(139) Inconveniencias eclesiales VI: lo dicho y lo mostrado en Amoris lætitia
En un texto enunciativo, en que se expresa con palabras una idea, lo que se dice debe coincidir con lo que se muestra.
El filósofo Ludwig Wittgenstein fundamenta su filosofía del lenguaje en la distinción entre decir y mostrar. Lo que se dice va directo a la razón, por decirlo así. Lo que se muestra, va directo a la sensibilidad. Ambos se pueden complementar, si coinciden en expresar la misma intención, cada cual a su modo. Pero pueden contradecirse entre sí, cuando escindiendo lo dicho y lo mostrado se rompe el significante.
Es entonces cuando el texto produce confusión, inquietud, duda en el receptor del mensaje, que no entiende si dice una cosa u otra, si lo que dice es lo que quiere decir. La ambigüedad fragmenta el discurso, y no permite a la mente reposar en las palabras.
Sabemos que Wittgenstein tenía deseos sinceros de creer en Dios. Pero lo cierto es que su nominalismo fue un obstáculo casi insalvable. Él consideraba que sólo en el ámbito subjetivo del mostrar (la estética, por ejemplo) se puede expresar la verdad, lo bueno, etc. Desconfiaba del conocimiento natural de Dios, profesaba la incapacidad del lenguaje de los universales, la inoperancia de toda formulación racional de la ley moral. Como comprobamos en el post dedicado al articulo de la Doctora Rasmussen, es un nominalismo deconstructivo.
Pues bien, esta minusvaloración de lo que se dice es frecuente en moral situacional, donde el recurso subjetivo a lo sentimental, a lo estético, a la afectividad de las palabras, al lenguaje de imágenes, es constante. Se confía la intención al ámbito del mostrar, y se postula un decir atenuado, de perfil bajo, eufemístico. Y se hace porque se desconfía del poder del lenguaje racional con que la ley natural dice las esencias; se duda de la aplicabilidad de la ley natural, considerada, como hace el terminismo, como algo general, ideal, mental, (frente al caso concreto, que es “lo real").
Así, se cree que se puede contradecir a Dios a nivel general e ideal, pero agradarle a nivel concreto e individual. Es la esencia de la teoria moral del terminismo y su dicotomía general/ideal vs caso-concreto/real.
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Un inconveniente parecido salta a la vista en el lenguaje enunciativo utilizado en el cap. 8º de Amoris lætitia. Uno tiene la viva impresión de que la intención del capítulo VIII no se dice, pero se muestra. No se puede afirmar que la exhortación diga que los divorciados vueltos a casar pueden comulgar. Pero la sensibilidad capta otra cosa. Se palpa, se percibe, se aprecia que la intención de lo dicho no coincide con la intención de lo mostrado. Es un inconveniente lingüístico, que da lugar a ambigüedad.
Esto ocurre a diversos niveles.
En el punto 303, por ejemplo. Lo cito:
«303. A partir del reconocimiento del peso de los condicionamientos concretos, podemos agregar que la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio. Ciertamente, que hay que alentar la maduración de una conciencia iluminada, formada y acompañada por el discernimiento responsable y serio del pastor, y proponer una confianza cada vez mayor en la gracia. Pero esa conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo. De todos modos, recordemos que este discernimiento es dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena.»
Primero, se dice atenuadamente que en «situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio» se debe incorporar mejor la conciencia de las personas. De la conciencia de las personas que viven en situación irregular, se dice que debe ser alentada a darse cuenta de que la situación en que se vive nos es el ideal de “nuestra concepción del matrimonio".
PERO luego se dice enfáticamente que es capaz de obtener una seguridad moral de estar haciendo la voluntad de Dios: de que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando.
Se está diciendo que esa situación irregular, en debidas situaciones, es lo que Dios reclama. Luego lo que se muestra es que talmente, en esas condiciones, no es pecado. Pues, ¿cómo podría Dios reclamar un pecado a una persona, por muy compleja que sea su situación?
En resumen:
Por una parte dice que la situación irregular no es el pleno ideal, no realiza objetivamente “nuestra” concepción del matrimonio. Por otra, dice que Dios reclama esa situación al fiel, porque sabe que en sus circunstancias es lo único que puede hacer. Por tanto, muestra que el pecado, debido a los condicionantes externos, deja de serlo a ojos de Dios, y de esto el fiel puede tener incluso seguridad moral.
