(284) Concepto confuso de dignidad humana
1.- El concepto de dignidad humana, como el de persona, ha sufrido un desenfoque considerable por obra de algunos personalismos contemporáneos.
En general, podemos decir que las escuelas personalistas, en mayor o menor grado, confunden la dignidad ontológica del ser humano con su dignidad moral, y la dignidad moral con la dignidad sobrenatural. Parecen rechazar, en clave pelagiana o semipelagiana, y contra la tradición y la doctrina de la Iglesia, que esta dignidad divina pueda perderse.
—Malinterpretar el concepto de dignidad humana puede tener graves consecuencias doctrinales. Entre otras, la deformación de nociones clave de la moral cristiana, como son los conceptos de castigo, pena, delito, pecado, bien común, expiación, etc., que quedarían seriamente afectadas en su significado teológico y en sus implicaciones jurídicas y antropológicas.
2.- La dignidad de la naturaleza humana es una cosa, conforme enseña la Tradición: «Despierta, oh hombre y reconoce la dignidad de tu naturaleza: recuerda que has sido creado a imagen de Dios» (San León Magno, Sermón 27).
3.- Pero la dignidad moral es otra, conforme enseña la Tradición: «el hombre al pecar, se separa del orden de la razón y por ello decae en su dignidad humana…húndese en cierta forma en la esclavitud de las bestias» (Santo Tomás de Aquino, II-II, q.64, a. 2)
4.- El equívoco personalista consiste en creer que ambas son la misma, y que el ser humano conserva siempre intacta la dignidad moral. Sin embargo, ésta se reduce al cometer el mal.
5.- El ejercicio de la libertad moral, en relación al fin último, nos dice de la mayor o menor dignidad moral de una persona. Como lúcidamente distingue Leopoldo Eulogio Palacios:
«son sus obras concretas las que nos tienen que decir si un hombre es buena o mala persona, persona digna o persona indigna… se es malhechor o se es justo por algo diferente a la persona humana tomada en su aspecto ontológico» (Iglesia y libertad religiosa, Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1979 n°56, p. 295)
6.- Por todo esto, es un grave error «considerar la perfección ontológica como si fuera la perfección moral» (Miguel AYUSO, Libertad y dignidad, Verbo, Madrid 2003, n° 419/20, p. 857)
7.- Hay otra dignidad, superior aún a la dignidad ontológica, que es la dignidad sobrenatural del estado de gracia, —la dignidad de la justificación, la dignidad de ser justo y no pecador—, propia de los miembros vivos del Cuerpo de Cristo, dignidad que se recibe en el Bautismo y se recupera con la Confesión, porque se pierde con el pecado mortal.
De esta dignidad sobrenatural, de mayor valor que la dignidad ontológica, afirma Juan XXIII:
«si consideramos la dignidad de la persona humana a la luz de las verdades reveladas por Dios, hemos de valorar en mayor grado aún esta dignidad, ya que los hombres han sido redimidos por la sangre de Jesucristo, hechos hijos y amigos de Dios por la gracia sobrenatural y herederos de la gloria eterna» (Pacem in Terris, 10)
8.- No le basta al ser humano, para ser moralmente digno, su dignidad ontológica, puesto que está caído de la gracia, y por el pecado es inmundo a ojos de Dios, tiene su dignidad moral gravemente afectada, aunque ni su libertad ni su bondad creatural estan totalmente destruidas. Debe perfeccionarse moralmente mediante el buen uso de su libertad. Debe, ante todo, ser justificado. Y para ser justificado necesita de la gracia. Por eso el Concilio de Trento, en el decreto sobre la justificación, ses. 6ª. cap. 1, afirma: «es necesario conozcan todos y confiesen, que habiendo perdido todos los hombres la inocencia en la prevaricación de Adán, hechos inmundos, y como el Apóstol dice, hijos de ira por naturaleza»
