"Jesús no condena a nadie"
“Jesús no condena a nadie". Esta afirmación tan rotunda, ¿es cierta? Y, en caso de serlo, ¿en qué sentido? ¿Tiene un valor absoluto, viniendo a significar para tanta gente que “nadie se condena, que nadie está condenado, que el infierno está vacío porque nadie va"?
Que Dios -que Jesús- no condena a nadie es verdad. ¿En qué sentido? En el de que la Voluntad de Dios, expresada visible y eficazmente en la entrega de su Hijo en favor nuestro, “por nuestra salvación", es una verdad de Fe, contenida y proclamada -rezada- en el Credo por todos los católicos. De hecho, no hay ni una sola escena del Evangelio en el que se vea y se oiga a Jesucristo condenar a nadie. Y eso que a veces es muy explícito con su calificativos, como cuando le dice a Pedro: “¡Apártate de Mí, Satanás, que me escandalizas!". Pero no le condena.
Por otro lado, esto no significa que todo es jauja -¡viva la pepa!-, porque no lo es. Son numerosísimas las veces en las que Cristo se refiere al Cielo: tantas, al menos, como en las que hace referncia al Infierno. Luego si podemos y debemos afirmar que el Cielo existe -lo ha dicho Él-, por la misma razón hemos de afirmar y admitir que el Infierno existe: lo ha dicho Él.
De hecho, no es un tema que haya dejado en un rincón oscuro, o que haya barrido bajo la alfombra: lo manifiesta por activa y por pasiva, a lo directo -en un lenguaje que no admite otra interpretación que la literal-, y en parábolas cuya conclusión es exactamente esa: que hay Cielo y que hay Infierno; porque hay bendición para unos y maldición para otros. “El que crea se salvará; el que no crea se condenará", por poner un ejemplo entre muchísimos. Lo mismo que cuando habla del Juicio Final, donde separa -Él, por cierto- a unos de otros, “como el pastor separa a las ovejas de los cabritos". Y para nada los coloca en el mismo lugar, porque para nada han obrado de la misma manera, sino de modo opuesto unos y otros.
Entonces, si la Voluntad de Dios es salvífica, si la Redención obrada por Cristo es “universal y sobreabundante", ¿no es esto contradictorio con que haya Infierno y con que haya gente que se condene? Seria en una visión muy superficial, por no decir otra cosa. Y vamos a ello.
C.S. Lewis, que no es católico, se lo plantea; y se lo plantea en profundidad. Escribe: En el mundo hay dos clases de personas: aquellas que gastan su vida diciéndole a Dios “hágase Tu voluntad", y aquellas que gasta su vida diciéndole a Dios “hágase ‘mi’ voluntad". Éstas son las que se han metido en el Infierno, y han echado el cerrojo por dentro. Deja bien claro una serie de cosas, todas tan relacionadas entre sí que no pueden separarse, pues no se entendería nunguna de ellas por sí misma.
En primer lugar, Dios no “echa", “no tira” a nadie al Infierno: el Infierno no es la “venganza” de Dios Padre. Ni lo es ni lo puede ser, porque es un Padre amorosísimo: “Tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su propio Hijo".
En segundo lugar, la Salvación es fruto de la Redención obrada por Jesús, y nunca es solo obra nuestra: la “sola fides” no salva a nadie, de ahí lo desprestigiada que se ha quedado. Y siendo en sí y por sí “universal y sobreabundante", sin embargo “no obra nunca su eficacia sin nosotros". Como dice Jesús mismo: “Venid, benditos de mi Padre: porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis…". Por contra, también dice: “Apartaos de Mí, malditos, porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis…” Y remata: “E irán estos al fuego eterno, y los justos a la vida eterna".
Jesús vuelve a dejar claro que hay Cielo, que hay Infierno, y que hay gente que va al Cielo, y gente que va al Infierno. ¿El motivo de un destino u otro? La libertad personal: si hemos escogido vivir para lo que Dios mismo ha dispuesto para nosotros -la imitación de Cristo, la santidad personal, nuestra vocación de hijos de Dios queridísimos en su Iglesia, pisar donde Cristo ha pisado- o, por contra, vivir según nuestros propios baremos, que solo por casualidad podrían coincidir alguna vez con los suyos; porque, como Él mismo nos ha revelado: “Mis caminos no son vuestros caminos; mis sendas no son vuestras sendas". Y solo Cristo salva.