Como sabemos, una tesis de la moral de situación consiste en afirmar que en ciertas situaciones un pecado general deja de ser pecado particular, si la conciencia subjetiva así lo reconoce con seguridad, al confrontarse con sus circunstancias. En el 303 no se dice tal cosa, pero se muestra.
Esto produce una gran confusión en los fieles. La ambigüedad perturba la mente, queda en suspenso el juicio, no sabe qué opinar ni de lo que dice, ni de lo que muestra.
¿Cómo puede ser que Dios reclame a un fiel que continúe en una situación que contradice la unión de Cristo y de su Iglesia? No, eso no se dice. Pero es que se muestra.
El texto queda roto y escindido en sus dos niveles de significación, decir y mostrar, y la conciencia de los fieles no sabe, pues, a qué atenerse. Comienzan las discusiones y los debates sin cuento.
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Otro ejemplo de ruptura del significante, donde no se dice lo que sí que se muestra, lo encontramos, en el punto 305 y la nota 351:
«A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia[351].»
Por una lado, se dice que en una situación objetiva de pecado (es decir, en este caso en adulterio) que no sea subjetivamente culpable se puede estar en estado de gracia y además crecer en gracia, con la ayuda de la Iglesia. Y la nota dice:
«[351] En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso, “a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor"(…) Igualmente destaco que la Eucaristía “no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles"»
Es patente que se muestra que estas personas en situación objetiva de pecado, y que van a mantenerse en ella, van a poder confesarse (sin tener que cambiar de vida) y comulgar (aunque no sean perfectos) aun manteniéndose, por debilidad, ("alimento para los débiles") en ese pecado objetivo.
Se muestra, pero en ningún momento se dice, que alguien puede estar siendo infiel a su cónyuge, pero sin culpa ninguna, y mantenerse en estado gracia y crecer en ella, confesarse y comulgar, sin tener que abandonar esa infidelidad.
Esta ruptura entre lo que se dice y lo que se muestra puede resultar abrumadoramente confusa: ¿cómo puede una persona que es infiel a su cónyuge, tener madurez para discernir el cuerpo de Cristo, y a la vez no discernir que está siendo infiel a su cónyuge y que eso es pecado mortal? ¿O si lo discierne, verse abocado a pecar, por debilidad, o por las circunstancias, sin poder remediarlo la gracia?
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La fractura de los niveles del lenguaje, decir y mostrar, explica la ambigüedad del capítulo VIII y la confusión que ha sembrado en los fieles. Ha suscitado discusiones, debates, interpretaciones contradictorias, puntos de vista opuestos, inquietud, perturbación.
Nosotros, desde aquí, con espíritu filial y amor a la Iglesia, sólo podemos pedir insistentemente una clarificación del lenguaje. Pedimos se resuelva la ruptura del significante de la exhortación. Pedimos se esclarezcan sus muchas ambigüedades, para que así podamos entendernos.
Es un inconveniente edificar innecesarias Torres de Babel.
Oremos por la Iglesia y por el Santo Padre con amor filial y espíritu de servicio.
33 comentarios
Examen de conciencia, ¿para qué?; dolor de los pecados; ¿para qué? propósito de enmieda, nada de nada, "hay que pecar cientos de veces, que al final nos salvaremos".
Para nosotros tanto el examen de conciencia, el dolor de los pecados, el deseo de no pecar es un bien para nosotros, pero si nos manchamos otra vez con la miseria del pecado, volvemos de nuevo a la confesión sacramental
Los abusos a la misericordia de Dios es un lazo que nos hace perder la gravedad del pecado. Pero de Dios nadie se burla, dice San Pablo, pues lo que uno siembre terminará por recoger los frutos de esa siembra buena o mala.
Entonces, según estos tiempos modernistas, el la confesión no obraron buen siquiera el Santo Cura de Ars, el Santo Padre Pío, que en la disciplina, salvó a muchísimas almas de caer al infierno, haciendo una buena confesión. Pues el alma que verdaderamente está arrepentida, siente confusión por causa del pecado, pero no vuelve a cometer los mismos desvaríos.
Se ha repetido eso que dice Jesucristo: no peques más.
En los hospitales, hay muchas personas que se someten a duras pruebas para recuperar su salud. ¿lo ven como una tortura o como remedio para recuperar la salud perdida?
