vital es inmortal, entonces él mismo, o sea, el alma, no puede naturalmente morir, pero eso no quiere decir que el cuerpo, integrado por alma y materia, no pueda naturalmente morir, al separarse por razones naturales el alma de la materia.

Esas razones naturales ya dije cuáles son en una respuesta anterior: la prevalencia de las causas que tienden a la disolución y destrucción del cuerpo, sobre el alma, que tiende a su unión y permanencia.

Sin duda, que mientras el alma inmortal informa al cuerpo, éste no puede morir, pero ¿porqué, naturalmente hablando, debería seguir informándolo siempre?

Para poner un ejemplo: si un foco de luz es inagotable, de modo que ilumina de suyo para siempre, mientras una pared esté expuesta a ese foco, estará iluminada. Y si está expuesta para siempre, sin fin, estará iluminada para siempre. Pero si destruimos esa pared, cesa la iluminación.

Se podría objetar:

"“Destruir al cuerpo” es hacer que el alma inmortal se separe de él. Por tanto, es tautológico decir que el alma inmortal puede separarse del cuerpo si el cuerpo es destruido."

Respuesta: “Destruir el cuerpo…etc.”: Metafísicamente: Concedo. Físicamente: Niego. Físicamente hablando, destruir el cuerpo es simplemente causar la separación física de sus partes orgánicas, lo cual tiene como consecuencia la separación metafísica de alma y cuerpo.

Por eso, de nuevo la pregunta: ¿Cómo demuestra Ud. que el alma inmortal, si es principio vital del cuerpo, no puede separarse, naturalmente hablando, de él?

Saludos cordiales.
12/08/14 1:09 PM
  
Horacio Castro
Néstor. Sobre la separación de cuerpo y alma. De vez en cuando intento enterarme de alguna definición científica ajena a nuestra fe, para la diferencia, entre el cuerpo de un ser vivo respecto al mismo cuerpo cuando muere, que no sea insuficiente,- p. ej. el paro cardiorrespiratorio, la extinción del proceso homeostático o la imprecisa desorganización-, ni alguna aporía. Otra de las consecuencias de la actitud indigna de José Ignacio González Faus- además de favorecer alguna justificación para el aborto provocado y el infanticidio-, es la confusión que genera en gente incauta. Temo que los ateos en cualquier momento se adueñen del término alma para significar a su arbitrio, con parecidas consecuencias nefastas como ya están logrando distintos ideólogos con: “persona, matrimonio, paternidad – maternidad, familia, sexualidad, derecho, tolerancia, igualdad, sacerdocio, misericordia”, etc. Muchos van avanzando sobre nuevos significados para el Evangelio y los sacramentos. Te saludo.
12/08/14 10:56 PM
  
Horacio Castro
Olvidaba mencionar especialmente el término "preembrión", una simple palabra que abre la puerta para la justificación indiscriminada del infanticidio, como dice en un comentario Juan Francisco.
12/08/14 11:10 PM
  
enric
Poco a poco, intento responder y matizar partiendo de la primera pregunta.
La inteligencia ¿es algo de la mente, o del alma? ¿El alma tiene inteligencia o no la tiene? Si no la tiene, la mente es superior al alma.

La inteligencia suprema se encuentra en el alma.
El alma es Espíritu individualizado, es la naturaleza verdadera e inmortal del ser humano.
Cuando el alma asume las limitaciones materiales del cuerpo se le llama ego; pero cuando se contempla como un reflejo del Espíritu, se le llama propiamente alma.

En nuestra alma reside la semilla de la imagen y semejanza de Dios y por tanto es perfecta. Es decir: la semilla de la perfección existe en nuestro interior.
El destino final de la perfección es el árbol que se encuentra dentro de la semilla; siempre está allí, y sólo necesita las condiciones adecuadas para desarrollarse, cumpliendo entonces su destino. Al desarrollar la semilla expresamos la singularidad de nuestra alma y nuestra vida es plena en sintonía con la Voluntad de Dios.

Nuestra mente supraconsciente conecta con el alma, fuente de la inteligencia suprema .
Nuestra mente consciente se aferra más a los sentidos, a la subconsciencia, al ego. La inteligencia (en la mente consciente) queda limitada por el ego, los instintos y no ve más allá de las necesidades materiales.