Esto, que nos lo ha dejado meridianamente claro Él mismo con su Pasión, Muerte y Resurrección, con integrarnos en su Iglesia, con dejarnos todos los caudales de Gracia que nos ha obtenido, con quedarsenos Él mismo “hasta el fin del mundo", y con enviarnos a su Espíritu Santo…, esto es lo que hay que aceptar para alcanzar el Cielo: ese Cielo que ya tenemos concedido por parte de Dios -como nuestros primeros padres tenían ya concedido el Paraíso -estaban metidos bien dentro-, y que solo se pierde por el pecado; como lo perdieron ellos, Adán y Eva, con su pecado.
Esto es lo que nos tenemos que creer: que “Dios que te creó sin tí, no te salvará sin tí", como nos dice san Agustín. Y como nos ha dicho Jesús: “el que crea se salvará; el que no crea se condenará".
Como dice el refrán castellano: “el que quiera peces…".
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Pero diría que hay también otro caso, y es el pecado que no puede ser perdonado, lo cual señala Cristo en un pasaje que aparece en varios evangelios:
"Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espiritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro" (Mt 12, 31-32)
"Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que estas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno." (Mc 3, 28-29)
"A todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará." (Lc 12, 10)
Desde luego, resulta difícil de encajar que haya un pecado de este tipo, pero ahí se dice y así será.
La duda que se me puede plantear no es, pues, si ese pecado existe o no, sino qué forma puede adoptar. Por ejemplo, ahora mismo se me ocurre que ese pecado tal vez pueda estar relacionado con la "corrupción" de que hablaba el Papa Francisco al decir aquello de "pecadores sí, corruptos no".
Es decir: no es lo mismo el pecador que, conociendo correctamente el Bien y el Mal, pecan, que aquel otro que ha invertido la escala de valores hasta creer bueno al Mal y malo al Bien (eso es a lo que el papa llama "corrupto" y no "pecador"). Esa inversión de valores sería la que hace pecar contra el Espíritu, la que hace llamar "malo" a quien es la personificación del Bien.
Tristemente, eso abunda mucho en nuestros días.
Un saludo.
Y en cuanto a que no habrá condenas, el mismo Jesús manifiesta exactamente lo contrario cuando dice: " Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles" (Mt. 25,41). Y no parece que sea una mera advertencia, sino que alude a que habrá gentes que por su resistencia a la conversión se condenarán para siempre.
La gran esperanza nuestra -como nos dice San Pablo- es saber con certeza que el que nos puede condenar es "Cristo Jesús, el que murió (por nosotros), sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (Rm. 8,34).
Teniendo un juez de tal naturaleza, tan parcial -digámoslo así- en favor de nosotros, tan misericordioso que hasta ha cargado con todo aquello que nos condenaba, "cancelando el acta de nuestra acusación y clavándolo en la cruz" (Col. 2,14), ¡Qué necios seremos si nos abocamos a la condenación!
salvan?». Él les dijo: 24 «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha,
pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. 25 Cuando
el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera
y llamaréis a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”. 26 Entonces comenzaréis a decir: “Hemos
comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
27 Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los
que obráis la iniquidad”. 28 Allí será el llanto y el rechinar de dientes,
cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas
en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera".
Yo creo que más claro imposible.
Saludos cordiales.
Cuando meditamos (Mt 7,21-27) , nos enseña que debemos obedecer la Voluntad de Dios,
21 »No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. 22 Muchos me dirán aquel día: «Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y hemos expulsado los demonios en tu nombre, y hemos hecho prodigios en tu nombre?» 23 Entonces yo declararé ante ellos: «Jamás os he conocido: apartaos de mí, los que obráis la iniquidad».
24 »Por lo tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca; 25 y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca.