9.- La dignidad ontológica que reclama en clave pelagiana el humanismo personalista no basta como dignidad moral, dado el estado actual del hombre adámico, necesitado de redención. Se precisa una dignidad sobrenatural. Es por esto que Pablo VI afirma:
«Se habla muchísimo de la dignidad de la persona humana a escala natural: ¡es hombre! Nivel que debería evitarnos las degradaciones animales, bárbaras e infrahumanas, a las que cede tan fácilmente nuestra civilización… pero esta dignidad está extraordinariamente superada por el nivel sobrenatural… el humanismo no nos basta… le falta aquel suplemento de fuerza y de sabiduría que sólo podemos hallar en el orden de la redención » (Audiencia general del 1 de octubre de 1969)
10.- Cuando el ser humano, por la apostasía personal o social, rechaza a Dios, pierde esta dignidad divina. Así lo enseña Benedicto XVI:
«Lo mismo sucede en la época moderna. Antes se pensaba y se creía que, apartando a Dios y siendo nosotros autónomos, siguiendo nuestras ideas, nuestra voluntad, llegaríamos a ser realmente libres, para poder hacer lo que nos apetezca sin tener que obedecer a nadie. Pero cuando Dios desaparece, el hombre no llega a ser más grande; al contrario, pierde la dignidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro. Al final se convierte sólo en el producto de una evolución ciega, del que se puede usar y abusar. Eso es precisamente lo que ha confirmado la experiencia de nuestra época.» (Homilía de la Asunción, 2005)
David Glez. Alonso Gracián
28 comentarios
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Y en ello muestran la hilacha: intentan colocar al hombre en el lugar de Dios, entonces, ¿cómo concebir que el "dios" pueda verse afectado en su dignidad?
Por eso es que nos hartan con invocaciones a los "derechos del hombre", pero ni locos van a mencionar a los derechos de Dios.
Y para colmo, este dios de utilería tendría aún más poder que el Dios Uno y Trino, puesto que éste se somete al Orden Natural que Él mismo ha creado, mientras que el dios-hombre lo desconoce y se cree capaz de definir a cada paso qué es el bien y qué es el mal.
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A.G.:
Así es, Ricardo. Es que los derechos del hombre, o más bien sus pretensiones, han ocupado el centro de las filosofías contemporáneas, de la reflexión ética, incluso, poco a poco, de la teología moral. Es urgente, Ricardo, invertir el rumbo y revertir el proceso.
Sabemos que Frodo llegará a la montaña de fuego, pero que no se tarde mucho, que los orcos nos deguellan...
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A.G.:
Sabemos que Frodo, con el auxilio de Sam, arroja el Anillo al Fuego. Para que el rey retorne.
Hay que purificar la mente católica de estos lenguajes de la modernidad, para que no se contamine con doctrinas extrañas.
2) Si la dignidad moral permaneciera en un delincuente, no sólo la pena de muerte, cualquier pena afectaría su dignidad.
3) Si tal dignidad moral fuera igual a la dignidad ontológica, Dios, al castigar con el infierno a demonios y réprobos, sería el mayor y permanente violador de la dignidad.
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A.G.:
En efecto, todo eso podría deducirse de esa falsa identidad, que tanto está contaminando la mente católica. Es uno de los conceptos más confusos del personalismo, que tanto daño está haciendo y hará.
Igualar dignidad ontológica y dignidad moral puede conducir, paradógicamente, a la ontofobia, por un proceso de retorsión: dado que con el pecado la dignidad moral queda afectada, la sospecha se hace recaer sobre las esencias. Por eso, en realidad, el personalismo no defiende tanto la dignidad ontológica como otra meramente ideal o axiológica, en clave nominalista.
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A.G.:
Gracias. Gloria a Dios y a su Madre.