El Sacramento de la confesión no exige durísimas pruebas como la de un hospital, que muchos enfermos se someten a operaciones, Pero el alma acostumbrada a los hábitos del pecado, sí, puede ver que cuando se confiesa lo pasa mal, porque no está dispuesto a convertir su corazón le da lo mismo estar en tibieza, y sigue ahí, Pero esta misma alma, es capaz de someterse como he referido, a esas duras pruebas para salir de su enfermedad corporal.
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CIC, 2352: "Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, han de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral".
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A.G.:
Lo puse más claro. Gracias por la observación.
Dios nos conoce tal y como somos y a El no se le puede engañar, pues conoce todos nuestros pensamientos y actos.
Seremos lo que hayamos elejido ser y nos definimos con atenuantes y agravantes de nuestras circustancias, pero solo Dios sabrá que hacer con cada cual.y con la gracia que nos regala.
Y es evidente que no se dice, porque no se puede decir, en un documento papal. La Iglesia aguanta y resiste cualquier cosa, pero es claro que lo normal no es ponerla a prueba de este modo.
Bienvenida la clarificación, cuando el Señor quiera enviarla.
Saludos cordiales.
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A.G.:
En efecto, Néstor. Lo que se muestra no es suficiente para afirmar que los divorciados vueltos a casar pueden comulgar.
Todo se deja a la propia conciencia, pero si se forman las conciencias en la ausencia del pecado, de la culpabilidad del que lo comete, y en la creencia de que todo vale y todo se perdona por la Divina Misericordia, si enmienda ni reparación, a dónde nos conducirá nuestra conciencia? A la perdición del alma.
Yo no soy muy instruida, pero leo y comprendo claramente lo que se dice y se muestra en esta exortación, se puede comulgar estando en concubinato y en adulterio.
Doy gracias a Dios porque mi "marido" no lee estas cosas, ni se entera de las controversias dentro de la Iglesia por esta cuestión, pues me sería imposible mantenerle en la abstinencia debida, y que mantenemos con mucho esfuerzo y sacrificio, para poder estar en gracia, desde hace 4años. Entonces tendría que optar entre seguir juntos criando a nuestros hijos en común viviendo como hermanos, o separarnos y que él se condene, destruyendo la salud emocional de nuestra familia y el mal que causaríamos a nuestros hijos. Cómo les explicaría yo el Amor a Dios, siendo este el culpable de la separación de sus padres?
Pues eso. Lo que dice y lo que muestra está muy claro, para el que lo quiere ver.
Toda esta confusión viene de esa realidad.
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A.G.:
Es que realmente la gracia hace posible TODO.
Buen post aquel que escribiste.
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Néstor, que en un documento papal se muestre algo QUE NO SE PUEDE DECIR es cosa muy grave. Ante esto, las alarmas se disparan.
Uno más bien creería que en un documento papal sólo cabe MOSTRAR Y DECIR LO QUE SE DEBE.
Las alarmas, pues, continuarán sonando hasta tanto la situación se aclare.
Si el mal es banal necesariamente lo es porque se forma en superficie, cosa que nunca ocurre con el bien. La última frase de la película titulada "Hannah Arendt es: "el mal no puede ser a la vez banal y radical, sólo el bien es consciente y radical". Ahora bien si se puede pecar banalmente es porque nos negamos a pensar que el mal afecte a nuestro ser y pensamos que es superficial: yo vivo en pecado pero amo a Dios y por eso puedo comulgar. El pecado no toca mi alma ni la destruye, sólo hace espuma sobre ella.
Pero eso no es lo que un cristiano piensa, o lo que hasta ahora ha pensado un católico, el perdón de Dios no limpia la espuma sino el alma entera, el ser entero, hasta el fondo. Sólo así se produce el hombre renacido, el hombre nuevo del Evangelio. La obligación de un cristiano es no pecar banalmente y, si lo hace, reconocer que se equivocó y el pecado había permeado su espíritu lo que hace necesario el dolor de corazón, la confesión del pecado y el propósito de enmienda. Esa es la forma de no banalizar el mal y darle la importancia que tiene. La moral situacional es banalidad del mal.
Lo siento mucho pero no veo esa disociación que haces entre decir y mostrar. En la AL lo que tu dices que se muestra yo te digo que se dice y no hace falta haber estudiado a Wittgenstein para darse cuenta. Con haber hecho el primer curso de filosofía de la antigua enseñanza, en la primera o segunda evaluación se estudiaba la lógica aristotélica y los silogismos, ya sabes, si llueve las calles estan mojadas y las tablas de verdad. Es decír lógica básica y elemental, pero segura y por supuesto saber leer.