El ego y la mente sensorial nos atraen hacia la materia y nos acaban esclavizando mediante los deseos, apegos, tendencias y estados de ánimo negativos que inducen al pecado.
La inteligencia y el amor puros que se desarrollan mediante la mente supraconsciente nos acercan hacia Dios que es Amor e Inteligencia Suprema.
Cada día es como una lucha entre el alma y el ego, entre:
- Los buenos y malos hábitos.
- El perdón y la ira.
- La bondad y la crueldad.
- La templanza y la codicia.
- El autocontrol y la sensualidad.
- La humildad y la soberbia.
- Los deseos espirituales y materiales.
- La conciencia del alma y la conciencia del ego.

Al final del día debemos plantearnos qué ha estado presente y sentir la alegría de cada día estar más cerca de Dios.

Un abrazo.


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Estamos de acuerdo en que la inteligencia se encuentra en el alma.

Pero el alma no es la naturaleza del ser humano, sino el compuesto de alma y cuerpo.

El cuerpo es parte de la naturaleza del hombre. La unión del alma con el cuerpo no es artificial ni antinatural, ni violenta, sino natural.

La limitación no le viene al alma del cuerpo, sino que es esencialmente limitada precisamente porque su naturaleza es animar un cuerpo material y más profunda y simplemente, porque el alma humana no es Dios, sino que es un ente finito.

El “yo” tampoco es que sea esencialmente malo. Sin “yo” no hay persona.

Una semilla, por serlo, es imperfecta. Es solamente en potencia el árbol adulto, y la potencia es menos perfecta que el acto. El árbol adulto no está en acto dentro de la semilla, ésta posee solamente la potencialidad de llegar a ser un árbol adulto. De lo contrario el desarrollo del árbol sería un simple aumento de tamaño, como con una lupa.

Es verdad que la semilla es de la misma naturaleza que el árbol adulto, porque de lo contrario se podría plantar una semilla de naranjo y brotar un manzano.

Pero el alma humana no es de la misma naturaleza que Dios, porque es una realidad creada.

La única inteligencia de la que tenemos conciencia, por definición, es la inteligencia consciente, y con ella hacemos bastante más que ocuparnos de nuestras necesidades materiales.

Por ejemplo, somos conscientes de esta discusión que estamos teniendo, y con ella no vamos a satisfacer necesidad material alguna. Con la inteligencia consciente, en efecto, nos ocupamos de muchas cosas totalmente “teóricas” e “inútiles”, como la filosofía, la teología, la historia de la literatura indonesia, etc.

La materia no es mala, porque es creada por Dios, y todo lo que Dios crea es bueno. Los deseos tampoco son todos de origen material. Los ángeles tienen deseos, y el demonio es un ángel que no quiso encauzar adecuadamente los suyos. Son deseos espirituales (ud. mismo reconoce su existencia, por lo visto): de poder, de gloria, de excelencia, de sabiduría, de amor, etc.

Y así, siendo puramente espiritual, el demonio pecó, porque el mal moral sólo es posible donde hay una voluntad dotada de libre albedrío, y tal voluntad sólo es posible en un espíritu, de modo que el espíritu no necesita en principio un cuerpo para pecar, y si está unido a un cuerpo, como es el caso del alma humana, es él el que hace pecar al cuerpo.

Saludos cordiales.
13/08/14 10:50 AM
  
Pepito
Estimado Nestor:

Ante todo le agradezco que preste su paciente atención a mi argumento, a pesar de que se refiere a un tema, el del alma espiritual humana como principio vital del cuerpo, que se sale un tanto del tema principal de este post, aunque tiene repercusión con él.

Vd. me emplaza muy acertadamente a que demuestre que "si el principio vital es inmortal, entonces permanece siempre unido al cuerpo, salvo intervención sobrenatural divina."

Y ello, aunque no es facilmente demostrable por la mera filosofía, es a mi juicio facilmente demostrable por lo que sabemos por la Fe.

Efectivamente, sabemos por la Fe que la muerte es castigo del pecado original, pues ya en el Génesis dijo Dios a Adan que el día en que comiese del fruto prohibido del arbol de la ciencia del bien y del mal ciertamente moriría.

Asimismo nos dice San Pablo, si mal no recuerdo, que "el salario del pecado es la muerte" y que "por el pecado entró la muerte en el mundo."

Por tanto es evidente por la Sagrada Teología, aunque no tanto por la mera filosofía, que es el pecado original de Adán la causa fundamental de la muerte humana y por tanto de la separación del alma del cuerpo que ella implica.

Por consiguiente es cierto por la Sagrada Teología que de no haber pecado Adán la muerte no le habría acontecido al hombre ni por tanto la separación del alma del cuerpo.