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A.G.:
Juan Andrés, un concepto confuso de dignidad humana, como de persona, puede servir para introducir cambios. Pero sobre todo intoxica el derecho penal y la teología asociada a él. No olvidemos, además, los orígines nominalistas del asunto. Este concepto equivocado procede de la ruptura de la Cristiandad por el nominalismo, y el doble efecto que produjo: por un lado la reforma luterana y por otro el humanismo nominalista. De ambos surge el positivismo moderno, el ataque a la ley natural, la agresión al concepto de culpa, expiación, castigo...
Los fieles, que muchas veces intuyen el mal pero no saben bien en qué consiste, se ven beneficiados por esta tarea.
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A.G.:
Es que son conceptos que, antes, cuando el catolicismo hablaba una Lengua Común, todo el mundo lo entendía más o menos, o los intuía, o era capaz de deducirlos, por tradición.
Pero una vez que el pensamiento y la cultura, incluso el derecho, se incorpora la multiplicidad de perspectivas, todas modernas, todas post-luteranas, la turbación del catolicismo pide a gritos distinciones y más distinciones. Hasta que las tinieblas queden iluminadas.
La crisis actual no es fortuita.
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A.G.:
Muchas gracias, Juan Pablo, gloria a Dios y a su Madre la Inmaculada Concepción.
La principal responsabilidad la tienen los pastores, pues de ellos depende la buena formación de su rebaño. Dar doctrina, enseñar con autoridad, ejercer eficazmente su potestad... Luego, evidentemente, cada cual tiene obligación de formarse, como compruebo que tú haces, con la ayuda de Dios. Y para formarte acudes a esta santa casa de Infocatólica, cuya primera misión es dar doctrina, para iluminar las tinieblas; aquí tenemos al P. Iraburu, a Luis Fernando Pérez, a Bruno, a Juanjo Romero, a Eudaldo Forment, a Pedro Llera, a Virginia, a un servidor y a otros hombres y mujeres de fe, entregados a la causa de Jesucristo y su Iglesia con la ayuda de Dios, sin la cual no podemos nada, ni tener un sólo pensamiento correcto.
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A.G.:
Hay que restaurarlo. Con Cristo es posible. ¡Reforma o apostasía!
Esto me suena a Lutero, por aquello del pecado inmundo, pero ¿podría decirme en qué estoy equivocado?
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A.G.:
Lutero: no hay dignidad ontológica ni moral, el ser humano esta absolutamente depravado, su libertad está absolutamente destruida.
Doctrina católica: hay dignidad ontológica, que no debe confundirse con la dignidad moral. El ser humano tiene la mancha del pecado (se vuelto inmundo), esta herido en sus potencias, inclinado al mal, bajo el imperio del diablo, pero su libertad no está totalmente destruida ni su bondad natural tampoco, aún queda dignidad ontológica. Pero está necesitado de redención.
Hace poco y en ocasión de oponerse a la ley del aborto que se promueve en Argentina, el episcopado local propuso el lema "VALE TODA VIDA". A muchos nos pareció un hecho muy poco feliz semejante consigna, de reminiscencias budistas, porque lo natural y católico hubiese sido proponer: VALE TODA VIDA HUMANA INOCENTE, que tal cosa son las víctimas del aborto.
Porque una es la dignidad de todo ser vivo, otra muy diferente la del ser humano hecho a imagen y semejanza de Dios, y otra (al menos en cierto sentido) la del hombre reo de culpas graves o gravísimas.
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A.G.:
La pena de muerte es legítima. Y por supuesto no es inadmisible. Fundamentar lo contrario en la dignidad ontológica es un grave error.
Muy de acuerdo en lo poco feliz del lema "vale toda vida" para oponerse a la ley del aborto.
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A.G.:
milton, acerca del tema de la Dignitatis humanae prefiero no comentar ahora, puesto que estoy preparando un artículo donde explico dónde creo yo que residen los problemas de esta Declaración. Le diré, de entrada, que en mi opinión su doctrina en general es la tradicional, pero incompleta, y expresada con un lenguaje equívoco que trastorna una lectura natural del texto.