En el punto 303 que es un monumento a la confusión por la palabrería empleada, se entiende perfectamente que SE DICE que los amancebados deben madurar una conciencia iluminada acompañada del discernimiento del obispo. E inmediatamente SE DICE que esa conciencia puede reconocer una situación (su situación) que no es objetivamente adecuada al evangelio (vamos, que es pecado) También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, POR AHORA, es la respuesta ¿generosa? que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con ¿cierta seguridad moral? que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo.
Yo no se como lo ves tu, pero yo creo que es evidente, que lo que aquí DE DICE, es que hay que admitir que los amancebados se arrepientan, por decirlo de alguna manera por etapas, pero sin dejar de estar completamente amancebados.
Es un nuevo tipo de conversión. Es como si Cristo le hubiese dicho a la adultera, vete y no peques mas de una vez a la semana durante unos meses y luego no peques mas de una vez al mes durante un año y luego si ves que tal vas y lo dejas ya del todo.
Eso es lo que SE DICE, una "entrega" que Dios reclama aunque no sea el Ideal objetivo. El ideal objetivo es la conversión de toda la vida, el vete y no peques mas (al menos en intención y poniendo los medios racionales para ello).
Es decir en la AL se esta DICIENDO Y MOSTRANDO una nueva forma de conversión por etapas, que no aparece por ningun sitio en el evangelio.
Al menos en lo que se refiere al punto 303 que tu comentas. Es que esta escrito. Lo mas cachodo de esto, si me permites la expresión, es que teniendo en cuenta la integridad de la doctrina católica, si se aplica este mismo tipo de conversión a los asesinos, que por fuerza hay que aplicar si se hace para los amancebados, se puede uno convertir y avanzar en la gracia asesinando paulatinamente menos a sus semejantes. Este absurdo es consecuencia directa del texto de la AL.
DONDE SI QUE HAY esa dicotomía entre el DECIR Y EL MOSTRAR es en el punto 305.
Puesto que ahí poco despues del 303, en el 305 no se dice abiertamente que los amancebados puedan comulgar sino la comunión es remedio y alimento para los débiles, dejando al albur de los amancebados que si ellos se consideran debiles, se les está autorizando a comulgar, lo cual contraviene abiertamente los diez mandamientos, el catecismo el derecho canónico y la Doctrina. Pero claro por eso aquí al ser un punto tan concreto y tan importante se MUESTRA y no se DICE.
Y ahora yo te pregunto a ti y a todos (Alonso si quieres no tienes porque responderme, aunque puedes responderte a ti mismo) ¿Es que acaso no somos todos ya mayorcitos para saber que quien ha escrito esto no lo ha hecho por error o desconocimiento, sino al contrario con todo conocimiento y con el objetivo premeditado de proponer ese nuevo tipo de arrepentimiento por etapas y de MOSTRAR O SUGERIR la comunión a los amancebados?
LF Dices que es porque no creen en la Gracia. Hombre si, pero es que no deben creer en muchas otras cosas porque esta claro que pretenden cambiar la Iglesia en un sentido perverso. Yo creo que para empezar ni creen en la Gracia, pero sobre todo no creen en el Infierno porque si no jamas harían estas cosas.
Y para mi sorpresa, me encuentro con una cita del pensador alemán aquí mencionado:
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"Todo aquel que afronta de forma personal los problemas de la vida es, en cierta forma, un filósofo. En el fondo es alguien que hace, enfoca y vive lo que cree. Y lo aplica en su hacer diario.
Como escribió en su obra sobre la certeza, Wittgenstein cuando proclama: “Lo qué sé, lo creo y como lo creo lo vivo”
La vida se teje sumando breves instantes agradables y de los otros.
Si su vida no merece la pena, cámbiela. Construya la vida que si merece la pena vivir."
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He aquí en pocas letras un muestrario de individualismo, de subjetivismo y de pelagianismo. Así que cuando nos lleguen las sesudas reflexiones de algún desconocido "católico", mejor ponerse en guardia.
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A.G.:
Wittgenstein quería creer, pienso, pero su nominalismo le tenía muy atado.
Una cosa muy significativa es que, tal y como cuenta su discípulo Drury en su libro de memorias sobre Wittgenstein, éste aconsejaba a sus amigos que se convirtieran al catolicismo. Y de hecho, Drury se hizo católico gracias a Wittgenstein.