Por consiguiente, de no haber mediado el pecado original el alma humana hubiese estado siempre unida al cuerpo, conforme al designio de Dios que la creó precisamente para que naturalmente estuviese unida al cuerpo, salvo caso de que el hombre incurriese en el pecado original.

Por tanto es evidente en base a la Fe que si Adán no hubiese cometido el pecado original el alma, conforme al designio de Dios, hubiese estado siempre naturalmente unida al cuerpo.

Si de hecho el hombre muere y el alma se separa del cuerpo es a causa del pecado y por tanto por un motivo sobrenatural, ya que el pecado en cuanto ofensa a Dios tiene carácter sobrenatural con la pérdida del bien sobrenatural de la Gracia.

Por tanto de no haber pecado Adán el alma nunca se hubiese separado del cuerpo, conforme al designio de Dios, y por ello en caso de ser el alma principio vital del cuerpo siempre hubiese estando dando la vida al cuerpo.

Pero en tal caso el cuerpo humano hubiese sido inmortal de manera natural, es decir, por participar naturalmente de la inmortalidad de su alma espiritual y principio vital, y no por el don especial y preternatural de la inmortalidad que sabemos de cierto por la Fe que le fué concedido por Dios para ello.

En consecuencia, afirmar que el alma espiritual e inmortal humana es principio vital del cuerpo se opone, a mi juicio, a la Fe, por cuanto convierte en superflúo el don especial y preternatural de la inmortalidad que sabemos que Dios concedió al hombre precisamente para hacerle inmortal en el mismo estado de inocencia o de justicia original.

Mi argumento se basa más bién en verdades de Fe que en verdades de mera filosofía. Creo que la Fe es superior a la filosofía, aunque sea la aristotélica, y que en caso de conflicto entre ambas se debe optar por lo que nos enseña la Fe dejando en cuarentena lo que nos dice la mera filosofía.

Un cordial saludo.

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Me parece que hay una confusión.

Veamos: La doctrina de la Iglesia dice que el alma espiritual es principio vital del cuerpo humano.

Ud. lo niega, con el argumento de que si así fuese, como el alma espiritual es inmortal, el cuerpo no moriría nunca, por solas razones naturales, y entonces no habría sido necesario el don sobrenatural de la inmortalidad dado a los primeros padres.

Yo respondo que aún siendo el alma humana inmortal y principio vital del cuerpo, la muerte es algo natural, no por parte del alma, ciertamente, que es de suyo inmortal, sino de parte del cuerpo, que llega a ser inepto para la información por parte del alma espiritual, por ejemplo, si se lo destruye violentamente del modo que sea, o si se desgasta progresivamente en forma no violenta hasta pasar cierto límite.

De modo que de todas formas hacía falta el don sobrenatural de la inmortalidad dado a los primeros padres. Y como Ud. en su razonamiento en contra de esta tesis da por supuesto que de ser el alma inmortal principio vital del cuerpo, no se separaría nunca de él por razones naturales, yo le pido que demuestre ese supuesto, sin el cual Ud. no puede ver contradicción alguna en la enseñanza de la Iglesia.

A saber, el supuesto que dice que "si el principio vital es inmortal, entonces permanece siempre unido al cuerpo, salvo intervención sobrenatural divina", que sería, por ejemplo, el castigo por el pecado.

Fíjese que en mi pregunta no hablo del alma espiritual, sino del "principio vital", en la hipótesis de que sea inmortal.

Lo que Ud. me responde es que dado que por la fe sabemos que la muerte es consecuencia del pecado, eso quiere decir que la muerte, o sea, separación del alma espiritual y el cuerpo, no se hubiese dado por razones naturales.

Pero para que su argumento funcione, es necesario que por la fe sepamos, entonces, que el alma espiritual es el principio vital del cuerpo, y que se ha separado del cuerpo por el pecado del hombre, de tal modo que sin ese pecado no se habría nunca, naturalmente, separado de él.

¡Pero para eso debería Ud. admitir, como vemos, que la fe nos enseña que el alma espiritual es principio vital del cuerpo, que es justamente lo que Ud. quiere negar!

Por eso le repito mi pregunta: ¿Cómo demuestra Ud. que si el principio vital del cuerpo humano es inmortal, es naturalmente inseparable de ese cuerpo humano, de modo que no habría hecho falta el don de la gracia sobrenatural a los primeros padres para tener la inmortalidad, antes del pecado?