El principal problema, además, es hermenéutico, porque debido a la atmósfera personalista de la época, y a los terminos equívocos utilizados, suscitó una lectura en clave de derechos humanos, en clave de libertad de religión, y no de libertad de coacción; en clave de libertad de conciencia, y no de la libertad de las conciencias. Pero en fin, ya trataremos este asunto en bien de la Iglesia, si Dios me lo concede. Resolver este problema es uno de los hitos para salir de esta crisis.
Por lo demás, hace bien en distinguir dignidad ontológica y dignidad moral. Es una distinción fundamental.
Acertadísima su apreciación: "Igualar dignidad ontológica y dignidad moral puede conducir, paradógicamente, a la ontofobia, por un proceso de retorsión".
En efecto, la misma noción de "justicia" (no intoxicada) reclama la existencia de un orden. Es este mismo orden el que termina "disuelto" con una justicia nominalista.
A nivel moral las consecuencias son tan graves como también las ha señalado. Es un dardo al centro de toda la doctrina moral, que queda así como "desconectada" del Autor y Creador del Orden mismo.
Como bien nos ha enseñado, el nominalismo sigue destilando su veneno, gota a gota, tan coherente y constante que -si no nos percatamos- casi no se advierte.
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A.G.:
Estimada Marisa, hacía tiempo que no comentaba. Me alegra mucho contar, de nuevo, con sus agudas observaciones.
En efecto, lo ha dicho Ud muy bien:
la misma noción de "justicia" (no intoxicada) reclama la existencia de un orden.
El nominalismo, que es detonante de la reforma y del humanismo, sigue destilando su veneno. La batalla es, primero, una batalla de reconquista: de la razón y la fe (o más bien de su armonía), que fueron ocupadas. Hay que recuperarlas, Dios lo quiere.
Sentó mal que lo primero es "transar" con satanás y de paso rendición total, lo segundo es no retroceder jamás ante el mal.
¿Por qué lo pongo así? Porque es el ambiente que siento actualmente en la iglesia (con minúsculas) la de rendición total.
Mi Consuelo está en Mateo 16:18
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A.G.:
El ambiente es verdad que es de rendición, de desánimo, y de heterodoxia en general. Pero no olvidemos Óscar que Cristo es Rey, que lo que pasa es porque lo permite. Hay que pedirle auxilios, que nos cuente entre sus elegidos, que nos conceda perseverar, y participar en la reinstauración de su doctrina y de su santa ley. Reforma o apostasía.
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A.G.:
El concepto personalista de dignidad humana no es metafísico, como el que hemos heredado de la síntesis clásica, sino axiológico, se basa en los valores, en la autodeterminación voluntarista, en el estado de naturaleza roussoniano, en la autoteleología, en la absolutización de la persona, en su acepción kantiana.
El concepto clásico de dignidad humana es ontológico. También el de dignidad moral. Recuerde uno de los lemas del pensamiento romano: ¡Robur et decus! Fortaleza y dignidad. Aquí sobre todo referida a la dignidad moral, al decoro, al honor, concepto clave de la tradición hispánica. La dignidad moral es un concepto importantísimo del Siglo de Oro, incluso en la educación de los gobernantes. Véase, por ejemplo, esa joya del pensamiento hispánico que son las Empresas políticas de Diego de Saavedra Fajardo.
Recuerdo con especial cariño a mi abuela y su concepto de dignidad que trataba de ganar cada día sin tener en cuenta la que merecía por ser una persona humana y que no necesitaba alcanzar porque ya le había sido dada.
No sé cómo a Jordi esto le suena a luterano cuando es precisamente lo contrario. Los luteranos no tienen santos.
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A.G.:
Gracias Palas Atenea, valoro especialmente su juicio, porque acostumbra a ser ponderado y cabal. Me parece importantísima esta observación suya:
a los santos, cuyo culto de dulía no deriva de su dignidad ontológica, que comparten con todos nosotros, sino de su especial acercamiento a Dios
Verá, tengo pendiente escribir un artículo sobre el deterioro que el personalismo ha producido en el culto de dulía, al sobrevalorar la dignidad ontológica (entendida a su manera no metafísica), y su confusión con la dignidad moral.