No entro a valorar tus comentarios, sobre la objetividad de la conciencia, porque intuitivamente coincido con ellos, pero aunque Eichman fuese un asesino, y debiese ser juzgado, no se hasta que punto es bueno poner este tipo de ejemplos. Porque, ¿quien juzgo a Eichman? el estado judio. El mismo estado que expulsó a los palestinos por el método de la ahora llamada limpieza etnica que luego aplicaron los serbios. Un estado además que para formalizarse tuvo que sobornar a muchos de los embajadores de los paises de sudamérica y centroamérica en la ONU.
Es parecido al juicio de Nuremberg, vale los nazis eran unos asesinos redomados, si es que ellos mismos lo decían, pero ¿quien les juzgo?, los rusos, que es de risa si no fuese trágico, que asesinaron a miles y miles de polacos y a millones de sus propios conciudadanos. Y los ingleses, que permitieron el genocidio polaco tanto de los polacos como del gueto. Y los EEUU que aunque no tenían una estructura criminal, como el régimen nazi, al igual que los ingleses por acción o por omisión cometio excesos terribles, por ejemplo con los bombardeos o las muertes de prisioneros al terminar la guerra etc.
Esta muy bien que Hanna arendt hable del mal, en el caso EICHMAN, pero hay que tener cuidado al apoyarnos en eso porque puede dar la impresión de que el mal esta solo en un lado, y por desgracia no es así.
Pero esta realidad profunda, sólo escrutable por Dios, no impide que hemos de juzgar, por mandato mismo de Cristo. ¿Cómo ejerceríamos la "corrección fraterna", si antes no pudiéramos juzgar que el prójimo va por mal camino? Y cómo los ministros de la reconciliación podrían decidir, si se puede o no otorgar el perdón de Dios, sino juzgando el estado de los penitentes, que se allegan a su tribunal? (Jn 20, 23, donde el Señor resucitado entrega a sus apóstoles el poder discernir y, por ende "juzgar", se se puede o no conceder el perdón).
De modo que coincido con el deseo del articulista sobre la urgente necesidad de esclarecimientos, seguros ("Claritatis laetitia") de parte del magisterio supremo de la Iglesia.
Habiendo zonas que sólo el Señor puede escrutar, no menos quedan otras al alcance de cualquier cristiano (corrección fraterna) y en especial de los ministros de la reconciliación, que no por demostrar la objetividad de claros estados de pecado, se convierten en "torturadores".
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A.G.:
Sí, estimado don Miguel, creo que es necesario una aclaración del lenguaje utilizado, y es bueno que la reclamemos. Se haría mucho bien esclareciendo ambigüedades, y dejando claro que se pueden juzgar las acciones pero no la conciencia interna, como bien apunta ud.
Porque la conciencia interna sólo puede ser juzgada por Dios tenemos que poner más cuidado y no menos en que esa conciencia sea recta, y ésta sólo lo será si tenemos un camino claramente marcado por la Ley Natural, la Revelación y la Doctrina de la Iglesia. Dejar al individuo, como pretendía Arendt, que se las vea por si mismo y con sus propias fuerzas ante el bien y el mal es arriesgado y, además, puede incluso desvanecerse la posibilidad de que las acciones de las personas puedan ser calificadas de ningún modo. He leído comentarios sobre lo que hizo Anton Schmid que calificaban su acción como traición ya que, según los comentaristas, su principal deber era cumplir las órdenes y no salvar vidas. El mismo se dio cuenta de esto cuando en su póstuma carta a su esposa le dice: "No espero que nadie me entienda, pero Dios sabe por qué lo he hecho y a su juicio me remito". Evidentemente el católico Schmid tenía una recta conciencia inasequible al influjo de la época que le tocó vivir y al caos moral que le rodeaba. La formación de conciencias de este tipo debería ser nuestra preocupación, pero la moral situacional empuja justo al proceder contrario.
porque nos han sustraído la doctrina:
los pastores no se la creen, o la creen muy poco.
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A.G.:
No desesperemos, amigo. Nadie nos puede arrebatar la doctrina. Cristo defiende su Iglesia, y la edifica en Cefas.