Saludos cordiales.
14/08/14 12:04 AM
  
enric
Está claro que tenemos puntos de vista diferentes. Aunque también coincidimos algo.

Mi punto de vista es muy próximo al enfoque de Juan del Carmelo. Copio y pego unos pasajes en el que detalla bien lo que es el alma, lo que es el cuerpo humano y el cuerpo glorioso..... Para leer la glosa completa: Maravillas de nuestra alma copiar y pegar esta dirección:
www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=20313&mes=2&ano=2012

"Nuestra alma fue creada directamente por Dios a diferencia de nuestro cuerpo, que fue creado por nuestros padres, utilizando la facultad que a este respecto Dios ha concedido a todo hombre y mujer. Como sabemos Dios es espíritu puro, tal como lo es nuestra alma, y es por ellos que es nuestra alma y no nuestro cuerpo, es la que se relaciona con Dios, porque es ella y no nuestro cuerpo, la que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. “Y dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”. (Gn 2,26). Nuestro cuerpo no es semejante a Dios, sencillamente porque Dios carece de cuerpo, Dios no es materia, es Espíritu puro, Espíritu de Amor y Luz.
Ella, nuestra alma, como perteneciente al orden del espíritu, al orden de lo espiritual, es eterna sea para bien o para mal ella nunca desaparecerá, nunca morirá a diferencia de nuestro cuerpo que perteneciente a un orden inferior que es el de la materia, ineludiblemente desaparecerá, aunque reaparecerá convertido en un cuerpo glorioso, tal como lo es el de Jesucristo....
Nuestro futuro cuerpo glorificado será eterno, carecerá de necesidades materiales y gozará de unas cualidades desconocidas por nosotros, cuales son: claridad, agilitad, impasibilidad y sutileza. En virtud de la claridad, nuestros cuerpos brillarán resplandecientemente como todo cuerpo glorificado".


Un abrazo.

(Confío en que estemos de acuerdo en muchos puntos, aunque a lo largo de los comentarios también ha quedado claro que divergimos en varios matices)


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Sin duda, el espíritu es superior a la materia, porque los bienes creados proceden de Dios según una jerarquía, de mayor o menor participación en la plenitud del Ser y del Bien que está solamente en Dios.

Y el espíritu implica una mayor participación en el ser, y por tanto, mayor perfección, que la materia.

Pero “menos perfecto” no quiere decir “malo”, pues nunca puede ser mala una participación en el Ser y el Bien que es Dios mismo, por más bajo que sea su lugar en la jerarquía de las participaciones creadas.

No es que nuestro cuerpo haya sido “creado” por nuestros padres, porque sólo Dios puede crear.

Nuestros padres son causas de nuestro ser en cuanto a sus elementos materiales, y Dios crea-infunde directamente el alma espiritual.

Tampoco se puede decir que nuestra alma sea “eterna”, porque lo eterno no tiene comienzo ni fin, mientras que nuestra alma comienza a existir cuando Dios la crea. Es sí “inmortal”, porque no tiene fin naturalmente hablando.

Y en un sentido, tampoco nuestro cuerpo tendrá fin, en última instancia, aunque sin duda ha de pasar por la muerte, porque, como se ve en el texto que Ud. envía, ha de resucitar el último día para estar eternamente con Dios en el Cielo o eternamente separado de Dios en el infierno.

Esa misma glorificación y divinización del cuerpo en la resurrección de los justos muestra que ni el cuerpo ni la materia son esencialmente malos.

No creo que haya dos personas en este mundo que estén en desacuerdo en todos los puntos, el asunto es que la verdad es una sola, y lo importante es estar en la verdad.

Saludos cordiales.
19/08/14 10:19 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Por favor no cierre todavía este post, pues estoy madurando un argumento para demostrarle lo que Vd. me demanda, que "si el principio vital del cuerpo humano es inmortal, es naturalmente inseparable del cuerpo."

Un cordial saludo.
21/08/14 12:56 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Trataré de demostrarle lo que Vd. pide: Que si el principio vital del cuerpo humano es inmortal, es también naturalmente inseparable del cuerpo humano.

Si el principio vital del cuerpo humano es inmortal es evidente que de suyo o en cuanto a su propia naturaleza nunca dejaría de existir, a no ser que Dios lo aniquilase; y como la operación sigue al ser, tampoco dicho principio vital dejaría nunca, en lo que es de su parte o propia naturaleza, de dar o causar la vida al cuerpo.