Por eso se han suprimido las virtudes cardinales, indicios claros de excelencia, y las han sustituido por etéreos valores que nada dicen y solo son indicadores sociales.
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A.G.:
Como otras veces, da Ud. en la clave:
Arteramente los nominalistas, subjetivistas y todos los que se centran en el Hombre, y no en Dios, no dicen lo que ese criterio afecta a la excelencia y a la santidad, ya que ambos conceptos no pueden alcanzarse por la sola dignidad ontológica.
Sin duda que es así, y sin duda que es uno de los errores del personalismo, que yo he sintetizado en la confusión entre dignidad ontológica y dignidad moral.
Dice además:
la excelencia-el hecho de una superioridad moral de unos sobre otros-
En efecto, Palas Atenea, es el ethos igualitario que introduce la Reforma con su des-virtuación de la vida cristiana. Las virtudes, con el tiempo, serán sustituidas por los valores. Este ethos igualitario es el fundamento del ethos revolucionario, y del mundo moderno en general.
Por eso la secularización es un alejamiento de la vida virtuosa tal y como la defiende la doctrina católica, también en su dimensión socio-política.
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A.G.:
Más que la gracia apoyada en el libre albedrío, diría la gracia perfeccionando y elevando el libre albedrío.
Si observamos la sociedad que nos rodea veremos que todo está basado en el concepto de dignidad ontológica: la anti-psiquiatría, la psicología y el "bueno" de Viktor Frankl.
Muy de acuerdo, de hecho, es una de las cosas que estoy intentando demostrar en este blog. Matizo que la versión de dignidad ontológica en los planteamientos fenomenólogicos no es talmente metafísica, sino axiológica.
Lo primero que noté es que existe una coincidencia (iba a decir asombrosa, pero no, no debe asombrar si ambos son católicos) entre lo que allí se enseña sobre inmanentismo, nominalismo y demás doctrinas filosóficas erradas, y lo que se enseña en este blog.
En la parte final de su disertación el P. Olivera explica cómo la Revolución destrona al hombre de su participación sobrenatural, de su participación racional, de su participación sensitiva, hasta reducirlo a una mera cosa, maleable y manejable. Con lo cual,es obvio, el hombre pierde su dignidad real, metafísica, entonces percibe que su vida carece de sentido.
Como bien dice Palas, Frankl admite esta realidad (alejándose de los delirios de su maestro Freud), pero lejos de señalar sus verdaderas causas, denunciando a la Revolución y apuntando a la trascendencia, le dice al pobre hombre cosificado que debe asumir la tarea de buscarse el sentido vital por sí mismo, todos los días, cualquiera que se le ocurra, fabricándose una zanahoria que él, (devenido burro, supongo, aunque Frankl no lo diga) siga como meta a conseguir.
Aparte de ser un embuste que evita cuidadosamente señalar las causas del vacío que siente el hombre moderno, esto apesta a voluntarismo y relativismo. Que haya aún católicos que defiendan estas teorías, da la medida de la crisis que campa en la Iglesia.
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A.G.:
Me alegro por esas coincidencias, Ricardo, señal de que en Infocatólica estamos en comunión. El norte es siempre una santa Reforma (o de lo contrario se caerá en la apostasía, que dice el P. Iraburu). ¿Reforma de qué? Pues de todos los silencios y omisiones doctrinales que son consecuencia de la secularización del pensamiento católico, desde Ockham. Además, es que son hechos intelectuales rotundos. Es lo que ha pasado. Recordemos, asimismo, cómo la obra de los grandes ha ido en este sentido: Meinvielle, Caturelli, Álvaro D´Ors, Leopoldo-Eulogio Palacios, Gambra, José Rivera, etc, señalan el rumbo.