26 »Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre necio que edificó su casa sobre arena; 27 y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: se precipitaron contra aquella casa, y se derrumbó y fue tremenda su ruina.
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Notemos que el versículo 22, un cristiano puede hacer incluso milagros, expulsar demonios, y puede condenarse.
Necesitamos edificarnos en la Roca, Cristo Jesús, si esto es así, ya el mundo no entrará en nuestros planes, precisamente porque hemos optado por el plan de salvación y obediencia a Dios en todo su sentido.
Las obras de caridad, el hacer siempre el bien, es uno de los requisitos para que el Señor nos conozca como aptos para la vida eterna. Pues así nos habla en el Evangelio de San Mateo (25,31-46).
41 Entonces dirá a los que estén a la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles: 42 porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber; 43 era peregrino y no me acogisteis; estaba desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis». 44 Entonces le replicarán también ellos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, peregrino o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te asistimos?» 45 Entonces les responderá: «En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también dejasteis de hacerlo conmigo. 46 Y éstos irán al suplicio eterno; los justos, en cambio, a la vida eterna».
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles»
Pero es que el Señor nos avisa que no vayamos por la vía del infierno, haciendo cualquier tipo de maldad. Si Cristo que en realidad quiere salvarnos, nosotros necesitamos poner todos los medios para ello.
Nuestro Señor Jesús y María Santísima no quiere que ninguno nos perdamos. Pues dejemos entrar en nuestro corazón, y colaborar con el Señor para nuestra salvación y la de todo el mundo. Salvación eterna o condenación, es la opción que el alma elige voluntariamente con sus obras, pensamientos, gestos. Obediencia a la Iglesia Católica o desobediencia. No hay término medio, no existe.
Y Jesucristo es Juez.
Así que Jesús puede condenar.
La condición de irremisible del pecado contra el Espíritu Santo, solo es en cuanto a impenitencia final. Desde luego no es absolutamente imperdonable (ver lo que dice Santo Tomás: hjg.com.ar/sumat/c/c14.html#a3, también ahí dice, un poco más arriba, las especies de ese pecado: desesperación, presunción, envidia del bien espiritual del prójimo, etc). Saludos.
Salut
Que sí o que no?
Dios le bendiga
Saludos cordiales.
Y si me lo permite, hay un punto donde la redacción no me parece la más adecuada:
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"Jesús vuelve a dejar claro que hay Cielo, que hay Infierno, y que hay gente que va al Cielo, y gente que va al Infierno. ¿El motivo de un destino u otro? La libertad personal:..."
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Esto así expresado podría interpretarse como que la salvación-condenación es un decisión libre del hombre, con Jesús siendo mero espectador. Pero yo estoy más que seguro que usted no piensa eso.
De Aberasturi: Ten la seguridad de que no es así. Si se lee "todo" el artículo es imposible sacar esa conclusión. Los artículos, si se trocean, se pueden hacer incomprensibles. La libertad personal es el artífice "próximo", supuesta, porque sin ella es imposible, la Redención obrada por Cristo: solo Él salva; pero sin nosotros esa salvación no es personalmente eficaz persona a persona. Pero para condenarse se basta uno a sí mismo.
Es dogma de fe que cristo vendrá como justo Juez y que todo el poder de juzgar se lo ha dado el Padre al Hijo.
Lo propio de un Juez es emitir condena de absolución o castigo, pero últimamente se nos presenta una teología un tanto extraña, pues este Cristo es irrelevante como Juez, dado que es la propia persona la que parece condenarse a sí misma al infierno y encima con penas de sentido (se entiende que uno sea criminal, pero no va unido al masoquismo de elegir el infierno y sus penas).
Por otro lado es dogma de fe que Dios es uno y Justo y que premia a los justos y castiga a los culpables. Está en san Pablo y está en Trento, bajo pena de excoumión a quien lo niegue. Tanto para castigos temporales como para las penas eternas.
Yo creo que es mejor siempre presentar la fe con toda su claridad. La falata de Temor de Dios está llenando el mundo de pecado.
Con todo respeto, Dios le bendiga.
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