Por tanto es claro que al principio vital inmortal le pertenece de manera natural o de suyo el estar siempre dando la vida al cuerpo, y por tanto en lo que es de su parte estaría también siempre unido naturalmente al cuerpo por la misma operación causal de darle la vida.

Creo que esto también lo admite Vd., pues en alguno de sus comentarios dijo que por parte del principio vital inmortal no hay inconveniente en permanecer naturalemnte siempre unido al cuerpo informádolo, y que el inconveniente o imposibilidad para ello no proviene del mismo principio vital inmortal sino por parte del cuerpo, que al ser de suyo mortal sufre ciertas operaciones, como la de su propio desgaste físico, que ocasionan finalmente su deterioro y muerte.

Pero hay que tener en cuenta que si el principio vital es inmortal es también espiritual, ya que el alma humana, que según Vd. es principio vital del cuerpo, es espiritual, y además todo lo que por naturaleza es inmortal tiene que ser también espiritual.

Por consiguiente, si el principio vital del cuerpo humano fuese el alma humana espiritual, como Vd. afirma, al ser el alma espiritual sería naturalmente superior y más excelente que el cuerpo humano, y como la operacíón sigue al ser, resultaría que la operación vital por la que el alma causa la vida al cuerpo sería también superior, mas excelente y potente, que las operaciones del cuerpo mortal por las que éste tiende a desgastarse, deteriorarse y finalmente morir.

Es decir sería, en tal caso, superior la potencia del alma espiritual e inmortal en su operación de causar la vida del cuerpo que las operaciones del cuerpo mortal tendentes a causar su muerte, por lo cual el cuerpo nunca podría morir, no a causa de su propia naturaleza, que es mortal, sino a causa del principio vital espiritual cuya operación vitalizadora se superpondría a las operaciones por las que el cuerpo se deteriora de tal manera que éstas no prevalecerían ante la mayor potencia operativ del principio vital espiritual e inmortal.

Así pues, queda demostrado que si el principio vital del cuerpo humano fuese espiritual e inmortal, siempre permanecería naturalmente unido al cuerpo, ya que al ser inmortal nunca dejaría, en lo que es de su parte o propia naturaleza, de existir ni de operar causando la vida al cuerpo, y por ser espiritual la operación causal por la que da la vida al cuerpo sería más potente y prevalecería sobre las operaciones por las que el cuerpo corpóreo y mortal tiende de suyo naturalmente a la muerte.

Así pues, si el alma humana espiritual e inmortal fuese la causa de la vida del cuerpo humano, siempre el cuerpo y el alma permanecerían naturalmente unidos, por las razones ya dichas, y por tanto el hombre sería inmortal por naturaleza: el alma sería inmortal de suyo y el cuerpo por participar de la inmortalidad del alma por razón de ser ésta su principio vital.

Así pues, si el hombre sería naturalmente inmortal, no le sería necesaria a Adán, ni antes de cometer el pecado original ni tampoco después de cometerlo, ninguna gracia o don especial o preternatural de la inmortalidad, ya que gozaría de ella por su propia naturaleza tanto antes como después de cometer pecado, ya que sabemos que Dios no privó a Adán de su alma espiritual e inmortal por cometer el pecado original y por tanto, de ser ésta principio vital del cuerpo, Adán hubiese seguido siendo inmortal por naturaleza.

Por tanto, afirmar que el alma espiritual e inmortal humana es causa de la vida del cuerpo va contra de la Revelación, que nos dice que Adán no era inmortal por naturaleza sino por el don especial y preternatural de la inmortalidad, y también de la filosofía que nos dice, como antes he demostrado, que si el alma humana espiritual e inmortal fuese la causa de la vida del cuerpo el hombre nunca moriría.

Un cordial saludo.

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Con este argumento todo viviente sería naturalmente inmortal, porque el principio vital, sea espiritual o no, siempre es superior al cuerpo, ya que es él quien vivifica al cuerpo, y no a la inversa, y los cuerpos que no tienen principio vital por ello mismo no tienen vida, y son por tanto inferiores a los cuerpos vivientes.

Hablando con más propiedad: “cuerpo” es la sustancia corpórea, compuesta de materia y forma, la forma, en los vivientes, es el principio vital, llamado "alma", que así es una parte (metafísica) del cuerpo.

En rigor el viviente no se compone de alma y cuerpo, sino de alma y materia: el cuerpo es el compuesto de los dos, la sustancia, o sea, el viviente mismo, que en el caso del hombre está animado por un alma espiritual.