Bien es cierto que estamos en crisis general de fe, pero el Señor nos mueve a fidelidad, a testimonio y a martirio. Alabado sea. Ánimo
Otro "hecho, como diría él, es que su mejor discípula, Elisabeth Anscombe, se convirtió con su marido al catolicismo, y ayudó a Wittgenstein en sus últimos años a valorar la fe (su madre era católica casada con un judío). Wittgenstein pidió ser enterrado según el rito católico. Felicidades por el artículo
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A.G.:
Amigo Forestier, sé que hay que matizar la doctrina de Wittgenstein, jeje, pero para este caso creo que viene bien aplicarla. Muy interesante lo que cuenta de este autor. Un filósofo que tenía mucho que aportar, pero que por su cabezonería terminista arruinó un camino que empezó bien, me parece. Como bien dice, Wittgenstein no se aclara del todo. El nominalismo le tenía muy atrapado, en cualquiera de sus vertientes. Lo que cuenta de los amigos católicos de este autor lo había leído yo también.Lástima que su atracción por el catolicismo no llegara, parece, a consolidarse en una auténtica conversión, que yo sepa.
Pero son claros ejemplos bíblicos, novotestamentarios, de que la Iglesia juzga y ejecuta determinadas condenas. Por supuesto, el juicio final corresponde solo a Dios. Pero no es una cosa O la otra. Sino una cosa Y la otra.
Vemos en Wittgenstein un caso de conversión muy probablemente abortada o dificultada por el nominalismo.
Desde que tuve conocimiento de la existencia de la sofística nominalista, no ha dejado de llamarme la atención, de sorprenderme su origen, su desarrollo, su permanencia y su transformación, dando origen a las modernas ideologías.
Nació en las entrañas de la Iglesia, en la Orden Franciscana. Incluso uno de sus pioneros promotores ha sido beatificado recientemente, sin la más mínima mención ni reserva de su desvío filosófico por parte de la Iglesia.
Nació contemporánea a Santo Tomás, como si el diablo hubiese querido poner un clandestino contrapeso al Realismo de la Filosofía Perenne.
Tuvo decisiva influencia en la génesis del Cartesianismo y del Idealismo y su nefasta influencia ha llegado hasta nuestros días, hasta el punto en que es posible detectar sus trazas hasta en documentos vaticanos, nada menos. Y ni que hablar que está en la raíz del Inmanentismo que al día de hoy, todo lo permea.
Pero lo que más me ha llamado la atención es que esta sofística, que básicamente es un reduccionismo tramposo y contradictorio, jamás ha sido condenado explícitamente por la Iglesia. Este "Sida del pensamiento" y enemigo encubierto de la fe no ha merecido mayor atención de parte de la jerarquía de la Iglesia, a pesar de que muchos lúcidos pensadores han denunciado el daño inmenso que provoca.
Creo que la Iglesia necesita urgentemente una Reforma como la de Trento, encabezada por uno o varios papas reformadores. En cuyo caso es de esperar que se salde la asignatura pendiente de condenar de una vez por todas la trampa del nominalismo.
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A.G.:
Grandes y oportunas verdades expresa en este comentario, Ricardo de Argentina. Coincido con la síntesis que ha expuesto.
Añado que al nominalismo se le dio permiso cuando se permitió el molinismo, porque el nominalismo es el sistema mental del voluntarismo. Tiene como un aire de respetabilidad que le hace aún más dañino.
Desde luego, reforma o apostasía. Bueno es el Señor que nos concede darnos cuenta de ello.
En mi libro Hechos de los apóstoles de América (Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2003, 3ª ed., pg. 340-341) cito un caso que puede ponerse en relación con el «dinámico» proceso de conversión, en el que sin cortar con el pecado, se va adelantando sin embargo hacia la conducta «ideal» . (Texto íntegro del libro en www.gratisdate.org).
«Según informaba Alejandro Humboldt, citando la carta de unos religiosos, todavía a comienzos del XIX duraba esta miseria [de la antropofagia] en algunas regiones de evangelización más tardía: "Dicen nuestros Indios del Río Caura [afluente del Orinoco, en la actual Venezuela] cuando se confiesan que ya entienden que es pecado comer carne humana –escriben los padres–; pero piden que se les permita desacostumbrarse poco a poco; quieren comer la carne humana una vez al mes, después cada tres meses, hasta que sin sentirlo pierdan la costumbre"» (Essai Politique 323: cf. Madariaga, El auge y el ocaso del Imperio español en América, Espasa-Calpe, Madrid 1985, pg. 385).