Respecto a lo que dice de Frankl, tiene razón, Ricardo. Llevo tiempo en este blog mostrando cómo la logoterapia tiene un fundamento voluntarista muy claro. Creo que empecé a diseccionar estos males con cierta prudencia, porque cosas como el personalismo se han blindado en la mente católica, y no quería escandalizar. Pero ahora que, poco a poco, llevo tantos artículos al respecto, la prudencia me dirige hacia la meta, hacia un análisis a fondo, hasta llegar a la raíz del problema.
Habiendo leído a Frankl es difícil no hacer este tipo de asociaciones, a lo mejor me equivoco, pero la búsqueda del sentido y los viajes del Imserso no me parece que sean cosas muy diferentes.
Ya les fastidia a algunos que seamos capaces de analizar lo que tratan de hacer para sustituir carencias espirituales, pero aunque engañen a muchos no quiere decir que engañen a todos.
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A.G.:
Me parece brillante su comentario.
La cultura del ocio, de las muchas actividades, en busca de un sentido que nunca llegará... forma parte del nihilismo moderno. Curiosamente, cuanto más se esfuerza el ciudadano de hoy, en su turbación espiritual, por alcanzar sentidos, más lejos se posiciona de su fin último. Es como la obsesión por el turismo y los viajes, indicios de un alma en fuga de sí misma.
A mí lo que me asombra es el asombro maravillado que muchos católicos tienen por Frankl.
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A.G.:
Ese es un pensamiento muy inteligente de C.S. Lewis: los santos son más distintos entre si que los malvados porque Dios saca de ellos según lo concedido
Es curioso que el nihilismo unifique, o cree falsos pluralismos. Me recuerda el aforismo que llegó a ser tan importante en la tradición hispánica, tal y como lo expone Eugenio D´Ors:
todo lo que no es tradición es plagio.
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Exacto. Los pecadores tampoco: ¡Santidad o Muerte!, he ahí el más maravilloso sentido que puedes darle a tu vida.
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A.G.:
Los pecadores tampoco, jeje, qué bueno.
Somos creados a imagen y semejanza de Dios concepto bíblico ,y si utilizamos el término persona comúnmente aceptado nos remite a Dios Uno y a las tres personas divinas y sus relaciones.
La persona tal cual somos es corpóreo espiritual y todos somos dignos por el hecho de ser persona y no cabe distinción .
En el caso de un no nacido no se le considera persona desde el punto de vista jurídico por eso y por muchos más argumentos está el tema aborto como desecho humano, que si es persona hijo de padres humanos y personas desde su fecundación hasta su muerte natural.
Él embrion y el feto tienen la misma dignidad personal como criaturas de Dios Padre Creador.
Se formularon los DD.H.H en 1948 por los horribles crímenes de guerra y está el derecho a la vida.
El término de la dignidad puede ser confuso cuando no se quiere deliberadamente reconocer a la persona desde su origen y queda conjugar persona ,dignidad ,libertad y gracia.
Se necesita hacer un lavado de cerebros muy prolijo y metódico para anular el sentido común al punto de que no reaccione ante tamaña ridiculez.
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A.G.:
Horacio Castro:
Se está difamando y persiguiendo al que se atreve a decir la verdad.
Ciertamente.
Es más, diría que ello es lo distintivo de la modernidad post-revolucionaria, en su relación con el orden de las esencias. Decir la verdad acerca del orden del ser es, hoy por hoy, el primer motivo de martirio.
soy un estudiante de filosofía. Me encantaría saber cuales son las fuentes en la que se basa. Me parece muy solido lo que usted escribe.
Muchas gracias.
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A.G.:
Me alegro le sea de utilidad. Me baso en la síntesis clásica, aristotélico-tomista, en su tradición local hispánica. Autores de referencia, en este sentido, son Rafael Gambra, Álvaro D'Ors, Leopoldo Eulogio Palacios, Alberto Caturelli, Danilo Castellano, etc.
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