La forma es superior sin duda a la materia, como el acto lo es respecto de la potencia.

Respecto del “cuerpo”, la forma no es que sea superior, sino en todo caso su parte más perfecta, su parte actual y determinante de su otra parte, que es potencial, y que es la materia.

Por otra parte, las operaciones que tienden a la destrucción del cuerpo viviente no es que sean operaciones del cuerpo, a no ser por accidente, son más bien operaciones de agentes externos que obran sobre el cuerpo.

Saludos cordiales.
23/08/14 3:03 AM
  
Pepito
Estimado Néstor:

De acuerdo en que todo principio vital es superior al cuerpo, ya que el principio vital opera o actúa, por definición, causando la vida del cuerpo.

Pero el principio vital en los seres vivos vegetales y en los animales irracionales o brutos, no es algo substancial que pueda subsistir en sí mismo, y por ello al morir el vegetal o el bruto animal, el principio vital deja de existir.

En cambio, en el ser humano sabemos, tanto por la Filosofía como por la Revelación, que el alma es una substancia de calidad espiritual, inmortal e incorruptible, y por ello aunque el cuerpo humano muera, el alma subsiste o sigue existiendo en sí misma separada del cuerpo.

Por tanto en los vegetales y animales brutos el principio vital no es una substancia, y por ello su superioridad sobre el cuerpo o la materia del cuerpo no es substancial y cualitativa sino meramente operativa, mientras que en el ser humano el alma es una substancia de calidad espiritual, y por tanto su superioridad sobre el cuerpo o la materia del cuerpo no sería sólo operativa sino también substancial y cualitativa.

Por tanto, aunque es cierto que todo principio vital es superior a la materia, sinembargo el de los vegetales y los brutos lo es solamente de modo operativo pero sin calidad espiritual, mientras que el alma humana, en caso de ser principio vital del cuerpo, tendría una superioridad operativa pero además de calidad espiritual, por lo cual las operaciones de la materia que son naturalmente de inferior calidad operativa no podrían impedir la operación vital del alma y por tanto hacer que muriese el cuerpo.

Como de hecho el cuerpo humano muere, entonces es que el alma humana, que es substancia de calidad espiritual, no puede ser principio vital del cuerpo.

Además hoy en día sabemos por las ciencias positivas (medicina, genética, embriología, etc.) que el mero material genético presente en el espermatoziode y el óvulo basta, una vez que ambos se han fusionado dando lugar a la fecundación, para que desde ese mismo momento exista un nuevo ser humano vivo.

Por lo cual, según los datos de la ciencia positiva, basta con la aportación genética paterna y materna, fusionadas en el momento de la fecundación, para causar la nueva vida en su sentido meramente biológico; y por tanto aplicando el principio de que lo que puede explicarse por lo menos no necesita explicarse por lo más, sería innecesaria el alma humana espiritual como causa de la vida en el sentido meramente biológico.

Un cordial saludo.

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En todo caso, la superioridad sustancial del alma sólo importará a nuestro tema en la medida en que pueda traducirse en la operación por la cual el alma vivifica al cuerpo.

Las operaciones de la materia son de inferior calidad operativa, no solamente respecto de la operación del alma espiritual, sino también respecto de las operaciones de las almas de los seres irracionales, pues estos son seres vivos y un ente inanimado no lo es.

Y la vida tiene respecto de lo inanimado una superioridad sustancial análoga a la que el espíritu tiene respecto de lo que es puramente material, pues el alma, principio vital, es la forma sustancial de estos vivientes.

Y sin embargo, una piedra que cae sobre un perro puede matarlo. ¿Cómo lo que carece de alma, y es por tanto inferior a cualquier alma, aún solamente vegetativa, puede impedir la operación de lo que lo supera, y lo supera sustancialmente, a saber, el alma vegetativa o sensitiva?

Pues de la misma manera las fuerzas materiales que destruyen el cuerpo impiden la acción vivificadora del alma espiritual.

El mero material genético no puede bastar para que exista un ser humano, porque entonces no sería esencial al ser humano el alma espiritual.