Los misioneros (por supuesto, conociendo la mentalidad católica de la época), se mantenían inflexibles, sujetando a los catecúmenos a la prohibición absoluta de la antropofagia (intrinsece malum, semper et pro semper) exigida por la ley divina y natural, con el rigorismo moralista de un corazón duro (ironía). Y aún empleando modos pastorales tan rudos(ironía), consiguieron evangelizar a aquellos indios. ¡Qué grandes son el poder y la misericordia de Dios!
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A.G.:
Gracias Don José María.
Qué significativo y elocuente es el ejemplo que pone. Habla por sí solo, de tan ilustrativo. Gracias de nuevo.
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Alonso, nunca lo había visto bajo este aspecto.
Y sí, pensándolo bien tiene su lógica: si se postula que el hombre no puede llegar a conocer a Dios, lo cual se deduce de la supuesta imposibilidad de conocer las esencias, los universales, como postula el nominalismo, tampoco podrá llegar a conocer Su Voluntad. ¿Que queda entonces? La voluntad humana sin cortapisas.
Y aquí me parece que está la génesis de esta tramoya intelectual: partiendo de un inicial "Non serviam", se propagó enredando a la filosofía.
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A.G.:
Es justo eso, Ricardo. Dejando al ser humano incapaz de conocer la verdad, ni aun con la ayuda de la gracia, las esencias se convierten en voluntad pura, en el reino del individuo.
Siendo yo pequeño me enseñaron a modo de dogma que "Querer es poder". Sin embargo y por gracia inmerecidísima, de grande aprendí que eso era un grave error.
Cuando me hablaban de la "Esclavitud Mariana" me daba como un rechazo visceral:"¡Esclavo! ¡Qué aberración contra la libertad!". Sin embargo y por gracia inmerecidísima, hoy soy Esclavo de María. Y a mucha honra.
Por eso cuando escucho en el Magnificat la parte que dice:"El Señor hizo en mí maravillas", no puedo evitar sentir reminiscencias personales.
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A.G.:
Es una plaga, también en la Iglesia.
Hace algunos domingos, en la Santa Misa: Dios confía en nosotros, sabe que somos capaces de esto y de lo otro....lo pone todo en nuestras manos....sólo es preciso nuestro compromiso....
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A.G.:
Gracias Martín. Como digo en el post, se precisan aclaraciones.
Yo me refiero al Voluntarismo haciendo referencia a la doctrina filosófica que defiende que la Voluntad avasalle a la Inteligencia (la razón) y que tiene sus lejanos orígenes en el escotismo y en el ockamismo, germen que fueron del actual Nominalismo.
Bajo esta perspectiva el hedonismo también puede ser consecuencia (de hecho yo creo que lo es) del voluntarismo, puesto que nuestra voluntad, faltándole el apoyo de la inteligencia a la cual avasalla, tiende a lo más fácil y cómodo. Como los niños cuando aún no están "en uso de razón".
Siempre en el plano natural, claro. La causa de esa tendencia, el pecado original, es sobrenatural, teniendo implicancias directas en el orden natural.
Orwell, 1984
Está claro que el voluntarismo, en el sentido de subordinación de la razón a la voluntad, sólo puede ser negativo.
Juan D. Perón fue un presidente argentino muy amigo de Franco, patriota, hispanófilo, de buen corazón, antiliberal, carismático como ha habido pocos y de una inteligencia superdotada. Pero era un voluntarista. Solía decir, y hasta lo ha dejado por escrito, que: "Yo soy un hombre práctico; ya vendrán detrás de mí los filósofos a explicarme y a justificarme".
Despreció a los principios y a los principistas, juzgando todo a través del prisma de los resultados "prácticos". Si bien llegó al poder con el decidido apoyo de sectores nacionalistas católicos activos y entusiastas, apenas se sintió fuerte los despreció acusándolos de "piantavotos" (que le restaban votos en los comicios). Pero en realidad los rechazaba porque le recordaban imperativos morales que él no estaba demasiado dispuesto a respetar.
Dejando de lado viscisitudes políticas que no vienen al caso, Perón terminó su vida sumamente equivocado: apoyó la formación de los Montoneros sin percatarse que eran marxistas - días antes de morir los repudió- y adhirió al socialismo. Murió gobernando y dejó al país sumido en el caos más grande de su historia. Lástima grande para quien tuvo la ocasión de ser prenda de unión de todos los argentinos, teniendo sobradas condiciones personales para ello.
Pero era un voluntarista.
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