Saludos cordiales.
02/09/14 3:19 AM
  
JUAN NADIE
Si aplicamos el razonamiento de Gonzales Faus a un subnormal, lo que ahora se llama sindrome de down, entonces, ese pobre que no tiene "futuro" en el sentido que el aplica en su ensayo, es decir, que no puede evolucionar, hata convertirse en una persona "normal" en el sentido de disponer de todas sus capacidades como los demas, ¿sería persona?. Según su razonamiento habríamos de concluir que no, y por tanto se podría decir en sus palabras que no es lo mismo matar a una persona normal que a un individuo con el sindrome de down. Y tirando por elevación y continuando con ese razonamiento, ¿porque detenernos solo en los subnormales, porque no seguir con los paralíticos, los cojos, los mancos y porque no los feos, todos aquellos que no aportan nada a la sociedad? ¿habremos de considerarlos personas? Y si seguimos con el razonamiento podríamos preguntarnos, ¿son los judios, los gitanos y los negros personas? total como son diferentes, aunque solo sea porque son "otros". En fin, yo creo que un feto es persona desde su concepción, tanto sin finaliza bien como si tiene sindrome de down, y como hombre y persona goza del amor de Dios, y por tanto de su dignidad y nadie tiene el derecho de arrebatarle su vida y menos su madre, por molesto que sea. Y es que los hijos son molestos, de pequeños lloran, cagan y dan la lata y de mayores son peores, y en todo el tiempo son una fuente inagotable de gasto, pero son personas. Para mi no existe ninguna diferencia entre matar a un feto o a una persona, o mejor dicho si existe, el pobre feto es lo mas inocente y lo mas indefenso del mundo.

El problema del aborto es un problema de democracia, hay que dar voz al feto para preguntarle que opina, hay que dejar que nazca y preguntarle si le parece bien que le arranquen la cabeza con unas tijeras o le maten introduciendole en una cuba de toxicos químicos. Ni siquiera a los condenados a muerte en EEUU se los mata así.

Este Gonzales Faus parece lo que los antiguos coumunistas llamaban los "compañeros de viaje" de la revolución, es decir de la toma del poder, tontos o "listos" algunos bienintencionados, que les hacían el juego. ¿Se imagina alguien a Cristo alentando a una embarazada a abortar, por cualquier causa?
25/09/14 4:13 PM
  
juan nadie
Un pequeño añadido:
Es curioso como en el sistema legal al menos en apariencia prevalece el principio: INDUBIO PRO REO, es decir que incluso aunque se trate de un delincuente siempre en caso de duda se le favorece. Me parece increible que un sujeto como el tal Faus, con la supuesta formación que tiene, tenga dudas sobre si el feto es o no persona, y mucho mas cuando realizar este tipo de supuestas elucubraciones en público lo único que hace es sembar confusión en los incautos y dar munición teórica a los partidarios del asesinato de embriones para alimentar su ruido sangriento y su ceremonia de la mentira.
Incluso aunque tuviese dudas razonables, que no existen, debería fallar a favor del indefenso.

¿Cuando se es persona, cuando se respira, cuando se come, cuando se es plenamente autónomo, cuando se es independiente, cuando se tiene sentido común y raciocinio? He conocido a sujetos de edad provecta a los que me cuesta considerar personas. Tal vez es que el tal Faus no haya llegado a ser persona y por eso les aplica a los demas su propia carencia. ¿Quien es el para repartir, aunque sea a modo de elucubración, patentes de persona?.

Yo preferiría que el tal Faus y todos los de su cuerda se salieran de la Iglesia y montaran su chiringuito, y así al menos no confundian a nadie.

Ya dice el evangelio el que a hiero mata a hierro muere, y todos estos cooperadores del holocausto abortista son complices en distinto grado del mismo. Yo no soy ningún modelo de santidad, ni de nada, y tengo mis propias cargas, pero gracias a Dios no tengo esa, y no me gustaría estar en su pellejo, para tener que rendir cuentas, que lo haran, y duramente, ante el de Arriba. Nadie nos escapamos de ello, porque hay muchos religiosos y sacerdores que parece que viven como si no tuviesemos de que dar cuenta de nuestros actos.
28/09/14 5:40 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

De todas formas, el alma del animal irracional o bruto no es en sí misma substancia de calidad espiritual, por eso su operación vital no tiene calidad espiritual. Se trata de una superioridad como mero principio metafísico operativo, pero sin calidad espiritual.

Por el contrario, el alma humana es en sí misma substancia de calidad espiritual, y por eso su acto operativo de dar la vida al cuerpo tendría no sólo una superioridad meramente metafísica operativa sino tambien una superioridad operativa de calidad espiritual.

Por consiguiente, de ser el alma humana principio vital, su operación sería superior operativa y cualitativamente a las operaciones de la materia tendentes a causar la muerte y por tanto éste naturalmente nunca moriría.

Más aún, al no ser el alma del bruto una substancia en sí misma, entonces en sí misma no tiene propiamente hablando calidad alguna, pues la calidad no puede darse sino en aquello que es substancia. Por tanto no se puede decir que el alma del bruto tiene superioridad cualitativa, sino meramente operativa, respecto a la materia del cuerpo que vivifica.

De acuerdo con que el mero material genético no basta para que exista el ser humano, hace falta también el alma espiritual e inmortal, pero ello no quiere decir que forzosamente el alma sea la que da la vida física o en sentido biológico al cuerpo y que no baste para ello el mero material genético dado por los padres humanos.

Al cuerpo animal vivo engendrado así por los padres humanos, Dios le infunde desde el primer momento de la fecundación el alma espiritual e inmortal, que hace que tal cuerpo engendrado por los padres sea ser humano.

De tal modo que, si Dios no infundiese el alma, los padres humanos de suyo no engendrarían un ser humano sino un mero ser animal vivo. Pero Dios es fiel en sus decretos y ha querido que siempre que unos padres humanos engendran un ser animal vivo a éste Dios también ipso facto le infunde el alma espiritual haciéndole así ser animal vivo y humano.

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Contra esto, un cuerpo viviente no es un cuerpo humano, sino porque su vida es vida humana. Por tanto, si es el alma espiritual la que hace que el cuerpo viviente sea humano, es ella la que hace que la vida de ese cuerpo sea humana, y eso implica, que el alma espiritual es principio vital de ese cuerpo.

En cuanto a la calidad espiritual del alma humana, no puede, en tanto que espiritual, comunicarse al cuerpo, pero al mismo tiempo, por ser espiritual, incluye eminentemente las perfecciones de las formas inferiores, y son esas perfecciones, de vida sensitiva y de vida vegetativa, las que comunica al cuerpo.

Son las mismas perfecciones por las que viven los cuerpos vivientes irracionales, y por tanto, el ser humano está naturalmente sujeto a la muerte igual que ellos.

Y así se explica que con la muerte, separación del alma espiritual y el cuerpo, se corrompan las vidas vegetativa y sensitiva, y siga existiendo la vida propiamente espiritual.

Saludos cordiales.
04/10/14 12:20 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Si es el alma espiritual la que causa la vida biológica, entonces los padres no la causan, y por tanto no tiene sentido llamarles verdaderamente padres. ¿Que sentido tiene llamar padres a los que no nos causan realmente la vida biológica, ya que lo hace el alma?

Si los padres humanos no causan la misma vida física o biológica del hijo, sino que que lo hace el alma, entonces no se les puede llamar realmente padres. Como mucho nos darían la materia para la vida, pero no la vida misma, ya que según Vd. la causaría el alma.

Si queremos en verdad llamar padres a los que nos engendraron, tenemos que conceder que ellos nos causan la vida biológica, y si decimos que es el alma la que nos causa la vida, entonces es a ella a la que debemos de llamar padre y madre.

Agradezco sus argumentos y su interés en este tema, pero no me acaba de convencer de que el ma humana sea causa de la misma vida biológica del hombre. Acepto por Fe lo que dice la Iglesia, pero los argumentos que se aducen no me convencen.

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La existencia en el hombre de un alma espiritual hace que la paternidad humana sea única en cualquier alternativa. Si decimos que la vida biológica se debe a otra alma, tenemos que admitir en todo caso que esa vida biológica no es humana, porque es claro que no se puede ser humano sin el alma espiritual. Y entonces los padres tampoco le darían al hijo la vida humana, lo cual suena por lo menos tan extraño como decir que no le dan la vida biológica.

De todos modos el hijo de esos padres, según ese criterio, no sería humano, porque es claro que no se puede ser humano sin el alma espiritual. De lo contrario ésta quedaría reducida a la categoría de mero adorno accidental y contingente del ser humano.

Por eso es mejor reconocer sin más que en el caso especial, como siempre, del ser humano, el padre es el que trasmite al hijo la parte material de su naturaleza, recibiendo éste directamente de Dios la parte espiritual de la misma.

Porque es claro, además, que el alma espiritual es parte de la naturaleza humana, y de todos modos tendremos aquí, entonces, un padre que no trasmite al hijo, en su totalidad, su misma naturaleza.

Saludos cordiales.
05/11/14 12:03 PM

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